Nota: Este fic tan corto es una traducción del "How to Say Open", de Lucillia. Ver mi perfil para saber más o para un enlace al fic original.

Harry hizo lo que pudo por evitar el cuarto de baño de Myrtle la Llorona en su camino al campo de Quidditch. Durante los tres últimos años había sido incapaz de pasar cerca del lugar sin que lo asaltaran memorias del incidente del basilisco al final de su segundo curso. Estaba casi al final del pasillo y ya bien alejado cuando oyó a alguien, que claramente no era una chica, gritar "¡Ropa interior humana!". Curioso, Harry se dio la vuelta hacia el cuarto de baño y metió la cabeza dentro. Ron se encontraba justo enfrente del lavabo que marcaba la entrada a la Cámara de los Secretos.

"¡Oledor de roedores dientes torcidos!", gritó Ron hacia el grifo con la inscripción de una serpiente.

"Ron, ¿en el nombre de todo lo que es sagrado qué estás haciendo?", preguntó Harry a su aparentemente trastornado amigo.

"Intentando abrir la Cámara de los Secretos", dijo Ron, con las orejas rojas por haber sido descubierto.

"Okaaaaay", dijo Harry, sin querer ni siquiera saberlo. Probablemente era algo a lo que Hermione lo había obligado, enfrentarse a sus demonios o alguna otra tontería. Teniendo piedad de su amigo, decidió ver si se podía enseñar el Parsel.

"Que tal si puedo enseñarte a decir ábrete, y volvemos luego", dijo Harry, mientras agarraba el brazo de su amigo y lo alejaba de allí.

Una vez en su cuarto, Harry comenzó la primera lección de Ron.

"Abrete", siseó Harry.

"¡F-la presas!", siseó Ron a su vez.

"Abrete", siseó Harry otra vez, intentando no reírse con todas sus ganas.

"Supositorio automóvil", volvió a sisear Ron preguntándose por qué su mejor amigo se estaba agitando y poniéndose rojo.

Después de varias repeticiones de "Abrete" y de un puñado de respuestas completamente aleatorias (la primera docena de las cuales había sido completamente hilarante), Harry estaba apunto de rendirse. Decidiendo intentarlo una vez más antes de terminar y abrir él mismo la Cámara, siseó "Abrete."

"Abrete", siseó Ron, para el asombro de Harry.

"Esta vez sí que te ha salido bien. Inténtalo otra vez para asegurarnos que no ha sido algo al azar", dijo Harry.

"Abrete", volvió a sisear Ron.

"Sí, eso es. Ya lo tienes", dijo Harry con algo de orgullo. Le había enseñado a Ron algo que Hermione había asegurado que era absolutamente imposible de enseñar cuando se había enterado de lo que estaban haciendo. Iba a poder restregárselo por la cara a Hermione durante semanas.

"¿Qué era exactamente lo que querías hacer en la Cámara?", preguntó Harry.

"Había pensado destrozar la estatua de ese jodido cabrón que engendró a la familia de Quien-Tú-Sabes. Se me ha ocurrido que no nos iban a castigar por ello ya que no hay manera de que los profesores sepan que eso está allí", dijo Ron, con las orejas otra vez poniéndosele rojas.

"Parece divertido, vamos para allá", dijo Harry. Si esto ayudaba a su amigo a sobreponerse a sus 'demonios', y a sacarle a Hermione de su espalda, entonces lo ayudaría con ello.

Epílogo:

"Ni siquiera quiero saberlo", murmuró Hermione mientras le daba la espalda al cuerpo del basilisco, haciendo todo lo posible por ignorar la imponente estatua llena de graffitis de un travesti con un par de calzoncillos en la cabeza.