Todo lo que reconozcáis es de Jotaká Roulin, o algo así era el disclaimer.

01. Palabras prestadas.

Cosas extrañas.

Remus siempre estuvo orgulloso de su habilidad con las palabras.

Contestaba ingeniosamente a cualquiera que se metiese con él –o con ellos- dejándole sin habla. Tenía respuesta a cada pregunta que le hicieran –y a las que no, también- Su voz y su palabra engañaban de tal forma que nadie sabía si mentía o no (aunque él casi siempre dijese la verdad) y no había nadie que le hiciese quedarse sin palabras.

Excepto él.

Sirius.

Él hacía que se quedara sin sus queridas respuestas –y a menudo, sin habla coherente- con cualquier tontería que hiciese: un movimiento que marcara los músculos de su espalda, una sonrisa –esa sonrisa. La suya. La que era sólo para él.-, un beso, y él solamente atinaba a sonreír y mirarle en silencio.

Por eso, cuando estaba así, en los jardines de Hogwarts, con Sirius apoyado en su regazo y con un libro –ni siquiera sabía cuál- entre sus manos, y Sirius le pedía que le leyera en voz alta porque tu voz suena increíblemente sexy cuando recitas, Lunático tenía que usar palabras prestadas, cogiéndoselas a aquellos poetas que sí sabían expresar sus sentimientos. Quizá, porque nunca sintieron esa cosa extraña en el estómago por una persona, esa cosa que no deja ni pensar y que, inevitablemente, obligaba a Remus a querer besarle a cada instante, aunque Remus no resistiera mucho el impulso.

Ni Sirius tampoco, por lo visto.