Para: Alastor82

Pareja: Carlisle Cullen / Hermione Granger

Rated: M+ (si, tiene un montón de sexo)

A/n: Bueno, para que decir lo evidente. [otra vez, tarde] Y si, otra vez es culpa del tiempo, el estudio y mi alocada vida .-. Okay, pero, ¡Ame el One! Espero que también les guste a ustedes amados lectores.

Agradezco a Ri-chan, Alastor82, Alexa Blaze y lobalunallena (voy a contactarme contigo, cariño, apenas tenga un poquito de tiempo, para ver si aun estás interesada en el James/Hermione)


Vacaciones. Ah, las primeras reales vacaciones que Hermione Granger tenía en su vida, se las había ganado con el sudor de su trabajo y su primera condición era que no quería nada de climas lluviosos. Así que al azar, llegó a Brasil.

Llevaba dos días ahí cuando sucedió…

Hermione sonrió sintiendo que el sol acariciaba su piel, sus ojos continuaron fijos en su libro mientras caminaba, por esa simple, descuidada y estúpida razón, no fue capaz de ver la enorme raíz que había en el suelo con la cual, obviamente, tropezó, perdió el equilibrio y cuando fue a colocar las manos ya era tarde: su cabeza había chocado contra el irregular suelo.

Esperaba que alguien la encontrase antes de morir desangrada, pensó desesperada antes de caer inconsciente.

[*]

Carlisle miró sus uñas aburrido, una vez más casi ni tenía trabajo en el hospital en que estaba actualmente trabajando. Brasil, tal como había pensado, era un buen lugar en donde re-instalarse con su familia ya que ahí nadie sospecharía quienes –y especialmente qué- eran.

Pero jamás creyó lo aburrida que se volvería su vida…

La monotonía era excesiva. Día a día, la rutina era igual. Trabajo, casa, comida.

En realidad, mucho más trabajo, mucho menos casa, un poco más de comida.

Escuchó que una de las enfermeras hablaba rápida y nerviosamente por teléfono e indicaba el lugar en donde estaban, al finalizar la comunicación se giró a verlo con cara de pánico.

— ¡Doctor Cullen, hay una emergencia! Están trasladando a una chica que ha sufrido algún tipo de accidente, perdió el conocimiento y tiene una hemorragia bastante fea por un golpe en la cabeza.

— ¿Podría encargarse de traerla a mi despacho? Yo hago el resto –respondió Carlisle con encanto y un portugués fluido. La enfermera asintió rápidamente y corrió a seguir las indicaciones. El vampiro fue a su despacho a organizar las cosas para la atención de la nueva paciente.

Frunció su ceño, al escuchar reclamos y molestas quejas con marcado acento inglés, e inhaló profundamente. Sus ojos se cerraron por puro placer y jadeó asombrado, nunca en todos sus años de vida como vampiro había sentido tan magnífico olor.

—Dije que puedo caminar sola, gracias –gruñó la chica zafándose del agarre de una de las enfermeras, ignorando el tambaleo que tuvo.

—Acaba de perder el conocimiento, señorita, no puede…

—Estoy perfectamente bien. –reclamó de nuevo la chica, cruzando sus brazos y mirando con reto a la enfermera, ignorando la sangre que corría por su rostro.

—Eso lo decido yo.

Ella alzó una ceja y lo miró fijamente, Carlisle casi sonrió satisfecho al escuchar que su corazón se aceleraba pero aquel sentimiento se borró al ver que la chica lo miraba de forma acusadora.

—Puede dejarnos solos, yo me encargo del chequeo. –dijo Carlisle con su habitual encanto.

—Está bien. –dijo la enfermera al parecer aliviada por dejar a la chica. Apenas desapareció por las puertas, Carlisle puso toda su atención en la castaña.

—Eres un vampiro. –acusó ella sin siquiera darle la oportunidad de hablar.

— ¿Cómo lo sabes? –preguntó Carlisle, más intrigado que asustado porque ella descubriera su identidad con tal facilidad. Su cabello castaño, largo y ondulado, estaba caóticamente desordenado, y el vampiro no quiso más que enterrar su rostro ahí y confirmar si era tan suave como se veía. O si era tan exquisita como su olor.

—Soy bruja.

—Ah… que interesante. –comento él, mientras tocaba con suavidad la herida de la chica quien frunció aun más su ceño y medio se quejó adolorida, sonido que terminó por volver loco al vampiro:- Mi nombre es Carlisle Cullen.

—Yo soy Hermione Granger. –dijo ella, observándole con frialdad y con palpable desconfianza.

— ¿Qué hace aquí, señorita Granger? –preguntó él buscando un motivo para no apartarse de la chica, tomando su acelerado pulso respiró entrecortadamente, luchando con sus deseos de hundir sus colmillos en aquel pálido y tentador cuello.

—Estoy de vacaciones. –respondió ella de forma cordial.

—Inglesa, ¿Eh?

—Si… -dijo Hermione regresando a su desconfianza.

—Por tu acento. ¿Estudiaste en Hogwarts?

—Sí. –contestó ella antes de retroceder y mirarlo con desconfianza:- No quiero que me trate usted. Puede ser peligroso y el ministerio podría arrastrar consecuencias feas hacia su comunidad.

—Lo siento, soy el único medico.

—Entonces, puedo hacerlo yo misma. –dijo ella sacando su varita, él negó con suavidad, haciendo que bajara su arma.

—Permíteme hacer mi trabajo, Hermione. –pidió Carlisle con suavidad.

—Vale. –dijo ella con un suspiro de resignación.

— ¿Dónde te pegaste exactamente?

—Me di un buen golpe en la cabeza, y tengo feos rasguños en las piernas y los brazos.

Él bajó su vista y la clavó en sus piernas. Tragó en seco al ver que sus heridas tenían sangre seca. Maldita sea, su olor era increíble, si no se controlaba ahora iba a cometer una locura. ¿Desde cuándo que no sentía tanto deseo por la sangre de una persona? Maldición, aun peor ¿desde cuándo que no sentía tanto deseo por el cuerpo de otra persona?

— ¿Cómo es que un vampiro es doctor? –preguntó ella con curiosidad, interrumpiendo los oscuros pensamientos de Carlisle.

—Básicamente es gracias a una dieta a base de sangre animal. He sido doctor desde siempre, digamos que tengo una buena dosis de control.

—No lo parece –comentó ella ladeando su cabeza y clavando sus ojos en los suyos. Maldita sea. ¿Cómo alguien podía descontrolarlo tanto?

—Uh, ¿Qué?

—No estás respirando, tus ojos están rojos y tu cuerpo tenso. –enumeró Hermione antes de encogerse de hombros:- Si esta es tu dosis de control no sé como tus pacientes no salen corriendo…

— ¿Por qué no lo haces tú?

—Porque no me vas hacer daño. –aseguró Hermione con tranquilidad.

Joder, actualmente él lo dudaba. Mojó un pequeño algodón en alcohol y la miró con precaución: Voy a desinfectarlas, puede que te arda un poco.

—Mamá soplaba cuando el alcohol ardía demasiado. –le contó ella mientras Carlisle pasaba el algodón por sus heridas, deseando haber pasado su lengua por sus níveas y torneadas piernas y así haber quitado la exquisita sangre de su piel:- Pero ya se me había olvidado cuanto molestaba…

—Los magos son algo más prácticos. –dijo Carlisle sonriendo. Ella asintió y levantó su pierna hasta poder soplarla. Él apartó la mirada, algo avergonzado, recordándose mentalmente que desear a alguien que no fuese Esme estaba muy mal. Pero no sirvió de nada, porque quería romper aquel pedazo de tela que se suponía era un bikini que se burlaba cada segundo de él e introducirse profundamente en aquel calor que sabia…

— ¿Señor Cullen, me escuchó?

—Uhm… yo… lo siento –dijo él negando:- Estaba en otro mundo.

En un calienturiento mundo en el cual saltaba sobre ella. O en el mejor de los casos, ella sobre él. Obviamente omitió sus pensamientos o iba a causar una impresión horrible sobre la chica, y sinceramente no quería quedar mal con Hermione.

—No se preocupe, le decía que actualmente estoy trabajando en el ministerio y con mi equipo estamos haciendo una propuesta para poder ocupar los avances de medicina mágica en el mundo muggle.

—Es una maravillosa idea.

—Sí, el problema es que el ministerio piensa que es peligroso porque podría dar a conocer nuestra existencia.

—Y eso terminaría por poner en peligro a todos…

—Sí. –dijo Hermione soltando un suspiro de desilusión, Carlisle sonrió con suavidad hacia ella que de inmediato devolvió la sonrisa:- ¿Ya puedo irme?

—Solo déjame revisar tu cabeza.

—Mi cabeza está bien –espetó Hermione ceñuda. Carlisle asintió, pero no dejó que se levantara, colocando su brazo en el de ella. Sus labios se separaron y lo miró algo aturdida.

—Insisto –dijo Carlisle en voz baja, Hermione repentinamente se sonrojó, y asintió con suavidad. Él cuidadosamente apartó el cabello de la chica, y observó la parte afectada, la sangre ya estaba coagulándose. Limpió suavemente, evitando respirar, obligándose a no temblar por los roncos gemidos que ella soltaba. Suspiró entrecortadamente y bajó su vista hacia la castaña.

Ella tenía los labios tan apretados que solo eran una línea, su cara estaba tensa y sus ojos cerrados. Carlisle detuvo abruptamente su tarea y alzó el mentón de la chica que de inmediato entreabrió sus parpados.

— ¿Por qué te detienes?

Porque te duele. Él evito contestarle, porque sería estúpido, después de todo era un doctor y trataba todo el día con dolor. Ella parpadeó y tocó su frente con suavidad. Entonces, sonrió, una gran y cálida sonrisa. Y él ya no pudo soportarlo más. Desesperado posó sus labios sobre los de la chica, solo sería un contacto fugaz, luego se disculparía y… ella entreabrió su boca.

Y todos sus malditos planes se fueron al infierno, porque él necesitaba a la chica.

No supieron muy bien quien fue el primero en deslizar las manos por el cuerpo del otro, ¿fueron los dos, tal vez? Lo único que importaba era la sensación de las manos sobre el otro. Las frías manos tocando el estomago o los brazos, haciendo que escalofríos ansiosos recorrieran el cuerpo de la castaña, y sus cálidas pequeñas manos moviéndose de un lado a otro, ansiosas.

No podían detenerse.

No querían detenerse.

Carlisle dejó que su mano rozara el pecho derecho de Hermione y al escucharla soltar un gemido entrecortado supo que tenía su permiso de tocarla plenamente. Jadeando, apartó el bikini, y sin siquiera pensarlo bajó su cabeza, su lengua fue la primera en tener contacto. Luego su boca succionó, tuvo especial cuidado en no dañarla con sus colmillos, pero cada vez que la rosaban, Hermione gemía más fuerte.

Pero si llegaba a hacerle algo más… él no se podría detener. No sería tan fuerte como para apartarse de ella.

Succionó más fuerte, mientras su mano izquierda bajaba para quitar de su camino esa maldita cosa que le había vuelto loco del principio. Ella tanteó la camilla hasta chocar con su varita, murmuró con voz enronquecida "muffliato" y luego se apresuró a desabrochar la camisa del vampiro. Él notó que Hermione dejaba su arma a mano, y no pudo sentir más que satisfacción por lo inteligente, aunque una parte de su ego se quejó, la otra supo que podía ser necesario.

Después de todo, con cada segundo que pasaba, Carlisle sentía que su control volaba más y más lejos.

La castaña gimió impaciente, y mientras deslizaba la camisa fuera, no perdió tiempo y comenzó a besar su torso.

—Eres –beso- completamente –mordida- increíble –lametón-

—Hermione –susurró Carlisle mientras dejaba de respirar, viendo como ella se inclinaba y mordisqueaba solo unos centímetros sobre su cinturón. Lo soltó con torpeza, y luego inspiró profundamente. Él temió que se arrepintiera, pero entonces, la castaña alzó su mirada y vio que sonreía.

— ¿Qué quiere, doctor?

Ella era su perdición. Pensó Carlisle, escuchando lejanamente como un rugido bastante primitivo salía de su propia garganta a la vez que la tumbaba sobre la fría camilla. Sus ojos chocaron contra los de ella, y la risa se había ido por completo, en sus nubladas pupilas solo se podía ver la pasión, la excitación del acto que estaban a punto de cometer.

—Te quiero a ti, bruja –susurró él, dejando que las palabras pasaran por entre sus dientes, sus manos acariciando perezosamente su vientre, amando la forma en que su cuerpo se ondulaba presa del deseo:- Te quiero mía. Quiero… quiero follarte tan fuerte, y tan profundamente que jamás puedas olvidar que estuve en ti.

Él se detuvo para lamer el valle que se formaba entre sus desnudos pechos, ignorando los pezones erguidos que rogaban atención, ella arqueó su cadera y ambos gimieron al sentir sus sexos contra el otro. Hermione se estremeció y gimió más alto, desesperada.

—Y quiero que mientras entre a ese hermoso y apretado coño, toques tus pechos. –susurró él, con una mano bajando hacia sus piernas abiertas y la otra subiendo a sus pezones:- ¿lo harás, encanto? ¿Te tocaras y susurraras mi nombre?

—Sí. Oh dios, Carlisle, si. –chilló ella apoyando sus talones en la camilla y alzando su pelvis, en búsqueda del dedo que se había deslizado fugazmente por su coño:- ¡Carlisle!

—No te has tocado, encanto. –susurró él con aspereza. Hermione se estremeció y clavó sus ojos en él con frustración.

—Es porque ha dicho claramente que debía tocarme mientras entras en mí. –masculló con voz sabihonda, con su pequeña nariz arrugada, Carlisle deposito un beso sobre ella y luego delineo sus pecas, ella busco sus caderas, pero la posición en la cual se encontraba no le permitía alcanzarle:- Y maldita sea, doctor, definitivamente no me ha penetra…

Las palabras furiosas fueron interrumpidas por el grito de éxtasis que salió de su garganta al sentir dos dedos en su apretado canal. Carlisle la besó con pasión, moviendo sus dedos de forma frenética. Hermione arqueó su espalda y el vampiro no pudo evitar mirar el cuello de la chica, su pulso latía ahí de forma constante y tentadora. Gimió, atormentado y entonces, ella soltó un largo grito haciendo que los oscuros pensamientos del doctor se fueran lejos.

―Más… ―ella profirió.

Con poderosos y controlados empujes sus dedos profundizaron dentro de ella, acariciando contra terminaciones nerviosas nunca tocadas, que nunca habían recibido placer antes, y alborotándole los sentidos. Los dedos hacían movimientos de tijeras, estirándola, trabajando en su interior. La sensación cegadora y elemental desgarró a través de cada terminación nerviosa casi enviándola dentro de una sobrecarga sensorial.

― ¿Más qué, Hermione? ―susurró en contra de sus labios mientras ella intentaba levantar los párpados para mirar dentro de las calientes profundidades de sus ojos.

―Tus dedos, ―jadeó―. Fóllame más duro, Carlisle. ―Se arqueó, el enceguecido placer quemándola mientras luchaba por encontrar la liberación―. Por favor. Por favor déjame correrme.

Estaba tan cerca. La necesidad de correrse estaba vociferando a través de ella ahora. Sus caderas se sacudían con fuerza, moliendo con cada empuje, sus muslos apretados en las poderosas piernas que la sujetaban abierta mientras los dedos la torturaban.

Tan cerca.

Jadeaba, su aliento entrecortado. Los suspiros salían de sus labios, y luego un sorprendente y agonizante grito cuando él apartó sus dedos.

Lamió sus labios, con su cabeza latiendo por el placer y dejó un suave beso en su hombro, Hermione soltó un sonidito que pareció desesperado, haciendo temblar al vampiro. Joder, aquello era sin dudas más de lo que alguien podría soportar, su boca se conecto con la de la castaña con desesperación. Su beso era como una droga. Era adictivo. Ella quería más y él no estaba dándoselo. No aun. Arqueándose más cerca de las duras caderas ubicadas entre las suyas, Hermione gritó dentro de su beso cuando la gruesa y masiva longitud de su polla presionó dentro de los pliegues de su coño.

―Por favor… Por favor… -suplicó desesperada, ondulándose contra él, buscando mayor contacto. Él sostuvo su cadera con una mano, y con la otra la mantuvo abajo, sonriendo él lamió sus tentadores y adictivos labios.―Carlisle. ―Podía oír la débil súplica en su voz ahora, pero no tenía idea de cómo pedirle lo que necesitaba. Cómo implorarlo.

― ¿Debería detenerme, bruja? ―Él susurró dulcemente mientras bajaba la cabeza a su hombro y la lengua lamía sobre él.

Sus caderas se sacudieron dentro de las de él, la fricción contra su clítoris haciéndola gemir con mayor éxtasis. Sus uñas rasguñaban con fuerza su espalda.

― ¡No! –chilló Hermione procesando las palabras:- Carlisle… ¡por favor!

— ¿Por favor, qué? —Apretó las caderas contra las suyas, con su erección alojada en los pliegues abiertos que se derretían por retenerlo—. ¿Por favor qué, Hermione?

—Por favor, fóllame —le rogó desesperadamente, luchando por tomarlo, furiosa de que se mantuviera alejado, negándole la percepción de sentirlo dentro de ella.

— ¿Eso es todo lo que quieres, Hermione? —Penetró la firme abertura sólo la punta de su polla estaba en su cálido cuerpo—. ¿Cómo lo quieres pequeña? Lento y suave. —Empujó en ella, separando su carne lentamente, centímetro por centímetro, retirándose después de la misma forma insoportable—. ¿O duro y rápido?

Hermione gritó. Su cuerpo se arqueó y sus músculos temblaron cuando él empujó duramente, enterrando toda la longitud de su polla, en su carne anhelante y desesperada. No podía controlarlo. No podía dejar de apretar, con sus músculos rasgándola con un placer que estuvo a punto de destruirla. Se corrió, explotando fuertemente, gritando su nombre cuando él empezó a bombear duro y rápido, cerrando de golpe su carne casi brutalmente cuando lo mantenía apretado en su interior. Se fundió, sus jugos fluyeron mientras su vagina ondeaba alrededor de su carne hasta que sus propios gemidos se unieron a los suyos, su semen inundó su apretado canal cuando le dio una dura estocada a su cuerpo y se corrió con un grito de placer masculino.

Entonces, ella perdió el conocimiento.

[*]

Hermione suspiró, sin poder concentrarse en el libro, alzó su rostro hacia el sol con los ojos cerrados con fuerza. Escuchaba como Harry conversaba preocupado con Ginny, pero realmente no podía entender lo que decían.

Él la había dejado botada.

La había follado.

Había robado su corazón.

Y luego, de darle el mayor placer de su vida, la vistió y la dejó en la fría camilla, para despertar al lado de una agradable enfermera quien claramente no tenía idea de lo que había sucedido con el doctor.

Se repitió incansablemente que no iba a echarse a morir por aquel vampiro, pero eso fue imposible. Hermione aun podía sentir sus labios contra los suyos, sus manos explorando de forma tentadora su cuerpo, y su polla dentro de ella.

Era devastador. Había acabado con ella.

Lo amaba.

No por el placer que había entregado y obviamente no por la forma en que la dejó… era algo que todavía no comprendía. ¿Pero así era el amor, no? Luna dijo una vez que las personas que podían definir o describir el amor, era porque simplemente no estaban ni cerca de sentirlo. Las cosas habían empeorado cuando ella se contactó con Minerva McGongall y descubrió que Carlisle Cullen tenía una larga, monógama y duradera relación con una agradable vampireza llamada Esme quien, obviamente, llevaba su apellido.

Tenía una compañera…

Hermione podía ser una más en su lista de pacientes-folladas. Y aunque ese pensamiento lo había negado más de una vez, por el comportamiento del vampiro, no era imposible.

La mano que se posó descuidadamente sobre su hombro la sobresaltó, abrió sus ojos solo para chocar con los verde de su mejor amigo que estaban llenos de sincera preocupación.

—Ve por tus cosas, Mione. –dijo él con inusual voz mandona:- Estamos volviendo a Londres.

¿Era lo mejor, no? Agradecía la preocupación de Minerva, pero no estaba muy segura que haber enviado a su mejor amigo fuera una buena idea. Ella todavía tenía tiempo libre. Vacaciones. En Brasil.

Y sin embargo, volver a Londres era la cosa más sensata que podía hacer. Lo mejor para curar el dolor de su corazón.

—Oh. Okay… yo… solo dame un segundo.

—Hermione, sabes que puedes contarme todo.

Me acosté con un doctor, pero ¿sabes? Aparte de lo poco ético de la jodida situación, fue idiota, él era un vampiro. ¿Y adivina? Me dejó sola y humillada después de follarme como animal. Y antes de que comiences a gritar, no fue exactamente una violación, teniendo en cuenta que fui yo la que lo tentó. Oh, y por cierto, él tiene una familia completa, a la ecuación completa, súmale que me he enamorado perdidamente de Carlisle y eso que ni siquiera lo conozco bien.

Hermione alzó sus labios en una asqueada sonrisa y negó sintiendo auto repulsión por no ser capaz de expresarse frente a su mejor amigo, reprochándose silenciosamente estiró su mano hacia Harry quien la ayudó a levantarse, caminaron en silencio. Las cosas siempre serían así, todos confiaban en ella, pero realmente la castaña jamás tuvo con quien desahogarse. No era la gran cosa.

Volvían a Londres.

Y la esperanza de volver a ver al rubio vampiro repentinamente quedó en el olvido. Porque Hermione Granger no iba a permitir que el estar enamorada le sacara de su rutina habitual. Tenía que seguir adelante, aunque jamás podría olvidarse de Carlisle Cullen.

[*]

Carlisle vio como la castaña sonreía hacia el chico de cabello oscuro y una espina se clavó en su frío corazón. ¿Era su novio? No. No lo era. Ella río, dándole un empujón y él corrió hacia la pelirroja que lo recibió con los brazos abiertos, ambos se besaron y Hermione les miró con nostalgia.

¿Pensaría en él?

Inspiró profundamente, sintiéndose la peor persona que hubiese podido pisar el mundo… jamás debería haberla dejado sola. Pero el miedo por lo que causó fue mayor, además, él debía hablar de inmediato con Esme.

Carlisle realmente se asombró al ver que su esposa no se preocupaba al escucharle contar lo que había ocurrido. Ella incluso parecía aliviada "La relación no estaba bien, Carlisle, nosotros no podíamos continuar mintiéndonos, nuestro amor ya se había acabado antes de que la conocieras"

El alivio que sintió al marcharse de la casa se había esfumado al encontrarse con Hermione y ese chico. Y ahora, él se sentía como un espía. Un intruso robando momentos de la vida de la chica Granger.

La castaña les gritó a la pareja que iba a ir a dar la última vuelta, y que luego, podían marcharse. Era su oportunidad. Ahora podría arreglar las cosas, antes de que ella regresara a Londres.

Mientras Hermione avanzaba hacia el irregular bosque, Carlisle le seguía en silencio, procurando que no lo viera. Ella se detuvo no muy lejos y pasó una mano por su herida, para luego girarse y enfrentarlo.

—Vas a destruirme, Carlisle. –susurró con suavidad, sin mirarlo a los ojos, su cuerpo estaba tenso y sus puños apretados:- Digas lo que digas, conseguirás acabar conmigo. No podré soportar que vayas de nuevo a los brazos de tu mujer mientras yo me quedó soñando con las oportunidades que podríamos tener juntos.

—Hermione…

—Sé que no quisiste hacerme daño. –dijo ella asintiendo, una falsa y enorme sonrisa apareció en sus labios, y él extrañó esa calidez que sintió la primera vez que le vio sonreír:- Fue algo totalmente descuidado, y créeme, no te culpo más de lo que me culpo a mí.

—Dame una oportunidad.

Hermione por fin lo miró, sus ojos llenos de asombro, Carlisle dio un paso adelante, y ella de inmediato retrocedió. Un dolor profundo recorrió el cuerpo del vampiro, ella continuó viéndolo con cautela, sin decir nada.

—Tienes familia….

—Ellos lo entienden.

— ¡Pero yo no! –chilló ella repentinamente, sus ojos se llenaron de lágrimas y tapó su boca, dando otro paso hacia atrás de forma cautelosa:- Yo no entiendo, Carlisle, ¿Por qué haces esto? ¿Por qué?

—Nadie ha logrado llamar mi atención como tú, Hermione, ni siquiera Esme. –dijo Carlisle dándole espacio, cerrando sus ojos para no ver el dolor en los de la castaña, sintiéndose la peor escoria existente:- Nadie logró hacerme reaccionar como tú…

—No soy un juego… -murmuró Hermione temblorosamente.

—Nunca he pensado que lo eres. –admitió Carlisle con honor.

—Me dejaste sola después de haberme follado ¿eso no me convierte en algún tipo de retorcido juguete?

¿Cuándo se habían acercado? Sus ojos, atormentados, se clavaron en los de ella y él negó. Sus respiraciones chocaban, sus labios demasiado cerca, sus cuerpos a centímetros de distancia.

—Sé que me equivoque. Tenía miedo. Debía hablar con Esme y contarle lo que sucedió… quería volver antes de que te marcharas, Hermione.

—Pero no lo hiciste.

— ¡Joder, sí, lo hice! –espetó Carlisle exhalando con brusquedad, sus heladas manos tomaron el rostro de Hermione obligándole a verlo. Sabía que sus ojos ahora estaban rojos, por la necesidad y la furia o tal vez por el hambre que causaba el olor de su sangre:- Vi como despertaste, aturdida, con tus ojos llenos de tierna inocencia. Vi como te levantaste, la forma en que tus piernas temblaban, y olí tu excitación. Vi que esperaste. Me esperaste. Estuve ahí cuando hablaste con ese estúpido chico…

—No llame a Harry. –susurró ella respirando entrecortadamente, Carlisle expuso sus colmillos soltando un gruñido que sonó animal incluso para sus oídos y sintió como Hermione se estremecía, no precisamente de miedo si el olor de su excitación era un buen indicio:- N-no podré olvidarte, así que no lo hagas. No quiebres más mi corazón.

Él rugió, desesperado, y cubrió sus labios con los suyos, tomó sus labios y robó el beso que necesitaba. Su lengua empujó, atravesando los labios separados, acariciándolos contra los suyos y probó la dulce y pura mujer un segundo antes de sentir el pequeño y agudo mordisco de sus dientes contra la lengua.

Retrocediendo bruscamente, la miró fijamente con ojos entrecerrados.

—Vas a destruirme –gimió Hermione negando, intentando escapar de sus brazos.

—Si te destruyo, también lo haré conmigo mismo, Hermione. –murmuró Carlisle con voz gutural.

Luego introdujo los dedos en la parte posterior de su cabeza, dejando caer las gruesas y sedosas hebras castañas sobre su mano. Apretando, la mantuvo sujeta, bajó la cabeza y le pellizcó el exuberante labio inferior, antes de pasarle la lengua suavemente por encima. Ella se estremeció, demasiado consciente de su erección contra su vientre, demasiado consiente de él.

Carlisle besó el puchero de sus labios, manteniendo aún sujeta la cabeza y cuando la miró directamente, a los oscuros y hambrientos ojos, la besó otra vez. Su lengua golpeó ligeramente sobre sus labios, tentando y acarició los entreabiertos labios de nuevo, lo que hizo que ella extendiese la lengua hacia él, tratando de alcanzarle.

—Juntos, encanto, vámonos juntos. –murmuró Carlisle contra sus labios, moviendo sus manos con lentitud sobre su piel.

—Tu familia…

—Ellos ya lo saben –susurró Carlisle introduciendo sus manos dentro de la ligera camiseta que ella traía, Hermione gimió y echó su cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello:- creo que incluso lo sabían antes de que sucediera.

—Tenemos que detenernos. –dijo Hermione, sin embargo, sus manos estaban desabrochando con brusquedad la camisa de Carlisle:- maldición, vampiro, te detesto…

—Y tú me encantas, bruja –murmuró él mientras alzaba a la castaña y la apretaba contra un árbol cercano:- Me encantas.

— ¿Hermione? ¡Hermione, ya vamos!

—T-tengo que irme.

—Voy contigo. –dijo Carlisle con tranquilidad; ella parpadeó y sonrió débilmente antes de negar.

—Encuéntrame, Carlisle, y demuéstrame lo importante que soy… lo mucho que te encanto –dijo Hermione con lentitud, pareciendo bastante insegura de lo que decía:- Entonces, y solo entonces, por fin estaré segura de que esto es cierto. Y en ese momento podré darme por completa.

Y con esas palabras, Hermione desapareció, dejándole perplejo.

Londres, ministerio de magia y hechicería.

Hermione caminó por el largo pasillo saludando respetuosamente a todos, sonrió hacia su secretaria que como siempre la miró con orgullo y gratitud, ella sinceramente aun no se acostumbraba a esas miraditas. Y si que habían aumentado tras la guerra. Lamentablemente, también aumentó el odio y la envidia.

— ¡Señorita Granger, no la esperaba hoy! –exclamó su secretaria con su habitual simpatía:- Se supone que tiene otra semana de vacaciones.

—Sí, bueno… cambio de planes. ¿Qué haces?

—Estaba arreglando la agenda para su regreso. El ministro pidió hablar cuanto antes con usted… si quiere le llamo hoy mismo.

—Uhm… no. El lunes. Pide una reunión para el lunes. ¿Quieres que te ayude con algo?

— ¡Oh, no! Vaya a disfrutar sus vacaciones, señorita Granger.

Hermione suspiro y asintió. Era lo mismo que había dicho su amiga. Pero ella necesitaba hacer algo, cualquier maldita cosa, para así poder quitarse al vampiro de sonrisa encantadora de su mente.

Te quiero a ti, bruja –susurró él, dejando que las palabras pasaran por entre sus dientes, sus manos acariciando perezosamente su vientre, amando la forma en que su cuerpo se ondulaba presa del deseo:- Te quiero mía. Quiero… quiero follarte tan fuerte, y tan profundamente que jamás puedas olvidar que estuve en ti.

¡Por Merlín, ella tenía que dejar de pensar en eso! Sonrojada tomó un par de libros de su despacho y los apretó contra su pecho, antes de poder salir, su secretaria entraba con una sonrisita y con un enorme ramo de flores en sus brazos.

—Parece que tiene un enamorado, Señorita Granger.

—Claro que no, seguro es de los chicos que…

Hermione se quedó muda al ver la tarjeta, sus mejillas se volvieron aun más rojas y su corazón aleteó con fuerza.

— ¿Quién las trajo?

—Un guapo vampiro… -cuchicheó su secretaria con emoción:- ¿Quiere que le haga entrar?

—P-por favor –dijo Hermione nerviosa, su respiración se volvió superficial cuando a secretaria abandonó la habitación.

"No estaba muy seguro de que flores te agradaban, así que pedí de todo un poco. Espero que aun estés interesada en brindarme una oportunidad.

Siempre tuyo,

Carlisle"

— ¿Siempre mío, Carlisle? –preguntó Hermione, sin alzar su mirada había sentido su presencia, él suspiró.

—Siempre.

—Demuéstralo.

— ¿Cómo, bruja? ¿Cómo quieres que te lo demuestre?

Ella sonrió y lo miró con intriga:Muérdeme. Transfórmame. Hazme tuya.

Carlisle rió y besó con cariño su mejilla, mirándola con real admiración.

—Eres increíble, Hermione. –susurró, ella se sonrojó y bajó su rostro.

—Gracias. –susurró con timidez. Luego inspiró profundamente y le miró a los ojos:- Ahora… muérdeme.

Él sonrió y besó sus labios con suavidad, acariciando su rostro y sus hombros.

Era como si estuvieran solo retomando el hilo donde lo habían dejado la última vez. No hubo acumulación lenta, no persuasión. Su boca estaba caliente y desesperada, su lengua exigente, y estimuló una respuesta similar en ella. Hermione de repente estallo en una excitación desconocida. Rodeó sus brazos alrededor de su espalda, se aferró a su camisa, su cuerpo empujando hacia arriba, ansiosa de prensarlo contra ella mientras dejaba su propia lengua unirse a la refriega.

Dios, te amo, bruja. –murmuró Carlisle, desgarrando la boca de ella y la besa detrás de la mejilla hasta el punto de pulso por debajo de la oreja:- Para siempre. Pero… -sus manos rompieron la blusa. Hermione soltó el aliento y se estremeció cuando la tela cayó, permitiendo que sus pechos aparezcan, entonces gritó cuando su boca, finalmente cubrió un pezón excitado. Agarrando los dedos en el pelo, ella se mantuvo para salvar la vida cuando él se estaba amamantado, sus caderas girando hacia arriba, cuando sintió su mano deslizándose debajo de la falda y subir por el muslo:- Necesito saber si entiendes…

Joder, Carlisle, he esperado toda la vida que alguien me acepte tal cual soy. Entiendo exactamente lo que intentas decirme –dijo ella en un gemido roto:- ¡Oh, mierda!

Carlisle subió su falda, bajó sus pantalones y se hundió profundamente en su cuerpo. Ambos gimieron, tambaleándose hasta chocar contra la muralla, mientras la acomodaba él no se detuvo, sus caderas bombearon, follándola rápido, entrando profundamente hasta que sus bolas golpearan contra el trasero de ella.

—Eres tan estrecha. Puedo sentirte apretando mi pene. –susurró él de forma sugestiva, mordisqueando su cuello con suavidad, sin dañarla, solo tentándole. Ella flexionó los músculos en la base de su pelvis. Carlisle silbó:— Jeesús. —El apisonó su pene profundamente una y otra vez—. Tócate, Hermione. Muéstrame lo que te gusta.

Hermione no se lo pensó dos veces. Ella nunca había estado tan caliente, nunca había necesitado tanto, era demasiado personal y con él no existían las inhibiciones. Lo único que ella deseaba era saciar esta hambre, y todo lo que ellos hacían realmente se sentía inexplicablemente bien y la hacía desear con más intensidad, con más urgencia.

Carlisle gruñó, observándola, su excitación hacía que se pusiera cada vez más duro, que jodiera su cuerpo más rápido. Hermione quería mantener los ojos abiertos para ver su hermoso rostro tomado por la pasión. Pero ella apenas podía pensar más allá de la sensación de él dentro de ella, más allá del zumbido de su piel, el trueno de su corazón, y la deliciosa fricción de su sexo.

Y entonces sus colmillos se clavaron en su cuello.

Y ambos llegaron a la mejor culminación que alguien podía sentir.

[*]

Hermione abrió sus ojos, adolorida, y sintió que algo cálido escurría por su garganta. Gimió aferrándose al elixir y escuchó una suave y sexy risa. Era el sonido más melódico y hermoso que ella conocía. Y sabía perfectamente a quien pertenecía esa sensual carcajada. Él besó su sien y luego suspiró, removiendo su cabello.

—Bienvenida a tu nueva vida, bruja. –susurró con suavidad. Ella gimió y se acurrucó contra su pecho desnudo, entonces, se dio cuenta que no estaban sobre una cama. Ni apoyados en la pared donde casi se habían volado los sesos. ¿Su sillón, tal vez?

— ¿Carlisle?

— ¿Si, amor?

—Lo primero que haremos es comprar una cama.

—Uh, si, sobre eso.

— ¿Qué?

—Creo que rompimos la muralla.

Ella por primera vez no se preocupó por las consecuencias de sus actos, al contrario, rompió a reír, lista para su nueva vida.

Fin


Yuuuuhuu, estoy satisfecha por este One :')

Uhm, el siguiente es un Jacob/Hermione... No sé muy bien cuando lo traeré, pero ustedes saben, ¡Lo haré! xD

Los amo,

Los review son gratis y alegran a la torpe y descuidada psique escritora... así que, ¿Review, please?

Bye bye.