Hola holaaaaaaaaaaaa

Qué emoción! Ya estamos de vuelta con la historia que ya conocemos, pero ahora relatada por mi amado Carlisle. A ver si les gusta.

Les comento que los escrito en cursiva, son pensamientos.

Ahora sí, a leer XD


Esa noche me había reunido con un empresario nuevo en la ciudad, le había gustado mucho la idea de dar aportaciones a la universidad y había aceptado encantado. Ese día no andaba en coche, decidí que tomaría un paseo y disfrutaría lo que me ofreciera la ciudad para posteriormente ser recogido por Edward. También debo reconocer que andar en coche no me emocionaba, eran demasiado lentos. Edward se había acostumbrado a usarlos sólo para aparentar, pero la verdad es que preferíamos no utilizarlos.

-No tengo dinero si es lo que desean, tampoco tenga nada de valor, por favor... déjenme ir.

Escuché la voz de una mujer, por lo que decía, estaba en problemas.

A unos pasos de ahí, había una calle que parecía estar poco iluminada, probablemente ahí estuviera, así que decidí acercarme.

-Si no tienes nada de valor, entonces puedes divertirnos.

Se escuchó la voz de un hombre de mediana edad. La situación no pintaba muy bien para la joven.

- Auxilio, ayúdenme!

Ahora ella gritaba, llegué al lugar en un santiamén. Eran tres tipos, demasiado fácil. Ya estaban sobre de ella cuando en un movimiento rápido los arrastré a todos hasta un rincón donde se encontraban unos botes de basura, apliqué un movimiento especial en el cuello para dejarlos inconscientes y no molestaran por un rato.

Ella estaba en cuclillas, abrazándose a sí misma, me acerqué en silencio, la verdad es que estaba aterrada.

- No creo que sea conveniente que camines por aquí, no es seguro. - Le extendí la mano esperando que reaccionara.

Abrió los ojos y me miró de pies a cabeza, reconoció que no era parte de ellos y estiró la mano para tomar la mía, me tocó y retrocedió la mano debido a la frialdad.

- Disculpa pero hace frío. - Traté de explicar esa frialdad.

Al parecer lo entendió ya que se apoyó en mi mano para levantarse.

A pesar de que era poco la luz, pude ver lo hermosa que era, su cabello color chocolate, sus ojos azules, su pequeña figura muy bien formada y la manera en que estaba agitada era muy sensual. Fui un irrespetuoso por analizarla de esa manera, pero fue inevitable.

De repente, ella miró a su alrededor y detuvo la mirada donde se encontraban los hombres inconscientes, volteó hacía mí sorprendida y le sonreí.

- Ellos no deben de tardar mucho en despertar.

No quería permanecer más tiempo en ese lugar con ella, así que le mostré el camino, ella no dudó en seguirme; eso era muy buena señal.

Vi la pequeña maleta que cargaba.

- Permíteme tu equipaje.

No era apropiado que ella la cargara, no en mi presencia.

-No gracias, estoy bien.

Retrajo la maleta hacia ella.

- Insisto.

La miré de forma persuasiva para que cediera y lo logré.

-Gracias... señor...

No le había dicho mi nombre y yo no sabía el suyo, la verdad es que mis modales con ella me estaban fallando.

- Lo siento, no me he presentado, mi nombre es Carlisle Cullen. - Hice una pequeña reverencia.

-Yo soy Esmeralda Kennedy, aunque prefiero que me llamen Esme. - Se sonrojó por el comentario, era muy encantadora.

- Mucho gusto Esme. – Le sonreí.

Le invité una taza de café, la verdad es que quería estar con ella y saber un poco más. Sobre todo porque algo físicamente no estaba bien, se veía saludable, pero había un diminuto latido que no correspondía a su cuerpo, pero venía de dentro de ella.

Llegamos al restaurante donde siempre realizaba mis reuniones con la demás gente. Mi querido amigo John el recepcionista me reconoció inmediatamente.

- Doctor Cullen!

Nos recibió con su sonrisa cálida de siempre.

-Buenas noches, John.

Nos miró a ambos y suspiró, creí adivinar lo que pensaba y la verdad es que no me había disgustado la idea.

- Permítanme llevarlos a su mesa de siempre.

Le hice una seña de aprobación y lo seguimos.

Llegamos y aparté la silla donde quería que Esme se sentara, John se sorprendió un poco ya que era su trabajo, pero no replicó. Después me senté, nos dejó las cartas y se retiró. Debía estar hambrienta, necesitaba comer algo después del susto que había pasado.

- Vamos, ordena algo para cenar. - La incité para que lo hiciera.

- Sólo tomaré un café, gracias.

Vaya, se había tomado muy en serio lo del café.

- Esme debes comer, tu viaje debió haber sido largo y estarás hambrienta. - Debía insistir. Otra vez escuché los pequeños latidos.

Se sonrojó demasiado, gracias al cielo que podía controlar la sed, ya que a merced de alguien más de nuestra clase, ya no tendría ni una gota de sangre en su cuerpo. No me agrado en lo más mínimo ese pensamiento.

-Doctor Cullen, usted también cenará? - Me sacó de mis pensamientos.

No había visto la carta para nada, sólo la veía a ella.

- Por favor Esme, dime Carlisle, me haces sentir viejo. - Quería desviar la conversación, el no comer no podía ser un tema a discutir.

Ella ordenó y comió. Sin perder la compostura, ella lo devoró todo, parecía estar muy hambrienta. No entendía como una chica como ella estaba sola en una ciudad desconocida, a menos, que hubiera tenido algún problema. Mi curiosidad era tan grande que tenía que saber lo que ocurría. Los pequeños latidos volvieron a sacarme de mis pensamientos, quizás...

- Y bien, tienes algún lugar a dónde ir? Ya que por lo que sucedió y por tu maleta, supongo que no eres de esta ciudad.

Ella miró sus delicadas manos.

– La verdad es que... no sé dónde pasaré la noche, pero por favor doctor Cullen, es decir, Carlisle, no te preocupes, estaré bien.

Estaba extremadamente roja de la cara, lo cual no creí que fuera posible después de haberla visto hace un momento sonrojada, realmente esa chica me sorprendía a cada momento y, me gustaba.

-Por favor Esme, permíteme ofrecerte mi casa, por lo menos esta noche.

Quería que aceptara a como diera lugar.

- No... no, no es correcto. No quiero causarte problemas con tu familia.

Recordé a Edward, mi única familia.

- No creo que Edward se oponga, la casa está sola la mayoría del tiempo y un huésped le daría un poco de vida.

Tendría que hablar con él, aún era un poco reacio a la convivencia con los humanos, pero eso, sería después.

Le sonreí. Esos latidos... creí recordar unos iguales, acaso ella estaba...

-No me parece correcto abusar de ti de esa manera, me has ayudado demasiado. - Tocó su vientre, entonces era cierto, estaba embarazada.

-Dime Esme, si no es una indiscreción... pero, cuántos meses de embarazo tienes?

Estaba en shock por la pregunta, quizás debí haber esperado un poco más, pero ya era tarde.

- Pe... pero cómo...

Debía decir algo para no sonar sospechoso, había sido muy descuidado en delatarme de esa manera.

- Discúlpame por entrometerme, lo supe por tus síntomas.

Ser doctor tenía sus ventajas, como en ese caso. Ahora lo importante era ella.

- Una mujer en tu estado debería estar bajo un techo y con muchos cuidados.

No podía negarse, ya que era verdad.

- Tengo... creo que tengo 3 meses.

Apenas y fue un susurro su respuesta.

-Vaya, 3 meses. Creo que no hay más que decir, vendrás a nuestra casa. - Me levanté entusiasmado, la idea de tenerla en casa me alegraba demasiado. Saqué un billete y lo dejé en la mesa.

Caminamos por la calle donde algunos transeúntes me reconocieron y me saludaron, algunos un poco extrañados por la compañía que tenía, pero disimularon lo más que pudieron. En ese momento maldije el no haber traído uno de los coches, hacerla caminar no era apropiado. De repente, divisé a Edward quien venía hacia nosotros, estaba serio, justo como lo había imaginado.

-Aún tienes mucho que aprender Edward, no te preocupes.

-Sucede algo?

De reojo la vi, estaba extrañada.

- Creo que vi a mi hermano Edward, ven te lo presentaré. - La vi y le sonreí para tranquilizarla.

Caminamos y Edward apareció. Estaba tenso.

-Tranquilízate Edward, hablaremos cuando lleguemos a casa.

-Hola Carlisle. Señorita buenas noches. - Hizo una reverencia y sonrió, trato de estar un poco relajado.

-Gracias.

-Buenas noches. - Aunque ella lo saludó, estaba tensa.

- Él es Edward, mi hermano.

Tenía que relajar el ambiente y lo mejor era hablar.

- Mucho gusto. - Ella sonrió ampliamente, parecía mejorar la situación.

-Edward, ella es Esme Kennedy, se quedará en casa el día de hoy, espero que no haya ningún problema. - Lo miré fijamente para que viera todo lo que había ocurrido. -Ahora ya sabes lo que ocurrió, sabes que no puedo dejarla desamparada, esta es una magnífica oportunidad para ti y para mí. Por favor Edward.

Ligeramente asintió y se relajo, yo también me relajé.

-Esme, será un placer tenerte en nuestro hogar, aunque realmente nunca estamos ahí, no seremos buenos anfitriones.

Definitivamente no le había gustado la idea, la charla iba a ser larga en el consultorio.

-Bien, debemos irnos. - Tomé la maleta y le señalé el camino a Esme.

Caminábamos hacia el auto, Edward no me quitaba la mirada de encima.

-Sé muy bien que estás preocupado por ella, no saldrá lastimada de esto, de eso me encargaré yo. - Llegamos al coche, metí la maleta y le ofrecí a Esme que entrara.

-Gracias. - Entró y su aroma me llegó de una manera tentadora, afortunadamente mi control ayudó a no perder la compostura.

Me senté a un lado de Edward quien manejaría.

Relajé mi mente para no traer recuerdos que inquietaran a Edward. Esos breves años en el Tibet habían sido de mucha ayuda. El callar mi mente, a Edward no le agradaba, sabía que hacía eso para ocultarle cosas.

Llegamos a la casa y entramos. Esme estaba sorprendida, veía la casa de arriba a abajo examinando cada rincón.

- Te mostraré tu habitación, por aquí.

Subimos las escaleras y nos dirigimos a hacia los cuartos. La habitación junto a la mía era perfecta para ella.

- Esta será tu habitación. Ponte cómoda. - Abrí la puerta y entramos.

Ella seguía en su tarea de examinar el lugar.

-Gracias Carlisle, espero no estar causando problemas.

Ella había sentido la tensión de Edward.

- No te preocupes, es sólo que Edward no está acostumbrado a las visitas. - Traté de tranquilizarla. -Debo irme, debo atender mi consultorio, parecerá algo extraño pero somos algo nocturnos Edward y yo. Que descanses.

Esperaba que no hiciera preguntas y así fue.

Me dirigí hacia el consultorio, Edward ya debía estar esperando. Llegué y lo encontré de pie en una esquina, con los brazos cruzados.

-Aún sigo sin entender por qué puede ser una oportunidad para ti y para mí. - Me miró de manera desafiante. - Además, tiene algo raro, acaso has oído esos latidos extraños que provienen de ella?

- Está embarazada.

- Carlisle! Acaso has perdido el juicio? - Se enfrentó a mí, sin pensarlo. - Debe irse! No puede permanecer más tiempo cerca de nosotros, especialmente de mí.

Estaba enojado, pero no conmigo, sino con él mismo.

-Edward basta. Has mejorado mucho en estos años, has podido controlarte entre ellos. Has tenido la fuerza suficiente para hacerlo. Confío en ti Edward.

Esperaba que tuviera más confiaba en él, lo había hecho muy bien.

-Ella tendrá poco contacto contigo, con los estudios que estás realizando, no estarás en casa, te has mantenido bastante ocupado todo este tiempo. Puedes tratarla como a los demás que han cruzado por tu camino. Vamos Edward, confía más en ti. - Lo tomé de ambos brazos y le apreté ligeramente.

-De qué manera ella es una oportunidad para ti?

Parecía que empezaba a ceder.

– Bueno… quisiera llevar el registro completo de su maternidad, todo lo que sé es teoría. Tengo mucha curiosidad, muchas dudas y ella puede ayudarme. - Recordé su pequeño rostro.

-Hay algo más Carlisle, lo sabes.

No pude evitar que me descubriera, lo miré a los ojos.

– Ella te atrae. Eso puede traernos problemas, sobre todo porque ella siente lo mismo. – Edward se sentó en la camilla. – Quiere estar cerca de ti pero a la vez, no quiere causarte problemas.

Era normal que las mujeres se sintieran atraídas hacia nosotros, una cualidad más de nuestra naturaleza, pero realmente me sentía halagado que ella sintiera esa atracción.

– Eso no ayuda Carlisle. Podemos cometer un error y ella puede descubrir lo que somos.

Muy pocas ocasiones olvidaba la cualidad de Edward, como en ese momento.

-Me comportaré con ella como el doctor que soy. Lo otro, lo manejaré fríamente, no quiero exponerla a nuestro secreto.

No quería que ella se viera afectada por mi causa.

-Me sigue pareciendo muy arriesgado todo esto pero, también comprendo que tienes la oportunidad de hacer ese estudio y no quiero obstaculizar tu trabajo. – Se dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, al parecer había aceptado. – Si acepto, creo que puedo agregar a mi lista de "cosas por aprender", el tocar piano. Terminaré muy pronto la escuela de leyes y tendré tiempo de sobra. – Se levantó y se dirigió a la puerta. – Por cierto, ella cree que puede decorar mejor la casa, le hace falta un toque femenino.

-Gracias Edward. Te estaré agradecido eternamente. Veré qué puedo hacer al respecto. – Me despedí de él. - Tendré que ir un momento a la casa, para dejarle una nota a Esme y dinero por si se le ofrece algo mañana.

Asintió ligeramente y desapareció.

Estando en la sala, le dejé una nota y el dinero, quería que se sintiera cómoda así que decidí tomar en cuenta el comentario de Edward sobre la casa y se lo mencioné en la nota. Era verdad, estaba atraído hacia ella pero tenía que dejar de sentir eso ya que efectivamente podía haber problemas. Regresé al consultorio y tomé mi lugar para esperar al primer paciente de la noche.

Tocaron la puerta de forma delicada, era ella sin duda. Margaret hacia su aparición.

– Adelante.

No sabía si estaba listo para una conversación poco deseable pero tenía que dejarla entrar.

-Carlisle, buenas noches.

Con una gran sonrisa entró al consultorio, definitivamente era una mujer muy atractiva, rubia de cabello largo ondulado, sus ojos verde esmeralda, despampanante, pero sobre todo muy refinada. La mayoría de los hombres estaban atraídos hacia ella, buen cuerpo, joven, viuda y rica la hacían muy tentadora, excepto para mí.

-Margaret, no deberías estar aquí. Ya es muy tarde para que estés sola andando por la calle. - Me acerqué a ella para saludarla, hice una reverencia y le besé la mano.

–Oh Carlisle, todas las ocasiones que he venido a visitarte me dices lo mismo. – Hizo un puchero pero después volvió a sonreír. – Estoy bien, me siento muy segura aquí contigo. - Se acercó a mí.

– Y bien, que te trae por aquí hoy? - Volví a mi lugar, la verdad es que no quería darle oportunidad a que intentara cualquier cosa.

-Bien, he decidido venir a hablar contigo sin rodeos. - Se sentó frente al escritorio.

No me gustó para nada el comentario.

– Te escucho.

Edward ya me había comentado que Margaret estaba obsesionada conmigo y yo también había notado su insistencia a través de sus visitas como esa y sus insinuaciones.

-Carlisle, me gustas, me gustas demasiado y quiero tener una relación contigo. No lo entiendo, he demostrado mi interés hacia ti, pero sufro desaires de tu parte. Acaso no soy bonita? Acaso no soy atractiva para ti? - Se puso de pie y se recargó sobre el escritorio.

La mirada que tenía era de enojo, pero trató de disimular.

-Claro que eres hermosa y atractiva Margaret. Me siento muy halagado por tus palabras, pero no puedo relacionarme contigo ni con nadie. – Me puse de pie y le puse las manos en los hombros, la empujé ligeramente para que se sentara. – Margaret, ahora estoy 100% dedicado a mi trabajo y no estoy interesado en tener una relación sentimental.

-Me estás rechazando Carlisle, nunca nadie antes lo había hecho.

Su enojo fue subiendo cada vez más, la situación no sería fácil.

– Margaret, perdóname por favor pero no puedo, quizás alguien más pueda corresponderte, soy sólo un viajero, alguien más puede tocar a tu puerta, considéralo.

Quise poder decirle lo que era para salir de la situación pero, sabía muy bien que no podía.

-No me daré por vencida tan fácilmente Carlisle. - Tomó su bolso y salió apresuradamente, cerró la puerta de un portazo y se escuchó el ruido del coche que se alejaba. Aún podía escuchar los insultos que me dirigía.

El resto de la noche fue tranquila, casi como siempre. Aproveché para planear la investigación que haría con Esme, hubo un momento en que no pude evitar compararla con Margaret, habían muchas diferencias entre ambas, cualquier hombre hubiera preferido a Margaret, pero Esme, ella tenía algo que definitivamente no tenía Margaret, eso que me atraía pero no sabía qué era. Sacudí mi cabeza para alejar esos pensamientos sobre Esme, sólo la vería como una paciente y no más.

Preparé la clase que daría al día siguiente en la universidad, hacerla más amena para que los estudiantes no se aburrieran y prestaran atención, sobre todo esos chicos de recién ingreso, se distraían con las chicas que serían futuras enfermeras.

Era época de lluvias, afortunadamente para nosotros podíamos movernos más en el día en comparación con el resto del año cuando el sol brillaba en su esplendor. Se nos hacía más fácil ir a la universidad con ese clima. Recordé nuevamente la charla de Margaret y yo, esperaba que no hiciera nada al respecto, por el bien de ella.

Edward llegó en la mañana, había estado ocupado en todos los cursos que tomaba por las noches, la verdad que no había otra cosa que hacer.

-He dado un vistazo a la casa, parece que todo está tranquilo. – Notó algo en el ambiente y se detuvo a examinar. – Ella estuvo aquí?

A Edward le desagradaba demasiado Margaret, su perfume todavía seguía impregnado en el aire. Hizo cara de asco.

– Sí, ha estado aquí. Pero después de nuestra conversación de ayer, espero que ya no regrese. – Repasé la pequeña discusión en la mente para que Edward se enterara que lo sucedido.

-Esto debe ser una broma! - Me miró con los ojos como plato.

- Yo también hubiera preferido que fuera una broma. - Me quité la bata de médico y me puse el saco.

-Esa mujer puede ser un peligro, no sabes las cosas que he leído en su mente. Tiene una mente completamente retorcida, a tal grado que le excitaría mucho saber que eres un vampiro. - Se dirigió a la puerta que daba hacia la casa.

- Edward! Es una dama, no debes hablar así de ella.

Sea lo que sea, no debía faltarle al respeto.

-Carlisle ella tiene de dama, lo que yo tengo de cura.

No pudo evitar decir un sarcasmo. Realmente no la toleraba.

-Bueno, ella es libre de hacer con su vida lo que desee y nosotros debemos respetar su decisión. - Me puse el sombrero y me preparé para salir a la calle; aún no salía el sol en su totalidad, era nuestra única oportunidad para movernos.

-Es verdad, siempre y cuando no seamos incluidos en sus deseos. Bien, estoy listo. - Salió y tomo el asiento del conductor. - Vámonos.

Me senté a su lado y nos dirigimos a la universidad.

Al principio quería echar un vistazo a Esme, pero Edward al cerciorarse primero, calmó mis ansias. Sabía que estaría un poco inquieto si no la veía. Me despedí de ella con el pensamiento, al ver la casa desde el auto.


Cómo ven! A Edward parece no agradarle Esme! O.O qué cosas! jejejeje de aseguro que nadie se había imaginado eso jejejej X-P y Margaretttttttttttt esa ofrecidaaa que bárbaraaaaa

Bueno, pues a ver qué les depara a estos dos en la universidad. No vemos luego!