(Editado 07/07/2011)

¡OJO!, para que te sitúes en el contexto:

La historia transcurre entre el 6to y 7mo libro tratando de abarcar los días en que Hermione regresa a La Madriguera después de mandar a sus padres a Australia hasta la llegada de Harry. ¿Qué hacen Ron y Hermione mientras tanto? ¿cómo evoluciona su relación? ¿cómo comienzan a florecer sus claras muestras de cariño que continúan a lo largo del libro?

La mayoría de los personajes y lugares involucrados pertenecen a J.K Rowling.


1―

Ronald Weasley observaba con expresión confusa a Hermione Granger.

Se encontraban en una pequeña tienda en el Callejón Diagon y que él no había visto en su vida, pero que Hermione parecía conocer como la palma de su mano. Le parecía desconcertante que a pesar del reducido tamaño de la tienda, ésta parecía estar repleta de enormes estanterías interminables, las que a su vez estaban rebosadas a más no poder de miles y miles de frascos, grandes y chicos, los cuales contenían líquidos y sustancias de una infinita variedad de colores, y cada frasco con una pequeña etiqueta seguramente citando quizás que cosas que a Ron ni le interesaban.

Pero ahí estaba. En la tienda más rebuscada de Londres, y era una tienda de ñoños sabelotodo, ¡sin duda alguna!

Y ahí estaba Ronald. Había insistido tanto a Tonks (con quien se encontrarían más tarde) de que lo dejara ir con Hermione y cubrirlo, que al final la auror terminó cediendo con una misteriosa sonrisa, cosa que avergonzó un poco a Ron, ya que comprendió que había sido muy evidente en que no quería separarse ni por un segundo de la chica.

Pero eso era algo que no podía admitir todavía, a pesar de que su fuero interno se lo recordaba cada cinco minutos. Era algo que lo había comenzado a torturar peligrosamente desde ―¿desde cuando?― Ya no tenía idea, pero se había hecho demasiado evidente o insoportable para cuando Hermione regresó, recientemente, a La Madriguera después de haber hechizado a sus padres.

No es que de un día para otro abrió los ojos y se dio cuenta de que se sentía así respecto a Hermione. Eso era lo que más lo desconcertaba; saberlo con tanta certeza.

Y quería saber cuando diantres se comenzó esa cosa a clavársele en el pecho, pero también sabía que era desde hace mucho tiempo, años probablemente. Y parecía que cada día de aquellos se hacía más fuerte.

Pero Ronald Weasley era terco, y no iba a dejar que esa cosa le ganara tan fácilmente.

Entonces, había momentos en los que se comportaba de una manera terriblemente tonta con Hermione. Provocaba peleas sin sentido o a veces trataba de ignorarla, u otras en las que se lanzaba plenamente a intentar estar con ella.

Ese día era uno de esos, y Ron lo veneraba y maldecía al mismo tiempo, porque estaba con Hermione y lejos de las interrogaciones de su madre y de sus intentos por mantenerlos ocupados, pero Hermione parecía ignorarlo completamente absorta en esa pila de pociones.

Y empezaba entonces de nuevo el debate interno.

Pero decidió entonces, mientras la contemplaba husmear entre las decenas de estanterías, que esperaría una comprobación o algo parecido, que esperaría algo absolutamente irrefutable, y lo único que era irrefutable para él, como buen mago, era la magia, pero magia bien hecha, claro.

La magia que hacía Hermione.

Sacudió la cabeza. Estaría atento a cada detalles desde ahora en adelante.

Hermione por su parte, ajena a las reflexiones de Ron, ni siquiera se inmutaba en mirarle, pues estaba absolutamente concentrada en las docenas de botellitas que sacaba cuidadosamente de las estanterías y las metía en su cesta.

Agarraba con cuidado cada frasco e inspeccionaba la etiqueta para saber si era lo que buscaba, pero claro, no podía permitirse confiar, no podía dar paso a un error, así que una vez escogido el frasco estratégicamente, lo alzaba hasta la altura de sus ojos. Fruncía el entrecejo y reconocía la mezcla y luego comprobaba que su definición acertara con la ya etiquetada. Y por supuesto que así era.

―¿No crees que ya es suficiente?

La voz de Ron la sacó de su cuadragésimo segundo análisis y levantó la mirada un poco molesta.

―No.

Colocó delicadamente la delgada botella que sostenía junto a las otras que iba a llevarse y continuó en busca de otras.

―Hermione― se apresuró a alcanzarla Ron mientras le arrebataba la cesta con cuidado para ayudar a cargarla (cosa que ella no se esperaba y le hizo perder la noción por un segundo) ―¿Sabes cuanto tiempo llevamos aquí?

―Eso no es lo que importa ahora, Ron.

―¡Desde que abrieron y ya va ser medio día!― exclamó arrastrando los pies.

―Y tenemos todo el día― dijo Hermione bromeando seriamente, pero sonreía para sus adentros ante la expresión de su amigo.

―¡¿Todo el día? –chilló Ron ―¡Por Merlín Hermione! ¿me vas a decir de una vez por todas para que son todas estas… cosas?

Hermione frunció el ceño.

―Ya te dije que eran para la búsqueda de…― miró alrededor para percatarse de que nadie los miraba —¡Pero si ya te dije, Ron!

―¡Ya!, ¡no tienes para que gritarme!, es que no puedo creer que sean tantas.

―En vez de estar apurándome podrías hacer alguna sugerencia

―¿Una sugerencia? ¿para qué?

―¿Para qué crees tú?

Ron bufó.

―No se porque te quejas, no era tu obligación acompañarme― dijo la chica examinando un nuevo frasco —Tonks iba a hacerlo.

―Este… porque… ¡Ah!, ¿no te dije que tenía que ir a comprar un par de cosas también?― dijo Ron, mirando hacia otro lado mientras se ruborizaba un poco.

―Y además― agregó― ¿preferías venir con Tonks que conmigo?― inquirió cautelosamente.

Hermione entornó los ojos. ―Claro que no, idiota.

―Bueno, creo que ella no estaría preguntándome cada cinco minutos cuanto es que falta.

―No lo creo, Hermione, cualquier persona normal no pasaría la mitad del día metida en una tienda como esta.

―Pues entonces no soy de tu tipo…― dijo Hermione, un poco afligida

No soy de tu tipo…

―Claro que eres de mi tipo― respondió rápidamente Ron sin pensar. ¡Lo eres!― Se le encendieron las orejas al darse cuenta de que probablemente se estaba poniendo en evidencia.

Hermione le lanzó una mirada furtiva y se mordió el labio. Cogió una diminuta botella para analizarla. ―Ojalá te refieras a que soy a esa clase de "tu tipo…"

―Me refiero a que… tú eres una chica brillante Hermione ¡la más brillante!, entonces claro que no eres muy normal que digamos― dijo Ron tratando de cubrir esa frase peligrosa que se le había escapado.

Hermione suspiró.

―Creo que ya tengo lo necesario― dijo después de haberse pasado otra hora recorriendo los interminables pasillos de la tienda. Ron le dedicó una sonrisa ladeada, aliviado.

―¿Estás segura de que podrás preparar todo lo que planeas a tiempo?― le preguntó una vez que salieron de la tienda.

―Supongo que sí.

―¿Y no necesitarás ayuda?― preguntó Ron de lo más normal.

Hermione le lanzó una mirada furtiva. —Solo si fuera tu ayuda.

―¿Qué? ¿te ofreces de voluntario?― preguntó con un dejo de sarcasmo.

Ron hizo una mueca. Sí que iba a hacerlo, pero ahora que lo pensaba ¿Cómo una chica como ella necesitaría la ayuda de alguien como él?. De pronto, una ola de angustia lo invadió, ¿cómo una chica como ella se fijaría el alguien como él…?

―¿Ya nos vamos?― preguntó para cambiar de tema.

―No.

―Hermione, es que me muero de hambre…

―¡Qué novedad!

Ron se detuvo para equilibrar el peso de las bolsas en sus respectivas manos.

―¿Qué te falta comprar?― le preguntó tras reanudar la marcha.

―A mí nada, ¿qué es lo que tenías que comprar tú?

Ron palideció un poco —Eh, ¿yo?, pues… nada.

―¿Nada?― repitió Hermione un poco contrariada –me habías dicho que…

―Es que yo quería acompañarte ¿de acuerdo?― dijo Ron con brusquedad y adelantándose al paso de la chica para no tener que mirarla a la cara, pero si lo hubiera hecho, se hubiera encontrado con una misteriosa y reveladora mirada de Hermione. Lástima que no la vio.

―Es mejor que nos demos prisa― dijo la chica tras alcanzar al pelirrojo que daba grandes zancadas cargando las cosas. Parecía frustrado.

―¿Ahora te apuras?― preguntó Ron sarcásticamente, y comenzó a caminar más rápido, molesto. No sabía porque, pero estaba molesto de la situación. De Hermione, por quererla tanto.

―Ron, ¿qué es lo que te está pasando?― le preguntó de improviso Hermione, también molesta y casi trotando para seguir su ritmo.

―¿Por… por qué?― preguntó él, y se le había acelerado el corazón por la pregunta. Muy acertada a decir verdad, pero ella no tenía porque enterarse. No podía enterarse.

―Porque hay veces en las que estás de lo más amable, pero luego te comportas, pues… peor que siempre― dijo Hermione secamente.

Es que ella ya no creía soportar por más tiempo los repentinos cambios de humor que Ron parecía tener con ella, ¿acaso le era desagradable?, pero entonces ¿por qué a veces se acercaba tanto?

Se mordió el labio. Ron nunca le explicaría algo como eso. Tal ves porque no tenía idea de lo que hacía o simplemente formaba parte del extraño cambio que la relación que tenían parecía estar sufriendo. Y eso era a causa de Ron. Era él quien se estaba comportando de manera extraña. No era ella. Ella no quería más por el momento. El curso pasado, de alguna manera se había ilusionado, pero aquellas esperanzas habían sido aplastadas por el mismísimo Ron, y la causa, para que mencionarla, solo pensarlo le daban náuseas.

A pesar de que había aceptado lo que sentía por él, no podía comportarse como si nada hubiera pasado, pero al final ¿qué había pasado?, y ¿podía acaso considerar la ascendente cuenta de muestras de cariño que Ron le estaba dando después del funeral de Dumbledore?

Sacudió la cabeza. No quería pensar más en ello. Si Ron estaba por fin tratando de… bueno, si Ron trataba algo con ella tendría que poner mucho más esfuerzo. Sonrió ante la idea.

―¿Hermione?

Ella se sobresaltó. ―¿Qué?

―¿Escuchaste lo que te dije?

Sintió como se ruborizaba.

―No― admitió cortésmente. —Busquemos a Tonks ¿de acuerdo?― agregó para esquivar el tema y evitar que Ron se enfurruñara por no haberlo escuchado.

Bueno, si supiera porque no lo he escuchado― se lamentó.

Suspiró.

Tenía que concentrarse en la imposible misión que se acercaba a pasos agigantados. Al menos ya tenía todo lo que necesitaba para preparar lo que consideraba necesario llevar.

Los siguientes días fueron tal cual habían sido los anteriores.

La señora Weasley no se molestaba en mantenerlos ocupados en diferentes quehaceres para evitar que hablaran durante mucho rato, seguro que era para que no comentaran ni planearan nada sobre la misión, pero Ron lo último que tenía en su lista de prioridades era hablar con Hermione sobre horrocruxes, Voldemort y todo eso. Ya habría tiempo para ello en cuanto llegara Harry. Por mientras tenía que aprovechar de compartir con ella…

Estaba realmente a punto de explotar, desesperado, por tratar de encontrar una maldita respuesta, tener razones lógicas. Por primera vez necesitaba encontrarlas, pero él nunca había sido bueno para cosas como esas.

Pero sí Hermione…

A veces, realmente lo asaltaban impulsos de tomarla por los codos y preguntarle porque lo hacía sentir de esa forma, o porque era tan hermosa…

Se sorprendía por las noches, justo antes de dormir, buscando un porque a eso. Reflexionando, haber si lograba pillar alguna señal por parte de ella, pero ella se había mantenido tan inmutable durante esos días… tenía que encontrar la forma de romper esa posible pared que Hermione pudo haber levantado en su contra. Sí, probablemente eso era. Ahora lo entendía, él le había hecho tanta mierda el curso anterior con lo de Lavender. Sintió un nudo en el estómago al recordarlo. ¡Puaj!

―Es que tú le estás dando mucha gravedad al asunto― comentó Ginny suspicazmente mientras lo atravesaba con una mirada pícara y malévola.

De nuevo Ron estaba protestando por todas las cosas que le había encomendado su madre para el resto del día.

―Acéptalo hermanito― se burló Fred mientras tomaba dos tostadas –No es que te moleste tanto hacer esas cosas…

―…si no que te molesta no poder estar cerca de ella― completó la frase George llevándose a la boca un par huevos de una sola vez.

―¿De qué están hablando?― preguntó Ron mientras sentía como se le coloraban las orejas.

―Admite que la extrañas, Ronnie― volvió a decir Fred.

―Admítelo.

―Admite que quieres pasar el tiempo con ella y que no toleras estar bajo el mismo techo, pero en lugares diferentes o que no soportas la idea de que…

―¿Qué cosa hay que admitir?― La voz de Hermione interrumpió el discurso de George, a quien se le iluminaron los ojos. Hermione se aproximaba a la mesa y se sentaba justo frente a Ron, que comenzó a devorar todo lo que estaba a su alcance.

―Buenos días, Hermione ¿has descansado bien?― se le acercó la señora Weasley y le sirvió una considerable porción de desayuno. Le sonrió dulcemente y se mantuvo aparte, pero atenta a la reacción de su hijo menor.

No diría nada, pero por una sola vez estaba de parte de los gemelos.

―Sí señora Weasley, muchas gracias.

―¿Qué ocurre?― preguntó Hermione tras sentirse objeto de miradas suspicaces.

―Lo que pasa es que Ronald está bastante molesto y angustiado por que mamá lo mantiene muy ocupado y alejado de ti― explicó Fred solemnemente y Ron lo fulminó con la mirada.

―Oh…― soltó Hermione, levemente sonrojada. Cogió los huevos revueltos y trató de mirar a todos lados menos a Ron, pero él, por primera vez se había decidido a no negarlo, y se dedicó a tratar de establecer contacto visual con Hermione, pero para su desgracia, ella parecía evitarlo.

―No habrán más salidas a ningún sitio a no ser de que sea estrictamente necesario― dijo el señor Weasley que había estado todo el rato en silencio –y mañana se reunirá la orden para dar los últimos retoques al plan para traer a Harry― informó con gravedad.

―¿Tan luego?― interrumpió Ginny cambiando por completo su expresión –o sea, me refiero a que… aún faltan un par semanas…–

―Hay que considerar que puede haber algún improvisto y que se deba adelantar el plan.

Hermione asintió en silencio y se acabó su desayuno, y de pronto, sintió que algo le rosaba uno de sus pies. Nerviosa, se incorporó un poco y fue toda su impresión al notar como el pie de Ron se posaba sutilmente sobre el suyo. Alzó la vista y se encontró con unos chispeantes ojos azules que hicieron que se le retorciera el estómago. Ron… trataba de llamar su atención.

Él alzó una ceja y se quedaron mirando fijamente a los ojos y Hermione comenzó a sentir mariposillas revoloteando a su alrededor.

―Ejem, ejem― se aclaró la garganta Ginny, ―Hermione, ¿me alcanzas la sal, por favor?

―Eh, sí claro― Hermione estiró la mano para dar con el salero, ruborizada, parecía que Ginny había adivinado misteriosamente lo que estaba ocurriendo, y al parecer disfrutaba arruinarlo, y para su desgracia, sus dedos tontamente golpearon su objetivo y el salero rodó por la mesa. Lo alcanzó de nuevo y para rematar, Ron había hecho lo mismo. Ahora sus dedos se encontraron abiertamente y ninguno de los dos tuvo la intención de quitar la mano. Una leve descarga eléctrica recorrió su brazo ante el contacto, tan insignificante y tan… desolador. Alzó la vista de nuevo. Esos ojos parecían el mismísimo océano a punto de desbordarse, y ella estaba dispuesta a ahogarse en ellos.

―¿Hermione?

Le entregó el salero a Ginny y se puso de pie rápidamente dando las gracias y argumentando que había olvidado no se qué libro debajo de su cama y si no lo retiraba de inmediato Crookshanks podría encontrarlo y atacarlo sin piedad.

Entró al cuarto que compartía con la pelirroja y cerró la puerta tras de sí. Suspiró. Realmente era una excusa bastante tonta la del libro. ¡Apenas lo creía!. Es que había admitido y estado lidiando con todo eso hace casi dos años y le había resultado bastante bien, pero ahora todo se estaba poniendo patas arriba.

Era Ron ¡el maldito de Ron! ¡él se estaba encargando de complicarlo todo con sus estúpidos jueguitos! ¿Es que estaba… tratando de acercarse?

Eso se llama coquetear sutil y amigablemente― Se acordó de pronto de cierto comentario que Ginny le había lanzado luego de un suceso particular hace algunos días.

Coquetear― repitió en su cabeza. Eso no podía... bueno, era lo que había estado anhelando silenciosamente durante… detuvo en seco aquel pensamiento y se limitó a abrir la puerta para salir de allí y actuar racionalmente, pero una vez que la hubo abierto se topó nada más ni nada menos con la razón de su estupidez.

―¿Tan luego terminaste el desayuno?

―¿Y alcanzaste a salvar el libro?― le preguntó Ron ignorando su pregunta mientras se acomodaba un mechón detrás de su oreja. Algo malditamente seductor, por cierto.

―Sí― dijo Hermione, despreciándose por haber pensando eso último.

―Hermione― le cortó Ron impidiéndole el paso y sonriéndole de lado –¡Tu gato jamás dañaría uno de tus libros!― Alzó las cejas en un gesto triunfante, como si la hubiera descubierto en algo indebido.

Pero mejor dicho, Ron buscaba razones para tener esperanzas. Y era esperanzador creer que él podía causar esas actitudes tontas en Hermione.

―¿Qué quieres, Ron?

Se encogió de hombros.

―Nada― mintió

―Oh, vaya, entonces, ¿me dejas pasar?

Ron no respondió ni se movió. Se quedó mirándola.

―¿Qué?― le preguntó ansiosa, poniéndose nerviosa de repente.

―No, nada― respondió Ron volviendo a la realidad― No quiero que discutamos más ¿tú quieres?

Hermione lo miró boquiabierta.

―No hemos discutido hoy todavía en todo caso, pero… ¿crees que es lo que yo quiero?― le preguntó tratando de mirar a otro lado disimuladamente.

―¿Y qué quieres?― preguntó Ron ansiosamente acercándosele más de la cuenta, cosa que la desconcertó un poco, y claro, la puso más nerviosa de lo que estaba. Se mordió el labio porque no pudo evitar fijar su mirada en los… labios de Ron. –quiero que… ¡me beses!― pensó inmediatamente ―¡Oh, no!―

―Que no peleemos más, Ron, no es muy sano para nuestra salud mental― dijo adoptando su tono mandón de voz. Ron sonrió, decepcionado.

―Lo sé―, pero ¿eso es muy grave?― preguntó sonriente.

―¿Qué?

―Me refiero a que… bueno, ¿cuánto podemos estar sin discutir?

―Oh― Hermione dudó, ¿a dónde quería llegar Ron con este diálogo? —Ya hemos intentado algo parecido, ¿no te acuerdas?

―Sí, pero fue por Harry, ¿no?

Quiso darle una bofetada. Entonces, si fuera por Ron ¿estarían todo el día como el perro y el gato?

―Ron, creo que no te estoy entendiendo― murmuró Hermione, incómoda y perdiendo la paciencia de pronto.

―¿Qué no lo entiendes?― repitió Ron alzando las cejas –eso si que es algo raro… que no entiendas algo― reflexionó en voz alta.

―Gracias― dijo Hermione, enfadada y haciéndose un hueco entre el espacio que dejaba el cuerpo de Ron —Déjame pasar.

Ron suspiró –Hermione― dijo –Ahora tiene que ser por nosotros ¿de acuerdo?

Ella no respondió. ¿por nosotros?― De pronto había subido peligrosamente a las nubes, pero no quería interpretar a su manera lo que quería decir Ron. No tenía sentido. Nada de eso lo tenía. Solo alimentaba más aquella llama que ardía en su interior, y eso no estaba en sus planes.

―De acuerdo― respondió encogiéndose de hombros mientras se colaba por la orilla de la escalera.

―Oye― la llamó una vez más Ron ―¿No escuchaste a mi padre?, mañana viene la orden― informó el pelirrojo con los ojos brillantes.

―Sí, pero supongo que no permitirán que otra oreja extensible se cuele debajo de la puerta.

―Bueno, no era precisamente por eso que te lo mencionaba― dijo Ron, y de pronto sus orejas adquirieron un tono rosa.

Hermione alzó las cejas ―¿A sí?, y si no quieres espiar ¿qué es lo quieres hacer?

―Eh, bueno― vaciló Ron― sabes que cuando hay reunión de la orden mi madres nos deja en paz…― murmuró― y bueno, ¿no crees que podría acompañarte o ayudarte?― dijo finalmente, maldiciéndose por lo difícil que le había resultado decir eso.

―Oh.

―Si tú quieres, claro…― agregó, más nervioso no podía estar. ¡Maldición!

―Eh, claro― dijo Hermione entornando los ojos. ¿Era idea suya o Ron estaba nervioso?. Suprimió una sonrisa –si es que queda tiempo… cada vez nos hacen hacer más cosas para la boda.

–Bueno, quizás cuando llegue Harry no nos colapsaran tanto y podríamos…

―¡Ronald!, ¡aún te queda mucho por hacer jovencito!― gritó por las escaleras la señora Weasley alentándolo a que volviera. Ron hiso una mueca y le dedicó una sonrisa a su amiga antes de bajar.

Y pasaron el resto del día así, Hermione limpiando y clasificando cubiertos en la cocina y Ron acarreando como burro sillas y mesas al jardín.

De vez en cuando, cuando Ron pasaba junto a ella, le lanzaba miradas furtivas y sonrisas ladeadas que Hermione no podía ignorar ni menos no responder, pero tímidamente. Parecía que verdaderamente las cosas entre ellos comenzaban a cambiar. Eso era algo nuevo. Suspiró. No tenía que hacerse ilusiones. ¡No!

Cogió un par de tenedores y comenzó a fregarlos fuertemente, enfadada consigo misma.

―¿Me permites?― se acercó de repente Ron al fregadero, cogió un vaso y lo llenó con agua para bebérselo rápidamente. Hermione abrió los ojos. Ya no podía evitar fijarse en Ron; tenía su cabello desparramado, mientras que usaba una polera sin mangas que lucían sus muy bien formados brazos y su frente estaba cubierta por una leve capa de sudor que…

Mal―di―ta―se―a― pensaba, cada vez que tenía un pensamiento sobre lo lindo o tierno que era Ron.

―¿Ya terminaste?― le preguntó tratando de despabilarse y concentrarse en los cubiertos.

―Sí, eso creo― dijo Ron bajando la voz y mirando a su alrededor― Pero creo que es mejor que finja que aún no termino, ya que estoy seguro de que mamá es capaz de hacer aparecer más mesas― agregó, y fingió una cara triste.

―No es mala idea― interrumpió una maternal, pero severa voz a sus espaldas. Ron palideció.

―Eh, ¡mamá!, … eh… ¿todo bien?

Hermione ahogó como pudo una risita, si que no tuvo mucho éxito.

La señora Weasley los escaneaba desde la puerta y tras meditar unos segundos desapareció sonriente. Ron se volvió a Hermione, contrariado.

―De verdad quisiera saber a veces lo que piensan las madres― dijo seriamente.

Hermione se encogió de hombros. —Creo que… creo que es mejor eso, a saber que piensan en cualquier cosa menos en… en…― dijo mientras se le humedecían los ojos rápidamente.

―¡Oh, Hermione!, ¡lo siento!― exclamó Ron, dándose cuenta de lo que estaba pasando por la cabeza de la chica. –No, no fue mi intención… quiero decir que…― No se dio cuenta muy bien como, pero ya sus brazos estaban abrazando a Hermione, que trataba de contener como sea las lágrimas.

―No seas tonto― dijo zafándose lentamente del abrazo de Ron, ya que presentía que si se quedaba ahí podría hacer alguna locura.

Se quedaron mirando fijamente.

Ron sintió de pronto un dolor terrible presionándolo en el pecho. Hermione estaba ahí, tan cerca, pero a veces repentinamente tan lejos. ¿Qué podía hacer? ¿Qué tenía que hacer para poder acortar aquella distancia que los separaba?. Ni siquiera aquel libro que le habían obsequiado los gemelos podía hacerse cargo del problema. –Aunque de algo ayudaba― No entendía como podía haber sido tan ciego y estúpido. La había tenido durante años ahí. Habían crecido juntos y su relación con ellos, pero ¿Qué relación llevaban?, ¿cómo podía calificarse aquella relación que forjaban a diario?. Sin duda eran amigos, pero los amigos no se trataban de esa manera extrañamente misteriosa, y ellos se trataban de mil maneras misteriosas en una sola.

Tenía que averiguar demasiadas cosas en tan poco tiempo…

La reunión de la orden se había extendido durante más de dos horas y parecía que no terminaría durante otras dos.

―¿Crees que la situación sea grave?― preguntó Ron rompiendo el silencio que inundaba el ático.

―Es probable… cada día que pasa se pone más grave― murmuró Hermione mientras cortaba unas pequeñas ramitas y las echaba a un burbujeante caldero.

―Sí, pero, esta vez se trata de Harry― volvió a decir Ron, haciendo lo mismo que había hecho la chica hace un momento― ¿Está bien así?― preguntó, antes de echar sus ramas al caldero.

―Ron, no deberías preguntar a cada rato lo mismo.

A ron se le encendieron las orejas –Es que… no quiero echarlo a perder― confesó.

―No lo harás.

―Hermione, siempre he sido un desastre en pociones, lo sabes.

―Lo único que tienes que hacer es confiar más en ti y… y ver el tremendo potencial que tienes― dijo mientras tomaba ahora unas extrañas hojas y las comenzaba a moler cuidadosamente. Sentía la poderosa mirada de Ron sobre ella, así que iba a cuidar no levantarla si no fuese necesario.

―¿De qué hablas?― dijo Ron con tono melancólico –Nadie puede ver ningún potencial en mi, entonces ni yo podría hacerlo…

―Ron― le cortó Hermione severamente y no pudo evitar mirarlo a los ojos.

―Como muchas cosas de las que veo en ti…― comenzó a decir, pero se quedó muda por un segundo al captar que podría sonar demasiado evidente lo que diría –alcánzame esa tabla, por favor― desvío el tema. Ron se la tendió, expectante.

―¿Y qué más ibas a decir?― preguntó después de un breve silencio, ansioso.

―Nada, solo que…

―¿Qué?

―¡Ah, Ron!, ¿eres idiota?, ¿por qué siempre te dejas llevar por tus inseguridades?― alzó la voz, acalorada. –No debes seguir así, Ronald, no tienes porque, nadie puede hacerlo por ti, tienes… tú tienes algo que, bueno… Ron, sabes lo que nos espera ¿No?, seremos los tres y no tendremos ayuda de nadie ¿lo sabes verdad?, seremos Harry, tú y yo, y tendremos que… demostrar…y bueno, Harry de alguna forma siempre ha…

―Hermione― la interrumpió Ron. —Tú… tú… ¿cómo ves a Harry?

Ups.

Lo había dicho, y lo había preguntando de la manera más estúpida del universo. Ni siquiera se lo había propuesto y ahí estaba, insinuándolo. Él no quería, el no podía pensar eso, pero Hermione estaba diciendo cosas que… ¿veía a Harry como el chico perfecto, valiente y todo eso? Algo que él claramente nunca sería… una ola despiadada de celos lo atacó. Y eso era muy malo.

Hermione entornó los ojos al máximo ―¿Qué?― chilló débilmente. ¿Qué es lo que Ron quería decir exactamente?.

―¿A que te refieres?― preguntó de nuevo, secamente.

―Nada, solo ignóralo.

―Ron…

―Por favor.

Los siguientes días Ron y Hermione lograron avanzar considerablemente en su trabajo que llevaban a cabo en supuesto secreto en el ático, ya que la señora Weasley estaba más preocupada de que la fecha en la que llegaría Harry se aproximaba peligrosamente y entonces no los estaba controlando tanto. Algo que tenían que aprovechar, pues con Harry allí, cambiaría el panorama significativamente.

Con Harry aquí, definitivamente se nos viene todo encima― pensaba Ron

Y con todo encima, ya no habrá tiempo para esto…― pensaba Hermione. Bueno, si es que esto significaba algo.

Se encontraban paseando por el jardín recolectando unas extrañas flores a pedido de Fleur, que cada día estaba más histérica por los preparativos de la boda.

―¡Esas floges no! ¡tienen que seg todas pegfegtas!― la imitó Ron, mientras se agachaba a recoger unas cuantas y descartaba las secas.

―¡Ron!― lo reprochó Hermione, divertida ante el gesto muy bien imitado del pelirrojo.

―¿Qué?― sonrió de lado Ron ―¿No crees que exagera?

―Yo creía que a ti te encantaba estar a su servicio― murmuró Hermione, acordándose de cómo antes Ron babeaba por la rubia, y mientras cogía ahora ella un puñado de flores y las examinaba rápidamente. Ron enrojeció un poco.

―¿Estás loca?― dijo mirándola de reojo –O sea, ya se a lo que refieres― se aventuró― digo que claro, es mitad veela y todo eso, pero al final eso no es lo importante, al menos ya no es importante para mí…

―Uuumm.

―¿Qué?

―Nada― sonrió la chica

―¡Oye!, ¡te lo digo en serio!

―Oh vaya, entonces al parecer has mejorado un poco― comentó Hermione distraídamente mientras una nueva sonrisa involuntaria se apoderaba de sus labios.

―¿Qué quieres decir con eso?

–Por esta vez, lo que tú creas estará bien.

Se volteó para ver a Ron, pero la sorprendió un montón de flores que chocaron contra su cara.

―¡Ron!― rió –¡tendrás que recoger todo esto tú solo!― se quejó.

―Hermione― se le acercó el chico seriamente ―¿puedes por una vez disfrutar del momento sin preocuparte de lo que viene?― murmuró mirándola profundamente.

Oh Dios. ¿Podía negarse a algo como eso? Ron tenía razón. Ron, Ron, Ron. Pudo haberse abandonado en ese mismo momento y besarlo de una vez.

Bueno, su plan de no hacerse ilusiones se había desarmado con tan solo un abrir y cerrar de ojos.

―Bien― dijo, y tras una fugaz pausa le lanzó a Ron todas las flores que tenía en su canasto.

―¡Hey!― se quejó Ron, y la agarró por los codos quedando muy cerca el uno del otro. Entornó los ojos. Hermione estaba tan cerca de él… Bésala― ordenaba una voz una y otra vez en su mente. —¡Bésala ya!

―¡Pego que es togo ese abgogoto!― exclamó una indignada Fleur que los miraba desde la puerta de la casa.

―Las floges deben estag en buenas condiciones!

Ambos dieron un respingo y se alejaron bruscamente. Hermione volvió en si misma y no tardó en recapitular y ordenar la secuencia de sucesos que la habían llevado hasta allí, y se percató de que su corazón latía demasiado rápido, pero no pudo pensar más en ello ya que la mano de Ron ¿acariciaba su cabello? –¡Oh!

―¿Qué haces?― preguntó tratando de no pensar en la cercanía que volvía a apoderarse de ellos.

Ron le sonrió de lado y continuo con su trabajo. —Nada― dijo tras una pausa. —Te he llenado de estas cosas. —dijo refiriéndose a las flores que quitaba y que estaban atrapadas en su rebelde cabello― ¿No te acuerdas?

―Ah, cierto― dijo Hermione, sintiéndose decepcionada. Claro, seguro Ron atinaría a algo como eso. ―¿A algo como qué?― se reprendió internamente. Bufó y comenzó a caminar hacia la destartalada casa.

―¡Oye! ¿qué haces?― la alcanzó Ron en tres pasos ―¡Tenemos que volver esas cosas a la cesta!, si no, definitivamente nos van a matar.

―¡Ronald Weasley!― dijo Hermione seriamente, alzando un dedo y apuntándolo acusadoramente ―¡te atreves a exigirme que vaya a arreglar el lío que tú provocaste!― acusó la chica, repentinamente molesta.

―¿Qué?― dijo Ron, consternado por el cambio de humor de su amiga ―¿Estás loca? ¡tú también me has tirado esas cosas! ¡y no te estoy exigiendo nada!

―Se llaman flores, Ron, ¿tanto te cuesta llamarlas por lo que son?

Ron hizo una mueca.

―Sí, sí― cedió. ―Sé que son flores, Hermione, pero prefiero llamarlas como cosas, ya que comparadas contigo son solo eso― explicó Ron apresuradamente. Se volvió y comenzó a recoger y a echar a la cesta las flores, sabía perfectamente lo que había dicho. Lo que había dicho― y sentía su cara totalmente roja. Tragó saliva al sentir los pasos de Hermione acercarse por detrás.

Bien― pensó Hermione tratando de mantener la cordura por sobre todo. ¿Había escuchado bien?, apenas podía pensar al respecto sin sentir escalofríos o corrientes eléctricas esparcirse por su cuerpo. ―Mejor ignóralas― se auto aconsejó. No podía permitir que Ron ganara terreno demasiado rápido. Tenía que mantenerse a raya. Firme. Tenía que mantener su cerebro despejado de mariposas y concentrarse en todo lo que tenían por hacer.

―Cambiaste de opinión― murmuró Ron sin atreverse a mirarla a la cara. Hermione no era estúpida. Maldición. Seguir los consejos de ese libro resultaba ser algo muy estresante ¿lograría algo?, ¿o solo conseguiría quedar en ridículo frente a la bruja más brillante de Hogwarts?, ¡pero si es tan brillante!, entonces ya debería de haberse dado cuenta de que él…

―Honestamente, Ron, estás loco― sonrió Hermione.

Y Ron no supo que responder, o que se debía pensar cuando una chica le decía eso, que estaba loco, y para su desgracia, el libro ese no quería cooperar mucho en eso.

Pero al final lo admitía, sí estaba loco.


¡Muchas gracias por leer!

=D