Aquella oscura tarde gris. Las nubes cubriendo el cielo. La lluvia mojando el suelo.

En el silencio de la casa sólo se oían suspiros, susurros, gemidos… Y el mundo desaparecía a su alrededor.

La discusión de hace unos minutos carecía de sentido. Los gritos, los reproches, los silencios… Todo perdía el sentido cuando se acariciaban. Atrevidas caricias que acrecentaban sus vivos deseos.

-U-Usagi-san –El joven de dulces ojos verdes se aferró al hombre que le dominaba, temiendo que fuese a desvanecerse en cualquier instante. Como si todo lo que ahora vivía, lo que ahora sentía, fuera un sueño, una realidad nunca vivida, un mundo nunca habitado.

Sentía el cálido aliento del hombre golpear suavemente su oído, cegándolo, ensordeciéndolo.

Quería unirse a él, quería fusionarse a su cuerpo y así formar un único ser. Lo necesitaba junto a él, pero nunca lo admitiría. Era demasiado tímido y no podía admitir cuáles eran sus verdaderos sentimientos.

- Te amo -Sintió cómo sus mejillas eran inundadas por un calor extremo, casi tanto como el que sentía con un simple roce de su Sensei.

- Cállate… -Un simple susurro que provocó una sonrisa por parte de Usagi. Esa respuesta era suficiente para él, porque lo conocía, y sabía que aunque sentía lo mismo, no lo admitiría. Eso era lo que lo hacía adorable. Su timidez. Cuando ocultaba su rostro bajo las sábanas, cuando escondía sus ojos bajo su pelo, cuando el rubor cubría sus mejillas… Y parecía que lo hiciera a propósito, intentando provocarle. Siempre le provocaba. Hiciera lo que hiciera lo provocaba, llenando su cuerpo de deseo.

Y cuando lo aprisionaba en la pared, rodeándolo con sus brazos, provocando su nerviosismo, que intentase huir, zafarse de él. Intentando aparentar que no necesitaba sus caricias, su dulce contacto. Pero él sabía que le gustaba, que lo deseaba, que lo necesitaba.

Misaki observó a su lado, aquel hombre dormido que había cambiado su vida, que le había llenado de extraños sentimientos que odiaba, que le hacían sentirse miserable, pero a la vez, sentirse especial.

No podía dormir, no entendía por qué, sólo se levantó para dirigirse al salón.

- Misaki… -Se dio la vuelta bruscamente, ligeramente asustado, para encontrarse con el escritor plácidamente dormido, suspirando.

No pudo evitar sonreír y salió, cerrando la puerta tras de sí.