Holas, un gusto, antes que nada hagamos las Respectivas aclaraciones del fic:

Primero que nada es un Spamano y un USAUK... sin cambios, ni nada, amo estas parejas y así se quedan, pueden sugerir la aparición de más, pero no aseguro que aparecerán.

Está centrada en la vida escolar, encontré esa perspectiva más interesante. En cierto modo la vida es algo trágica para los dos protagonistas, la historia gira en torno a Lovino y Arthur, sus vidas y como llegaran al punto culmine.

Los títulos irán de acuerdo de quien se centre el capitulo, en italiano para Romano, en ingles para Arthur. Y en ambos cuando se trate de los dos. Las traducción de los cap estarán en la barra de capítulos, más adelante lo entenderán.

Puede que los caracteres me quede un poco OC lo cual evitare a toda costa, claro que sí, pero téngame paciencia, xD un personaje como Romano y Arthur me es difícil de controlar, especial por sus constantes cambios de ánimo, humor y demases. Además de la excesiva felicidad que puede tener América o el despiste incalculable de España.

Por último, aclaro que el anime/manga no es mío, Dios quisiera, Lovino tampoco lo es T-T así como tampoco Arthur, Antonio o Alfred, una lástima.

Advertencias: En este capítulo, ningún especialmente, quizás un poco por el vocabulario, pero no es mucho.


La mia maledetta vita

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¿La vida? Para él la vida era una completa porquería, algo que ni siquiera debía ser evaluada de forma profunda, bueno, en realidad tampoco podías pedirle mucho si de cierta forma la odias desde que la recuerdas. No, no puede decir que haya tenido una existencia miserable, pero el vivir a la sombra de alguien puede causar que todo lo que eres poco a poco comience a desmoronarse.

Su familia estaba conformada principalmente por sus abuelos, sus padres y su hermano gemelo, si, un hermano, uno igual a ti físicamente, pero totalmente diferente en lo que es el carácter, y las habilidades… muy bien se lo habían hecho ver toda su vida. No es que él fuera un inútil, si lo vieras de forma objetiva era un genio en muchas áreas, pero eso a sus padres poco les importaba. ¿De qué servía ser un buen escritor si lo que a tu familia más le interesaba era la pintura? Los recuerdos atormentaban sus días.

- Mamma, gané un premio por escribir un… - un pequeño niño, no más de 10 años miraba con alegría a la mujer que en esos momentos estaba frente a la pantalla de una computadora, preocupada más que nada en los datos que aquel aparato parecía entregarle, pero eso al niño no le importaba, al fin había ganado un premio, merecía una felicitación, una sonrisa, no pedía mucho. Pero su dialogo se vio interrumpido por el ingreso de su padre junto a su hermano.

- Mira querida, Feli volvió a ganar un concurso de dibujo – la mujer de manera inmediata había puesto atención a lo dicho y una sonrisa había florecido en su cara, se levantó de su silla y fue a abrasar al pequeño chico; idéntico al primero a excepción del flequillo, que sonreía feliz.

- Eres nuestro pequeño orgullo – el otro chico miró la escena dolido, el también había ganado, ¿Acaso no merecía los elogios? ¿Un abraso? ¿Acaso había hecho algo malo?

- ¿No vas a felicitar a tu hermano? – la voz molesta de su padre le sobresaltó, asintió rápido y se acercó.

- Felicitaciones, Feliciano.

- Gracias fratello, mi profesor dijo que ganaste el concurso de cuentos ¡Felicitaciones! – era increíble que aquella persona que le quitaba toda la atención de sus padres fuera la única en recordar su existencia en aquella casa, por eso no le odiaba, más que nada le quería. Por ello le defendía de todos los brabucones, ganando a cambio los sermones molestos de sus padres.

- ¿cuentos? – la voz de la mujer se oía molesta – no deberían gustarte esas estúpidas fantasías – el corazón del niño se encogió.

Toda su vida había sido igual, nada de que extrañarse, ¿Se rindió? Para nada, era demasiado estúpido para hacerlo, si hubiera sido listo, no lo hubiera intentado una y otra vez, así su corazón no se hubiera lastimado tanto.

Deberías aprender de tu hermano y comenzar a pintar. Eres muy bueno cuando escribes, Fratello.

¿El coro? Los coros son para mujercitas. Tienes una voz muy bonita hermano.

El cultivar plantas es para la gente pobre. ¿Así se cultivan los Tomates? ¡Eres increíble hermano!

¡Eres una vergüenza! ¿Cómo se te ocurrió golpear a ese niño? Era hijo del embajador de Francia. No quiero verte en unos días. Gracias fratello… snif… tenía mucho miedo.

¿Por qué lo seguía intentando? Ah, claro, porque era un imbécil de mierda que quería que le rompieran el corazón, pero, ¡Hey!, no tuvo que esperar mucho tiempo, claro que no, ¿para qué? Unas cuentas copas de más y un mal negocio era lo que hacía falta para que tus padres soltaran la verdad. Su verdad.

- ¡Son unos imbéciles! – gritó molesto el hombre, la mujer le miró mal.

- Claro que lo son, pero ¿sabes qué? Que se vayan a la mierda los dos… - dijo igual de enfadada, los dos hermanos le veían un poco asustados, el menor tras el mayor, ambos sentados en los sillones de la sala, donde hace nada habían estado viendo las caricaturas.

- Feli, sé un buen niño y ve a tu pieza – el hombre acaricio la cabeza del pequeño.

- ¿Y Fratello? – el hombre frunció el seño.

- Que sirva para algo y nos traiga algo para comer –

- Pero…

- Ve a tu cuarto, ahora – el mayor se alejo del menor para darle entender que lo mejor era hacerles caso. Una vez sólo el silencio reino.

- ¿Quieres una invitación? ¡Ve por algo de comer! – cerró los ojos ante el tono de voz, rápido fue a la cocina, cogió las cosas suficientes para hacer una pasta, se había visto obligado a aprender a cocinar debido que sus padres siempre olvidaban su parte… su hermano también había querido hacerlo, obviamente a Feliciano se le dio mucho mejor que a él y nuevamente su inutilidad había sido sacada a flote. Estaba en medio de la preparación de la salsa cuando su padre entró.

- Papá… - habló asustado.

- ¡Eres una mierda! ¡¿Por qué te demoras tanto! No puedo creer que hayamos tenido un hijo como tú, pero claro, tenía que ser… tener al maldito desgraciado que casi mataba a su hermano, tú no eras un bebé, eras un monstruo – el niño le miró asustado y sin entender.

- Déjalo ya querido – la mujer abraso al hombre ¿cómo unos padres como ellos podían odiar tanto al fruto de su amor? La mujer le miró enojada – Por tu culpa tu hermano estuvo en una incubadora por tres meses… eras un asqueroso parasito que le quitaba todo a su hermano, además que me hiciste sufrir a horrores en el parto… pero que puedo decir… desde un principio no te queríamos, cuando supimos que eran dos… algo cambio, en especial el ver a aquella pobre criatura que estabas matando. Ojala y hubieras nacido muerto.

Si, aquellas palabras habían marcado para siempre su vida, ¿Qué mas esperaban? ¿Qué bailara la conga? Que le digas algo como eso a un niño de 12 años es casi como querer asesinarle, en especial cuando lo único que quería ese niño era un poco de aceptación.

Cansado, arto de todo y queriendo olvidar el dolor, comenzó a importarle poco y nada el resto, su familia ahora no le interesaba, y con el paso del tiempo se volvió más y más huraño, más insoportable, más desconfiado… ¿Qué más podías esperar si tus propios padres te habían lastimado de tal forma que sentías que nunca sanarías?

Pero, la cosas no terminan ahí, claro, nunca podían hacerlo, después de todo, como había dicho en un comienzo, la vida era una completa porquería. Los castigos fueron cada vez más frecuentes, tanto en la escuela como en la casa, cada vez más insolente, y sus maestros no podían culparlo, no del todo, habían llamado a los padres del joven y entendieron todo, ¿Quién no sería así con unos padres como ellos? Ni siquiera intentaban disimular las cosas. El único que lograba hacer volver en cierta forma a quien fue originalmente, fue su hermano, quien no comprendía el porqué del cambio tan grande de su fratello.

Ja, continuamos, un año después de todo aquello sus padres sufrieron un accidente, en el cual murieron instantáneamente, había sido en un viaje de negocios, habían dejado a su hermano con su abuelo y a él cuidando la casa. ¿Pena? Le aterraba decirlo, pero casi no sintió la partida de sus padres. En el funeral su hermano había llorado a mares, él se había quedado quieto, con la mirada vacía, no pudo soltar ninguna lagrima, no podía, había perdido todo el amor y el respeto que les había tenido, él estaba casi vacío.

La custodia de su hermano y la de él se pusieron en juego, algunos familiares no les querían, principalmente a él por sus problemas de conducta, ¿Sorprendido? ¿Dolido? Para nada, ya estaba acostumbrado, había dejado de confiar en la gente para que no le lastimaran. Finalmente su abuelo había decidido llevarse a Feliciano, no podía hacerse cargo de los dos, y había escogido al que le necesitaba más, esa había sido la escusa, ¿él? Estuvo a la deriva entre varios familiares por dos meses, hasta que su abuela, su dulce abuela había regresado al país, ella pidió su custodia de inmediato.

Sus abuelos estaban separados desde hace mucho tiempo, ¿problemas de convivencia?, si claro, su abuelo había engañado muchas veces a su Nonna, y ella no era estúpida, es más, tenía casi el mismo carácter que él, se llevaban bien, su abuela lo entendía. A pesar de que sus relaciones sociales no habían sido las mejores en los años posteriores, pudo seguir gracias a su abuela, veía muy esporádicamente a su hermano, pero sabía que no había cambiado mucho, todo iba bien. Con 16 años tenía una vida social de mierda y nada de recreación con terceros, pero le valía madres, porque ahora si tenía a alguien que se alegraba por su existencia. Una que amaba sus canciones, sus escritos, las verduras de su huerto, que le defendía cuando golpeaba a alguien. Pero como era costumbre en su patética e insulsa vida, no podía seguir así.

Su abuela en unos meses había comenzado a decaerse, cada vez más y más débil, se hizo cargo de las labores del hogar, no iba a negar que le salían como la mierda y que al principio causaba más desastres que otra cosa, pero fue aprendiendo, con una sonrisa su abuela lo corregía. Como extrañaría esas sonrisas, las historias al lado de la cocina a leña, el chocolate caliente en invierno, los regaños, las sonrisas, las felicitaciones, el olor a pasta, su Nonna, su querida Nonna, su querida abuela había contraído un extraña bacteria que se había alojado en sus pulmones, matándole poco a poco, hasta que al final, en una noche de lluvia había cerrado los ojos, para siempre.

Recuerda que lloró, lloró como no lo hacía hace mucho tiempo, lloró toda la noche, ningún alma humana que estaba en ese lugar pudo calmarlo, ni médicos, ni enfermeras, nadie, estaba demasiado dolido. Y las palabras de su abuela aún estaban en su cabeza.

Se feliz, mi querido Lovino, mi querido Romano.

Romano, era el apodo que su abuela le había colocado, porque cuando pequeño se había perdido en la capital de su país, y le habían encontrado muy tarde ese día junto al monumento de Romulo y Remo que se encontraba en uno de los Museos del capitolio. Para su abuela ese día se había convertido en el representante de su querida capital.

En el funeral nadie le vio llorar, mantuvo la frente en alto, muchos le criticaron y le llamaron mal agradecido, pero solo él conocía la verdad y le importaba una mierda lo que los demás pensaran. Ahora, su personalidad era más y más huraña, más desconfiada, más temerosa.

Como aún no era mayor de edad, y no podía trabajar para sustentarse porque así el estado quería, fue enviado con su abuelo, el abuelo que le había dejado atrás sin remordimiento, el abuelo al que no guardaba sentimientos de afecto. Volvería junto a su hermano, el cual no veía en años, y por sobre todo, se alejaría de su amada y dulce Italia, su querida patria, el lugar que mas amaba su abuela, el lugar que más amaba él. Iría a cursar su próximo infierno en España. El país de la pación, si como no. Pero ¡ah!, la vida le había enseñado a no ser incrédulo, ahora lo comprendía.

Su hermano fue feliz con su llegada, le abrasó y lloro su regreso, él le apartó como si fuera algún animal repugnante, no tenía el interés de acercase a nadie. No quería querer a nadie más, estaba cansado de sufrir. Pero, hey, tal parecía que la vida lo quería una mierda, porque una semana después de instalarse y tratar de acostumbrarse, uno de los amigos de su hermano había ido a pedirle unos apuntes, ¿mi hermano y sus apuntes? El tipo debía ser un completo imbécil si se los pedía a Feliciano, después de todo, su hermano era un experto en el arte de la desconcentración, pero la vida podía ser tan divertida. El idiota era un soso, cargaba una sonrisa estúpida, tenía unos ojos verdes muy brillantes y una extraña aura de calma que lograba expandirse por el lugar, ¿y saben que es la mayor porquería de todo esto? Es que la sonrisa de retrasado mental te parezca linda, que los jodidos ojos te parecieran cautivantes, que te agradara la amorfa aura de quietud que rodeaba el ambiente. Le había bastado verlo 5 minutos para saber que era un imbécil masoquista. Porque para su desgracia, el sujeto había llamado su atención poderosamente, le había cautivado. Pero la vida, siendo vida y siendo especialmente su vida, era una porquería. Porque quería romper la terrible verdad de que él no era gay, claro que no, por supuesto que no, su maldita vida sexual no se había visto en la balanza por la jodida sonrisa, claro que no, es que ni siquiera podía plantearse un amorío con él, ni de forma platónica, debe aclarar, nunca de verdad, es una suposición, porque el jodido bastardo estaba enamorado de su hermano.

¿Ven?

La vida es una joda, un puto ser místico que se ensañaba con él, pero no debía molestarle, es más, ¡No le molesta! Para nada, por qué no le interesaba que a él le gustara su hermano, no le interesaba el extraño palpitar en su corazón, él no era gay; era un macho muy macho, hecho y derecho, tampoco le gustaba la sonrisa de idiota, no, eso era poco masculino, claro que no, claro que… no.

La vida es una puta mierda que hace que con cada evento de su vida el corazón se le parta en dos.

¿Y saben lo que es más divertido? La jodida vida aun no acaba y tenía que pasar una larga temporada en esta ciudad de mierda, junto a un montón de jodida gente, junto a un hermano idiota que tenía un maldito tic verbal y que se pasaba el 80 por ciento del tiempo pensando en la inmortalidad del cangrejo, al menos tendría el consuelo de que la vida no solo era un imbécil con él, sino que se había enseñado con otro ser que en un corto o largo plazo seria su mejor amigo, su apoyo y que de alguna forma lograría salir adelante.

La vida era un misterio que podía lastimarte hasta decir basta, pero ¿y qué? Solo debes vivirla y tratar de hacerla mejor… eso fue lo que aprendió más a futuro.

Continuará...


Espero que la historia les haya gustado. No tengo mucho que decir ahora que comencemos, quizás más adelante vaya haciendo las aclaraciones pertinentes, si hay dudas no duden en decirme.

Aclaro, para aquellos que no sepan, Cuando hablan de la "Inmortalidad del Cangrejo" se refieren que la persona se encuentra pensando en nada, ya que dicho animal es uno de los que más depredadores tiene y como tal... no puede ser catalogado de "inmortal".

Bueno, nos estamos viendo, espero de verdad que me dejen sus opiniones para saber cómo va la cosa.

Nos estamos viendo. Bye.

I see you later.