¡Hola!

Por fin me encuentro subiendo una de mis historias de Bleach jajaja, he estado un poco floja con esta serie, pero ya comienzo a repuntar xD Las otras dos estarán en los próximos días, o eso espero ^^u

Gracias por sus reviews ene este fic, espero que el capítulo les guste.

Disclaimer: Bleach y sus personajes pertenecen a Tite Kubo-sama.

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Capitulo 5: Juegos sucios

Estaba nervioso, muy nervioso. Hace tiempo que no tenía a su padre de visita en la oficina y encima tenía que llegar justo en el momento en que se armaba todo ese revuelo. Quería gritar de la rabia que estaba sintiendo, no hacia esa chica que estaba educadamente sentada a su lado, sino hacia la persona –que estaba seguro– que había difundido esa noticia, no podía haber sido nadie más que esa persona.

—Así que, la señorita aquí presente es tu novia, hijo mío –dijo el hombre de largo cabello blanquecino, mirando a la jovencita de manera diligente, para luego voltear hacia su hijo una vez más —. ¿Por qué no me contaste que tenías novia? Sobre todo porque tienen planes de casarse –Hinamori se sonrojó ante lo escuchado —. No es posible que lo supiera todo el mundo antes que yo, que soy tu propio padre.

—Por favor, no exageres –dijo Toushiro, restándole importancia al asunto —. No es para tanto, además tampoco es cierto eso de que nos vamos a casar, sólo… lo hablamos y ya, no sé como la prensa se enteró ¿Verdad Hinamori? –preguntó mirando directamente a la chica, para que ella le siguiera el juego. No quería tener que engañar a su padre también, pero las cosas se habían salido de control y de ninguna manera podía decirle que eso de ser novios era todo un invento de él.

—Eh… sí, así es, Hitsugaya-kun –respondió la chica, sonriendo dulcemente. Rayos. Es que Hinamori tenía una sonrisa tan hermosa…

Jûshiro Ukitake miró a su hijo adoptivo con una ceja alzada, para luego fijar su vista en la dulce jovencita, la cual lucía realmente apenada y asustada. Cabía destacar que era totalmente diferente a todas las mujeres con las que él había visto salir a Toushiro –que no eran muchas–, esta chica era mucho más refinada y se notaba más decente, sinceramente no sabía de donde su hijo había sacado a las otras.

—Me gusta, es una chica muy linda para ti –dijo de pronto, haciendo que Hitsugaya se sorprendiera.

—¿Eh?

—Hijo mío –Jûshiro miró a Toushiro de forma seria, casi nunca le veía así, pues siempre estaba mostrando su mirada compasiva. A pesar de lo mucho que él le había insistido a Toushiro cuando lo adoptó sobre ponerle su apellido, él decía que quería recordar el nombre de quien lo hizo tan desdichado y así poder odiarle, era algo que jamás iba a perdonar y que no quería olvidar —. Ella es una buena chica, espero que la trates muy bien.

—G-gracias –dijo algo sorprendido el joven albino, ya que no se esperaba una aprobación tan rápida de parte de su padre, generalmente él miraba por todos lados a las chicas que "salían" con él y luego decía que no eran para él. Lo gracioso era que Hinamori ni siquiera era su novia de verdad y sin embargo era la primera que su padre aceptaba.

Después de hablar un rato más con ellos Ukitake se levantó y dijo que tenía otras cosas que hacer, así que se despidió educadamente y se retiró, dejando a los "novios" a solas.

—Eso fue incómodo –dijo Toushiro frunciendo el ceño. Había estado nervioso todo el tiempo, hasta que su padre se había mostrado sonriente al aceptar a Momo —. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

—Lo siento –volvió a disculparse como la vez pasada la chica, de verdad se sentía culpable por que ellos estaban metidos en un lío como ese. Bajó la mirada y se mostró realmente triste, lo que hizo sentir mal a Hitsugaya. No entendía como ella podía ser así de linda, si esto no tenía nada que ver con algo que ella hubiera hecho, es más, todo había empezado por un estúpido impulso de él, el cual se había vuelto una increíblemente enorme mentira que ahora implicaba que iban a casarse.

—Te dije que no era tu culpa –habló de forma algo tosca. Nunca había estado acostumbrado a ser delicado con las mujeres, pero por más que trataba no le gustaba ser así con ella, Momo era especial para él, porque la conocía desde que ambos eran unos niños.

—Aún así… debe molestarte mucho que todos anden diciendo que te vas a casar conmigo, o que todos nos miren de la forma en que lo hacen.

—Momo –Toushiro posó ambas manos sobre los hombros de la chica, la cual alzó la mirada para verle, perdiéndose en sus profundos ojos esmeraldas —. En realidad todo es culpa mía, pero no te preocupes, si a ti te molesta que todos piensen… que estamos juntos, entonces eres libre de desmentirlo cuando quieras.

—Yo no haré eso Shiro-chan –aseguró con una sonrisa tierna —. No quiero dejarte mal.

Toushiro suspiró, tratando de reprimir aquel sentimiento que se apoderaba de su pecho, el cual le indicaba que abrazara a esa chica. Se sentía horrible la opresión en el pecho, el latido furioso de su corazón con sólo verla. Que molesto.

Cuando Momo bajó nuevamente la mirada, notó algo en los pantalones perfectamente pulcros de su jefe y "amigo", había una mancha de alguna cosa de color blanco, que lo hacía lucir muy mal.

—Tienes una mancha –le anunció la chica, tomando delicadamente la tela de la prenda del chico, sin embargo aquella mancha se encontraba ubicada en un lugar muy comprometedor y al sentir la suave mano de la castaña, Hitsugaya tembló levemente, alejándose al instante de ella.

—¿Qué crees que estás tocando? –cuestionó tratando de parecer enfadado, pero en realidad le hubiese gustado que ella hiciese otra cosa y eso lo estaba preocupando. ¿Por qué no dejaba de pensar en ella de formas pervertidas? Él nunca había sido ese tipo de persona, pero ahora, parecía que desde que ella había llegado su perfecta y recta vida se había transformado completamente.

—L-lo siento Shiro-chan –se disculpó Hinamori apenada, con las mejillas levemente encendidas —. Es que… esa mancha… creo que puedo sacarla.

Toushiro se miró y frunció el ceño. No recordaba haberse hecho aquella horrenda mancha, pero ciertamente lucía pésimo en sus caros pantalones y si ella era capaz de quitarla, entonces más le valía que lo hiciera de una vez, pues no pensaba andar así todo el día haciendo el ridículo, esa mancha tenía la pinta de ser otra cosa.

—Haz lo que quieras –respondió quitándose el cinturón, seguido del botón de su ropa. Hinamori abrió los ojos como platos y cuando él estaba a punto de bajarse el cierre, tuvo que gritar.

—¡P-para! ¡¿Qué haces? –exclamó totalmente apenada. En su vida jamás había visto a un hombre sin pantalones (literalmente hablando) y no planeaba empezar ahora, en esta situación, con él. Se suponía que ver el cuerpo masculino sin ropa era algo que sólo haría cuando se entregara a su verdadero amor, no antes —. Eres un pervertido Shiro-chan.

—A ver, en primera no soy ningún pervertido –aclaró, aunque no estaba muy seguro de eso —. En segunda, no me llames Shiro-chan. Y en tercera, ¿cómo demonios planeas limpiarme la mancha si no me puedo quitar los pantalones?

—S-sólo siéntate ahí que yo veré como me las arreglo –apuntó hacia la silla del escritorio del joven presidente, el cual, suspirando con fastidio, accedió a la petición de la chica. Se sorprendió un poco cuando la vio arrodillándose al lado de él, al tiempo que con cuidado volvía a posar sus manos delicadas sobre la tela de su pantalón, pero viéndola así, parecía que iba a hacer algo diferente, cosa que no podía evitar imaginarse una y otra vez.

Veía los labios rosados de Hinamori y se perdía en el movimiento de ellos al momento de respirar. Tuvo que cerrar los ojos para dejar de mirarla y así evitar que ella se diera cuenta de lo que le estaba provocando.

—Hinamori, ¿podrías darte prisa?

—Hago todo lo que puedo Hitsugaya-kun –respondió la chica, la cual luchaba contra la mancha sin obtener resultados. En un momento, llegó a rozar aquella parte de Hitsugaya que es tan sensible para un hombre, haciendo que sin querer éste soltara una especie de gruñido. Ella lo miró asombrada, pero justo cuando estaba a punto de preguntar qué había sido eso, la puerta de la oficina se abrió repentinamente.

—¡Tiacho, tengo que decirle a…! –la que había entrado era Matsumoto, quién se cortó a media frase en cuanto vio la imagen que estaba frente a sus ojos. Su Tiacho sentado en la silla de su escritorio y la dulce Hinamori arrodillada enfrente de él, con sus manos sobre el pantalón. Se quedó con la boca abierta, al igual que ellos dos y lo único que atinó a hacer, fue a tomar la chapa de la puerta —. Perdón por interrumpir –se disculpó antes de salir, volviendo a dejar cerrado.

Hitsugaya respiró hondo, una, dos, y tres veces antes de explotar.

—¡Matsumoto! –fue todo lo que se oyó.

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Gin miró una vez más a su socio y amigo, el cual no dejaba de observar por la ventana de su grande y lujosa oficina, ubicada en uno de los mejores lugares de la ciudad de Tokio. El hombre de cabellera gris sonrió, estaba seguro de que lo que sea que estaba pasando por la cabeza de Aizen, era algo peligroso, él siempre estaba trazando sus planes al filo de la navaja.

—¿Y que has decidido al respecto? –preguntó al fin el hombre de sonrisa zorruna, a lo que Aizen, volteándose, le prestó toda su atención —. Pues la entrevista está lista, sólo hace falta dar el sí.

—He decidido cambiar los planes –respondió el castaño, caminando hasta caer sentado en su silla, el puesto de presidencia de Hogyoku Company, una de las más grandes editoriales del país y la mayor competencia de Soul Society. Desde siempre estas dos empresas de la literatura se habían odiado entre sí, era casi imposible divisarles en algún evento social sin ser hostiles los unos con los otros, un claro ejemplo de ello eran Toushiro y Aizen.

—Entonces… ¿No quieres que se sepa aún de nuestro convenio para expandirnos a los cinco continentes?

Aizen negó con la cabeza de forma mecánica. Sabía que en este negocio no había fallas, que con él, destruiría para siempre al presuntuoso de Hitsugaya Toushiro, sin embargo, deseaba verle destruido de una forma aún peor, no sólo en la ruina total, sino de manera emocional.

—Tengo pensado un plato de entrada mucho más suculento para aquella jugada –dijo con una sonrisa, pensando en la dulce Hinamori. Hace tiempo que no miraba a una mujer como lo hacía con ella, no era sólo el hecho de poder darle una lección a Hitsugaya, sino que, además de todo aquello, la chica le parecía realmente hermosa y disfrutaría de arrebatársela al albino, de eso no había dudas.

—Haz lo que quieras –dijo finalmente Gin, restándole importancia y sin atreverse a preguntar la razón del cambio de planes, porque seguramente tenía algo que ver con esa jovencita que Aizen le había comentado, la que salió en todas las revistas que ellos representaban como la "novia oficial" de Toushiro Hitsugaya.

Gin sonrió de medio lado y se imaginó que su "sádico" amigo estaba pensando por fin en sentar cabeza, seguro con la novia del chico odioso.

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Orihime miró con la boca abierta y un notorio sonrojo a Matsumoto, luego de que ella le contara lo que había visto en la oficina de su jefe. La chica de los cabellos naranjas no se lo podía creer, menos de una chica tan tímida y dulce como Momo, que estuviera haciendo "ese" tipo de cosas en la oficina del jefe.

—¿D-de verdad, Rangiku-san?

—Así es, yo los vi –respondió la mujer asintiendo con la cabeza —. Mi Taicho estaba sentado y Momo-chan se encontraba de rodillas detrás del escritorio, ya te debes imaginar que hacían –explicó como si fuera la cosa más normal del mundo, mientras el sonrojo en las mejillas de Inoue tomaba un tono mucho más fuerte.

—No me lo creo… –susurró.

—¡Yo tampoco lo creo! –escucharon ambas una voz masculina. Se dieron la vuelta aterradas, ya que se suponía el tema era sólo entre ellas dos, pero al mirar hacia atrás, descubrieron que tanto Kira como Hisagi –sus compañeros de trabajo– las habían estado oyendo. El que había hablado había sido Kira, el chico rubio y de mirada un poco siniestra.

—¡Es impresionante, así que el jefe y su novia tienen sexo en la oficina en horas de trabajo! –recalcó con asombro Hisagi, un alto y apuesto joven de cabello negro y desordenado, que además llevaba el número 69 tatuado en una zona de su rostro. Después de pegar aquel grito, se dio cuenta de que no había sido demasiado discreto, puesto que todos le habían oído y ahora estaban cuchicheando al respecto, pero lo que más le aterró fue ver al jefe afuera de su oficina, mirándole como si le fuese a cortar la cabeza.

Tragó saliva, totalmente nervioso y miró a Matsumoto, como buscando un apoyo, pero la mujer sólo se limaba las uñas.

Hitsugaya miró mal a todos sus trabajadores, los que enseguida regresaron al trabajo haciendo como si nada hubiese pasado. El albino entonces simplemente los pasó a todos de largo, saliendo de la enorme oficina para dirigirse al ascensor.

Después de que el jefe se perdiera de vista, Hinamori apareció totalmente apenada, yéndose a sentar al lado de su amiga Orihime, la cual aún no salía de su asombro tras lo oído respecto a ella.

—H-Hina-chan… –trató de hablar, pero la misma Momo se lo impidió.

—¡No es cierto eso que andan diciendo! –aclaró sonrojada —. S-sólo le ayudaba a Hitsugaya-kun con una mancha.

—Pues déjame decirte que parecía todo menos eso –rió Matsumoto, al notar que la jovencita se ponía aún más sonrojada, parecía que de verdad hablaba en serio —. Pero no deberías apenarte, es normal entre dos personas que se aman hacer ese tipo de cosas.

—Pero es que no estábamos haciendo nada, lo juro –volvió a reiterar Hinamori —. Hitsugaya-kun y yo somos personas responsables, no haríamos… algo así en la oficina… –sus mejillas volvieron a teñirse de rojo, imaginando como hubiera sido todo si de verdad hubiesen estado haciendo "algo", de sólo pensarlo se sentía como una persona malvada, ella jamás había tenía pensamientos que implicaran algo sexual con ningún chico, al menos no antes de esto. ¿Sería algo malo?

—Bueno, como digas –Matsumoto sonrió incrédula ante las palabras de la chica, para ella era muy claro lo que había visto y nadie le refutaría que Momo y su Taicho estaban haciendo "cochinadas" en la oficina. Justo cuando se dio la vuelta para regresar a su trabajo (en realidad iba a leer revistas y a dormir) recibió una llamada a su celular, por lo que esbozó una gran sonrisa al reconocer a esa persona —. ¿Bueno?

Hola, Ran-chan –le dijo el hombre del otro lado, quien era nada más y nada menos que Gin. Aquella vez que se encontraron afuera de la tienda de ropa ninguno de los dos perdió el tiempo e inmediatamente se pidieron los números de teléfono —. Oye, me preguntaba si tienes algo que hacer más tarde, me gustaría invitarte a comer.

—Oh –Matsumoto miró su agenda, la cual sólo decía cosas sobre trabajo, trabajo y más trabajo, pero sin importarle nada arrancó la hoja completa y la arrojó a la basura —, no, no tengo nada que hacer, estoy total y completamente libre, como si alguien hubiese echado mis obligaciones a la basura.

Genial –dijo Gin —. ¿Entonces paso por ti a alguna parte?

—No, no es necesario –la chica miró la hora en su reloj de mano —. Nos veremos en el parque central ¿Te parece?

Me parece perfecto.

Después de aquello la conversación acabó, dejando a una satisfecha Rangiku, pues se iba a encontrar con ese hombre que ciertamente le revolucionaba un poquito las hormonas.

Mientras tanto, Momo y Orihime comentaban lo sucedido, pero la castaña insistía en su versión de los hechos, lo que terminó por convencer a su amiga.

—Es de verdad Hime-chan, yo no… –bajó la mirada apenada —. Y-yo nunca lo he hecho con nadie –aseguró.

—P-pues… b-bueno, de todos modos no es nada malo… pero… ¿De verdad?

Hinamori asintió con la cabeza, sin embargo eso que acababa de confesar no pensaba decírselo a nadie, mucho menos a Toushiro, seguro que se burlaría de ella al saber que aún con sus vientres años todavía no había tenido relaciones con nadie. La verdad era que no había querido hacerlo pues esperaba que compartir ese momento especial sólo con el chico que amara, lástima que aún no lo encontrara.

O tal vez ya lo había encontrado y no se daba cuenta.

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—¿Dónde estás? –cuestionó el chico de cabellos blanquecinos con el ceño fruncido y muy enojado, pateando las puertas de la casa a la que acababa de entrar de una manera nada educada. El lugar era muy bonito, decorado con un estilo sobrio y refinado, seguro que era el estúpido mal gusto de Aizen —. ¡Mayumi, te voy a encontrar igual así que más te vale responder! –insistió, golpeando otra puerta que llevaba al cuarto de la chica. Se fijó en el baño y entró a éste sin reparos, pero se detuvo en la puerta con la boca abierta.

Ahí estaba por fin la susodicha, Mayumi Aizen efectivamente se encontraba en el baño de su habitación, el problema era que… ¡Estaba desnuda!

—¡Lo siento! –se disculpó Toushiro avergonzado, dándose la vuelta y cubriéndose los ojos, pensó que recibiría alguna cachetada o algo por el estilo, pero no oyó nada, sólo pudo sentir cuando los brazos de la chica lo rodearon desde la espalda hasta el vientre —. ¿Qué haces Mayumi?

—Tou-kun, no puedo creer que hayas venido a mi baño a verme desnuda –dijo la muchacha, pegando provocadoramente sus senos a la espalda del albino, el cual se tensó completamente —. ¿Qué te trae por aquí? –preguntó —. Pues no creo que sólo vinieras de pervertido, ¿o sí? –se acercó al oído del chico —. Porque si es así te llevaré enseguida a mi cama.

Nuevamente Toushiro se tensó ante el aliento de la chica y a sabiendas de que ella le estaba abrazando desnuda, no pudo evitar recordar la única noche que pasó con ella, que aunque no había estado para nada mal, era algo de lo que se arrepentía, pues desde entonces ella no dejaba de acosarlo.

—¡N-no vine a eso! –respondió al fin, haciendo que la castaña lo soltase para tomar una toalla y tirársela encima prácticamente —. Cúbrete y luego explícame por qué mandaste a publicar todas esas cosas.

—¿Yo? ¿Qué cosas? –cuestionó Mayumi, envolviendo su delineado cuerpo con la toalla que Toushiro le había entregado —. No sé de qué me hablas Tou-kun, yo no dije nada sobre ti y Momo-san.

—¿Cómo sabes que es eso? –el albino entrecerró la mirada al notar el nerviosismo de la chica, una cosa que ella tenía como punto débil era el no poder controlar su lengua a la hora de mentir, prácticamente soltaba las verdades sin darse cuenta de ello —. Lo sabía, sí fuiste tú después de todo ¿No es verdad?

—Bueno, y si fuera así ¿Qué? –la castaña volvió a acercarse a Toushiro de una manera sugerente. Jamás podría olvidar aquella noche en que él la hizo suya, había sido completamente apasionado y no podía soportar la idea de que ahora él no le hiciera caso, no negaba que le encantaba que fuera así de indiferente y despreocupado, pero también era doloroso amar a una persona hasta ese punto, porque para ella lo que sentía era amor.

—No tienes ningún derecho de andar divulgando mi vida –dijo el chico con el ceño fruncido, alejándose de ella. Maldición. Era realmente difícil no hacerle caso a una chica tan hermosa que además estaba desnuda y se le insinuaba constantemente, pero él sabía que si caía estaría atado a ella para siempre y no quería, no podía atarse a ninguna mujer, porque no creía en eso del amor y sabía que tarde o temprano iban a terminar separados y heridos, por eso lo mejor era no sentirlo, evitarlo a toda costa.

—Lo hice porque quería ver que harías cuando todo el país supiera que te ibas a casar, sé que esas cosas no te gustan –Mayumi se alejó de él, recogiéndose el largo cabello hacia uno de sus lados —. Aunque esperaba que dejaras a esa novia tuya,

—Pues para tu información, no pienso dejarla porque la amo –después de esas palabras se volteó, sorprendiéndose incluso a sí mismo con lo que acababa de decir, obviamente era una mentira eso de que amaba a Hinamori, pero vaya que le había salido bien actuada. Comenzó a caminar par irse, pero sintió un agarre en su brazo.

—N-no te vayas Tou-kun, por favor… –le rogó Mayumi, volviendo a abrazarlo por la espalda, pero él sólo se soltó y se fue de ahí, aún enojado pero a la vez frustrado. Por haber visto a Mayumi desnuda, ahora no dejaba de tener ganas de estar con una mujer, hace tiempo que no estaba con ninguna y se estaba aburriendo.

Por otro lado ella sonreía, aunque Toushiro se había ido él no había sido para nada indiferente con lo que ella acababa de hacer, así que no pensaba rendirse, aunque tuviera que jugar sucio, se quedaría con él y haría a un lado a esa tonta Momo Hinamori, sólo ella tendría a Toushiro.

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Ichigo estaba sentado en la sala de espera de la clínica de su padre, ya que a veces le ayudaba con algunos archivos y cosas por el estilo, pero la verdad esos temas le aburrían, lo único que en verdad le motivaba era la música y el sueño de ser famoso algún día, cosa que poco a poco iba cumpliendo gracias a su grupo y al programa de talentos.

—¡Ichigo! –le llamó Isshin desde su oficina —. ¡Ven aquí y ayúdame a organizar estos papeles! –al oírlo una expresión de aburrimiento apareció en el rostro del joven Kurosaki, el cual no lo pensó dos veces para salir corriendo de ahí, ni loco pensaba pasarse toda la tarde haciendo esas tonterías. Desde que había dejado los estudios de medicina se la pasaba en trabajos temporales, pues había decidido no seguir con esa carrera que sinceramente, sentía que había elegido más por su padre que por sí mismo, sin embargo por ahora no tenía nada que hacer, así que sólo podía darse vueltas por la ciudad.

El estómago le estaba sonando y decidió pasar a comer algo a un pequeño restaurante donde siempre le cobraban poco, se saciaría y luego vería que hacer.

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Orihime terminó las primeras horas de su turno y salió junto con Hinamori a buscar un buen lugar para almorzar, aunque la segunda no dejaba de pensar en que le hubiera gustado mucho volver a comer junto a Toushiro, él se había portado muy bien la última vez, sin embargo comprendía que en este momento debía estar verdaderamente ofuscado.

Las dos se adentraron en un pequeño restaurante y comieron de lo más animadas, charlando sobre cosas triviales y algunos asuntos que tenían que ver con su amiga Rukia, la cual había prometido hablar con ambas más tarde.

—¿C-cómo? ¿Rukia-san de verdad hizo eso? –cuestionó Momo sorprendida, no podía creer lo que acababa de oír. Ella no conocía a ese tal Renji, pero por lo que sabía de él, era muy amigo de Rukia, casi se conocían desde que ambos eran niños, no debía ser fácil el haber echado a perder una amistad así por una tontería. De pronto se ponía a pensar en su situación, cuando regresó a Tokio lo que menos pensó fue en terminar involucrada en un noviazgo falso con su mejor amigo de la infancia, hay que ver que la vida es rara a veces.

—Ajá, ella misma me lo dijo, pero se veía muy mal, creo que deberías hablar con ella –aconsejó Orihime —. Ella siempre sigue tus consejos Hina-chan.

—S-sí, yo hablaré con ella –después de eso las dos siguieron comiendo y hablando como si nada. Orihime no volvió a tocar el tema de lo ocurrido durante la mañana en la oficina, imaginaba que debía ser tremendamente vergonzoso para ella, sobre todo siendo un malentendido, así que prefirió guardarse sus comentarios al respecto.

De pronto, Momo recibió un extraño mensaje que la hizo quedar muy sorprendida, justo había acabado de comer y miró a su amiga para disculparse.

—Lo siento Hime-chan, necesito irme antes, tengo algo que hacer –avisó con una sonrisa, a lo que la joven peli naranja simplemente asintió con la cabeza. Vio alejarse a Momo y cuando ella estaba por hacer lo mismo, abrió los ojos con sorpresa en cuanto vio a cierta persona comiendo unas cuantas mesas más allá, no podía creer que no lo había visto antes, hasta se sentía una tonta por ello.

—Es… es Kurosaki-kun… –murmuró con un leve sonrojo en sus mejillas. Bajó la mirada y quiso salir de ahí sin ser notada, mas el chico había volteado por casualidad hacia donde ella se encontraba y al verla, se atragantó con un pedazo de carne de la impresión —. ¿Kurosaki-kun? –Orihime le observó preocupada, corriendo hacia donde se encontraba él, para darle leves golpecitos en la espalda y ayudarlo a tragar el alimento —. ¿Estás bien?

—S-sí –respondió el chico bebiendo un poco de jugo con mucha rapidez, para después volver a respirar tranquilo —. ¿Qué haces aquí Inoue?

—Eh… yo… bueno, vine a comer con una amiga pero ella ya se fue –respondió tímidamente. Todavía no podía creer que de verdad hubiese conocido al chico que veía todos los fines de semana en la televisión, era como conocer a una súper estrella, sólo que Ichigo no era tan famoso, todavía.

—Ya veo… –Ichigo no sabía que decir, siempre que la veía a ella se quedaba en blanco. Nunca había sido tan tímido con las mujeres, aunque siempre le daba algo de vergüenza salir con alguien, esta era la primera vez que se comportaba como un verdadero imbécil frente a una, o como diría Rukia, todavía más imbécil de lo normal.

—Bueno, yo creo que… ya me voy… t-tengo que volver al trabajo.

—Espera Inoue –la detuvo Ichigo, sin siquiera saber por qué lo había hecho, sin embargo ya había hablado y no se podía echar para atrás —. Yo… te acompañaré… es decir, ¿puedo acompañarte?

—Claro que sí Kurosaki-kun –dijo la chica con una dulce y amable sonrisa, una que siempre que Ichigo la veía sentía una extraña punzada en su pecho, pero no era algo desagradable, al contrario.

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Renji estaba todo manchado de grasa luego de haber arreglado el motor de uno de los tantos automóviles que llegaban a su taller, el cual era parte de la famosa cadena de talleres automovilísticos de los Kuchiki, el dueño era Kuchiki Byakuya, el hermano mayor de Rukia, quien curiosamente se encontraba frente al pelirrojo mientras éste se limpiaba las manos.

—Ya, no tenemos para que hablar de eso enana, no fue más que una tontería –aseguró el chico desviando la mirada, porque a fin de cuentas no era capaz de verla a los ojos, le costaba demasiado el sólo hecho de pensar en volver a actuar como antes, pero estaba haciendo un esfuerzo.

—¿Una tontería? –Rukia frunció el ceño con enojo, aunque por dentro esas palabras la ponían muy triste —. ¿Eso fue para ti Renji? ¿Una tontería?

Renji frunció el ceño; era obvio que había metido la pata otra vez.

—Mira, habíamos bebido y… bueno, en otras circunstancias jamás lo habríamos hecho ¿No es así? –bajó la mirada al decir esas palabras, pues sabía que no era cierto, él –aunque estuviera sobrio– habría dado lo que fuera por estar con Rukia, el problema era que tal vez ambos eran demasiado orgullosos para admitirlo, y claro, Byakuya, él jamás permitiría una relación entre ambos.

Rukia asintió con la cabeza. ¿Qué caso tendría el decirle a Renji lo que en verdad sentía por él en este momento? Con lo que él le acababa de decir, le quedaba más que claro que para él sólo eran amigos, entonces, para ella debía ser igual.

—Claro que sí, ¿qué creíste mandril? –se burló la chica, si bien en realidad estaba muriendo por dentro, por fuera debía mostrar esa sonrisa que siempre la había caracterizado como una chica fuerte y segura de sí misma.

El pelirrojo también sonrió; no quería que nada cambiara, nada podía cambiar, porque tenía demasiado miedo de ello.

—Así es, y no me digas mandril enana –le regañó haciendo parecer que estaba molesto.

Era así como ambos olvidarían que hace unas noches atrás se habían olvidado de que eran amigos, y habían decidido demostrar lo que sentían entregándose el uno al otro, lástima que no tuvieran el valor suficiente para aceptar que el alcohol no había tenido nada que ver.

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Momo estaba entrando a una librería de lo más bonita, la cual estaba atiborrada de chicas de su edad y también menores y mayores, pero ella había logrado pasar a través de todos y entró gracias a que la dueña era amiga de ella.

—Lisa-san –llamó sonriente a la muchacha que estaba detrás del mostrador, la cual estaba leyendo una revista de dudosa reputación. Bajó aquel objeto y se pudieron apreciar sus lentes, así como el color verdoso de sus ojos y su cabello azabache, amarrado en una larga trenza que caía por su espalda.

—Oh, finalmente llegaste Momo, justo antes de que la avalancha de chicas se lo lleve todo –rió la mujer de no más de veinticinco años, la cual sacó desde debajo de su estante, un libro de portada celeste y envuelto en una bolsa de plástico, totalmente nuevo y original, el cual entregó a las manos de Momo como si fuera una reliquia sagrada, pues así lo veía la muchacha —. Es el último autografiado, así que me lo debes.

—¡Gracias! –Hinamori abrazó aquel libro con todas sus fuerzas, no podía creer que tenía l fin la última novela publicada de Hyorinmaru, en cualquier momento se pondría a saltar de la emoción por haber adquirido tal maravilla.

—Bien, ahora vete antes de que ellas se den cuenta y nos asesinen –le ordenó la muchacha de los anteojos, orden que Momo acató en menos de dos segundos, no pensaba esperar más para comenzar a leer.

Como amaba a aquel escritor, deseaba con todas sus fuerzas el poder conocerlo, lástima que a él no le gustara la prensa ni nada que tuviera que ver con ella.

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Toushiro regresó a la oficina y se quedó un rato en la cafetería, la verdad le daba algo de pena regresar a su oficina y tener que pasar frente a los cubículos de todos los empleados, porque todos le iban a mirar raro después de lo que supuestamente había hecho con Momo. Lo más estúpido de todo era que no habían hecho nada, pero le hubiera gustado mucho, demasiado.

Cerró sus ojos esmeraldas y echó su cabeza hacia atrás, hasta que de pronto sintió una leve brisa sobre su cabello. Abrió los ojos y divisó a Momo parada detrás de él, soplándole con su pequeña boca hecha una trompita; se veía tan dulce.

—¿Qué crees que haces? –le preguntó aparentando estar molesto, volviendo a sentarse correctamente. Miró como la castaña se sentaba frente a él y le sonreía —. Hey, te pregunté algo –insistió.

—Nada, es sólo que al verte así me dieron ganas de hacerlo… ¿Recuerdas que solía despertarte de esa manera? –habló bajando la mirada, con sus mejillas algo enrojecidas.

—Cierto –el albino sonrió de medio lado al acordarse de aquello, cuando eran niños estaban unidos de muchas maneras, casi pasaban todo el día juntos y eso siempre era divertido. Volvió a observar a Hinamori y notó lo que ella apretaba contra su pecho de manera posesiva, sorprendiéndose un poco al darse cuenta de que era, puesto que él podría distinguir aquello en cualquier lugar —. Ese libro… –murmuró.

—¿Este? –Momo señaló la obra que llevaba consigo —. No me digas que a ti también te gusta –esbozó una enorme sonrisa —. ¿No es verdad que Hyorinmaru es el mejor escritor del mundo? ¡Yo adoro cada una de sus novelas! ¡Las tengo todas en un estante!

Hitsugaya no pudo evitar el emitir una leve sonrisa de arrogancia, que Momo dijera todas esas cosas sobre él, sin duda era algo realmente reconfortante, sin embargo la chica no tenía ni la menor idea de a quien se lo estaba diciendo.

—¿Sabes? Tal vez deberías leer un poco de él, seguro así serías menos amargo, Shiro-chan –y esas palabras bastaron para que una venita apareciera en la sien del muchacho, el cual sólo se cruzó de brazos y desvió la mirada. Si Momo supiera que la persona a la que tanto admiraba estaba ahí mismo, frente a ella.

—Pues no creo que necesite leer a nadie, soy como soy y punto –respondió ofendido, sin embargo, por dentro sentía la tentación de reírse. Fue en ese instante en que estuvo viendo el rostro de Momo que una nueva idea vino a su mente, la inspiración que le había estado haciendo falta para la novela que ahora escribía.

Ella había sido como su musa.

Continuara…

Avance:

Ichigo conoce un poco más a Orihime, ideando con ello una nueva canción para su grupo, la cual les ayuda en el concurso de televisión. Toushiro encuentra su inspiración en Momo, descubriendo en ella a un ser demasiado atrayente, sin embargo, nuevamente es acosado por la prima de Aizen. Sousuke se propone conquistar a Momo y arrebatarla de los brazos de Hitsugaya. Gin y Matsumoto se llevan cada vez mejor, pero no todo es color de rosa para el vicepresidente de Hogyoku Company. Rukia mientras tanto se deprime al enterarse de que Renji sale con alguien.

Próximo capítulo: Una nueva inspiración.

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Bien, eso ha sido todo por ahora.

Las cosas con Shiro se ponen un poco tensas debido a la primita de Aizen ¿No?

¿Y que tal la escena del principio? Jajaja, lo que hace una mala postura xDDD Y cuidado, que la cosa no termina ahí, todavía hay más, mucho más.

¿Quién quiere un momento GinRan, IchiHime o RenRuki? Bueno, pues los haré igual aunque no quieran jajaja, ya, en fin, me despido ^^

¡Bye!