Lo ocurrido hasta ahora: Shizuo, Kadota, Shinra e Izaya acaban compartiendo piso. En la fiesta de Halloween que los cuatro celebran, Shizuo descubre a Izaya enrollándose con otro chico. Borracho y confuso, le tira un ajo a la cabeza y sale corriendo. Al día siguiente, los dos hablan seriamente, Shizuo jura no contar nada, e Izaya vuelve a ser el sarcástico hijo de puta que normalmente es. Lo cierto es que Shizuo se había sentido tentado por "el otro lado" en algunos momentos de su vida, pero siempre lo había negado por miedo. La vida sigue, pero parece que el compartir el secreto de Izaya pone las cosas en perspectiva para los dos.

Comienza el Shizaya por fin en 3, 2, 1…


#Húmedo.

En el edificio en el cual Shizuo & Co. vivían, había una azotea. No fue sino tras un par de meses de ser inquilinos del inmueble, que Izaya, en una tarde de aburrimiento, decidió salir a investigar escaleras arriba.

Y resultó no ser un mal hallazgo, porque además de un par de bancos de piedra que resultaron ser muy convenientes para subir a fumar un cigarro en lugar de tener que salir a la calle, había también unas cuerdas que en su día probablemente hubiesen servido para tender la ropa. Eso habría sido antes de la maravillosa era de las lavadoras-secadoras. En el afán rastrero de Shinra por recortar unas monedas de aquí y de allá, y hacer honor al título de jóvenes independientes y con escasos recursos, les hizo subir hasta allí a partir de aquél momento a tender su ropa, en lugar de llevar las cestas a la lavandería de la esquina.

Shizuo se decía a sí mismo una y otra vez que Shinra era supuestamente muy inteligente y algo de razón llevaría, pero la verdad es que simplemente no tenía ganas de discutir.

El día en el que el comportamiento de Izaya pasó a ser aún más extraño pero sin embargo también a tener más sentido, todo ocurrió allí arriba. Shizuo se estaba haciendo un verdadero adicto a la lectura, por la falta de entretenimiento sin su familia alrededor, y la falta aún más pronunciada de ganas de compartir nada con sus compañeros de piso. Al menos en lo que a Izaya y Shinra se refería, obviamente, pero con la gran oferta de trabajo de Kadota en las últimas semanas, no es que tuviesen demasiado tiempo para verse. Lo cierto es que a la vez envidiaba y se alegraba por su amigo, aunque por las noches regresase a casa tarde y hecho polvo, y por las mañanas se fuese temprano y con ojeras.

El caso es que dos meses antes, si un libro hubiese caído en las manos de Shizuo y éste hubiese tenido hambre, seguramente le habría puesto sal y le habría dado un bocado. Nunca se caracterizó por su derroche de inteligencia, y no se esperaría de él que jamás realizase un ensayo sobre Cervantes o sobre cualquier cosa, y de ahí la sorpresa de sus compañeros cuando día tras día se podía ver a Shizuo tumbado en el sofá, con una novela entre sus manos.

En un intento por devolver su mente al mundo consciente y tomar un descanso de tanta letra, decidió una tarde de otoño subir a la azotea a escondidas para fumar un cigarro. No es que quisiese esconder el tabaco, -todos sabían que hacía algunos meses que había empezado a fumar- sino que no quería admitir frente a la rata que aquella azotea había sido un gran descubrimiento.

Sin embargo, para su desgracia, y como no podía ser de otra forma, mientras exhalaba al cielo una bocanada de humo, Izaya apareció por la puerta, con una cesta de ropa limpia y húmeda en sus manos.

- Oh. ¿Se puede saber que haces en mis tierras, plebeyo-chan?

Shizuo no pudo evitar dejar escapar una breve risa sarcástica.

- ¿Tus tierras? El día en el que a ti te hagan de la nobleza, daré un golpe de estado.

- Intentaré que no te castiguen muy duramente cuando fracases, Shizu-chan.

Y el apodo por el que a la maldita pulga le gustaba llamarle nunca dejaba de erizarle el vello de la nuca.

Sin más, Izaya simplemente se aproximó a las cuerdas, dejó el canasto en el suelo y, de espaldas al rubio, comenzó con la tarea de poner sus prendas a secar. Shizuo, a falta de algo mejor en lo que entretenerse, seguía los movimientos del otro mientras inhalaba y exhalaba humo ruidosamente.

Izaya estaba demasiado delgado. Tras vivir ya unas semanas juntos, sabía bien que no solía comer mucho, que dormía muy poco y que nunca parecía poder quedarse quieto en el mismo punto por más de diez segundos. ¿Será hiperactivo? Eso explicaría muchas cosas. Su comportamiento, por ejemplo. Como el no poder tener la boca cerrada, el tener que tocarle las narices todos los días y a todas horas para matar el aburrimiento, y aceptar cualquier trabajo que le ofreciesen sus nuevos amigos de la yakuza.

Debería comer más de todas formas, porque cada vez que se agachaba a recoger una nueva prenda del canasto, se apreciaba mejor la estrechez de sus caderas y la escasez de su trasero. Y cuando se estiraba para alcanzar las cuerdas y colocar las pinzas, Shizuo podía ver, estirando un poco el cuello, el lateral de Izaya, bajo cuya camiseta asomaba el principio de sus costillas, tan bien marcadas como las vértebras de su columna en la parte baja de la espalda. Tampoco era una delgadez extrema, porque no era algo feo. Era… pequeño, frágil, pero aún atractivo y que llamaba al tacto.

- ¿Me estás mirando el culo, Shizu-chan?

Izaya se había agachado a recoger una nueva pieza de ropa, y entre sus propias piernas, cabeza abajo, miraba a Shizuo con una sonrisa entre los labios y el flequillo colgando, despejándole la frente. Aunque no quisiera, sólo podía hacerle gracia.

- No hay nada que mirar. Eres la radiografía de un suspiro, pulga.

- Así que de veras me estabas mirando el culo. Qué guarro, Shizu-chan.- Dijo Izaya intentando hacerse el ofendido, y volviendo inmediatamente al trabajo. – Cuando acabes de fumar, ¿podrías por favor ayudarme a doblar estas sábanas?

Shizuo tiró la colilla al suelo, la pisó para apagarla y se levantó en dirección al moreno. Hoy, no sabía por qué, Izaya le estaba entreteniendo más que fastidiando, y era agradable enterrar el hacha de guerra de vez en cuando y respirar.

- ¿Desde cuándo necesitas tú mi ayuda?

- Desde que Shizu-chan es malo conmigo y me hace darme cuenta de que soy más pequeño que él y no puedo doblar unas sábanas tan grandes yo solo.

- Siento haber herido tus sentimientos, Izaya-kun. – Replicó Shizuo rápidamente, con un exagerado y falso gesto de dolor, llevándose la mano al pecho.

Izaya no volvió a responder, simplemente tendiéndole un extremo de las blancas sábanas, y riendo ligeramente. Un sonido que le pareció extrañamente agradable. Definitivamente Shizuo podría acostumbrarse a estos momentos, pero no se engañaba a sí mismo y sabía que se trataba de Izaya Orihara, y que esto sólo era una tregua hasta que mañana se despertase y volviese a ser el cabronazo que es la mayoría del tiempo.

- Qué bien huele…- se oyó decir a Izaya.

El aire que envolvía la pequeña azotea se había impregnado de humedad y de la fuerte fragancia a alguna flor familiar del nuevo suavizante de Izaya. Entre los dos colgaron la sábana, y estando separados por ésta, Izaya se dirigió a Shizuo.

- Acércate, Shizu-chan. ¿Sabes a qué huele?

A ti. Pero no dijo nada, y se limitó a acercarse a la tela, y pegar su cara contra el material para llenar sus pulmones con el agradable aroma e intentar adivinar qué flor era la que le daba ese olor tan agradable. A contraluz como estaba, notó la sombra de Izaya, al otro lado de la sábana, cerrarse sobre él y acercarse. Así notó cómo el otro también acercaba su rostro, y notando el contacto de otros labios en los suyos a través del suave y húmedo material, oyó a Izaya inhalar fuertemente y susurrar.

- En verdad huele bien…

Shizuo se encontraba paralizado en el sitio, esperando que algo diese un mínimo de sentido a la situación, pero Izaya se limitó a dar media vuelta y dirigirse hacia la puerta de la azotea. Antes de desaparecer tras ella, dijo una última cosa más.

- …me pregunto cómo sabrá…

Y Shizuo, el canasto y la sábana se quedaron en la azotea unos cuantos minutos, pensando en muchas cosas, ninguna con sentido.

Continuará (pronto).


Siento muchísimo esta ausencia. He tenido otra de mis crisis de creatividad, pero voy a continuar esta historia, y voy a terminarla. Echaba mucho de menos escribir crack. Cierto que este capítulo es más serio y corto que los demás, pero vendrá más, pronto.

Por cierto, contestaré todas las reviews recibidas. Siento las que no pude contestar en el pasado. Gracias a todos :)