u.ú No tengo perdón. Pero… ¿Me perdonan? La uni me estaba matando, es decir, me sigue matando pero ya volvió de paso mi imaginación.
Bueno, les dejo leyendo.
Fandom: Pandora Hearts
Claim: Elliot Nightray & Reo
Tabla: 30 besos
Tema: #05. Derramar
Advertencias: Posible spoiler (últimos capítulos del manga), AU, Angst ligero, Shonen-ai.
Notas: La tabla será rellenada en un orden temporal que seguiré. Por tanto los capítulos estarán relacionados entre sí. Disfruten la lectura.
Disclaimer: Estos geniales personajes y Pandora Hearts pertenecen a Jun-sama. Si fueran míos, la historia se centraría por siglos en estos dos (?)
27. Derramar
Me sentía inquieto.
Un remolino de felicidad y remordimientos entre muchos otros sentimientos, se posaban en mí cada vez que tú te acercabas.
Además de mis preocupaciones normales sobre ti, desde que había comenzado a trabajar te comportabas extraño. Te molestabas cada vez que tenía que irme, y se te había hecho costumbre el ir a buscarme a la hora de salida. No me malentiendas, no es que esto último me molestara, incluso puedo decir que me gustaba, saber que te preocupabas por mi. Pero me inquietaba y perturbaba desde que comenzaste a ir cada vez más temprano, a veces quería creer que te olvidabas de la hora exacta, pero aunque lo mencioné vagamente una vez, seguiste llegando aún más temprano.
No entiendo lo que pasa en tu mente, y no soy capaz de preguntártelo porque se que quien oculta mas cosas entre nosotros soy yo mismo.
Al menos trabajar me da tiempo de despejarme, aunque termino exhausto. Definitivamente es más extenuante que leer libros o ser tu sirviente. Nunca me pediste hacer trabajos pesados, y ahora no era capaz de hacer todos los que me pedían.
Pero para mi alivio, apareció Kaine. De cabellos ligeramente ondulados y cortos, parecidos a los de tu hermano Gilbert, aunque de un brillante y explosivo color rojo. Sus ojos parecían siempre estar sonriendo en tonos grises. El primer día caí en cuenta de su personalidad relajada, cuando me confundió con una chica. Luego de enterarse de la verdad solo se rió e incluso comenzó a ayudarme con las tareas con las que yo no era capaz.
Si, Kaine es un buen chico. Aunque algo me dice que tiene problemas con su familia, o no viviría solo. Cuando le hablé de ti se sorprendió de que viviéramos juntos. Descuida, no le he contado más de lo necesario.
El día en que el vaso se rompió ¿Cómo olvidarlo? Sobretodo por la reacción que tuviste. Me quedé tan asombrado que solo pude murmurar cosas sin mucho sentido, mientras la calidez de tus labios sosteniendo mi dedo herido me había hecho olvidar el pequeño dolor que sentí con el corte.
Creo que sufriré un colapso nervioso cada vez que te vea de cerca y recuerde el calor de tu boca. Mi alma parece quemarse en los remordimientos de los recuerdos y lo feliz que me hace que estés cerca.
Elliot, te tengo cerca pero mi alma se duele extrañándote, junto a los recuerdos que perdiste de mí y las miradas que no volverían.
A veces cuando me voy a dormir, antes de sufrir una serie de pesadillas me pregunto si podré soportar esto por tanto tiempo. Tenemos una nueva vida por delante, pero… creo que ya sabes todo lo que puede cambiar un solo encuentro.
Ese día también me tocaba trabajar. Y me levanté como todos los otros días. Tú a tu vez te despertaste nada más salí del baño y me regañaste por no avisarte.
La rutina siguió su camino cuando hice el desayuno y te sentaste en el puesto frente al mío. Te sonreí como solía sabiendo por tu expresión que ya comenzabas a enojarte por mi futura ausencia de algunas cuantas horas.
-Elliot…- te llamé rompiendo la rutina de todos los días. Nuestra conversación en las mañanas no era muy fluida y el punto estaba en evitar temas relacionados a que tendría que irme en pocos minutos. Pero lo que iba a decirte, no tenía mucho que ver con mi trabajo, o tal vez si, sin embargo…
Mis pensamientos se vieron interrumpidos con tu rápida respuesta.
-¿Qué ocurre?- preguntaste al parecer preocupado. Y yo trate de pensar que no era realmente así pues no me gustaba el tono afligidon en tus orbes azules.
-Lo he pensado un tiempo, y Kaine me lo mencionó tambien el otro día…- comencé a explicarte pero la expresión en tu rostro se transformo rápidamente. Estabas molesto.
Me quedé en silenció por la breve confusión y tuviste que apremiarme para que continuara. -Pues… eh… Creo que deberías seguir tomando clases.- dije finalmente.
Ninguno de los dos había terminado los estudios en Latowidge, y aunque yo sabía mucho por los libros, no cuidar de la educación tuya era imperdonable. Más en este nuevo mundo del que poco sabíamos y porque teniendo casi seguro de que pasaríamos mucho tiempo aquí era mejor acostumbrarse a esta nueva vida, o mejor dicho, darte un poco de la vida que merecías.
-No lo acepto- dijiste terco como siempre.
Solté un suspiro mirando la hora, ya solo tenía unos pocos minutos para convencerte antes de tener que irme. –Elliot, ¿Por qué te niegas sin siquiera pensarlo?-
-No es eso…- señalaste por lo bajo aun con esa aura de molestia rodeandote.
-Entonces?- pregunté sin entender el rumbo de tus pensamientos.
-Si lo que quieres es que ocupe mi tiempo, trabajaré. No es justo que solo tú te lleves la parte difícil-
Eso me cayó como un balde de agua fría. Y luego de volver a suspirar e intentar explicarte razones, te dejé. Aunque por lo visto no iba a ser capaz de convencerte.
Ya sabía cuan difícil era convencerte, por lo terco que eras. Al menos así te recordaba y creía que seguirías siendo a pesar de las circunstancias.
Luego de un pesado día de trabajo donde le comenté a Kaine tu negativa a su idea, llegó la hora de volver a donde nos estabamos quedando. Como siempre, viniste a buscarme y caminamos por las frías calles. Hombros rozándose sin querer, manos que se toparon sin pedirlo y que me hicieron guardarlas en mi pantalón. En momentos así era cuando me dolía tu contacto, quemaba pidiendo más, pero me obligaba a alejarme de ti.
Una vez en la casa no encendiste la televisión y te quedaste mirándome desde la entrada. Me giré hacia ti luego de quitarme la chaqueta que solía ponerme y guardar los sujetadores que habían estado en mi cabello.
-¿Que ocurre?- pregunté preocupado al ver tu expresión dudosa.
-Estuve… buscando, un trabajo. Sabía que no me dejarías así que…- comenzaste a decirme y comenzé a comprender porque estabas tan raro desde esta mañana.
-No quisiste decírmelo- más que una pregunta, fue una afirmación de lo que ahora me parecía una dolorosa verdad.
-No es eso, solo, con lo que me dijiste en la mañana yo pensé que no podría mencionarlo. Pero no tienes que preocuparte, me pagan bien y es por pocas horas y…-
Tus explicaciones me comenzaban a dar dolor de cabeza, y se posó un malestar en mi pecho. ¿Desde qué momento te habías apartado tanto como para ocultarme cosas? Sabía que yo también evitaba mencionar algunos asuntos, muchos en realidad, pero me dolía saber que tú harías lo mismo. Pero me contuve de dejar salir todo lo que sentía en esos momentos y me acerqué con expresión tranquila en el rostro.
-…Al menos dime de que trata el trabajo, y que horarios tienes.- pedí algo abatido.
Pareciste mucho más aliviado, y yo intente evitar que notaras todo lo que pasaba por mi cabeza mientras me comentabas. Un club nocturno, un bar tranquilo donde iban los estudiantes a relajarse y que te había comentado uno de los vecinos el día anterior. Fuiste a verlo durante el día y terminaron dandote el puesto de pianista, solo tres horas tocando y la paga realmente iba bien, aunque el horario era justo después de que yo salía del trabajo por lo que las horas que nos separarían serían más que antes.
Tu expresión parecía más solitaria que la acostumbrada últimamente cuando mencionaste lo del poco tiempo que nos veríamos, y yo quise evitar que se posara esa triste sonrisa en tus labios mientras prometías que buscarías un trabajo mejor.
Se que lo haces por nosotros, por mí. Pero… tengo más miedo del que puedas creer de que te alejes tanto de mi lado, de no poder cuidarte lo suficiente. –No hay problema, iré a verte todos los días- dije sonriendo aunque de fondo siguiera sintiéndome preocupado.
¿Crees que podremos continuar con esto por mucho tiempo?
No se habló más del asunto y algo sorprendido tuve que volver a ponerme la chaqueta, hoy comenzabas con tu trabajo y no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Así que cuando dijiste que podía quedarme si me encontraba muy cansado me negué con firmeza, claro que iría contigo, al menos para asegurarme del lugar que habías escogido.
Caminamos por las frías calles de nuevo, estaba en la dirección opuesta al restaurante donde yo trabajaba y casi reí por la ironía. Todo parecía querer separarnos ultimamente, pero destruiría a ese todo si me permitía con eso seguir a tu lado siempre.
Cuando llegamos el humo del cigarro y un intenso olor a incienso nos recibió. La conversación parecía ser el eje del lugar, donde algunos bebían tranquilamente. No era tan terrible como pensé. Una música que desconocía sonaba por todo el lugar y cuando saludaste al encargado, un hombre de suponía 30 años el te dijo que ya era la hora de tu actuación. Me dijiste que te esperara en la barra y que la cuenta iba por la casa.
Y sentí que habíamos pasado más tiempo separados que nunca.
Era mi culpa.
Luego de una presentación donde los jóvenes asistentes del lugar aplaudieron subiste al escenario. Ahí fue cuando me fijé porque habías querido usar la camisa negra ese día, te hacía ver tan elegante. La chica de la barra me ofreció amablemente algo de beber, pero yo no estaba acostumbrado a las bebidas alcohólicas, así que simplemente le dije que no podía decidirme. Puso luego un líquido colorido en una copa frente a mí, con un pequeño fruto dentro, le escuché mencionar algo sobre Cóctel y algo que no entendí, y lo tomé con algo de curiosidad tratando de no perderme alguno de tus movimientos.
Cuando las teclas empezaron a sonar sentí que revivía algo dentro de mí, y mis ojos quisieron llenarse de lágrimas. Pero no podía llorar, no cuando te giraste hacia mi posición y sonreíste. Justo como antes.
Luego de unas cuantas piezas que estaban en las partituras frente a tus manos, y muchos aplausos por tu sobresaliente talento, que me alegraba que no se hubiera desvanecido con la pérdida de memoria, te dieron un descanso de unos minutos. Aproveché que bajabas del escenario para secarme los ojos humedecidos disimuladamente.
Te acercaste sonriendo casi como antes y quise llorar de nuevo aunque, que me vieras en ese estado, no estaba permitido. Me contaste que no sabías cómo tus manos parecían moverse solas sobre las teclas y yo solo asentía feliz de verte tan animado.
Cuando subiste de nuevo al escenario volví a pedir otra copa, aunque el sabor era algo fuerte para mi garganta sentía que podía hacerme olvidar alguna de mis preocupaciones.
La sorpresa fue cuando llegó un pelirrojo a mi lado.
-¿Reo? ¿Eres tú?- me saludó en exceso feliz y mencionando lo sorprendido que estaba de que estuviera en este lugar.
Le pregunté si había venido acompañado, y te señalé en el escenario y me dijo que había venido a esperar a unos amigos.
Nos quedamos escuchando más de tus piezas y me invitó a una tercera copa que no rechacé. Al momento del segundo descanso, te acercaste y cuando viste a Kaine tu expresión cambió de manera casi perturbadora, quise negar en mi mente la posibilidad de ese cambio, pero era lo que se veía con una simple mirada.
Suspire cuando subiste de nuevo, sentía tu mirada clavada en nuestra ubicación y eso me ponía intranquilo de nuevo. El público comenzó a pedir algo más cuando se acabo el repertorio y me sentí quebrado cuando escuché la melodía que había comenzado a salir de tus manos. Seguramente inconscientemente recordabas el regalo que una vez me habías hecho. Pero yo, quien nunca lo había olvidado ni lo olvidaría, sentí como mis ojos volvían a llenarse de lágrimas que terminaban por derramarse por mis mejillas.
Oculte la vista en medio de toda la confusión, tu música y los aplausos y desaparecí del lugar tan rápido como podía.
Una vez afuera mis sollozos no tardaron en aparecer, no sabes cuanto duele tenerte cerca a veces, recordándome a cada segundo que todo lo que te ocurrió fue mi culpa.
Sentí que unas manos firmes me tomaban por los hombros y luego de entrever el rostro preocupado de mi compañero de trabajo, sentí algo extrañado que me sostenía entre sus brazos. Quise alejarme pero mis propios sollozos no me dejaban actuar como debía y en mi intento de apartarme solo logré quedarme sollozando bajo su expresión de sorpresa, tomándolo de los brazos.
Escuché tu grito por una milésima de segundo y traté de ocultar mi expresión llorosa mientras te acercabas, lo demás también ocurrió en solo unos instantes que me parecieron borrosos y en cámara lenta. De un momento a otro Kaine ya no estaba cerca, sino estampado contra la pared, solté un gemido ahogado por mis sollozos y sentí como tus brazos me tomaban sin cuidado para obligarme a mirarte.
Mi vista estaba nublada y entrecerré los ojos, mareado, cuando te acercaste y sentí tu aliento cálido sobre mis párpados húmedos, dejando suaves besos a tu paso, tratando de calmarme. Claro que dolía, y no sabías cuanto…
Ni siquiera podías imaginarlo.
R: -en la esquina- … Que vergüenza ;/;
N.A: Después de los últimos retrace creo que todos estamos en el rincón... Espero que este fic los ayude a no deprimirse tanto (?)
¿Opiniones, tomates, comida?
Recordatorio: Tomaré como base los temas de la tabla 30 besos para la comunidad de 30 vicios. Pero el fic seguirá una línea temporal. Dentro de lo posible, así que todos los cápitulos/temas estarán ordenados como estime conveniente (Es decir, como subiré a esta página)
Como ya he dicho, se aprecian y aceptan correcciones, abrazos, saludos, risas y claro, Reviews y galletas de frambuesa.
Se cuidan mucho.
Próximo capítulo: Elliot POV
Saludos desde el más lejano~~
Pd: Prometo no tardar tanto para el próximo e-é
¿Galleta? –ojos de … animal (?)