No me maten por favor! se los ruego tengan me piedad! Se que no debí ausentarme por tanto tiempo! Pero llevo meses con este capitulo escrito pero no puedo continuarlo T_T Pero para que sepan que sigo viva (si es que deciden no matarme ustedes) y que no pienso dejar esta historia inconclusa, les subo el ultimo capitulo por la mitad (prácticamente todo lo que tengo escrito)

No se cuando subiré la otra parte, aun no la tengo escrita...tengo en mi mente el final, pero me falta escribirlo asi como las parte entre medio. Pero me voy a esforzar en terminarlo...realmente adoro esta historia y es una de las que mas orgullosa estoy.

Así que nuevamente perdón por casi un año de ausencia... Pueden tirarme con cualquier cosa que tengan a mano (siempre y cuando no sea ningun objeto solido o contundente)

Como he dicho otras veces (y aunque no parezca cierto porque igual demoro en subir) sus comentarios siempre me levantan el animo y ayudan a que me mentalice para escribir por el bien de los lectores... suena a chamusho barato, pero de verdad me hacen feliz ^^

Gomen u.u

Disfruten de la lectura!

Az ^^


Capitulo 5: Un Mundo (Primera Parte)


Siento mi cuerpo extrañamente ligero, y pesado a la vez. Me duele la cabeza como si me hubiese dado de lleno con un árbol, tal vez no tanto. Mmm…es tan cómodo el suelo debajo de mí, que me parece estar flotando en el aire. Qué raro, no recuerdo haberme echado a dormir en un sitio así de suave y cálido. ¿Sera de noche? Todo a mi alrededor esta oscuro. Ah, no, es que tengo los ojos cerrados. De acuerdo. Ahora se porque no recordaba haberme acostado a dormir aquí. No tengo idea de donde es aquí. Aunque tal vez, si… tal vez si sepa donde estoy. Techo de madera. Este conocido aroma en el aire, en el suelo donde estoy. Tonta. No estoy en el suelo, estoy acostada en una cama. Todo aquí desborda con su olor, con el olor de Shizuru.

Retrocedamos un poco. ¿Cómo es que llegue aquí? Misteriosamente cada vez que despierto y me encuentro dentro de su casa tengo que hacerme esa pregunta. Debo estar haciéndome vieja para que parte de mi memoria reciente me sea confusa o la olvide. Pues bien, repasemos. Participe de la Gran Cacería. Si, Mikoto y yo separamos un cervatillo de la manada con mucho esfuerzo y habilidad. Akira y ella lo derribaron. Me sentí muy orgullosa de las pequeñas, bueno, ya no tan pequeñas. Pero eso fue el segundo día. La cacería duro varios días porque no habíamos logrado mucho éxito más que ese cervatillo. Y en cuanto termino…si, en cuanto término vine directo a la casa de Shizuru.

Gire de lado para no estar más boca arriba, algo que no me solía ser muy cómodo. Cuando puse mi peso sobre un lado sentí un agudo dolor en el hombro que me hizo regresar de inmediato a la posición anterior. Por si fuera poco, al hacer un movimiento algo rápido, también sentí unas puntadas a un lado de mi abdomen aunque no estoy muy segura de donde provenía. ¿Por qué siempre termino en la misma situación? Creo que esto es un indicio de que deje las peleas definitivamente. Primero con Nao y luego con ese hombre. Salgo victoriosa pero siempre termino noqueada y hecha polvo. Las peleas no solían ser así antes, generalmente apenas si salía herida. Perdí mi toque. Aunque encontré algo mil veces mejor en el proceso: a Shizuru. Más no niego que en este momento me gustaría encontrar la parte de mi memoria en donde termine en este estado. Ese hombre. Ahora recuerdo bien el haber atacado a aquel hombre que se atrevió a amenazar y, estoy seguro, lastimar a mi Shizuru. Sé que no fallé. Sé que lo mate. Cierro los ojos.

Todo está más claro ahora. Su arma. Él disparo su arma varias veces. ¿Cuántas fueron? ¿Tres? ¿Cuatro? No recuerdo haber sentido el impacto de las balas en mí, pero eso le daría sentido a todo el asunto. Por eso me sentí tan débil de repente. Estaba segura que moriría, que mi tiempo de vida en este mundo terminaría sin poder pasarlo aunque sea un poco mas con Shizuru. Hasta había oído mi nombre ser pronunciado por ella. Podría haber muerto feliz tras haber dado mi vida por ella y escuchado al menos una vez mi nombre con su voz. Que tonta. ¿De qué me quejo? Tengo más de lo que podría merecer. Tengo una nueva oportunidad para permanecer a su lado.

Abro mis ojos mirando al techo y sonrío. Entonces me doy cuenta. La sonrisa de mi rostro se va apagando a medida que pensamientos muy confusos cruzan mi mente. ¿Qué se supone…? Llevo una de mis patas a mi rostro donde se supone estaría mi largo hocico. Que aclaro: no estaba. Y cuando se supone vería mi peluda y negra pata frente a mi rostro vi algo totalmente opuesto: morena, limpia y desnuda; con cinco delgados dedos saliendo de su extremo. Una mano humana. Y el pánico me atacó.


Este es el momento ideal para que yo haga mi aparición y me encargue de contar parte de esta historia. O tal vez no, ya que interrumpí posiblemente en un momento crucial y de sumo interés para aquel que está siguiendo la historia. Sin embargo, estoy en todo mi derecho de hacerlo ya que esta es también parte de mí. Además, ¿quién mejor que yo para relatar lo que paso luego? soy la única que podría. Y demás esta suponer que no será necesario que me presente. Pero si no lo han descifrado aun, solo sigan leyendo y se darán cuenta por si solos.

Solo aclaremos algo primero: nunca me han gustado los animales y jamás tuve o quise tener uno. Hasta que fui salvada por uno, hasta que recibí su visita a diario, hasta que se me hizo indispensable su compañía, hasta que volvió a salvarme la vida. Hasta este momento, jamás me habían agradado los animales. O tal vez solo me agrada uno, una peculiar loba negro azabache de intensos ojos verdes.

Recuerdo la primera vez que la vi, aquella tarde en el bosque, realmente me aterre. Me había costado pero luego de un par de horas había aceptado que moriría allí en el medio del bosque, me dormiría y jamás despertaría, una muerte no muy desagradable salvo por el frio. Pero ahora moriría bajo las manos, mejor dicho bajo los colmillos, de un Loba. Algo doloroso comparado con dormirse por hipotermia. Si bien no acepte esa idea, si me resigne a ella. ¿Que mas podría hacer? No tenía fuerza para huir o resistirme, era preferible que acabase pronto y tal vez no sentiría tanto. Pero el Loba hizo algo que jamás pensé, me dio calor con su espeso pelaje negro. No solo eso, me ayudo también a llegar hasta el trineo de Tate y que ellos me encontrasen.

Desde ese día no he podido dejar de pensar en ese Loba, no podía creer que todo eso había sido real, era imposible. Pero no. Fue real, porque esos ojos verdes me observaron desde la cerca de mi patio una tarde. Y allí estaba nuevamente aquel Loba (que resulto ser una loba) frente a mí, día tras día, aunque yo no le diese más que unas palabras o caricias, ella seguía viniendo. Pasaba tardes enteras en el patio o en la galería de mi cabaña. Aunque jamás entraba, siempre estaba allí. Ladrando, moviendo su cola, atento a lo que yo decía, respondiéndome con gestos pocos comunes. Si. No sabía cómo, pero aquella loba entendía todo como si se trátese de un humano. Al principio me costó un poco aceptarlo, mas no había otra explicación. Luego se hizo más obvia su capacidad para pensar y comprender al nivel de un humano. No se hacen una idea de cuánto me agradaba su compañía, para mí todo entorno a Loba era un misterio. Le hablaba libremente y sonreía con toda naturalidad, algo que con muy pocas personas suelo hacer. Hasta le hacía bromas. Nunca pensé que podría encontrar un amigo tan especial en un animal. Sin embargo todas las noches se marchaba y eso me entristecía un poco, pues el ambiente de mi solitaria cabaña cambiaba cuando la veía rondando por aquí. Era tan extraño, era como si estuviese tratando realmente con una persona. De hecho, su compañía era más agradable que la de varias personas que conozco.

Luego, esa llamada telefónica. Tuve que partir repentinamente una mañana a la gran ciudad sin previo aviso debido al trabajo. Siempre creí que de volver a la ciudad no querría dejarla nuevamente por días, pero fue todo lo contrario. En cuanto puse un pie en ella quise volver al pequeño pueblo. No solo extrañaba su tranquilidad, que en un principio pensé que me aburriría, sino también aquella loba negra. Además me sentía en parte culpable por no haberle avisado de mi partida. Como dije antes, ella entendía todo lo que decía y hubiese podido comprender lo que sucedía sin problemas. Lo más probable es que estuviese aguardando por mí. Y eso me hacía sentir terriblemente mal.

Por suerte mi estadía no se prolongo demasiado, y en menos de una semana ya estaba de regreso en casa. Para mi sorpresa Loba no estaba allí. No obstante mientras estaba acomodando las cosas oí un familiar aullido en las afuera de mi casa. No podrían hacerse una imagen de la sonrisa que tenía en mi rostro cuando salí al patio a recibirle. Fue como si me reencontrase con una vieja amiga después de un largo tiempo. Loba estaba igual de feliz que yo, o tal vez más. Sin embargo parecía no haber comido en estos días, porque estaba tan delgada que podía verle algunos huesos. Me hizo sentir muy culpable, tal vez nunca tuve una mascota pero he oído como los animales se comportan cuando no están sus dueños cerca, lo tristes que se ponen. Aunque yo no era su dueña, y claro, ella no era mi mascota. Y el momento feliz para las dos, opacado un poco por la culpa que sentía, tomo un giro inesperado y desagradable cuando ese otro Loba apareció. Primero pensé que era algún conocido suyo, ¿Qué otro motivo habría para que un Loba aparezca de la nada en mi patio? Luego empezó la pelea y me aterre. Detesto las peleas. Siempre terminan de la misma manera: mal. Siempre fui partidaria de arreglar las cosas hablando, pero temo que en esta situación la única forma sea esta. No soy tonta, se que el ataque no era contra Loba, sino contra mí. Ella solo se puso en el medio y las cosas terminaron así. Ignoro el porqué del ataque a mí persona, pero en el estado en que Loba estaba no iba durar mucho más en pie. Entonces corrí. Corrí a mi cabaña en busca de lo único que podría hacer uso para salvar a mi Loba. La escopeta. Admito que me enseñaron a usarla cuando la compré, solo que nunca tuve la oportunidad de dispararle a algo con intenciones de herirlo, es decir, de usarla en la vida real. Me resulto bastante bien, aunque estaba terriblemente nerviosa logre proteger a Loba y el otro huyo al bosque. Dudo que piense alguna vez en volver por aquí.

Ese día también aprendí un poco de primeros auxilios caninos. Se lo básico para curar heridas, lo que cualquier persona sabe. Nunca lo había puesto en práctica y menos aun con un animal. Es un poco más complicado de lo que pensaba. Luego Loba tuvo que marcharse, supongo que de vuelta con su manada. Me entristeció verla partir tras haber entrado por primera vez a la casa, pero el saber que volvería mi hizo aguardar con ansias su regreso. Lo sé, hablo como si se tratase de una persona. Es que era de esa forma como yo la veía, no era un simple animal para mí, era más que eso, era Loba. Lo sé, lo sé, no tiene mucho sentido.

Pasaron varios días después de eso. Uno de ellos salí pasado el horario de trabajo, teníamos un caso que terminar sin falta y nos demoro más de lo que habíamos calculado. La tarde estaba por dar paso a la noche y yo apenas había pisado el suelo de mi casa. Fui muy descuidada, acostumbrada a la tranquilidad característica del pueblo no pensé, más bien pase por alto, el rumor que circulaba el pueblo. Robos, secuestros, ataques…esas eran cosas de la gran ciudad, aquí todos se conocían y trataban como si fueran familia, incluso con los recién llegados. Era como una tierra aislada en el tiempo, donde las cosas todavía funcionaban como antes. No considere que el aviso de que un hombre buscado, Smith, andaba por la región fuera importante; que el peligro podría llegar hasta este pueblo, hasta mi casa. Si. Me equivoque. Y pague las consecuencias de mi error cuando termine de acomodar mis cosas tras mi llegada. Me dirigí a la cocina, y alguien me sujeto por detrás.

Luche, forceje y quise gritar. Como he dicho, nunca me han gustado las peleas y jamás fui buena en ellas. La fuerza no es un don el cual se me ha dado. De todos modos lo intente, la situación me lo demando y estoy segura de haber sacado fuerzas de donde no tenía con tal de resistirme. Hasta que sentí el frio del metal en mi rostro. Inmediatamente me quede inmóvil. Aterrada. Iba a morir. No había nada que pudiera hacer, aquel hombre dispararía y todo terminaría. No quería. Yo no quería morir. No sé como logre que la voz saliera de mi garganta, muy nerviosa y temblorosa se los aseguro. Le dije que no tenía dinero, que lo poco que tenía estaba bajo el último cajón del placar, que lo tomase y se fuera. Él solo rió. Una profunda y maliciosa risa que me hizo sentir aun mas aterrada, si es que podía estar aun más asustada. Me giro aun riendo y arrincono contra la pared. Sentí dolor al dar mi espalda contra la madera mas no dije nada. Cerré mis ojos al sentir su cuerpo contra el mío. Sabía lo que se venía, lo que iba a hacer. Quería gritar con todas mis fuerzas, llorar hasta que todo terminara, pero me contuve. También sabía que eso era lo que él quería. Que eso lo excitaba más. No iba darle el gusto. Aparte de eso quería desaparecer, estar en cualquier lugar menos en esa habitación con su mano recorriendo mi cuerpo. Quería desconectar mi mente, no saber nada de lo que ocurría. Y quería olvidar. Olvidar todo lo que estaba pasando.

Entonces lo oí. Lejos sí, pero claro. Y luego una vez más. Y otra vez. Cada uno más cercano. Smith ni pareció darse cuenta. Pero yo conocía muy bien aquellos aullidos, extrañamente los podía reconocer, sabía a quien pertenecían: a Loba, a mi Loba. Y no pude contenerme más, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos pudiendo apenas contener el sonido del llanto en mi garganta. Menos aun cuando sentí nuevamente el revólver contra la piel de mi rostro. Loba estaba de regreso, algo dentro de mí quería estar feliz de que mi amiga volviese pero la situación no me lo permitía. Era como si un rayo de esperanza hubiese iluminado donde yo estaba. Sé que suena cual cliché. Ese rayo era lo único que iluminaba la oscuridad en la que me encontraba. Yo no quería. No quería ver donde me encontraba.

Luego los aullidos cesaron y la realidad de mi situación me golpeo de todos modos. Y me aferre a esa única luz. Quería que ella llegase y me defendiera, que me salvase como ha hecho otras veces. Pero eso no era posible, ¿qué podría hacer una Loba contra un hombre armado? Ni si quiera podría entrar con las puertas cerradas. Y de hacerlo este hombre la mataría. No. No. Vete Loba, no vengas aquí, es peligroso. Si pudiese buscar ayuda, buscar a Tate o alguno de los otros hombres del pueblo. Aunque Loba es muy inteligente eso está mucho mas allá de su nivel, no podrían hacer algo así. Primero porque ellos no entenderían sus intenciones; segundo, porque lo atacarían al ver una Loba en el pueblo.

Solo quiero que todo esto termine.

Un estallido, y mi corazón se detuvo. Pensé que había disparado, pero el sonido vino de la ventana. Por reacción mi cuerpo viro en esa dirección y el hombre también volteo a ver, aunque dudo que por los mismo motivos. Fue muy rápido. No sé cómo, pero Loba había a travesado la ventana y sin detenerse envistió a Smith. Oí disparos y mi cuerpo por voluntad propia se pego lo más posible a la pared. Por un segundo me pareció que Loba volaba por los aires cuando salto sobre el cuerpo de mi agresor. Lo siguiente que vi fueron dos cuerpos en el suelo. Todo esto había terminado. Fue como si algo en mi cabeza hiciera contacto; al instante mi respiración se hizo irregular, sentía como el aire me faltaba; mis oídos zumbaban tal vez por los disparos tan cercanos, no lo sé; mis piernas me fallaron y caí de rodillas al suelo; el llanto jamás se detuvo.

Smith no se movía, estaba segura aunque me costaba un poco ver con claridad. Una figura negra se movió lentamente y con torpeza hacia mí, pero mi cerebro no comprendió lo que sucedía hasta que sentí la cabeza de Loba reposar en mis piernas. El contacto con ella despejo mis entumecidos sentidos y note varias cosas que antes no había podido procesar. El olor a sangre que había a mi alrededor, lo pegajoso y mojado que estaba el salvaje pelaje negro, unos débiles gimoteos que salían de Loba y lo apagada que ella se veía. Y procese toda esa información. Olía a sangre, pero el fluido no era solamente humano; el pelaje de Loba era viscoso por el exceso de sangre en él; gimoteaba, por el dolor que las heridas que tenían le producían; se veía así de consumida… porque estaba muriendo.

Quise acariciarla, apoyar una de mis manos en su lomo como otras tantas veces había hecho. Pero la acerque temblorosa mientras las lágrimas desbordaban, esta vez, en caída libre desde mis ojos directo sobre su cabeza. No llegue a tocarla. Me vi observada directamente por uno de sus profundos y hermosos ojos verdes. Una punzada de dolor y culpa me ataco por dentro. Apenas podía mantener su ojo izquierdo abierto, estando casi bañado por completo de sangre. Cerré mis ojos, sentí que mas lagrimas deslizarían por mi rostro, ¿Cómo era posible llorar tanto?

Entonces sentí algo cálido cerca mi rostro, una pequeña corriente de aire, su débil respiración.

- No llores más, estas a salvo… yo siempre te protegeré…

Abrí mis ojos de par en par y mire el rostro de Loba frente a mí. Al mismo tiempo sentía su suave y cálida lengua en mi rostro, secando mis lágrimas. ¿Cómo era posible?

- Loba…

La había oído. Había escuchado su voz, lo había oído hablarme. No había nadie más allí. Esa gruesa, profunda, tal vez algo tosca pero segura voz; era de Loba, no había dudas. Algo dentro de mí me lo aseguraba. Loba dejo caer su cabeza, casi sin fuerzas, nuevamente sobre mis piernas. Vi como cerraba sus ojos por completo. Y de nuevo sentí la necesidad de acariciarla, sujetarla, abrazarla… de no dejarla sola.

- No, Loba no… Natsuki…

Oí claramente como esa particular voz salía de sus fauces. Natsuki. Ese era su nombre. Tantas veces quise llamarla por un nombre, pero ella se negaba a responder. Solo cuando le decía Loba o lobito respondía, aunque del último lo hacía de mala gana. Era por eso. Porque ella ya tenía un nombre. Natsuki.

- Natsuki…

Me pareció tan extraño pronunciarlo. Mi corazón de cierta forma se acelero en ese momento. No me respondió. Y la acaricié, por los lugares donde no tenía tanta sangre.

- Natsuki…Despierta…

Probé una vez más, moviéndola suavemente como cuando la despertaba. Seguía sin responder. ¿Por qué? ¿Por qué la vez que deberías aceptar mi llamado, al ser el correcto, no lo haces? La sujeta con fuerza, moviéndola de donde estaba para acercarla más hacia mí.

- Por favor… Despierta…

¿Qué debo hacer? Tal vez pueda llamar a la doctora Woods. Si, tal vez ella pueda hacer algo, curarla, ¡lo que sea! ¿Por qué en un pueblo donde la mitad de las personas se manejan en trineos no hay una sola veterinaria? Tengo que hacer eso, llamar a Irina…llamar a Irina. ¡Maldición! Mi estúpido cuerpo no me obedece, esta tan entumecido que no me responde.

Entonces algo completamente extraño ocurrió. Un resplandor entre blanco y dorado apareció de la nada, como si alguien hubiese prendido un reflector directamente desde el techo. Aclaro por si acaso: no hay ningún tipo de reflector en mi casa, y la luz de la cocina y de la sala ya estaban encendidas. Como si de una película tratase una figura empezó a tomar forma en esa luz y yo permanecí en suelo como petrificada entre la sorpresa, confusión e ignorancia. Genial, mas paralizada de lo que ya estaba. ¿Acaso se trataría de un ángel? Un ángel que viene por el alma de Lob... de Natsuki. Porque es imposible que venga por la de aquel hombre. Pero entonces… ¿Por qué estoy yo viéndolo?

Poco a poco el cuerpo fue tomando consistencia hasta llegar a una delgada forma y el rostro fue haciéndose más visible. Hasta que finalmente me vi observada por unos cariñosos ojos dotados de compasión y aprecio que hacían juego con una pequeña pero dulce sonrisa. Realmente frente a mi estaba un ángel. O un fantasma.

- Ninguno de los dos – Rió - o tal vez un poco de ambos…pero me agrada mas considerarme un espíritu – Dijo aquel ser con una voz que nunca, estaba segura, pensé volvería a oír.

- Mai… - Dije en un estado de conmoción entre todo lo que había pasado y lo que estaba pasando, mientras mi cerebro intentaba procesar como era posible que ella estuviera frente a mí y supiera algo que no dije.

- Tiempo sin verte Shizuru, bueno, más bien sin hablarnos – Dijo con esa sonrisa tan característica en ella aunque también parecía algo preocupada. Yo solo quería entender todo lo que estaba pasando y de que hablaba.

-¿Cómo es…? Tú estabas…

- ¿Muerta? – Termino lo que yo no podía algo triste – Preferiría no explicar eso ahora, creo que hay algo más de lo que podríamos hablar. Quizás más urgente.

Dirigió su vista al cuerpo que sostenía en mis brazos y sentí como la alegría quería resurgir en mi corazón. ¿Sera posible?

- ¿Puedes…puedes curarla?

- No exactamente – mi corazón se encogió cuando dijo eso – pero puedo hacer algo para que ella la cure…

- ¿Ella?

- Irina, está viniendo hacia aquí.

- ¿Cómo es posible que este viniendo?

- Digamos que… son cosas de espíritus – Me dio una sonrisa cómplice. Yo quería la verdad. Luego su sonrisa se volvió algo opaca – Tate también está en camino, posiblemente tarde un poco más.

Comprendí de cierta forma la tristeza en sus últimas palabras, aunque posiblemente también pensé que se alegraría al hablar de él.

- No entiendo… ¿Por qué haces esto? ¿Cómo es que…?

- Ya – No me dejo terminar – No hagas tantas preguntas, acéptalo por ahora. Ese lobito también es importante para mí. De cualquier modo, tal y como está ahora ella no podrá hacer mucho.

- Lo que sea que tengas que hacer, hazlo por favor.

- ¿Estás segura? Lo que vaya a pasar también, de alguna forma, te afectara a ti.

- No importa, si con eso puedes salvar a Loba, a Natsuki. Hazlo.

- De acuerdo. Si nuestro medico no puede atender a una Loba y no podemos conseguir alguien que pueda atenderla, tendremos que conseguir algo que si pueda atender nuestro medico…

Me sonrió con cierta picardía, diría una mezcla entre malicia y travesura. Por un momento la idea de que pasaría algunas de sus heridas a mí, o algo por el estilo, cruzo mi mente. Pero eso era realmente algo imposible, de una de esas películas de ciencia ficción o fantasía que tan poco me gustan por ser tan imaginarias. Aunque claramente, toda la situación que se estaba desarrollando era irreal.

Quite mis pensamientos de eso cuando una especie de brillo comenzó a salir del cuerpo de Natsuki. Una misteriosa fuerza parecía tirar de ella, alejándola de mí y del suelo. Intente aferrarme a ella, pero luego tuve que dejarla ir y cerrar mis ojos pues el resplandor de aquella luz era demasiado intenso y despedía un abrasador calor. Oi como algo tocaba la madera del suelo frente a mí y decidí abrir mis ojos lentamente mientras los últimos rayos de luz se extinguían dejándome ver a… a Natsuki. Me quede boca abierta, no literalmente. Parpadeé varias veces pues no creía lo que veía frente a mí. Allí estaba acostado Natsuki…pero Loba no.

Era un humano. Natsuki era un humano. En el suelo reposaba un muchacha como de mi eda. El cabello larga, liso llamo mi atención por su intenso color negro azabache. Tal y como era el pelaje de Loba. Sus ojos estaban cerrados, mas estoy segura que de no estarlos me encontraría observado por dos orbes verdes. Tenía un gran corte en medio de su frente cuya sangre saliente de allí había empapado algunos de sus cabellos y caía por su rostro tiñéndolo de rojo. Un feo corte se abría en una de sus cejas cubriendo de rojo su ojo izquierdo. Otros tajos más pequeños había en su rostro, tal vez solo el de la mejilla sobre salía de entre los otros.

La seguí recorriendo con la mirada. Tenía una camisa del mismo color oscuro de su cabello. Sin embargo había partes en que se veía más opaca, pegándose contra su cuerpo, como en su hombro derecho. Temblé al ver como mas allá de la manga de la camisa, que llegaba hasta el codo, su brazo estaba cubierto por hilos de sangre. Del otro lado, en su abdomen, una extensa mancha más oscura que su camisa divergía por la tela desde un centro difuso. Incluso pude ver como las gotas del fluido comenzaban a marchar por el suelo de madera, filtrándose en sus poros. Su pantalón marron estaba intacto, casi impecable de no ser por las manchas que derivaban de la camisa. Ese fue el único alivio que recibí.

- Tengo que irme – Dijo Mai llamando mi atención, haciendo que levantase la vista.

Pude ver cómo me sonreía a la vez que su cuerpo comenzaba a evaporarse fundiéndose con el aire.

- ¿A dónde vas? ¿Qué hago?

Todavía estaba en shock por todo lo que estaba pasando. ¿Y quién no lo estaría? Me miro directamente a los ojos y volvió a sonreír. De alguna forma me sentí más calmada.

- Se supone que no puedo aparecer frente a las personas, fuiste una excepción por la situación. Pero ella está llegando y no puede verme.

- ¿Ella?

- Irina – Volvió a recordarme mientras miraba hacia la puerta, y juraría que oí unos pasos afuera – Te la encarga.

Sonrió por última vez esa noche y desapareció frente a mí. Me quede allí intentando analizar lo que había sucedido. Que pérdida de tiempo, jamás le encontraría sentido alguno. Mai tenía razón, tenía que aceptarlo y ya.

Unos golpes en la puerta de entrada me hicieron regresar a la realidad.

- ¿Shizuru? ¿Estás en casa? – La voz detrás de la puerta me devolvió la esperanza.

Me puse de pie rápidamente, y no repare en que esta vez mi cuerpo si me había hecho caso. No quería dejar a Natsuki sola, por lo que corrí con prisa hacia la entrada para abrir la puerta y encontrarme con la persona que más necesitaba en este momento.

-¡Irina! – Dije a la mujer de lentes frente a mí.

La mujer sonrió de cierta forma aliviada al oír su nombre. Pero inmediatamente sus labios cayeron y su semblante cambio a uno preocupado, y en parte asustado, al ver el resto de mí.

- ¿Qué paso? ¿Donde estas herida?

Dio un paso al frente ingresando a la casa mientras llevaba sus manos a mi cintura y estomago. Vi esa mirada en sus ojos a través de sus lentes. Esa mirada seria de medico. Baje la vista para contemplar el resto de mi cuerpo y comprendí el porqué de su preocupación. Toda mi ropa estaba desarreglada y más abierta de lo que normalmente debería, incluso dejando ver parte de mi torso. Además, había grandes manchas de sangre en mi estomago y en mis muslos. Claro que esa sangre no era mía, pero eso ella no lo sabía.

- Estoy bien, tienes que salvarla – Dije tomándola del brazo y llevándola a la cocina.

Se quedo de pie sorprendida ante el cuerpo ensangrentado del maleante en medio de mi cocina. Pero vi como me seguía con sus ojos café cuando yo me sentaba al lado de Natsuki.

- Smith…- Dijo señalándolo, sin verse muy afectada por el estado en que estaba. Supongo que es algo a lo que ella ya está acostumbrada.

- Esta muerto.

- Y que lo digas, con semejantes…- No termino la frase, y lo agradecí pues, aun no teniendo el mínimo aprecio hacia aquel hombre, no quería poner a prueba el límite hasta el cual podía soportar el ver sangre y terribles heridas.

- Tienes que salvarla – implore viendo el rostro de Natsuki que cada vez me parecía mas pálido.

Irina no dijo nada. Simplemente, pero con rapidez, se había arrodillado del otro lado de Natsuki y había empezado a revisarla. Seguía con la vista cada movimiento que ella hacía, queriendo ayudar pero a la vez no entrometerme por si empeoraba las cosas.

- Tráeme varios recipientes con agua, y en lo posible pon a calentar algo de agua también.

Hice exactamente lo que me pidió, llene varios boles con agua y puse la pava y un olla al fuego para calentar agua en ellas. Volví a arrodillarme junto a Natsuki, aguardando cualquier otra orden o algún veredicto de su condición.

- ¿Quién es? ¿Qué paso? – Pregunto, sin detener su labor medico.

- Es una amiga. Llegue tarde del trabajo, y…y Smith me ataco. Él iba a… - Por Dios, en qué situación me había visto hasta hace tan poco.

- Y tu amiga apareció – Continuó Irina, sabiendo bien las palabras que yo no había podido pronunciar.

- Si, Natsuki llego y me salvo…

- Pero le dispararon – Solo asentí – No puedo creer que haya sido verdad…

- ¿A qué te refieres? – La mire sin comprender, lo último lo había dicho más bajo, como para sí misma.

- No a que no te creo. Cuando estaba terminando mi turno me pareció…me pareció oír la voz de…era una locura.

- De Mai – Terminé lo que había querido decir.

- Si – Me miro intentando comprender como es que lo sabía, pero enseguida continuo atendiendo las heridas de Natsuki – Me dijo que estabas en problemas, que tenía que venir. Tome mi maletín y vine lo más rápido que pude. Aunque me parecía todo una locura, imaginaciones mías.

No sé porque, tal vez por la situación o porque algo dentro mío me lo decía, tome la mano de Natsuki entre las mías. Mi movimiento no paso desapercibido por mi amiga doctora.

- Estará bien. Perdió mucha sangre sí, pero las balas no dieron con ningún órgano o punto importante - Sonreí - Creo que ni será necesario llevarla al consultorio. ¿Podrías traerme algunas toallas y el agua caliente?

Me dirigí a mi cuarto por algunas toallas y en menos de un minuto estaba de regreso con los elementos para dárselo a la doctora, así como también el agua caliente. Nuevamente con mi mano sujete la suya, y no quite mi vista de ella.

Irina me aseguraba que ella estaría bien. Me lo repetía una y otra vez con una pequeña sonrisa soñadora. Yo ya lo sabía. Lo sabía dentro de mí. Desde el momento que su mano apretó con fuerza la mía. Yo ya sabía que Natsuki estaría bien.


Una mano humana. El pánico me atacó. ¿Cómo era posible? Me incorpore para ver el resto de mi cuerpo, haciendo caso omiso a las punzadas de dolor cuyo grito cambie por un bufido. Y todo era tal y como debería ser. Como debería ser en un cuerpo humano. No en un cuerpo de lobo. Torso plano, no cuadrado; negro, debido a una camisa no al pelaje azabache. Brazos firmes y musculosos pero dejando ver la piel, blancas algo tostada, a falta del pelo protector. Dos patas largas, demasiado largas; ni si quiera la piel podía ver en ellos, cubiertos por un pantalón. Y en los extremos dos pies planos y alargados; cinco dedos cada uno, no cuatro como era común, cinco. Era un humano. Yo era un humano. Yo…

Tal vez morí. Tal vez si morí y regrese al mundo como un humano. Pero, ¿Se supone que recuerde mi vida anterior como loba? Además, este lugar realmente huele como a la casa de Shizuru. ¿Y qué hay de mis heridas?

- Tonta, no estás muerta. Aunque no te falto mucho para estarlo.

- ¡Mai! – Llame a la dueña de la voz que había escuchado en mi mente.

Esta es, probablemente, una de las pocas veces en que me he alegrado tanto de ver a mi espíritu amiga. Aguarde un segundo, esperando que dijera algo sobre el cambio en mi. Porque ella debería notar el gran, y me quedo corta diciendo gran, cambio en mí. Pues frente a ella había una humana y no una loba, eso es algo que debería notar ¿Verdad? Al parece no, porque no decía nada. Genial, primera vez que guarda silencio.

- Me puedes decir… ¡¿Qué rayos me paso?! ¡Soy humano!

- Pues, como dije: no estás muerta, pero no te falto mucho para estarlo.

- Pues, di algo que entienda – Ya estoy perdiendo la paciencia. ¿Por qué no me da una explicación clara?

- ¿Una explicación clara? – Olvide que no estábamos hablando, al menos no pronunciando las palabras - Te dispararon, te convertí en humano y la doctora del pueblo te curo las heridas. Estabas inconsciente así que no te enteraste de nada hasta ahora.

- Espera un momento. ¿Tú me hiciste esto?

- Si, era la única forma de tratar tus heridas. No lo hagas sonar como algo malo.

- ¿Tenias que convertirme? ¿No pudiste curarme las heridas y ya?

- No fue idea mía, bueno si, pero porque ellos no aceptaron la otra.

- ¿Ellos?

- ¿De enserio crees que tengo el poder de hacer semejante cambio? Solo soy un medio entre dos mundo. Me costó mucho convencerlos, pero me debían algunos favores…era la única forma de salvarte.

- Déjame ver si entiendo, los otros espíritus no te dejaron curarme – asintió – Pero si convertirme en humano – Afirmo nuevamente con la cabeza - ¡Están locos! ¡¿Por qué rayos hicieron algo así?!

Ella simplemente se encogió de hombros haciendo alusión a que no tenía idea. Intente respirar hondo, intentando calmarme. Era un humano. Mire mi cuerpo nuevamente. Nunca había pensado que algo así podría pasarme, ni en mis más locos sueños. Sin embargo…no se estaba tan mal. Levantar mis brazos, aunque me dolió el hombro derecho al hacerlo, me resultaron de cierta forma familiar, como si siempre hubiesen sido parte de mi. No puedo decir lo mismo de los dedos, la sensación de moverlos me era incomoda y difícil de comprender como hacer lo que quería con ellos. Cambie mi visión a la de la habitación, y si era distinto a como solía ver. Las cosas se veía…no sé cómo decirlo, distintas. Mi olfato…gracias a la Luna que seguía tan agudo como recordaba.

- ¿Ya te vas dando cuenta que no es tan malo? Y eso que aun no te has dado cuenta de lo mejor.

- ¿Lo mejor? – La mire esperando que se explicara un poco más. Ella simplemente rio, divertida como solía hacer.

- Te darás cuenta en algún momento – Sonrió pero luego cruzo se cruzo de brazos haciendo un leve puchero - ¿No hay nada que estés olvidando decir?

- Gracias – Suspire y sonreí de lado por su peculiar actitud.

- Si bueno, haría cualquier cosa por mi lobito. Además, tendrías que agradecerle también a Shizuru. Después de todo si no hubiese estado de acuerdo nada de esto hubiese sido posible.

- ¿Ella…? – Con todo el asunto de ser convertido en humano, había pasado por alto que estoy en su cuarto.

- Si, está en la cocina creo, apenas si se ha movido de tu lado.

Lo último lo dijo con un tono distinto, sonriendo con picardía. Lo que hizo que algo se revolviera en mi interior. No supe porque. Probablemente la idea de que Shizuru allá estado tan al pendiente de mi, o tal vez el que haya estado tan cerca. No lo sé, solo sé que mi corazón latió con fuerza y un misterioso calor recorrió todo mi cuerpo. Y una idea, o necesidad como prefieran, se afirmo en mi mente.

- Tengo que verla.

- Calma lobito, no te sobre esfuerces que estas herida.

Me arrastre como pude hasta el borde de la cama donde me senté, me costaba dirigir los movimientos de mi nuevo cuerpo. Mire al extremo final de la cama donde estaba Mai flotando y lo sentí. Lo sentía en el aire y dentro de mí: su esencia se iba apagando aunque su cuerpo aun no desaparecía.

-¿Volveré a verte? – Su cuerpo, poco a poco, se iba disipando desde sus piernas.

-Claro – Sonrió, me rodeó con sus brazos por la espalda y susurro - yo nunca voy a dejar de cuidar a la pequeña Natsuki…

De un momento a otro esa calidez que siempre acompañaba a Mai me impregno, relajando mis músculos, adormeciendo mi dolor y dejando en mi esa sensación de tranquilidad absoluta. Ya no la vi ni sentí su presencia a mí alrededor.

Sin embargo, si hubo algo que aprecie en ese lugar: unos ruidos más allá de esta habitación. Shizuru. Sonreí sin motivo aparente más que oír su labor en la cocina. Tenía que ir allí. Mis pies tocaron el suelo de madera dándome una nueva sensación. Sentada como estaba mire hacia la puerta y la determinación en mi regreso. No sabía cómo, pero de algún modo lo haría. Apoye mis manos en el suave colchón y tomé impulso para ponerme de pie. Intente recordar como solía hacerlo siendo Loba y no resulto tan mal. Me balance un poco pero logro recobrar el equilibrio, en parte gracias a que mi brazo izquierdo extendido pudo tomar apoyo en una pared cerca. Mis piernas temblaban por el peso que sostenían. Di un paso. Iba bien, a mi parecer todo iba bien. Caminar en dos patas no resultaba tan difícil como pensé que sería. Hasta que di el segundo pasó.

Ignoro por qué, pero al querer apoya mi pie algo le paso pues resulto doloroso. Por si fuera poco la fuerza en mi otro pie fallo y al estar perdiendo el equilibrio termine de golpe en el suelo. Quise detener mi caída con mis manos y así termine en cuatro patas. Bueno, más bien en dos patas y dos rodillas. Solo que ahora al dolor de hombro y abdomen tenía que agregarle los de mis manos y rodillas. Además, el dolor en mi vientre me parecía más intenso que antes. Como estaba me sostuve con una mano mientras llevaba la otra a mi flanco izquierdo.

Por un momento me abstraje de mi entorno. No preste atención a los pasos apresurados que se dirigían hacia la pieza. Hasta que con la vista aun puesta en el suelo alcance a divisar uno pies detenerse en el marco de la puerta. Shizuru. Nuevamente me encontraría con esos intensos ojos rojos, ella me vería tal y como estoy ahora…me vería como una humana.

- ¡Natsuki!

Mi respiración se detuvo cuando la oí llamarme y no pude hacer ningún movimiento mientras ella avanzaba hasta arrodillarse frente a mí. Sentí una corriente de aire darme de frente y respire profundo solamente para poder captar su aroma. Su voz seguía resonando en mi interior. Tal y como el sueño que tuvo antes de desmayarme, había dicho mi nombre. Shizuru había pronunciado mi nombre y con ello una oleada de calor abrasador surgió en mi interior.

Levante mi vista mirando sus ojos, estaban fijos en el lugar de mi torso que yo cubría con mi mano. Extendió uno de sus brazos hacia allí. Absorta en la situación, lleno de sensaciones totalmente nuevas pero a la vez tan conocidas, me vi necesitado de hacer algo. Algo que hasta el momento no había probado y no estaba del todo segura si podría. No lo pensé, solo seguí mi instinto.

- Shi…Shizuru – Por primera vez oí mi voz como humana.

Sus ojos se abrieron sorprendidos y sus orbes carmesi se encontraron a los míos. Su brazo se detuvo a medio camino. Sentí como mi corazón latía acelerado como si en una cacería me encontrase. Relajo su rostro y me devolvió la sonrisa más bella que he visto. Sentí como la sangre se acumulaba en mi rostro y el calor de mi cuerpo se desplazaba por completo a ese lugar.

- ¿Estás bien? ¿Te duele?

¿Cómo contestarle? Pregunto dos cosas a la vez, quería asentir para darle a entender que estaba bien. Pero a la vez decir no, pues aunque si me dolía no era mi intensión preocuparla.

- No deberías haberte movido de la cama, estás herida – Continuó al no recibir respuesta de mi parte.

Termino el recorrido de su brazo hasta mi abdomen sin llegar a tocar el lugar exacto donde estaba la herida. Yo por otra parte estaba concentrada en la suave y cálida mano de Shizuru que podía sentir aun por debajo de la camisa.

- ¿Puedes ponerte de pie? - Quería decirle que no tenía idea de cómo hacerlo y que probablemente no podría. Por suerte ella pareció darse cuenta por si misma de mi dilema. – Déjame ayudarte.

Tomo mi mano izquierda con la suya y levanto mi brazo, pasando su cabeza por debajo para finalmente dejarlo por encimas de sus hombros. Su otra mano se aferro a mi cintura tras rodearme con su brazo. No llegue a decirle nada en parte por no darme tiempo y porque estaba algo nerviosa de volver hablar. Sentí como tiraba con fuerza de mí levantándome del suelo con dificultad. Cuando ambas estábamos paradas sentí que nuevamente caería al suelo, por fortuna mi cuerpo reacciono a tiempo. Mis pies se apoyaron contra el suelo y mis piernas se mantuvieron firmes. Entonces me di cuenta de algo. Antes, cuando había intentado caminar, mi pie no había pisado de la misma forma que ahora y tal vez por eso fue mi caída. Shizuru dio un paso hacia la cama, sin despegarse de mí, y yo la seguí con el mismo movimiento. Otra vez perdí el equilibrio, y no debido a la posición de mi pie. Hubiese caído al suelo de no ser que Shizuru sostuvo mi peso rápidamente evitando la caída y me ayudo a llegar a la cama al siguiente paso.

- Déjame ver como esta esa herida – Me dijo una vez que yo estaba de nuevo sentada en la cama como antes.

Se sentó a mi lado y levanto un poco mi camisa dejando ver una gruesa venda que cubría la herida. Despacio comenzó a remover la venda que estaba sujeta a mi piel por algo pegajoso, cosa que no fue muy agradable porque mi piel se negaba a despegarse. Si quieren saber que estaba haciendo yo, pues seguía atontada viéndola tan cerca de mí.

- Ay, no… - Dijo en voz baja a la vez que su rostro hacia una mezcla entre impresionado y preocupado.

Mire también lo que ella estaba viendo. De alguna forma mi herida estaba cerrada aunque sangrando recientemente, al parecer. No sabía que le preocupaba, lo único extraño era que estuviese cerrada pues era muy pronto para que cierre semejante herida.

- Shizuru – Me sentí como una tonta al decirlo, pero eso era lo único que podía decir.

- ¿Si? – Me miro, esperando que yo le dijera algo. Luego solo rio - ¿Puedes decir algo más que mi nombre?

- S…si – dije algo avergonzada por ser objeto de su burla.

Ella inmediatamente me sonrió. Eso me basto, solo quería que no se preocupara. Volvió a colocar la venda como estaba. En seguida un interrogante surgió en mi cabeza. Y aunque no tenía muchos deseos de hablar nuevamente, la curiosidad pudo más conmigo.

- ¿Cómo sabes mi nombre? – Eso era todo un misterio, al menos para mí.

- ¿Tu nombre? – Me miro no estando segura del porque de mi pregunta. Yo asentí y entonces ella me sonrió dulcemente – Porque tú me lo dijiste…justo después de decirme que siempre me protegerías.

¡Por la Luna! No se imaginan el calor que hace aquí adentro. O al menos el calor que tiene mi cuerpo. Era como si mis mejillas se derritieran a la vez que cada latido de mi corazón retumbaba en mis oídos. No podía seguir viéndola a los ojos porque de verdad sentía como si mi corazón fuese a salirse de mi pecho. ¡Pensé que se trataba de un sueño! ¡Que eran imaginaciones mías debido al dolor! Cuando estuve a punto de desmayarme no creí posible que Shizuru dijera mi nombre, pero había sido cierto. No sé cómo, pero ella había entendido todo lo que había dicho. Al parecer cada palabra, cada palabra que dije en ese momento ella lo escucho, algo que nunca había sucedido antes. Todo eso y el que dijera lo último en cierto tono travieso basto para ser la causa del repentino cambio interno de mi cuerpo.

Shizuru ya me conocía bastante, pues se dio cuenta enseguida que sus burlas me estaban poniendo bastante nerviosa así que cambio de tema hábilmente.

- Que bueno que Irina viene en un rato, podrá revisarte la herida. ¿No te duele ninguna de las otras?

¿Otras? Llevo una de sus manos a mi mejilla y en vez de sentir su suave piel lo que percibí fue el contacto de una delgada tela. Lleve mi mano hacia allí para comprobarlo por mí mismo. Efectivamente, una pequeña tela cubría mi mejilla izquierda. Repase la palma de mí mano por todo mi rostro hallando un vendaje un tanto mayor alrededor de mi cabeza que parecía ser más grueso en la región de la frente. Pero ninguna de ellas me dolía, no al menos comparándolas con el dolor de mi hombro y abdomen. Entonces retome el hilo de la conversación. ¿Quién era Irina? Mire por un momento a Shizuru, interrogándola con la mirada pues prefería seguir con los gestos y señas a tener que hablar. Me era un poco extraño. Al parecer seguíamos teniendo ese elevado nivel de entendimientos porque se dio cuenta en seguida de mi duda.

- Irina es la doctora que te curo, es una amiga mía y va a venir esta tarde para ver como sigues.

Oh, después de todo Yohko tenía razón cuando nos contaba de las extrañas cosas que usan los humanos para curar heridas, realmente pueden curar cualquier clase de herida por grave que sea. Shizuru se aparto un momento y se puso de pie.

- En seguida regreso, la comida ya debería haberse terminado de cocinar.

Dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta. Extendí mi brazo en un intento por sujetarla y detenerla. No quería que se marchara, pues un pequeño vacio se estaba formando dentro de mí en cuanto la vi retirarse.

- ¡Es…espera! – emití un pequeño grito desesperado mientras me estiraba nuevamente para alcanzarla, cualquier cosa con tal que no se fuera.

De alguna forma dio resultado. Shizuru volteo y se acerco rápidamente hacia mí para detenerme y que no siguiera inclinándome hacia adelante.

- No tienes que moverte, por favor Natsuki – Entendí entre sus palabras el tono de preocupación y dolor así como el intento de que trasmitiera un reproche por mi mal comportamiento – Solo iré a la cocina por la comida y volveré aquí, aguarda solo unos minutos.

Asentí algo apenada por preocuparla nuevamente y volví a recostarme en la cama sin poner la menor oposición. Shizuru sonrió, pero sus ojos seguían algo tristes. Esta vez cuando estaba por alejarse rumbo a la cocina mi mano fue más rápida que antes. De alguna forma cuatro de mis dedos se cerraron entorno al antebrazo de Shizuru sujetándolo y deteniendo el avanza de la muchacha. Ella volteo a verme, esperando que de alguna forma le explicase mi comportamiento. La mire a los ojos y algo dudosa fui aflojando de a poco mi agarre, pues al verme reflejado en sus interrogantes ojos perdí la seguridad que me había guiado. Tome un poco de valor y nerviosa hable.

- ¿Vos…? ¿Estas bien? No…no te hizo nada, ¿Verdad?

Por un momento sus ojos se abrieron ante la sorpresa de mis preguntas más enseguida regreso a su expresión tranquila de siempre. Sonriendo y viendo hacia mí con cierta…. ¿Ternura tal vez? O quizás simplemente gratitud. No lo sé. Solo sé que mientras mi mano se deslizaba liberando de apoco su antebrazo ella la sujeto con su mano y sonrió aun mas.

- Estoy bien gracias a Natsuki…

Al oír sus palabras en un tono tan suave y su mano sujetando a la mía, mi corazón dio un vuelco repentino y amontono toda la sangre que pudo en mi rostro pues lo sentí hirviendo. Por si fuera poco en mi estomago se empezó a formar una extraña sensación como si lo tuviese totalmente revuelto. Y todo el aire en mis pulmones se dio a la fuga sin intenciones de regresar por el momento. Quise sonreírle como respuesta, pero me encontraba demasiado nerviosa y acalorada que termine desviando la mirada hacia un costado de la cama y retirando mi mano para hundirme lo máximo posible en el colchón.

- Iré a traerte algo para comer, espera por favor, ¿Si?

Solo asentí sin levantar la mirada del suelo, rogando por poder retomar el control de mi cuerpo. Vi a Shizuru salir por la puerta de la habitación y nuevamente esa especie de vacío, como si algo me faltase empezó a crecer dentro de mí. No logro entender cómo funciona este cuerpo humano. ¿Qué son todas estas sensaciones? Aunque algunas me parecen similares a cuando era una loba, son distintas a la vez. ¿Qué se supone que debo hacer?

Suspire y cerré mis ojos. Calmarme, eso era lo primero que tenía que hacer, calmarme. Si me relajo y pienso tranquilamente podre encontrarle algún sentido a todo esto. Sentí mis dedos moverse entre la suave y blancas telas que cubrían la cama. Hasta mis sentidos parecían distintos, tal vez tenga que ver con eso. Mi forma de percibir el mundo como loba y como humano es distinta.