Hola a todos los lectores que leen mis locuras, xD. Mi nueva locura es de Harry Potter, específicamente de los fundadores. Eh notado que no hay muchos fics sobre esto, así que quise aventurarme sobre ello.

Antes que comiencen, debo aclarar algo. Este cap, y el próximo, verán a los Fundadores [léase Helga, Godric, Salazar y Rowena] como niños, de 10 a 11 años. Del tercer cap hasta donde llegue, se verán como adolecentes. Es posible que hayan incluso lemmon, xD. Por lo que no se desesperen, toda historia tiene su inicio, y yo comienzo con ellos de niños, pero solo serán dos cap, lo demás serán adolecentes y adultos.

Segundo, el personaje principal, al menos en este cap, es Helga Hufflepuff, pero cada capítulo, contara con el punto de vista [narrado] de uno de los fundadores. El próximo será Salazar Slytherin, y ya el próximo, comenzando la adolescencia, será Godric Gryffindor.

Tercero, el nombre de esta historia, es el nombre de un foro rol, que es de mi propiedad, por lo que nombre de Medieval Ages me pertenece, xD así que no existe ningún plagio de mi persona hacia ese nombre, xDD

Gracias por querer leer la historia, xD

Disclaimer: Nada de esto me pertenece, sino a San JK Rowling, xDD


Cap I

-¡Por las barbas de Merlín!- exclamo una chica de unos diez a once años, sosteniendo en sus manos una pequeña pero muy elaborada carta. Con finos bordes de oro, las letras habían sido escritas con una pluma mágica, cuya pintura era hecha de plata. Sin duda alguna, una persona de muchísima importancia y de muchísimo dinero podría darse el lujo de escribir con dicha pluma.

-¡Si, por el mismísimo Merlín! ¡Catherin! ¿Cuántos de tus sobrinos reciben una carta como esta?- preguntó un hombre de unos cuarenta y tantos. Alto y algo regordete, el hombre tenía una gran melena rojiza, aunque esta ahora estaba siendo atacada por escasos cabellos blancos. La tal Catherin, una mujer elegante, de cabellos negros y ojos verdes, puso los ojos en blanco, haciendo caso omiso a lo que le había preguntado su marido. –Mi pequeña Helga es estudiante de Merlín. ¡Del mismísimo Merlín! ¡Escogida entre todos esos chicos de sangres puras!- la chica, cuyo nombre era Helga, observaba a su padre entre sorprendida y confusa. ¡Por supuesto que conocía a Merlín! Obviamente no en persona, pero sabía que era un gran mago. El mejor de todos.

La pequeña, cuyo cabello rojizo, casi castaño, estaba peinado en dos trenzas francesas, observaba la carta una y otra vez, sin poder comprender o creer lo que esta decía.

"Estimada Srta. Helga Ginebra Hufflepuff:

Por este medio, reciba un caluroso abrazo. Deseo notificarle, que entre cientos de jóvenes magos, usted a sido seleccionada para estudiar con otros jóvenes, la Magia en todo su esplendor. Se llamaran a sí mismo La Orden de Merlin. Y serán bienaventurados entre otros cientos de chicos, ya que en ustedes esta el futuro de la magia. Espero su presencia el día ocho de mayo, en las afueras del Castillo, al norte de Escocia. Se le recomienda que lleve las suficientes ropas, para pasar la primera temporada en este.

Atentamente,

Merlín.

Si, era la nueva estudiante de Merlin, y eso hizo que su corazón diera un vuelco. No la habían rechazado, no. La habían aceptado, incluso a sabiendas que es una mestiza, la aceptaron. Sumergida en sus pensamientos, la pequeña observo con el rabillo del ojo, como su padre habría una vieja botella de whisky de fuego, y comenzaba a brindar.

-¡Por mi pequeña Helga! ¡La única que lograra que nuestro apellido pase a la historia!- sus abuelos brindaron emocionados, mientras que su madrastra, le abrazo.

Apenas era una bebe, cuando su madre, una joven muggle, hija de un comerciante, falleció. Su padre nunca le dijo el por qué, y de esa misma manera, nadie se lo comento. Era un secreto, un secreto que ella tampoco deseaba descifrar, y no le interesaba gastar sus energías en ellos. Prefería jugar con sus primos a un juego algo raro, y que comenzaba a ser moda: Quiditch. No era el juego propio para una mujer, pero Helga era muy distinta a las niñas de su aldea. Ella es la hija del jefe, Markus Hufflepuff, cuya personalidad era bastante opuesta a como se presentaba ante los miembros de la aldea. Con ellos, Markus era un hombre frio, y sin sentimiento alguno para lanzar un hechizo a sus enemigos, pero con su pequeña y única hija… era un caso aparte. Helga podía hacer lo que quisiera de su padre, sencillamente este la amaba tanto, que si su hija le pedía la vida, el se la entregaría. Y según su abuela, de esa misma manera, Markus amo a su esposa, cuyo parecido con Helga era extraordinario, por eso su padre la amaba con locura.

Cuando cumplió tres años, su padre se caso con Catherin, una mujer viuda, y muy hermosa. La mujer no podía tener hijos, por lo que tomo a Helga como a su hija, y en ella entrego todo el amor que quiso entregarles a sus hijos, jamás nacidos.

Helga volvió a leer la carta en silencio, con una sonrisa en su rostro, cuando una idea llego a su pequeña cabeza.

-¡Papá!- grito la pequeña, lo que hizo que todos los que estaban en la sala de la casa se volvieran hacia ella. Markus coloco la taza de whiskey y se acerco preocupado a su pequeña, buscando con la mirada algún rastro de hechizo o algo que hubiera puesto de esa manera a su hija.

-¿Qué ocurre cariño?- pregunto el hombre, aun observando todo en la casa. Catherin se coloco tras de la pequeña.

-¿Hoy es siete? ¿Cierto?- su padre embozo una sonrisa, como queriendo decir "Por eso gritaste". Y el resto de las personas se relajo. Su padre asintió en silencio. –Pues papá, ¡es mañana que me esperan!- La sonrisa de Markus desapareció, y la esposa de este, Catherin comenzó a gritar histérica.

-¡Por las barbas y los calzones de Merlín!- de un minuto a otro, la tranquilidad y alegría de la casa, paso a ser histeria. Su abuela y su madrastra caminaban de un lado a otro, en busca de un baúl para sus pertenencias. Su padre salió hacia una de las tiendas, en busca de algo que Helga desconocía. Todos estaban encima de la pequeña diciéndole que hacer, que decir y sobre todo, que debía comportarse.

-Listo, aquí está tu varita- dijo Markus, luego de entrar con un par de materiales. Entre ellos había madera de acebo, sauce, nogal, y cerezo. La pequeña, no tenía aun varita, pero no por eso desconocía de hechizos, ella leía y sabia preparar pociones.

-¿Una varita? ¡Pero si es una niña!- grito Catherin, deteniéndose. Markus puso los ojos en blanco, colocando todas las maderas sobre una mesa.

-¿Y con qué crees que se defenderá y aprenderá en esa escuela? ¿Por la obra y magia de Merlín?- hacia era la forma en que su padre y su madrastra se demostraban amor. Peleando todos los días. Helga se sentó frente a la mesa, observando cada pedazo de madera. El mas que le atrajo fue el de sauce, no sabia por que, pero esa madera la atraía y le llamaba la atención. –Bien amor, debes tomar uno de est…-

-Este, quiero este, papá- dijo mostrando el de sauce. Su padre lo tomo.

-mmm, sauce. Algunos magos lo ven como de mala suerte. Pero es muy buena madera.- dijo Markus. –Y ahora, ¿Qué quieres para núcleo? Debe ser algo que te guste.- Helga comenzó a pensar. A ella le gustaba el pelo del unicornio, era suave y brilloso.

-¿Pelo de unicornio?- pregunto algo indeciso. Le gustaba, por supuesto que sí. El problema era conseguir el pelo. En el mercado era muy vendido, y era casi imposible encontrar cabello de unicornio en esos días. Markus se puso de pie, y camino hasta una gaveta, sacando un pequeño saco de cuero. Del saco, saco un pelo de unicornio. El brillo de este, envolvió en un trance casi mágico a la pequeña, que lo observaba embobada, Luego de un par de hechizos, su padre le entrego su varita. –Pruébala- le dijo.

Helga tomo entre sus pequeños dedos la varita, y sintió como un leve cosquillo provenía de esta. Era magia. Apunto hacia una taza de porcelana. –Accio taza- dijo la chica. Un rayo de luz impacto la taza, haciendo que esta, con una gran rapidez, llegara hasta ella. Su padre se quedo perplejo, incluso el, cuando le toco hacer ese hechizo, le había salido mal. –Cistem Aperio- grito la pequeña hacia un cofre, el cofre de su ropa. El cofre de madera, comenzó a moverse estrepitosamente una y otra vez. Markus se coloco de pie, con una sonrisa en su rostro.

-Por eso fuiste seleccionada- dijo para sí, orgulloso de su pequeña.


-Sí, abuela- dijo la niña, abrazando a esta. La anciana le había suplicado que tuviera cuidado. Ella no estaría sola allí, habría más niños, con mejores destrezas, y temía por la seguridad de su niña. Markus le dio la mano a su hija, y comenzaron a caminar, alejándose de la aldea de magos y brujas. Cuando estuvieron lejos de los hechizos protectores, Markus desapareció, junto a Helga.

Ambos aparecieron en los terrenos de un hermoso y amplio castillo de piedra. Los jardines eran casi interminables, y en uno de los terrenos, se podía visualizar un enorme lago. Varias familias aparecían y desaparecían, dejando a los niños con facultades mágicas impresionantes. Markus abrazo a la pequeña niña. El no podía entrar, el debía dejarla allí, y venir por ella en el final del curso. Helga le dio otro fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

-Cuídate, princesa- le dijo Markus, volviendo a abrazarla. El no deseaba ponerse triste, y tampoco ser egoísta, pero en ese momento deseo que su hija hubiera sido una Squib, para que asi se quedara a su lado. El hombre negó la cabeza ante su pensamiento injusto. –Eres el futuro de nuestro apellido, Helga. Sigue haciéndome sentir orgulloso- dicho esto, le dio un beso en la frente. La pequeña sintió una gran presión, ella era el futuro de su familia, y debía hacer que se siguieran sintiendo orgullosos. Su baúl fue entrado mágicamente al castillo, por lo que ella debía comenzar a caminar hacia la entrada de estos. Su padre se despidió, para luego desaparecer. La castaña suspiro lentamente, mientras emprendía la marcha.

Los jardines estaban cubiertos de muchísimas plantas, que le daban un aire de ser un castillo de cuentos de hadas. Una suave brisa desordeno sus trenzas, por lo que decidió soltarlas. Un sollozo la saco de sus pensamientos, provenía de uno de los arbustos. La pequeña se encamino por ellos, encontrando una melena negra, sujetada en un lazo azul. Una pequeña niña, de más o menos su edad, estaba llorando a mares entre los arbustos.

-¿Te sientes bien?- pregunto lentamente Helga, tomando asiento al lado de la chica. Entre los arbustos, podía observar como unas pequeñas orugas se arrastraban de un lado a otro, buscando el lugar donde llevarían a cabo su metamorfosis. La pequeña pelinegra subió la cabeza, dejando al descubierto un rostro sumamente pálido, donde unos pequeños y hermosos ojos azules le daban el toque final a su rostro. La castaña, cuyos ojos eran verdes, era de tez blanca, pero no tan pálida como la niña que lloraba, su piel era más sonrojada. Ambas poseían una belleza única y esplendorosa.

-Extraño a mi mamá- lloró la pelinegra, volviendo a sumir su rostro entre sus piernas. Helga sonrió amablemente. A pesar de ser una niña, ella era algo madura para su edad, incluso algo maternal. Por eso era la niña de los ojos de casi todos los guerreros en su aldea.

-No te preocupes, iras pronto a verla- la consoló la pequeña. La pelinegra subió su rostro, cuya nariz estaba roja por tanto llorar.

-Imposible, ella está muerta. Jamás la volveré a ver- lloró nuevamente. Helga suspiro. Ella también había perdido a su madre.

-Mi mamá también murió. Pero ellas no nos han abandonado, continúan observándonos- dijo Helga, mientras que su rostro tomaba un brillo especial. La pelinegra negó la cabeza.

-Están muertas, es imposible. Racional y logimente no hay manera de que eso sea cierto.- Helga bufo.

-No por que no lo veas, significa que no este ahí. ¿Acaso puedes ver el aire?- pregunto Helga. La pelinegra negó la cabeza.

-Pero puedo sentirlo.- dijo esta, secando sus lagrimas con sus pequeños dedos.

-Exacto, es igual que con nuestras madres. Yo siempre siento la mia a mi lado. ¿A caso no sientes una tranquilidad cuando vas a dormir?- la pelinegra asintió nuevamente. –Esa es tu mamá- la castaña asintió.

-¿Tú crees?- pregunto esta, un poco más tranquila. Helga asintió.

-Por supuesto.- dijo alegre. La pelinegra se contagio de la alegría de la castaña. –Por cierto, me llamo Helga Hufflepuff- dijo la chica.

-Yo soy Rowena Ravenclaw- dijo la pelinegra.

-Es un gusto, Rowena- Helga tomo una pequeña margarita entre sus dedos, y se la llevo a su cabello, colocándola tras de su oreja derecha.

–Se ve muy bonita- los ojos azules de la pelinegra se detuvieron en la oreja de Helga. Esta le extendió una flor a la chica, la que imito su nueva modalidad. Ambas rieron, mientras se colocaban de pie. -¿De dónde vienes?- preguntó esta mientras emprendían la marcha hacia el castillo.

-Del sur de Irlanda. ¿Y tú?- pregunto Helga. Varias chicas pasaron riéndose por las flores en la cabeza de estas, pero olímpicamente, ambas niñas las ignoraron.

-De Gales. ¿Crees que esto será emocionante?- pregunto, observando el castillo.

-Eso quiero creer- contesto Helga. –Amo los jardines- dijo para sí misma.

-A mi me gista mas esa torre- señalo la torre más alta. –Debe sentirse como si se estuviera volando, ¿No crees?- Helga asintió.

-¿Te gusta el Quiditch?- pregunto Helga. Rowena negó la cabeza.

-No es un juego femenino.- Helga iba a protestar, cuando la voz de un niño interrumpió.

-No es cierto, mi hermana Adrianna lo juega.- un chico de cabello castaño, revuelto, y de ojos castaños se cruzo de brazos. Su piel, acaramelada, resaltaba gracias a sus ropas finas. Todas rojas escarlatas, con los bordes dorados. En su insignia, había un león. –Lo siento, no quería interrumpir- dijo apenado, aunque su sonrisa picara no mostraba tal arrepentimiento.

-No interrumpes. Y es cierto, yo juego quiditch.- dijo Helga, sonriendo ampliamente. El chico se quedo viéndola, observándola la flor en su oreja.

-Linda moda- bufo. Helga puso los ojos en blanco, mientras que los tres comenzaban a caminar. –Mi nombre es Godric Gyffindor- Rowena se sobresalto, para darse la vuelta y dar una reverencia. Helga miró confusa la actitud de Rowena, la que le halo el brazo, para que esta hiciera lo mismo. Godric se sonrojo y negó la cabeza. –No por favor- dijo casi suplicante.

-¿Qué ocurre?- pregunto Helga, volviendo a ponerse de pie. Rowena se quedo con la boca abierta.

-Helga, el es el príncipe Gryffindor, el futuro rey de la comunidad mágica.- dijo entre dientes Rowena. Helga frunció el ceño. –Al menos en Inglaterra- corrigió.

-Ahhh. Mucho gusto su alteza- exclamo avergonzada la chica. Godric negó de nuevo la cabeza.

-No, no, no, por favor. Estoy cansado de eso- dijo el chico. –Solo llámenme Godric- las dos chicas asintieron.

-Como digas, Godric- Ambos chicos comenzaron a caminar hacia el castillo, cuyas puertas comenzaban a abrirse mágicamente.


¿Y qué les pareció? ¿Merezco continuarlo, o dejarlo así? xDD

Espero sus reviews por favor, son los que me motivan a continuar mis historias :D

Besos.

Killerqueen04