Antes de comenzar a leer, por favor, lee lo siguiente. Gracias.

Esta historia no forma parte de mis One-shot clásicos, es un long-fic con más de cinco capítulos.

Tuve especial cuidado en no hacerlo aburrido o repetitivo, pero mantiene la esencia de humor de mis otros textos. Está basado en la idea de "Sobre un escenario una princesa, debajo una molestia" de mi amiga online: Antonella [AnToo96], pero solo se trata de la idea. Nada más.

Estaría realmente agradecida si reciben esta historia con los brazos abiertos, al igual que mis escasos textos. Solo quiero que me hagan saber si es de su agrado, con un review o un mensaje. Gracias, de todo corazón.

Naruto no me pertenece, solo a Kishimoto. (El cual va a morir porque no cumple el deseo de las miles de fanáticas del SasuSaku)

Esta historia si me pertenece, por favor, no la uses sin mi permiso.


- ¿Cuál es el objetivo de cada persona en el planeta?

Muchas personas caminan sobre estas tierras con malos objetivos; se dañan a si mismos y a los demás.

Destruyen todo a su alrededor en busca de algo que no pueden encontrar.

Son infelices cuando solo tienen agua, y siguen siéndolo cuando tienen vino de la mejor cosecha.

- El objetivo es simple: todos son infelices porque se rehúsan a buscar lo que el corazón les pide.

- ¿Qué es eso? ¿Qué les pide?

- Amor.


- Oh, Sakura. Tienes que dejar de ser infeliz - me dijo ella un día -. Olvida todas esas teorías de un mundo frío y calculador.

- No, Ino - negué -. Yo nunca creí en nada más. Y nunca comprenderé esa forma del ver el mundo.

- Todos la traemos dentro. Cuando el corazón encuentra esa pieza que encaja a la perfección, lo comprenderás. Nadie puede vivir sin amor.

Ino, y sus teorías baratas...


- ¡Deberías concentrar la vista en ella! Es la princesa más hermosa de todo el reino.

- Exacto. La joven de los cabellos exóticos.

Un rostro níveo, hermoso como ningún otro que antes haya contemplado en mi vida; me admiraba desde uno de los asientos más cercanos al escenario. Sus ojos negros, expectantes; se sincronizaban con cada uno de mis movimientos. Y por primera vez, me sentí totalmente avergonzada de tener a "un clon de Adonis" admirándome. Tienes que sacarme esos ojos tuyos de encima. El joven de los ojos profundos.

Todos ellos juntan sus manos en un jugoso aplauso e incluso, algunos se levantan de sus asientos. Nunca pensé obtener una recompensa de este tipo, que puede llegar a regocijar lo más oculto de tu alma y sacarte una auténtica sonrisa de orgullo. Más en el caso de que fueras la artista principal, ya que ese aplauso va de lleno a tu persona y a tu compañero de escena, también principal. Aunque en su caso, él no se lo merecía; absolutamente no. Él y su estúpida sonrisa falsa no se lo merecían. El telón se cierra delante de nosotros, y volvemos a ser estas mediocres personas que siempre fuimos. Ella y eso.

- Nunca antes había visto este lugar de cuarta - dijo él con desprecio -, tan lleno.

- Descuida, Sai - le avisé -. No es tu imagen aquí, la que convoca audiencia.

Me dedicó una de sus miradas envenenadas y se perdió en el pasillo oscuro. Sonreí internamente por mi gran hazaña, quitándome los apliques del cabello mientras me dirigía a mi lugar especial; donde pasaba horas arreglándome para salir a escena. Estiré mi cabello, que aún se conservaba increíblemente rosa, y lo recogí desarregladamente con una pinza en la nuca. Me quite el vestuario con mucho cuidado y lo dejé sobre el escritorio, hoy estaba muy cansada para ordenarlo todo. Tomé mi bolso y sopesé la idea de salir corriendo del lugar. Realmente me aterrorizaba cuando las chicas se acumulaban a lo largo del pasillo para pedir fotos y autógrafos de Sai. Una de mis teorías se comprobó con él: si tienes como ídolo a una persona y le dedicas un tiempo especial en tu vida, procura conocerlo antes. Porque las apariencias engañan. La aglomeración de jovencitas representaba una imagen en mi mente donde podrían herirme con sus bolígrafos y cuadernos de extremo filo o causarme graves hematomas con sus cámaras digitales. Me pregunté si también le pedían la ropa interior. Que desagradable.

Cuando atravesé el lugar donde se suponía que debían de estar las fanáticas de mi compañero, me percaté de que en realidad, no había ninguna de ellas. Ni siquiera se encontraba él. ¿Tan rápido se pasó la hora?, pensé. Debía dejar de perder el tiempo con los apliques de mi cabello luego de las funciones. Mis horas de sueño se veían reducidas entre mi trabajo y el otro; el de mesera. Aunque solo era por la temporada de verano, para ahorrar en los fondos de mi universidad. Uno debe sacrificarse por lo que quiere, siempre. Llegué a la puerta, y allí estaba él y su estúpida sonrisa falsa. ¿Qué querría ahora? Otra cosa que llamó mi atención fue un auto estacionado sobre nuestro lado de la calle, que tenía unos llamativos vidrios tintados de negro y un aspecto de alta sociedad. ¿Qué haría uno de ésos en estos lugares?

- Así que eras tú la que quedaba dentro - dijo con malicia -. De modo que ése es tu auto.

- No se a qué te refieres.

Lo ignoré mientras comenzaba a caminar.

- Ése auto ha estado aquí, todos los días de función - me informó -. Y siempre desaparece cuando tú te vas.

Detuve mi marcha y me limité a observarlo. ¿A qué quería llegar?

- Nunca pensé que te rebajarías tanto, Haruno. ¿Ése es tu nuevo trabajito?.

Me di media vuelta para seguir mi paso cuando agregó...

- Zorra.

...y tuve que volver. Agité mi mano sin que se diera cuenta, y su rostro quedó mirando hacia la dirección contraria. Un buen golpe no le aclararía la mente así como así, pero era un buen comienzo. Para mi completa sorpresa, él reaccionó en un abrir y cerrar de ojos; una sonrisa le surcó el rostro. Nunca antes había visto una sonrisa que causara tanto pánico, ni siquiera en esas películas donde la risa diabólica se escucha a través de las paredes por diez minutos sin parar. Mis piernas comenzaron a temblar y me aferré a mi bolso para usarlo como arma letal. Quizás ningún golpe le aclararía la mente, pero ningún hombre que se entrometiera en mis asuntos salía sin ningún rasguño. Imaginé su ojo derecho rodeado por un color púrpura que se extendía alrededor de su mejilla a causa de alguno de mis golpes, pero mi bolso no estaba realmente equipado para la acción y mi móvil no lo lastimaría de esa forma. Aunque podría intentarlo.

- ¿Así es como agradeces mis elogios? - preguntó con cinismo.

Y una sombra detrás de él llamó mi atención. La puerta del llamativo auto que estaba estacionado a pocos metros de nosotros se abrió bruscamente y dejó uno de sus vidrios tintados de negro en el ángulo preciso para que observara mi reflejo. Una línea rosa contorneaba mis ojos de forma similar a cuando lloras un mar de lágrimas en el final -especialmente cuando canta Celine Dion- de la película Titanic. Mi boca estaba entreabierta ya que era la única forma por la que entraba oxígeno a mis pulmones, mi ceño estaba fruncido y mi cabello desarreglado. Pobre inocente de aquel que me viera en este estado, golpeando al hombre que tenía enfrente con un bolso y considerando la idea de usar uno de mis zapatos como cuchillo.

Sai aprovechó mi momento de distracción para sujetarme violentamente del brazo y tirar de mi en varias direcciones.

- Un hombre no debe tocar a una mujer - advirtió otra voz -, a menos que ella se lo pida.

Salvación, pensé. No tendré que testificar en la corte cuando me acusen de homicidio en defensa propia. El dueño de aquella voz apareció ante nosotros y colocó sus manos en el pecho de Sai, deteniéndolo. Lo alejó de mi y le propinó un golpe en el ojo derecho, tal y como yo había imaginado hace unos instantes. Mi presunto atacante comenzó a tambalearse de un lado a otro, para terminar recostado sobre una de las paredes del edificio. Me permití un respiro decente luego de diez minutos de adrenalina pura. El desconocido se acercó a mi y me preguntó si me encontraba bien. Solo pude asentirle confundida. Y tras dar algunos pasos hacia atrás, murmuré un tímido gracias y salí disparada de allí. No tenía más fuerzas para seguir en la pelea con Sai y mucho menos desmentir que Sai era mi novio abusivo que me golpeaba por las noches. Afortunadamente, nunca sucedió nada entre nosotros; porque de ser así... seguramente sería un maldito abusivo como muchos otros.

- La joven de los cabellos exóticos... - creí escuchar. Pero no era nada.

- El joven de los ojos profundos... - susurré al viento.

Y caminé para perderme entre las calles oscuras y húmedas a causa del goteo constante de la lluvia; que se hacía cada vez más fuerte.


Mis sinceras disculpas a las fanáticas de Sai, no tengo nada en contra de él. Además, es un personaje secundario. A mi me agrada mucho.