Me he pasado tiempo pensando en el giro que debería dar la vida de Orihime, ya que por el momento había tenido dos opciones, me gusta más ésta. En fin, esto va para los que esperaron la actualización como los que siguen por primera vez el fanfic. Les mando un gran saludo y les animo a seguir leyendo. Espero éste episodio les alimente el alma romántica así como su lado oscuro.

Como no muchos me siguen en todas mis historias no conocen muy bien mis maneras de tratar temas. Por ejemplo éste fanfic es del tipo que habla del amor destructivo, del negativo, así como saber tomar decisiones, vivir con las consecuencias y poder superar lo malo que venga. Pero lo que los protagonistas sienten en cierta forma es inocente y no saben lidiar con el amor por ello huyen, haciendo lo que creen mejor. Es el amor de los inexpertos, de los que sólo saben actuar por si mismos, los que desean lo mejor y dañan lo que aman, a veces.

Bueno, dije demasiado. Me despido hasta la siguiente actualización. Disfruten del episodio.


Recuerden: Comentar es apoyar, si apoyas la historia animas a la autora a seguir escribiendo.


Disclaimer: Bleach y todos sus personajes le pertenecen a Tite Kubo. Si la serie o Tite fueran míos ordenaría de inmediato revivir a Ulquiorra xD


Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^


CUANDO EL SOL DEBE OLVIDAR A LA LUNA

By Clarisce

Episodio 23: Autodestrucción


Su día… pasmado como los otros, gris como uno nuevo en su vida se convirtió en una de las razones por las cuales seguir escarbando hacia el futuro, ¿podría haber una luz al final? Su bebé apenas le daba la poca alegría y energía para seguir en este mundo, aunque en ocasiones se sentía orillada a dejar su existencia pero una voz en su interior se lo impedía.

Grimmjow notaba ese cambio pero sólo podía verlo de lejos. Orihime lucía deprimida, no lo decía en voz alta y tampoco lo demostraría si él se lo preguntaba pero algo era diferente en su interior.

- ¿Qué harás hoy? –preguntó el peliazul.

- Saldré un momento a comprar lo que falta al mercado –respondió ella aún acostada en su cama.

- Busca un empleo, creo que te distraerás más.

- No puedo, debo cuidar al bebé.

- Hoy, de hecho, quiero llevármelo. Tengo un día muy pesado –dijo él, Orihime volteó rápidamente.

- ¿En serio?

- Sí. Puedes mover tu trasero y hacer algo constructivo con tu tiempo.

Así comenzó lo que ella llamaría "tortura", se levantó de la cama sin mucho ánimo, vistió a su bebé y lo entregó a Grimmjow, el mismo no prometió cuidarlo pero al menos en sus brazos estaba más seguro de lo que estaría en las de su propio padre, el cual lo abandonó a la suerte mortal de su inexistencia, ¿qué podía ser peor que ello?

Entonces posó su mirada en el espejo de baño que tenía antes de bañarse, ojerosa y malpeinada, quiso cambiar eso por un momento, fingir que no había pasado nada, que su día empezaba como antes… tranquilamente y para ir a la escuela, aprender algo y terminar riendo y jugando con sus amigas.

Un suspiro se dejó venir y entró a la regadera, sintió como cada gota resbalaba por su cuerpo, como la limpiaba… como rozaba su ser y la hacía sentir… de esa manera otra vez. El agua que pasaba por su entrepierna la hacía saltar por breves momentos en los que cerraba los ojos. Un par de flashes la cegaron en una memoria olvidable de su primera vez.

El duro y húmedo miembro de Ulquiorra introduciéndose a ella, queriendo gritar para luego dejarse llevar al éxtasis por las frías manos del Espada. Sí, recordaba eso, sus manos frías ese día, como su piel se contrajo al toque pero todo cambió cuando abrió sus ojos y frente a ella no había nada. Sin querer quiso llorar pero un profundo suspiro la ahogó.

Terminó su rutina de limpieza para salir a la calle, ver algunos anuncios, preguntar por algún empleo que le de suficiente tiempo para estar con su hijo, menos de medio tiempo, tal vez imposible empleo por ser encontrado.

Pero al vagar de anuncio en anuncio pudo encontrar uno en una casona, no se veía cuidada, en realidad la pintura estaba desgastada, se podía notar que no habían cuidado del lugar en mucho pero aún así veía sirvientes por todas partes. Las muchachas llevaban un clásico vestido de maid, no muy corto pero en blanco y negro.

Bueno, preguntar no mataría a nadie. Quizá necesitaba pertenecer a 'algo' y si eso era servir en una casona tal vez la haría pensar en otras cosas. Además… no necesitaría papeles ni grandes títulos.

Caminó al portón y se encontró con un empleado que la hizo pasar a la casa de servicio, un lugar donde alguien podría evaluarla y darle alguna clase de labor.

Se encontró con una mujer adulta, con un vestido similar al de una maid pero largo, casi al piso, la mujer con gafas y mirada cansada se acercó a Orihime, podía ser de ayuda.

- ¿Qué necesitas? –preguntó la anciana.

- Vine… para ver si tiene algún… empleo jejeje –sonrió.

- Tenemos un par de vacantes. La ama ha pedido ayuda extra –suspiró- pero dime, niña, ¿tus papeles?

Paró en seco la risilla que tenía y miró atemorizada a la mujer. Era lo que se temía.

- Gra-Gracias, no tiene que decirme más –se volteó dispuesta a irse.

- ¿Por qué te vas? No seas grosera y vuelve –Orihime se detuvo.

- Pero, pero, pero, pero… no tengo papeles. Yo me voy. Perdone –le hizo una reverencia leve- si le hice perder su tiempo.

- Te diré la verdad, niña. La ama no… es buena conservando personas aquí, necesito ayuda, la que sea necesaria. Quiero alguien que pueda atender la casa como es debido. Así que entre más contrate menos chicas se irán este mes y la casa no correrá peligro a decaer –dijo la anciana dándole la espalda- sígueme.

Caminaron por el enorme jardín, pasando de largo las arboledas hasta llegar al salón de la mansión. Con la mirada siempre en los altos techos entró, todo se veía hermoso, incluso los adornos de cristal que relucían en las alturas.

- Si no tienes papeles, me darás tu huellas digitales, sólo quiero comprobar que no tengas antecedentes. Mientras tanto te asignaré a la cocina.

- No tengo antecedentes –dijo rápidamente Orihime.

- ¿Entonces por qué luces como si quisieras saltar por la ventana?

- Porque… -se lo pensó- soy así –sonrió levemente.

- No interesa –agregó la anciana- ¿te quedarás aquí y te familiarizarás con el modo de trabajo. Te asignaré a limpiar los pisos y si compruebo que no tienes antecedentes te contrataré como una maid de la casa. Te ocuparás de las habitaciones de huéspedes y su limpieza, tus horarios serán de 6 de la mañana hasta las 2 de la tarde y te pagaré el mínimo legal, ¿está bien?

- Sí, señora. Gracias, haré un buen trabajo y esté segura de que no tengo ningún antecedente y podrá contratarme como su…

- ¿Cenaremos juntos? –preguntó una voz, obviamente venía de la dueña del hogar puesto que bajaba escaleras abajo junto a su hija y un muchacho.

- No lo creo, tengo asuntos que resolver.

- Si necesitas dinero, dímelo –vio a su ama de llaves- Miya por favor contacta con la agencia para que le asignen las tarjetas de crédito a mi hijo.

- Sí, señora –dijo la anciana que hablaba con Orihime- saluda… mocosa –susurró por lo bajo.

- ¡Muy buenos días señora! –dijo con demasiado ánimo pero cuando volteó a ver los rostros de los que vivían en el lugar se encontró… con él. Paró en seco y sus ojos se humedecieron mientras trataba de huir pero sus piernas no le contestaban.

El pelinegro volteó a ella con brillantes ojos verdes, la analizaba pero ella parecía asustada, ¿quién era? Se preguntó el muchacho.

- Como decía –la dueña de la mansión volvió su mirada al muchacho- hijo, vuelve para la cena, te estaré esperando.

- Y yo también, hermano mío –dijo la mujer adulta a su lado.

- Trataré. Hasta luego –decía el pelinegro pero no podía dejar de ver los temblorosos ojos de la joven que asustada parecía querer ocultarse tras la ama de llaves mayor.

Pasaron de lado y ambos estaban asustados, sensibles y … ¡un momento! Él no la había reconocido, ¿qué sucedía? Él sabía de ella, él… le había hecho el amor, ¿por qué su mirada fija a ella no le hizo reconocerla para correr a su encuentro?

FlashBack

- Es posible que tenga algunos problemas para reconocer rostros pero con el debido tratamiento irá recuperando la habilidad.

- No me someteré a tal estupidez –dijo Ulquiorra y se levantó de la silla para prepararse a salir del consultorio.

- Hijo, por favor, deja que te ayude, puedo pagarlo, puedo darte lo que quieras.

- Deje de llamarme así. La espero afuera.

- Muchacho –le llamó la atención el médico- si no tratas el problema puede serte más difícil reconocer a las personas que conociste.

- El pasado no es algo que quiera regresar a mi vida. Limítese a sus comentarios –dijo Ulquiorra- la memoria regresará y mi habilidad también, ¿verdad?

- Sí, pero será lento –respondió el médico.

- Entonces éste asunto está terminado, ¿nos vamos?

- Como tú quieras hijo –dijo la señora y se fue feliz tras Ulquiorra.

Final del FlashBack

Su afecto había sido borrado levemente, no lo entendía, ¿era Ulquiorra ese hombre? Pero era hijo de la dueña, vestía bien, tenía un porte y habían fotos suyas en aquel lugar. Orihime no lo entendía, ¿qué estaba sucediendo?

- Estaré atenta, señora –dijo la ama de llaves y haló a la consternada Orihime hacia la cocina- bien, éste es el lugar… -tronó sus dedos frente a ella, no reaccionaba- ¿qué te pasa?

- Y-Yo… soy muy tímida, lo siento jejeje –le sonrió de nuevo. Si no era Ulquiorra debía disimular. Haría el ridículo diciendo que había conocido a ese hombre como un 'espíritu'.

- Procura no alterar a la señora. Es muy temperamental –advirtió Miya.

- No pasará pero me gustaría quedarme aquí, en la cocina, no puedo salir y bueno… -permanecía atontada por el encuentro.

- Tú no decides cuando salir o qué puesto se te asigna, lo hago yo. Y ni se te ocurra ver otra vez al hijo de la señora de esa manera. Te puede ir muy mal. Yo lo se… -dijo volteando a otra parte.

- Siempre ha vivido aquí… me refiero… al hijo de la señora –preguntó Orihime, quería asegurarse.

- Claro que sí. Se fue por un tiempo pero regresó, es por eso que debemos arreglar la mansión y las habitaciones a prisa.

Orihime asintió y fue dejada allí, iba a limpiar un poco, le dieron un uniforme, no de maid sino de asistente en la cocina. Era demasiado raro, éste hombre… lucía igual a Ulquiorra pero tenía una cicatriz en la cabeza, pequeña y si no fuera por eso habría dudado de su propia cordura.

No era posible que el Espada la abandonara porque tuviera una segunda vida de lujos, él ni si quiera tenía una vida, él la había dejado a su suerte porque simplemente era una carga, no quería hijos, no quería su amor, sólo buscaba volver a Hueco Mundo, ser el mismo de siempre y olvidarse de todo.

Cuando su mirada se cruzó con la suya pudo haber notado… lo que sea, incluso un parpadeo, un atisbo de sufrimiento, arrepentimiento o lo que sea, su rostro era impasible, no había expresado nada, salvo molestia por su madre.

Sí, éste era otro hombre; no quería imaginarse fantaseando con el falso Ulquiorra otra vez así que se dedicó a lo suyo. Procuró sus deberes sin dejar de lado la preocupación. Si no era él, no tenía que asustarse de nada. Después de todo ella estaba segura, tenía una casa, su bebé estaba sano y era todo lo que necesitaba.

En el mundo espiritual, sin embargo, la situación era tensa. Los capitanes involucrados en el asunto se convirtieron en irritables criaturas, Zaraki deseaba realmente asesinar a Kurotsuchi, de algún modo tenía razón y el científico estaba lo suficientemente mortificado para cometer el pecado de, por primera vez, sentirse responsable por algo de lo que se arrepentía.

¿Dónde está su alma? Se preguntaba a diario, veía la criatura de Orihime aún en un tanque de recuperación pero no había mejora, este… experimento estaba fallado y lo arrastraba con él. Se acostó en el piso mientras contemplaba su habitación.

Recordó por un momento, cerrando sus ojos, cómo ella le creyó, como la inocente humana sucumbió ante lo que fue su única esperanza, cómo se aprovechó de ello, cómo destruyó su posible y único interés, científico y humano. La mujer le interesaba, no sólo por el hecho de que era poco común, bueno… ésa era una de las cosas que le atrajo, su rareza, ¿qué mujer podía concebir una criatura que burlaba a la muerte y la convertía en una mezcla? Era un espécimen único y…

Suspiró, estaba cansado. Sus ojeras y cabello desordenado lo demostraban. Claramente estaba cansado de batallar, a este paso dejaría que el bestial Zaraki lo matara, había perdido su ánimo de investigación. De algún modo, Orihime, lo había catapultado a un sinfín de emociones y problemas de lógica.

Era como si ella le hubiera enseñado un punto de vista distinto al de girar alrededor del sol, un enigma dentro de lo que parecía ser conocido.

- Estúpida mocosa –susurró para sí.

Arrastró los pies cansado hasta su mesa. Estaba cansado de luchar, cansado de pensar, cansado de ser el segundo, ¡por eso mintió! ¡Por eso la engañó! ¡Por eso la separó del Espada! Estaba harto de perder, harto de… sentir algo por esa maldita humana, por eso… tal vez su intención fue quebrarla. No era normal, no era amor, no es nada, él sólo quiere tenerla. Se decía a sí mismo que en cuanto la tuviera podría deshacerse de ese interés que tenía por sus cualidades especiales pero ahora que estaba muerta, un cabo suelto había quedado, el círculo estaba incompleto y con ello su deseo se disparó hasta el cielo, quedándose en negación.

Éste era Kurotsuchi.

Quizá por eso envió a Nemu para retrasar a Ulquiorra. Estando en su forma humana no podía evitar que ella lo atacara. Y si el Espada llegaba tarde o no llegaba a su encuentro, Orihime se daría cuenta por fin de que él no era el adecuado, ¡porque eso era lo que Kurotsuchi había planeado! Quería que ella se despreciara por confiar en él y despreciara al mismo Espada por ello.

Quería destruirla y a Ulquiorra, y ahora que ya no está sólo sabe que lo último a destruir es su propio ser, ¿o no?


Fin de Episodio 23