De vuelta al fandom, después de bastante tiempo. Me agarró la nostalgia... así que me puse a escribir. Bueno, en realidad, ver la primera parte de DH tuvo bastante que ver con mi fanatismo renovado. Me regresó las ganas de leer fics y escribir. Así que me puse manos a la obra :)
Sobre esta historia: es corta y ya está toda escrita. No tiene en cuenta al Epílogo pero sí al séptimo libro. Tomé algunas de las cosas que Rowling dijo después de terminar el libro, pero no todas. Solamente las que me parecían que iban con los personajes. En fin, espero que les guste.
Today the cloud it hangs
over us and all is grey
but someday one day…
Capítulo 1: El comienzo, o sobre un día muy gris
El día era muy gris. Y también el humor de Harry Potter. Debía haber imaginado que algo malo sucedería, porque apenas puso un pie fuera de la cama, una serie de desafortunados eventos se habían desatado sin pausa.
Primero, la dichosa lechuza con el Profeta. Ajena al elaborado desayuno que había preparado Kreacher, el elfo doméstico, el plumífero dejó caer el periódico sobre el cuenco de cereales, empapando a Harry y humedeciendo las tostadas. Nada que un hechizo limpiador no solucionara, pero aun así, Harry no pudo evitar un gruñido de fastidio.
Segundo, el tráfico en la Red Flu era tanto, que Harry apareció en la chimenea equivocada, a dos chimeneas de la que usualmente salía. Nada que un par de pasos rápidos no solucionara, pero aun así, Harry no pudo evitar un gruñido de fastidio, sobre todo al verse retrasado por la maroma de gente que se congregaba en el Atrio a esas horas.
Tercero, había olvidado su informe sobre El Asunto de Alemania, así que luego de soportar reprimendas de sus compañeros Aurors, tuvo que volver a viajar en la condenada Red Flu hasta Grimmauld Place, gruñendo con gran fastidio.
Sin embargo, estas nimiedades apenas eran la punta del iceberg de lo que prometía ser un día terrible.
Luego de varios incidentes, que incluyeron a un periodista amarillista con una maldición en las piernas, un incendio momentáneo en su propio escritorio y un almuerzo malogrado por un plato con demasiado condimento ("¡Pedí que sea exclusivamente sin ajo!" "Lo siento, Señor Potter"), Harry por fin salió del encierro de su oficina en la Segunda Planta del Ministerio de la Magia, para dirigirse a Diagon Alley, donde habría una pequeña reunión en Sortilegios Weasley. No estaba seguro del motivo de la reunión, pero no le preocupaba el no saberlo. Sabía que no era ningún cumpleaños: el último había sido el suyo, hacía una semana, y el siguiente era el de Hermione, el 19 de Septiembre, así que descartó la idea de comprar un regalo improvisado para un agasajado desconocido.
Pensar en los cumpleaños le hizo acordarse de su amiga, con la que había quedado en ir juntos a la fiesta. O reunión. O lo que sea.
Con un pequeño montoncito de polvos Flu en su mano, retrocedió bruscamente intentando alejarse de la chimenea, chocando con un viejo malhumorado que enmudeció sus insultos al ver que el joven impertinente no era otro que el Salvador del Mundo Mágico.
Harry estaba a punto de hacer alguna réplica mordaz cuando escuchó que alguien lo llamaba. Mirando por sobre el hombro del viejo, vio a Hermione saludándolo unos metros más atrás. Harry se hizo a un lado y llegó hasta donde estaba ella.
-¡Harry! Pensé que te habías olvidado...
-Me olvidé- contestó secamente él.
Hermione ignoró el hostil tono de voz, probablemente porque maniobraba con varias carpetas de grosor considerable.
Harry atajó una cuando se escapó de las colmadas manos de su amiga. Sin decir nada, le arrancó varias carpetas y se las puso bajo el brazo.
-Gracias- musitó Hermione, extrañada ante el evidente mal humor del joven.
-No sé por qué no se te ocurrió hacerles un hechizo para que entren en tu bolsillo- gruñó Harry.
Hermione enarcó una ceja, fastidiada. Se puso enfrente de Harry y lo miró fijamente, preguntando con los ojos el motivo de su mal humor.
Harry suspiró y negó levemente con la cabeza. La ceja de Hermione subió un poco más. Harry sonrió, apenas un poquito, pero fue suficiente. Esta vez fue el turno de Hermione de suspirar, y con un movimiento de la cabeza indicó las chimeneas. Harry asintió, y juntos emprendieron la marcha.
Este tipo de intercambios silenciosos eran lo que Ron Weasley llamaba el "idioma de mudos". Harry y Hermione lo practicaban desde hacía años, para descontento del pelirrojo, que nunca pudo aprender el silencioso lenguaje de miradas y gestos, así que ellos evitaban utilizarlo en su presencia.
Sortilegios Weasley estaba silenciosa, un contraste enorme con el bullicio que reinaba durante el día. Harry salió de la chimenea sofocado por las cenizas y el calor repentino de la tienda. Hermione se acercó a él para palmearle la espalda, pero Harry dejó de toser enseguida, gracias a un repentino manotazo en su hombro derecho.
-¡Harry, Hermione! ¿Cómo están?- Ron, aparecido desde las sombras del subsuelo, les sonreía cálidamente.
Al ver la mirada un tanto sombría de Harry, retiró la mano de su hombro.
-Ahora que no intentas matarme, mucho mejor- dijo sarcásticamente el joven.
Ron lo miró extrañado y sonriendo nerviosamente, una mirada hacia Hermione, que negó levemente con la cabeza, le indicó que ese no era un día bueno para Potter.
-¿A qué se debe la reunión?- inquirió Harry mientras los tres pasaban a la gran bodega debajo del local, donde usualmente hacían aparecer un par de sillas y convocaban cajones de cerveza de mantequilla o whisky de fuego.
George se abrió paso entre un par de cajas llenas de sombreros acéfalos.
-Ya lo verán, ya lo verán- dijo sonriendo, mientras estrechaba la mano de Harry y le daba un beso a Hermione en la mejilla.
Desde la muerte de Fred, George no era el mismo. Su hermano se había llevado algo de él con su muerte, y todo el mundo entendía el por qué: habían sido dos partes de un mismo todo.
Harry aun se sentía culpable por la muerte del Weasley y de tantos otros, a pesar que habían pasado cuatro años desde la Batalla de Hogwarts. Le había costado bastante tiempo asumir el control completo que ahora tenía sobre su vida y acostumbrarse a que ya no se cruzaría nunca más con gente tan querida. Durante esos terribles primeros meses, en los que la tristeza por las pérdidas era sólo comparable con la alegría por su libertad y la del mundo mágico, Harry se había refugiado en su relación con Ginny, retomada apenas un día después del triunfo sobre Voldemort, y en sus responsabilidades como padrino de Teddy, el hijo de Tonks y Lupin. Se sorprendía a diario pensando que el bebé ahora era un niño.
Hermione se adelantó para saludar a Luna y a Ginny, que aun vestía la ropa de entrenamiento de las Arpías de Holyhead.
Ginny y Harry intercambiaron una mirada e inclinaron la cabeza en un respetuoso saludo, gesto que no se le escapó a Ron, quien, apretando los labios en una excelente imitación de Minerva McGonnagal, le dio un breve empujoncito a Harry hacia el frente. Harry se dio vuelta y lo fulminó con la mirada. Ya había soportado bastante ese día, para que, por encima de todo, Ron hiciera gala de sus intolerables intentos de cupido. Y si él estaba haciendo de cupido, no era nada comparado con su madre. Sucedía que ellos nunca se habían resignado a aceptar que la relación entre Harry y Ginny estaba terminada inclusive mucho antes de que ellos mismos se dieran cuenta. Desde hacía dos años Ron intentaba por cualquier medio que Harry y su hermana volvieran a estar juntos. Ellos, irritados, nunca le hacían caso. Pero el comportamiento de Ron no sólo sacaba de quicio a los implicados directos: a Hermione lo volvía loca. "¡Si sólo hubieras puesto ese empeño en mantener nuestra relación a flote, tal vez ahora las cosas serían distintas!" solía gritar, azorada ante el descaro de su ex novio. Ron se ponía furioso cuando ella hacía tales reproches, y pronto una batalla de gritos y miradas surgía entre ambos. Si esto ocurría cuando estaban con más gente, los que se veían atrapados en medio del campo de batalla huían despavoridos. Sin embargo, desde hacía un tiempo las peleas entre Ron y Hermione habían disminuido considerablemente, y eso era porque ahora el pelirrojo estaba ocupado con otra relación.
Harry saludó a Luna y luego tomó asiento. Luna saltó sobre los brazos de Ron, que la sujetó firmemente y le estampó un sonoro beso en la nariz. Como siempre que veía esas claras muestras de afecto entre sus amigos, Harry no pudo resistir el impulso de girar su cabeza hacia donde se encontraba Hermione, esperando alguna reacción de su parte. Sin embargo, Hermione no parecía verse afectada por la flamante relación de Ron con Luna. De hecho, admitió para sus adentros Harry, nunca se había mostrado más que feliz por ellos.
En esos momentos, se encontraba ocupada acomodando las carpetas que había traído desde el Ministerio en prolijo orden en su bolso; Harry notó que les había aplicado a algunas un encantamiento encogedor. Sintió una punzada de culpabilidad al recordar cómo la había tratado antes. Iba a acercarse para pedirle disculpas, pero en eso llegaron Angelina Johnson, que salía con George, Lee Jordan con su novia de origen muggle y Katie Bell.
Como hacía siglos que no veía a sus antiguos compañeros de Gryffindor, Harry pronto se vio enfrascado en una charla con ellos.
Luego de casi una hora, en la que Harry se negó rotundamente a hablar sobre El Asunto de Alemania alegando que debía mantener en secreto los detalles, George carraspeó sonoramente por sobre la pequeña congregación. Cuando obtuvo la atención de todos, Ron fue a pararse a su lado. George le pasó un largo brazo por sobre sus hombros.
-Bien, ahora que están aquí todos los que consideramos de gran importancia...
Ron puso los ojos en blanco.
-Suéltalo ya, Weasley- rió Lee.
-Bueno, queríamos compartir con ustedes una gran noticia... El negocio se está expandiendo- George no paraba de sonreír, contagiando al resto-Y tenemos el agrado de informar...
-¡Deja esas formalidades!
-... ¡que Sortilegios Weasley ahora tiene la concesionaria en Zonko!- finalizó George.
Todos saltaron de sus lugares, atropellándose para saludar y felicitar a los hermanos.
Después de unos minutos de alboroto, Harry, de mejor humor, le pegó un puñetazo a Ron en el brazo.
-Te lo tenías bien guardado, ¿eh?- dijo, mientras bebía de su Whisky de Fuego.
Ron sonrió abochornado.
-Queríamos decírselo a todos juntos. Mamá y papá ya lo saben, Percy les contó- hizo una mueca.
-Es genial, Ron- dijo Hermione, radiante.
-Sí... Fred estaría... muy feliz, él siempre quiso...
Los tres se quedaron en silencio. Luna, atraída por el mutismo del trío, se acercó y abrazó a Ron por detrás. Ron sonrió y se dio vuelta. Harry miró de reojo a Hermione, pero no encontró nada alarmante en la expresión de su rostro.
Luego de otros varios minutos de charla y celebración, Harry bostezó abiertamente. El Whisky de Fuego lo había adormecido un poco.
-Bueno, creo que es hora de irme- les dijo a Ron, Luna y Hermione.
-¿Ya?- Ron parecía decepcionado-Pensábamos ir a comer algo al Caldero...
-Tengo que madrugar, Ron, lo siento. Ya sabes, con El Asunto de Alemania he estado hasta las manos...- comenzó Harry, pero fue interrumpido.
-Tsk, sabes qué Harry, deberías hacer como yo y relajarte un poco. Estás trabajando demasiado, y aun eres demasiado joven- lo cortó Ron.
Harry alzó las cejas, sorprendido, y se dispuso a replicarle, pero fue interrumpido nuevamente, esta vez por Hermione.
-Yo también opino que se está esforzando demasiado, Ron, pero si es lo que le hace feliz...
-Ahí lo tienes, Harry, si Hermione dice que estás trabajando demasiado, es porque es verdad- dijo rotundamente Ron.
Harry iba a hablar, pero antes de poder siquiera emitir una palabra, volvió a ser interrumpido, esta vez por Luna, que lo miraba con los ojos muy abiertos.
-Hermione y tú siempre han sido muy responsables. Hermione podría haber estado en Ravenclaw- dijo con su voz soñadora.
Irritado por no poder hablar, Harry se vació de un trago su vaso, ignorando la quemazón en la garganta.
-Sí, y si sigue así va a llegar a ser la tercera mujer Ministro. Su obsesivo amor por el trabajo fue uno de los motivos por los que le corté- comentó Ron tranquilamente.
-¡¿Perdona? ¡Fui yo quien dio por terminada nuestra relación, no tú!- exclamó Hermione indignada.
Todos guardaron silencio. Era sabido implícitamente que nunca debía mencionarse a alguno de los dos como provocador de la ruptura, porque entonces comenzaría una pelea interminable. Exactamente quién había terminado con el otro, era todavía un misterio para el grupo, aunque Harry tenía las ligeras sospechas de que, en realidad, había sido Hermione la que había terminado con Ron. Por supuesto, jamás decía una palabra, y sólo se limitaba a desaparecer entre el paisaje o contestar con objetivos y supuestamente indiferentes encogimientos de hombros cada vez que le preguntaban a él su opinión.
Ron rió falsamente y miró a Hermione con una expresión de desafío en el rostro. Harry y Luna intercambiaron una mirada, el primero de hastío y la segunda de expectativa. Sabían lo que se aproximaba. Por mutuo acuerdo, nunca intervenían en esas disputas. Luna a la larga se divertía, intentando hacer entrar en razón a Ron, pero Harry nunca consideró entretenidos los altercados entre sus dos mejores amigos.
-¡No empieces con esas! Hermione, por más que lo sigas negando...
Harry bufó y con un golpe de varita volvió a llenar su vaso. Se lo vació de un trago.
-¡Tú no querías terminar, decías que lo nuestro podía arreglarse! ¡Te negabas a ver la realidad!
-¡¿Qué realidad?- rugió Ron.
Todos los demás, acostumbrados a estos altercados, intentaban seguir con normalidad sus propias conversaciones. Al ver que el brazo de Ron temblaba, Luna creyó conveniente comenzar a intervenir.
-Ronald, sabemos bien que...
-¡No lo digas Luna!- la amenazó Hermione-¡Siempre te pones de su lado!
-¡Claro que siempre lo hace, es mi novia, es lo que hacen las novias!- para subrayar su punto, atrajo a Luna y la pegó contra sí.
Harry miraba alrededor intentando ignorar el dolor de oído. Sus ojos se toparon con los de Ginny. Levantó el vaso, que había vuelto a llenar, y mirándola, se lo tomó de un trago. Ginny se acercó, varita en mano, con claras intenciones de parar la absurda discusión y de parar a Harry, que ya comenzaba a ver borroso.
-¡Ahh, claro, no hace falta que digas nada más! ¡Ahora numerarás todo lo que yo hice mal, ¿verdad?- el rostro de Hermione era del color de pelo de Ron.
-Por el amor de Merlín, ¿pueden callarse?- pidió Ginny.
Pero ni Ron ni Hermione escuchaban. Continuaron gritándose el uno al otro. Harry recordó vagamente una pelea que tuvieron en tercer año. No pudo evitar que una carcajada se le escapara.
-Si siempre estaban discutiendo… nunca iba a funcionar...- murmuró riéndose.
Ron y Hermione lo miraron de soslayo, extrañados ante la tambaleante postura corporal de su amigo, pero el comentario de Harry sólo sirvió para que reanudaran con mayor ferocidad la discusión. En el momento cumbre, cuando Hermione se estaba quedando ronca, y Harry y Luna sordos, Ginny, hastiada, alzó su varita.
-¡Ya basta!- gritó, y luego-¡Silencius!
Todo sucedió en meros segundos. Hermione, atenta, bloqueó el hechizo de Ginny con su propia varita. Ron ya había sacado también la suya, y creyendo que el hechizo de su hermana desviado por Hermione era dirigido hacia él, gritó otras palabras a la vez que desviaba el primer hechizo y se corría del medio.
Y fue en ese momento, cuando Harry, con los reflejos adormecidos, también sacó su varita, pero ya era demasiado tarde. Los tres hechizos, el silenciador de Ginny, los desviadores de Hermione y Ron y el desconocido de éste último, le dieron de lleno en el pecho, haciendo que saliera disparado hacia atrás por el impulso. Cayó contra un montón de cajas llenas de artilugios. Un objeto punzante se le clavó en la mano, y otro objeto estalló, prendiéndole fuego la túnica.
-¡Harry!- gritó Hermione, y fue la primera en llegar a su lado.
Apagó el fuego con un rápido movimiento de varita. Asustada, se inclinó sobre Harry, que apenas abría los ojos. El resto del grupo se acercó renuente.
-¿Está bien?- preguntó Ron, anonadado.
Harry abrió los ojos y lo primero que vio fueron los preocupados de Hermione. Sin saber por qué, sonrió.
-¿Harry? ¿Estás bien? ¿Te duele algo?- Hermione se inclinó sobre él, palpando con temor la cabeza de su amigo, en busca de algún corte.
Harry entrecerró los ojos, y abrió la boca para decir algo, pero ningún sonido salió de ella. Frustrado, negó con la cabeza.
-Debe ser mi hechizo- dijo Ginny, antes de apuntarlo con la varita-¡Finite Incantatem!
Harry abrió la boca.
-...auch...- musitó.
Hermione, más alarmada que antes, lo ayudó a incorporarse. Harry se tambaleó, apoyándose sobre su amiga, que con gran esfuerzo sostuvo su peso.
-Esto es tu culpa- sentenció Ron, mirándola con reprobación.
Pero Hermione no le contestó, sólo lo miró con desagrado y luego se volvió hacia los demás.
-Me lo llevo a Grimmauld.
Los demás mostraron estar de acuerdo. Luna arregló el desastre provocado por la caída de Harry. George, riendo por la pelea, limpió el lugar con más movimientos de varita, ayudado por Angelina.
Hermione ayudó a su amigo a subir las escaleras hasta el primer piso, escoltada por Ron, Ginny y Luna.
-Si alguien viera al famoso Auror en estos momentos...- susurró Ron, riendo.
Harry emitió un gruñido bajo, que sólo Hermione pudo oír.
-Si sólo Hermione y tú no se comportaran como inmaduros...- fue la hosca respuesta de Ginny.
-Yo no creo que seas inmadura- le susurró Harry a Hermione al oído, para luego apretar más el agarre sobre los hombros de ella- Un poco temperamental, es cierto, pero...
Hermione rió y lo sacudió un poco. Llegaron a la chimenea. Luna tomó un puñado de Polvos Flu de un tarro que había sobre ésta, y lo lanzó al fuego. Hermione y Harry se pararon dentro.
-Lamento que la noche haya terminado así, Ron- dijo Harry, arrastrando un poco las palabras.
Ron rió y le hizo un gesto despreocupado con la mano, que Harry no pudo ver, porque en instantes ya viajaba a través de la red de chimeneas.
Salió tosiendo de entre medio de una nube de cenizas. La cocina de Grimmauld Place estaba lúgubre y sombría. Harry se tambaleó, y se sostuvo amarrándose a la mesa. Hermione ya estaba allí para sostenerlo.
- No debiste tomar tanto, Harry, sabes que tienes nula tolerancia. ¿Estás seguro que estás bien? Puedo revisarte.
Harry se dio vuelta, sonriendo como un idiota.
-Revísame todo lo que quieras, Hermione- dijo con una voz extraña.
Alarmada ante la expresión de Harry, Hermione retrocedió un paso.
-¿Qué te sucede?- inquirió con extrañeza.
Pero Harry no contestó. Le pareció absurdo hacerlo, cuando había otras maneras de demostrar lo que quería. Dando un inestable paso hacia el frente, sujetó a Hermione en un repentino movimiento, y, sintiéndose desfallecer, estampó sus labios contra los de su mejor amiga. El beso duró apenas segundos, y sólo Harry lo protagonizaba, porque Hermione, dura como una piedra, parecía haber sido alcanzada por un maleficio inmovilizador.
Harry se separó de ella, frustrado. Hermione lo observaba con los ojos bien abiertos, aterrada. Ninguno de los dos dijo nada por lo que pareció una eternidad.
-¿Por qué me besaste, Harry?- preguntó al fin ella, con voz temblorosa.
Por más que se esforzara, Harry no encontraba las palabras adecuadas para explicar lo que acababa de suceder…
El fragmento del principio es de una canción de Queen, "Someday one day". Preferí no traducirlo porque queda mejor así y porque no me gusta modificar el idioma de las fuentes originales en estos casos. Mis disculpas al que no sepa inglés.
Voy a actualizar cada cinco días, más o menos. Los próximos capítulos son más largos.
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·Towanda·