Los personajes pertenecen a la maravillosa Stephenie Meyer, yo solo deje fluir mi imaginación creando una historia un tanto diferente.


Let me go – Three doors down.

The Gathering–You learn about it.


Capítulo 9.

"Casi no sabía de lo que eras capaz ¿Pero porque no darte una oportunidad? Tú aprendes acerca de eso. Tú cosechas todo lo que puedes. Todo está consumiéndose dentro de ti."


Se siente como la mierda más grande del mundo.

Lleno de mentiras, odios, dudas. Con el corazón podrido por dentro, y miles heridas saturadas por el ponzoñoso pus, que le recorría el alma de cabo a rabo. El corazón no soportaba la carga, y la cabeza le iba a reventar por tantas estupideces juntas.

No puede creer tantas cosas juntas.

Tantas mentiras, tanto odio. Y la mucha razón que tuvo Kate cuando le dijo aquellas últimas palabras, después de salir de su casa.

Haberte acostado conmigo—habló ella, mirándolo con ojos diabólicos—no te hace igual a ella. De hecho, te hace peor. Te transforma en el peor de todos los hombres. Porque la amas, y en vez de luchar por ella, te rendiste a la primera oportunidad. Eso Edward, ni siquiera el buen sexo te lo quita de la cabeza.

Era la pura verdad, todas y cada una de aquellas palabras.

Se sentía un cerdo completo, incapaz de merecer el amor tan puro de una mujer luchadora, como su Bella. De una mujer que se esfuerza cada día de su vida por su pequeña hija, por darle lo mejor cuando ella no recibe, sino las sobras de una sociedad que no le brindara más oportunidades de las que ya tiene. ¿Qué tipo de amor se merece? Si lo único que él hizo, fue vengase como el más inmaduro de los adolescentes, sin ponerse a pensar las consecuencias, o siquiera dudar de lo que sus ojos habían visto. No pudo tener boca para hablar con ella, de manera contraria, decidió herirla con la mayor de sus fortalezas. Con puro odio, conjuntamente con una de las mujeres más fétidas y pútridas del planeta.

Tenía miedo de ser igual que Kate. Miedo de haber perdido todas las cosas buenas que la vida le ha regalado hasta el momento, y aún no sabe si es capaz de sobrepasar todo tipo de obstáculos por estar con su Bella, pero conoce la fuerza del amor de ambos y está seguro que la perseguiría hasta el fin del mundo, al menos para conseguir una mínima parte del amor que cree, ambos se merecen.

Cuando escuchó la verdad, salir de los rosáceos labios de una pequeña bebé de meses de nacida, envuelta y cobijas y pañales y sin miedos para defenderse, excepto un ruidoso llanto, comprendió que mucho de lo que Bella hacía, no era más que una respuesta a la situación en la que se encontraba. El dinero no le alcanzaba para pagar el alquiler del departamento, pagar las cuentas, y al mismo tiempo, a una mujer asalariada que cuidaba de su hija. Y mientras, él la había estado juzgando por actos que ella ni siquiera podría cometer, no cuando tenía la vida de su hija y la suya por delante.

Te voy a decir algo Edward Cullen. Jamás había amado a alguien como te amo a ti, jamás había dejado que alguien entrara tan profundo en mi corazón como lo has hecho tú, ahora solo te pido que te largues de mi casa, de mi vida pero sobre todo de mi alma.

La vida se le partió en esquirlas, y le corazón murió de un ataque fulminante cuando escuchó aquellas palabras. Era la confirmación perfecta de lo poco hombre que era, de lo poco que se merecía el amor de una mujer como Bella. Él, entonces resultaba siendo una piedra en el camino de cualquier persona, sino comenzaba a buscarle un sentido a su vida. Porque como bien dicen en el cuento de "Alicia en el País de las Maravillas" si no conoces hacia dónde vas, entonces cualquier camino es correcto.

Y desde un inicio, Edward supo que el comienzo, transcurso y fin de su vida, era únicamente Bella. Ella era su dirección, su orientación, el impulso perfecto, los deseos de ser alguien, las ganas de superarse. Bella era todo lo que Edward tenía, y perderla sería como hundirse en el mismo fango de la amargura, aún utilizando zapatos anti-deslizamiento.

Esa noche, mientras la cabeza le daba vueltas y no dejaba de pensar en lo estúpido que era, y el bonito rostro de la bebé, en contraste con las inmensas ojeras de Bella, comprendió que tendría que hacer algo rápido antes de perderla para siempre. Compró una flor en la carretera, con el dinero que tenía en el bolsillo, y regresó a dormir bajo su puerta durante toda la noche, pasando frío, mientras los dientes le castañeaban terriblemente por causa del miedo y del pánico por enfrentarse a una ciudad en punto de intemperie. Había aprendido acerca del amor, de la perdida y del dolor más que en toda su vida.

Pero habló con ella, le rogó y estuvo completamente dispuesto a ponerse de rodillas para suplicar un segundo de su tiempo. Una nueva oportunidad para amarla como se merecía, aún si fuese necesario, una nueva vida en cualquier tipo de situación. Edward amaría a Bella eternamente, sin importar si tuviesen que vivir bajo un puente, o si con el paso de los años tenían más responsabilidades de las que él podría acarrear.

¡Dios!

¡Ella era su mujer, y la amaría hasta el final de sus días!

Luego de un par de minutos, en los que su corazón se vio tentado a desaparecer de la faz de la tierra, Bella terminó aceptando una nueva oportunidad y Edward se sintió como el bastardo más afortunado del planeta. Y por ello, comenzaría a hacer las cosas bien para nunca más correr el riesgo de perder a las dos mujeres que pronto serían su familia. Porque sí. Carol era una niña muy bonita, y si él creía tener edad para relacionarse sexualmente con una cualquiera, entonces podía hacerse cargo de una niña tan dulce e inocente, que lograba conmover hasta las fibras más profundas de su ser de la misma forma que su madre.

—Solo una interrogante—Tomó las manos de Bella, emocionado por sentir la calidez tan típica de su piel. Esa calidez que lo envolvía, retirando todo tipo de recuerdos fríos de su cabeza. Escuchó un pequeño jadeo escapar de los labios de su novia, y comenzó a saltar internamente al comprender que ella también lo necesitaba.

—¿Aún vive el padre de Carol? —Era una pregunta que debía hacer. La cabeza la tenía completamente liada por el miedo a que otro hombre quisiera reclamar lo que era suyo. Bella y Carol eran suyas, y haría lo que fuese para mantenerlas a su lado, y recuperar su cariño poco a poco.

Edward se tensó, cuando después de varios minutos Bella continuó sin responder, incluso le soltó un poco las manos y comenzó a abrazarse a sí misma, como si su reacción solamente percibiera miedo a la pregunta.

—¿Estás bien, hermosa? —le preguntó, rodeando con los brazos por la cintura. Ella hundió su frágil carita en el pecho de Edward, y él se limitó a besarle los cabellos con suma delicadeza y adoración, amando cada fibra de cada pelito de su cabeza.

—No me importa si vive—contestó finalmente, con la voz un poco entrecortada—Es una larga historia, pero la verdad no tengo intenciones de repetirla. Ahora somos yo y mi hija, Edward. Y eso es lo que cuenta.

Edward asintió, pero en su cabeza apareció una idea que, según él, serviría para alimentar la confianza entre ambos.

—Si te sirve—murmuró levantándole el mentón con una mano delicada—también yo tengo un pasado, y estoy dispuesto a contártelo. Estoy dispuesto a confiar en ti, mi vida. Y si al final de mi historia, no quieres contarme la tuya, yo entenderé. Pero al menos te habré abierto mi corazón, con todas las heridas que tiene.

Bella le sonrió, con una pizca de tristeza buscando endulzarle los labios.

—Ahora que sabes la verdad—susurró ella, sin apartar sus ojos de los suyos—Tienes que comprender que no soy solamente yo. Esta vez, no pienso dejar a Carol fuera de esto, ella es la persona más importante en mi vida y si no estás dispuesto a tener una novia con una hija de otro hombre….—Él acalló sus labios, colocando dos dedos contra ellos.

—Shh. Shh—murmuró Edward, besándole la frente con mucho cuidado—En lo que a mí respecta, tú solamente tienes una hija, y es mía, Bella.

A ella, los ojos se le aguaron, formando grandes lágrimas que comenzaron a recorrer sus mejillas. Un sollozo escapó de sus labios, y la forma en la que empuñó sus manos causó en Edward un extraño sentimiento.

—No juegues con eso—sollozó ella. Él escuchó un par de quejidos del interior de la casa, y se aventuró a proponerle lo que tanto había pensado la noche anterior—Me haces mucho daño si juegas con mi hija, Edward. Eso no…

Él le tomó las manos con dulzura, y mirándole a los ojos le habló poniendo sus propios deseos en aquellas palabras.

—Eres mi vida, Bella. Lo único que tiene sentido para mí, eres tú. Y ahora qué sé la verdad importante de tu vida, no hay impedimento para que estemos juntos en la forma que queremos. Hagamos lo que siempre soñamos, mi vida…

—Edward—sollozó Bella, sin fuerza en la voz. Intentó levantar su mano derecha para evitar que el discurso siguiera, pero él le tomó la mano, la entrelazó con la de él, y uniendo ambos corazones, colocó las dos manos entre los pechos de ambos, en el justo sitio de localización del corazón.

—No pequeña, por favor amor, deja que nuestra hija y yo formemos tu familia, esa que siempre quisimos y por mentiras y confusiones, no pudimos lograr. Mi vida, déjame amarte, demostrarte cuán importante eres para mí—susurró, acercando ambos cuerpos con la mano sobrante. Cuando tuvo el rostro de ella a centímetros del suyo, y mientras las narices se rozaban, le besó delicadamente, solo un toque sobre los labios que duró una milésima de segundo, y luego le abrazó con la mayor fuerza que sus brazos tenían.

Por favor, que ella lo quiera tanto como yo.

—Bella—suplicó contra su oído, mientras los cuerpos seguían enlazados por aquel especial abrazo—seamos uno, como siempre quisimos. Podemos seguir adelante juntos, con Carol, y luego con el resto de muchachitos que vamos a tener—Bella se rió un poco, aunque los restos de sollozos aún se le escuchaban en la voz. Era tan difícil para él entender sus reacciones, y el corazón le estaba palpitando más fuerte que nunca, como si tuviera miedo de la respuesta, y estuviese dispuesto a salírsele del pecho por causa de ello.

—Realmente quiero ser feliz a tu lado—rogó de nuevo el muchacho, levantándole el mentón por segunda vez, solo para mirarle a los brillantes ojos, tan románticos y enamorados como él nunca los había visto—estamos hechos para el otro, amor. Sé que podemos hacer esto juntos, seremos una buena familia…

— ¿Estás seguro de lo que dices, Edward? —preguntó ella, con la voz un poco entrecortada pero con una sonrisa dulce y esperanzada formándosele en los labios.

—Completamente seguro—murmuró él, devolviéndole la sonrisa aún más emocionado.

Bella suspiró.

—¿Y si luego te arrepientes? —volvió a preguntar, entrecerrando los ojos—No somos un juego, Carol está para siempre en mi vida, y si quieres algo como lo que me estás proponiendo, sabes que también es para siempre. No soy mujer de juegos, Edward…

—Lo sé—respondió él, apretándola aún más fuerte contra sus labios—y si de algo estoy seguro en este momento de mi vida, es que te quiero en ella para siempre. Ahora tú eres mi vida.

Bella lo pensó varios minutos, con las manos en los antebrazos níveos de su novio, y luego de analizar cosas que Edward no entendió, le miró con una sonrisa grandiosa en los labios, asintiendo despacio.

—Está bien—aceptó ella, hundiendo sus dedos en la suave mejilla de él. Edward ladeó la cabeza para apoyarse en la mano de su novia—pero tengo un par de condiciones que me gustaría discutir contigo.

—Lo que quieras—murmuró él, ensimismado por la vista de sus rosáceos y tentadores labios. Se sentía tan emocionado y feliz, que cualquier cosa que ella le pidiese no importaba, con tal de conseguirla para siempre en su vida.

—Si tienes un pasado, yo tengo derecho a saberlo—murmuró ella, con ojos serios. Él solamente asintió, tomando una preparación mental para relatarle a ella sus juegos adolescentes—y tú tienes derecho a saber el mío—suspiró Bella, abrazándole con fuerza—pero necesito que nos prometamos, que nada de lo que hicimos interferirá en la vida que tendremos en un próximo futuro.

Edward asintió, y después de besarle en la frente le miró con ojos amplios.

—Estoy totalmente de acuerdo en todo lo que dices, excepto en una parte—ella frunció el ceño, y a Edward eso le provocó ganas de reír—la vida que tendremos no será en un próximo futuro. Será ahora mismo, tu y yo necesitamos construir una nueva vida con Carol, y no tenemos que esperar años para eso—ella le sonrió, algo tímida y luego Edward rió con fuerza, levantándola del piso en volandas y girándola en el aire.

Ambos comenzaron a reír, con muchísimas ganas.

—¡Te amo! —exclamaron ambos al mismo tiempo, mientras el momento de alegría les inundaba el corazón, y sentían una buena y fuerte brisa atravesándoles el cuerpo por completo.

Minutos después, ambos estaban completamente exhaustos y con una sonrisa imborrable en los labios.

—Lo primero que haremos es presentarte a mis padres, con Carol—murmuró Edward, besándole los mejillas apenas con un roce, mientras su voz se volvía dulce y con ciertos toques sensuales que a Bella siempre conseguían estremecer.

—¿Estás seguro? —preguntó ella, cruzando sus brazos alrededor del largo cuello de él.

—Completamente—Edward levantó la cabeza, y mirándola con una sonrisa en los labios le condujo a la puerta de la señora Watson—Ahora, saca a Carol de ahí, y llevémosla con mis padres para que ellos la conozcan. Luego… ¿Te gustaría vivir en este departamento, o en uno nuevo?

Ella le miró curiosa.

—Bueno…creo que aquí es un buen lugar. Supongo que será cosa de traer tus…pertenencias.

Edward le sonrió, notando el miedo con que sus palabras salían.

—Todo saldrá bien, mi vida. Solamente tenemos que ser pacientes. A decir verdad, me gustaría vivir en un nuevo lugar, pero hasta estabilizarnos económicamente, podemos vivir aquí un buen tiempo. —le besó con delicadeza la nariz, y luego golpeó la puerta de la viejita con ganas.

—Disculpe—murmuró Bella, viendo a la mujer con su hija en brazos—creo que no tendrá que cuidar a Carol, después de todo.

La señora Watson suspiró.

—No te preocupes, hija. Aquí tienes a la niña, ahorita te traigo la bolsa de sus cosas.

Antes de que Bella pudiera tomar en brazos a su pequeña Carol, Edward tomó la iniciativa y la cargó delicadamente, como si tuviera miedo a quebrarla por lo frágil que se veía la pequeña.

—Es muy hermosa—murmuró distraídamente, mientras le besaba la diminuta nariz con adoración. En efecto, era la niña más bonita que había visto en su vida. Con ojitos color chocolate, y pequeñas motas de cabello del mismo tono. Se veía completamente divertida mientras él hacía malabares tratando de verla sonreír, y cuando escuchó su risa, se maravilló comprendiendo que era aquel, el sonido más hermoso que había escuchado en su vida.

—Le gustas—murmuró Bella, besándole una mejilla. —Serán muy buenos amigos.

La señora Watson apareció en ese instante, y le entregó la bolsa a Bella mientras miraba de reojo a Edward jugando con la niña.

—¿Quién es el bueno mozo? —preguntó curiosa, mientras Bella se cargaba la pañalera al hombro.

Edward escuchó la pregunta, y tomando aire acomodó a la pequeña entre sus brazos antes de hablar:

—Soy el padre de la niña—respondió con orgullo, apretando la mano de Bella entre las suyas.

La señora Watson se rió, pero luego de decirle unas palabras a Bella, se retiró dándole a la muchacha un guiño.

—Edward—suspiró Bella—aquí nadie te creerá eso. Todos me vieron llegar con el vientre de embarazada, y meses después, tú apareciste. No tiene…

—Es mi hija, Bella—rezongó él, atrayéndola a su cuerpo con fuerza—es una niña muy guapa, creo que hasta saco la nariz de mí…

Ella se rió, y con un ambiente más aligerado, ambos marcharon tomados de la mano, con una en brazos, hacia la humilde casa de los Cullen.


V: Hola guapísimas. La verdad es que he estado muy líada con los estudios, así que les pido una disculpa por la tardanza, pero espero que les guste este cap. Es uno de los más emotivos, porque en el siguiente ya vienen las verdades de Bella que están a cargo de mi guapísima Izzy. Y el 11 con las verdades de Edward, que están a mi cargo. Esperamos que les guste el rumbo de la historia, y también que nos sigan dejando sus hermosas palabras, que son de gran ayuda para nosotras. Muchas gracias a todas las lindas señoritas que nos dejaron rr, y a las que dejaran rr en este cap.

*Visiten nuestras historias, Enemigos naturales, amor imposible de mi amada Izzy. Cry y NY4 de mi autoría. Y no olviden dejar sus rr, que nos cumplen el sueño a nosotras dos. XD

Muchos besos Ecuatorianos y Mexicanos.

V&I