Yo séeeeeeeeeee que hace mil años que no actualizo este fic... Pero es que me había salido un poco del fandom, por obsesionarme con chinos que cantan más o menos bien.. Y no tiene peeeerdónnnnn, porque esta historia en particular me gustaba mucho, y la disfrutaba escribiendo...

Por eso, decidí continuarla.

Si alguien lo estaba esperando, espero que puedan disfrutarlo, porque voy a terminarlo e-e (se supone que faltan un par de capítulos y termina). En cambio, si recién empezás a leerlo, espero que te guste y eso..

Lo siento mucho, en serio, pero ya estoy escribiendo el próximo capítulo..

Disclaimer: Hetalia es mio en un universo paralelo, así que bueni... Ojala.

Aclaraciones: ~Cursiva~ recuerdos


El bosque era extenso, casi interminable, como esos de cuentos de hadas, lleno de árboles y arbustos con formas extrañas. Pero no le parecía extraño. Al menos no en Inglaterra, donde la fantasía era demasiado importante.

Camino hasta llegar a un lago, ese que estaba a un lado de donde se había despertado esa vez.

-Es éste - Se dijo, tocando el árbol con tranquilidad y recordándose a sí mismo, viéndose, sentado en el lecho. Eso sí, habían diferencias (Es imposible que pasando 2 años no cambie nada). El pasto estaba más alto, y las ramas ya parecían demasiado viejas, indicando que se caerían ante el mínimo golpe. En el lago no habían tantas rocas como antes, y se había creado un hormiguero a un costado.

Dándose cuenta de tantos detalles ¿Desde cuándo le prestaba atención? Como si fueran más importantes que el hecho de haber aparecido en un mundo donde no era nada.

Se sentó, intentando volver atrás (como si se pudiera…) y suspirando. "Para entender el presente, hay que rever el pasado"… comenzó a pensar en sus clases de Historia con Inglaterra. Él era pequeño en esa época, toda una colonia. Pero a lo que se refería con esa frase es que no podría saber jamás cómo llego a ese tiempo, a ese espacio, sin repasar todas los cosas que vivió antes, en el pasado.

Bien, le haría caso a Arthur, aunque nunca pudo comprender cuando se lo explico. Recordaba que solía mirarlo con admiración, pero su concentración no servia del todo… Eso sí, pudo aprender lo suficiente para poder independizarse.

Ya, no se desconcentraría más, debía volver a su otro mundo, en la mente, y averiguar cómo había sido posible que esté allí. Comenzaría por el principio, cuando empezó a escuchar noticias sobre lo que sucedía en Europa y en Asia…

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-América, ha llegado un mensaje desde la embajada de Japón. - Miró fijo a ese hombre que entró sin tocar, y sonrió. Si no se equivocaba era jueves, y eso significaba que llegaría algún manga nuevo, o quizás un nuevo videojuego. O ¡Quién sabe! Quizás era una consola que recién salía.

-¡Bien! ¿Qué hay de nuevo? - Dejó una carta sobre la mesa. ¿Una carta? ¡Estaban en el siglo XXI! ¿Por qué Japón le enviaba una carta? Además era Japón, no había mejor tecnología en el mundo (Claro, el iba primero). Si era algo que debía decirle debía dejárselo en el Twitter, o si era privado le mandaba un mensaje por Facebook, o hasta el Messenger.

Miro detenidamente la carta, mientras el muchacho mensajero se iba. Tal vez era algo tan importante que podría filtrarse por Internet (De alguna manera muuuy extraña) y sólo podía mandarla de esa forma (Pero… ¿No es lo mismo?).

Abrió la carta y notó que sólo tenía un párrafo, de unos… cinco renglones. Eso era porque el japonés lo conocía, sabía que a él no le gustaba leer mucho (o más bien… no le gustaba leer); por eso escribía las cosas con pocas palabras.

- América-san, la epidemia que está matando a tanta gente en Europa, se ha extendido hasta Asia. - Sí, se había enterado que había empezado a circular una enfermedad bastante extraña, que afectaba a todo tipo de personas y que no podían encontrar una cura, ni una forma para neutralizarla, por lo que quien la tenía, moría después de unas semanas. - No sólo está ocurriendo aquí en mi casa, también a afectado a China, Rusia, y casi todo oriente, contando a Oceanía y todas sus islas. - …Que llegara a Rusia… no le parecía taaan malo… pero a la vez le quedaba cerca, eso significaba que también podía afectar a su gente, a su pueblo. No sabía mucho de la enfermedad. En realidad sólo escuchó que era mortal, que sucedía en Europa, pero no se había comunicado con nadie de ese continente, ni siquiera con Inglaterra. - Es por eso que le comunico que habrá una reunión, del G8, donde hablaremos de una investigación para la cura. Lo espero. - Suponía… que eso era lo que tendrían que hacer. Aunque… estando cerca de ellos, podría contagiarse.

- ¡No! ¡Esas cosas no me pasan porque soy un héroe! Ja ja ja ja~ - Se dijo y dobló la carta, mientras se acomodaba en su asiento.

~Una semana después~

Entró a la sala de reuniones. Esta vez se hacía en Canadá, ya que en Europa y en Asia era imposible, y por ningún motivo Alfred permitiría que su población comience a enfermarse. Se sentó en su lugar habitual (en el centro de la mesa) y esperó a que los demás llegaran. El único que estaba era su hermano, que de a ratos desaparecía repentinamente.

- Hermano - Escuchó que lo llamaban y miró al canadiense impaciente. - Es raro que ni siquiera Inglaterra haya llegado… - Tenía razón… era demasiado extraño que él haya llegado antes que el inglés, o que cualquiera de los otros. Podía esperarlo de Italia, que se retrasara no era anormal. Pero ¿Rusia? ¿China? ¿Alemania? Que tenía a la impuntualidad como el peor defecto que puede tener alguien. Y en Reino Unido… Bueno, definitivamente algo había sucedido, y por alguna razón no se había enterado el qué.

-Será mejor que lo llame - Tomo su celular y apretó el 2, que era el numero que lo llamaba directamente.

Sonó una, dos, tres veces, y nadie atendió. Bien, eso sobrepasaba lo extraño. Siempre Inglaterra atendía, sin importar lo estúpido que fuera lo que le diría, el siempre aceptaba sus llamadas.

- ¿No atiende? - Miró a uno de los asientos vacíos, y en un segundo apareció su hermano del norte. Eso, como siempre, no le impresionaba. Negó intranquilo y se mordió los labios.

Volvió a marcar en el celular, pero esta vez intentó comunicarse con Japón, y lo logró exitosamente.

- ¿Japón? ¿Por qué te tardas? - Cuestionó, y escuchó una respiración algo acelerada del otro lado. Parecía como cuando uno se resfría con una gripe, y no sale por varias semanas a la calle.

- Lo lamento mucho, pero estaré allí en unos minutos… tuve que ocuparme de un asunto. - Respondió mientras Alfred suspiró, saludó y cortó, marcando el número de Italia.

-Oh, lamento el retraso vee~ Ya llegare con mi hermano - Y así fueron las repuestas de todos los otros países, excepto por Inglaterra, que jamás había atendido. Y cuando le pregunto a Francia, quien es el que está más cerca de él, sólo le contestó lo mal que se encontraba la ultima vez que lo había visto (Y bueno, lo mal que estaba el francés también)

- Oye… ¿Cómo es esta enfermedad? - Nunca se lo había preguntado. Pensaba que era una de esas típicas gripes, que solían molestar un rato y luego ya eran cosas del pasado. El ojivioleta lo miró unos segundos. Le parecía impresionante que no supiera nada… bueno, el había estado con Cuba, investigándola, pero… ¿Qué ni siquiera supiera qué es lo que producía en los individuos? Con lo curioso que era el norteamericano.

- Es…. Una enfermedad bacteriológica, que al parecer desintegra el tejido epitelial de la piel - Levanto una ceja. Bueno, las palabras que usaba el canadiense eran completamente inentendibles, ¿epite- qué? - Desintegra la piel, pudriéndola, haciendo que ésta se caiga, y permitiendo que el sistema muscular y el circulatorio estén indefensos… -

- Algo así como… si la piel fuera ropa, y se la quitara, dejando desnudo a la persona - Era lo único que se le ocurría, para relacionarlo, y Canadá, sonrió y asintió.

- Sí… algo así… muchas personas han muertos por esto… no sabemos cómo-

-¡Estamos aquí! - De repente el italiano llegó, junto con su hermano y el alemán. - Vee~ lamento la tardanza, pero Romano no se sentía muy bien… - El morocho se mordió los labios, y golpeó al colorado.

- ¡Sí me siento bien, maldición! ¡No tenías porque llamar al macho patatas! - El rubio suspiró y se sentó, mirando fijo a Jones.

- ¿No ha llegado nadie más? - Preguntó, y el americano negó.

Unos minutos más tarde aparecieron China, Japón y Rusia. El segundo comentó que su jefe se había contagiado de esta patología, a la cual aún no sabían cómo llamarla. En estos momentos estaba en un estado bastante crítico, y no quiso dejarlo… pero se vio obligado a venir porque había sido él mismo quien organizó la reunión.

Todos se veían muy cansados, según América. Respiraban muy acelerado, y se rascaban alguna parte del cuerpo cada dos por tres. A veces el italiano del sur se acariciaba la espalda, preocupado. Como si tuviese miedo a que se le cayese. Y el ruso intentaba por todos los medios, no parpadear, quizás porque no quería quedarse dormido, o porque si lo hacía se le caerían los ojos.

El tiempo seguía pasando, y ni el francés, ni el inglés, se aparecían. Habían intentado comunicarse con cualquiera de los dos, pero ninguno atendía. Ahora sí era extraño… Podría ser que quizás… No no no, era imposible, esos dos habían librado batallas impensables, tenido enfermedades que acabaron con un tercio de todo su continente, y seguían vivos de una manera admirable. No tenía ningún sentido, que una de esas "nuevas" bacterias, terminasen con ellos.

Pero el americano era paranoico, y no podía dejar de pensar que el inglés era "débil" en algunas ocasiones, y él, como buen héroe, debía aparecerse y salvarlo (Al francés no, el francés le daba igual). Por eso se levanto impaciente de su asiento, y se dirigió a la salida.

-¿A dónde vas, América-kun? - Le preguntó el ruso, sonriente.

- A Europa, iré a ver qué clase de porno hace que Inglaterra tarde tanto… - Dijo, riéndose solo por sus propias ocurrencias. Japón lo miro preocupado. Seguramente temía que se contagiase (Y si él se contagiaba siendo la primera potencia… oh dios mío) - Tranquilo, todo estará bien Japón, ¡es imposible que un héroe como yo se enferme de algo tan corriente! - Su risa chillona molesto a la mayoría de los presentes. Después de todo, era cierto que aún no lo había afectado, pero no tenia sentido que fuera porque era un "héroe". Además, tomaba todo lo que sucedía, como algo corriente, cuando en realidad era preocupante. No era algo normal, no podían siquiera pensar en un tratamiento, y menos que menos en una cura. Pero al americano no parecía preocuparle, iría a Europa, entre toda la gente enferma, pudiéndose contagiar también. Ah, claro, tampoco sabían como era el contagio. Creían que era mediante el sistema respiratorio, pero no podían comprobarlo.

Estados Unidos caminó rápido, intentando fingir su preocupación por el inglés. Llegó hasta su jet privado y le indicó al piloto que se dirigiera a Londres. No hizo ninguna parada, ni atendió llamadas de su jefe. Y su celular seguía sonando de manera insoportable, por lo que opto por hacer una excepción.

- ¿¡América-san?! - Era la voz de Japón, y parecía estar demasiado nerviosa, como si algo muy malo estuviera pasando. - ¡Ha pasado algo terrible! ¡El hermano de Italia-kun ha perdido parte de la piel de su espalda, y esta desmayado! ¡No podemos hacer que vuelva en sí!- Abrió los ojos impresionado. Pero… es imposible que le haga aquello a una Nación… es decir, que quizás… Inglaterra estaba… - ¿América-san? - Cortó el celular y comenzó a impacientarse. ¿Cuánto tardaba un viaje desde Toronto hasta Londres? Habían pasado unas… 6 horas, ¡y no soportaba mas la espera!

-¿Cuándo llegaremos? - Preguntó con su pierna temblando.

- En diez minutos estaremos sobre los aeropuertos de Londres, Señor América - Dijo y lo miró unos segundos. El negó.

-En cinco minutos será entonces - Respondió algo enojado y miró por la ventana.

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Se despertó en el hospital demasiado confundido. No recordaba muy bien nada, ni siquiera el por qué estaba allí. Pero podía imaginárselo, algo tenía que ver con el americano.

-Parece que ya haz vuelto en sí - Un medico se apareció de repente, asustándolo por completo y haciéndolo tener una visión de lo sucedido…

-América… ¿Dónde…? - No se animó a continuar con la pregunta. Claro, otra vez se había desmayado. Pero esta vez.. Sí recordaba su otra vida (¿La recordaba enserio? ¿O sólo fingía recordarla para que el rubio no desapareciera?). Se recordaba a sí mismo colonizando un territorio bastante grande, y envidiando a otro que había obtenido aún más, era una persona avara, y siempre deseaba más. Recordaba al niño, pequeño, angelical. Recordaba…

No, mentía…

No veía a ningún niño, pequeño, ni angelical. No veía a ningún otro que ganó más. No veía nada, y eso le preocupaba. Porque solía ver cosas, oírlas, pero esta vez… parecía que todo se había borrado, que era algo que él había inventado.

Pero no tenía más tiempo para pensar, su madre había entrado por la puerta, llena de lagrimas.

-¡Arthy! ¿Cómo está? - Se dirigió al doctor, quien le sonrió de una manera tranquila. Si no se equivocaba, era Henry, su medico de cabecera, quien siempre lo atendía (o quizás no, quizás era algún país… ¿Alemania? ¿Italia?).

- Las radiografías… están bien - Expresó, mirando feliz al menor. Hacía tiempo que todos sus estudios iban empeorando, y una mejora… Su madre no cerraba la boca de la impresión, y casi no parpadeaba. - No existe ningún derrame, y todo está en el mismo lugar en el que tiene que estar. - Se acerco y coloco su dedos en la yugular, tomando su presión arterial. - Todo parece estar en perfecto orden. - Le sonrió nuevamente y se dirigió a Arthur. - ¿Tú te sientes bien? - Asintió mirando por la ventana.

No tenía sentido. ¿Por qué ahora estaría todo bien? ¿Cómo es que no recordaba las cosas que había vivido? (si las había vivido…). Pero su madre no dejaba de reír, y su medico de alardear lo bien que estaban sus estudios (Ah, y su mente no dejaba de decir "Recuerda, recuerda").

Se quedó un par de horas en el hospital, hasta que le dieron el alta por completo. Le habían informado que sería preferible que no fuera a la escuela el día siguiente (Jueves.. Si no se equivocaba). Pero él realmente no deseaba aumentar más sus faltas.

Al volver a su hogar, se sentó en su cama, y comenzó a desear que apareciera. No podía ser posible, nunca deseaba que apareciera, pero esta vez, era diferente.

Necesitaba a América, necesitaba saber todo lo que antes nunca quería escuchar.

- América… - Dijo su nombre en voz alta, con la esperanza de que apareciera. Pero parecía que nadie lo escuchaba, ni el mismo, porque nadie llego. - América… - La puerta de su cuarto se abrió repentinamente, y se decepciono al notar que no era quien él creía.

- Arthy, ya es tarde ¿Quiéres comer sopa? - Su madre lucía mejor, quizás eso era lo único bueno de todo lo que estaba sucediendo.

-No, gracias, no tengo hambre - Su vista se mantenía fija a la ventana que estaba abierta, esperando que apareciera. Su madre suspiro resignada y cerró la puerta con tranquilidad.

Esquizofrenia.

Eso era lo que Japón (Sí, definitivamente Japón) le había diagnosticado. Era, si no se equivocaba, un desorden mental, que distorsionaba la realidad, y hacía que el individuo quien la tenía, vea, oiga y sienta, cosas que no son. Pero claramente no era cierto. Porque en estos momentos estaba seguro que América sí existía, quizás su historia era bastante increíble, pero le creía.

Ese psiquiatra sólo decía eso, porque visto desde afuera, no tenia sentido. Que una persona, viera un hada, un duende, y un hombre, que insiste con ser un país, no tenia sentido. Pero, hablando en serio, las hadas si existen, al igual que los duendes y Alfred… él también existía ¿no? Él también estaba allí, y sentía, así que por eso, existía. Si su cuento era cierto o no, era otro tema.

Arthur cerro la ventana, una corriente de aire había empezado a entrar, y no quería resfriarse. Ya era bastante con sentirse tan cansado, y desganado.

Se preguntaba si Fairy vendría… o quizás Puck, porque al parecer, Jones no iba a volver. Miró a través del espejo de la ventana, y al no notar nada, apagó la luz enfadado, y se acostó en su cama. Si dormía, era seguro, que al día siguiente alguno de ellos se aparecería.

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El timbre del celular sonó de manera insoportable a las seis y treinta de la mañana. Lo apagó con bronca, y comenzó con su rutina.

Se levantó, fue al baño, comenzó a lavarse los dientes, cambiarse… (¿Dónde está América..?).

Bajó al comedor, donde lo esperaba su madre, con un desayuno: té y scones. Se puso las zapatillas y armó la mochila… (¿Dónde está América?).

Charló de cosas sin sentido, y esperó a que su madre se cambiase por completo. Miró un poco de televisión y salió de su casa con la mujer. Había reunión de padres y ella debía asistir… (¿Dónde está América?)

Basta.

No debía pensar más en América, si pensaba obsesivamente en él, se le reiría en la cara. ("Ja ja ja ja! Así que siempre piensas en mi! Ja ja ja ja!") Porque era obvio que ya se aparecería, siempre lo hacía, sólo debía esperar, y ya está (Pero el hecho de no sentir como sucesos vividos, su pasado como Inglaterra, le preocupaba).

- Well, darling, yo iré al salón de reuniones - Entró junto a él al hall, y se separó, al subir las escaleras. Siguió su camino hasta llegar al salón, que estaba completamente vacío. Siempre llegaba primero, y esperaba hasta que sonara la campana, que indicaba las siete y cuarenta: momento en el que se izaba la bandera.

A pesar de que estaba acostumbrado a esa rutina, siempre había algo que la hacía más… divertida, si se podría decir. Algo que, lo molestaba, pero a la ves lo desconcentraba. Que lo hacía salirse, explayarse, y tenia nombre y apellido.

- Ohh, Kirkland… - Uno de sus compañeros entró repentinamente, y cerró de un portazo. Era de piel morena, con ojos claros (no sabía reconocer si eran verdes… o celestes). Era bastante alto, y su nombre… jamás fue bueno con los nombres, así que era bastante imposible poder recordarlo (Además, ni siquiera se llevaba con él, a pesar de la buena relación que tenía su madre, con la madre del muchacho). El joven se sentó a su lado, y comenzó a reírse sin sentido… ¿Qué era tan gracioso? - Escuché… Mi mamá me dijo, que tuviste otra recaída… - Arthur abrió los ojos impresionado… Su madre… ¿Cómo se había atrevido a contarle sus problemas a otras personas? Odiaba eso de ella, lo odiaba. ("Tu deberías tener el control, Inglaterra. No esa mujer, que ni siquiera sabe quién eres en realidad") Pero la voz de América se escuchaba lejana, como si nunca hubiera dicho esas palabras. El otro chico notó como se perdía, como sus ojos miraban a un punto fijo, sin ver nada en realidad, y no pareció tomárselo muy bien. - ¿Kirkland? - Pero no lo escuchó, ese "Kirkland" no era nada. - ¿Me estás ignorando Kirkland? - Tampoco lo eran sus acciones violentas, porque no las veía, ni sentía, sabía que esto que estaba viviendo aquí era un error, una equivocación, algo que no debía pasar, pero termino de esa manera. No se sintió afligido cuando se encontró a sí mismo acorralado contra la pared, y siendo cacheteado en la cara, para que vuelva a sí. Pero fue un momento, un segundo, cuando dio el recorrido con la cara, y poso sus ojos en los de su compañero, que lo vio.

Eran verdes.

Verdes… como pasto, como el Amazonas.

El Amazonas, el no conocía ese lugar, el jamás había ido allí, jamás había pisado suelo sudamericano… pero…

-¿¡Kirkland estás aquí!? - La voz… esa voz sí la había escuchado, era una voz… que odiaba. Sí, la odiaba, y ya lo recordaba. Ese chico… debía ser… quien se llevó la mayoría de los territorios del sur. Quien, sin que se de cuenta, hizo tratos con Portugal que arruinaron varios de sus planes.

Claro que lo recordaba, como no recordar a un enemigo que estuvo a su altura alguna ves… bien, quizás jamás llegó a estarlo. "La armada invencible"… invencible, exceptuando por Inglaterra, que logró acabar con ella.

España.

No tenía dudas de que ese joven era ese español. Ese gallego que solo se interponía en todo, y siempre se llevaba algo. Que cuando se metía en las guerras por alguna razón, siempre estaba en su contra. Que solía estar del lado de Francia, o de Alemania. Que se enamoró de los Italianos, y los idolatraba.

Nuevamente sintió una mano ajena en su cara, y ya no podía quedarse quieto más. No pudo evitar abalanzarse sobre el chico, tirarlo al suelo. Su vista se mantenía fija en sus ojos, que expresaban… ¿Qué era lo que expresaban? Estaba seguro, que algo tenía que ver con su "victoria" de alguna manera.

- ¿Quién te crees para tenerme agarrado de esta manera!? - ("¿Quién te crees para encerrarlo así? Él es ya una Nación, y debe ser libre!") América. Él, y… Francia, habían hecho que América se fuera. Que se alejara, que deje de ser su protegido favorito, y se transformara en una competencia. (Y entonces vino el primer golpe). Él, a pesar de que en ese momento también estaba rodeado de colonias, hablaba de libertad, cuando Alfred no estaba preparado. (Y el segundo… y el tercero…) ¿Quién era? ¿Por qué se metió en su relación con el norteamericano?, nada tenía que ver, ni él, ni Francia. ¿Por qué se jactó de querer independizar a un país? No debía meterse, no tenía por qué meterse.. (El cuarto… el quinto… y luego llego el momento en el que no se dio cuenta de cuantos golpes había dado..)

Venganza.

Eso era lo que siempre había querido, con él, con Francia, con Alemania, con Rusia. Quería vengarse y que ellos sintiesen ese dolor de perder algo amado. (Pero ellos, Francia, España, Alemania, y hasta Rusia… ya lo habían sentido).

- Arthur, ¡por dios! - Se asustó cuando escuchó un grito tan agudo. Su profesora entró corriendo y los separo con velocidad. - Arthur ¿Por qué hiciste esto? ¿Qué sucedió? ¡Erik! ¡Despierta, Erik! ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí! -

No… no podía ser… (¿Erik? No se llamaba… ¿Antonio?) El joven estaba bañado en sangre e inconsciente. Su tabique estaba desfigurado, sus ojos cerrados, sus labios rotos. Parecía muerto, cómo… ¿Cómo había hecho eso?

Dió tres pasos para atrás y miró fijo a la puerta, donde se aparecieron sus compañeros completamente asustados. Lo miraban con resentimiento, pero él…

No se arrepentía.

Era España, estaba seguro que era España, y por eso mismo resistiría unos cuantos golpes (Resistió cosas peores, recordaba las torturas que él mismo le provoco).

Así que todo estaba bien.


No saben lo mal que me siento por lastimar a Antonito... Es mi personaje favorito, pero era necesario(?

Ojala les haya gustado, espero criticas, que me insulten por no continuarla por mucho tiempo(? y tomates.

Antes que llegue octubre, el capítulo siguiente va a estar e.e