Bella Swan lleva una vida casi normal. Su novio, Anthony, vive entregado a su trabajo y lleva meses sin verle. Cuan do una noche se lo encuentra en un hotel, se lanza a su cuello y no le deja ni hablar. Cuando descubre que el hombre no es Anthony, sino su hermano gemelo, es demasiado tarde. La vieja rivalidad entre los gemelos ha vuelto con más fuerza que nunca. Y todos los trucos sirven en el amor y en la guerra… para la alegría de Bella.
N.A. Escenas de sexo explicito y lenguaje un poco vulgar
N.A. Ni los personajes ni la historia me pertenece es una adaptación de un libro k me gusto :P
Epílogo
Bella condujo por la estrecha carretera privada, bordeada por altos y frondosos árboles bañados por los espectaculares rojos, naranjas y amarillos del otoño. Llegó a un claro y aparcó frente a una casa de cedro, de aspecto acogedor, el encantador y aislado refugio que ahora era su hogar. Crisantemos morados, naranjas y amarillos aportaban color al jardín delantero.
Las otras flores habían muerto con la estación y Bella supo que, mientras ella estaba fuera, Edward había estado arreglando el jardín y preparándolo para el invierno. Sólo unas cuantas hojas naranjas, perdidas, ensuciaban el prado. Cerca de los escalones de la entrada había dos grandes bolsas de basura naranja con caras de calabazas de Halloween llenas de las hojas que Edward debía de haber estado rastrillando todo el día.
Dos pares de ojos brillantes se asomaron a los grandes ventanales frontales de la casa. El corazón se le encogió al ver a sus dos angelitos, Ethan y Alan, de tres añitos. De repente, la puerta de la entrada se abrió y los dos pequeños llenos de energía se abalanzaron sobre ella.
—¡Mami, mami! —gritaron al unísono.
—¡Papi, mamá está en casa! —gritó Ethan detrás de Alan, mientras bajaba corriendo por los escalones de la entrada, para ir a buscarla.
Bella rió cuando se le aferraron a las piernas, los cogió en brazos y les propinó un beso sonoro a cada uno.
—Os he echado mucho de menos a los dos —dijo, dándoles un apretón.
Los pequeños le besuquearon la cara, se la llenaron de babas y luego se retorcieron para que los dejara en el suelo.
—Bella, ya has llegado.
Bella vio a Edward, que salía a recibirla. La cogió, la abrazó y le dio un beso profundo. Bella sintió un arrebato de amor dentro de ella, como una fuente de calor manando desde su alma.
Todos y cada uno de los días que había compartido con él durante los pasados años le había agradecido a Dios haberlo conocido.
—Y yo te he echado de menos a ti—murmuró él.
—Hummm, yo también —contestó.
Lo besó otra vez, deleitándose en notar la presión de sus fuertes y masculinos labios sobre los suyos, pensando en las demás delicias que compartirían después de meter a los niños en la cama por la noche.
Tan sólo había estado fuera tres días, pero le parecía una eternidad. Ahora, que habían unido sus esfuerzos para fundar una nueva empresa, dedicada a programar software educativo divertido para niños, se turnaban en los viajes de negocios.
Edward sacó su maleta del maletero del coche y la acompañó dentro de casa, cogida por la cintura.
—Mami, ven a jugar al nuevo juego que nos ha regalado papá —dijo Ethan, subiendo unos cuantos escalones a toda prisa y deteniéndose para asegurarse de que ella lo seguía.
—Sí, mami, juega con nosotros —la invitó Alan, sonriendo, con los ojos centelleantes, a sabiendas de que aquella estrategia funcionaba con su madre.
—Hijos, vuestra madre ha tenido un vuelo muy largo —dijo Edward, alborotándole el pelo a Alan—. Tal vez le apetezca descansar un poco primero.
—Pero jugando, uno se relaja, papá —insistió Ethan, sacando un juego de la estantería que había al final del mostrador y dejándolo sobre la mesa de la cocina.
—Eh, colega, ¿por qué no nos sentamos todos a ver una película juntos? —Sugirió Edward—. Tal vez a mami le apetezca más.
Alan fue corriendo hasta la puerta del salón y gritó:
—¡Papi "A"! Mamá ha llegado y vamos a ver una película. —El pequeño cogió la mano de Edward y tiró de él hasta el salón—. Venga, papi "E", vamos.
Ethan devolvió el juego a la estantería.
A Bella no dejaba de sorprenderle oír a los niños llamar a Edward y Anthony «papi E» y «papi A» cuando estaban los dos y simplemente «papi» el resto del tiempo. Nunca habían preguntado por qué tenían dos padres. Pronto lo harían, y tendrían que explicárselo.
—¿Bella? —Anthony apareció en la habitación con una sonrisa enorme en el rostro.
Se apartó para esquivar a Ethan, que iba corriendo hacia el salón. Bella le sonrió al contemplar, hipnotizada, su bello rostro. Se había relajado tanto en los últimos años... La paternidad le había sentado bien. Todas las preocupaciones que había tenido con respecto a que Anthony no les dedicara tiempo a ella y los niños se habían evaporado en cuanto nacieron los pequeños. Anthony había cumplido su promesa de tratar a los gemelos como si fueran hijos suyos. La cara se le iluminaba al observarlos y le encantaba pasar tiempo con ellos. Ya no trabajaba de sol a sol. De hecho, había sido Anthony quien había sugerido que hicieran turnos, de modo que uno de los tres se ocupara de los niños mientras los otros dos trabajaban. Esa era una de las grandes ventajas de trabajar en casa. Anthony se le acercó con los brazos abiertos.
—Bienvenida a casa.
Bella se dejó abrazar, disfrutando de la fuerza con la que la rodeaba. Anthony le levantó la cabeza y la besó intensamente. Bella volvió a sentir un arrebato de amor. Anthony le acarició levemente un pecho y se le erizó el pezón. Desde luego, aquella noche la iban a tratar bien. Anthony le sonrió.
—Me alegra que estés de regreso. Te he echado de menos.
—Yo también.
Al principio, Bella se había preguntado sinceramente si aquella relación funcionaría, si los tres podrían convivir, pero se las habían ingeniado para hacerlo. Su amor crecía día tras día, tanto hacia Edward como hacia Anthony. Y ambos insistían en que la amaban.
Los tres habían fundado una empresa, uniendo sus esfuerzos para obtener los máximos beneficios. Anthony ya no sentía la necesidad de competir con Edward, probablemente porque ahora todos trabajaban para alcanzar una misma meta: levantar una empresa de éxito y, más aún, crear un hogar feliz.
—Mami, papi A, estamos esperando —dijo la voz de Ethan clara e impacientemente desde el salón.
Bella soltó una carcajada. Anthony la tomó de la mano y entraron en el salón. Al sentarse en el sofá, con Anthony a un lado y Edward al otro, y con los dos chiquillos saltando encima de ellos, todos supieron que habían alcanzado el éxito en todos los aspectos. La felicidad llenaba aquella casa como la cálida luz otoñal que se filtraba por las ventanas panorámicas.
Bella le acarició el cabello ondulado cobrizo de Ethan, que estaba tumbado sobre el regazo de Anthony. Alan se había acurrucado en el regazo de Edward y accionó el mando a distancia para poner en marcha la película.
Sin lugar a dudas, una fantasía hecha realidad.
FIN...
Bueno, bueno ahora si el fin… se que a muchos no les abra gustado el final… es comprensible no a todos les gustaría, pero así se planteaba la historia. Sin más nos leeremos pronto con otra historia… k esperemos que les guste más =]
Adiosito