37. LA SORPRESA

Los dos Malfoy dejaron a las dos mujeres y salieron escoltados por los Aurores, dejando el Ministerio de Magia y en pocos minutos se aparecieron en la prisión de Azkaban. Hermione se quedó estática contemplando la puerta por la que habían salido los Aurores con Draco y su padre.

—Se ha ido— murmuró para sí.

De pronto sintió que alguien la abrazaba por los hombros y que otra persona le cogía de la mano.

—Vayámonos, Hermione — le dijo Kingsley rodeándola con su fuerte brazo por los hombros— Arthur y tus amigos te están esperando en el Atrio. Quiero que esta noche estés con ellos, no debes quedarte sola.

—Hermione, querida, ya has oído a mi hijo. Tienes que ser fuerte— la señora Malfoy le cogió una mano y se la estrechó con fuerza.

—Ya estoy cansada de ser fuerte, señora Malfoy. Desde hace un año que mi vida solo se centra en la lucha y ya no puedo más.

—Todo se arreglará, Hermione, ya lo verás.— le dijo Kingsley mientras salían de la sala y se dirigían a los ascensores, para reunirse con los demás.

Cuando las rejas doradas del ascensor se abrieron, la castaña pudo ver que había mucha gente reunida en el gran vestíbulo. Los primeros que vio fueron a Harry y a Ginny que caminaban hacia ella y Hermione no lo resistió y se echó a llorar mientras corría a refugiarse en los brazos de su mejor amigo y hermano.

—Hermione…tranquilízate.— la intentó consolar Harry.— No llores, por favor. Sabes que no me gusta verte llorar.

—Hermione, hay que seguir adelante— le dijo Ginny acariciándole la espalda.

Kingsley y la señora Malfoy llegaron a donde estaban ellos.

—Arthur, ¿crees que Narcisa podría venir a cenar a tu casa?

—Por supuesto que sí. Molly estará encantada.

—No quiero ser un estorbo, señor Weasley— dijo Narcisa, sabedosa de que los Weasley y los Malfoy siempre habían estado enemistados—, pero el señor Ministro ha dicho que sería bueno que acompañase a Hermione en este duro trago.

—No va a ser un estorbo. Todos queremos a Hermione y todos queremos ayudarla. Ella es como una hija para nosotros.

—Para mí también lo es, es la que ha salvado a mi hijo y a mi esposo y la que pronto va a ser mi nuera. Es como si fuera ya una Malfoy.

Hermione seguía abrazada a Harry, se sentía bien entre sus brazos, era como si con él los problemas desapareciesen, pero en el fondo sabía que en algún momento tendría que salir a flote y afrontar la realidad. Poco a poco alzó la cabeza y se topó con la preocupada mirada del moreno, pero este le sonrió a pesar de todo. Ginny hizo lo mismo y ella le correspondió con una leve sonrisa forzada. Detrás de ellos escuchó la voz de Ron que la llamó.

—Hermione… Sé que tengo que disculparme por muchas cosas, pero quiero que sepas que siempre me vas a tener a tu lado, pase lo que pase.

Hermione se giró hacia él sorprendida. Ron estaba cabizbajo, sin atreverse a mirarla a los ojos. La castaña caminó hacia él decidida y lo abrazó.

—Es lo más hermoso que me has dicho en muchas semanas, Ron. Te agradezco lo que haces por mí, eres un buen amigo.

—Vayamos a la Madriguera— dijo el pelirrojo claramente abochornado —, mamá debe de estar preocupada.

Los chicos se reunieron con los mayores para partir hacia la casa de los Weasley y para sorpresa de todos, no se dirigieron hacia la salida de visitas, sino que fueron hacia una de las chimeneas.

—Será más rápido que cojamos la Red Flu— se explicó Kingsley— Molly recibió mi mensaje hace más de una hora y debe de estar preocupada.

El primero en entrar fue Arthur, que desapareció entre las llamas verdes. Le siguió la señora Malfoy que estaba muy nerviosa. Después entraron Ron y Ginny al mismo tiempo y después entraron Harry y Hermione.

Cuando la castaña apareció en el salón de la Madriguera, se encontró con que había mucha más gente de la que se había ido del Ministerio. Allí estaban Hagrid, la profesora McGonagall, Fred, George, Verity, Angelina Jonson, Remus, Tonks, el pequeño Teddy, la madre de Tonks, Bill y Fleur, que le estaban esperando para abrazarla y felicitarla por su éxito.

—Hermione, cielo, hay muchas cosas qué celebrar.— le dijo la señora Weasley.

—Has conseguido lo que nadie hubiera conseguido jamás. Enhorabuena, Hermione.— le dijo Remus abrazándola.

—Vayamos hacia el jardín. Lo tengo todo listo para cuando lleguen— anunció Molly.

Todos salieron hacia el jardín que estaba adornado con farolillos de colores y había una larga mesa puesta repleta de la fabulosa comida de Molly. Todos ocuparon sus asientos y Hermione se dio cuenta de que faltaban tres personas.

—Harry, ¿tu sabes quien falta por llegar?

—Pronto lo sabrás, no deben de tardar. Kingsley los ha ido a buscar.

—¿A quienes?— preguntó de nuevo Hermione.

En ese momento, desde un extremo del jardín, vieron como una luz azulada intensa y pulsante, se fue haciendo más clara a medida que se acercaba a dónde ellos estaban. Cuando la luz estuvo a uno dos metros de donde estaba la castaña, se intensificó de golpe y aparecieron tres personas en el lugar, acompañadas de una vieja bota de goma. Hermione estaba cegada por el resplandor y al principio no distinguió a las personas que estaban en la penumbra. El primero en surgir de entre las sombras fue Kingsley, que se acercó a Hermione con una amplia sonrisa en los labios.

—Hermione, perdona el retraso, pero con lo del juicio no he podido traerlos hasta esta mañana.

—¿A quien, Kingsley?— preguntó temerosa la castaña que se había levantado de la silla.

Kingsley la cogió del brazo y la llevó hasta donde estaban las dos personas que esperaban en medio del jardín. Los ojos de Hermione tardaron unos momentos en acostumbrarse a la penumbra, pero cuando lo hicieron, su corazón dio un vuelco al reconocer a las dos personas que tenía delante de ella.

—¿Papá? ¿Mamá?

Los Granger le sonrieron y corrieron a abrazar a su hija. Hermione no podía creer que fueran ellos. Después de tanto llorar por que ellos no estaban a su lado cuando más los necesitaba, ahora los estaba abrazando. Las lagrimas empezaron a resbalar por sus mejillas y ya no las pudo controlar en un buen rato, las emociones estaban a flor de piel.

—Lo siento… lo siento mucho, de verdad… no quería hacerlo, pero… pero si no lo hubiese hecho… os… os habrían matado a vosotros también.

—Hermione, tranquilízate. Kingsley nos lo ha explicado casi todo. — dijo la señora Granger.

—Lo entendemos perfectamente, pero queremos que tú nos lo expliques todo. Mi niña, ya estamos aquí.— le dijo su padre claramente emocionado.

Al cabo de unos minutos, Hermione se tranquilizó y pudo sentarse en la mesa, entre sus padres. Hermione les presentó a todos los presentes, ya que a la mayoría no los conocían. Cuando llegó a la señora Malfoy, la castaña se ruborizó y le explicó a su madre.

—Ella es Narcisa Malfoy, es… la madre de Draco…

—¿Draco? … ¿Ese chico de Slytherin que te ha estado fastidiando desde primero?— dijo la señora Granger.

—Sí, bueno… es que… Las cosas han cambiado desde entonces… Él y yo…

—¿Quieres decir que estáis saliendo juntos?— preguntó incrédula la madre de Hermione.

—Sí.

—Hija, sí que las cosas han cambiado mucho, sí. Vas a tener que explicarme muchas cosas. ¿Tu y Ron…?

—Ya te lo contaré todo, mamá. Ahora no es el momento.

Cuando terminaron de cenar, Molly sacó los postres. Había hecho una tarta enorme de melaza, que era la preferida de Hermione. La señora Granger se puso a charlar con la profesora McGonagall y La castaña se acercó a Kingsley para aclarar algunas cosas que habían pasado.

—Kingsley, ¿puedo hablar con usted, por favor?

—Claro, Hermione, siéntate a mi lado— le dijo él señalándole una silla.

—¿Por qué ésa sentencia? Me prometiste que todo saldría bien. Te he demostrado que Draco era inocente, que no había hecho nada, que fue obligado a hacer todo lo que hizo, eso tendría que haber bastado para absolverlo.

—Hermione, piensa que los cargos de ambos eran los mismos, no podía favorecer a uno y al otro condenarlo. La sentencia es más que justa. A mí también me gustaría que los dos salieran absueltos, necesitamos a Lucius para empezar a trabajar, pero vamos a tener que esperar, tanto si nos gusta como sino.

—Es que no es justo. Después de lo mucho que hemos trabajado en esto y ahora me veo sola.

—Has de ser fuerte, Hermione. Ahora, más que nunca, te necesito tranquila para pensar en la manera de liberar a la hermana de Charles. Dentro de una hora, Skeeter me va a enviar una copia de su artículo que va a publicar en El Profeta para que le demos el visto bueno. Quiero que en una semana la niña esté en casa de sus padres sana y salva y tú me vas a ayudar.

Hermione se levantó de la silla algo enfadada y miró a su alrededor, todos estaban contentos. El señor Weasley estaba conversando con su padre sobre muggles. Los gemelos estaban hablando con la señora Weasley junto a sus novias, se la veía radiante. Ron estaba hablando con Remus y la señora Malfoy hablaba con su madre en la mesa. Se dirigió hacia ellas y se sentó entre las dos, quería poner las cosas claras de una vez por todas, tenía que explicarles a sus padres qué había pasado realmente. No sabía que les habría contado Kingsley, pero tenía que dar su versión y contárselo todo a sus padres.

—Mamá, creo que ha llegado el momento de que os explique qué ha pasado realmente.— la castaña miró hacia dónde estaba su padre y luego volvió a mirar a su madre— Creo que se lo contaré a papá en otro momento, hay cosas de las que solo quiero hablar contigo, mamá.

—Lo comprendo, hija.

En ese momento, la señora Malfoy se levantó de la silla que ocupaba al lado de la señora Granger y dijo:

—Será mejor que las deje solas, estoy segura que tendrán que hablar de muchas cosas y yo no las quiero molestar.

—¡No!— exclamó Hermione— No se vaya señora Malfoy, usted también puede quedarse.

Es el otro lado del jardín, el señor Granger estaba conversando alegremente con el padre de Ron. Hacía un buen rato que se había fijado que su hija y el menor de los Weasley no se habían hablado y eso le resultó bastante extraño. Sabía que su hija estaba enamorada de ese joven, pero los dos actuaban de una manera impropia de ellos dos. Buscó con la mirada al pelirrojo y lo vio conversando con ese hombre de pelo canoso y aspecto enfermizo que era muy agradable, luego su mirada se posó en su hija y su esposa que conversaban entre ellas junto a la señora Malfoy. Estaban muy concentradas en lo que les decía su hija y no las quiso molestar, así que optó por empezar a hacer averiguaciones de lo que podría haber pasado entre ellos.

Primero buscó al mejor amigo de ambos, a Harry Potter, pero no lo vio por ningún lado, al igual que a la hermana pequeña de Ron. Tenía la esperanza de que ellos pudiesen aclararles algunas cosas, pero ahora solo le quedaba el menor de los Weasley. Se disculpó con Arthur y lo dejó para acercarse donde estaban Remus y Ron hablando. Se aclaró la garganta y los dos lo miraron interrogantes.

—Señor Lupin, me disculpa un momento. Quiero hablar con Ron sobre algo importante.

—Por supuesto. Voy a hablar con Arthur y Kingsley.

Ron miraba nervioso al señor Granger. Estaba muy serio y lo miraba de una manera algo inquietante. El pelirrojo tragó saliva con dificultad y miró a su alrededor para ver si veía a Harry, pero con frustración comprobó que ni él ni su hermana estaban a la vista.

El señor Granger se sentó en el asiento que había dejado Remus y miró a Ron a los ojos. Cuando la mirada de Ron se cruzó con la del padre de Hermione, se dio cuenta que el hombre tenía los mismos ojos que la castaña.

—¿Qué ha pasado con mi hija, Ron?

—Yo… ¿Qué?… Nunca fue mi intención hacerle tanto daño a su hija, señor Granger, tiene que creerme.

El padre de Hermione lo miró con cara de no entender nada, él solo había ido a hablar con el muchacho para saber qué les había pasado, pero ahora se daba cuenta de que había pasado algo más grave.

—¿Se puede saber de qué me está hablando, Weasley? ¿Qué le has hecho a mi hija?

—Yo… Siempre ha sido mi culpa que ella llorase. Siempre he sido yo el culpable. Primero por lo de Krum. En cuarto fui un estúpido y dejé pasar la oportunidad de ir al baile con ella y cuando me decidí, ella ya iba a ir con Krum. Me porté como un imbécil. En sexto curso la volví a cagar, cuando ella más me apoyó con lo del quidditch empecé a salir con Lavender Brown, dejándola dolida. Le costó mucho perdonarme, y no fue hasta que casi me muero envenenado que me di cuenta de que la quería demasiado. A partir de entonces me comprometí conmigo mismo a que la conquistaría por lo que soy, y lo conseguí, pero nos costaron muchas lágrimas, porque mientras cumplíamos con la misión que Dumbledore nos había encomendado tuve celos de Harry, pensé que entre ellos había algo más que una simple amistad. El Horrocrux tampoco ayudaba nada, esa cosa nos hacía sacar lo peor de nosotros y llegó un momento que no lo aguanté más y los dejé tirados, me largué y los dejé a su suerte. Enseguida me arrepentí pero tardé mucho en encontrarlos de nuevo y pedirles perdón. Pocas horas antes de ganar la guerra, me lancé y por fin encontré el valor necesario para besarla y desde entonces salimos juntos. Pero eso no duró mucho. La volví a cagar y esta vez bien cagada. La engañé, le fui infiel con Lavender. No sé por que pasó, pero las cosas han ido así. Soy un mierda por haberle hecho tanto daño, no merezco siquiera que me dirija la palabra, pero al cabo de unas semanas me ha perdonado. Seguramente es porque al final ha encontrado a la persona que la hará más feliz que yo, pero no me merezco tener una amiga así.

—Ron, si ha pasado todo esto es por alguna razón. Las cosas no pasan porque sí, todo tiene una explicación y seguro que si lo piensas bien, la encontrarás.

El pelirrojo se quedó pensativo unos minutos y de repente alzó la vista hacia el señor Granger y le dijo:

—¡Claro! Yo tenía que salvar a Lavender, porque sino su existencia habría sido peor que la muerte. Sus padres la querían encerrar en un centro para licántropos y yo les planté cara y la salvé. Gracias a mí, ella ahora puede hacer una vida normal y podrá volver al colegio.

—Lo ves, chico. Todo tiene su explicación.— el señor Granger le palmeó el brazo y le sonrió.— Hermione es una chica muy inteligente, ella llegará a entender lo que ha pasado y te va a perdonar todas tus faltas. Es una chica con carácter, pero cuando se le enciende la bombillita de la comprensión, es capaz de cualquier cosa por esa persona con la cual se ha enfadado

—¿Usted cree? —preguntó Ron afligido.

—Estoy totalmente seguro, hijo.— el señor Granger lo miró a los ojos y vio el arrepentimiento reflejado en ellos y le sonrió— Cambiando de tema. Explícame que pasó en la guerra esta.

Ron le explicó todo lo que pasó durante el año este en el que ellos habían estado buscando y destruyendo los Horrocruxes. La búsqueda, la destrucción, la persecución y la batalla de Hogwarts. Después le contó lo que habían hecho para salvar a su hermano y a los demás de la muerte y cómo había muerto Voldemort. Cuando estaba ya terminando, aparecieron Harry y su hermana.

—¿Se puede saber dónde estabais vosotros dos? —preguntó Ron malhumorado.

—Estábamos dando un paseo. —se excusó Ginny— Harry quería hablar conmigo de… algo.

La pareja se sentó al lado de Ron y terminaron de explicar lo que había pasado en Hogwarts.

Mientras tanto en el otro extremo del jardín, Hermione estaba terminando de contar todo lo que había pasado entre ella y Draco.

—Cuando Harry se enteró, no se lo tomó muy bien que digamos, fue horrible verlo palidecer y luego enrojecer de ira.

—Es normal que él reaccionara de esta manera, querida.— le dijo la señora Malfoy—. Ellos han sido enemigos desde primer curso y nunca se han llevado bien.

—¿Cómo han ido los juicios, hija? —preguntó la señor Granger temerosa. Había visto a su hija muy triste cuando habían legado al jardín de la Madriguera y estaba segura que algo no había ido bien.

—La verdad es que han ido mejor de lo que me esperaba. Greyback no se ha salido con la suya y Draco y su padre saldrán de Azkaban en poco más de dos meses.

—Pero… —dijo su madre sabiendo que siempre, para su hija, había un pero.

—Pero yo esperaba que absolvieran a Draco. Sé que puede sonar muy egoísta, pero yo pensaba que las cosas saldrían de otra manera. He hablado con Kingsley sobre el asunto hace un rato y tiene razón en lo que me ha dicho. Los dos estaban acusados de los mismos cargos y los dos tenían que tener condenas semejantes, no podía haber favoritismos.

—Para mí ha sido lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo. —dijo Narcisa— Lucius estaba convencido de que se pasaría el resto de su vida en esa horrible prisión, pero gracias a ti, Hermione, va a poder seguir con su vida y conocerá a sus nietos.

En ese momento, una lechuza pasó planeando en dirección a Kingsley, que se posó en su hombro. El ministro de Magia desató la carta de la pata del animal y la abrió enseguida.

Hermione se levantó de su sitio y se disculpó con su madre y con la señora Malfoy y fue a sentarse al lado de Kingsley, que cuando terminó de leerla se la pasó a ella.

Querido señor Ministro:

Junto a esta nota le adjunto una copia del artículo que voy a enviar a la redacción del profeta cuando ustedes me den el permiso para hacerlo. Espero que esté todo correcto.

Atentamente:

Rita Skeeter

LOS MALFOY SON CONDENADOS A AZKABAN

"A día de hoy, los juicios contra los Mortífagos capturados durante la Batalla de Hogwarts, ya han terminado. Los últimos en ser juzgados han sido Lucius Malfoy y su hijo Draco Malfoy. La vista ha durado todo el día de hoy y se han escuchado los testimonios de personajes importantes de la comunidad mágica como Harry Potter y sus dos amigos, Hermione Granger y Ronald Weasley.

El abogado mágico de los Malfoy no ha podido hacer mucha cosa por sus clientes, ya que al final han sido condenados a cadena perpetua por el Tribunal del Wizengamot. Padre e hijo han sido llevados a la prisión de Magos de Azkaban y allí van a pasar el resto de sus días sin posibilidad de salir.

Declaraciones del abogado a la salida del juicio, nos ha asegurado que va a recurrir a la sentencia, ya que asegura que sus clientes se han mostrado arrepentidos de todo lo que han hecho. Pero nosotros nos preguntamos si ese arrepentimiento es real o solo es una artimaña de los Malfoy para volver a salir impunes de todas las acusaciones. Espero poder mantenerles informados sobre los acontecimientos referidos al recurso del abogado, pero según las declaraciones del Ministro de Magia, Kingsley Shacklebolt, ellos van a desestimar cualquier recurso presentado por los Malfoy.

—Es corto pero nos sirve— le dijo Hermione alzando la vista de la carta.

—Va a servir, es justo lo que queríamos. Chloe va a estar en casa antes de lo que esperábamos.

—Espero que tenga razón, tendremos que planearlo muy bien.

—Eso haremos Hermione, todo va a salir bien.— la animó Kingsley.