Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, tampoco son de mi invención Luna Lovegood o Theodore Nott. Todo, absolutamente todo pertenece a J. K. Rowling (desgraciadamente). De mi invención es la viñeta, la expresión usada: A caballo y hacia Roma; la inventora: Caiopide; su marido: Mario Estrela; y los dos libros mencionados: Diccionario Mágico de las Expresiones de Todos los Tiempos y Muggles de la Historia.

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Cassiopeia brilla por las noches, pero nadie puede verla

A caballo y hacia Roma

A caballo y hacia Roma: Frase usada por los magos portugueses en la Época Medieval. Su inventora fue Caiopide, esposa de Mario Estrela, el Primer Ministro portugués. Dícese de situaciones difíciles y adversas pero no imposibles. Hace referencia a que Portugal y la ciudad de Roma estaban muy lejos y viajar a caballo de una a otra era muy peligroso. ¡A caballo y hacia Roma que no me aprendo todos los ingredientes de esta poción!

Luna Lovegood, Ravenclaw, quinto año y rubia, cerró el Diccionario Mágico de las Expresiones de Todos los Tiempos con la última frase todavía fresca en su mente. La biblioteca estaba vacía aunque se acercaran las vacaciones de Navidad y los profesores hubiesen puesto muchos deberes. Tal vez fuese porque eran las ocho de la mañana de un sábado o porque la noche anterior había nevado, no estaba segura, pero por algún motivo se encontraba sola en ese lugar, con la única compañía de la señora Pince, la bibliotecaria.

Se apartó el pelo de la cara de un manotazo y se disponía a ir en busca de Muggles de la Historia cuando sus ojos se posaron en un muchacho joven y Slytherin que reconoció en seguida como Theodore Nott. Lo recordaba de cuando entró por primera vez en Hogwarts, lo había visto en el tren y había sido la primera persona con la que había hablado. Lo recordaba más joven pero un curso mayor que ella, un chico enclenque y de aspecto conejil. De cabello oscuro y ojos castaños y expresión seria; serio, siempre serio, sonriendo en contadas ocasiones. Ahora había crecido y se había vuelto bastante apuesto, muy apuesto. Y de vez en cuando se sonreían, y daban de comer a los Thestrals u observaban la luna en silencio. Siempre en silencio, sin cruzar una palabra. La luna extravagante y la serpiente solitaria. Tan lejos pero tan cerca a la vez. Que cliché.

Abrió el Diccionario Mágico de las Expresiones de Todos los Tiempos otra vez, justo por la página que acababa de cerrar y volvió a leer la definición de esa expresión tan curiosa. No la había oído jamás y ella era una experta en cosas curiosas y extravagancias. Lunática Lovegood lo sabía todo de ese tipo de cosas. Pero aquella, aquella no formaba parte de su amplio vocabulario. Le molestaba tanto…

Volvió a leer la definición con cuidado. ¿Cómo se usaría en una frase? En el libro le daba un ejemplo, pero ¿cómo usarla ella sin referirse a una asignatura escolar o algo parecido? Tenía que averiguarlo. ¿Cómo?

Volvió a levantar la mirada para buscar a Theodore Nott, pero no lo encontró por ningún sitio. Se extrañó. ¿Dónde se habría metido? Talvez estaba entre alguna de las estanterías buscando un libro. Sí, seguro que era eso. Se desilusionó en seguida, tenía la esperanza de verlo, llamarlo para que se sentara con ella y preguntarle como usar esa expresión. Él sabía tantas cosas… Pero ella también, solo que no conseguía dar con la respuesta a su duda.

Seguro que si conseguía encontrar a un duende blanco navideño le resolvería su duda, pero eran tan difíciles de encontrar, se escondían tan bien… ¡Y Theodore había desaparecido! ¿Dónde estaba?

—¡A caballo y hacia Roma que es imposible no encontrarte fascinante! —le susurraron al oído.

Solo podía ser una persona, pues tenía voz de hombre y solo había tres visitantes en la biblioteca. Theodore Nott, con su pelo oscuro y sus ojos castaños se alejó de ella sonriente y enigmático y se perdió con un libro grueso como ninguno por otra estantería.

Luna Lovegood, Ravenclaw, quinto año y rubia, soltó una risita suave y encantadora, como una niña pequeña, como un ángel.

¡Oh, sí! Ya lo sabía.

¡A caballo y hacia Roma que era imposible que no estuviera enamorada de Theo!

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Estoy estresada, MUY estresada. Escribo mi segunda novela, rescribo—o corrijo, como queráis llamarlo— la primera que escribí, estudio, hago deberes, este jueves empiezo la parada técnica, también conocida como globales o trimestrales, y sin embargo estoy pegada ante la pantalla del ordenador escribiendo esto. No tengo remedio.

Esta es la primera de una serie de viñetas de Luna y Theodore en diferentes momentos de su vida. Me encanta esta pareja, en realidad es mi favorita. Soy rara, lo sé.

El título original es el que pondré al principio de cada viñeta, pues no me deja ponerlo por ser muy largo.

Espero que les haya gustado y mejor me voy o la nota será más larga que la historia.

Con cariño,

Elle P. Hunt