Comodoro Norrington, Capitán Collingwood

¡Buhhhhhhhhh- aullaban sus almas torturadas- Buuuuuhhhhhhh!

Así terminó lord Collingwood su relato.

Lord Thomas William Collingwood era un respetable lord inglés que habiendo decidido junto con su esposa Anne Marie Collingwood ir a vivir a Port Royal se habían integrado a la perfección a la clase alta de la isla siendo amigos cercanos del gobernador Swann, además era lo mejor para sus tres hijos, el joven y gallardo William Cuthbert Collingwood (Liam como le decía cariñosamente la familia y los amigos) la dulce y tierna Victoria Marie Collingwood (Solo Victoria ya que Marie solo lo decía su madre cuando estaba muy molesta con ella) y el más joven de los tres, el pequeño Thomas Eliab Collingwood (Tommy ya que odiaba Eliab ya que los niños en Inglaterra lo llamaban "Ely" como Elizabeth no como Eliab para molestarlo en el colegio)

Como cada tarde cuando lord Collingwood regresaba a casa para pasar la velada con su adorada familia tenía reunidos a sus tres hijos en la sala para asustarlos con las historias de los piratas y corsarios que hacían todo menos respetar a la Corona Inglesa. Y como cada noche lo lograba, Liam aunque ya fuera todo un hombre siempre que regresaba del cuartel naval del puerto siempre esperaba –disimulando su emoción- que su padre les narrara sus acostumbradas historias.

Victoria no podía ocultar su emoción ya que se retorcía las manos en las partes más emocionantes o gritaba cuando su padre la asustaba olvidando por completo el bordado que hasta antes de que su padre llegara ella se esmeraba en intentar terminar aunque debía admitirlo era muy mala para la costura pero aun no tenía que preocuparse ya que aun faltaban unos años para comenzar a buscarle partido.

Tommy el más pequeño era la mejor audiencia que su padre jamás había tenido, aun era un niño de colegio y las espadas de madera no faltaban entre sus juguetes, como buen jovencito inglés deseaba chocar su espada con algún pirata o corsario ¡Todo por el honor del rey, por la reina, por la corona!

¡Eso fue aterrador!- dijo de pronto Victoria aun con las mejillas sonrojadas por la emoción.

¡Yo le hubiera hecho! ¡Ya y ya y ya! ¡Toma esto pirata! ¡Y esto!- el pequeño Tommy saltaba por toda la sala.

Padre, no le cuentes esas historias- habló Liam – Ahora mojará la cama

¡Yo no mojo la cama!- se detuvo en seco el menor de los Collingwood.

Ambos amorosos padres se rieron ante la ocurrencia del primogénito.

Será mejor que todos vayamos a dormir- sugirió la señora Collingwood- ¿No es mañana un gran día Liam, amor?

Y por supuesto que lo era, por fin mañana durante una importante ceremonia se conocería al nuevo Comodoro y se otorgarían los rangos de capitanes para el resto de compañeros de servicio de Liam.

¿Hermano?- llamó Victoria mientras subían las escaleras para sus respectivas habitaciones.

Liam se giró sonriendo a su hermana, la pequeña Victoria ya era toda una señorita pero Liam seguía viendo en ella a la pequeña de coletas que James y él perseguían con ranas en las manos para molestarla cuando aun eran pequeños.

¿Estás nervioso por la ceremonia de mañana?- preguntó ella.

En lo absoluto ¿Y tú?- preguntó tomando ventaja de la conversación.

Victoria se sonrojó haciendo que su cara estuviera tan encendida como un tomate.

¡Victoria está roja! ¡Victoria está roja!- saltaba en círculos el pequeño Tommy apuntando con su espada de juguete.

¡Ohhhhh Thomas!- le gritó Victoria olvidando por un momento que hablaba con su hermano mayor.

Liam negó con la cabeza, sí, sus hermanos siempre serían sus pequeños hermanos. Sin esperar a que esos dos terminaran con sus ocurrencias se retiró a su habitación para descansar, mañana sería un gran día…

La ceremonia de los títulos se llevó a cabo con toda la pompa y elegancia británica que los colonos de Port Royal mantenían vivo con todo recelo. Los Collingwood estaban ahí apoyando al hijo mayor junto al gobernador Swann y su bella hija Elizabeth. Victoria deseaba ser tan bonita y elegante como ella cuando fuera un poco mayor, además así podría desposar a un importante lord o al menos a un rico mercader… Tommy estaba mucho más interesado sobre los hombros de su padre –pese a ir en contra del protocolo- para ver cuando su hermano fuera ascendido a Capitán.

Y eso justamente fue lo que pasó. ¡Capitán William Cuthbert Collingwood! La familia estalló en una ovación impresionante cuando anunciaron el título de Liam, el joven no pudo evitar sonrojarse como Victoria, les venía de familia.

Después del protocolo se dio paso a la celebración.

¡Comodoro!- exclamó Liam saludando con una gran sonrisa a su nuevo superior.

James Norrington, amigo de Liam desde que los dos tenían memoria había ascendido de Almirante a Comodoro de toda la tropa naval de Port Royal.

Capitán Cuthbert- saludó políticamente el comodoro haciendo que Liam arrugara la nariz- cuando haces eso te ves como Victoria.

Ambos jóvenes rieron ligeramente como todo buen inglés.

Felicitaciones por su ascenso, Comodoro Norrington- saludó con seriedad Liam aunque el brillo en sus azules ojos indicaba que estaba feliz por su amigo- será un honor servir bajo su mando, señor. Pero que no se le ocurra al Comodoro exigir que mi barco vaya al final cuando los demás se diviertan en la batalla.

Capitán Collingwood- ahora era el turno de James- no permita que proponga mejor a su hermano Thomas para tomar su puesto, ya que me parece él tiene mejores aptitudes para el control de un navío.

Sí, así era la amistad entre James y Liam.

Victoria no dejaba de observar a ambos jóvenes promesas de la naval, Liam se veía muy atractivo con su traje azul de gala, con el cabello negro recogido en una coleta mientras que James aun con esa peluca que indicaba su nuevo rango seguía siendo su adoración. Desde que la joven Collingwood había dejado de pensar que "los niños eran tontos" fue James Norrington quien se volvió su amor platónico, pero como pasa siempre a las señoritas de esa edad solo había quedado en amor platónico ya que no era correcto que ella se atreviera a hablar con él antes de que éste lo pensara, además había otro gran problema James Norrington estaba perdidamente enamorado de la señorita Swann y Victoria sabía que contra ella no había cómo ganar.

-¡Victoria está roja como tomate! ¡Victoria está roja como tomate!

¡Thomas!- gritó Victoria.

El pequeño Collingwood la había descubierto soñando despierta como siempre pasaba, sin importarle todo lo demás Victoria comenzó a perseguir a Tommy a pesar de las llamadas de atención de su madre…

¿Y cuándo le hablará, Comodoro?- preguntó Liam.

¿Disculpe, Capitán?- respondió a su vez Norrington.

¡Vamos James! ¡No hablas de otra cosa!- Liam empujó amigablemente a James- ¡Elizabeth es hermosa! ¡Elizabeth es una fina dama! ¡No me lo digas a mí, díselo a ella!

Ahora con esta nueva posición… creo que es el momento de hacerlo- se dio valor James.

¡Por la corona!- le animó su amigo- Yo iré por un poco de vino. Mmmh, qué raro ¡No vino Tommy a pedir que le mostrarás tu nueva espada!

Mientras todos continuaban celebrando en la fiesta Victoria y Tommy habían llegado hasta los navíos de la Fuerza Naval de la isla.

¡Sal de ahí Thomas Eliab Collingwood!- le gritó Victoria- Sé que estás escondido aquí.

Tommy se tapaba la boca para que su hermana no lo encontrara.

¡Te encontré!- gritaron de pronto haciendo saltar al niño.

El cabello azabache de Thomas se erizó de la impresión.

¡Ja ja ja ja! ¡Debiste ver tu cara!- Victoria había olvidado que ya era una damita para jugar con el pequeño como cuando eran niños.

Antes de que Tommy pudiera responder ante el desafío de su hermana se escuchó un grito desde el exterior del barco.

-¡Elizabeth!

¿Qué pasaría?- preguntó Tommy.

Tenemos que salir de aquí- contestó su hermana.

Pero para su terror alguien cerró la escotilla por la que habían entrado al interior de ese navío. Los dos pequeños Collingwood estaban en serios problemas…

Continuara…