Disclaimer: Hetalia ni LatinHetalia me pertenecen. El personaje Tierra del Fuego es de mi loca creación.

Advertencia: La ternura y lo tsundere del hijo de M&M. Lo buen padre que puede lograr ser Arthur.


Babysitting

― ¡Ay! ¡Me duele! ―le tiraba de la oreja entrando a la casa, Arthur estaba bastante enojado― ¡Mi oreja!

― ¡Ahora te vas a dormir! ¡¿Entendido? ―cerró la puerta soltándole la oreja.

―Nghnnn… ¡Te odio! ―frunció el ceño con toda la ira acumulada y corrió al cuarto, cerrando fuertemente la puerta.

Inglaterra chasqueó la lengua molesto. Solo tendía que aguantar un día más, un día más, maldición.

Todo estaba callado, entró a la cocina preparar algo para comer. Rebanaba una manzana, no del todo bien. Los nervios le traicionaban aumentando el ritmo del corte del cuchillo.

No, no, no, no. ¡No se puede! Arthur se alteró haciéndose un corte en el dedo, comenzó a sangrar y rápidamente tomó un paño y presionó.

―Beee~.

Aquel baleo lo desconcertó volteando a ver. Ahí yacía la oveja, no acompañó a su pequeño dueño en el encierro.

Se miraban, ambos.

―Sí, tienes razón ―respondió como si Como tú le hubiese hablado y aconsejado. Arthur buscó en algunos cajones una bandita para la herida, si bien no era profunda, pero necesitaba cubrirla. Luego caminó a la habitación pensando en las palabras de disculpas, se detuvo en la puerta y golpeó suavemente―. ¿Puedo pasar? ―no le contestó, entonces intentó abrir la puerta la cual estaba cerrada, con seguro por dentro. Mierda― Tierra del Fuego, abre ―suavizó la voz para darle confianza, ni aun así contestó―. Escucha, no fue mi intención. Te pido disculpas, pero por favor abre la puerta para poder conversar ―no pasó nada. Se le iba la paciencia, hasta que pensó lo siguiente―. Shit. ¿Por qué tuvo que salir igual que a su padre? Si hubiese sido un poco más amistoso que Manuel, sería diferente.

―Está abierto.

¿Eh? Sumergido en su pensamiento el isleño quitó el seguro de la puerta y acto seguido regresó a la cama.

Arthur abrió la puerta caminando a él. Observó un bulto sobre la cama, era el rubiecito el rizo debajo del cubrecama. El mayor se sentó y se la quitó para verlo.

El pequeño se desconcertó y se incorporó rápidamente alejándose de él.

―Fui… ―comenzó Arthur― malo. Quizás tu oreja te duele.

―Mamá y papá nunca me tiraron de la oreja, y tú no eres nadie para hacerlo. ―dijo directo.

―Disculpa. Pero…no me agradó que te juntaras con Sealand, él es un dolor para mi cabeza. ―río un poco para hacer más simpática la conversación, no obstante el menor no dejaba de mirarlo de una manera directa insultándolo. No le quedaba otra opción sabiendo que recibiría patadas y manotazos. Extendió una mano a la del él, acercándolo a su cuerpo.

― ¡Oye! ¡¿Q-Qué te pasa? ¡Suéltame! ―efectivamente comenzó con sus pataletas para que dejara de abrazarlo ¿Qué demonios se creía? ¡Nadie! Intentó zafarse pero los brazos el inglés eran más fuerte presionándolo.

Arthur conocía los berrinches de un niño malcriado porque ha criado a muchos malcriados ganándose el primer lugar Peter, seguido de Alfred. El mocoso era insistente en salir de sus brazos, asique murmuró una y otra vez las disculpas y que jamás se juntara con Peter para hacerle bromas. Cuando ya estaba más tranquilo, lo soltó. Le acarició el cabello y nuevamente procedió a sermonear como un buen hermano mayor hasta calmar las cosas.

―Pensé que te habías ido a dormir como te dije.

―Son las siete de la tarde, idiota ―a pesar de todo, le seguía insultando―. Además…no duermo si no tomo chocolate o me leen un cuento.

―Es verdad…bueno… ¿Tienes hambre? Estaba preparando algo y…

― ¿Qué te paso en el dedo? ―le sorprendió la pregunta. Tierra del Fuego se incorporó un poco más a él observándole el dedo.

―Eh…nada… ―río― Me corte cuando picaba una manzana ―notó que le seguía mirando. ¡Era tan tierno cuando no lo atacaba! Le recordaba a Alfred―. ¿Y tienes hambre?

―No.

―Yo tampoco. ¿Quieres que juguemos?

― ¿Dónde está Como tú?

―Yo…ah, la oveja ―se había el olvidado de ese nombre, ¿quién se le ocurrió ese tonto nombre?―. Em… ¿Quién le puso el nombre a tu oveja?

―Mamá.

Ahora se preguntaba si la estupidez de Antonio fue heredada a todos los latinos y especialmente a Manuel.

Carlitos llamó a la oveja, llegó hasta subirse a la cama.

Inglaterra ofreció cantar alguna canción, pero el problema era que el pequeño no le gustaba la música moderna, era más tradicional, de campo, usando la guitarra acústica como acompañante, donde su mamá le cantaba canciones de Violeta Parra, y su papá de Mercedes Sosa. Arthur no sabía ninguna de ellas…con suerte una, pero en inglés. Podría llamar a España…no era buena idea, ya que de seguro no se iría de la casa para estar con su nieto, y de seguro tocaría flamenco o algo relacionado con tomates y Romano. No le dio más vuelta al asusto yendo a tomar la cena, el cual Carlitos pidió mate…y Arthur no sabía hacer eso, menos tenía esa yerba.

Las horas pasaron y se hizo de noche.

El rubio mayor se dispuso a servirle chocolate y luego contarle un mágico cuento con hadas, unicornios y duendes.

―La princesa caminó acompañada de las hadas… ―sabíamos que a Tierra del Fuego no le agradaba las princesas, esta vez hizo una excepción― ¡Oh! ¿Qué es eso? ¿Será la magia? Exclamó la princesa… ―de cierta forma al menor ya le estaba aburriendo el cuento, eran mejores los de mamá

Aburrido…

Hizo oídos sordos a la mágica historia para niñas prefiriendo disfrutar de la noche a través de la ventana y tomando su chocolate, también se preguntaba que estarían haciendo sus padres. Dio el último sorbo a su taza y giró viendo al mayor durmiendo. ¿No se suponía que él debería quedarse dormido con el cuento? Estúpido inglés.

El libro lo tenía en el pecho, entre abierto.

El argentino-chileno se acercó curioso inspeccionado si realmente se encontraba completamente dormido. Entrecerró los ojos haciendo un gesto estilo Lovino-tsundere mientras se acercaba al rostro del inglés, ser acercó un poco más.

Como tú dormía tranquilamente, abrigada con su propio pelaje.

El isleño tocó las cejas de Arthur esperando una reacción, no hubo nada. Entonces tiró un pelo de ellas, dando como resultado una expresión molesta, en el sueño sentía dolor, incluso hizo un murmullo. El menor prefirió no seguir molestando, en cualquier momento podría despertar y retarlo.

¿Qué le encontraba su mamá a este tipo? Se preguntaba buscando respuesta. Inglaterra tenía cejas gruesas para nada atractivas, era inglés, y papá odia a los ingleses, aps, pero estábamos hablando de mamá quien adoraba a los ingleses. Se cruzó de brazos buscando razones buenas… ¿Rubio? Bien, mamá tiene un cierto gusto a los rubios, ejemplo de ello era papá. En fin, no seguiría dándole vuelta el tema porque al final llegaría a una sola respuesta: A mamá le agradaba el británico y se acabó.

Y era un rompe hogares.

Suspiró agotado, ya era hora de dormir. Se adentraría a la cama, obviamente no taparía a Arthur, que se quede así…

Tal vez sí. Bajó de la cama y buscó una sábana para cubrirlo, luego…

―Alfred… ―pronunció y surcó los labios. Soñaba cuando el norteamericano era un niño.

Carlitos lo miró sin pensar recordando a ese tal Alfred… ¡Claro! Era ese chillón quien vivía arriba de sus tíos Pedro e Itzel. Finalmente le dio el menor interés. Subió a la cama y se acostó a su lado con algo de nerviosismo, estaba de lado mirándolo y se dejó dormir. El inglés yacía de boca arriba respirando y soñando complacido, volteó sintiendo una presencia, abrió un ojo llevándose una tierna sorpresa, enmarcó una sonrisa.

Al día siguiente, fue normal, nada fuera de lo común aparte de que Tierra del Fuego ayudara en el aseo de la casa…extraño.

En estos momentos Arthur preparaba el almuerzo con MUCHO cuidado siguiendo cada paso de los ingredientes y preparación de un libro de cocina para principiantes sobre todo si eres británico.

― ¿A esto tengo que echarle sal? ―preguntó a las hadas quienes le ayudaban hasta con sus polvos mágicos.

― ¿Estás hablando solo? Cómprate un amigo. ―Carlitos apareció riendo de lo tonto que se veía el mayor hablándole a la nada.

―Estoy hablando con mis amigas las hadas ―respondió―. Deberías de verla, ¿no se suponía que las ves?

―No siempre. Ahora no…, hablas solo. ―volvió a decir.

Al rato después almorzaron. La comida no era mala, tampoco buena, por lo menos era comestible.

Las horas pasaron con normalidad, se pusieron a ver películas, jugar a los videojuegos, entre más como los mejores amigos. Arthur ya tenía la confianza del pequeño.

Más tarde, cada uno se fue hacer lo suyo. El mayor viendo sus proyectos y fundamentos para destrozar las absurdas ideas de Alfred, mientras que el menor del rizo jugaba. De la nada escuchó algo haciéndose trizas, como un vidrio proviniendo del baño. Dejó de lado sus cosas y corrió apresuradamente hasta llegar.

― ¡Por las hadas! ―exclamó espantando viendo al isleño con la mano sangrada sollozando. Enseguida cogió una toalla presionando suavemente en la manito deteniendo el sangrado.

―Me duele…sniff…

―Tranquilo… ¿Pero cómo te cortaste? Mantén presionado mientras busco una venda. ―dijo y el menor acertó posando su mano sobre la toalla en su herida.

―Sniff…con…estaba llevando un vaso de vidrio…sniff…lo iba dejar en el suelo para hacer pipí…sniff…pero Como tú me empujó sin querer…el vaso se elevó y cayó en mi mano…sniff…

―Debiste tener cuidado ―sacó una venda, algodón y un frasco de alcohol―. Suelta, para poder hacerte las curaciones.

― ¡No!

― ¿Eh?

― ¡No quiero que me eches alcohol, me va a doler!

―Pero… ―tenía razón, le iba a doler. Pero tenía que curarle. Buscó otra vez en el botiquín sacando una povidona yodada, por lo menos esto no le dolerá demasiado. Procedió a curarle con cuidado hasta lograr vendarlo viendo que seguía sollozando― Listo, ¿te duele?

―Un poco… ―miró un momento su mano vendada― Gracias papá.

― ¿Eh? ―¿cómo le llamó? Los dos se desconcertaron por la frase, hasta se sonrojaron.

―Di-Digo… ―quería arreglar el mal entendido, obvio que era un mal entendido, solo se confundió recordando a su padre argentino.

―N-No, está bien. De seguro recordaste a Martín cuando te curaba ¿verdad? No te preocupes, cualquiera se puede confundir ―claro, y hora quedó más psicoseado con ser el posible padre perdido de ese niño. Justo en ese instante antes de comenzar a psicosearce con el tema, su celular sonó, lo sacó de su pantalón y contestó―. ¿Sí? Hola Manuel…todo bien…tu hijo es un encanto, no ha hecho nada malo. Sí, créelo. Oh, está bien, yo lo alistaré. Nos vemos, adiós.

― ¿Era mamá?

―Sí. Vendrá a buscar en dos horas más.

― ¿Pero cómo si están en…?

―No sé, pero él dijo que vendrá en dos horas más.

―Am…oye…enserio…gracias… ―susurró. Arthur se sonrojó y se agachó a su altura.

―No hay de qué. ―sonrió y se llevó una gran sorpresa cuando Carlitos se inclinó abrazarlo, correspondió a gusto y pensó lo siguiente: ― ¡De verdad es todo un encanto! No es tan malo como parecía. Como me gustaría que se quedara conmigo…Me estoy comportando como Antonio…

Y en dos horas más:

Chile llegó a casa del inglés siendo recibido muy amable con una linda sonrisa. Dijo que Argentina se encontraba afuera esperándolo en el auto, ya que no entraría ni muerto a su casa.

Tierra del Fuego yacía en el cuarto arreglándose junto con su ovejita.

― ¿Por qué no me acompañas con una taza de té? ―ofreció Arthur.

―Muchas gracias, pero estoy muy apurado. ¡¿Carlitos, estás listo?

― ¡Ya voy ma! ―contestó el rubiecito aun en el cuarto.

―Pero mientras lo esperas, podemos… ―volvió a insistir el británico.

―No insistas Arthur. De verdad agradezco que lo hayas cuidado bien y que no hayas tenido dolores de cabeza.

―Eh…si tuve algunos dolores, pero…bueno, es solo un niño ―soltó una risilla recordando todos los sucesos del ese niño maldito, aunque ahora las cosas estaban calmadas y se llevaban bien. Su semblante cambió enseguida a serio―. ¿Seguro que no quieres un té?

―Seguro… Oye… ―se colocó nervioso al sentir su muñeca sujetada por el mayor, el cual se fue acercándole― Te-Te estás acercando mucho… ―tartamudeó caminando hacia atrás, pero no recibió ninguna respuesta del inglés. Siguió retrocediendo hasta llegar y sentir la pared en su espalda. Esto no iba por un buen camino de la fidelidad― A-Arthur…no te acerquí tanto… ―se estaba acercando demasiado― Recuerda que estoy con Martín…o sea…no es que este con él…él está afuera y… ―se debatía el mismo en ser o no ser la pareja del argentino, obviamente lo era, pero no le gustaba reconocerlo porque era gay e infinidades de argumentos tontos. Se asustó más cuando su boca estaba a punto, por centímetros en ser tocada por la de Inglaterra, si no fuera por Tierra del Fuego que apareció.

― ¡Vos! ¡Me mentiste! ¡Deja a mi mamá, rompe hogares! ―y al puro estilo "cabezazo Lovino" le dio en el estómago de Arthur quien cayó al suelo, tosiendo por gran golpe, pudo comprender lo que sentía Antonio. Por cierto, eso fue un adiós de la amistad recién creada.

― ¡Tierra del Fuego! ¡¿Qué hiciste? ―Manuel se alteró por dejar al británico en el suelo y tosiendo como loco.

― ¡Escuche la voz de mi hijo! ―Martín entró con la energía de padre protector. Observó desconcertado al inglés al medio de la sala― ¿Qué pasó aquí?

―El pirata casi besa a mamá. ―respondió al instante.

― ¡¿Qué? ¡Yo lo mato! ¡Nadie toca a mi esposa!

― ¡Espera, no es lo que piensas! ―Chile lo tomó de los brazos antes de que cometiera un asesinato.

― ¡Soltáme Manu! ¡Este tipo trató de abusar de vos, como siempre! ―gritó eufórico haciendo pataletas, mientras Arthur se ponía de pie.

―Beeee~. ―hasta Como tú estaba de espectadora para el segundo round.

Argentina se fijó en la mano vendada de Carlitos, lo alteró más. ― ¡¿Qué te pasó en la manito? ―ante esto el chileno lo soltó, pues también se preocupó.

―Me corte con un vaso de vidrio. ―respondió sencillo.

― ¡¿Pero cómo? ¡Yo creí que estaría al cuidado de este pirata! ¡Ahora sí que lo mato! ―avanzó los pasos hacia Arthur.

― ¡Espera! ¡Fue un accidente, yo lo cure! ¡Le puse una venda! ―Arthur se defendía para que no le golpeara…demasiado tarde.

Comenzó una guerra de rubios en la sala. Manuel gritaba para hacerlos detener, pero no resultaba. Carlitos apoyaba al argentino.

La pelea terminó cuando el castaño agarró los brazos del argentino, llevándoselo para atrás y dejarlo ahí para correr ayudar al británico.

― ¡Arthur, yo te ayudo!

― ¡¿Che, sos boludo o qué? ¡Dejálo y preocupáte de tu esposo! ¡Mira mi boca, tiene una herida!

―Ma-Manuel…mejor vete…no quiero causar más problemas… ―estaba casi agonizando en el suelo.

― ¡Pero mira cómo te dejó ese weón! ―insistió en ayudarlo.

― ¡Dejálo, che! ―Martín se hastió y recogió a Manuel sobre sus hombros, y a Tierra del Fuego cargando a la oveja saliendo de la casa.

― ¡Suéltame, weón! ¡Tengo que ayudar a Inglaterra, mira cómo lo dejaste! ―comenzó a patalear en el camino. Martín lo dejó en el suelo para subirse al auto, pero Manuel regresó a toda velocidad― ¡Inglaterra! Sorry por todo, ya sabes cómo es Martín… ―se sentó ayudándolo.

―E-Estoy bien…mejor vete…puede llegar tu marido…

―No te voy a dejar así, te voy a llevar a-

― ¡Manu! ¡Vení aquí! ―enfadado, cogió otra vez a Chile al hombro y se lo llevó, hasta se dio el lujo de amarrarlo para que no volviera― ¡¿Hasta cuándo con lo mismo? ¡¿Podes dejar de preocuparte por ese puto pirata pasado a ron?

― ¡No, no puedo! ¡Es mi amigo!

― ¡Sí, claro! ¡Tu amigo! ¡Nos vamos a casa!

Arthur escuchó todo los gritos y el auto partir. Ahora solo había silencio y desorden…

Suspiró agotado de su vida.

―Okay…ese niño me odia más…no quiero volver a cuidarlo ―volvió a suspirar― Rompe hogares…tal vez…

Lo sea.

Fin.


N/A: Hasta aquí llega el fic. Espero que les haya gustado, Manu todo alterado preocupado de Arthur como siempre… ¡Dale Martín, tu eres su esposo! Todo iba bien con Carlitos hasta que Arthur quiso sobrepasarse con Manu… Eso es todo.

¡Waa! Si Martín lo va a castigar, por favor que sea despacio, porque ayer en la mañana tembló y en la tarde también… ¡Si lo van hacer que sea en la Antártida!

Noticia! Supe que van hacer un túnel que pasara por la cordillera, es decir, van a unir a Martín con Manuel ¿para cuándo? No lo sé, por lo menos eso vi en la noticias, juro que en ese momento me pasé mil rollos yaois: Cuando entre el tren es el ***** de Martín entrando por el ***** de Manuel. Eso es hermoso.

Mensaje para las "pateras": ¿Un trio? Me va a costar mucho escribirlo, lo intentaré pero no prometo nada. Haré lo mejor posible para hacer gozar a Manuke.

En fin…

Gracias por sus review's por haber leído las aventuras de Carlitos.

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