Destrucción

-Personajes hablan-

-Personajes piensan-


- ¡Maldito Naraku! – Gritaba el híbrido desenfocado, observando los cuerpos de sus amigos agotados y lastimados.

Llevaban varias horas luchando contra el transformado demonio, y las consecuencias se podían notar a la distancia. Tanto Shippo como Kirara se encontraban envenenados, mientras que, Sango había sido golpeada por su propio boomerang dejándola desmayada al tratar de salvar de la muerte a su hermano Kohaku, pero sin conseguirlo, y Miroku, por haber usado en extremo su agujero negro, se encontraba al límite. Si no vencían a Naraku pronto todos morirían, esta era la batalla final.

- ¿Qué sucede Inuyasha? ¿Tienes miedo de que los mate? – Le preguntaba cínicamente el monstruo que, con sus trucos sucios había logrado que en la época feudal reinara un caos total, ya que con su veneno poco a poco iba consumiendo la vida de todo el Japón antiguo.

- Argg, cierra tu maldita boca de una vez, ¡Lanza de diamantes! –

- Eres un imbécil Inuyasha, por tu ineptitud tus amigos morirán – Respondió el monstruo tomando a la mujer que el híbrido había descuidado, en el apuro de lanzar su ataque, usándola como escudo.

- ¡Noooooo! – Exclamó, al observar su ataque sobre aquella mujer desmayada provocándole unas enormes grietas en su cuerpo – Ki-kyo – Susurró consternado.

- Inu-yasha – Murmuró la peli-negra, que al despertarse del desmayo provocado por uno de los ataques de Naraku, pudo vislumbrar la casi destrucción de aquella mujer – Kikyo

- Demonios, no me hagas esto Kikyo, ¡No mueras! – Gritaba desconsolado, mientras sus bellos ojos se poblaban de lágrimas.

- ¡Maldito Naraku! ¡No te lo perdonaré! – Exclamó furiosa la peli-negra, tomando su arco y disparando una de sus flechas – ¡Maldito! –

La ira y tristeza de la joven logró conectar su alma con la de su antepasado, consiguiendo que ambos poderes se transmitieran en aquella flecha lanzada por la peli-negra, la cual con solo tocar a su objetivo lograría purificarlo junto con la perla para mandarlo al otro mundo.

- Este será tu fin Naraku – Le susurró con sus últimas fuerzas la sacerdotisa entre sus garras.

- ¡No! – Murmuró Naraku al sentir aquel devastador poder acercándose peligrosamente a él – Kagome, no me iré solo de este mundo – Advirtió al tiempo en que uno de sus tentáculos se desprendió de su cuerpo para dirigirse directo a la joven, que se encontraba concentrada aún en su tiro. Era su último ataque, un ataque desesperado.

La flecha, finalmente impactó en el cuerpo del demonio, que envuelto en un destello rosado y brillante, logró ser purificado junto con la perla de Shikon. La mujer entre sus tentáculos, fue envuelta en el brillo y desapareció de ese mundo junto con el monstruo y la perla.

- Ki-kyo, ¿Por qué? – Murmuró amargamente. Pero aquel ataque lo hizo reaccionar inmediatamente – ¡Kagome! No permitiré que mueras, no puedo… ¡No quiero! – Se lanzó hacia la muchacha apartándola del ataque, pero su cuerpo no pudo evitarlo.

- Inuyasha, ¡No! – Gritó la peli-negra corriendo hacia el híbrido – ¿Inuyasha? ¡¿Inuyasha? –

- Ka-go-me –

- Inuyasha no hables – Le susurró suavemente la joven con lágrimas en sus ojos, la herida del oji-dorado, era muy grave.

- Kago-me, perdona-me -

- ¿Qué tonterías dices Inuyasha? Tenemos que llevarte a la aldea –

- Es inútil – Susurró sin que la joven del futuro pudiera entender sus palabras. El híbrido sentía que ese ataque no había sido como el resto, sabía que su cuerpo por más fuerte que fuera no resistiría mucho más.

- ¿Qué dices? – Se preocupaba la joven – ¡Kirara! ¿Puedes llevarnos? –

- Descuida, yo te llevaré -

- ¡No! Estas muy lastimado -

- ¡Keh! ¿Cuántas veces tengo que repetir que mi cuerpo no es como el de los humanos? Vamos – Aquella mentira tenía que tranquilizarla, no quería que ella sintiera lo que él en esos momentos por la muerte de kikyo.

El equipo marcho hacia la aldea, Kirara llevaba, dificultosamente, a Sango y Miroku, todavía desmayados, mientras que Shippo caminaba a su lado. La peli-negra, por su lado, se negó a subir en la espalda del oji-dorado, caminando pausadamente mientras lo sostenía con preocupación.

La anciana Kaede, sentía un mal presentimiento desde aquella mañana, y lo confirmó al recibir al grupo en pésimas condiciones.

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- ¿Cómo están todos? – Preguntaba la joven del futuro a la anciana que acababa de salir de la cabaña.

- Todos se encuentran bien Kagome, no te preocupes – Pero sabía que estaba mintiendo, puesto que uno de ellos no sobreviviría mucho tiempo más.

- Inicio de Flash Back

- Anciana, deja de intentar hacer milagros ¿Quieres? – Mencionó dolorido el oji-dorado.

- Inuyasha…-

- Se muy bien que no se puede hacer nada – Respondió resignado – Dejame pasar mis últimos momentos tranquilo –

- ¿Se lo dirás? - Preguntó suavemente la anciana, señalando por la esterilla de la puerta a una joven de uniforme escolar a la orilla del río.

- No, a ella no -

- Pero…-

- Pero nada, les diré a los demás, pero no quiero que ella se entere -

- No creo que puedan ocultar algo así frente a ella -

- Lo se, pero no quiero verla triste, suficiente tristeza tengo con la muerte de Kikyo - El oji-dorado no podría soportar las lágrimas de su Kagome.

- Está bien Inuyasha, respetaré tu decisión. Pero ella merece saber esto -

- Fin de Flash Back -

- ¡Que bueno! – Respondió con tranquilidad la peli-negra – Ire a visitar a Inuyasha, cuando lo dejé se veía bastante mal –

- Sí, Kagome. Es mejor que estés con él en estos momentos –

- ¿En estos momentos? – Pero la anciana ya se había alejado lo suficiente para, según la joven, no escuchar su pregunta.

- Ayudalo Kagome, el necesita mucha fuerza para superar estos momentos – Pensó la anciana.

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Tal y como planeó el platinado, Kagome no se enteró de su estado, ya que le pidió que fuera en busca de Ramen instantáneo mientras él hablaba con sus amigos.

- ¿Qué sucede Inuyasha? ¿Por qué no querías que Kagome nos escuche? - Preguntó preocupada la castaña.

- Yo…yo…-

El joven de ojos azules, lo observaba calladamente desde que había entrado en la cabaña, tenía una sospecha de lo que su amigo quería decirles - ¿Cuán grave es? –

- Mi-miroku – Murmuró sorprendido el oji-dorado – Mucho –

- ¿Qué quieres decir con eso Inuyasha? – Preguntó la castaña sin aceptar lo que decía su amigo.

- Lo que oíste, y no me hagan repetirlo. El ataque que lanzó Naraku dirigido a Kagome tenía sus últimas energías, como así también las de la perla, era mortal. Mi cuerpo al ser el de un híbrido resistió un poco más que el de un humano, pero no se puede curar -

- E-eso quiere decir que tú… tú…- Susurró con pesar el pequeño zorrito.

- Así es pequeño Shippo, pero supongo que ya lo aceptaste, ¿No es así Inuyasha? – Cuestionó sabiamente el monje – Como también pretendes que la señorita Kagome no se entere hasta el final, ¿No es así también? -

- Sí, así es… por eso es que… -

- ¡No Inuyasha! ¡No te lo permitiré! – Lo interrumpió la castaña – Kagome tiene derecho a saber la verdad de esto, ¿Cómo crees que se sentirá al verte morir de la nada? ¿Pretendes que actuemos como si nada? -

- Sí Sango, es justamente lo que deseo – Respondió ante la mirada furiosa de su amiga – No quiero que ella esté triste en estos momentos yo le contaré la verdad cuando lo crea necesario, entiéndanme –

La joven iba a contestar pero el monje la interrumpió – Está bien Inuyasha, si es eso lo que deseas te respetaremos, ahora bien, ¿Cuánto tiempo queda? –

- No creo que pase de esta noche -

Todos admiraron sorprendidos la fuerza de aquel híbrido – Les pido por favor que traten de actuar como siempre – Finalizó.

- ¡Inuyasha! Disculpame, pero en la batalla perdí toda la comida que quedaba… ¡Chicos! ¿Se encuentran bien? – Exclamó una jovencita peli-negra que acababa de entrar a la cabaña.

- Sí señorita Kagome – Respondió con tranquilidad el joven oji-azul.

- ¡Me alegro mucho! ¿Inuyasha te sientes mejor? Cuando me fui te notaba algo dolorido todavía -

- ¡Keh! Es solo una molestia verás que pronto me curaré, no te preocupes – Respondió restándole importancia el platinado.

La castaña no podía fingir más, ante la actuación de su amigo sus lágrimas comenzaron a bañarle el rostro por lo que decidió salir corriendo de la cabaña sin dar explicaciones.

- ¡Sango! – La llamó la peli-negra - ¡Sango! ¿Qué le sucedió? -

- Dejeme a mí hablar con ella, señorita Kagome, recuerde que la muerte de su hermano es muy reciente – Explicó con sabiduría el monje.

- Tiene razón monje Miroku –

El joven oji-azul se retiró de la cabaña seguido de Shippo para darle a su amigo la privacidad que necesitaba para decirle la verdad a la peli-negra.

- Pobre Sango – Dijo tristemente la joven sentada a un lado del platinado.

- Kagome… yo -

- ¿Qué sucede Inuyasha? -

¿Por dónde podía comenzar? ¿Qué le podía decir? ¿Cómo se lo podía explicar? – Acompañame a dar un paseo – Dijo finalmente.

- Pero, aún te ves débil mejor descansa. Ya está anocheciendo mañana podremos hablar con más tranquilidad -

- No, tiene que ser ahora – Replicó utilizando sus últimas energías para levantarse y caminar hasta donde pretendía llevarla.

- ¡Eres tan terco! Bien, pero vamos con cuidado – Respondió rindiéndose la peli-negra.

Continuará…