Media Noche

Fue en la temporada pasada cuando los arboles de Sakura se mostraron más esplendorosos como nunca antes. El mundo se tiñó de una gama infinita de rojizos, desde el tapiz impregnado en la tierra hasta el crepúsculo más sangriento. El césped formaba una carpeta suave para sus pies y creaba un camino para hacerla perderse en él.

Se miraron el uno al otro, ella desde el refugio de la ventana de su habitación y él desde la sombra de un árbol frondoso. Las miradas intrínsecas trataron de ocultarse pero el sonrojo que cubría su piel cuando la llevaba a la tierra la ponía en evidencia.

Poco después de una brisa sutil él se movió de su sitio, caminando hacia la pequeña ventana. Las campanas de los adornos interpretaron una melodía que podía ser nombrada waltz de acuerdo a las ideas occidentales.

Sostuvo su mano y ella respondió temblando. El purpura de aquellos ojos junto al miel de los suyos se mezcló para crear el más hermoso arcoíris. Y finalmente, aquellas manos ásperas llegaron hasta su frente, dando un leve roce con sus labios. Algo tan sensorial como para guardarlo para sí.

El suave palpitar, el latir de sus corazones, la ternura del beso y la disconformidad por su incursión paternal…

Él se estremeció ligeramente, tornando la mirada sin encararla. Chizuru creyó ver como temblaba conforme su piel descubierta era atacada por la brisa gélida de los comienzos del otoño. Antes, si alguien la hubiera dicho la premisa del vice comandante del Shinsengumi parado en la entrada de su habitación, hubiera reído bajo para luego acordar cambiar el tema por otro más agradable, pero en aquella ocasión, lejos de ser una falacia se estaba convirtiendo en una telaraña tejida por sus pensamientos traviesos.

—Mañana nos marchamos de los cuarteles al amanecer. Espero que estés preparada.

—¿Puedo saber a dónde Hijikata-san?

—No es necesario dar detalles por ahora—Cortó-Vuelve a dormir.

No la dejó protestar con algo más. La puerta se cerró, mostrando la danza de una silueta que caminaba hacia el pasillo casi como si corriera dentro de la luz plateada.


Cuando se aseguró que no había nadie alrededor soltó un suspiro de alivio para revivir su piel traslucida como la de un fantasma.

El magnificente vice comandante del Shinsengumi había hallado un nuevo pasatiempo desde el campo de batalla que podía estremecerlo como a un temerario adolescente. Se abofeteó mentalmente y removió las hebras de cabello de su rostro para seguir caminando. Esa noche bebería sake en el silencio taciturno de su habitación.


Okita Souji había estado caminando en círculos por horas hasta que perdió la pista del sol y su atardecer satín. Las calles estaban llenas de gente y polvo por donde las huellas dejadas impresas y renovadas tras cada brisa.

Contó sus pasos para dejar transcurrir el tiempo. Tal vez sería más divertido con un pasatiempo para matar la monotonía. Y aquel día parecía tremendamente ordinario. La figura de Hijikata frívola y calculadora de Hijikata irrumpió en su mente para demostrarle que aun poseía sentimientos humanos. Una nueva personalidad retadora surgía con fiereza. El brindis había dado marcha a un juego entre caballeros. El trofeo para el ganador, un ángel llamado Chizuru.

Tosió, poniendo su pañuelo de seda ante el de forma mecánica. Su pecho dolía demasiado tanto como si el fuego ardiera dentro de él y la presión bajo el mar lo ahogara tortuosamente.

Aun había una carta por jugar y era por ello que el juego trascendía más allá de los límites de los antiguos retos: su propia vida se acortaba con cada gota de ochimizu circulando en su cuerpo.


Es curioso que la historia en inglés fuera adelantada por un capítulo cuando siempre escribo primero en español. Después de dos años me di cuenta de ello y por fin actualicé. Poco a poco me pondré al corriente con la historia pues no pienso abandonarla ¿Reviews?