hola a todas! perdon por tardar tanto en actualizar, y antes de inciar con el siguente capitulo quiero decirles que... este es el capitulo final!

perdon por terminarla tan precipitadamente, pero pues, todavia tengo algunos fic´s sin concluir y para serles sincera, este fic solo estaba contemplado de aproxiamadamente, 5 capitulos.

gracias a todas las lectoras anonimas, y a aquellas que se tomaron el tiempo para dejarme un review, de verdad muchas gracias!

y ahora si pasemos al final de esta su historia, nuevamente muchas gracias! espero no decepcionarlas!

nos estamos leyendo!

que toda la buena vibra llene siempre sus vidas! xoxo


Capitulo 11

Era temprano cuando llegó a casa. Matt tomaba el desayuno en la cocina y me avergoncé. Como ejemplo, era un fracaso para Matt.

—¿Y que horas son estas de llegar?—imitó mi voz—esto es imperdonable. Te quedarás en casa durante una semana, chica.

Me reí y me mordí el labio.

—Perdón ¿Te preocupaste?

— ¿Preocupado?—Matt alzó la voz un poco y sonrió—No. Me quedé en la fiesta y no te extrañé hasta mucho después. Darién dijo que estabas con Seiya.

No pude evitar sonrojarme.

— ¿Cómo se enteró?

Matt se encogió de hombros con torpeza.

—A papá no le importaría, Serena. No querría que estuvieras sola.

—¿Y tú, Matt?

—Bueno… dame tiempo—sonreí ante su dificultad para sincerarse. Quizá Matt quería irse cuanto antes del nido, pero no quería que el nido cambiara. Matt me miró con fijeza y me percaté de que me veía como a una mujer y no como la figura materna que daba por sentado. Yo dejé de verlo como a un niño y a él también le costaba trabajo verla como una mujer libre. Todo era parte del patrón.

—Tendrás todo el tiempo que desees—le comenté con sequedad—las cosas no son lo que aparentan ser.

¿Qué voy a hacer ahora? Me pregunté al ponerme la ropa de trabajo en el taller de Harry ¿mantener solo una relación profesional de Seiya? No podíamos ser amigos de nuevo. El ser amantes impedía esa posibilidad. Sentí una pena profunda por la perdida de esa amistad… y todo para nada, puesto que no podía aceptar la invitación de Seiya. No podía tener una aventura con él. Había ciertos requisitos para ser una amante despreocupada, al igual que para ser un corredor de autos, y yo no los tenía.

Finales de octubre. Acepté la oferta de escribir una columna para la revista de autos, dirigida a las lectoras. Empecé a usar nuevamente la computadora y escribía por las noches, mientras arreglaba autos por las mañanas. Matt estudiaba, corría y posaba para las fotos publicitarias de Ensigns. La pierna de James sanó, hubo mas fotos de mi pequeño sobrino y mis rosas mostraban los últimos capullos floreciendo. Mientras limpiaba y colocaba mis trofeos en una vitrina, pensé con ironía que ahora que mi pasado estaba en orden, lo que me daba problemas era el futuro.

Seiya no volvió a ir a la casa. Me enteraba de lo que hacia por medio de Matt y Darién; estos se sorprendieron al ver que nuestra amistad terminó. Me dijeron que Seiya viajaba mucho en la avioneta, pues ya era seguro que compraría una curtidora y además buscaba otras propiedades en provincia para Ensigns. Yo siempre averiguaba, de modo sutil, si Seiya había regresado sano y salvo de sus vuelos. Pero sabía que Seiya era indestructible y en realidad nunca temí que fuera a tener un accidente. Así que, una mañana, cuando Darién me llamó al taller para avisarme que la avioneta de Seiya estaba retrasada, pensé que había escuchado mal.

—Pensé que querrías saberlo, querida—me explicó Darién.

La noticia me impresionó tanto que tuve que sentarme.

—¿Cuánto retraso tiene?

—Dos horas, en su ultima llamada por radio dijo que tenia problemas con el motor y que perdía altura por la región montañosa cerca de la frontera. En la selva tropical—añadió Darién, reacio—pero les dio su posición, así que…

Recordé haber volado sobre la selva con Seiya. Recordé haber pensado que cualquier cosa podría estar en el suelo sin que fuera vista desde las alturas. Ay, no; luché contra las imágenes que invadieron mi mente. No Seiya.

—Un avión ya fue a buscarlo.

— Es un buen piloto—susurré por la tensión—podría ser una avería menor. Quizá se estrelló. Estará bien.

—Claro que estará bien—afirmó Darién—ya hablé con Rei y Nicholas, sus padres… solo tenemos que esperar.

Llamé a Matt para darle la noticia y me forcé a seguir trabajando. Pero las imágenes me cegaban: Seiya inconciente y sangrando en la cabina del avión estrellado; Seiya herido al ser arrojado del avión por el impacto; Seiya sobre un fondo de humo y llamas. Una hora después, dejé mis herramientas y le conté a Harry lo sucedido.

—Lo siento mucho serena. Seiya me agrada, claro que te puedes ir a casa.

Me dirigí al aeropuerto con ele sentimiento ilógico de que si alguien lo esperaba, era más probable que Seiya regresara. Me consolé con el ruido de los demás aviones. Tarde o temprano llegaría el de Seiya.

Cuatro horas de retraso. La torre de control informó que el avión de reconocimiento no halló nada y que la visibilidad fue muy mala debido a que en la región montañosa llovía y había bruma. Si el clima empeoraba, eso impediría que hubiera una búsqueda más rigurosa.

Tomé un poco de café. Sentí como el miedo crecía en mi interior, así como la soledad; me di cuenta de que eso seria algo permanente si Seiya no regresaba.

Matt llegó un poco después. Tenía una expresión estoica pero yo sabía que estaba muy angustiado. Detrás de él, Darién llegó. Poco a poco, otras personas acudieron para esperar a Seiya.

Una mujer baja y preocupada, que se sentó sola un rato, se acercó a mí y dijo que me reconocía por la foto que nos tomaron en el periódico. Era el ama de llaves de Seiya.

—El señor Kou tiene la foto en su estudio—comentó la señora—me dirigía a mi casa, pero pensé en pasar por aquí para saber si había noticias del señor. Es un hombre encantador ¿verdad?

Y por fin llegaron los padres de Seiya. Rei Kou, elegante y controlada, saludó a Darién. Nicholas Kou, alto y delgado, con un poco de canas, estrechó la mano e Darién. Fueron presentados a todos. Rei Kou no me reconoció, a pesar de haberla llevado a varios sitios en la compañía. Me sonrió con distinción. Observé a los padres de Seiya con interés. No parecían estar tristes ni preocupados, pero habían viajado desde Honshu para recibir noticias de su hijo.

El tiempo transcurrió. Por el miedo a perderlo, dirigí mis pensamientos hacia Seiya. A Seiya, yo le importaba, le agradaba; era un amigo, un confidente, un amante tierno, emocionante, generoso. Un hombre podría dar una declaración de amor y ofrecer mucho menos que Seiya. De pronto, estuve segura de que, si Seiya regresaba, aceptaría su ofrecimiento y haría todo para que durara. Si regresaba. Cerré los ojos y hablé con firmeza, con voz alta:

—Cuando.

— ¿Perdón?

—Cuando regrese—afirmé—no si—la madre de Seiya me miró con mayor interés e intensidad, como hacen las madres al ver que una mujer quiere a su hijo.

La búsqueda fue aplazada mientras desaparecía la bruma. Rei tomó café y derramó un poco sobre su vestido. Nicholas fumó varios cigarrillos y la mano le temblaba un poco. Me percaté de que estaban angustiados, solo que no lo mostraban.

—Siempre fue muy impulsivo—de pronto comentó Nicholas— ¿Recuerdas esa vez que tomó la bicicleta de otro niño y anduvo por las calles durante horas y horas? Estábamos deshechos. Pensamos que lo habían secuestrado o atropellado… creo que tenia siete años…

Seis, corregí mentalmente.

—Tenía siete años—señaló Rei.

—Llamamos a los hospitales y la policía estaba en le apartamento cuando regresó. Se había ido durante cuatro horas y entró en casa, como si nada hubiera ocurrido, para pedirle al policía, hazme el favor, que lo llevara a dar una vuelta en la patrulla, con la sirena encendida—se rió—cuando le preguntamos por que había tomado prestada la bicicleta, nos dijo que había visto un parque desde la ventana de su dormitorio… era cuando teníamos el penthouse ¿te acuerdas Darién? en el piso numero veintiuno… y el intentó hallar ese parque porque quería subirse a un columpio especial o algo parecido…

—Un carrusel—dije abstraída—quería subirse al carrusel.

Nicholas y Rei se volvieron a la vez, y miraron con fijeza a aquella mujer a quien su hijo le contó historias de su niñez. Se miraron con rapidez y eso me recordó que había ido al aeropuerto saliendo del taller; aunque me quite la ropa llena de grasa, vestía un suéter, unos jeans y los tenis gastados que usaba para trabajar. Como me limpié con rapidez, tenia una línea negra debajo de las uñas. Mirándome las manos, Rei Kou comentó con cortesía:

—Darién no nos dijo a que se dedica usted.

—Soy mecánico—le dije y Darién le informó a su hermana que yo era Serena Tsukino, la corredora de autos de quien le habló con frecuencia. Pero Rei no podía quitar la vista de mis uñas. La situación era algo graciosa y Seiya se habría divertido, pensé. Me levanté y fui a la ventana para mirar el cielo; este era del color descrito de modo prosaico por Seiya; el color de jeans viejos y gastados.

Igual que la vez que Seiya y yo hablamos de Darién cuando este fue operado, empezamos a hablar de Seiya, manteniéndolo vivo y real.

—Es un piloto muy bueno—dijo su madre, usando el tiempo presente—Seiya es bueno para todo. Cuando era chico, no podía concentrarse en sus estudios y sus calificaciones no eran muy buenas, pero eso fue así porque su mente era demasiado rápida e inquisitiva para la rutina escolar. Más tarde, hizo una carrera excelente. Nicholas recordó que era muy apto para los deportes, desde que pudo caminar; sus dibujos eran muy avanzados para su edad; era bueno para las matemáticas; tenía aptitudes musicales.

—¿Puede cantar?—pregunté.

—Pues…—Nicholas Kou me miró con una mirada tan parecida a la de Seiya que me sonrojé.

—No importa—añadí con rapidez.

—Teníamos que recordar prestarle un poco de atención al pobre de Michael, para que no fuera opacado por su gemelo. En cualquier otra familia habría sido una estrella, pero siempre luchaba en contra del éxito de Seiya.

Quizá fue por eso que el pobre Michael siempre hizo su aparición ante los invitados, pensé. Por eso y por la poca disposición de Seiya a presumir ante nadie.

—Seiya era un sobreviviente—afirmó su pare— ¿Recuerdas cuando se zambulló desde un trampolín olímpico cuando solo tenia ocho años? Emergió con una sonrisa, como si nada ¿recuerdas cuando se subió en aquel caballo, escaló ese risco, nadó por ese río?

—Siempre temía que le pasara algo—confesó Rei. Derramó un poco de café en su vestido, otra vez—cuando me dijeron que mi hijo se había ahogado, estaba segura de que era Seiya ¿recuerdas, Nicholas?—la voz le tembló—trataba de convencerme de que no podía ser Michael, que debía ser Seiya, que todo era un error. Seiya siempre era el que se metía en problemas. Aun ahora, todavía no sé como Michael murió en vez de Seiya—de pronto, perdió el control y sollozó. Se echó en los brazos de su esposo a llorar—No, no. Que no muera también Seiya—gimió, angustiada. Todos apartamos la vista. Matt se levantó para ir en busca de noticias. La perdida del control monumental de Rei Kou era algo demasiado doloroso para presenciarlo.

Era la misma historia pero con un giro diferente y triste, pensé. Lo amaba, quizá Seiya fue su favorito y no Michael. Quizá temiendo su temeridad, fueron más severos con Seiya y no con su gemelo. Y después de perder a un hijo, se volvieron más estrictos para conservar al otro. Padres rígidos, sin dar muestras de afecto. Un niño de ocho años, tratando de aceptar la muerte de su hermano, que tal vez mezcló los hechos y los sentimientos. Regresa Seiya, para que descubras que te equivocaste, me concentré en ese pensamiento mucho tiempo. Regresa Seiya.

Pensaba en la jungla, cuando Matt regresó. Sonrió y se rió en voz alta. Empezó a correr y lanzó un grito que hizo que me pusiera de pie de inmediato.

—¡Esta bien! ¡Seiya esta bien!—me abrazó—aterrizó en un claro justo antes de que la bruma lo ocultara todo. Perdió un ala del avión al cruzar por unos árboles y el radio se estropeó—Matt relató los detalles con el regocijo de un niño—esta un poco golpeado y tiene unos rasguños, pues el parabrisas se rompió cuando una rama lo atravesó; por poco lo golpea en la cabeza. Sabía que tenía pocas posibilidades de que lo hallaran, así que intentó encender un poco de fuego. La madera húmeda hizo mucho humo, pero había tanta neblina que se dijo que nadie lo vería. Así que, ¿saben que hizo? Se trepó para cortar ramas a los árboles, para que estos no ocultaran tanto el avión—se rió, con admiración—y le pegó a este hojas de papel.

—¿Papel?—inquirió Darién.

—Informes y esas cosas. Sabes que siempre se lleva pilas de documentos consigo ¿verdad? Bueno, pues puso las hojas impresas de la computadora en los árboles, para llamar la atención, y cubrió el fuselaje con papel. Como todo estaba tan mojado, se quedó pegado. El piloto que lo vio dijo que nunca se habría acercado a mirar de cerca, de no ser por las manchas blancas. Ahora lo traerán en helicóptero.

Todos compartimos nuestro alivio, como compartimos antes nuestro miedo. No pude evitar llorar de alegría. Me sequé las lágrimas con un pañuelo que hallé en mi bolsillo. Era uno de Seiya y volví a llorar de agradecimiento. No había nada más igualitario que el temor a la muerte y aun Rei Kou abrazó a todos para celebrar el rescate. Pero, después, cuando se volvieron a reunir en el aeropuerto para recibir a Seiya, los padres de este ya habían recobrado la reserva y la compostura.

Nunca olvidaría el regreso de Seiya. Varias personas lo rodearon al salir del helicóptero y le hicieron preguntas, a las que el pareció contestar con cansancio. Entonces vio a los demás, que lo estábamos esperando.

Seiya se detuvo y me miró a los ojos; quise correr a su lado, y sentir en carne propia la calidez que emanaba. Pero me contuve, pues pensé que su madre, quien estuvo cerca de perder a un segundo hijo, tenía la prioridad. Lo revisé con la mirada, tenía un yeso en la mano izquierda, rasguños en la cara y el cuello y un moretón en la frente. Su chaqueta de vuelo estaba arrugada y sus ropas eran evidentemente un préstamo; cargaba una maleta de Ensigns, a pesar de todo eso, nunca había visto algo tan hermoso.

Matt, menos sensible a las necesidades de sus padres, corrió a recibirá Seiya.

— ¿Qué te pasó en la mano? ¿Atravesó el parabrisas?

—Me lastimé al manejar unos documentos—Seiya fue impasible.

—¿Entonces es cierto?—exclamó Darién—¿de veras pegaste los informes en el avión?

—Parte si—le sonrió a su tío—tu estrategia financiera de cinco años fue lo que me salvó la vida… y añadiré que creo que es lo único bueno que habría podido hacer.

Darién miró al cielo.

—Querido chico ¡como te he extrañado!

Seiya dirigió su mirada hacia donde me encontraba, pero descubrió a sus padres.

—Mamá… papá… ¿Qué hacen aquí?

Rei le puso una mano en el brazo y le besó la mejilla.

—Nos estábamos empezando a preocupar—comentó como si su hijo hubiera regresado tarde de una fiesta. En comparación, el apretón de manos y el abrazo fuerte de Nicholas pareció exuberante. No pude evitar comparar la situación con el afecto obvio de mi propia familia. Pensé que en realidad nadie le mostraba amor a Seiya, quien aprecia vulnerable en estos momentos.

—Lo olvidé—comentó Darién con sequedad a mi lado—hay algo en lo que Seiya no es bueno.

Lo amaban, pero Seiya no estaba seguro de que así fuera, porque sus padres no eran buenos para decírselo ni el para creerlo. Abrí mucho los ojos al ver a Seiya bajo una nueva luz. No creyó cuando le dije que lo amaba, a pesar de haberlo mirado a los ojos, Seiya se armó de reserva. Demasiado tarde Seiya, demasiado tarde, pensé. Ya empiezo a entenderte.

Sabía que debí de haber confiado en mi propio instinto. Con Seiya me sentía amada y sabía lo que era el amor. Toda mi vida fui querida por mi familia, por Haruka, por Matt. Aun por Darién. Pero Seiya podía estar inseguro al respecto.

Con eso en mente, recordé la noche de la competencia desde el punto de vista de Seiya. Este pensó que yo estaba borracha y eufórica y que necesitaba de alguien con quien desahogar toda mi "pasión contenida", como lo dijo Seiya alguna vez. Yo le dije que lo amaba, pero, para un hombre como el, quizá solo significaba agradecimiento y no amor. "anoche amabas todo el mundo", dijo. "¿Y que fui yo para ti? ¿Un hombre dispuesto con quien ir a la cama cuando al fin descubriste tu libido?". Entonces aclaró que tenía miedo, pero yo pensé que solo estaba de mal humor. Claro que en ese momento no habría podido hacer otra cosa, pues asumí, de forma equivocada, que Seiya tenia la misma seguridad y confianza en sus sentimientos como en todo lo demás. Y no era así.

Todos nos dirigimos al estacionamiento. Yo no podía decirle algo frente a todos y no tuve el valor de apartar a Seiya del grupo, además de que podía estar equivocada. Me despedí con formalidad y me dirigí a mi auto, que estaba estacionado lejos de la moto de Matt y del Rolls de Darién. De pronto me sentí muy cansada y me apoyé sobre el auto al insertar la llave en la cerradura. Oí unas pisadas detrás y me volví para mirar a Seiya, tenso. No dijo nada, solo me tomó de la cintura y me atrajo con fuerza, mientras lo observaba con la boca abierta.

—Me prometí esto mientras intenté aterrizar en un espacio del tamaño de tu jardín, mientras prendí una fogata y subí a los árboles e hice todas las tonterías posibles para que me hallaran—me abrazó con fuerza, como si temiera que me fuera a escapar, e inhaló en mi cabello—mmm, bombón. ¡Tu olor, tu piel! Me prometí que te abrazaría una vez más tan solo si llegaba a salvo. Tu me trajiste de nuevo a casa, bombón—susurró sobre mi boca. Me besó con ansia, con elocuencia, con la sinceridad que lo caracterizaba. Después, me soltó oí sus pisadas alejarse y el portazo del Rolls antes de que este arrancara.

Me apoyé en el auto con una sonrisa y empecé a llorar de alegría. Lo traje a casa. No me dijo que me amaba, pero me lo dijo cada vez que me tocó y un millón de veces cuando no lo hizo. Y me lo dijo de nuevo esta noche. Por fin, conduje hacia mi casa. Seiya tuvo que arreglar unos asuntos legales a la mañana siguiente.

—Son los procedimientos acostumbrados cuando hay un aterrizaje forzado—me explicó Darién por teléfono—al parecer, lograron establecer que hubo una falla en la gasolina, así que solo es una formalidad.

—¿Esta bien?

—El medico dice que no hay nada malo. Esta un poco serio, aun cuando pasó buena noche. Hubo un momento en que estuvo muy raro y luego Rei le hizo una pregunta y empezó a reír. Supongo que fu por la impresión.

—¿Qué fue lo que su madre le dijo?

—Le preguntó por que rayos tu querrías saber si el podía cantar bien.

Empecé a reír. Así que Rei recordó esa conversación ridícula con Nicholas. Rápidamente, cambié de tema.

—¿Cuánto crees que tardará en resolver sus asuntos?

—Creo que estará libre como a la una. No estoy seguro de donde podrás hallarlo después de eso.

—Creo que yo se en donde estará—miré hacia el horizonte.

Pasó un poco de tiempo antes de que pudiera encontrar el hangar correcto. Mientras esperaba, recordé la primera vez que lo esperé en el Rolls. Esa poderosa sensación de bienvenida debió revelarme lo que sabía ahora. Un Cessna empezó a volar en círculos sobre la pista de aterrizaje. Lo miré aterrizar y estacionarse frente al hangar, junto a los otros aviones.

Vi la silueta de Seiya en el otro extremo del hangar y me acerqué. Al final empecé a correr; Seiya me vio y también corrió. Cuando nos encontramos, me envolvió en sus brazos y me levantó del suelo al besarme. Me aferré a él y sentí que un vacío en mi interior se llenaba.

Me bajó y nos miramos jadeantes.

—Parece que mi madre cree que me amas—comentó él.

—Las madres suelen saber esas cosas.

—No creí que la mía supiera.

—Lloró Seiya.

—Anoche volvió a llorar.

—Adiviné que hoy volarías de nuevo, si era posible. Para asegurarte de que el temor no te invadiera—hice una mueca—fue mucho mas inteligente que esperar seis años, como yo.

—De haber esperado seis años, dudo que hubiera reunido el valor para hacerlo, como tú—me acarició el cabello y el rostro con increíble delicadeza— ¿te acuerdas cuando estuviste aquí en el Rolls? Al verte, casi no pude creer cuanto te extrañé. Al principio creí que lo tenía todo bajo control y de pronto sentí que me patinaba.

—Ya se como es eso de patinarse—sonreí—es algo muy desorientador.

Me besó con suavidad, con profundidad, y los mecánicos presentes sonrieron.

—Muy desorientador—repetí mientras nos alejábamos caminando. Seiya tomó una maleta y su chaqueta y salimos del hangar.

—¿Vas por mi rumbo?—los ojos de Seiya brillaban de alegría.

—Si, señor—abrí las puertas de mi auto—te amo ¿no pensaste que te hablé en serio cuando te lo dije esa noche?

—También me dijiste que te encantaban los trenes—recordó.

—Pensaste que estaba borracha.

—Te reías mucho.

—Estaba nerviosa. Quise decirte que te amaba cuando abriste la puerta, pero me miraste como un maestro severo.

—Me pareció que no habrías ido de no ser por la carrera y el champaña. No es lo mejor para hacer sentir bien a un hombre.

—Dos copas de champaña, eso fue todo lo que tomé. Sabia my bien lo que hacia.

—Si, bueno… no me lo pareció. Sabia que un día estallarías como fuegos artificiales, y allí estabas, lista para hacerlo, y pensé que me habías escogido para… para…

—¿Explotar contigo?

Se rió.

—Pensé que tu motivo era que confiabas en mí.

—Te amaba. Esperé a ver si tú me amabas antes de echarme en tus brazos ¿Por qué crees que me retracté tan rápido esa otra noche en tu casa?

—La noche en que todo se pintó de morado—sus ojos brillaron.

—Entonces no te amaba, pero la atracción fue tan fuerte que casi me eché en tus brazos, de todos modos. Recibí una fuerte impresión.

—Yo también, al pensar en que te dejé salir en vez de llevarte a la cama—comentó con sequedad.

—Eso es porque eres un hombre encantador—le sonreí—eso es lo que dice tu ama de llaves ¿Cómo hallaste un ama de llaves que te adora?

—No soy exigente, soy considerado, soy amable…—sonrió al ver mi escepticismo—y pago un excelente sueldo.

Seiya se quitó la chaqueta de vuelo y se puso una chaqueta gris y se ajustó la corbata, mirándome con ligera burla.

Vestido con esa elegancia, se veía maravilloso. Sentí tristeza por los trajes de mala calidad, las corbatas de mal gusto. Entonces no lo supe, pero esa ropa me dio pistas de cómo fue Seiya en su juventud.

—Maldita sea Seiya—gemí—me gustaba que no tuvieras elegancia para vestirte. Disfrutaba el arreglarte la corbata. Sentía que me necesitabas.

—Fue un riesgo para mi—no parecía arrepentido—cuando mis maletas aparecieron, Kelvin te rondaba… así que decidí que tenia mas atractivo como el hombre peor vestido de la ciudad. Tal vez tu te ibas a bailar con él, pero me escogías las camisas.

—Que buen estratego—comenté con acidez.

—Se llama arriesgar el todo por el nada—me explicó y eso me dejó mas tranquilas.

Salimos del aeropuerto y en el camino charlamos y reímos. Seiya me observaba con intensidad.

—¿Y que hay con Kelvin?

—Ah, kelvin—sonreí—es guapo, atractivo, muy divertido y, si, me recuerda a Haruka de ciertas maneras; tenemos mucho en común y podemos hablar durante horas acerca de las carreras…

—Esta bien, esta bien, siento haberlo preguntado.

—Pero no buscaba a alguien como Haruka—susurré con suavidad—no hay nadie como haruka. Y no hay nadi como tú.

Tuve que detener el auto ante un semáforo. Y Seiya me besó la mano. Cuando el semáforo cambió a verde, me soltó y comentó:

—Te amo, serena.

Las palabras eran un tecnicismo, pero eran muy dulces. Pasé un cruce con demasiada rapidez.

—Seiya—exclamé con una sonrisa—después de todo, tienes palabras bonitas.

—Te necesito—confesó y metí mal las velocidades—y te deseo—ante las emociones que me causaban estas palabras, no pude evitar tomar una curva con demasiada brusquedad—por le amor de dios, estaciónate antes de que diga algo de lo caul nos arrepentiremos después.

Seiya empezó a llenar le auto con su melodiosa risa.

—¿Queda algo por decir?—le pregunté.

—Si, estaciónate.

—Si, señor—me estacioné y miré a Seiya el me acarició la mejilla y me observó con solemnidad—puedo arreglármelas solo, peor te necesito. Quizá no para que me ayudes con mi apariencia, pero t necesito. Ayer me hiciste volver a casa. Te necesito para que me hagas regresar todos los días—susurró.

Lo miré intensamente por largo rato, podría pasarme años viéndole los ojos. Años y años.

—Entonces lo haré—susurré.

—¿Te gusta madame Butterfly?—Seiya se aclaró la garganta.

En ese momento, un camionero nos tocó el claxon para que nos moviéramos. Encendí el motor y seguí conduciendo.

—¿madame Butterfly? –repetí—puedo escucharla poco a poco ¿Por qué?

—Los corredores de autos son unos incultos—se aclaró la garganta y empezó a cantar un aria; su canto era exagerado y tenia un tono horrible de barítono. Por fortuna, guardó silencio pronto—¿y bien?

Empecé a reír al recordar que aclaré que quería a un hombre sobresaliente, con gemelos en la familia y que pudiera cantarle a los niños.

—Bueno… no tengo oído musical pero a mi me parece bien—dije.

—Bien—de reojo pude ver como se aferraba al picaporte de la puerta, por la velocidad a la que iba conduciendo—entonces, ¿te casaras conmigo bombón?

—Si—el auto casi se patinó.

—¡Estas mujeres!—protestó Seiya.

Conduje por calles mas tranquilas y llegamos junto al rio.

—¿A dónde vamos?—preguntó él.

—A algún lugar apacible.

—Bien.

—Un lugar donde puedas ser tu mismo.

—En ese caso…—se quitó la corbata y la metió en el bolsillo de la chaqueta.

—Un lugar en donde podrás hacer algo que has querido hacer durante siglos…—Seiya sonrió con malicia y se desabrochó el botón de la camisa. El auto se estacionó junto al río. Había patos en la ribera. Se podía ver las hojas cayendo de los árboles. Y el carrusel crujía un poco por la brisa—durante casi veinte años, de hecho.

Seiya rió con suavidad. Me tomó de la mano y paseamos por el parque; a ratos nos deteníamos para mirarnos y besarnos con intensidad, y, eventualmente, llegamos al carrusel.

fin