Cáp. 2: "La última Victima".

I would die for you
I would kill for you
I will steal for you
I'd do time for you
I would wait for you
I'd make room for you
I'd sail ships for you
To be close to you
To be a part of you
'Cause I believe in you
I believe in you
I would die for you

"#1 Crush" by Garbage

Entré a la escuela esa mañana sonriendo y experimentando un estado de euforia sin precedentes. Estoy fresca como una rosa pese a cierta molestia al caminar.

Ese idiota. ¿No podría haberme tratado mejor?

¡Bah! No es para tanto… valió la pena. Además, tengo un recuerdo suyo que aun huele a él. Me hace recordar la noche pasada, lastimosamente, nunca volveré a verlo.

-¡Natsu!-, Kaori corre hacía mí desde la entrada, saludándome con una mueca pretenciosa -¿A qué no sabes lo que está pasando en la oficina del director?- la emoción en sus pupilas prometía diversión brutal para mi entretenimiento.

-Sorpréndeme…- fuimos a dejar mis cosas al casillero y, bueno, no era difícil ignorar la escena: todos los alumnos que pasaban por el pasillo estaban pendientes de los gritos que salían del aula que resguardaba al mediocre que teníamos por director. Por fin, una airosa mujer casi botó la puerta al salir y dirigió una última mirada a las personas que permanecían dentro.

-¡Eres una vergüenza! ¡No eres más mi hija!- inmediatamente, Akemi salió tras su madre, bañada en lagrimas.

¡Oh! Mi jugarreta ya dio resultados.

-¡Mamá! ¡Te juro que fue a la fuerza! ¡No recuerdo nada de lo que pasó!- era inútil, la señora había salido del edificio dejando una estela de murmullos. No hubo chico o chica que no dirigiera una vista despectiva en dirección a la desesperada víctima. Akemi se dejó caer al suelo dramáticamente. Creí que se suicidaría.

Reí interiormente y me dirigí hacía ella; la tomé por los hombros y fingí la mejor cara de consternación solidaria.

-Matsumoto san. ¿Qué pasó?- ¡Pero qué hipócrita soy!

-¡Oh, es terrible! ¡Me han difamado por internet con unas fotos!- rompió a llorar entre mis brazos mientras la consolaba. Kaori usaba su mano para disimular la risa con un gesto que para cualquiera se interpretaría como preocupación; aunque sólo lo hacía por mi actitud: de todo el grupo, ni ella ni Tsugumi sabían que fui yo quien tomó esas fotos… sólo Yumika. –Además, me han estado interrogando porque en esa misma fiesta, mataron a un muchacho. ¡Pero, yo no sé nada! La policía vendrá a hacer indagaciones en la escuela-. Disimulé y mantuve mi papel hasta calmarla.

Estoy en un grave lio.

Este día no concebí la calma ni un segundo; cada ruido me exaltaba, creyendo ver entrar por la puerta del salón de clases a los policías listos para llevarme a la cárcel, humillándome frente a todos y revelando mi retorcida personalidad al mundo.

No podía permitirlo.

Debía hacer algo, pero ¿Qué? Cualquier experto detective informático encontraría la fuente de las fotografías… no sé como son esas cosas pero lo he visto por televisión. Esto es un caso grave y no dudaran en usar todas sus artimañas para encontrar al culpable.

No es que yo haya violado a esa tonta, pero fui testigo y no hice nada… esas fotos, son evidencia. ¿Y quién las tomó? Obviamente debía ser alguien en la fiesta y, aunque ninguno de los pobres diablos me recuerda en ella, no puedo confiarme.

Además estaba BJ… ¿Y si lograban dar con él? Mi juguete no puede ir a la silla eléctrica. Necesito tranquilizarme. Creo que hoy caminaré a casa, así podré despejar la mente y buscar una salida.

Tantos problemas por ser una idiota. Si James lo supiera… no acabaría de burlarse.

Cuando pasaba por un callejón solitario, una mano salió y tapó mi boca fuertemente. Planeaba morderlo pero aquel sabía lo que hacía pues no pude hacer nada. Sin dificultad, me cargó en sus brazos y me introdujo en el interior de un viejo auto polarizado, lanzándome sin precauciones en el asiento trasero y colocándome una venda en los ojos.

¿Quién diablos era?, ¿Qué haría conmigo?

-Hola de nuevo, Natsu…- esa voz…

¡B!

**************************BJ****************************

No me costó encontrarla. En dos horas, tenía toda su hoja de vida en mis manos: la dirección de su escuela, casa y hasta donde laboraban sus padres. Quién diría que una chica tan normal pudiera estar tan podrida por dentro.

Quise darle un pequeño susto al verla caminar por las calles. Una mujer así no debería aventurarse a pasear sola, no después de haberme abandonado en el hotel. Era una venganza; aunque, verla atada, con los ojos vendados y la corta falda escolar recogida sobre sus muslos, hizo que me relamiera los labios.

Viajo lejos, hasta llegar a un bosque o por lo menos un predio tupido de vegetación y apago el motor. Paso al asiento trasero y retiro el velo que me impide ver los iracundos ojos de mi "camarada".

-¿Por qué tuviste que hacer tanto teatro para traerme hasta aquí?- reclamó, auténticamente cabreada –Es una lástima que te tomaras tantas molestias pero hoy no estoy de humor- arqueé una ceja, sorprendido por su falta de interés. ¿Tan rápido pasé a la historia? No. Más que desinterés, diría que está ocultándome algo.

¿Cuál es tu secreto? Tengo mucha curiosidad.

-¿Y se puede saber el porqué de tu neurosis? Quien sabe… tal vez yo tenga la solución a tu problema- en realidad, mi plan para esa tarde era torturarla un poco y luego matarla pero, ¿Cuál es la prisa? Vi como su expresión cambió completamente, como quien ha sido descubierto con las manos en la masa. Estaba hablando en el aire. ¿Podría ser está chica tan inocente como para caer en mi juego de palabras?

No. Imposible.

-Claro… tú debes saber… te mueves en ese medio- oh… bueno, quizá si lo sea. Durante diez minutos me relató su encrucijada y no supe si reírme o abofetearla por un descuido de principiante. Dime, ¿Eres capaz de planear un asesinato y actuar tan madura pero cometiendo errores que por lógica se evitan? Suspiré exasperado. Para algunas cosas, eres maquiavélica… pero para otras…

-Así que… ¿Cuál es tu recomendación?- me dedicó una mirada de cachorro. Era como si platicáramos sobre de Física Nuclear y yo, como maestro, ayudaría a mi alumna a resolver un ejercicio matemático complicado.

¡Maldición! De alguna manera, me parece adorable.

Respiré hondo, cerrando los ojos, pensativo. No era algo para quebrarse la cabeza; si usaba mis contactos, la sacaría de apuros. Torcí los labios en una mueca. Por supuesto, no lo haría gratis.

-Si el problema es el teléfono, hay que deshacerse de él, ¿No?-, ella me miró y entendí que le parecía una idiotez. –Puede que esté a nombre de tu padre o tu madre pero eso, tratándolo con la gente adecuada, no es inconveniente-. Vi cierto alivio en su rostro y supe que la tenía en mis manos. –Y como sabes, eso cuesta dinero- decepcionada, murmuró algo que sonó a "No tengo mucha plata". Ya lo sé… pero no es eso lo que busco –Puedo "prestarte" pero tú… tienes que darme un… "abono"- Natsu sabía a qué me refería; me miró asombrada y posiblemente, creyéndome un cretino. Favores por sexo… he caído bajo.

-Está bien-. La liberé de las ataduras, y le indiqué con un movimiento de cabeza, donde la necesitaba, –Saliendo de la nada con una respuesta para todo… eres como el héroe de un manga-. Sus manos pequeñas y suaves acariciaron mi torso, por sobre la tela de mi camisa y bajaron hasta mi cinturón que desabrochó maestralmente –Mi "príncipe azul"-. Bufé ante el apelativo por lo cursi pero el tono lleno de lujuria le daba ironía a la comparación, al igual que sus acciones: hincada en el suelo del auto, separó mis rodillas para darse espacio y estar más cómoda.

Tú eres lo más lejano que he conocido al estereotipo de "damisela en peligro", Nat-chan.

Dejo caer la cabeza hacia atrás por el sorpresivo mordisco en mi entrepierna: Natsu pellizcaba con los dientes la línea del cierre de mis pantalones, subiendo y bajando muy despacio, aumentando el volumen del bulto palpitante apresado y deseoso de ser liberado.

-¿Todos los hombres son tan fáciles de estimular? ¿O eres una excepción?-; odio sus retos y altanería. Maldita mocosa, voy a cerrarte la boca.

-Si te molesta…- de un empujón, la quite de en medio –Mejor espero a que trabajes y pagues en efectivo…- .

-No…- su respuesta me desconcertó pues no tenía emoción alguna en el rostro -… Quédate quieto…- ¿Pensaba tratarme como a un perro? ¿¡A "B.J"! ¿¡A mí! ¡Atrevida! ¿¡Crees que voy a obedecerte! -… Se un buen chico…- mi orgullo masculino patalea por demostrar supremacía pero otra parte de mí, hace caso de sus órdenes. Quiero negarme, pero de mi boca no sale nada. Esta mujer me incomoda un poco; lo fácil que es para ella dominarme con una palabra y todo, por obtener la recompensa de su boca. Con manos seguras, se deshace de las barreras de ropa, dejándome expuesto, expectante y hambriento –Ayer no pude verlo bien… es bastante impresionante tu… "instrumento"-. Parecía fascinada con la visión de mi sexo frente a frente; como una niña que descubre un objeto fuera de lo común, lo toma entre sus manos, acariciándolo y casi me quedo sin aire. Esa morbosa combinación de infantil ingenuidad y seducción saca a flote mi "lolicom" interior. Por eso, verla partir sus labios en dos, dando cabida a la húmeda punta del glande con tanta timidez no hace más que darme ganas de empujar dentro y ahogarla con él.

–Si empujas… te mato…-, solté una risilla burlona.

-Entonces deja de jugar…- comenzó como un reclamo, pero terminé usando un tono casi suplicante. Sólo una noche… sólo pasé una noche con Natsu y mi cuerpo ha dejado de pertenecerme.

Pero…

¿Cómo puedo negarme? ¿Cómo decir "no" cuando en realidad quiero gritar "sí"?

Mis manos sujetan el respaldo del asiento, apretando con fuerza en reflejo por sus directas administraciones: puedo sentir el calor de su boca envolverme totalmente; húmeda y abrasante, de textura aterciopelada que me trae recuerdos agradables; sacándome de quicio con esa dolorosa paciencia, baja y sube, succionando torpemente. Pienso que es intencional porque, al fijar mis ojos en los suyos, veo diversión a costa de mi sufrimiento.

¡Mierda! ¡Es suficiente!

Sin delicadeza, tiró de su antebrazo hasta tenerla sobre mi regazo, frotando el producto de sus crueles atenciones contra la parte que se encargaría de pagar por ello. Con una voz que desconozco de mi, susurró en su oído porque sé que le gusta y la enciende al límite.

-Móntame…- exijo, pero Natsu tiene otros planes.

-No estoy suficientemente lubricada…- con mi mano derecha, constato la mentira pues apenas he rozado las yemas de los dedos y ya están llenos de fluidos que resuman de sus pantaletas , restregando entre mis dedos anular, índice y pulgar la evidencia.

-¿Y se puede saber qué es esto?- llevo mi mano ante sus ojos dorados que destellan como luces de bengala.

No me había fijado en lo bonitos que son.

-No sé… ¿Por qué no lo averiguas?- ansioso, desgarro la ropa interior y desabotono con fiereza la chaqueta de su uniforme, siguiéndole la camisa blanca que me devela un sostén color negro de encaje. Admiro embelesado unos segundos pero necesito con urgencia que mi boca se deleite con el sabor de su piel.

Con voracidad, tomó sus labios, queriendo arrancarlos de su boca; ahogo su garganta con mi lengua, mis manos aprietan sus jóvenes pechos. Toda ella responde a mi pasión irrefrenable, ofreciéndome su cuerpo con toda libertad, y compruebo, nuevamente, cuanto me desea al acariciar mi pene con su impaciente entrada.

Igual que nuestra primera vez, no la penetro de inmediato: espero a que me mire con molestia por la intromisión fugaz en su húmeda cavidad. Pero incluso yo llegó a un momento en que "tirar y aflojar" me frustra. De la bolsa de mi chaqueta, sacó un condón; con los dientes, rasgué el paquete y con las prisas de un adolescente calenturiento, lo puse en su lugar.

-Quiero hacerlo sin esa cosa…-, exigió ella con un puchero. ¡Mierda! ¡Qué expresión tan jodidamente sexy! Sería capaz de decirle que si a todo lo que me pida. Mi pequeña serpiente manipuladora.

-No es posible y lo sabes…-, no esperaré a que me contestes: cerraré tus quejas y callaré mis dudas tapando mis oídos con tus gemidos; el grito de sorpresa cuando obligo a tus caderas a bajar y empalarse, llevó una corriente de electricidad desde mi entrepierna hasta la punta de los pies. Creo que dejé salir un rugido de satisfacción. Estar dentro de ti es lo mejor del mundo. –Vamos… cabalga…-, ordené con una sonrisa. No me gusta estar abajo, pero con ella, esta posición, es el doble de estimulante. E igual que una amazona, poderosa e intrépida, monta sobre mis muslos, y puedo sentir el olor fuerte de nuestros sexos unidos; mi auto está impregnado del aroma y reproduce el eco del escándalo que hacemos. Natsu delira con energía, sin preocuparse si la escuchan o si tal acción demostraba que hasta las más déspotas no pueden resistirse al éxtasis.

Oh… está apretándome sin piedad… está cerca… ¡Dioses! ¡Qué expresión más obscena! Vamos… dámelo, Natsu: enséñame esa cara que no pude ver la noche pasada, quiero ver cuando te sacude el orgasmo y jadeas sin pudor, como un animal… porque yo me siento igual. No controlo mi cuerpo ni mi mente; mi instinto me guía y él me dice que debo empujar con más brío; que debo sujetarte y no dejarte ir hasta que hayamos culminado y… ¡Ah!... ya no sé que más… sólo hay luces de colores frente a mis ojos y una sacudida violenta en mis entrañas.

-Definitivamente quiero hacerlo sin condón la próxima vez-, me permití reír flojamente por el cansancio. A ésta mujer le gusta mandar demasiado.

-Eres muy joven para coger sin protección: crece un poco y desarrolla ese desabrido cuerpo que tienes y tal vez decida complacerte-. Ella me mira con ganas de matarme y entiendo la razón; cierto que su cuerpo aún carece de madurez, pero mentiría a mí mismo si digo que eso no me excita como perro.

Pasamos un rato en silencio, tiempo que dedico a mirar al techo y acariciar las curvas que descansan sobre mí. Es la primera vez desde que llegué a Japón que he sentido ganas de divagar en la nada.

-James… ¿Puedo vivir contigo?-. Solté una carcajada sarcástica: ¡Natsu y sus bromas de secundaria! No tengo ganas de discutir así que voy a seguirle el juego.

-Desde luego: cuando logres matar con tu propia mano a alguien que ha cometido traición contra ti, entonces podrás vivir conmigo-, le dedico una mirada de superioridad sabiendo que, aunque ella fuera buena como la mente maestra detrás del arma, se requería otro tipo de capacidad para apretar el gatillo. Nunca será capaz de hacerlo, por eso puedo estar confiado. –Y te prometo que ese día, olvidaré mi regla dorada-.

-¿Promesa de asesino?-.

-Promesa de asesino serial profesional-.

¡Cómo si tal cosa fuera a pasar!

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Hace dos semanas, James me dejó cerca de mi casa después de que le pidiera "salvación". Por un instante me sentí como una tonta, lloriqueando como una niña traviesa, pero tuvo su lado positivo: el "pago sexual" fue magistral.

-"Maldito idiota…"-, recuerdo la condición que me impusiera BJ para poder vivir con él y quise patearle los huevos ahí mismo: ¿¡Traición! ¿¡Y quién haría tal cosa! ¡Nadie me traicionaría! ¡Mi banda me respeta demasiado, jamás irían contra mía!

-Natsu…-, Kaori viene hacía mí, sonriendo como condenada y sé la razón: perdí la apuesta. Bien, sólo yo sé que soy la ganadora pero… no quiero compartir a mi asesino con nadie: él es mío.

-Estoy lista…- y, sin sentirme cohibida ni avergonzada, me puse el disfraz de pollo que sería el pago por mi gran boca pretenciosa. Kaori se partía de risa mientras caminaba a mi lado pero, a pesar de ello, me evitó muchos apuros manteniendo en secreto mi identidad; mis demás compañeros pensaban que era un empleado contratado para el entretenimiento del festival. Sólo mi amiga disfrutaba de la humillación.

"-Esta apuesta fue entre tú y yo. Por lo tanto, nadie más tiene derecho a regodearse de ello-." Fueron las palabras de Kaori y sentí por ella, algo parecido al cariño… si es que tal cosa existe.

¿Cómo podría pensar en matarla?

Durante la tarde que duró el festival, fui de un lado a otro, regalando globos y dulces a todos y haciendo estupideces como un payaso. Bueno, por lo menos ya había terminado.

Suspiré aliviada dentro del traje pero cuando disponía deshacerme de él, observe una sombra al fondo del pasillo. En realidad eran tres y dos de ellas, las conocía bien.

Con el sigilo que B habría utilizado, y gracias a los afelpados pies del disfraz, ningún ruido alertó a quienes querían encubrirse en la oscuridad de la sala de química.

Dentro, oí las voces de Yumika, Tsugumi y Akemi.

-¿Estás segura de que Natsu no vino a la escuela?-, preguntó nerviosa, Tsugumi. Perra cobarde, siempre odié su falta de agallas. La acepté en el grupo únicamente porque Kaori la conocía y recomendó su habilidad para bravuconear.

-Kaori me aseguró que ella está enferma-. Respondió Yumika, tranquilizando a las otras. -Discutamos el plan. Natsu confía más en mí que en Kaori, así que cuando le pida que me muestre su móvil para chequear las fotos, no voy a devolverlo: lo llevaré a la policía-. Akemi emitió un chillido de angustia al que Yumika sonrió benevolente y compadecida.-De esa manera, acabaremos de una vez por todas con el reinado de terror de esa psicópata-. La que consideraba como una verdadera camarada, animó la decisión con un abrazo de grupo.-Juntas lo conseguiremos… será un éxito-.

Quise lanzar una carcajada, pero me contuve pues debía planear mi siguiente estrategia con cuidado y astucia.

¡Oh! Pero antes… una visita a la clínica de planificación familiar más cercana…

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Hace 3 meses que un trío de chicas planificó un golpe contra la más cruel tirana de instituto. Y por fin, una de ellas consiguió el móvil que daría a las autoridades la evidencia necesaria para amonestar al monstruo disfrazado de humano. Ese era el concepto que las tres chicas manejaban acerca de Natsu y Kaori, que era su lugarteniente.

Yumika y Tsugumi recibieron por la tarde un mensaje de Akemi, pidiéndoles que llegaran a un lugar privado para reunirse y luego dirigirse a la comisaría. Las dos amigas no cabían de emoción pues, la razón de la tardanza de Akemi para no dar parte a la policía y poner demanda era el temor y la vergüenza, pero por fin, la chica decidió ser valiente y afrontar la situación.

Ya en el lugar de encuentro y con el móvil infernal a buen recaudo en la bolsa de mano de Tsugumi, esperaron por Akemi quien, tímida y nerviosa, se acercó a ellas corriendo por la acera, cubierta con un gorro de lana y una bufanda; su rostro apenas era visible pero sabían que era ella. La joven les hizo una señal con la cabeza para indicarles que la siguieran, cosa que hicieron sin emitir protestas… hasta que llegaron al callejón oscuro lleno de bodegas.

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Desde que era niño, nunca creí en Dios.

¿Era ese ser el que permitía que mi padre me golpeara hasta el cansancio cuando se emborrachaba?

¿Acaso Dios consideraba un plan divino el que mi madre abortara de formas peligrosas los hijos indeseables?

¿Sería yo algún mensajero celestial cuando descuarticé a mi primer victima?

No… Dios no existe en mi mundo… Dios dejó de ser parte en mis oraciones cuando supe la verdad: que ni mis padres ni el mundo ni las deidades deseaban que existiera. Así de simple era mi realidad y por unos años, me conmocionó hasta el punto en que quise morir y darle gusto a la humanidad.

Y entonces, perdí mi inocencia cuando halé el gatillo, volándole los sesos a mi padre que planeaba delatarme a la policía por crímenes que cometía en su nombre. Con trece años y tener que mantener un padre borracho no era sencillo (Mi madre murió cuando yo tenía seis años, sucumbiendo ante uno de sus abortos auto infligidos) y, mientras robaba una tienda, por fuerza, maté al vendedor. A mi padre no le importó pero, al descubrir que mi cabeza tenía precio, quiso venderme.

La traición se paga con la sangre y la de él no se quedó atrás.

La sensación de plenitud que experimenté… era desconocida para mí. Supe entonces que el mundo podía irse a la mierda: viviría; sería fuerte y tenaz como una bacteria, infectaría la sociedad como un virus y le haría saber a todos de lo que era capaz, de mi gran poder y habilidad. Y así fue como entrené duro: me enlisté en la "Marina" y aprendí de ellos; viaje por el mundo en todo tipo de guerras y desarrollé un metódico sadismo sin remordimientos. Usé a esos individuos como rameras de una noche y me quedé con lo mejor de todo: el conocimiento del grotesco acto de la muerte.

Y lo disfruto, ¡Oh, vaya que sí lo hago! Tomar mi revolver es la gloria; disparar, el paraíso y la muerte, el nirvana. Sólo eso llena todos los aspectos de mi existencia. Creí que mi vida era perfecta… hasta que la conocí…

Ahora recuerdo porque tengo ésta empalagosa retroalimentación de mi pasado: Natsu me pidió que llegara a una bodega a las afueras de una zona industrial (Le di mi número de "negocios", para concretar fechas de "pago" por impedir su humillación pública). Dijo que tenía preparado un espectáculo impresionante.

Muero de curiosidad.

Inquieto, esperé en el lugar señalado hasta que ruidos se escucharon desde la puerta.

-¡Akemi! ¿¡Qué te pasa! ¡Deja de empujarnos! Éste lugar es horrible…-, se quejó una chica de largo cabello castaño y ondulado. Parecía muy asustada. Su compañera, una chica de pelo negro y hasta el hombro con dos coletas, miraba con nerviosismo a todos lados, sabiéndose encerrada en un lugar tan poco confiable.

-Akemi dijo lo mismo…-, reconocí la voz de Natsu bajo el disfraz y su tono de voz, hizo que tragara duro y los vellos de mi nuca se pusieran en punta. Allí iba a correr la sangre…

-¿¡Qué demonios…!-, alcanzó a decir la de coletas antes de dejar escapar un grito de horror al ver como el disfraz caía y revelaba la verdadera identidad. Natsu sonreía como el mal personificado. De un bote cercano, con un gesto de asco, sacó un bulto y tiró a los pies de las otras una cabeza cercenada desparejamente con un cuchillo aserrado.

Debió ser una muerte brutal…

-¿¡Qué hiciste!-, preguntó horrorizada la chica de cabello largo y ondulado. Una poza de su propia orina le cubría los pies mientras temblaba.

-Brutas como ustedes no deberían pensar en planes de traición. Pero no importa porque aquí, es donde quedarán descansando para siempre-, con la gracia de una ojousama, sacó de entre sus ropas, un revolver "Rhino"; un arma de origen italiano, modelo reciente. ¿De dónde sacó semejante belleza? Con ella, atinó un disparo certero entre ceja y ceja de la chica de cabello largo. El cuerpo sin vida cayó y el eco reverberó entre las cuatro paredes metálicas de aquel enorme edificio.

-¡Tsugumi!-, gritó la sobreviviente. Pareció darse cuenta que lamentarse por su amiga no tenía sentido y decidió pegar carrera hacía la puerta, despavorida. -¡AUXILIO! ¡AYUDENME!-, era inútil: Natsu disparó a la pantorrilla derecha y aquella pegó de bruces contra el suelo polvoriento. -¡No…! ¡No! ¡No lo hagas!-.

Natsu caminaba cual gato sobre su presa: sin prisas y relajada. Cuando alcanzó el cuerpo imposibilitado, se agachó sobre él para darle la vuelta. A ese punto, la chica parecía débil por la pérdida de sangre.

-¡Ah, mi querida Yumika!-, suspiró la psicópata con falso pesar, -Y pensar que habrías podido convertirte en mi amante… nos divertimos mucho durante estas últimas semanas, ¿Nee?-. Maldita mujer depravada…, -Hubieras tenido un lugar más privilegiado que Kaori; te consideraba mi igual…-. Natsu tomó la cabeza de "Yumika" y la acarició despectivamente. –Pero maquinaste mi caída, ibas a entregarme a la policía y todo por Akemi. Porque ella te gustaba, ¿Verdad?-, con la maestría de un experto torturador militar, la chica de cabello corto usaba los sentimientos de la otra para enloquecerla. De pronto, la voz de Natsu dejó la candidez actuada y se volvió sombría. –Pero ella nunca correspondería tus deseos, iba a utilizarte justo como tú lo hiciste conmigo: incitándome a molestar a Chiotose por tus celos absurdos. Eres una zorra, amiga mía, pero jamás vas a superarme. Akemi únicamente quería limpiar su nombre… eso fue lo que dijo antes de morir, desde luego. ¡Qué lástima por ti, Yumi chan! -, una fuerte carcajada hizo tronar el techo.

Esa mujer estaba loca de atar… y era sexy mirarla perder la cordura.

-¡MIENTES!-, exclamó sufrida, la víctima.

-Ella nunca iba a aceptarte. ¿Realmente creíste en su palabra? ¿Qué una vez me entregaran, sería tu pareja?: ibas a delatarme por una fantasía estúpida y ahora, pagarás, Yumika. Te haré desear no haber nacido- y, con una mirada severa, Natsu dio inicio con una larga sesión de dolor y gritos. No hubo misericordia y para cuando terminó con ella, Yumika tenía las cuencas de los ojos vacías; carecía de lengua y sangraba a chorros. Estaba prácticamente medio muerta, balbuceando sonidos que obviamente eran suplicas por el tiro de gracia. -¡Ah, no! ¿Piensas que voy a dispararte igual que a Tsugumi? No, no. Mereces sufrir más y por ello…-, alejándose del amasijo de carne y sangre, Natsu hurgó por ahí y tomó un bidón de gasolina. –Quiero ver que "ardas"…-.

Con ello comenzaron más lamentos y alaridos desgarradores.

Mientras veía como el cuerpo se retorcía, entre el resplandor de las llamas, admiré la oscura maravilla de la expresión jubilosa de mi amante. Había una extraña similitud entre los dos y supe que no podría matarla. Ella volvía la demencia y la barbarie en un arte conmovedor y sublime. ¿Cómo podría privar al mundo de una artista talentosa?

De pronto, todas mis creencias se esfumaron… Sí, no creo en Dios y como no creo en él, tampoco creo en el Infierno. Pero justo en este momento, estoy viendo un demonio parado justo frente a mis ojos. Y quiero que sea sólo para mí… nadie más debe presenciar tal esplendida creatura.

-Vámonos…-. Salí de entre las sombras, como un espectro.

Voy a llevármela…

*************************NTS*******************

Internet es una maravilla, ¿Sabían?

Desde la "RED", puedes encontrar las cosas más extraordinarias: fue ahí donde, por medio de una tienda virtual, adquirí el revólver, usando la tarjeta de crédito de mi madre.

Eliminar a Akemi no costó nada y sólo la torturé para comprobar mis suposiciones sobre Yumika. ¡Estúpida! Si te hubieras conformado con ser mi mascota, habría sido diferente.

Oh, en fin… ambas, Yumika y Akemi, junto a Tsugumi, quedarían hechas cenizas en la bodega, junto a un poco de mi ADN. Así, fingiríamos un homicidio en masa. Lo planifiqué durante semanas: me aseguré de que Akemi actuara como una demente violenta, acercándome a ella y susurrando lo caliente que se veía siendo violada por un corro de imbéciles. Era suficiente para catapultar gritos de histeria y evocar el perfil de un enfermo paranoico.

Con Yumika, llevé a otro nivel mis juegos y la hice creer que no dudaba de ella, insinuándome sexualmente sin decoro alguno. Le di mi móvil diciéndole que estaba arruinado y, ya que ella tenía un primo que arregla trastos tecnológicos, le pedí de favor que lo llevara al taller. La verdad es que no era el mismo móvil: compré otro igual y puse montones de codificaciones en los archivos para que les fuera imposible abrirlo (¡Otro truco que aprendí en la RED!). Supuse que esas inútiles preferirían ir a la policía y que ellos hicieran el trabajo.

Matar es fácil… y divertido. Ahora entiendo porque a BJ le gusta tanto hacerlo.

-¿A dónde me llevas?-. Pregunto con anhelo. Él sabe que debe cumplir su promesa y planeo hostigarlo hasta que lo haga.

-A mi "guarida"-, respondió el asesino extranjero y mi vientre vibró de emoción.

James no es lo que una esperaría de un amante, por lo menos no para una chica de mi edad: si no me equivoco, es como veinte años mayor; no es amable, es un misántropo y es duro en la cama.

Pero, ¡Oh, Dios! ¡Cómo me gusta todo eso de él!

Especialmente hoy, cuando todo mi cuerpo tiene el olor de la sangre impregnado, BJ se volvió loco sobre mí: nada más entrar en su "cueva" (Es un sótano refundido en un barrio de lo más bajo), sus manos avaras estrujaron mis partes más blandas y me despojaron de la ropa; sentí su nariz meterse en mi cabello y bajar por mi cuello, sus labios trazando un camino de chupones y saliva caliente que cuando se enfriaba, creaba cosquilleos en la punta de mis pezones.

Todo lo que éste hombre hace, me moja…

Ésta vez, no hay preámbulos ni muchas caricias: de un empujón me bota en la cama (O más bien un "catre" que truena como si fuera a desmoronarse en cualquier momento) y nuestro acto inicia con fuerza. Sudamos… gemimos, nos pusimos húmedos; nuestros besos eran cortos y fugases, desesperados. De pronto, él se convirtió en una bestia y la velocidad con que dirigía sus caderas me cortaba el aliento; grité de placer cuando tocó un punto sensible y abrí más las piernas, suplicando mudamente por más.

Maldito hombre… mira en que me has convertido…

James empujó mis piernas hasta que las rodillas rozaron el colchón, estocándome nuevamente. Mi voz se quebró… ¡Qué profundo! Es como si quisiera enterrarse en mi estomago. La presión que ejerce en mi interior es abrumadora pero, condenadamente exquisita. Y sus ojos, ¡Cómo adoro sus ojos! Me miran con determinación y ese destello en el iris que aclara aún más el gris, indicador de que está próximo a descargar…

-¿Sabes … lo que significa?-, murmuró con la voz rasposa y forzada, clavándome sus orbes malignas en la cara, sonriendo predador.-Ya no podrás dejarme… eres mía, Natsu… ¿Entiendes? No… vas… a … dejarme… nunca…-. Con cada palabra, embiste con furia y posesividad.

Oh, tonto… ¿No te has dado cuenta que no quiero estar con nadie más que contigo? Desde que te vi, sólo tuve ojos para ti. ¿Cómo podría dejarte ahora que te tengo? No… tú eres mío, B. Juro que si alguien más te toca como yo lo hago, acabaré con esa inmundicia sin dudar y contigo, por traicionarme. Porque lo sabes, ¿Nee? Sería capaz de matar por ti; masacraría al mundo entero por ti. Quiero ser como tú: enséñame el camino de lo abyecto y nauseabundo; quiero conocerme a mi misma en medio de un baño de sangre y tortura.

Quiero estar contigo…

Con esos pensamientos, llego a la cúspide, sin dejar de llamar tu nombre pero no me permites exprimirte: sales y vuelves a hundirte una y otra vez, y yo no puedo hacer nada más que gimotear y retorcerme. Qué cruel, asaltarme cuando estoy hipersensible.

…Ah… ¡Kami! Estás tan pegado a mí que puedo sentir el riguroso latigazo de tus testículos.

¡Dioses!

¡Ah!

-Buena chica… es hora… de tu recompensa… tómala…-, El viejo camastro se queja, ruidoso, por la brutalidad de éste hombre; su traqueteo constante hace competencia con nuestros resoplidos y quejidos. Entonces, me preparo… y jadeo complacida al sentir como la cálida esperma me llena; me fundo por dentro y, cuando él sale, el líquido cae sobre mis muslos y desliza entre mis glúteos. –Recuerda… ya no puedes alejarte de mí…-. Luego me besas y nada más interesa.

Lo último que vi antes de desplomarme de cansancio fue la titilante luz del encendedor y el aroma de tu cigarro quemándose.

***************************BJ***********************

-¿Para cuándo es el trabajo, "Kuro"?-.

-Ya te lo dije, "Ikke": Pasado mañana. Han pagado la mitad por adelantado y es una cantidad grande. Claro, es un personaje importante-, respondo despreocupado. Es un "encargo" fácil y lo mejor: ganancias exorbitantes. ¿Qué más puedo pedir?

-¡Excelente! Con ese dinero, podremos irnos de vacaciones…-, Shiori, otra de mis cómplices, no disimula su entusiasmo con la idea. No puedo culparla: a mí también me apetece tomarme un descanso, más aún, con el buen aliciente que me mira fijamente a mi derecha.

-¿Qué te parece, "Setsu"? ¿Te apetece una visita a Europa?-, esperaba que se mostrara tan animosa como Shiori, ya que son las únicas chicas del grupo pero Natsu, simplemente cerró los ojos y suspiró con pesar.

-Es una trampa…-, soltó de pronto. Un nudo me apretó el esófago. ¿Una trampa? ¿De dónde sacó esa idea?

-Vaya… miren: La novata se cree más perspicaz que nosotros-, hubo una carcajada general. Mi primera reacción fue la de golpearlos por burlarse pero otra parte de mi (La dignidad como jefe, seguro) me dictó que defender a mi amante no era sensato. –Oye, linda, déjanos a nosotros la seguridad. Creo que nuestra experiencia de años nos respalda-. Éste sentimiento… es extraño; el deseo de volarle los sesos a mis propios camaradas por ofender a Natsu me desconcierta. Me siento… como un inútil y no me gusta, –El que seas la "chica" del jefe no significa que tengas derecho a dar tu opinión-. Natsu sonrió fríamente, y esa era mala señal. Tomado por sorpresa por la velocidad con que esa chica es capaz de manejar un revolver, vi como el alto hombre moreno caía al suelo, mientras se tomaba la pierna. -¡MALDITA PERRA! ¿¡ESTÁS DEMENTE!-.

-Sí, lo estoy-, contestó aquella sin disimular lo mucho que le gustaba ver a otro ser humano sufrir.

-¿¡Qué carajos te pasa, Setsu!-, salió Shiori, defendiendo a su novio adolorido.

-Ajústale la cadena a tu perro. La próxima vez, no dudaré en volarle el escaso cerebro que tiene.-. Tuve que luchar contra la sonrisa que prometía adornar mis labios. Aunque no quiera admitirlo, esa mujer era genial y, la agresiva y peligrosa expresión de su rostro, me hace desear domarla.

-Kuro…-, Ikke llama mi atención. El reproche en la firme expresión de su rostro era muestra de lo poco que toleraba la situación. –Me siento intranquilo con las palabras de Setsu… ¿Crees que sea en verdad una trampa?-.

No pude responderle… me siento igual que él.

….

-No vuelvas hacer algo tan irracional…-. Eran las tres de la mañana y ambos, Natsu y yo no podíamos dormir. Oh, decepción, ni siquiera era una desvelada ardiente; estamos fríos y, aunque descansemos bajo las mismas sábanas, la distancia que nos separa es abismal. Y todo fue porque la amonesté frente a mis compañeros. –Si no quieres ser humillada, no reacciones con lo primero que te venga a la mente-. Odio esto: el silencio pesado… no tolero ser ignorado… -¡Joder! ¡Deja de comportarte como una princesa mimada y responde!-.

-No confías en mí-. Soltó de pronto y mi mente quedó en blanco por un segundo. ¿No confiar en ella? ¿No confiar en ella cuando la he dejado estar presente en todas las reuniones de mis colaboradores? ¿Qué tienes en la cabeza, Natsu? –No confías en mi juicio. Así que, no tiene sentido que conteste tus preguntas-. Sin más, tomó una almohada y salió de mi habitación.

Desde ese día… no volví a verla.

….

Todos estamos reunidos en el lugar donde llevaríamos a cabo el asesinato. Pero sólo estamos Ikke y yo. Esto me preocupa pues Max y Shiori tiene la obligación de iniciar la "Operación". Comienzo a zapatear, enervado y con ganas de golpear a alguien. Por lo general, todo se hace como yo digo. No tolero la incompetencia. Pero, mi ira viene desde hace cinco días, cuando Natsu me dejó. La busqué en todas partes y no encontré ni rastro. Mi banda, al enterarse, acordaron que era lo mejor y que no merecía estar conmigo. Entonces recordaba sus palabras "No confías en mi juicio" y por primera vez en mi vida, sentí una punzada de culpa.

Estoy encabronado conmigo mismo por permitir que ella se fuera… y por ser un imbécil incrédulo: una docena de hombres nos rodean, cargados de fusiles y un helicóptero nos ilumina desde arriba, apuntándonos con una ametralladora.

Reí sarcástico… ¿De verdad voy a terminar así?

-James Black, estás bajo arresto por asesinato en 103 países. Se acabo la partida, "Black Jack" a la situación, no dejé de preguntarme por qué sólo mencionaban mi nombre… ¡Ah! Así que fue planeado por todos… Merezco el premio al pendejo del año…

Mientras visualizo mi final (¿Inyección letal o silla eléctrica?), la imagen de Natsu llena mis pensamientos y memoro los momentos que pasamos juntos. Me adiestré en muchas artes bélicas pero nunca supe cómo tratar a una mujer, por lo menos que no fuera mi víctima. Pienso que fui muy rudo con ella; nuestra enorme diferencia de edades influyó en que la tratara con cierta inferioridad. Ahora veo que no fui justo y con resignación, veo la ironía: yo, quien tenía por objeto acabar con Natsu, seré muerto cuando más deseo vivir para estar con ella.

Definitivamente, los dioses no quieres que sea feliz.

Un disparo suena en el aire, espero el impacto que no viene y observo como uno de los policías cae al suelo con un agujero en la cabeza.

Un tiro perfecto, ¿Desde dónde?

Luego cayó Ikke, y siguen cayendo más y más, hasta que, exasperado y quizá aterrado por la acertada puntería, alguien grita en medio de aquellos edificios del viejo hospital abandonado:

-¡FRANCOTIRADOR! ¡HAY UN FRANCOTIRADOR EN LOS EDIFICIOS!-, fueron sus últimas palabras.

El helicóptero desvió su reflector hacía las ventanas oscuras, buscando al culpable. Fue mi oportunidad: corrí a todo lo que dieron mis piernas hacía donde deduje, estaba mi "salvador". El corazón me golpeaba. No supe cuantos pisos recorrí pero por fin, frente a una ventana medio quebrada, estaba ella…

-Quiero decir "Te lo dije" pero, te ves tan patético que tendré algo de piedad…-, la sonrisa que me regala es altanera pero, el alivio de verla ahí, justo en ese lugar… ayudándome… no puedo defenderme. No sé qué decir… -Haz lo que quieras, idiota… pero deja esa cara de asombro…-.

-¿Por qué? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué estás aquí?-, sólo puedo expresarme con esas interrogantes.

-Me fui porque necesitaba prepararme para éste momento: sabía que ellos iban a traicionarte así que debía planificar mi estrategia. Esto responde tu segunda pregunta. Podemos seguir contándonos nuestros asuntos pero no tenemos mucho tiempo-, escuchó pero sin oír de verdad; sin embargo, dejó que tome mi mano y me guíe por caminos que desconozco. –Puse una bomba en el sótano (Donde está el gas)-, le dedique una mirada inquisidora. –Tome una de las que tenías escondida en el agujero bajo el piso de la cocina. No me mires como si fuera una ladrona. Dame los sermones que quieras cuando salgamos de aquí…-, sonreí y apreté con fuerza su mano pequeña cubierta de un guante negro de cuero.

-No: cuando salgamos de aquí, voy a meterte en mi cama hasta que no puedas ponerte en píe-, y juro por mi reputación de asesino que cumpliré esta "amenaza" a toda costa.

-Eso me gusta más que los sermones-; quise besarla, mas el traqueteo de una metralleta hizo volar los pocos cristales. Por instinto, tiré a Natsu hacía abajo, siguiéndole al segundo hasta que la ráfaga se detuvo. Astillas y pedazos de concreto estaban regados por el suelo… sangre… había sangre… pero no es mía…

-No…-.

-Es una lástima: en serio quería estar contigo… supongo que dejaste de ser un juguete sin que me diera cuenta. Como odio eso de ti-, veo dos heridas en el vientre de Natsu y sangran copiosamente. No… no ahora… no cuando comenzaba a tener esperanza… No pienso dejar que pase. No permitiré que la vida me siga tratando como a una mierda.

-Levántate, Natsu, saldremos juntos de ésta y entonces… nos iremos de este país. ¿Qué crees? ¿Nos irá mejor en Rusia? ¿Quizá Alemania?-, de un jalón, la cargo pero no sé a dónde íbamos para empezar.

-Tras el edificio… debemos bajar aunque sea al tercer piso…-, ¡Maldición! ¡Estamos en el séptimo! Además, creo oír un pelotón afuera que comienza a invadir el hospital.

En un santiamén, estoy nuevamente rodeado de enemigos. A lo lejos, una explosión hace eco en mis oídos.

-¡Suelta a la chica, B.J!-.

-Jamás…-, aferro a Natsu contra mi pecho y ella susurra algo que no alcanzo a entender.

Y, de la nada, todo se volvió oscuro.

Morir junto a alguien, es reconfortante.

*****************ooooooooooooooooo*******************

Sicilia, Italia. Una ciudad tan bella y famosa, tanto por sus cosas buenas, como por sus oscuros secretos. Cuando avistas los antiguos edificios de colores desde el mar y el ajetreo del puerto, no puedes evitar sentirte en casa.

El mercado es otra maravilla: lo olores se mezclan; la albahaca sazona los guisos y el orégano perfuma el aire. Los vendedores sonríen e intercambian mercancías en medio de gritos animados. La vida inunda Sicilia. Pero, al adentrarte un poco más en sus calles, ahí donde la luz apenas pega en las calles empedradas, encuentras unas cuantas personas que se dedican a otros negocios menos turísticos.

Hace cinco años que una peculiar pareja llegó a la vieja Sicilia y desde ese fatídico momento, uno a uno, fueron sucumbiendo las respetables "familias". "La Cosa Nostra" fue acaparada por "éste" hombre con "aquella" mujer en cuestión de dos años. Nadie sabe a ciencia cierta su origen, pero no hay persona en Sicilia que no les conozca y tema pues son célebres sus hazañas.

Él, responde al nombre de Ares Nero: alto, rubio y de ojos castaños, sólo verlo provoca terror y al tratarse de armas, nadie era más rápido… tal vez sólo ella; delgada; de cabello liso y negro, largo hasta la espalda, con unos enormes ojos dorados; una belleza, sin duda, pero fatal. La gente le decía "Belladonna" y hace honor al apodo. Formalmente, era conocida como Eloisa Nero. Ambos hermanos, aunque, tenían un secreto que nadie se atrevía a criticar. Él único que lo hizo, amaneció al siguiente día en una esquina… bueno, una parte de él por lo menos.

Cierto hombre se dirigía para hablar con los "jefes" ya que tenían unos negocios que discutir. En la puerta, dos fuertes guardaespaldas aguardaban impasibles.

-Vengo a ver al "fratello" Ares y a "sorella" Eloisa-, anunció respetuoso.

-Están ocupados-. Y era la única respuesta que necesitaba: sí así era, vendría más tarde, o hablaría con el secretario para concertar otra cita. Nadie debía interrumpir a "los hermanos" cuando estaban ocupados.

Y tras la puertas…

-Creo que Enzo acaba de irse. Creí que te interesaba hablar con él…-.

-Puede esperar. Ahora, Eloisa es quien importa…-.

-Cuando estamos a solas puedes llamarme "Natsu", ¿Sabes?-.

-No tienes derecho a regañarme: de pronto gritas "James", "Ares" o "BJ". ¿Por qué no sigues tu propio consejo?-, con pasión, James levantó las caderas de la mujer que descansaba sobre la enorme mesa de cedro. El cabello negro se desparramaba por todas partes y para el asesino, no había imagen más sexy que esa; pero, era aún más sexy verla retorcerse bajo su cuerpo y oírla instigarlo por más. –Dímelo, Natsu… dime otra vez aquello que no pude oír cuando escapamos de la explosión… quiero oírlo-.

Natsu entreabrió los ojos y sostuvo la fiera mirada de su amante sin ceder. Esas palabras fueron lo más vergonzoso de su vida y no pensaba repetirlas.

-No voy a decirle "eso" a mi hermano… ¿Por qué tenemos que ser hermanos?-, había reproche en su voz. B.J suspiró por no obtener lo que quería. Llevaba cinco años suplicando/exigiendo lo mismo, con los mismos resultados.

¡Bah, da igual! El día era largo y él tenía mucho vigor.

-Porque, deseaba que nos vieran como unos bizarros incestuosos-. Adoraba esa imagen impura y prohibida; su mente depravada no tenía límites y gozaba con las miradas escandalizadas. Estaba seguro de que, aunque Natsu fuera en realidad su hermana, no le importaría un comino. –La idea de tirarme a mi hermana es morbosa en exceso… lo aprendí en Japón-.

-Eres un enfermo-, James tomó sus labios con la fuerza de una ventosa. Estaba a un paso de perder el control. Le gustaba tanto oír la voz de ese hombre decir obscenidades y, como él dijera, hacer de "parientes" era morboso y emocionante.

Y la emoción, es lo único que vale, ¿Verdad?

ENDE.

N/A: Niaaa! Hace un año que comencé y hasta ahora he terminado..XD… lamento tardarme tanto pero ya saben, mi única esperanza aes apelar a su paciencia digna de ser canonizada. Espero que esto haya sido de su agrado…XD… y gracias, muchas gracias por seguir "Mi Victima, eres tú".

Ahora, A contestar los Rw!

YUME: ajjaja! Es imposible no pensar en ésta pareja. Cuando los ves en el manga, son tan similares que nos puedes dejar de creer "Son el uno para el otro". En realidad, lo que me inspiró es una imagen que vi de Natsu sentada sobre Ren… pensé, ¿Y si es Natsu y B.J?..:XD ¡La pareja oscura perfecta!

BLOKI: Me alegro que te gustara mi representación de Natsu. Aunque creo que me quedo como una ninfómana… gomen… XD… perdóname Nat chan…-.-

NOIRE: como digo, BJ y Natsu son los personajes que harían temblar el mundo… ¡JAJAJAJ! ¡"Que la noche tiemble"!...XD me gusta esa frase. Oh, bueno, si quizá él me quedó menos "asesinezco" pero bien, hasta la piedra más dura puede ablandarse XD . Lamento tardarme demasiado -.-… ese es mi defecto más grande y.. jejej… me alegro de satisfacer a tu ecchi interior…*7* jojojo! Gracias por animarte a dejarme un rw y espero seguirte viendo por aquí. =3

ANIA BETA: me siento satisfecha que pienses que retraté adecuadamente los jóvenes japoneses: para mí, ellos son una cultura totalmente diferente pero creo que hay conductas que se repiten en cada continente y sociedad. También creo que Natsu es más "la mente maestra" que un "arma" pero pienso que alguien tan orgullosa como ella, no permitiría que BJ la opaque. Además, como dices, la emoción es lo único que mueve a Natsu.

Jjajajaaj! "Amante de su trabajo"…eso se oye como Ren…XD pero si, BJ también "ama" su trabajo…

Seee soy una niña muy sucia….*sonidos de látigos y rugidos de tigres al fondo* pero no puedo evitarlo: cuando pienso en Nat y B, a mi mente sólo llegan cosas ero! Quizá porque soy una ecchie incurable…TT

Jajjaj! Como siempre, gracias por seguirme leyendo…

Otra cosa, he visto los video que han hecho y… oh! Sorpresa!.. jajaj! Todas me citan por lo mismo: "me tardo en actualizar". Le digo a Lizz: "Nee, ¡Soy famosa por no actualizar!"…XD Cuando lo vi en el video de Lizz y Annie, me quedé: "! Oh, vaya!" pero cuando lo vi en el de Adashi… ¡me partí de la risa! XD! Lizz es testiga (bueno… visual por lo menos).

Uhmmm.. bueno, eso me da buen material para hacer el mío… jejjeje *risa macabra*.. ju jum…. Oh, veo el brillante futuro frente a mis ojos…

¡Nos veremos en "Trabajos Forzados"!

Matta ne!

F: Anika Marie

PD: adoro esa canción de Garbage …=3