Nota aclaratoria: "Skip Beat" no me pertenece. Tampoco la canción "Closer". Lo único mío es la retorcida historia XD!

Advertencia: lemmon, escenas violentas (sexuales y otras cosas..XP) y lenguaje soez. Están advertidas…XD!...

Esta historia es un "B.J x Natsu" (Por fin puedo hacerlo! *Llorando de emoción*) Espero que les guste pues es para ustedes como agradecimiento por dejarme 100 rw en "Trabajos Forzados" (Cuando comencé a escribir, todavía eran 97. Ahora, son 107! Domo!)

"I broke apart my insides
(Help me)
I've got no soul to sell
(Help me)
The only thing that works for me
Help me get away from myself"

CLOSER por Nine Inch Nails

-Y dime, ¿Tienes algo planeado para este fin de semana?- Kaori giró su cuerpo hacía atrás dispuesta terminar la conversación que tuvimos a primera hora de la mañana –Te quejaste de la monotonía y un montón de cosas más. Supongo ya pensaste en algo, ¿No?- durante medio minuto, clavé la vista en la ventana que daba justo a los vestigios dejados por el otoño de un árbol fantasmagórico que en verano, se convertiría en un ginkgo común y corriente.

El verano…

No pude evitar reír sarcásticamente ante la imagen del sol y el brillo de la juventud que me esperaba; la alegría de los corazones ansiosos por vivir un romance pueril y fugaz. La nausea se apoderó de mí, ¡Cómo detesto el verano, con sus insípidas emociones!

¡Tan aburrido!

Aún así, dicha estación del año traía ciertas trampas jugosas para las mentes más despiertas.

Como la mía.

A Kaori, podía comentarle, aunque, ¿Cómo podría entender mi padecimiento? Hasta donde conocía, ella nunca ha manifestado síntomas parecidos. La observé detenidamente, mirándome expectante de conocer los secretos de mi retorcida mente; reconocía esa expresión, la misma que tenía al proponerle una novedosa, sádica y jocosa tortura contra una víctima inocente… de las tantas que abundaban en aquella escuela; entre todos los incautos que aún me consideran, un ejemplo a seguir y la imagen que toda chica anhela alcanzar.

Pero hoy, quiero sorprenderla. Tengo la enfermiza necesidad de asquearla e irritarla; alcanzar el limite o más allá; porque, incluso con mis fieles amigas, la rutina ha hecho mella en mi entusiasmo. Nada me sorprende o excita en lo absoluto.

¡Vamos, Kaori! ¡Dame la mueca de repulsión que ansío! Nunca me has defraudado, ¡No comiences ahora!

-Amiga. Tengo decidido que es lo que haré- hablé pausadamente, saboreando las palabras –Deseo corromper mi cuerpo…- ¡Sí! ¡Mírame con más asombro! –Quiero tener sexo con un extraño. O mejor aún: con varios, ¿Qué te parece?- la inocencia de mi voz no era más que sarcasmo azuzado por el frío silencio de Kaori, ¿Planeaba reprochar mi nueva forma de diversión?

-¡Ah!- suspiró pesadamente –Has buscado un juego en que no podré participar. Te estás volviendo egoísta –el canturreo de su voz me indicó hasta qué grado era leal y fiel a mis caprichos. No pude evitar sonreír… sonreír de verdad -Quieres que mienta por ti si tus padres preguntan, ¿Nee?- zorra astuta, ¡Vaya que leía mi mente!

-Agradecería mucho el favor-

-Mañana hay una fiesta en la casa de Rui, del aula 1-D -¿Un compañero del mismo nivel? Lo conocía, era un idiota pero siempre afamaban las salvajes fiestas que hacía en casa cuando sus padres se ausentaban por el trabajo (Muy parecidos a los míos) -¿Vas a ir? Será fácil ligar en un lugar como ese…-

-No creo que me convenga: no pienso dejar que descubran quien soy en realidad-

-No hay problema- a veces Kaori pecaba de positiva –Me han dicho que terminan tan drogados que ni recuerdan que han hecho. ¿Será que te dio miedo?- el reto no era un buen aliciente: mi orgullo no conocía igual y recibir una bofetada con el guante merecía todas las demostraciones pertinentes.

-Por supuesto que no- acoté entre ofendida y risueña –Es más: te demostraré de lo que soy capaz-

-¿Es una apuesta, querida Natsu?-

-Es una apuesta, estimada Kaori-

-¿Y cuál es la ganancia?- excavé profundo en el baúl de mis tretas más sucias, ¿Qué podíamos ofrecer? Una sombra oscura nubló mi vista, develándome la jugarreta perfecta.

-Sí ganas, me vestiré como un gallo para el festival de la escuela…-

-¡Oh! ¡Qué emocionante sería!- que descaro de su parte el relamerse los labios frente a mí.

-Sólo si no logro mi objetivo; en dado caso, si gano, deberás masturbarte frente a uno de esos viejos pervertidos de oficina que abordan el metro a la hora pico-

-¡Natsu!- jamás la vi tan sonrojada y alterada. Solté una suave carcajada, burlándome de su incomodidad.

-Me parece justo: yo me humillo frente a esta escoria y tú lo haces en un tren. Incluso creo que lo llevas más fácil: será un desconocido que no volverás a ver nunca en la vida, ¿O prefieres que cambie por el equipo de básquetbol?-

-¡No! ¡Haré lo que dices! Es un trato: tienes quince días para ofrecer tu "evidencia"- como si cerráramos un negocio lucrativo, nos dimos las manos solemnemente.

Ah… Kaori…

¡Prepárate para el tormento!

…..

Al pasar por el pórtico de la enorme casa de Rui, descubrí hasta qué punto ha llegado la estupidez adolescente: dos tipejos lanzaban desde las gradas, globos llenos de cerveza; el líquido impactaba sobre las chicas con sus blusas escotadas, revelando los relieves de los sostenes y uno que otro pezón erecto por el frío de la noche, todas riendo como enajenadas.

Bastó una mirada para advertirles que no se atrevieran a jugarme la broma. Por lo menos el sentido común lo tenían intacto.

Deambulé entre los invitados que en cuestión de minutos, yacían borrachos sobre los caros sillones italianos (Uno de los cuales, ostentaba una perfecta mancha de vomito que a la mamá del anfitrión no le haría mucha gracia).

-Vaya… esto sí es interesante- me sentía poderosa al verlos como gusanos, arrastrándose sobre el suelo, imposibilitados de recuperar la postura; fornicando como conejos sobre la magnífica mesa del comedor cubierta de un mantel de lino blanco o usando la baranda que daba a la terraza. Aquello era una autentica orgía.

Pero lo que provocó un latido de emoción y anticipación en mi pecho fue ver a la mejor amiga de esa mojigata de Chitose, una tal Akemi, dedicarse a complacer a la fila de chicos que esperaban pacientemente por follarla.

–¡Qué oportuno!- murmuré sin dejar de observar el peculiar acto; sus gemidos sacaron risas despectivas de mis labios. Aunque, se notaba a leguas que habían utilizado alguna droga en ella, lo cual, convertía aquel acto en una violación.

Bueno, no me importa si fue consensuado o no. Serviría para entretenerme un rato.

Mi mente, siempre en busca del ocio maquiavélico, maquinó veloz mi siguiente travesura: con una mano, sostenía mi vaso con soda y con la otra, tomé el móvil y dediqué diez minutos completos a retratar en un largo "snapshoot" la sesión pornográfica.

–Pasado mañana serás muy popular, Ake chan- procuré capturar bien su rostro y las pociones sexuales más bochornosas. Al finalizar, guardé el aparato no sin dejar de sentir un cosquilleo persistente en el vientre. Ver a mis compañeros enfrascados en someter a esa chica, despertaron el mismo deseo dentro de mí.

–Creo que es hora de buscar un posible candidato…- regresé a la labor de pasearme entre los corros de gente. No era difícil encontrar hombres dispuestos, lo difícil era que cumplieran mis expectativas.

Por fin, un tipo del tercer año me llamó la atención: lo abordé de inmediato, uniendo nuestros labios. Su boca tenía un ligero sabor a marihuana que no me gustó mucho. Corté el beso y dispuse retirarme a por otro menos dopado cuando aquel me tumbó contra la alfombra persa del recibidor; su aliento fétido chocando contra mi nariz obligó a que girara el rostro a un lado.

-Quieres joder, ¿Eh? Voy a darte algo bueno…- como si su olor no fuera suficiente, sacó de entre sus pantalones un flácido y enjuto miembro. A pesar de las circunstancias, solté una risotada pues él se veía muy pagado de sus atributos.

-¿Qué es eso? ¿Un capullo?- el inútil masculló una retalía de maldiciones, herido en su orgullo. Aún mofándome del "reducido" ego, empujé fuerte para lanzarlo a un lado… sólo para ser testigo del sigiloso movimiento tras las cortinas: una enorme sombra escabulló en el interior de la casa y arremetió contra mi atacante a balazos que le volaron en mil pedazos los sesos. Un poco de materia gris embarró mi mejilla derecha, pero me dio igual.

–Y justo comenzaba a creer que esta noche se iba por la cloaca…- el asesino me miró a los ojos y el corazón me dio un brinco, ¡Qué mirada! Tan gélida y cruel… penetrante. Podía perderme en las profundidades oscuras de sus pupilas más el sonido del griterío y las sirenas de la policía junto a los correteos frenéticos nos hicieron romper el contacto, haciéndonos caer en la cuenta de lo que pasaba a nuestro alrededor.

-¡Mierda!- gruñó aquel entre dientes, poniendo píes en polvorosa, dirigiéndose al muro que separaba el patio trasero de la calle.

Sabiéndome en un lugar inconveniente y sin conocer bien la nomenclatura de la zona, actué instintivamente: imité al hombre, casi saltando al mismo tiempo la barrera de piedra. Él tomó el camino que seguía recto, adentrándose en la oscuridad. Le seguí el paso pero de un momento a otro, desapareció.

Como un fantasma.

Recurrí a Yumika en busca de auxilio: era la casa más cercana y su mamá nunca preguntaba demasiado (Era Natsu, la perfecta, ¿Quién sospecharía?)

-¿Quieren unas galletitas y té? ¿O prefieren leche?- la señora era la atención andando; siempre actuaba del mismo modo, ansiosa por participar del mundo al que pertenece su querida hija.

-Yo prefiero té, si no es mucha molestia- respondí con una sonrisa falsa al igual que mi amiga. Cuando su madre salió, Yumika saltó de inmediato, hambrienta de información.

-¿Y bien? ¿¡Qué te pasó! Cuando me llamaste por teléfono te oías ajetreada, ¿Dónde andabas a estas horas de la noche?-

-Fui a la fiesta de Rui…- analicé la posibilidad de relatarle el escenario: lo hice a medias, pues no debía delatar al misterioso sujeto que provocó el tumulto.

-¡Guau! ¿¡De verdad no viste quien fue!- negué con la cabeza –Rayos… hubiera sido genial que vieras su rostro… ya sabes…- sonrió pícaramente –Una fantasía sexual que involucre a un asesino no vendría de más…- sabía que de toda mi pandilla, Yumika compartía la misma demencia que yo; en el fondo, era una depravada y lo comprobé al verla acercarse a mí en un gateo provocativo –La sensación de peligro… es muy excitante…- reconocí la razón en sus palabras -¿Vas a mostrarme las fotos?- de la cartera, saqué el móvil y juntas, nos reímos hasta llegar a la evidencia de Akemi -¡Mira si será puta!- partiéndose de risa, Yumika rodó por el suelo, entretenida en grande con los escarceos de nuestra compañera -¡Lo sabía! Se lo dije a Tsugumi, pero no me creyó…- no me tomé la molestia de aclarar la situación así que, con toda libertad, siguió pasando imágenes hasta toparse con una que llamó poderosamente su atención: dos chicas besándose –A estas las conozco: compartimos la clase optativa de arte, ¿En serio son lesbianas?-

-Quizá no: estaban tan borrachas que de seguro ni sabían a quien besaban…-

-¿Quieres intentarlo?- la abrupta propuesta me dejó en el aire por unos segundos. Nunca lo había considerado, pero, ¿Por qué no? Los límites son para las mentes simples y, en esencia, seguía excitada. Usar el cuerpo de Yumika no tenía nada de mal: ella satisfacía su morbo y yo el mío: ambas ganábamos.

Nos acercamos, lamiendo nuestros labios, preparándolos. Fue extraño… diferente al asqueo que compartí con el chico fusilado. A ella le gustaba imponerse, demostrándomelo con la persistente necesidad de recostarme sobre el futón para profundizar el beso.

La señora de la casa pidiendo entrar interrumpió el momento, sin posibilidades de continuar al quedarse a platicar un rato entre nosotras. Al retirarse, nos dirigimos miradas cómplices.

-¿Sabes? ¿No sería divertido acosar sexualmente a Chitose?- propuse distraída, viendo a futuro. Yumika sorbió un poco de té, contestando con media sonrisa.

-Sí eres tú, estoy segura que caería fácilmente. Besas muy bien-

¡Oh!

Gracias por la estimación. La tomaré en cuenta.

**********************BJ*****************************

Viernes por la noche.

Hacía una semana que maté aquel muchacho en la fiesta. Bufé iracundo; ¿¡Desde cuándo el gran asesino B.J era contratado para encargarse de sabandijas púberes!

-"Dinero es dinero"- y ese era mi lema: matar por una recompensa (El chico le jugó sucio a un traficante de droga); una que otra vez, por placer.

Tomé un sorbo del abrasante whisky sin soltar el cigarro que pendía de las comisuras de mi boca, habilidad adquirida con los años de ser bebedor empedernido y un fumador vicioso pues ambos me ayudan a soportar la vida que llevo, donde no sé si amaneceré para ver un nuevo día. Sin embargo, esta noche busco satisfacer otras necesidades menos gratas: mi nueva víctima es una mujer, la hija de un importante miembro de la "Dieta" japonesa que suele frecuentar el bar durante los fines de semana; según lo investigado, tiene la mala costumbre de coquetear de más.

Gruñí insatisfecho por el sacrificio que llevaría a cabo esa noche.

El sexo nunca ha sido mi fuerte pero he tenido que aprender a usarlo como herramienta para manipular; sean hombres o mujeres, todos caen ante las debilidades físicas de su organismo. Seres primitivos que dejan que sus instintos básicos manejen la razón.

Los humanos me dan asco…

Con la mirada, busco a mi presa; atraerla a mi trampa, no será inconveniente; puedo leer las emociones como libros abiertos, incluso aunque no lo sepan: mi especialidad es descifrar la conducta humana para manipular y la femenina ha sido una de las más complicadas de entrañar pero que ha dado beneficios bien pagados en mi haber.

Pronto la encontré, bailando sosamente bajo las luces intermitentes en la pista, junto a sus amigas. A lo lejos, un trío de guardaespaldas vigilaba recelosos a su licencioso encargo. Sonreí, mi empresa nocturna tendría mucha dificultad.

La chica tuvo la desgracia de fijarse en mi; compuse una mueca seductora y está rió vanidosa, buscando el consejo de sus amigas. Comenzaron a señalarme y a empujar a la joven, alentándola a hablarme. Volví a probar, guiñándole un ojo.

-¡Kya!- gritaron al unisonó. No pude evitar burlarme interiormente por una muestra tan infantil de excitación cuando sería la última que emitiría. Claro, debía burlar primero a esa guardia de pacotilla.

Mi cavilación quedó interrumpida con la entrada de una mujer de aspecto imponente que empujó a la manada de féminas que estorbaban su camino. Dediqué buena parte de mi tiempo en admirar su figura: el diminuto top de cuero negro dejaba gran parte del vientre y escote al descubierto y ni que hablar de esa falda… si es que algo como eso podía ser llamado con tal nombre; las botas estiletto llenas de cadenas tintineaban mientras caminaba cual modelo sobre una pasarela y el largo cabello rubio con mechones magenta se mecía a cada paso. Era un deleite para la vista.

La extraña se detuvo a media pista y para sorpresa (Y entretenimiento de algunos), realizó un exótico baile siendo sus caderas la guía de un hipnótico serpenteo al que se le unieron varios pares de hombres, desesperados por obtener cualquier cosa que ella ofreciera. Pese a todo, ninguno logró el preciado objetivo y cuando me miró, entendí: era a mí a quien provocaba… estaba seduciéndome tan explícita e impúdicamente que le faltaba poco para señalarme con el dedo.

Dudé, ¿Por qué yo? ¿Un engaño? Nadie en su sano juicio trataría de provocarme (No con la expresión de mi rostro que reconozco, es parca y poco amigable), ¿Entonces? Ella volvió a incitarme y decidí averiguar a qué venía ese malsano interés.

Dejé atrás mi bebida y la chaqueta. Quise tomarla despacio, para darme tiempo en hacer una idea de sus verdaderas intenciones pero, cuando conocí el calor de su piel, el hambre me hizo agua la boca; recorrí desde los hombros hasta los muslos sin dejar ella de frotar su trasero contra mi pelvis en una danza erótica nunca antes experimentada pero bien recibida por mi desatendida libido.

-¿Qué te parece si me invitas un trago?- habló con una voz entre dulce y provocativa; ello me indicó, que su edad debía encontrarse por los dieciséis o diecisiete. ¿Cómo la dejaron entrar en aquel antro?

-¿Tienes edad para hacerlo?- ella rió y giró su cuerpo para apoyar las finas manos en mi pecho, acariciando sobre la tela de la camisa, obligándome a suspirar.

-¿Puedo seducirte pero no tengo derecho a tomarme siquiera una cerveza?, ¡La vida es injusta!- tomándola por la cintura, detuve nuestra actividad únicamente porque comenzábamos a llamar la atención de los demás.

-Sígueme a una distancia prudencial- amenacé; me extrañó ver como obedecía, alejándose en dirección a la barra donde complací su pedido estoicamente aunque por dentro la curiosidad me matara.

-Yo te vi…- dijo de pronto sin mirarme a la cara, sacándome de mi ensimismamiento –En la fiesta de la semana pasada… le disparaste a un fulano que trataba de manosearme… - traté de permanecer sereno a semejante revelación y a su vista de reojo, ¿¡Cómo pudo…! ¿¡Por qué no la reconocí! ¡Yo, un asesino experimentado; engañado por un disfraz mediocre! –En esa ocasión tenías el cabello rubio pero pude distinguirte… por tus ojos; tienes la mirada de una bestia enjaulada…- tragué duro disimuladamente.

¿Qué acción debía tomar?

¿Matarla?

Sí. Pero antes, quiero saber qué es lo que quiere.

-Creo que te has confundido de hombre-

-No- contestó impetuosa –Estoy segura que eres ese asesino. No te preocupes: no pienso revelar tu "pasatiempo"- ella se burla en mis narices… –He desarrollado un especial interés por ti…-

-No estoy de humor para los juegos de una mocosa. Vete, tengo mis propios problemas. ¿O quieres algo de mí?- andarse con delicadezas ya no era una opción: íbamos directo al grano y la chica entendía pues no perdió el brillo malicioso de su mirada ni un segundo. Algo admirable y digno de alabanzas.

-Has estado mirando a esa de allá- señaló en dirección a la estúpida bailadora quien ahora, permanecía aplastada en medio de dos musculosos y exageradamente bronceados muchachos –¿Te han pagado para acabar con ella?- no emití respuesta por simple orgullo, ¿¡Desde cuándo me venía estudiando! –Pero hay guardaespaldas (Los vi reaccionar cuando la empujé)… Si te ayudo a llevar a cabo el trabajo, ¿Me darás lo que te pida?- solté una pedorreta, burlándome; ¿Ésta niña pensaba extorsionarme? Bueno, era un juego interesante y divertido. No podía ser que yo, siendo el adulto y el experto en la materia, fuera derrotado por ella, ¿No?

-¿En Serio?- pregunté escéptico y despreciativo –No encuentro pretextos para no intentarlo, ¿Qué tienes en mente?- y supe, casi de inmediato, que había cometido un error al dejarme llevar por la prepotencia.

Ella dedicó una mirada predadora y sonrió como sólo los verdaderos psicópatas asesinos que disfrutan la muerte en grande lo harían.

Ella… ¡Consiguió manipularme!

¿¡En qué jodido lio me he metido!

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¡Qué suerte!

Jamás creí que esta noche, reencontraría al asesino que ocupó mis pensamientos por tanto tiempo durante la semana. "Él" venía a mí en sueños e incluso, al distraer la mente durante una clase particularmente aburrida. Aquello era deseo obsesivo; una necesidad imperativa por tenerlo, atraparlo y convertirlo en mi juguete favorito pues había decidido, que ese hombre sería mío y le concedería el honor de ser mi primer amante.

Y esta noche… simplemente quise probar algo nuevo usando un disfraz (Yumika me acompañó a un sector de ropa sexual en "Harayuku" y una tienda de pelucas); ocultándome bien, dando rienda suelta al lado más indómito de mi ser, sin saber que lo encontraría.

Mi asesino permanecía sentado como un lobo solitario, bebiendo desgarbado y fumando como chimenea, sin dejar de mirar a un grupo de estúpidas chicas universitarias que bailaban como si sus brazos no tuvieran gobierno, especialmente a la tarada que ocupaba el puesto de en medio; la reconocí (Por las páginas sociales de las revistas de corazón), era la hija de un tipo importante.

Una víctima, sin lugar a dudas.

Quería sentirme parte de ese mundo así que hice una prueba: pasé a través de la "manada" y unos tipos semi ocultos en la oscuridad se pusieron al brinco de inmediato.

Guardaespaldas.

Eso sería un problema para el misterioso sicario pero, existía una forma de burlarlos. Lo comprobé cuando bailé: no me quitaron los ojos de encima; los hombres son organismos mediocres y rudimentarios, fáciles de controlar si les muestras lo que más anhelan sus bajos instintos.

Ese lapso de distracción me sirvió para chequear alrededor y calibrar posibles planes de ataque pues mi futuro juguetito sexual parecía quebrarse la cabeza, incapaz de tomar una decisión.

No lo culpo: para realizar su cometido, necesitaría una segunda mano, ¿Y quién mejor que yo para tal papel? Lastimosamente, él es muy desconfiado (Gajes del oficio, supongo) y se lo pensó bien antes de acudir a mi llamado; al final, accedió, complaciéndome con el tacto de sus manos que fácilmente destrozarían mi cuello de un apretón pero que por el momento, proferían caricias algo toscas.

Por lo visto no sería un amante detallista y tierno.

Con su voz grave y sibilante, me ordenó separarnos y fingir no estar juntos. Entendía porque: nos convertimos en el centro de atención en la pista. Mala estrategia para un asesinato importante. Ya en la barra, mi lado sádico no pudo contenerse: le confesé conocerlo y de dónde. Su sorpresa pasó bien disimulada pero la tensión de los músculos me dictaminó la realidad.

Sabía que en mi situación, estaba en absoluta desventaja: él era un asesino profesional (De seguro), podía matarme cuando quisiera al ser la única testigo de su verdadera identidad. Sin embargo, mi deseo por provocarle era más fuerte y casi sentí como mi vientre se derretía al escuchar su aprobación (Reticente, claro) del plan que ideé.

Pagará caro el desestimar mis capacidades: esa noche, un asesino se volvería mi mascota. Saboreé la imagen, ansiosa de verla hecha realidad y de paso, vivir una estimulante aventura donde colaboraría a terminar con la vida de otro ser viviente. ¿Qué podía ser más emocionante que eso?

-Escucha: distraeré a esos guardaespaldas. Dime, ¿Qué tan exacta es tu puntería?-

-Perfecta- masculló entre dientes, molesto por ver en tela de duda sus habilidades.

-Cuando esos tres tengan la vista puesta en mi; te ubicarás detrás de esa escenografía de allá- justo tras los guardaespaldas, un paredón de madera mostraba un exótico mural lleno de ranuras y grecas ideales para apuntar sin ser visto (Era la zona más oscura del antro) –Y desde ahí, dispararás cuando te de la señal. Dependerá de ti en que parte del cuerpo pero te recomiendo hacerlo siguiéndome el juego- había incertidumbre e incredulidad en sus facciones, ¿Seguía viéndome como una inútil?

-¿A qué te refieres con seguirte el juego?- interesado, arqueó una ceja.

-Mírame…- sabiéndolo dispuesto a cooperar, con destreza, robé una botella de ron que permanecía ignorada cerca de la barra y me dirigí hacía mis incautos caballeros. De reojo, observé que el asesino ya no estaba en donde lo dejé –Hola- saludé como si nada -¿Alguien pidió una botella?- levanté el pesado objeto de cristal a la altura del escote, donde aquellos no perdieron detalle. Ni siquiera analizaron las razones detrás de una oferta tan inusual o que fuera la misma que lanzó al suelo a su "jefa"; tomaron la botella y bebieron directo de ella, pronto, estaban desorientados y envalentonados.

Era la hora.

Me dediqué a platicar únicamente con el de la derecha (Qué parecía el novato) y le hice propuestas indecorosas que excitaron su entusiasmo obligando a los otros dos a sentirse humillados y desplazados. Comenzaron a disputarse y al ocurrir esto, la primera parte del proceso estaba lista; mañosa cual zorra, le quité a uno el arma; luego me confundí entre la gente, como una sombra, viendo como el más viejo de los guardias sacaba un revolver igual al que robé, amenazando a sus camaradas con él. Y de pronto, dispuso disparar a diestra y siniestra, creando histeria colectiva.

Veloz, me acerqué al muro donde, bien oculto, estaba mi "camarada"; con un movimiento sutil, le pasé el objeto de metal, indicándole tácitamente que aquello debía ser usado en lugar de su propia arma.

Ojala entendiera y prestara ojos, pues en el instante transcurrido, uno de los hombres apuntaba una segura trayectoria de bala que pasaría cerca del cráneo de la chica ha asesinar. Era momento de que el asesino hiciera su trabajo: usando la fallida bala perdida, tendría una mínima oportunidad para acertar al blanco que hubiera alcanzado originalmente, disfrazando el cometido y cuya culpa, caería sobre el irresponsable guardaespaldas borracho.

Un grito de terror y una mujer yacía tirada en el suelo, bañada en su propia sangre que manaba de una herida más o menos ubicada entre los huesos parietal y frontal. ¡Qué cuadro más divertido! Quería verla hasta que no le quedara sangre mas fui sujeta por la cintura y sacada a trompicones de ahí.

-Date prisa… la policía ya viene…- dijo el alto hombre mientras dejaba el arma homicida cerca de unas gradas: ahí la descubrirían rápidamente y sabrían a quien pertenecía -¡Vamos!- pasamos la puerta de entrada y cruzamos a la izquierda, corriendo hasta un lejano callejón donde una flamante motocicleta aguardaba -¿Alguna idea de dónde ir?- no tenía que pensarlo demasiado. Era hora de mi recompensa.

-A un "Love Hotel"-

Aquella habitación no era muy grande pero tenía lo que un hotel de esa "índole" tendría: una cama mediana, un baño con todos sus elementos y un televisor provisto de canales pornográficos y muchos DVD del mismo género.

No sería necesario utilizarlos.

Quería comenzar de inmediato pero… ¿Por qué la prisa? Él se ve ansioso por irse y no pienso darle gusto. Voy a jugar con mi comida antes de devorarla.

-No pienso acostarme con un hombre que huele tan fuerte a pólvora y cigarrillos- el asesino me miró feroz y yo lo tomé por la bufanda púrpura que llevaba al cuello, guiándolo al baño. Me pareció demasiado sumiso pues no se opuso. Gruñí. ¡La diversión está en el reto! ¡Ah! Bueno… ya encontraría la manera de ponerlo violento.

-¿Qué vas hacer?- dijo sin una gota de perturbación en la voz. ¡Dioses! ¿¡Es qué es una maldita máquina! No… no podía ser… sentí la lujuria manar de él al bailar tan pegados; el contacto físico fue electrizante y mutuo. Maldito bastardo orgulloso, juro que no vas a poder mostrar esa expresión de frialdad frente a mí nunca más.

-¿No es obvio?- lentamente, desabotoné la camisa negra y el cinto de cuero salió volando sin dificultades; él enarcó una ceja mientras me ocupaba de sus pantalones y yo sonreí traviesa –El niño no quiere meterse a la tina para un baño. Tengo que ayudarlo, ¿Nee?- mientras le bajaba la pieza de lustroso cuero oscuro, acaricié la longitud de sus largas piernas; admirar los fuertes músculos de sus muslos y pantorrillas era suficiente para mojarme y morderme los labios.

Y pensar que sería todo para mí…

-Déjame… no me gusta que me toquen…- arisco como cualquier animal salvaje, retiró el contacto que teníamos, procediendo por sí mismo a continuar la tarea (Aunque yo había hecho suficiente) Pero a pesar de sus rudas palabras, en sus ojos, brillaba una luz ardiente y hambrienta. Está bien, por él, seré paciente.

-Cómo quieras…- respondí, encogiéndome de hombros. Con movimientos calculados, me deshice de las botas en un par de segundos; la falda le siguió y me esforcé por hacerlo en cámara lenta; el top ni siquiera me costó dejarlo hecho un bulto junto a mi demás ropa en el suelo. Ahora, únicamente con las pantaletas, quise motivarlo un poco -¿Me ayudas?- por unos segundos me miró como si hubiera dicho una incoherencia; sin embargo (Y ya totalmente desnudo), se arrodilló ante mí y comenzó a quitármelas con los dientes… muy despacio; usaba la lengua para aumentar la ansiedad que nacía en mí al sentir como mordía accidentalmente mi piel en el proceso. Un poco más de eso y me haría llegar. Sólo su presencia bastaba para desencadenar mis fantasías más sucias e indecentes –Gracias…- dije al hallarme tan desnuda como él. No esperé: me quité la peluca e introduje en la ducha.

En dos minutos, estuvo detrás de mí, imponiéndome los pectorales contra la espalda. Suspiré… mi instinto me empujaba a lanzarme pero mi orgullo me dictaba lo contrario; debía hacerlo caer y humillarse ante mí como buen esclavo.

-Dame mi espacio- reclamé, haciéndome la enojada.

-Este maldito baño es una mierda de cuchitril… no hay para donde hacerse- sutil como una víbora, ese hombre inició una serie de roces contra mi trasero, obligándome a sentir la excitación que comenzaba a cortarle la respiración; el calor de su miembro se colaba entre mis glúteos, hurgando insistente en el orificio que parecía interesarle más. Sin querer, dejé salir un gemido ahogado -¿Uhmm? ¿Qué sucede? Sólo fue un roce… ¿Es suficiente para ti?- ¡Maldito! ¿¡Te estás burlando de mí! ¡Te destruiré! -¿Acaso… eres virgen?- había humor en el tono de su voz.

-Así es… pero sabes… dicen las malas lenguas que las chicas vírgenes son aún más pervertidas que las que no lo son…- sin darle espacio a contestar, salí de la ducha y me dirigí directo a la cama. La humedad me erizaba la piel al contacto con el frío aire, pero ese era el efecto ha alcanzar.

Unos tres minutos después, "Kira san" salió del baño envuelto en un albornoz blanco. Yo le esperaba como Cleopatra, tamborileando los dedos con impaciencia sobe el suave colchón.

Él detuvo la mirada un rato en mi cuerpo pero no me hizo compañía; es más, se dirigió al sillón dispuesto al píe de la cama, tomando asiento solemnemente.

¡Oh!... Así que… ¿Quieres mirar?

-Eres tan aburrido… bueeeeno… ni modo… no tengo otra opción…- repté hasta el borde, haciendo "eses" con mis caderas al bajar y, sin una gota de pudor, abrí las piernas, con el movimiento del aleteo de las mariposas –Una debe rebuscarse para sentirse complacida hoy en día…- él estaba muy impresionado; sin embargo, apoyándose sobre el brazo del mueble, descansó la cabeza en su mano y miró fijamente en mi zona más intima -… A este paso… los hombres serán innecesarios… ¿Nee?- sin dejar de hacerlo mi objetivo visual, comencé a tocarme; muy despacio, comenzando por el cuello, en línea recta y apenas tocando con la punta de los dedos; luego, al llegar a mis pechos, describí círculos alrededor de la base y la aureola: mi respiración cada vez más agitada mientras que el "espectador" parecía comenzar a reaccionar: el sonrojo en las mejillas y las gotitas de sudor que empezaban a perlar su rostro lo delataban.

Como soy muy traviesa, llevé el dedo índice de mi mano derecha a mis labios, chupándolo y lamiéndolo con lujuriosa glotonería; nuevamente, descendí… muy abajo… más abajó… hasta tenerlo envuelto en el incandescente interior de mis entrañas; tan resbalosa que no me costó introducir dos dedos de un solo. Ya antes me había masturbado, pero hacerlo frente a alguien era tan erótico que el placer golpeaba mi entrepierna con la fuerza de un martillo.

Y él me mira… lo sé… comienzo a cerrar los ojos, a punto de explotar; estaba lista pero su mano me detuvo: con un sencillo movimiento se deshizo de su única prenda de vestir y montó sobre mí, apuntando su miembro enrojecido, nervudo y completamente dispuesto contra mí estomago. Estoy muy sorprendida por lo repentino de su acción pero mi felicidad es más fuerte: logré que hiciera lo que quería.

-Estás siendo muy indulgente contigo misma… déjame enseñarte cual es el método correcto…- sin avisar, sus largos dedos índice y anular ocuparon el puesto de los míos con más brillo que antes; el pulgar tenía un ángulo adecuado para acariciar el punto exacto entre mis pliegues que volvió mis endebles suspiros en auténticos gemidos y jadeos descontrolados.

El asesino me mostró una sonrisa despiadada pero jodidamente sexy sin dejar el trabajo de su mano. No paró incluso cuando llegué al orgasmo. Aquello me dejó exhausta y con ganas de más.

Me ganó la primera batalla, pero la guerra seguía y era mi turno para contra atacar.

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Observé el magnífico cuerpo de esta mujer retorcerse y sentí de inmediato la necesidad de cambiar mis dedos por algo más útil. Nunca había deseado tanto compartir el lecho con alguien pero ella era una excepción de las que pocas veces se encuentran en la vida.

Aún no podía creer su capacidad para maniobrar y maquinar un asesinato; sin haberlo hecho antes y sin tiempo para planificar, así de la nada, como si fuera lo más natural… y eso me parece hermoso y sexy. Quizá porque mis sentimientos son muy retorcidos o porque estoy aburrido de las parejas insípidas.

Emoción… creo que todos los humanos andamos en constante búsqueda de esa sensación y está chica me lo ha demostrado sin tapujos.

Supongo que eso me excita.

-¿Te vas a quedar ahí?- preguntó impaciente, esperándome con las piernas bien abiertas. Por lo general, mis victimas y amantes me desean pero fingen vergüenza y actúan como si los forzara. MI chica es todo lo contrario y creo que nadie me ha mirado con tanto impúdico descaro como ella. No pienso decepcionarla –Si no te apresuras, voy a enfriarme- sonreí por el aburrido tono de voz, dispuesto a sacarle jugo a sus cuerdas vocales.

-Ya que lo pides con tanta insistencia…- quería desesperarla un poco, mas en mi actual estado, era como un auto castigo. Sólo dediqué unos segundos de paciencia a colocarme un preservativo (No voy a dejar ninguna evidencia que después pueda incriminarme) y sin darle espacio a decir ni un comentario, la penetré con todas mis fuerzas sacándole un grito ahogado.

Tal vez fui muy agresivo, olvidándome de que trataba con una primeriza y dejándome llevar por la violencia tan arraigada a mi esencia vital; aún así, acarició suavemente mi espalda justo a la altura de las escapulas haciéndome temblar y resoplar.

-Anda… muévete… ¿O piensas quedarte así?- le dediqué una mala mirada, ¿Ni siquiera por las circunstancias pensaba quedarse callada y dejar el tono mandón? No voy a gastar energías discutiendo: si quiero "responder", lo haré con mi cuerpo que a fin de cuentas, resultaría el mejor método para bajarle los humos.

No seré amable contigo…

El movimiento de mis caderas es acelerado y cruel. Mis manos se aferran a las almohadas donde su cabello naranja se desparrama en mechones que cosquillean, suaves como la seda; al acercar mi nariz a la clavícula, el olor de su piel es tentador, invitándome a probar y absorber el sudor salado que mana de su cuello.

Voy a echarle un vistazo para ver la adolorida expresión de su rostro y regodearme de mis violentas embestidas, con la sonrisa de triunfo ya preparada en mis labios pero descubro, asustado, que en ella no hay más que una mueca de placer y las incoherencias que escuchara anteriormente eran sus exigencias por más velocidad y fuerza.

¿¡De que maldito infierno ha salido esta mujer!

Aún incapaz de creerlo, ella aprovecha mi distracción para besarme y enterrar sus manos en mi pelo, apretando. Con ese movimiento sutil, mi cuerpo enteró vibró y gemí… dejé salir un gemido que chocó contra esos labios tersos y rosados, contra esa boca que parecía comerme. Mis manos no hallaron consuelo en la fría tela así que busqué la carne, más cálida y trémula; recorrí esa cintura estrecha y bajé hasta su trasero el cual amasé y presioné contra mí, como buscándome.

Ella también exploraba con el tacto la constitución de mis músculos pero al ser sus brazos más cortos, no alcanzaba a recorrer todo. En cambio, usaba su lengua para hurgar en mi boca y cada vez que daba un beso más profundo, me tomaba por detrás de la cabeza, imposibilitando cualquier intento de escape.

¡Joder! ¡Qué manera de besar! ¿En verdad es virgen?

-Dime… "Kira san"…- murmuró entre gemidos -… ¿Tienes algún nombre o debo gritar "asesino" en su lugar?- reí un poco por la ocurrencia.

-Llámame "B"-

-"B"… Qué poco original…- fastidiado por su arrogancia, empujé profundo y casi oí como los huesos de su cadera tronaron sacando un autentico grito -¡TEN MAS CUIDADO!- gruñó con los dientes apretados -¿¡Quieres partirme en dos!- bueno, eso sería muy interesante de ver.

Rápidamente, su expresión volvió a transformarse en placer y, aunque no fuera más que un alias, oír mi nombre entre palabras de pasión era una música capaz de llevarme a un lugar desconocido y feliz.

Quise reír sarcásticamente, ¿Yo, pensando en felicidad?

Debó estar loco.

Las hormonas me vuelven loco.

Esta mujer me vuelve loco.

Aún así…

-¿Y tú?- pregunté con la voz entrecortada, incapaz de coordinar mi respiración con el movimiento de mis caderas - ¿Cómo… debo llamar a quien… ha compartido tan… libremente su cuerpo conmigo… esta noche?- con los ojos entreabiertos y llorosos me dirigió una mirada febril pero estática. Probablemente no me contestaría. Seguro pensaría que es injusto revelarme su nombre cuando yo mismo no lo he hecho.

-Natsu…- sorprendido, incluso paré, viéndola bien a la cara. El brillo de sus pupilas era tan cautivador. Y esa mirada estaba dirigida sólo a mí. Inexplicablemente, me sentí superior a cualquiera en el mundo.

-Natsu…- murmuré en un susurro, aún sin reanudar -… demasiado lindo para una chica como tú. Apuesto a que tus padres se llevarían un gran susto si supieran lo que su pequeña hace por las noches…- podía imaginar cómo serían los progenitores de semejante depravada: de seguro un par de padres irresponsable que no dedican ni una milésima de tiempo a platicar con su hija, dejándola correr a su antojo por todos lados.

Sí. Ella debía venir de una familia así.

-Es verdad: mis padres seguro morirían de tristeza si me vieran ahora: revolcándome con un hombre desconocido que además, es un asesino al cual ayudé en sus faenas laborales… mamá y papá siempre han visto por mi y aparentamos ser muy unidos…- la indiferencia en su voz me indicó hasta que punto despreciaba a sus familiares. Para ella, no eran más que estorbos. Tragué duro. Tan sociópata… -Así que siéntete libre de marcarme bien… quiero que ellos vean la clase de hija que tienen…-una de sus manos, delicada como terciopelo, masajeó mis labios e, involuntariamente, besé sus dedos y todo aquello que pusiera a mi alcance. Sentí la vena de sus muñecas pulsar contra mi lengua -… Ayúdame a demostrarles que no existo en éste mundo sólo para cumplir sus expectativas… que no soy una máscara viviente. Quiero… hacer algo sólo para mí- su voz, no era la misma de hacía poco, había seriedad y quizá algo de amargura, no sabría decirlo, pero encendió en mí un deseo irrefrenable por darle gusto.

-Bien… no quiero lloriqueos ni reclamos luego- incrédulo de mis acciones, besé la punta de su nariz y propiné un mordico en el tabique, haciéndola reír. Y eso me hizo reír también. Los dos reímos con autentico humor –Aún si lo hicieras… no te pienso hacer caso- compuse la mirada más peligrosa y cerré distancia entre nosotros; la distancia de nuestros labios; de nuestras soledades; de nuestra propia ínfima existencia y decidimos unir nuestros demonios.

No…

Yo decidí romper la barrera y dejarla sentir un poco de mi propio y letal veneno. Un veneno que corre por mis venas y se cuela por los poros y que ella asimila con su tacto y gusto; cada vez que nuestras bocas se tocan, compartimos una necesidad sin nombre ni rostro, pero que está ahí.

-"B"…-

-James… llámame así…- mi verdadero nombre. He confesado mi nombre sin querer y me asombro por el desliz. Natsu dedicó una sonrisa traviesa en mi dirección y sentí como su interior apretó fuerte la erección que yacía acunada entre sus húmedas paredes. Creí que me desmayaría. Todo lo que ella me hacía sentir, era intenso y abrumador.

-James… eres extranjero, ¿Eh? Ya me parecía que eras demasiado alto para ser un japonés…- que me saliera con ese comentario era lo último que yo esperaba. Hizo que me carcajeara sinceramente.

- No voy a decirte quien soy en realidad…-

-Te diré quién eres…- la extrema confianza en sí misma que tenía era más que admirable. ¿Pensaba decirme ELLA quién era yo? –Eres mi terrorífico…- fugaz, dio un beso casto sobre mis labios -… antipático…- luego mordió mi barbilla- … psicópata…- el roce sobre los tirantes tendones en mi cuello llevaron choques eléctricos a mi entrepierna -… y cruel asesino. Eso es lo único que me importa –con un mordisco tenue, marcó la piel de mi clavícula, dejándome un rojizo recuerdo que seguro se volvería morado dentro de unos días.

Incluso sus dientes eran una maravilla. Y aunque sé que su interés en mi es sólo novedad, eso no merma ni un ápice mi lujuria.

Reviviendo el momento, devolví ocupación a mi parte inferior, dejando que mis rodillas buscaran apoyo en el colchón demasiado blando. Aquello me impedía estabilidad para lo que quería hacer. Despacio, separé nuestros cuerpos y un sonido de protesta salió de sus cuerdas bucales.

No gruñas, Natsu. Lo que tengo planeado para ti, sacará peores quejas, te lo aseguro.

Con una seña, le pedí que se pusiera en píe y me siguiera hasta un tocador dispuesto a un lado de la puerta que daba al baño.

-¿Qué?- preguntó fastidiada y yo sonreí como el demonio.

-Dame la espalda y abre las piernas…-

-¿Eh?-

-Ponte en cuatro…- y ahora entendió mejor, devolviéndome el gesto con una mueca igual a la mía o quizá más ansiosa –Dime, ¿Seguro eres virgen? No pareces ser una chica muy inocente- como corroborando mis palabras, elevó una pierna sobre la plana superficie de madera, ofreciendo por segunda vez el magnífico espectáculo de su intimidad de un magnifico y brillante color rosáceo que se oscurecía por momentos. Un gemido ronco salió de mi garganta, tan grave como si sufriera y disfrutara al mismo tiempo. Es ahí donde, hasta hace un par de minutos, estuve morando y me parece increíble la capacidad de ese musculo para estirarse y soportar. La idea de saber que fui yo quien irrumpió por primera vez ese dulce paraje, extasiaba mis pensamientos.

A pesar de ello, en el fondo me era difícil creerle falta de experiencia.

-¿Celoso? ¿Qué tiene que ver la virginidad con inocencia? Es verdad que he intentado varias veces acostarme con alguien pero todos los chicos terminaban antes de comenzar. Era frustrante para ser honesta- con un puchero, empujó su labio inferior hacia adelante, resaltándolo –Además, hay incontables fuentes de inspiración en internet y he practicado algunos "movimientos" con una de mis amigas…- dicha confesión me llenó de asombro y las preguntas no dejaban de pulular en mi cabeza.

¿¡Quién es esta chica!

¿Algún súcubo?

-¿Eres bisexual?- sentí cierto bochorno al ser esa la única pregunta que pude formular. ¿A mí que me importa si "juega" con chicas, con hombres, con perros…?

-No me digas que eso hiere tu sensibilidad…-

-Por supuesto que no…- me defendí a tiempo.

-Creo que me gusta todo aquello que me de placer… no importa si es hombre o mujer siempre que satisfaga mi curiosidad y necesidad- la comprendo y a la vez, me siento intimidado por su razonamiento egoísta y desprendido. ¿Será porque me veo a mi mismo en ella? Sin embargo, yo, a diferencia de esta chica, jamás he buscado en otros lo que me hace falta; el placer, la diversión o la felicidad me son insignificantes. Mi única fuente de adrenalina es matar pero no es que obtenga de ello alegría, es sólo una razón para no sentirme que estoy de sobra en el mundo.

Natsu es realmente una existencialista y, sólo por esta noche, quiero contagiarme de su peculiar personalidad.

-Bueno, en ese caso, voy a darte lo que buscas- ella me miró por sobre el hombro y un leve tic sacudió uno de sus dedos aferrados a cada lado del tocador –Te mostraré lo que es estar con un hombre de verdad…- lentamente, me fui acercando a ella paso a paso. Era obvio que mi lentitud la molestaba -… Te prometo que desearás estar con esos chicos que terminan rápido…- no esperé ningún comentario; acerqué mi rostro justo frente a los desatendidos genitales y aspiré el aroma que manaba de ahí. Fue instantáneo; me catapultó a los límites de la cordura. Estaba tan cerca que mi nariz se impregnó de sus fluidos. Con una timidez ajena, saqué la punta de mi lengua y probé, por primera vez, el sabor de una mujer en su estado más febril.

Y no se comparaba con nada que hubiera probado antes.

También me di cuenta que mi querida Natsu es muy sensible cuando se trata de contacto directo. Al estar ensimismado sobre ella, no me percaté de los suaves espasmos ni de los breves gemidos que da cuando se le toca adecuadamente. Ahora lo sé y pienso aprovecharlo al máximo.

Hoy gritarás mi nombre hasta desgarrarte la garganta.

Me aseguraré de ello.

**********************NTS********************************

Dios… si existes… dime… ¿Has puesto en mi camino al diablo en persona?

¿Este hombre es real o un producto del sueño más húmedo que he vivido jamás?

No es posible que exista alguien capaz de volverme un manojo de temblores con el calor de su aliento. Cuando su lengua juega alrededor de mi entrada, dibujando círculos o simplemente subiendo de arriba abajo con largos trazos, creo desfallecer ahí mismo. Los largos dedos pulgares mantienen expuesta mi parte más vulnerable, disponiéndola para su degustación. Me da la impresión que el objetivo es enloquecerme hasta suplicar por más.

El único sostén para mi cuerpo es el espejo del tocador que no ayuda mucho cuando mis caderas comienzan a impacientarse; esas manos grandes dejan su lugar actual y recorren donde les da la gana, amasando mis pechos con impetuosidad; apretando entre sus dedos mis pezones, retorciéndolos, halándolos… ¡Ah!… sí… esté hombre tiene que ser el mismísimo "Emperador de la Noche".

El contacto de sus labios en mis muslos dejó solitaria la húmeda cavidad que ansiaba volver a recibirlo y lo manifestaba con más sinceridad que cualquier otra parte.

Pasaron unos segundos en los que ya no sentí su presencia detrás de mí. Extrañada, giré un poco la cabeza sólo para encontrarlo mirándome fijamente, sonriendo como el desgraciado que era. Quise gritarle que dejará de hacer el tonto y actuara como debía pero no pude cumplir. Él rozó su erección contra mí, dejándose cubrir por el líquido que resbala desde adentro; cada vez que se movía, tocaba el conjunto de nervios entre mis piernas, enviando descargas eléctricas que resultaban en espasmos placenteros. Poco a poco, y casi como por accidente, dejaba entrar la punta y luego salía.

¡Qué fastidio!

¡Hazlo de una jodida vez!

¡Deja de torturarme y mételo ya, por un demonio!

-¿Lo quieres?- preguntó con esa voz que sería capaz de derretir un glaciar. Pregunta tonta, James. En este momento, no hay nada que quiera más que sentirte cerca de mí.

-¿No?- siguió empujando y harta de sus juegos, clavé mi fría mirada (O por lo menos creí que así lo era) en sus ojos grises.

-Me aburro… creo que voy a dormir un rato mientras decides si… ¡Ah! ¡Ah! ¡No! ¡Así no! ¡Sádico bastardo!- y más insultos salían de mis labios. No es para menos: volvió a penetrarme con ese movimiento de empalador; sorpresivo y profundo. No sólo eso, inmediatamente, embistió una y otra vez. Aunque las primeras veces fue lento, hasta considerado, no pasó mucho para que aumentara la velocidad, quitándome el aire y la capacidad de protestar.

El tocador no dejaba de crujir bajo nuestro peso, como sacudido por un terremoto catastrófico.

Sentía el calor agolparse en mi cara por el esfuerzo de soportar aquel ajetreo y el delicioso dolor en mi maltrecho canal vaginal. No… estoy exagerando… ¿Cómo algo doloroso puede enloquecerme de éxtasis?

Pero… mi asesino… mi amante salvaje, ¿Quieres que me desmaye entre tus brazos? La forma en la que tomas mi cuerpo es justo el método que la naturaleza manda a todas las creaturas hacerlo. Primitivo y sin complejos.

Desapareces en mi interior sujetando mi cintura; tus labios tocan la piel de mi espalda y nuca para luego dirigirse a mi oído y susurrar las obscenidades más indecentes creadas por la humanidad.

-Natsu… eres tan hermosa…- ya lo sé...-…tu cuerpo está ardiendo… y estás totalmente mojada… ¿Tanto te gusta estar a mi merced? – oír sus jadeos y la pesada respiración contra mi oído me sacaba suspiros -… ¿Oyes eso?...- claro que sí; era el húmedo sonido del encuentro entre su sexo y el mío pero que lo preguntara con cinismo, me hizo sentir apenada… de alguna manera -…Dios… me vuelve loco… Ah… si pudieras verlo … puedo asegurar, perderías el control… igual que yo…- una de sus manos dejó mis caderas y sujeto mi pierna izquierda, la que descansaba sobre el mueble, elevándola casi horizontalmente mientras la sujetaba por debajo de la rodilla.

-¿Eh?…- algo en mi interior me dijo que aquello no me convenía y sin embargo, nada podía hacerse; por detrás, él tenía mayor dominio -¡Ah! ¡Dios!...- si creí que antes había llegado profundo, no conocía lo que era capaz de hacer esté hombre. La brusquedad de sus estocadas me hacía gemir y jadear; aullar como un animal y gritar su nombre entre blasfemias. Era como si el útero fuera a estallarme en cualquier momento.

Mis manos se transformaron en puños mientras agachaba la cabeza, tratando de acallar mi voz. Desesperada por ocultar mi penoso estado, me atreví únicamente a levantar la vista lo suficiente para ver mi imagen en el espejo manchado por el vapor que producían nuestros alientos y calor corporal: me vi a mi misma invadida por un crónico sonrojo, igual que él; mis pechos se mecían de adelante hacia atrás al mismo ritmo que imponía mi amante.

Me sorprendió mucho lo que vi.

Yo en mi estado más limpio y sin artificios; sin ropa ni maquillaje, sin mi mascara de chica perfecta. Éramos sólo "Natsu" y un asesino, presos de nuestros sentimientos más crudos.

Y me gusta.

Me gusta sentirme así.

¿Por qué debo silenciar lo que siento?, ¿Quién me prohíbe disfrutar las atenciones de MI hombre?

Recompuesta del breve estado de estúpida timidez, erguí mi espalda hasta donde mis brazos me permitieran y le pedí a James, no, demandé mis derechos.

-Bésame… jodido engendro del infierno…- creí que se enfadaría pero sonrió, agachándose un poco hasta estar a mi altura.

-Tienes… boca de mafioso… ¿Sabías?...- no, y no me importa mi vulgar vocabulario. Sólo quiero que hagas lo que te ordeno y me entregues lo que exijo. Sí… bésame así… sin usar los labios, sólo nuestras lenguas chocando y enredándose erráticamente.

Adoro tu boca obscena y manos impías; como anuncias que estas cerca de correrte y la forma que das justo en el blanco, demostrándome que el "Punto G" no es una leyenda urbana. Líquido viscoso se escurre entre mis muslos hasta los suyos y me embarga la sensación de picazón característica del orgasmo.

De pronto, su mano deja el apoyo del tocador y baja sólo para masturbarme, como si necesitara estimulación extra.

Gimo y me retuerzo; mis gritos aumentando en escalas, culminando con cierto matiz agónico, ahora entiendo porque le dicen "Pequeña muerte". Abrí más las piernas, por lo menos la que estaba aún libre, derritiéndome y convulsionando; la vista cegada por un velo de lágrimas.

Segundos después, él me siguió. Lo oí rugir; sus brazos me rodearon en un abrazo asfixiante mientras besaba tras mi oreja, bajaba por mi cuello hasta el hombro, donde incluso mordió un poco, igual que un pellizco; quizá fue menos ruidoso que yo pero sus demostraciones físicas eran más extremas.

¿Ves? Perdiste la compostura e indiferencia.

Por el espejo, vi tu rostro y creo que es lo más sexy que hay en el mundo: bañado en sudor, con mechones de cabello negro pegados a tus sienes y mejillas; sonrojado y agitado. Eres una delicia y un magnifico espécimen para admirar y sentir. Por ello, lamentó cuando languideces y sales de mí con un quejido y el vacío que dejas provoca un escalofrío en mi espina. Las piernas no me responden de inmediato, así que espero un poco. Tengo ganas de acostarme y dormir. Era como llevar pesas en el hombro.

Jamás me he sentido tan cansada.

-Natsu…- su llamado me espabila y veo una mano extendida, lista para guiarme. La tomo y me lleva hasta la cama, caigo sobre el mullido colchón; él encima mío. Nos besamos lentamente, con pereza. Mis ojos comenzaron a cerrarse, y lo último que vi fue su rostro, una sonrisa adornando sus facciones rígidas pero recientemente conmovidas por el sexo.

-Me gusta tu sonrisa- alcancé a murmurar antes de quedarme dormida.

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Desperté con el ruido de los primeros coches a tempranas horas de la madrugada.

¿Qué eran, las tres; las cuatro?

Estiré mis músculos, negándome a abrir los ojos del todo, cubierto por las sábanas. Estiré un brazo, buscando a mi amante pero sólo encontré sábanas.

¿Qué demonios…?

Ya bien despierto, mis ojos tardaron un poco en reconocer el lugar y cuando pude ver bien, me descubrí solo.

¿¡Cómo! ¿¡Yo! ¿¡Despertar ASI! ¡Pero si soy quien siempre deja a la gente a su suerte!

No… probablemente esté en el baño…

Pero al revisar el cubículo, tampoco la encontré. Sólo vestigios de haber utilizado la ducha, lo cual me alteró sin preceptos.

¿¡Cómo no pude escuchar el ruido del agua cayendo! ¿¡Desde cuándo mi sueño es tan pesado!

¡Bajé la guardia!

Como vendaval, salí del baño y me dirigí a buscar mis cosas. ¿Y si su plan era engañarme para robarme algo? Conté y revisé mis documentos y todo estaba en orden. Sólo me faltaba algo…

-Mi bufanda…-.

CONT.

N/A: HALLO! Neee! Tanto tiempo de no vernos! Mucho, diría yo *Carraspeando la garganta* Como ya es costumbre sólo puedo iniciar disculpándome y esta vez, con una magistral DOGEZA marca "jumbo"…-.-… bueno, esta sí que me fue mal… durante estos meses he pasado por un extraño estado que realmente sacó lo peor de mí. Pero ahora, he vuelto, recargada y con ganas de escribir mucho.

Espero que les guste este capi..:XD! El siguiente es el último y como dije antes, es un agradecimiento por haber llegado a los "100 rw" en "Trabajos Forzados". Me siento muy feliz! 100! *Actualmente 107, lo que es todavía mejor! XD!* Bien, bien… siento muuuuucho tardarme tanto para agradecer pero ustedes saben que siempre soy agradecida (Aunque no lo crean! Oo!)

Quiero agradecer a las personas que recientemente me han agregado a sus favoritos y me han incluido en sus alertas, ¡Domo arigato! *Reverencia* XD! Espero que sea la primera y última vez que me aletargo hasta este punto…TT!...

Anuncio: sig. Semana: fin de esta historia y actualización de "TF" (Por fin!...XD)

Como siempre, agradezco su apoyo y que lean mis historias; también cuando dejan sus comentarios; y sobre todo, por su INFINITA paciencia. .:XD! Más que nada! Jejejej! Ue ue… esto no volverá a pasar! Lo prometo..X3!

Etto… gomen si Natsu quedó muy cruel pero, aceptémoslo, ella es esa clase de chica..:XD! Y B.J tampoco se queda atrás….TT! La razón por la que puse "James" como su nombre es… bueno… porque ahí tiene una "J" y parecía oportuno…XD!...

Hasta la próxima.