Nada de crepúsculo me pertenece, la historia es de Meyer y yo solo la utilizo con fines de entretenimiento.

Summary: De un pueblo se puede escapar, pero jamás puedes escapar de las acciones que una vez pretendiste olvidar. Por algo dicen que el destino es puerco


I

Dormir en un aeropuerto, era la más pésima idea que se le podía ocurrir a cualquiera, las salas estaban atestadas de niños que suplicaban en medio de lloriqueos que los dejaran jugar entre la gente, la negativa de los padres seguía siendo la misma, no querían perderlos de vista en medio de la multitud que se había arremolinado en el aeropuerto Midway de Chicago.

Un chico de cabello brocino resoplaba con incomodidad, odiaba tener que estar escuchando las reprimendas y más de la señora que había decidido sentarse a su lado, cuyo hijo parecía no entender que podía perderse con facilidad en un aeropuerto; el chico levanto los ojos para observar el reluciente anuncio de los vuelos y por desgracia, aun faltaba media hora para abordar su vuelo.

El chico soltó un suspiro de alivio, solo tendría que escuchar por media hora más aquella señora, y en menos de lo que pensara estaría aterrizando en el aeropuerto de Port Ángeles, donde su hermana lo estaría esperando seguramente con impaciencia, lo que lo llevaba a compadecerse de su cuñado, Jasper de verdad era un santo y es que aguantarse a Alice con su maniaca afición a las compras no era fácil.

Sus pensamientos fueron interrumpidos, por una vibración proveniente de un bolsillo de su abrigo gris.

— Cullen —contesto el chico con un tono cansado.

— ¿Dónde estas? —pregunto una vocecita delicada y que sonaba a unas campanillas—. Mejor no me respondas, lo más seguro es que aun en Chicago, te dije que debías estar a las cuatro y ya son la siete.

— No fue mi culpa —se defendió el chico—. Mis compañeros de trabajo decidieron hacer una pequeña despedida, ya sabes, no me dejaron salir hasta que el pastel se hubo acabado.

— Edward —dijo la vocecita con reprobación—. Sabes que en mi estado, no puedes contradecirme, espero que hayas tomado el vuelo más próximo que hayas encontrado.

— Ha sido así, Alice —dijo Edward soltando otro suspiro de frustración—. Dentro de media hora saldrá el vuelo. Por que no mejor te vas a casa y yo puedo llegar en un coche de alquiler.

— Ni pensarlo —contradijo Alice al otro lado de la línea—. Forks ha cambiado mucho desde la ultima vez que vivimos aquí y lo más seguro es que te pierdas camino a casa. Jasper y yo te esperaremos y no es ningún problema para mí.

— Pero… —alcanzo a recitar Edward.

— Te esperamos aquí —se apresuro a decir Alice—. Que tengas un buen viaje.

La llamada se cortó, dejando a Edward demasiado desconcertado, Alice cuando se lo proponía podía salirse con la suya; eso le recordaba la insistencia con que había estado por un año, su deseo era irse a Forks y construir ahí su hogar, Jasper al principio no le había gustado la idea, pero al final había accedido a los deseos de su esposa, nadie podía contradecir a Alice, ella parecía poseer un don, haciendo que las personas terminaran por hacer todo lo que ella decía.

A su madre tampoco le había gustado la idea, no quería ver a su niña pequeña tan lejos y menos cuando estaba esperando a su primer hijo, por eso es que había insistido tanto para que Edward tomara un empleo en el hospital de Forks, no había sido nada difícil, ya que muchos recordaban a Carlisle como un buen doctor, compañero y amigo de todos en el pueblo, prácticamente eso le había hecho ganar un boleto dentro del establecimiento.

Pero de nuevo, otra vibración lo hizo volver a la realidad.

— Cullen —contesto de nuevo.

— Hijo —hablo la voz de un hombre al otro lado—. ¿Ya estas en Forks?

— Aun no —negó Edward sacudiendo la cabeza—. Tarde en salir del hospital y solo encontré vuelo a la siete y treinta.

— Lo lamento —dijo la voz del hombre preocupada—. Si quieres, puedo tomar tu lugar en Forks…

— Ya le he dado mi palabra a Alice —dijo Edward con un tono serio—. No creo que… aun sigan allí… ya sabes Alice no se los ha encontrado.

— Sin embargo —repuso el hombre con un tono serio.

— No hay nada que temer, padre —dijo Edward revisando el tablero de llamados—. No pasara nada en Forks, veras como estos dos meses pasan rápido y tomare de nuevo mi puesto en el hospital. Por cierto, ¿Cómo te esta yendo en el congreso?

Un suspiro se escucho al otro lado de la línea.

— Me asegurare para el otro año, no volver a traer a Rosalie —se quejo el papá de Edward.

— ¿Tan mal ha sido? —pregunto Edward conteniéndose por no reír

— No es eso —contesto su padre mermando el tono de su voz—. Pero sabes que de vez en cuando me gusta hacer las cosas por mi solo.

— Creo que mamá la ha instruido muy bien —dijo Edward soltando una sonrisa.

— Espero que arregle pronto sus problemas con Emmett —opino el hombre serio—. Tú hermana esta muy grande, para escapar cuando la oportunidad se le presenta.

— Deberías hablar con ella —sugirió Edward revisando de nuevo el tablero y faltaban diez minutos para abordar el avión.

— Ya lo hice, pero no escucha razones —contesto el hombre—. Supongo que ya debes irte, espero que las cosas marchen bien por Forks, si me necesitas no dudes en llamarme, Alice también es mi hija.

— Así lo hare papá —dijo Edward levantándose del asiento para irse a la zona de abordaje—. Te mantendré informado sobre el progreso de Alice. Adiós y cuídate.

— Cuídate hijo —se despidió Carlisle Cullen.

Los parlantes del aeropuerto no cesaban de informar, que ya podían abordar el avión con destino a Port Ángeles. Edward tuvo prácticamente que correr para que el avión no le dejara, estaba seguro que Alice le formaría un gran problema si volvía a retrasarse unas horas más, esta vez cogería ella el vuelo solo para pegarle un puntapié; la gente que viajaba al otro lado del país caminaba de mal humor hacia el interior del avión, mascullaban las pocas ganas de viajar en un aparato que si bien se demoro más del tiempo esperado.

Edward escogió una cómoda silla al lado de la ventana, la silla al lado suyo aun no había sido ocupada y esperaba por lo menos que no fuera una madre que continuara su discusión, sobre ahora no jugar en el avión y mantener siempre con ella, si no quería terminar en la cabina del piloto.

Un chico alto y de tez canela se sentó a su lado con pesadez, parecía un tipo perteneciente alguna comunidad nativa que se había adaptado al paso del tiempo, llevaba en su mano un oso grande y unos chocolates de los cuales no veía la marca; Edward evaluó el chico sin mostrarse curioso, parecía tener su misma edad y tenia pinta de ser de Forks.

— Vaya nochecita —comento el chico mirando a Edward—. Hola, soy Jacob.

— Edward —menciono mostrándose un poco receloso—. Parece que la gente se ha quejado por el retraso.

— La verdad si —comento el joven llamado Jacob—. He pasado tres horas esperando el vuelo, creo que no volveré a montarme en este aparato, la próxima vez tomare un autobús.

— Port Ángeles, queda muy lejos —opino Edward creyendo que el tipo estaba loco para montarse en un autobús hasta el otro lado del país.

— Si, es cierto —considero Jacob acomodando el oso entre sus piernas—. Pero vale la pena. Solo que no aguantaría casi una semana sin ver a mi novia.

Ahora Edward entendía los chocolates y el oso, además de por que se había aguantado tres horas varado en un aeropuerto, muchas veces las personas hacían cosas inverosímiles por las personas que querían, sin importar el precio que debían pagar después.

— ¿Eres de Port Ángeles? —pregunto el chico poniéndose el cinturón alrededor de la cintura.

— Soy de Chicago —menciono Edward imitando el gesto del chico—. Pero crecí en un poblado cerca de ahí.

— El estado de Washington es hermoso —dijo Jacob acomodándose en el incomodo asiento—. Yo crecí en Forks, soy de la reserva.

Edward observo al chico con detenimiento, pero no le encontró ningún parecido, el también había crecido en Forks y jamás vio un chico como aquel, quizás su memoria no era tan buen después de todo, o tal vez el chico había sido demasiado tímido durante su niñez.

— Debe estar impaciente —menciono Jacob frunciendo el cejo mirando su celular—. No me ha llamado ni una vez, a veces suela ser así ¿Sabe?, las mujeres a veces son raras.

Edward asintió la cabeza, él sufría la experiencia con su propia hermana.

— ¿Esta de vacaciones? —pregunto Jacob guardando el celular en su chaqueta negra.

— Solo visita de rutina a un familiar —dijo Edward volteando la cabeza a la ventanilla, Chicago se veía como una mancha luminosa en el terreno.

— Pues debería pasar por la reserva de Forks —dijo el chico con una sonrisa—. Tenemos las mejores playas del estado, si quiere puede invitar a su familiar.

— Lo tendré en cuenta —dijo Edward queriendo cortar la conversación sin ser descortés.

— Creo que dormiré un poco —dijo Jacob cerrando los ojos—. Después de todo, no son muchas horas hasta Forks.

Jacob quedo dormido instantemente, dando lugar a que Edward meditara sin necesidad de parecer una persona grosera y antipática, como algunos de sus colegas mucho mayores lo catalogaban, siempre solía llevarse bien con los enfermeros, anestesiólogos y uno que otro especialista, de ese modo había conocido a sus dos cuñados, Emmett un anestesiólogo, demasiado solicitado en el hospital y a Jasper, el ingeniero que programaba casi todas las maquinas del hospital.

El viaje resulto ser mucho más agradable de lo que pensaba, claro, excepto por los ronquidos de Jacob que tenia alarmado a medio avión, en especial a las mujeres que lo miraban como algo indecente. Eso le recordaba, las chanzas que solía hacerle Alice, decía que roncaba como un elefante con gripa, aunque nunca supo si era verdad.

Una chica de melena ondulada y morena se levanto algo impaciente de su silla, parecía sufrir enormemente por el ruido provocado por su vecino, una jovencita menuda y blanca como la leche que movía la cabeza con disgusto, casi parecía ver a una persona que Edward nunca había olvidado a pesar de sus años alejado de Forks.

Un mensaje de texto sobresalto a Edward en su asiento, quitando la mirada de la chica que se había perdido por el pasillo con disgusto, reviso el mensaje con rapidez, se notaba a leguas que Alice estaba impaciente por que el avión llegara a su destino; Edward observo el reloj en su muñeca derecha y se dio cuenta que muy pronto serían las nueve, además que en cualquier momento aterrizarían en el aeropuerto.

La impaciencia de Alice fue recompensada después de media hora, cuando vio a su hermano caminar como un sonámbulo y arrastrando una maleta como si esta fuera el suplicio más grande de su vida, Jasper lo observo con cierta compasión, sabia lo duro que era para Edward regresar a un pueblo del que no había querido saber en mucho tiempo; Alice se soltó de la mano de su esposo y corrió abrazar a su hermano mayor que la recibió con gran alegría.

— ¡Edward! —dijo Alice con un chillido—, te extrañe mucho.

— Yo también, pequeña —dijo Edward despeinando la melena azabache de su hermana—. ¿Cómo estas?

— Bien —dijo Alice soltando la cintura de su hermano para observarlo—. Tengo un montón de cosas por contarte, no me vas a creer lo que tengo que decirte, es casi como si fuera una película de Hollywood.

— No lo abrumes Alice —intervino Jasper estrechando la mano de su cuñado—. ¿Cómo esta la familia?

— Todos bien, excepto papá —contesto Edward con una sonrisa.

— ¿Qué le ha ocurrido a papá? —inquirió Alice un poco asustada.

— Solo que se llevo a Rosalie a su congreso —contesto Edward con una sonrisa—, ya sabes que no lo deja a sol y sombra.

— Siempre ha sido muy protectora con papá —dijo Alice con reprobación y lanzo una mirada a las espaldas de su hermano—. Mira quien viene ahí Jasper, ¿Crees que debemos decirle?

Edward no escucho la respuesta de su cuñado, para volver su mirada al chico que había tenido escandalizado a todo el avión con sus ronquidos, tenia el semblante fresco, como si acabara de salir de una ducha refrescante. Jacob se acercaba con familiaridad hacia ellos, quizás para reiterar la invitación a la reserva donde vivía y la de que alardeaba como si fuera la ultima maravilla del planeta.

— Hola Alice —saludo Jacob deteniéndose junto Edward—. ¿Edward es tu hermano?

— Así es —contesto Alice con un movimiento rápido de cabeza—. ¿Se conocen?

— Venía sentado a su lado —dijo Jacob buscando con la mirada a una persona.

— Me imagino que escandalizaste a todo el avión con tus ronquidos –dijo Alice con una reprobación juguetona—. Ella no va venir Jake.

— ¿Cómo? — pregunto Jacob observando a la hermana de Edward con sorpresa.

— Nessie tuvo un ligero resfriado —comento Jasper con cierta tensión—. La ha llevado al hospital, ya sabes lo protectora que es con su hija.

Edward no entendía nada de aquella conversación, supuso que Nessie debía ser la novia de Jacob, cuando lo vio irse con mucha premura del aeropuerto y despidiéndose a medias de los presentes. Al igual que el chico, Edward, Alice y Jasper también salieron al parqueadero para marcharse, notaba la tensión entre Alice y Jasper, como si ellos supieran que la chica no se había enfermado de gripe, sino de algo mucho más grave, la actitud de Jasper al volante se lo confirmo.

— ¿No es gripe, cierto? —pregunto Edward observando a un tenso Jasper que iba a su lado.

— ¿Qué? —pregunto Jasper mirando por un momento a su cuñado.

Alice soltó un suspiro desganado en la parte de atrás del coche.

— Se ha caído de un árbol —respondió Alice mirando por la ventanilla del auto—. Nessie es muy necia, creo que por eso le pusieron ese nombre.

— ¿Es la novia de Jacob? —pregunto Edward curioso.

Alice soltó una risa misteriosa.

— No, es apenas una niña —contesto la chica—. Ella es hija de Bella Swan.


Hola a los lectores que pasaron esta historia y tambien auqellos seguidores de mi otra historia, Se preguntaran ¿Por qué decidi escribir otra cosa, en vez de terminar de escribir el otro capitulo? lo siento, pero no pude evitarlo, esto solo sera un historia corta, para desestrezarme y encontrar un camino para terminar la otra historia.

Espero que les haya gustado el capitulo y si no, asi es la vida.

Hasta una proxima oportunidad, hasta entonces.