Naruto Copyright © Masashi Kishimoto
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Invidia
Autor: ddeıSmıle


Sakura envidiaba a Hinata.

Sí, vaya que lo hacía, y mucho por no decir que en demasía.

Y es que tenía tantas razones para envidiarla que no podía contarlas con los dedos de sus manos llegando a frustrarla de sobremanera.

Hinata era una kunoichi con un keke genkai —ignorando que ella no tenía uno— admirable, un poder que se desenvolvía en movimientos gráciles y sensuales que te marcaban hasta el punto de soñar con ella despertando suspiros al verla realizar tan esplendoroso arte con una finura excelente.

Un cuerpo hermoso y lleno de atributos que provocaba deseo en más de uno; sus curvas notorias y al mismo tiempo suaves combinadas con su tersa y cálida piel era la muestra perfecta del pecado.

Desbordante de femineidad. Deliciosa y perfecta femineidad.

Detalles que ella no tenía ni tendría, porque su cuerpo carecía de curvas que llamaran la atención y no se sentía cómoda siendo una mujer tan dulce, recta y femenina como lo era su compañera.

Sí, Hinata era todo lo que Sakura jamás sería.

Pero había algo que siempre la atormentaba llegando al punto de sentirse avergonzada por sus pensamientos.

Por sobre todas las cosas Sakura envidiaba el cabello de Hinata.

Suave y con un olor a champú que te dejaba prendada.

Hinata nunca parecía tener un pequeño cabello levantado, todo estaba perfecto. Recordaba con molestia que en su juventud —no muy lejos de la actualidad, claro— cuando tenía el cabello largo, siempre terminaba con un gran enredo en sus ebras color rosa. Oh ¡Y ni hablar del color!, sus cabellos negros jamás sufrirían lo que ella, a Hinata jamás le preguntarían si ése es su color natural.

—¡Sakura-san!

Alzó la vista observando a la Hyûga correr hasta ella con una dulce sonrisa en los labios.

Al llegar su aroma inundó el olfato de la Haruno quien alzó un poco más su rostro encontrándose con el suave cosquilleo que le producía el cabello de Hinata tras haberse inclinado hasta ella.

—He terminado de entrenar, ¿Nos vamos? —bisbisó con un dulce sonrojo en las mejillas.

Sakura observó ése rostro angelical y ante la pérdida de atención la Hyûga la llamó mientras le acariciaba el cabello en un gesto lleno de amor.

—¿Sakura-san?

Esa caricia le recordó que Hinata amaba su cabello; el color rosa que según ella le daba un toque dulzón, la textura y el largo del mismo y se lo demostraba todos los días acariciándoselo como un gesto más de necesidad que costumbre.

—Sí, vamos.

Y tras eso la atrajo tomando su muñeca hasta besar con suavidad sus labios. Mordisqueó el inferior para luego lamerlo encontrándose con la cálida lengua de su morena, sumiéndose en el cálido contacto un segundo más.

Con un suspiro se separaron y se sonrieron.

Ah, pero muchos envidiaban a Sakura. Y eso le agradaba.

Porque todos en Konoha pensaban igual que ella: Hinata era una mujer perfecta, la diferencia radicaba en que Sakura era la dueña de ésa perfección y el resto del mundo no.


(Aquí)

Amo el SakuHina, no podría sentirme cómoda leyendo a Sakura con otra persona. Y aunque disfruto de una gran variedad con respecto a emparentar a Hinata la prefiero con Sakura. Espero escribir más de ellas:D