Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a S.M, solo la trama es mía (:

Stand By Me

Capítulo 14 ― Charlas I

Bella's Pov

Dio la casualidad de que Esme y Renée se conocían desde hace bastante tiempo, a decir verdad. Nos contaron que se conocieron cuando ambas estudiaban el bachillerato en Nueva York. Esme vivía allí con sus padres, pero después se marchó con sus padres a Vancouver, donde conoció a Carlisle. Las dos hablaban por correo o por teléfono, pero por unas razones u otras, dejaron de mantener contacto. Y respecto a mi madre, también vivía en Nueva York con mis abuelos, pero en un viaje de estudios en Seattle, conoció a mi padre y ambos quedaron encandilados el uno con el otro. Mi madre, creyéndose que se comía el mundo con tan solo dieciocho años, se mudó con Charlie; y bueno, lo demás ya lo sabéis.

Hacía ya una semana que Edward y yo habíamos salido del hospital, aunque ninguno de los dos había vuelto a pisar el instituto, a pesar de estar totalmente recuperados; lo mío había sido un simple desvanecimiento por pensar que Edward podía morir. Él convenció a Carlisle de que estaba perfectamente y que ya podía abandonar el hospital. Su padre ―tras revisarlo varias veces― cedió dejarlo ir, si Edward prometía guardar reposo durante una semana. Claro que mi novio le hizo chantaje a su padre; solamente aceptaba si yo guardaba reposo con él. Ante eso, ni Carlisle ni Esme se pudieron negar. Solo querían lo mejor para su hijo. A él ―por lo visto― le encantaba estar en «reposo» pues yo estaba con él y cuando Esme bajaba a la planta baja, aprovechábamos para besarnos furtivamente; a ambos nos daba bastante vergüenza que alguien nos pillara, y más si ese alguien era tu madre. O la suegra, en mi caso.

Mi madre, Jacob y Phil se tuvieron que ir dos días después de que me visitaran en el hospital. Jacob me contó que Rebecca, su hermana, estaba en época de exámenes y no había podido venir a verme, pero me enviaba saludos y que me quería. ¡Cómo la echaba de menos! También me contó sobre su novia Vanessa, que era muy mona, el amor de su vida y bla, bla, bla. Jacob era así; había hecho muy buenas migas con todos, en especial con Emmett. Ambos tenían alma de niño… aunque mi primo seguía siendo uno. Cuando se fueron, me prometieron que me llenarían el teléfono con sus llamadas; les dije que mandaran saludos a todos. En esos dos días, mi madre habló conmigo sobre Phil… le dije que no quería saber nada de él y por otro lado no sabía por qué había ido a verme, si quiera. De todas maneras, apenas había abierto la boca. Pero si mi madre era feliz con aquél hombre ―exceptuando los coqueteos que me hacía por la espalda―, yo también sería feliz.

Después de dejarle claro este punto a mi madre y que no le guardaba rencor alguno a Phil, pasamos a hablar de mi relación con Edward. Cómo me iba con él, cómo me trataba y bueno, cosas que le interesaba saber a mi madre. Aparte de eso, era verdad que yo no le tenía rencor a Phil, pues con Edward todo me daba igual y sabía que con él a mi lado nada malo me podía pasar.

Alice nos había dicho que en el instituto se hablaba mucho más de nosotros. Había varios rumores tontos, pero nada de qué preocuparse verdaderamente, dejando a Tanya a un lado. Esa… niña me tenía que dar varias explicaciones; ya que bien podía saber la alergia al chocolate de Edward o bien no, pero algo me decía que ella sabía perfectamente que Edward era alérgico. No quería juzgarla sin tener pruebas, antes me tendría que cerciorar.

Luego estaba Leah, la cual seguía dándome la brasa. ¡Ni si quiera en el hospital me dejaba tranquila! Claro, siempre hacía los comentarios cuando no había nadie en la habitación; menos mal que eso no sucedió mucho. Renée apenas se iba para comer y volvía a la habitación. Después, Jacob se quedaba en mi casa, como si no hubiese ya gente, pero se habían venido tan precipitadamente que no pudieron conseguir un hotel en Seattle. Pero de todas formas, solo habían sido dos días y Jacob y mi madre habían dormido en mi cuarto. Leah venía haciéndose la mártir, por tonterías que no venían al cuento; y por lo menos le podía haber puesto más ímpetu, porque ni un tonto se hubiese tragado su cuento. Sabía muy bien lo que estaba haciendo, y eso era todo lo contrario. Quería conquistar a mi novio, yendo de víctima por la vida. Pero Edward no es un tonto y sabe muy bien con quién está tratando. Porque, ¿a quién va a creer? ¿A su novia o a la hermanastra de su novia, la cual no trata de hacerle la vida imposible a tu chica? Yo creo que está muy claro.

―¿En qué piensas? ―preguntó Edward, sacándome de mi trance. Íbamos de camino al instituto en su Volvo después de casi dos semanas.

―Uh, en nada importante ―le respondí con una sonrisa.

―Sé que estás preocupada por algo ―contestó mientras le daba un apretón cariñoso a mi mano entrelazada con la suya―; y esa preocupación tiene nombres, ¿verdad?

―Sí ―dije secamente; no me apetecía tocar el tema.

―Tal vez debería decir nombres… ―comentó como si nada. Como veía que no contestaba, añadió―: ¿Te has enfadado, Bella?

―No, Edward; solo estoy molesta con esas dos personas ―Bufé.

―Por Tanya no te preocupes, ya te he dicho que hablaremos con ella. Y por Leah…

―La tendré que soportar ―rodé los ojos.

―Vamos, Bella. Eres mayor de edad y puedes hacer lo que quieras. ¡Hasta mudarte a mi casa! Sabes que Esme y Carlisle no se mostrarían renuentes ―eso era cierto y Edward siempre me lo repetía cada vez que podía.

―Sí, claro ―le respondí sarcásticamente―. He venido a estar con mi padre y una necia no me lo va a impedir ―le contesté mirándolo. Posó sus ojos en mí cuando aparcó al lado del Jeep de Emmett.

―Bella…

―No, Edward. Estoy bastantes molesta, pero eso no va a hacer que lo pague contigo. Así que si no quieres que tu novia se cabree con su novio, bésala.

—¿Seguro que su novio no se va a enfadar conmigo por besar a su novia?

―Claro que no. Esto quedará entre tú y su novia ―contesté con una sonrisa.

Al instante, sus labios se posaron en los míos. Su lengua jugaba con la mía, hasta que un toque en la ventana de Edward nos hizo separarnos.

―¿Qué quieres, Emmett? ―preguntó Edward con un deje de irritación en su voz. ¡Maldito Emmett que siempre tiene que interrumpir!

―Oye, Bella, no pensaba que eras de las que se dejan llevar; pensaba más que eras de las que llevaban el control.

―¡Joder, Emmett! ―le grité, mientras que me bajaba a trompicones del Volvo―. Déjate de tonterías que hoy no estoy para juegos.

Me fui de allí, dejando con la palabra en la boca a Emmett. Sinceramente, no estaba de humor para hablar. Y mucho menos de tratar con las bromas de Emmett.

Entré en el instituto, queriendo ―por una vez― que Edward me dejase un rato a solas. De verdad que lo necesitaba. No era nada con él, pero temía lo peor si venía tras de mí. No quería pagar mi enfado con ninguno de los seis, y mucho menos con él. Era lunes, por lo que a primera hora tenía clases con Edward, pero si su llegada se retrasaba un poquito más, sabía que mi enfado disminuiría considerablemente.

Edward llegó justo antes de que llegara el profesor, por lo que no tuvimos tiempo de hablar. Parecía preocupado por algo, y sabía que quería decírmelo, pero las constantes chorradas que salían de la boca del profesor, lo retenía. Era como si el profesor tuviera un imán, que hacía que la cabeza girase cada vez que Edward abría la boca para susurrar.

―Bella, ¿podemos hablar? ―dijo al fin cuando el profesor dio por finalizada la clase.

―Claro ―accedí con una sonrisa.

―Verás, es algo que no te va a hacer demasiada gracia ―comentó mientras íbamos a nuestra siguiente clase, con nuestras manos unidas.

―Me estás preocupando…

―Leah…

Pero no pudo continuar, pues una imagen que nunca creería ver, pasó ante mí; Leah y Tanya reían mientras que Leah cargaba su mochila. ¡Mierda! ¿Cómo no se me pudo pasar por la cabeza? Sabía que Leah no se iba a levantar media hora antes para llegar a tiempo a la reserva, y menos para ir al instituto. No, ella tenía que venir al instituto de su hermanastra para seguir con la tortura que no había acabado en casa. Ah, pero ella no sabía que este era mi territorio y que aquí estaba con mucha gente que me quería y que no me iban a dejar ser pisoteada. Já, se creía que iba a ser la misma Bella sensible que no se sabe defender… Pues no, señor, estaba decidida a hacerla pagar con su misma medicina… No destrozándole el cuarto como ella me lo hizo a mí hace casi un mes, pero había otros métodos para que me dejara en paz. Aunque también podía echar más leña al fuego y eso no era lo que estaba buscando. Aún así, decidí ponerla en su lugar.

―Lo que me quedaba ―susurré con ira. A pesar de eso, sabía que Leah y Tanya eran muy buenas amigas. Como diría mi madre; «Dios las cría, y ellas se juntan»

―Eso era lo que te intentaba decir ―musitó Edward, con arrepentimiento. Sabía muy bien que Edward no le guardaba rencor a Tanya, pues él mismo había dicho que tal vez ella no supiera nada de su alergia; y con Leah solo estaba un poco resentido por cómo me ha estado tratando, pero nada más―. Emmett y yo la hemos visto cuando tú te has ido corriendo hacia dentro. Casi se me echa encima, pero menos mal que Emmett la ha apartado. Sabes que soy muy educado con las señoritas ―me contó, sonriendo.

―Me voy a tener que enfadar contigo, ego.

Sí, ya le acortaba el mote; el otro era demasiado largo.

―¿Y eso por qué, simpa?

―Un poquito más y me dices Simba ―Rodé los ojos y me giré hacia él, rodeando su cuello con mis brazos―. Me voy a tener que enfadar porque…

―Pero mira a quién tenemos aquí ―Dijo una irritante voz demasiada conocida para mí.

―¿Qué quieres, Leah? ―contesté, girándome hacia ella.

―¿Yo? Nada, solo venía a saludarte como buena amiga que soy.

―Sí, claro ―respondí irónicamente―; y yo soy la novia de Max Irons (1)

Escuché un gruñido procedente del pecho de Edward, pero ahora estaba concentrada en otra persona. Y que Dios me de paciencia con ambas.

―Vamos, Isabella; ¿no te basta con tratarme mal en casa? ―dijo con carita de niña buena.

―¿Sabes lo que te digo? Que me da igual ―y sin más, volví a coger la mano de Edward y lo arrastré hasta la siguiente clase. O eso intenté.

―¿Y ahora te haces la niña buena después de todo lo que me has hecho en casa?

―Vamos, Leah, eso no te lo crees ni tú. Pero me da igual; ve diciendo de mí lo que te dé la gana.

―Yo no digo mentiras, Isabella ―contestó con falsa incredulidad.

―Me parece bien ―y ahora sí, me fui de allí con Edward, dejándoles con la palabra en la boca.

Fuimos hacia el aula de Matemáticas en silencio; no me atrevía a decir algo por temor de pagar mi enfado con Edward, y él tampoco dijo nada. Al parecer, tenía una cara que decía «ni me digas hola» Cuando llegamos, Emmett y Rose ya estaban allí.

―No te preocupes por Leah, Bella. Sabes que… ―comenzó Emmett.

―No, Emmett; no le vas a pegar que ya sé por dónde vas ―lo paró Rosalie, gentilmente.

―Cierto, pero aún así… ―replicó de nuevo.

―No, Emmett; si Bella no quiere, no se hará nada ―atajó Edward.

―No sé por qué sigues viviendo allí, Bells; te alteras con nada, tienes ojeras, no comes y ya no se te ve sonriente como antes ―dijo Rose, con un deje de tristeza.

―Ya lo sé, Rose. Pero ¿Qué se supone que tengo que hacer? Ahora va diciendo por todo el instituto que soy la mala. ¡Yo! Cuando fue ella la que me destrozó mi habitación y me tiró el móvil por la ventana. Y encima, la mala soy yo… Anda y que le den por…

―Ya Bella ―Edward me atrajo hacia su pecho, dándome un reconfortante abrazo. Me dejé llevar y lágrimas empezaron a salir por mis ojos. No, no iba a llorar y menos por una cría que es menor que yo. ¡De eso nada!―. Shh, no llores, Bella ―la voz de Edward me arrulló y me calmó rápidamente, sintiéndome mucho mejor.

―Gracias ―le dije mientras depositaba un beso en su mejilla; él besó las mías, quitando cualquier rastro de las lágrimas.

―No hay de qué, Bella ―respondió con esa adorable sonrisa torcida.

La profesora entró a la clase después de que mi estado de ánimo mejorase notablemente. La clase pasó rápida entre las quejas en susurros de Edward y los resoplidos de Emmett; ambos no tenían ni idea de lo que estaba diciendo la profesora. Menos mal que Edward me había dicho que le diese las clases mientras estábamos de reposo, para aprovechar el tiempo.

―Nos vemos después ―le dije a Edward llegando a la clase de Lengua y Literatura.

―Está bien. Después tenemos que hablar, y lo sabes. Esta vez no te vas a salir por el tangente, ¿entendido? ―sabía que Edward quería seguir con el tema de Leah, pero siendo sincera, la niña es que me la traía floja; sin embargo, me parecía mal escaparme por la tangente cada vez que podía―. Además, acuérdate de que hemos quedado para hablar con Tanya en el recreo.

―¡Cómo se me va a olvidar eso! ―repliqué sarcásticamente.

―Recordar no es malo, Bella ―Rodó los ojos y posó delicadamente sus labios en los míos―. Te veo luego.

Salió escopetado hacia su siguiente clase, pues era un señor bastante exigente que no te deja pasar ni una.

―Hey, Emmett ―saludé cuando me senté en mi asiento.

―Bells ―respondió con esos hoyuelos que le quitaban todo aspecto amedrentador―. ¿Cómo estás? Seguro que Edward está paranoico ―rió, supongo, ante la imagen mental de Edward examinándome con deliberada lentitud.

―Mira, Emmett, ¿sabes qué? Que la niña esa que tengo por hermanastra se puede ir a la mierda si fuera por mí, pero como no se puede… la tendré que soportar. Pero bueno ―suspiré. La idea esa de «pagarle con su propia medicina» ya no me parecía tan buena; yo no era una persona rencorosa, y conociéndome como me conozco, luego llegarán las lamentaciones. Además, mi mente puede ser muy imaginativa a la hora de escribir una pequeña redacción, pero no con las venganzas. Lo dejaría correr; ya se aburriría de mí―. Voy a pasar de ella, y por mí, como si sigue con los insultos.

―Bella, no te puedes dejar pisotear por una persona, ya sea chica o chico, mayor o menor que tú ―contestó Emmett serio; era la primera vez que lo veía así―. Esa chica te está menospreciando y tú no te mereces eso, Bella. Eres realmente dulce y adorable, que piensa en los demás antes que en ti misma. Por eso no quieres decirle a la gente lo que sucede con ella; por miedo a que le hagan algo. Podría poner la mano en el fuego y no me quemaría, Bells. Estas palabras las debería decir mi madre, pero dadas las circunstancias… «Eres la mejor chica que puede tener Edward, Bella. Y me alegro por ello»

―Ya le has ahorrado el discurso a Esme, Emmett ―reí, ignorando todo lo demás―. Ahora, ¿qué cara le voy a poner a Esme cuando me lo diga? ¡Qué poca vergüenza!

Emmett soltó unas risotadas que se dejaron escuchar por toda la clase y la profesora entró justo cuando las risas de Emmett se esfumaron.

La clase pasó más veloz de lo que me hubiese gustado; ahora venía la charla que tenía pendiente con Edward y otra con la bonita de cara de Tanya.

¡Hoy no era mi día!


Max Irons: bueno, si habéis visto Caperucita roja, es Henry y el chico está ¡wa! Lo comparan con Robert Pattinson en que él y Robert no se conocían en el cine y pues ahora les ha llegado la hora de conocer la fama y creo que ambos se llevan muy bien.


¡Hola!

Lamento mucho el retraso; sé que dije que solo sería más de un mes, pero no ha podido ser. Se me había ido la inspiración para este querido fic :) Pero aquí estamos de nuevo. También han sido los pocos reviews que recibí en el capítulo 13. De casi 19 pasamos a 9! ¿No os gusta el fic? :(

No, que es broma! xD

Tengo que comentaros varias cosas... Una: No sé cuando voy a actualizar, pero intentaré que sea cuanto antes, no prometo nada.

La segunda es que ¡me voy de intercambio a Londres! No sé si ya lo habéis leido en otros de mis fics, pero por si acaso, lo digo de nuevo. Va a ser difícil que actualice pues me tengo que ir con todos los exámenes hechos. Así que, a estudiar se ha dicho. :)

La tercera y creo que última es: Tengo un nuevo fic que se llama BLOOD LOVERS. Por favor, pasaros; es muy bueno y promete! :D Aunque sea solo un vistazo, algo es algo! ^^

Ah! que se me olvidaba; tenía pensado hacer este capítulo en uno con las conversaciones con Edward y Tanya, pero se me ha echo realmente pesado escribirlo, por lo que lo he partido en dos y ahí serían ya las charlas... Planeba hacer el lemon en el siguiente capítulo, pero como ha surgido un imprevisto, estará en el capítulo 16, más o menos :)

¡Muchas gracias a todas aquellas que se toman la molestia de dejarme reviews, alertas, favoritos y por supuesto a las que me leen!

Robert Ashley Cullen Swan (:

I wanna know why you wanna throw me away..