Título: Todo o Nada.

Por: Clumsykitty & Kida Luna.

Parejas: NanoFate, HayateAli, AliFate.

Serie: Mahou Shoujo Lyrical Magical Nanoha.

Derechos: MSLN no nos pertenece sino a sus respectivos autores.

Advertencias: El contenido de este fic es Yuri, si no te gusta, con el debido respeto te pedimos que no leas. Gracias.

Sinopsis: En este juego se apuesta de todo: Dinero, sueños, personas y sobre todo, corazones. ¿Cuánto quieres ganar? Y... ¿cuánto estás dispuesto a perder?

Canción: Every you Every me, de Placebo.


Sucker love is heaven sent
You pucker up, our passion's spent;
My hearts a tart, your body's rent.
My body's broken, yours is bent.

Carve your name into my arm.
Instead of stressed, I lie here charmed,
Cuz there's nothing else to do,
Every me and every you.

Sucker love, a box I choose.
No other box I choose to use,
Another love I would abuse,
No circumstances could excuse.

Amor fácil es un fruto del cielo
Y lo desprecias, nuestras pasiones acabadas;
Mi corazón es un cualquiera, y tu cuerpo está en renta.
Mi cuerpo está roto, el tuyo está gastado.

Graba tu nombre en mi brazo.
No me estreso, mejor descanso encantado,
Porque más que hacer no hay,
Todo yo y todo tú.

Amor fácil, un cascarón elijo.
Ningún otro elijo usar,
Otro amor del cual abusar,
Ninguna circunstancia me puede excusar.


Capítulo VI
Ambición

Era de madrugada aún. Muy temprano para comenzar el día pero dentro de una media hora sería demasiado tarde para llegar a clases. Las manos, refugiadas en los guantes color celeste, se frotaron contra sí mismas mientras los labios emitían un vaho por el frío que se había instalado ese día.

Tap, tap, tap.

Una mirada de preocupación surcó su rostro cuando éste se elevó al cielo, sólo para recibir la llovizna que caía. Aún si tomase el autobús, no llegaría a tiempo.

Su cuerpo tembló ligeramente ante la brisa matutina.

Con una sonrisa derrotada y el pesar en su persona dio un paso delante. Casi al mismo tiempo, el sonido de las llantas derrapar en el asfalto se escuchó.

-"¿Qué haces aquí?"

Nanoha Takamachi miró sorprendida a la rubia que se había detenido enfrente de ella justo antes del cruce de una calle. Una mano fija en el embrague de la motocicleta negra y un pie apoyado firmemente en el pavimento húmedo.

El viento sopló más fuerte entonces, pero esta vez la pelirroja omitió el incómodo frío.

-"¿Qué haces aquí?"

Cuando la ojiazul al fin se animó a contestar, con un ceño fruncido, Fate no pudo evitar echarse a reír a carcajadas. Tomó con ambas manos su casco y se lo retiró, permitiendo que sus cabellos se esparciesen libremente.

-"Yo voy camino a la escuela –Fate rió de nuevo mientras sostenía con una mano el casco-. Sí, cerebrito, puede que no sea como tú pero al menos intento llegar."

La sonrisa altanera en la rubia se ganó un bufido por parte de la otra. Sin ánimos de seguir hablando, Nanoha se arrepujó en su abrigo y empezó a caminar. Testarossa actuó de inmediato, abandonando la moto y el casco en el suelo mientras salía a interrumpir el paso del objeto de su interés.

El transporte hizo un sonido sordo al caer descuidadamente al asfalto, como una de las tantas cosas más que Fate solía dejar caer sin prestar la más mínima importancia.

-"Hey, hey, tómalo con calma. Estaba bromeando, Nanoha –la sonrisa que acompañó a esas palabras para nada tranquilizó a la aludida-. De acuerdo, vale. Mira, es muy temprano, el tiempo está del asco, hace un frío terrible aquí afuera y entre más tiempo pasamos blah, blah, blah, no hacemos más que mojarnos con esta lluvia. Tengo una moto, un asiento y casco extras. Así que…"

Las manos enguantadas en negro señalaron al transporte desbocado en el asfalto. Nanoha miró el aparato en cuestión, allí, tirado al suelo como si nada.

"Debes estar bromeando…"

Fate suspiró, adivinando el tipo de pensamientos que corrían por la cabeza de la otra.

-"¿Sabes qué? No voy a estar esperando a que te decidas, princesa, allá tú si quieres llegar empapada y con los tobillos hasta el colmo de lodo –la rubia se dio la media vuelta, pero antes de dar un paso, algún recuerdo en su mente la hizo sonreír mezquinamente-. Después de todo, ¿cómo podría una niña mimada como yo que no sabe el significado de la palabra valor, comprender a una miserable como tú, que no vive más que para morirse hambre por notas que no te cubrirán del frío ni de la lluvia que se avecina? Oh, es cierto… -fingió con voz dolida-. No podría, ¡pobre de mí, Nanoha!"

Nanoha no dijo nada. Ni siquiera se molestó en replicar la osadía que tenía al llamarla por su nombre de pila. Su mirada se mostró fija y neutral. Sin mostrar ninguna emoción ni resentimiento en ella.

Los ojos zafiro sin más se limitaron a seguir la silueta femenina recoger de golpe el casco botado, sólo para montar la motocicleta e irse tal y como había aparecido, de la nada. Un relámpago se asomó entre las espesas nubes de aquel cielo gris oscuro y una brisa sumamente fría le acompañó.

La pelirroja tembló por un momento. Se encogió de hombros y siguió adelante después, caminando firmemente sobre la acera entre los charcos de agua sucia que empapaban los algo gastados zapatos de charol.

El cansancio y la pesadez en su cuerpo, tal vez, fueron la causa de que no tuviese las ganas suficientes como para iniciar riña con aquella rubia malcriada. Pero en el fondo, aunque Nanoha no lo dejó ver por fuera, Fate había acertado en algo.

El ruido del agua estancada ser pisoteada se detuvo por un instante. Era verdad. Un pequeño suspiró abandonó sus labios.

-"Tengo hambre..."

Las pupilas azules ahora reflejando la parada del autobús.


Había ya iniciado la segunda clase de la mañana para cuando Nanoha cruzó la puerta del salón. El maestro le permitió entrar, ella avanzó a su lugar, algunos compañeros le miraron y Fate tan sólo sonrió divertida.

-"La terquedad no te queda bien, Nanoha. Mira cómo te ha empapado" –murmuró burlona, sabiendo de antemano que la joven sentada a su izquierda la escucharía.

-"Nada que un buen baño no arregle. Pero eso de seguro no lo sabes, si es que siquiera eso puedes hacer por ti misma."

Fate rió suavemente y negó con la cabeza.

-"¿Y eso a mí qué? Yo tengo cómo moverme, ¿y tú? –en este punto, giró el rostro para verla y sus labios formaron una sonrisa sardónica-. Ah, cierto, tú prefieres tomar el autobús. Espero que no se te moje el vestido de vuelta a casa, princesa."

Nanoha sacó su libreta de apuntes y un bolígrafo. Tranquila y refinadamente empezó a escribir mientras alternaba la mirada entre los garabatos en el pintarrón y las hojas blancas en las que escribía.

Fate, curiosa –en realidad, para nada interesada en la clase-, apoyó su mentón en una mano y se dedicó a mirar a la pelirroja. El tipo de letra decía mucho de una persona, se percató en ese momento; por ejemplo, las letras prolijas y bien ordenadas de Takamachi hablaban mucho de su seriedad no sólo en el estudio, sino en el orden que le daba a las cosas en su vida.

Y cuando la rubia se refería a orden, sabía que en cuanto a la ojiazul estaba hablando de "prioridades".

Una vez que la otra se había sumergido en las clases, Testarossa estaba más que segura que su pequeña y divertida perorata había muerto por la paz. No hallaría manera de que Takamachi siguiese fanfarroneando. Así como tampoco había manera de que el maestro en turno la obligase a poner atención.

Los ojos rubíes se desviaron unos segundos a la pizarra entonces, aquellos símbolos o números o lo que sea que fuesen delante de ella se le antojaron borrosos y aburridos. Así que decidió salir a tomar aire fresco, frío y helado ciertamente, pero cualquier cosa era mejor que esa pequeña jaula llena de ratas aburridas.

En el momento en que Fate se hubo puesto de pie, su pupitre chocó con el contiguo y el corrector de Nanoha fue a dar al suelo. Antes que su dueña lo recuperase, la rubia se agachó y se irguió ágilmente. Una de sus manos tomó la de la ojiazul con firmeza, pero con un leve roce incitador.

-"Cuidado con lo que pierdes, Nanoha –los labios fueron humedecidos por una lengua atrevida antes de soltar más palabras-. Un día de estos alguien podría aprovecharse de ello."

Yo, por ejemplo.

Cuando Takamachi leyó esos labios demoníacos y recibió su corrector en su mano, sus ojos azules, férreos y fuertes, le devolvieron una contestación muda a Fate Testarossa.

"No me amenaces, porque puedo golpearte más fuerte de lo que crees."


La pequeña cicatriz que surcaba el dorso de su mano derecha, protegida por la muñequera que llevaba puesta, le hizo exhalar un suspiro nacido de la melancolía en su interior.

Las pupilas juveniles echaron un vistazo a sus pantalones del uniforme deslavados y viejos, aún útiles sí, pero ya contaban a la vista el largo tiempo que habían resistido. Ambas manos sujetaron contra el cuerpo el abrigo negro e igualmente relavado que traía sobre sí.

Era una visión media patética, pensó. Rió, inclusive, con cierta tristeza y alegría.

Suspiró y retomó el camino en el patio de la escuela. Hubiera continuado tranquilamente, de no ser porque de un pasillito de losa contiguo apareció la figura de la única persona que podía hacer temblequear todo su sencillo, modesto y humilde –pobre- mundo.

Y la vio detenerse. La vio temblar de frío, por uno o dos segundos.

No dudó en quitarse el abrigo raído para ofrecérselo. No dudó en acercársele con una sonrisa. No dudó en morirse de frío por ella.

No. Eso no lo dudó.

-"¡Oye, Caro, espera!"

Pero lo que sí dudó es de que un miserable suéter medio roto pudiera compararse a la gabardina de marca que aquel otro joven le daba a la señorita Ru Lushe.

La pena y la vergüenza se aglomeraron en su pecho.

Patético. Pensó una vez más.

Cerró los puños y contempló a la muchacha alejarse, al lado de ese ricachón compañero desconocido de instituto.

Miró la cicatriz escondida tras la tela que cubría su mano y se dijo en su mente que nada era imposible. Todo en la vida tenía precio. Lo material, en este caso, era lo más fácil de conseguir.

Y fue así como Erio Mondial supo que no había nada que un par de cicatrices más no pudieran comprar.


Recuerden inscribirse a los talleres extracurricularas, todas las alumnas, sin excepción, deben tener para el fin de semana su acreditación como parte de algún taller o perderán el ciclo escolar. Las señoritas Yoko Hamamura e Iko Takeshi favor de pasar…

La voz desafinada y algo estridente de la subdirectora, aumentada por el pobre sonido estereofónico de la escuela llenaba los pasillos, patios y gimnasios, avisando a las jóvenes sobre su nueva asignación del ciclo. Muchas comenzaron a hacer planes sobre qué taller tomar o qué profesor apuesto podría dar tal o cual materia. Pocas eran las que veían en aquella tarea un verdadero infierno, como por ejemplo, Alicia Testarossa.

No iba a ponerse en ridículo frente a un grupo de inútiles cuyas aspiraciones se cumplían al ponerse un ridículo traje, declamar alguna poseía, desafinar frente a un micrófono ante una multitud deseosa de verle caer, o bien, moverse como mono cilindrero bajo luces multicolores. Oh, no. Tenía una dignidad que cuidar y no iba a caer en ese jueguito de profesores necesitados de humillación estudiantil voluntaria.

Sin embargo, tenía un serio problema llamado aprobación académica. Y ello requería la fastidiosa participación en esos talleres. Dejó a la pobre chica en turno jadeando con mejillas rojas, labios relucientes de saliva y mirada perdida para que cayera en el feo suelo empedrado de la parte posterior del gimnasio; sin más, se fue a ver la lista de talleres donde se inscribiría. De los males, el menor.

Danza, nunca. Bailaba como una diosa pero era un gusto de dioses precisamente. Coro, por todas las galaxias tragadas por agujeros negros, no. Orquesta, a menos que los instrumentos fueran usados para una orgía espectacular, lo cual dudaba seriamente, así que tampoco. Teatro, ja. Poesía y declamación. Sonaba tentador. Acercó sus ojos para leer algo más sobre el taller y quien lo impartía: Profesor Kuno Kibayashi, su retrato sonriente estaba adjunto en la hoja pegada al periódico mural principal.

Un espacio para recrear la mente…

Mas Alicia solamente se fijó en algo: Era el sitio menos concurrido por una razón que podía inferir de inmediato. Nunca se hacía nada en ese taller.

-"Ahí voy" –dijo sonriente.

Tomó uno de los papelitos recortados para arrancarlo con elegancia y caminar moviendo sus caderas hacia el pobre y abandonado lugar del taller, un salón que alguna vez fue elegante pero ahora era más bien como un retrato antiguo sin color de los tapices Art Noveau y las lámparas Art Decó, los muebles de la Bau Hauscon, algunos posters expresionistas y futuristas, sin dejar de lado por supuesto, los hermosos cuadros de poemas.

-"¿Profesor Kibaro?"

-"Adelante, adelante señorita… am…"

-"Testarossa."

Alicia entró como quien es llevado ante la cámara de gases, sus ojos mirando las sillas de naranja chillante que soportaban los pesos muertos de estudiantes cuyos ojos se abrieron al ver algo tan llamativo como exótico que era el cuerpo de Alicia. Doce exactos cuerpos muertos, los recorrió uno a uno hasta que entonces vio algo que le hizo sonreír con coquetería.

Hayate Yagami estaba ahí.

La suerte salía al encuentro de las mentes preparadas y Alicia no podía sino confirmar aquella frase al tomar una silla de naranja chillante para colocarla como quien no quiere la cosa, no junto a la chica que estaba sorprendida como los pesos muertos que la rodeaban, sino al lado del profesor. Ok, ella podía manejar a todos ellos, incluido al docente que le sonreía tratando con toda su fuerza de voluntad de no mirar las contorneadas piernas de la rubia bajo aquella nada modesta faldita, fallando miserablemente en el intento.

-"Am… sí… am… Señorita…"

-"Testarossa" –repitió de nuevo.

-"Am, sí. ¿Puede decirnos por qué… um…?"

-"Adoro la poesía, maestro Kibaro. Es para mí la mejor muestra de las facultades de la mente humana en pleno contacto con aquel yo interior; la perfecta simetría de las palabras y los versos que expresan con sublime creatividad las pasiones que nos hacen imaginar mundos distantes como penas conocidas."

-"Vaya –comentó con sorpresa-, parece que sí está en onda, señorita Testarossa."

Alicia le sonrió y pasó por alto aquel intento mediocre de hablar como adolescente por parte del profesor con lentes de botella. Le dio su papelito para que le diera su comprobante de inscripción, ignorando aparentemente en el proceso la cara estupefacta y asombrada de la inocente Yagami.

-"No sabía que también fueras poeta –susurró asombrada y confundida-, además de una gran pianista."

Hayate le alcanzó después del brevísimo y atropellado discurso de bienvenida al taller del maestro, quien dio por terminada la sesión pues nadie, salvo Alicia, sabía de métrica poética, clases de poemas o siquiera corrientes literarias. Tarea para la siguiente sesión y que Alicia ya había ordenado hacer a sus fieles seguidoras, o eso estaba tecleando en su celular cuando la chica de ojos azules le llamó con su típica timidez andante.

-"No sabes mucho de mí –dijo entre ofendida y a la vez enigmática-. Eso sucede a menudo cuando juzgas con prejuicios."

-"Bueno, tú tampoco te presentaste en los mejores términos."

-"Cierto… -hizo una pausa para captar mayor interés-. No lo hice."

-"…ni te has disculpado por ello…"

La rubia se volvió sorprendida del arrojo en aquellas palabras. Hayate se sonrojó hasta las orejas. Había dos opciones: Abofetear a la castaña hasta que la mano le doliera o bien…

-"¿Comenzamos de cero? –Alicia sonrió de lado, tragándose su titánico ego y regocijándose en vez, por dentro, del sabor delicioso que le esperaba en un futuro inmediato-. Hola –no pudo evitar relamerse los labios-, soy Alicia Testarossa."

-"Hayate Yagami" –a diferencia de la rubia, la castaña sonrió con inocencia y simpatía.

Dos manos se estrecharon así, con las tan distintas sonrisas intercambiadas. Alicia señaló con su cabeza hacia la parte posterior del gimnasio para que la otra le siguiera. Ahí, aunque las ganas de seducirla no le faltaban, optó por otro plan; uno de paciencia pero astucia artera, así como la telaraña de una viuda negra. Habló con Yagami como cualquier otra chica, palabras medidas y bien pensadas, ensayadas con anterioridad en la lujosa recámara de la rubia para cuando el momento se presentara y que era más pronto de lo que imaginaba.

A ese paso, le ganaría a su gemela. Su ego gritó de júbilo en su interior y se hinchó enormemente en ese instante, a pesar de que siempre estaba hinchado.

Hayate, por otra parte, salía corriendo y abrazando sus libros contra su pecho, riendo divertida y sin darse cuenta que en sólo unos días su concepto sobre la rubia Testarossa había cambiado en un giro de 180 grados. Ya no la podía ver como una amenaza de cuerpo sexy y mente maquiavélica, sino como una chica que guardaba grandes tesoros que podía compartir si alguien le daba la oportunidad.

Aunque lo que ignoraba, era que esos tesoros venían en la caja de Pandora. Y no por nada las leyendas contaban que el mundo entero había sucumbido ya una vez ante el encantador pero fatal embrujo de dicha caja…

Y exactamente así, fue como el mundo jamás volvió a ser el mismo. Jamás.


-"¿Taller de poesía?"

-"Ajam"

-"¿Taller de poesía?"

-"Fate, hermanita, si alguna vez consigo hacer un poema en ese taller, el mundo caerá en el apocalipsis. El profesor Kibaro es harto conocido por su impuntualidad, falta de organización como don de mando para con sus estudiantes, sobre todo si de cuando en cuando le muestran su pantaleta. Yo que tú, empezaba a buscar el taller donde de manera extraordinaria, pasarás."

-"No necesito tu sarcasmo."

-"Lo sé, sé que necesitas pero no puedo dártelo en estos precisos momentos, hay que guardar recato, ¿sabes?"

La menor bufó mientras observaba a su hermana gemela arreglarse sus coletas, en tanto ella estaba tirada sobre una colchoneta del gimnasio en un cuarto sin ventanas y con tan sólo un foco iluminando ambos cuerpos adolescentes que recién habían terminado de darse placer mutuo, justo para relajarse luego de un día tedioso como le decían. Sin nada de acción ni interés para sus vidas.

-"Iré al mismo taller" –declaró sin quitarle la vista de encima.

-"Ah, no, Fate Testarossa –la paró en seco-. Deberás buscar a Nanoha e ir tras ella en el mismo taller si acaso no quieres perder tu apuesta, cosa que tengo entendido, ya hiciste. Si cambias de taller, pierdes absolutamente. Y por cierto, -agregó como si fuera cualquier cosa- subiré el precio."

-"¿Subir la apuesta? –Fate alzó el entrecejo-. ¿Y qué quieres agregar?"

Alicia terminó de arreglarse y tomó el lápiz labial para colocarlo en aquellos labios finos, mirando en tanto de reojo a su gemela, que aún yacía desarreglada.

-"Si consigues a Nanoha –hizo un chasquido con sus labios, degustando lentamente el labial-, pero además haces que lo admita públicamente… Haré que pases el año con un promedio superior al que has tenido; y claro, podrás hacerme lo que quieras."

La más chica en edad se quedó callada por unos segundos y desvió la vista a un punto en blanco. Su mente, que si bien no era amante a los estudios, se puso a trabajar veloz y cautelosamente en las pocas palabras proclamadas por la otra.

-"¿Qué sucede en el imposible caso que pierda? –preguntó suave y tranquilamente-. Y que tú hagas lo mismo con Hayate."

-"Ou… -Alicia fingió pena por ella-. Bien, además que serás mi perra y dejarás esa mugrosa banda tuya que te absorbe MI tiempo, me darás acceso a tu cuenta de…"

-"¡NO!" –Fate se puso de pie de inmediato y buscó su uniforme para vestirse, ni siquiera se molestó en disimular lo muy malhumorada que se sentía.

-"…y humillaré públicamente a Nanoha Takamachi" –terminó tajante Alicia en lo que recogía su mochila. No pudo evitar mirar con una ceja arqueada a su hermana, tenía un mal presentimiento pero no sabía de qué o por qué-. Suerte con tu taller, hermanita. Te quiero."

Las últimas palabras falsamente melosas hicieron que Fate gruñera a una puerta que se cerró, llevándose consigo el aroma exquisito y seductor de su hermana. Darle el control completo a Alicia era como morir en vida, no necesitaba ser un genio para adivinar qué haría con las demandas que pedía con aquella apuesta renovada.

Pero sabía jugar también ese juego y se lo demostraría, quien mordería el polvo sería Alicia y no ella. Haría que nunca, jamás, se atreviese a retarla de nuevo sin sentir el miedo y la vergüenza calarle los huesos.

La ojírubí salió de ahí pensando en el estúpido taller de mala muerte donde la pelirroja se encontraba, cuando le vio correr hacia la zona de las canchas. Parecía algo apurada, como emocionada.

Fate le siguió sigilosa, tal cual leona a la caza de un gordo caribú en la sabana, por entre los jardines y algunas estudiantes a las que hizo a un lado sin tomar en cuenta los reclamos que le daban. Entonces, notó que había una manta por encima de la profesora de deportes, un taller deportivo, por supuesto.

-"Joder, y pensar que dejé el club de Tara-Poesía por esto…" –refunfuñó entre dientes.

Sin otra opción por lo pronto, decidió acercarse a lo que probablemente serían las primeras pruebas de equipo. Divisó enseguida a Takamachi, entusiasmada y con las orejas rojas pidiendo acceso a algo que de seguro, no debía de ser ni lo más mínimo de interesante.

No le sabía aquel espíritu deportivo, admitió. Los labios de Fate se curvaron con una nueva malignidad aflorando al exterior; después de todo, con algo de estímulo, ella también podía demostrar un espíritu sumamente arrollador.

Sin prisa alguna, dejó que Takamachi hiciera sus pruebas corriendo, saltando, giros de gimnasia así como pruebas con el balón; tal parecía que lo que sea por lo que su némesis competía, lo conseguiría. Eso claro, si ella no se interponía primero.

Como quien no quiere la cosa, Fate se acercó mirando el número limitado de papeles, haciendo emocionante el asunto para ella misma. Nanoha platicaba con sus compañeras de taller sobre las miles de posibilidades de quedar aplastada por los balones cuando Fate apareció de la nada, aludiendo que como miembro del Club de Atletismo, ella también tenía todo el derecho de competir por ese título.

El título de Capitana del equipo. La ojirubí no pudo evitar relamerse los labios, aquello sonata tan bien y tan endemoniadamente divertido, Takamachi tendría que obedecer sus órdenes. Y se aseguraría de dejarle en claro su lugar.

-"¿Y qué te hace pensar que puedes competir por tal puesto cuando ni siquiera te presentaste al inicio de las pruebas, Testarossa-san?" –aclamó de inmediato Nanoha, con voz mordaz.

-"Ah, pero, ¿acaso eres tú la representante del Club, Takamachi? –se plantó frente a ella, haciendo uso de su altura para tratar de intimidarla-. ¿A qué le temes, Nanoha? ¿A qué te haga pedazos en la pista? ¿O tal vez sabes que soy mucho mejor que tú y temes que te humille frente a los demás estudiantes?"

Contrario a lo que la gemela esperase, la otra se mantuvo calmada y firme como siempre, jamás bajándole la mirada ni mucho menos asustándose ni por la cercanía ni por la diferencia entre alturas.

Y justo cuando Nanoha parecía dar respuesta a lo anterior, Caro tomó la palabra.

-"Me temo que sólo hay un lugar, chicas…"

-"Que quede la mejor, entonces" –asumió Fate mientras levantaba el mentón, no teniendo miedo a probarse contra aquella otra tonta que se atrevía a confrontarla.

-"Así será."

-"Esa es la actitud –felicitó la joven Lushe, inconsciente de la parásita rivalidad que estaba propiciando-. Harán la prueba al mismo tiempo con el resto de las competidoras, quien termine primero será la Capitana oficial del equipo. Sin rencores."

Fate se preparó tronando sus huesos. Su mirada pasó a la concentrada pero a la vez molesta Nanoha, quien sin duda pensaría que eso era un truco barato por parte de la rubia para estar con ella y seguirla fastidiando. Ya había dado prueba de que Fate recibiría un contra golpe de intentarlo. Pero la rubia sólo clavó su mirada en el recorrido, preparándose mentalmente al tiempo que la profesora preparaba su silbato y brazo para dar la señal.

-"¡AHORA!"

Todas las chicas salieron disparadas, mas contrario a lo que el grueso de la escuela podría pensar sobre la condición física de Fate, ella era una atleta consumada con un cuerpo ya endurecido para las pruebas físicas, no en vano era reina de su pandilla como de las peleas.

Correr fue pan comido. Así como trepar, saltar, jalar, escalar, rodar…

Poco a poco iba dejando atrás a todas, incluyendo a la pelirroja, que ya jadeaba pesadamente tratando de alcanzar a una rubia que parecía gacela y quien se coronó como campeona al tomar primero un balón y encestarlo con un movimiento perfecto en el aro, con el sonido del silbato coronando su éxito.

-"¡Bien hecho, Testarossa! ¿Cómo es que no te había visto así de activa en las clases?"

-"Es mi lugar" –Fate fue directamente con la profesora sin responderle, exigiendo su nuevo puesto de mando con una mano extendida.

-"Bienvenida" –la docente la felicitó de nuevo, dejando que su arrebato obviase los malos modales de su nueva Capitana.

Fate se permitió una ligera sonrisa de victoria, girándose hacia el resto de sus compañeras de deportes y por supuesto, hacia Takamachi, quien no pudo más que juntar sus cejas en una actitud de reto aunque por dentro estaba impactada de la rival que se había colado a su taller.

Una mano pesada acudió a la frente, buscando más un soporte que para quitar el sudor impregnado. Los ojos azules se abrieron y cerraron tres veces, en un intento fallido por controlar el remolino de formas borrosas en las que su visión se había convertido desde que la carrera pasase más de la mitad del tramo establecido; un repentino dolor en la cabeza le sobrevino y fue en ese momento en que Nanoha Takamachi decidió salir de ahí cuanto antes.

No obstante, la rubia no le hizo mucho caso, su mirada estaba más allá del objeto de su ambición, en un jardín a lo alto de la escuela donde una silueta con coleta conocida le miraba retadora.

La apuesta, en efecto, había subido.


Sucker love is known to swing,
Prone to cling and waste these things.
Pucker up for heavens sake,
There's never been so much at stake.

Like the naked leads the blind,
I know I'm selfish, I'm unkind.
Sucker love I always find,
Someone to bruise and leave behind.

There's nothing here but what here's mine.

Amor fácil reconocido por cambiar,
Dispuesto a acoger y las mismas cosas tirar.
Lloriqueos por amor al cielo,
Nunca antes ha habido tanto en juego.

Así como el desnudo guía al ciego,
Sé que soy egoísta, soy cruel.
Amor fácil siempre encontraré,
A quien magullar y dejar atrás.

No hay nada aquí, pero lo que hay aquí es mío.

Continuará...


C: A todos y todas, muchas gracias por seguir leyéndonos incluso hasta estos momentos de abandono mental por parte de estas escritoras :D

Gomenasai, pero lo compensamos con calidad… eso espero, jajaja, y buenas vibras para que terminemos en algún momento.

K: Bueno, aparte de la larga temporada sin darnos a la luz, no tengo mucho qué decir. Creo que –otra vez, otra vez, otra vez- la culpa es mía por la tardanza _ Aers, en fin, aquí está.

Qué horror, el ritmo está súper lento xd

Y una última cosa, para todos aquellos que comentan que casi no hay NanoFate o AliHayate o cualesquiera, sólo quiero recordarles que esto es un fic, una historia, todo lleva su tiempo. Además, el NanoFate no lo es todo, perdón pero soy de la gente que piensa que lo que realmente importa es la narración en sí. Sin ánimos de ofender o decepcionar a nadie, la historia irá a su ritmo (y sí, pueden mandarme a la hoguera porque al ritmo que vamos, será un ritmo mega-tortuga).

La vida se vuelve pesada acá afuera -.- Disculpas por el tiempo perdido, y como dice mi compañera, gracias a quienes siguen leyéndonos y soportando a estas terriblemente pausadas escritoras =)

Se despiden, Kida Luna & Clumsykitty.