Capítulo 22: El Secreto

Ocurrió en uno de sus tantos viajes, en la prefectura Hokkaido, donde Yahiko, un viejo amigo de la secundaria, vivía. Había perdido la comunicación con Yahiko desde que su padre enfermó y tuvo que dejar la ciudad para ayudar a su padre en los negocios de la familia. Desde allí nunca supo más de su compañero, no fue hasta que recibió una carta de él, en la cual le felicitaba por sus novelas y que esperaba verle muy pronto en la prefectura, invitándole así a que pasara una semana con su familia y revivieran los viejos tiempos.

Siendo consiente que vivía día y noche en un estado de estrés y su matrimonio iba de mal en peor que en una de sus tantas platicas de sobremesa, su mujer discutió la posibilidad de separarse, decidió ir a visitar a Yahiko y tomarse un tiempo lejos de la casa. Pese a que le dolia dejar a su princesita sola, con su madre, tenia que hacerlo ya que talvez, un poco de espacio, resolvería sus problemas matrimoniales y así podría criar a su hija en una familia unida, sin problemas.

Y así fue, una semana de vacaciones se tornaron en dos y sucesivamente en tres. Rodeado de montañas y copiosa vegetación, allí se podía respirar aire fresco, las personas que vivían en la prefectura eran carismáticas, siempre se le veían sonreír y saludar…llenas de vida y energía, algo que no se podía apreciar en la ciudad.

— ¡Ahh! —suspira profundo. —Te envidio. Esto si es vida, comparada con la mía en la ciudad. —se recuesta en el techo de la residencia y continua mirando las estrellas. Yahiko, sonríe para luego pasarle otra cerveza, esa que filtraban en el colegio y bebían a escondida en el gimnacio, en sus tiempos.

—Hablas de envidia si soy yo quien debería de envidiarte, no tu a mí. —Jiraiya frunció el ceño y le mira con curiosidad.

—Tienes todo, eres un escritor, un prodigo psicólogo, tienes al lado la mujer de tus sueños, viviendo en la ciudad como todo un rey. —Jiraiya niega con la cabeza, y ríe bajito, casi sin ganas…aquello le había llevado de vuelta a su realidad.

—Las cosas van mal con mi mujer. —Revelo. Las expresiones de su rostro se tornaron duras y frías.

—Vale, lo lamento. No tenia idea. —De algún modo, se sentía culpable de haber recordado a su amigo sus problemas.

—Nah, dejadlo. No te disculpes. El que debería disculparse soy yo…vine aquí a revivir viejos tiempos, no traer mis problemas matrimoniales a ti.

— Si, pero Jiraiya, no puedes seguir evadiendo tus problemas. —Pauso de momento, pensando así en una soluciona para los problemas de su amigo. — ¡Mira!, porque no te quedas una semana más, y así aclararas tu mente. Talvez lo que necesitan es tiempo lejos, ya sabes…las cosas del matrimonio no son nada fácil. —Finalizo, creyendo así que podía solucionar sus problemas si Jiraiya se quedaba más tiempo en la prefectura ya que en el tiempo que se había quedado le había servido para encontrar la inspiración y volver a escribir.

—Ella me ha salido con que quiere separarse, darnos un tiempo. —aquello le fue difícil decir, teniendo que pausar una o dos veces para continuar hablando.

Tomo un sorbo de su cerveza, para luego suspirar. Yahiko noto que aquello lo estaba poniendo mal y empezaba a verle como el primer día que lo fue a recoger en la estación de tren, preocupándose por el aún más.

— ¡Vale! No lo tomes en serio. Mi madre llevaba veinte nueve años de casada con mi padre y no había día que se enfadase con él y le votara de la cama o pidiera el divorcio. Después de muerto, mi madre aún se enoja con el de algún hecho del pasado y le pide el divorcio. — Jiraiya no pudo evitar reír por la locura que su amigo había dicho.

— ¡Deberías ser tú el escritor, con tanta imaginación que tienes en tu mente! —Exclama mientras ríe.

—Hablo en serio. —Jiraiya le mira curioso, esperando así que el soltara que aquello no mas era uno de sus inventos.

—No intento ser graciosos y si…ella no está loca y le veo discutir frente a las cenizas de mi padre. —Finaliza.

— ¿Deberás? —duda él.

—Si…después de muerto el viejo. —y todo este tiempo, Jiraiya creyó que su la vieja Utane discutía con su hijo, en las noches.

La voz de una mujer se escuchó llamar el nombre de Yahiko, quien se asomó hasta el borde del techo, viendo a su hermana, allí parada, invitándole a cenar en el restaurante de la tía Mia.

…así fue como conoció a Tsunami, la hermana menor, de Yahiko. Tenía cabellos largo, color azabache, piel blanca y ojos café. Era carismática, llena de vida. Contaba unas ocurrencias de manera en la que sin dudar, te embargarías en ellas. Pese a que era mayor, aún conservaba esa pisca de niña, con sus travesuras y bromas. Podía hablar con ella durante horas sin cansarse. Una tarde, ella fue a la residencia de Yahiko y le invito al mercado, allí todo paso…luego de ir al mercado, la acompañó hasta la su casa, cocinaron justos, y platicaron, hasta que no pudo más y la besó. Al principio, ella no supo cómo responder, pero luego, no más se llevó por ese sentimiento mutuo.

Las semanas se convirtieron en dos largos meses que Jiraiya no quiso parar. No obstante, la repentina llamada de su esposa, le hizo volver a su realidad. No supo que hacer, si decirle la verdad a Tsunami o callar y esperar a que Tsunade hablara sobre el divorcio, y así separarse.

Las cosas se complicaron cuando Tsunade le llamó para decirle que quería arreglar su matrimonio y que le quería y estaba embarazada. Estúpido, estúpido, ESTUPIDO! Si hubiera aceptado el separarse, desde un principio, ahora no estaría entre la espada y la pared, en un lago de confusión. Y si creyeron que las cosas no podían empeorarse, Yahiko se había enterado.

— ¡Porque demonios hiciste eso! —exclama, golpeándole en rostro. Jiraiya no se defendió. Se lo merecía.

— ¡Ella es mi hermana! —cuando le sugirió que debía vivir una aventura, jamás pensó que su mejor amigo, aquí en consideraba como un hermano, le traicionaría de esa forma.

—Yahiko. No quise lastimarlos. La quiero demasiado. —Reveló y aquello enfureció más a Yahiko.

— ¡Y le has dicho!, ¡Con un carajo, le has dicho que estas casado y las has usado como una aventura!, ¡Ella es mi hermana, no una ramera! —nunca quiso hacerle daño.

— ¡Le has dicho que estas casado!, ¡Que tienes una hija! —Exclama.

— ¡NO!, Jamás pensé que enamoraría. Con un carajo, ME ENAMORE DE TU HERMANA. —Yahiko no supo que decir, y fue que al ver a su hermana, detrás de Jaraiya, con esa expresión de dolor, su corazón paró de inmediato.

—Entonces…estas casado. —Contuvo las ganas de llorar. Jiraiya se voltea para así confirmar que su mayor temor fuera realidad. Ella les había escuchado.

—Tsunami. —Intento de hablarle, pero ella le callo, exclamando que era un Bastardo, saliendo por la puerta, sin decir más.

Esa misma tarde, recogió sus pertenecías y se marchó. Quiso verla, pero ella había desaparecido de la prefectura, sin decir a nadie a donde iria, llevándose consigo el secreto.

Luego de 13 largos anos, finalmente se revela su secreto…tenia una hija, de nombre Rin.