Ohayoooo!

Que tal todos?, aqui regresando después de mucho... mucho tiempo... Pues bueno espero que les guste mi historia y lamento que el primer capitulo sea algo corto, pero no se preocupen poco a poco los ire haciendo más largos a como avance la historia.

A por cierto, no subire tan rápido como quisiera, debido a la escuela ¬¬... pero bueno hare mi mejor esfuerzo... (gambare, abiyasha!) Ok... ok...

Comensemos!

A pura fuerza del corazón

Capitulo 1.- Cuándo nos conocimos.

Se acerco lentamente a la valla, el sudor frio le recorría la cien, daba en su cuello y se perdía por la espalda. Tenía la respiración pesada por el esfuerzo, pero eso no evito que saltara la valla de un solo movimiento. Pero había calculado mal las distancias y había caído mal del otro lado. El tobillo le ardía ferozmente.

-unos pasos más, vamos- Se decía a si misma mientras que trataba de alcanzar la línea que decidiría su vida. Libertad o muerte.

Unos pasos se oyeron a la lejanía, pasos de caballos, pensó angustiada. Jinetes, como enviados endemoniados que buscaba cazarla y recobrar lo poco que su miserable existencia valía. -un poco más- otra respiración cansada, un último esfuerzo. Otro dolor más que importaba, ya había sufrido bastante durante años, que más daba un tobillo torcido.

Los cascos cada vez más cercanos y la línea cada vez más imposible, pero no importaba porque en cuanto pusiera un pie fuera de las propiedades del Laird (un especie de Lord Escoses) estaría a salvo.

Los hombres por fin lograron divisarla tras el pequeño río y ahí frente a ellos se encontraba la línea que dividía sus tierras con el feudal de Konoha. Tenían estrictamente no colocar nunca un pie ahí y el castigo era horrible por eso, una simple bruja no valía la pena, además lo más seguro era que terminara muerta y engullida por las fieras que rondaban entre el oscuro follaje del bosque.

Solo un metro la separa de su liberta y ya podía oír como las flechas cortaban el aire tras de si. Tenía demasiada suerte por que ninguna hasta el momento la había alcanzado. Cuando logro colocar una mano en la propiedad de Konoha, el trabajo difícil venía, ya no podía más. Reunió sus últimas fuerzas y cruzo el umbral para desmoronarse al otro lado. los hombres que ya habían desmontado de sus bestias rodearon la línea sin atreverse a cruzarlas, una risa salvaje se escucho seguida por una flecha que como un cuchillo en mantequilla recorría la distancia que los separaban y terminaba profundamente anclada a su mano derecha que había sido la primera parte de su cuerpo en entrar en libertad.

-Maldita bruja, no creerás que te has liberado de tu castigo-

-Si- gritaron varios hombres tras el primero -Tu castigo será recibido ya veras-

Ella siguió caminando, con la mano aun con el proyectil unidos hasta perderse dentro del bosque de la muerte.

Se desplomo en el primer claro que encontró, se coloco boca arriba y se miro la flecha que tenía en la mano. Trato de romperla para extraerla con más facilidad, pero no tenía fuerzas ni para romper la más insignificante de las ramas. Así que se armo con una voluntad y fuerzas con las que nunca había contado, tomo la flecha de un extremo y jalo con todas su fuerzas. Pudo sentir como el filo del triangulo se deslizaba por sus carnes y rogo al cielo por que el dolor se detuviera pero este nunca se acabaría, no hasta que encontrara algo más fuerte que su sufrimiento o que la muerte la alcanzara y en ese momento, Hinata deseaba la muerte más que a ninguna otra cosa.

Ser considerado el hombre más fuerte tenía sus ventajas y desventajas, por un lado toda la gente era buena contigo, incluyendo a lindas mujeres, pero por otra más gente quería meterse con él. Entre ellos estaba el hombre que en el pasado había llamado hermano, Sasuke Uchiha de los Konoha. Maldecía el día en que ambos llegaron a interesarse por esa mujer. Claro era de esperar que ambos se enamoraron de ella, tenía el cabello claro en un tono ligeramente rojizo casi rosa, los ojos verdes más hermosos que había conocido y era inteligente y decida, en otras palabras la mujer perfecta para cualquier hombre que se le consideraba importante y para desgracia ambos lo eran.

Durante mucho tiempo Naruto y Sasuke se debatieron en secreto el favor de Sakura, poniendo como escusa un vieja rivalidad infantil que siempre había existido en ellos, pero el colmo fue que cuando por fin Naruto había resultado vencedor Sakura hace público sus sentimientos dando a entender que estaba perdidamente enamorada del morocho que había resultado perdedor. Ahora que Sasuke y Sakura ya eran marido y mujer y que próximamente la familia crecería había cierto rencor en cada uno, uno por haber perdido la batalla y el otro por haber perdido el premio. Pero así la vida para Naruto Uzumaki, hijo del actual laird de Konoha, Minato, y era así como se le reconocía hasta ahora.

Como decía ser considerado el hombre más fuerte conlleva a dos cosas, tenía que ayudar a todo el que lo necesitaba y a veces no quería hacerlo, la otra es que no podía escoger ni la hora, ni la fecha ni el lugar donde ocurriría tal cosa y cual fue su sorpresa que tal situación se llevara a cabo no más ni menos que a las orillas de su aldea y a la madrugada.

Primero un pequeño chasquido, luego un lamento pronunciado, eso era demasiado, tras los arbustos había algo con vida, o por lo menos con un poco de ella. Algo que agonizaba, tal vez un jabalí o un gato quien sabía. Aparto lentamente la melaza que tapaba el camino y ahí estaba. Una persona tendida sobre el suelo hecho un ovillo muerta de frio. Se arrodillo de inmediato para socorrerla, la coloco boca arriba y aparto el pelo oscuro y sucio que le tapaba las facciones. Una mueca de dolor le llenaba el rostro y un rastro de sangre seca le guiaba hacia su mano derecha, su herida y la fleca que se encontraba a su lado.

-Le han disparado en la mano- Sin pensarlo tomo el cuerpo moribundo de la persona y se lo hecho al hombro como un saco de patatas, apretó el paso y salió rápidamente hasta donde se encontraba su montura, la coloco tras de las mantas y monto de un solo movimiento, a continuación cabalgo como si fuera un rayo en dirección de la aldea.

-¿Quien demonios es esa chica Naruto?- Tsunade la curandera del pueblo golpeo enérgicamente en la espalda al hijo del Laird

-¿Chica? - miro con duda hacia la habitación donde se encontraba el paciente -Has dicho Chica abuela-

-Claro que he dicho chica, crees que no puedo distinguir una cuando la veo ehh!, Digo tengo mucho en que comparar no crees -

-Vamos abuela no te enojes, no parecía en el momento en que la encontré, además no voy por ahí encontrando gente medio muerta y le reviso la entre pierna para ver si es hembra o macho-

-bueno esta bien- tomo asiento frente Naruto - Pero es muy peculiar su condición-

-a que te refieres abuela-

-Verás sus ropas están gastadas y sucias, pero su piel es blanca como la leche y sus manos-

-valla que decir tenía un oyó del tamaño de mi...-

-Naruto-

-Lo siento, abuela-

-No es la herida lo que me preocupa, por lo menos esa herida- Tsunade aparto la olla de la llama del fuego y la dejo a un lado de si - Tiene marcas muy raras, pareciera como si se las hubiera arañado tratando de escalar un muro de roca ya sabes uñas quebradas, yemas desechas. Pero lo que más indica que era son las mordidas que tiene en todas partes-

-¿Mordidas?-

-Si de algún tipo de roedor, como si se hubiera visto obligada a estar encerrada por mucho tiempo en lugar pequeño y alto, un sótano o tal vez...-

-Una mazmorra-

- !exacto¡- Tsunade miro hacia la habitación junto con la mirada Naruto -Crees que se habrá escapado de algún lugar cercano-

-no lo sé, pero si es así de seguro a de ser de la cascada, pues cerca de ahí la encontré-

-Es raro que los de la cascada tenga gente encerrada en las mazmorras, por lo general sus delincuentes terminan colgados-

-Lo más extraño es que tengan un mujer en una de ellas, por lo general lo de la cascada no pierden el tiempo con las mujeres que no cumplen las reglas- Naruto guardo silencio recordando el triste pasado que había sufrido su madre. Tsunade que había sido la confidente de Kushina desde que se había casado con el actual Laird conocía bien las penas que llenaron un tiempo el corazón de la mujer pelirroja y el de su familia.

-si es triste pero es cierto- Tsunade se coloco de pie arreglándose el plaid de cuadros verdes y anaranjados -Ambos sabemos lo que un corazón mezquino de la cascada es capaz de hacer-

Dejo a Naruto en la habitación solo, sabiendo que este conocía perfectamente la salida de su humilde casas. Por otro lado lo que ahora dominaba su mente en la difícil batalla que se llevaba dentro del pequeño cuerpo de aquella mujer que se encontraba tendida frente a ella. Ardía en temperatura producida por la infección en la herida no solo la de su mano si no en varias partes de su cuerpo. Al parecer a la pobre se le había negado hasta el más pequeño derecho de aseo y tampoco dudaba de que también se le hubiera negado otros derechos como el de comer.

-pobre chiquilla- repetía mientras le secaba el sudor de la frente - si te salvas de esta es porque eres la mujer más fuerte que he conocido y si no...- cayo un momento cuando sintió el golpe de la puerta en la vibración de las delgadas paredes -... si no, nadie podrá decir que no diste batalla-

Tres días pasaron antes de que la joven lograra abrir los ojos.

-Vaya sorpresa me has dado querida-

En cuanto Hinata había oído la voz de la mujer se puso de pie rápidamente con los ojos completamente abierto y una mirada de profundo temor en sus ojos.

-Cálmate, vamos muchacha cálmate- decía mientras extendía una mano con la palma hacia arriba hacia ella - Estas a salvo-

-¿Estamos fuera de cascada? - pregunto con voz apagada- ¿Dime mujer estamos fuera de las tierras de Madara?-

-Si pequeña, cálmate -El cuerpo delgado se resbalo contra la pared hundiendo la barbilla en el pecho mientras se abrazaba las piernas.

Tsunade se acerco a ella pero, la pobre había perdido el conocimiento una vez más.

-Tsunade que es lo que ha sucedido, como ha llegado ella hasta ese lugar-

Un hombre un poco mayor entro en la misma habitación, era muy alto y de hombros anchos. Tenia la mirada oscura aunque en sus mejillas había como un tipo de tatuaje en rojo que bajaba por sus mejillas, en otro tiempo pudo haber sido el hombre más apuesto de todos hoy solo era un hombre más.

-Jiraiya ayúdame a devolverla a la cama-

Jiraiya obedeció y la levanto sin mucho esfuerzo, la recostó de nuevo y luego se giro a ver a su mujer

-Ahora me dirás que así ella hasta ese lugar, ¿es acaso que ya ha recobrado el sentido?- Tsunade asintió con la cabeza mientras que cubría a la pequeña con uno que otro plaid gastados.

-Solo fue por un momento, pero vaya sorpresa que me lleve, ¿sabes?-

-En serio... no veo nada sorprendente de que la chica despertara, todos lo esperábamos de alguna manera-

-Eso es verdad, pero no fue esa la razón por la que me sorprendí. Nunca en mi vida había visto unos como los de ella-

-A que te refieres-

-Tiene los ojos más claros que he visto, de un plateado intenso, tan puros y cristalinos como el agua en un rio profundo y calmado- Se paro justo al lado de su esposo, coloco ambas manos sobre sus hombros e invito a inclinarse para besarlo.

-Me encantaría ver esos ojos-

-Lo harás cuando despierte-

Y eso sucedió al día siguiente.

Se había levantando como si hubiera sido un día normal. Como siempre acostumbrada a quedarse sentada en la oscuridad sin la intención siquiera de abrir los ojos y encontrarse con la misma penumbra a la cual estaba acostumbrada.

Durante meses la habían tratado de esa misma manera, negándole la libertad que era merecedora todo por que un par de hombres habían jurado que era un bruja. que más podía pasarle, a veces creía que nada la iba a sorprender, pero siempre encontraban con algo más con que lastimarla. Le habían quitado todo y aún pedía más, es que acaso esos malditos nunca se cansaban, ella pensaba que no. Pero ahora ya estaba sola, solo le quedaba la muerte es ese pequeño espacio y la esperaba con ansias. Dios no le había permitido vivir lo suficiente para conocer algo de la vida o que estuviera relaciona con ella, por lo menos en el lado positivo. El dolor, la desesperación, la desesperanza, hasta la misma muerte eran bien conocidos a sus veinte años. Todo lo demás había estado negado para ella.

Quiso tantear las paredes a su alrededor para localizar la puerta, pero cuando alzo las manos no se encontró con la nada. Las estiro un poco, inclinándose hacia enfrente hasta que empezó a sentir como se iba completamente y caía a un espacio vacio, abrió los ojos alarmada nuevamente y se encontró en un lugar también oscuro, pero no tanto como lo había sido su morada, había muebles y era mucho más espacio y sobre todo tenía un par de ventanas rusticas y las paredes delgadas de piedra y lo mas importante de todo un puerta abierta en todo su esplendor. Sin pensarlo dos veces trato de ponerse de pie, fallando en su intento. No tenía la fuerza suficiente para lograrlo y había perdido la práctica con tanto tiempo que la habían mantenido en ese rincón.

Se arrastro con los codos por el suelo hasta llegar al umbral, levanto la cabeza y noto una pequeña cocina, o eso creyó que era. El olor a la comida inundo su nariz. Alzo un poco más la cabeza para ver más allá encontrándose con una mirada verde que la miraba entre sorprendida y feliz.

-oh pequeña debiste de haberme hablado-

Hinata se recostó contra el marco de la puerta recuperando el aliento. No apartaba la vista de la mujer mayor que se acercaba hacia ella, pero que en lugar de ir a golpearla como estaba acostumbrada se arrodillo a su lado y con delicadeza poso su mano delgada sobre su frente.

-Bien, la fiebre ha bajado- Le dedico un sonrisa antes de volver a ponerse de pie y caminar hacia la puerta, donde se asomo e hizo un gesto con la mano ha otra persona fuera de la vista de Hinata. -No te preocupes, ya no tienes nada que temer. Verás estas en Konoha ahora-

No sabía que decir, no esperaba nada de nadie, era una regla de oro que aprendió desde pequeña, no confiar en nadie, pero como no confiar en esa amable mujer que le sonreía a distancia desde la puerta. Pero no tuvo que pensarlo mucho porque al momento entro un hombre de pelo blanco vestido con los colores de Konoha. Este hombre se acerco a ella y dedicándole una sonrisa un poco más que amistosa se agacho, le paso un brazo bajo las piernas y otro por la espalda y la alzo por los aires.

-al parecer has ensuciado un poco su ropa al venir hacia aquí verdad- A pesar de que la voz de Jiraiya había sonado amistosa y desenfadada, Tsunade lo miro con el ceño fruncido.

-Como eres capaz de decir esas cosa, la chica se ha venido arrastrando desde la cama por el piso- Para Tsunade no le importara que las prendas de Hinata hace mucho tiempo que no estuvieran limpias, ella solo tomaba como fuera de su limpieza el poco polvo que se le había adherido mientras que serpenteaba por el suelo de la habitación.

-Por favor no se preocupe por mi- Había hablado tan bajo que había pensado que no la habían escuchado.

-Oh pequeña debes de estar harta de usar esos harapos, en cuanto tenga oportunidad buscaremos mis viejos vestido y tendrás que algo que ponerte-

-No por favor, no haga tal cosa por mí-

Jiraiya la coloco sobre una silla y se aparto para tomar su lugar en la mesa en otra.

-Deja que lo haga, tu eres lo más cercano que ha tenido a una hija- Su mirada había sido triste aunque llena de amor cuando la dirigió a la mujer de cabellos rubios que se acercaba al horno y retiraba de este varias piezas de pan. -No es mucho lo que podemos darte por ahora, pero por lo menos te darán un poco de carne para esos huesos-

Después el hombre solo una risa bonachona y se giro nuevamente para contemplar los peculiares dotes que poseía Tsunade.

-Mi nombre es Tsunade- ella hablaba mientras que andaba de un lado a otro preparando la comida -y él es mi esposo Jiraiya, descuida no hace nada- un sonrojo apareció en sus mejillas cuando Jiraiya le guiño el ojo.

-Dime pequeña, cual es tu nombre- Jiraiya tomo una gran trago de cerveza.

-Hi...Hinata-

-Hinata eh?, tienes unos ojos muy peculiares- Hinata miro alarmada a sus anfitriones -Lo siento, te he molestado, pequeña- ella negó enérgicamente la cabeza de un lado a otro.

-La gente con que vivía nunca le gustaron-

-¿porque? Son de un hermoso color- Hinata se ruborizo bajo los cumplidos de la pareja.

-Creían que era una bruja y que mis ojos eran ventanas para ver sus almas-

-Es por eso que te tenían encerrada, Hinata-

-Como lo has sabido-

-Por tus heridas pequeña y tu piel, pareciera como si nunca hubieras salido al sol durante meses-

-Y así fue- agacho la cabeza mientras decía eso. Los recuerdos golpeaban fuertemente su cabeza, imagen tras imagen iban pasando.

-No lo puedo creer- Tsunade sirvió varios platos rebosantes de comida sobre la mesa -Debió haber sido muy duro para ti, una niña nada menos-

-No, se equivoca-

-A que te refieres, querida-

-La verdad es que por lo menos nadie me golpeaba o me decía cosas horribles-

-Imperdonable. Esos de la cascada si que pueden ser unos idiotas. - Jiraiya golpeo con el puño la mesa gruesa de madera haciendo que los platos dieran un pequeño salto. -Lo siento Querida-

-No hay problema, entiendo tu enojo. Pero cuando se entere Minato será peor-

-¿Minato?-

-Ah, tu no sabes quien es verdad.- Hinata negó con la cabeza. -Verás Minato es el Laird de estas tierras y de hecho su hijo Naruto fue el que te encontró-

-Si tienes que conocerlo- Continuo Jiraiya, tomando la copa de la mano de su mujer -Es un chico muy divertido y te llevaras bien con él, aunque es unos cuantos años mayor que tu por lo que veo-

-hablando de edades, ¿que edad tienes Hinata-chan?-

-Tengo 19-

-¡19, imposible! Pareces más pequeña- Hinata bajo la cabeza con un delicado sonrojo en sus mejillas níveas. Pasaron la tarde en silencio esperando a que Hinata hablara un poco más, mientras que la pareja de Konoha la miraba con un nuevo sentimiento, dándose cuenta por fin que había sido aquello que les faltaba y sin proponérselo se miraron mutuamente.

Ya en la noche, cuando el cielo estrellado resplandecía altísimo en el cielo, Tsunade tomo la mano de su esposo bajo las mantas que los protegían, se giro hacia él y le acaricio el rostro delicadamente. Jiraiya apenas y se movió, sintiendo libremente las caricias que la mujer a su lado le rendía.

-Jiraiya estado pensando en algunas cosas últimamente- Él solo giro la cabeza en su dirección. -Creo que Hinata es lo que nos hacía falta-

-Quieres decir que un hijo es lo que nos hacía falta, ¿verdad?- Ella asintió con la cabeza -Si ella no se opone yo no me opondré, pero no puedes obligarla- Tomo un momento en silencio, lo que tardo en llevar la mano femenina a sus labios y coronarla con un beso. -Creo que la pequeña ya ha sufrido bastante para un vida tan corta-

-Yo también pienso lo mismo- Se acomodo en el hombro moreno del peliblanco - Tuvimos suerte que Naruto la trajera aquí-

-Tienes razón, bien pudo habérsela llevado a su padre. No sé lo que hubiera hecho Minato en ese caso, el laird últimamente ha actuado muy extraño con respeto a los de La Cascada-

-Si, estas en lo cierto.-

-Ya. Debemos dormir, mañana cuando se la presentemos al Laird debemos estar preparados para cualquier cosa-

-si, no debemos permitir que la devuelva a esos hombres-

Hola de nuevo...

Que tal? Espero que les halla gustado, esperare con ancias sus comentarios... y un saludo a todos...!

Abiyasha-desu!