Dedicatoria

Dedicado a todos mis queridos lectores, en especial a Ana Uchiha a quien le dedicó este Fic que me ha pedido, y gracias a sus "reviews" es que me he motivado a crear un SasuSaku y traérselos a ustedes.

Esta dedicatoria va también para: Zerezo-Kittzz

¡Advertencia!

Esta será una historia bastante fuerte, el doble que II Mentore, hasta podría considerarlo como un médium Hentai, ¡Claro esta! No puedo llamarlo ni considerarlo un Hentai por completo ya que aquí nada se resuelve con sexo como en esas películas, solo considero Hentai las partes de contenido sexual en mi historia ya que son bastantes fuertes e similares a un Hentai.

¡Oh! Otra aclaratoria.

Los personajes de Naruto No son míos, pero la Historia Si.

Siempre se ha considerado inmoral e impúdico tener actos lascivos con un menor, considerándose dicho tema como pederastia, pero si no es la persona mayor quien acomete dichos actos tan aberrantes, obligando a la persona por medio de chantajes y amenazas a que cumpla sus fantasías parafilias, si no el menor. Entonces, ¿cómo se le llamara a ese acto cometido por un menor?, ¿Qué nombre tendrá?

Será que en este mundo podrá haber alguien con una pasión tan aberrante y poco humana asía otra persona, será que dichos actos no se consideran como amor, sino un fetichismo de cosas inmorales e impúdicas, donde no solo la palabra Coprolalia y Vandalismo ronda como mayor importancia.

Capítulo: 1

Uchiha Sasuke

No era mucho lo que había conseguido, pero era mejor que trabajar en una gasolinera con el sueldo de cajera...

Suspiró, como de costumbre, y aferró más los libros, de biología a su pecho, reteniendo la gran iracundia que la carcomía por dentro…"ya eran de esperarse", y como siempre, "ellos" se encontraban allí, asiéndole saber que estaban presentes, pero, como de costumbre, cortarían su clase los muy bastardos. Recorrió con su mirada el pasillo que tenía frente, viendo parte del grupo de rebeldes que tenía, desgraciadamente, como salón hogar. ¡Estaba harta de la misma situación!, un día tras otro, fugándose de su clase y faltándole el respeto que como su maestra merecía, pero, no podía hacer nada…nada

Envió cartas, llamó a sus padres, los reunió y les explicó por enésima vez el problema, pero al parecer, las cosas prometían ser siempre las mismas...todos los días lo mismo de ellos.

Era un grupo de sietes, los mismos jóvenes inmorales de siempre que van contra las reglas, rompiendo cada una de estas a su gusto, y al parecer, les gustaba mucho lo que hacían ya que continuaban induciendo a ello como si se tratase de una droga adictiva. ¿Qué podía hacer Haruno Sakura si ya había acudido a todo? ¿Hablar nuevamente con el rector? ¡Nah!, nada de eso, él nunca escucha, y si lo hace, poco tomaba sus quejas en consideración, ya que los jóvenes que ella constantemente se quejaba, son los que le llenan el bolsillo a él, y por ende, jamás los expulsaría del colegio. ¡Que irónica es la vida!… ¿Quién lo diría?, el respetable lugar que ella trabajaba como maestra, no más abundaban miserables e inoportunos jóvenes quienes no se inmutan a la hora de tirar un comentario obsceno a sus profesores. Maldijo la hora en haber tomado aquel puesto, y si no fuera por la necesidad y sus metas, se hubiera conformado con el puesto de cajera en una corriente gasolinera.

Pero… ¿ Qué podía hacer? Ya lo hecho, hecho esta y no hay vuelta atrás…

Con su rostro contraído y mirada expectante, entró a su aula, caminando en dirección a su escritorio donde colocó su maletín y libros encima para luego tomar asiento detrás de aquel escritorio en caoba. Mordió la uña de su pulgar mientras recordaba el porqué estaba allí…estaba para enseñarles biología a los jóvenes de Azabu. Vagando distraída y completamente lejana a sus alrededores, se acordó de cómo era su vida pasada antes de buscar un trabajo en Azabu, donde la había recomendado uno de sus admirables profesores de la Daigaku Tokio…

Minato…distrito localizado en Tokio, Japón. Allí se encuentra la más distinguible y prodiga segundaria Azabu; donde ella llevaba trabajando hace un mes. Azabu, es un colegio diseñado para jóvenes estudiantes, donde la mayoría son hijos de hombres importantes e influyentes en todo Japón y el exterior de este; y muchos de ellos como el primer ministro Ryutaro Hashimoto, habían tenido la dicha de estudiar en tan respetable colegio. Como he dicho. Es uno de los mejores colegio de Japón donde la mayoría de los estudiantes son aceptados en la Tokio Daigaku, la mejor universidad mundialmente reconocida, donde Haruno Sakura a sus 16 años de edad, hija de un don nadie por así decirlo, había tenido la oportunidad de estudiar en tan importante universidad, donde obtuvo un bachillerato en biología, y continuaba estudiado para obtener el título en doctora especializada en Neurología. Era más que obvio que tenía que buscar un mejor empleo no solo para pagar sus gastos universitario y demás cosas, así que aceptó la ayuda de su profesor de química quien le había buscado una entrevista con Danzo, el rector del instituto e Azabu.

Su empleo como maestra era mucho mejor que trabajar en una gasolinera, pudiendo así cumplir los primeros pasos de sus metas…tener su propio apartamento y vivir una vida tranquila de soltera, eran los primeros pasos de sus grandes metas, además que siempre ha deseado vivir sola, sin que sus padres argumenten sobre su vida ni le cuestionen sus salidas ni llegadas. Logró conseguir un apartamento de dos cuartos en la ciudad de Nishiazabu, Minato, Tokio, a través de una página de internet con el nombre de Court Annex Roppongi. Su pequeño apartamento tenía una entrada no tan grande, estilo Genkan, las puertas dentro del apartamento eran tradicionales, estilo Shoji. La pequeña cocina estaba en conjunto con el comedor, solo la sala permanecía aparte, y como todo apartamento, poseía un cuarto de aseo personal, bastante cómodo como para bañarse dos personas sin problema alguno. El edificio poseía su propia lavandería, que estaba localizada en el inmenso sótano de aquel lugar.

No poseía un carro, la verdad era que ni siquiera poseía en manos una licencia de conducir, a ella le aterraban la idea de tan solo pensar que tendría que estar frente al volante, remplazando ese pequeño detalle con trenes, bus, taxi u otra transportación donde no tuviera que poner su propia vida en riesgo ni la que se le presente frente. Así de mala era para conducir, hasta su mismo novio con el cual llevaba una relación de tres años, le decía que era casi imposible creer que ella fuera tan mala para guiar, hasta que una vez comprobó que todo lo que ella decía y su familia aseguraba, era cierto, hasta el punto en que ella podía estrellar el carro en el primer poste que viera por un ataque de pánico. Pese que llevaba un noviazgo tranquilo y envidiable, en un tiempo, Sakura no tenía en mente casarse, ni siquiera comprometerse, ya que aun era muy temprano para dar ese gran paso, y a pesar que estaba plenamente enamorada de su excelente novio, ambos decidieron esperar. Ahora, con los primeros pasos dados y un trabajo fijo, podía llegar la posibilidad de tan siquiera pensar en un compromiso ya que su novio indirectamente se lo ha propuesto al tirarle una que otra pullita sobre su futuro, hablando en plural constantemente.

Se convenció en silencio que todo marchaba según había planeado, aun que claro esta…no siempre te saldrá todo en bandeja de plata, si era maestra, pero no poseía el mejor grupo de salón hogar…eso era un hecho irremediable.

Con un último suspiro, se colocó sus lentes y se levantó, caminando en dirección a la puerta para recibir a sus alumnos de la ultima hora, su grupo de salón hogar. Y como siempre, todos entraban revueltos, con las extosteronas a mil por segundo, ya ni siquiera se toleraban ellos mismo con esos malhumores que le atacaban por minutos. Los últimos en entrar fue el grupito de ocho jóvenes quienes entre ellos se encontraba Sabaku Sasori, su primo Gaara, Nara Shikamaru, Inuzuka Kiba, abumi Zaku, Yashi Suigetsu, Sabaku Yahiko, y Kinuta Dosu. Siempre llegaban tarde, pero hoy, como era el último día de la semana, hicieron la excepción de llegar temprano para así no quedarse hasta tarde en el salón.

Volvió nuevamente a su escritorio y sacó de su maletín la libreta que siempre utilizaba para hacer conteo de estudiantes y marcar a los ausentes, y justo cuando iba llamar los nombres en orden alfabético, que aparecían en su lista, la puerta del salón de clases fue abierta de la manera más brusca, entrando él. Tomó asiento en el último pupitre de la quinta fila, junto al al segundo grupo de rebeldes que siempre llegaban tarde o cortaban su clase.

Mordió sus labios y se preparó mentalmente para lo que diría, acercándose en paso lento hasta la fila donde ellos estaban, platicando como si nada, como si estuviera en hora de recreo o en un centro de convenciones. Se detuvo frete, y pese a que notaron su presencia, poco le importaron, continuando su entretenida conversación.

—Uchiha. — Le llamó sería y directa, como para que él la escuchara y prestara atención.

Se volteó un poco y le dirigió aquella mirada expectante y déspota que solo él podía ofrecer con aquellas facciones y gestos fríos. Jamás en su vida, había confrontado una mira como esa, ni siquiera de su padre o algún cliente enojado…ni mucho menos de un muchachito de tan solo diewsiseis años de edad. Tenía que ser más que arrogante e inmoral para dirigirle una mirada como esa a una persona que por ley tenía que respetar y bajar la cabeza, aun así, él no era de esos que se acobardaban por la posición de otra persona, sino más bien, lo retaban.

—Llegas tarde. — tomó impulso y soltó aquellas palabras, no se iba a paralizar por solo el hecho de tener a ese muchachito malcriado frente a ella.

El joven frunció el ceño y bufó, dirigiéndole una rápida mirada a su grupo para luego posar sus ojos en ella. Incrédula, al ver lo que estaba pasando frente, se mordió los labios, aguantando la iracundia que empezaba manifestarse dentro de ella.

—El problema aquí no es que llegas tardes…llevas casi tres semanas sin dar la cara en el salón de clases. — le informó, y nuevamente vio como este se bufaba con aquella sonrisa.

—Ya estoy aquí, no veo el problema. — finalmente habló, aunque hubiera preferido ella que se quedara en silencio a escuchar esas palabras llenas de sarcasmo y burlas.

—No tienes una excusa que justifique tus ausencias. —cuestionó, sus compañeros quedaron en silencio, esperando alguna reacción por parte del Uchiha quien la miraba con diversión.

—No…la verdad no. No pensé en ello. — rio bajito y le miró con aquellos ojos llenos de burla, enojándola considerablemente, aun así…tenía que aguantarlo.

—Pensándolo mejor…la verdad es que no necesitas ninguna excusa ya que yo misma te he visto en las mañanas, rondando por los pasillos como si nada. — escupió ella, la sonrisa de él se apagó por completo.

—Lo que necesitas es a tu padre aquí para que vuelvas a ser aceptado en mi salón. — finalizó ella luego de una pausa, dando como final una media sonrisa victoriosa, luego de haberle callado y hecho tragar las palabras a ese jovencito.

— ¿Me estas espulsando del salón?… ¿Me impides que me instruya de la materia? — arqueó una ceja y le miró serio.

—No te niego el aprendizaje, pero tampoco voy a aceptar tus faltas hacia el salón de clase…así que te pido de por favor, que te levantes y salgas de mi salón de clase…ahora. — sentencio ella, y por alguna razón, los ojos de sus companeros y del resto de la clase, se fijaron más en ella, como si hubiera hecho algo malo del que se tuviera que arrepentir y pedir perdón.

Era como si todos se hubieran mordido la lengua y tragado, el aula permanecía en silencio, como nunca jamás ella había escuchado. Retrocedió atrás como si le estuviera cediendo el paso al Uchiha quien se había levantado y tomado su mochila negra en manos, pero la verdad era que no retrocedió por simple cortesía, sino por miedo…miedo que él le había causado cuando le vio levantar de esa manera pasiva y serena, mirándole de aquella forma que provocó estremecimiento total.

No se había metido en la boca del lobo, sino que más bien se había quemado con el mismo averno al retarle y humillarle de esa manera a él, aun así ella no era consciente de su estúpido error…bien los demás profesores le había dicho que le ignorara, y era porque ellos tal vez sabían a lo que se atenían.

Kiba apretó el puño y se mordió los nudillo…Sasuke estaba molesto. Se fue acercando a la profesora, y se detuvo por unos segundos frente a ella…segundos que fueron minutos para Kiba y el resto de su grupo quienes, al igual, no le quitaban la vista a lo que estaba pasando, y sorprendentemente vieron algo que jamás hubieran creído sino hubieran presenciado como ahora…Uchiha Sasuke se había retirado sin decir ni una palabra.

En aquel inminente silencio se pudo escuchar el leve chillido de la puerta abrirse para luego cerrarse con fuerza. Suspiró ya relajada se dispuso a continuar la clase.

Esa tarde, la clase había terminado un poco más tarde de lo normal ya que había tenido que repetir la explicación más de tres veces sobre el proceso celular. Despachó los estudiantes una tremenda asignación del proceso monecular para luego recoger sus pertenencias, colocarlas en su maletín y tomarlo en manos. Caminó tranquilamente en dirección a la puerta, llevándose como sorpresa la presencia de cierto joven quien había aparecido de la nada, justo cuando ella se disponía a cruzar el marco de la puerta.

Lo primero que le golpeó, dejándola prácticamente atrapada, fue el calor intenso que sintió en su entrepierna que casi la hizo orinarse enésima. La acorraló en el estrecho y silencioso pasillo del colegio, entre la blanca pared y su musculoso pecho; el impacto fue tan fuerte que su boca se abrió por instinto, profiriendo un agudo gemido de dolor, inundando los pasillos con su voz. Le atrapó desprevenida y sin idea que él le esperaba fuera, recostado en la pared, con sus brazos cruzados…esperaba por su revancha.

Su embriagador y gélido aliento mezclado con el intenso olor a tabaco, de vainilla, y Sapporo, la había hecho volver en sí, moviendo su rostro un lado al ver que estaba acercando su rostro peligrosamente al de ella. La reacion de ella le hizo reír para luego sesar en seco y mirarle fijo a los ojos, golpeando fuertemente, con su mano derecha, la pared que se encontraba detrás de ella, acción que la hizo estremecerse del miedo. Le miró con esos ojos desposto y arrogantes, separó sus labios y le dijo.

— ¿A dónde se fue todo esa bravura de mujer?... ¿Eh? — cerró ella sus ojos fuertemente y pegó su mejilla derecha en la fría pared al escuchar un segundo golpe en la pared.

—Te advierto…si no quieres pasar un verdadero infierno en Azabu, será mejor siguas dando clases como si nada. — acercó su rostro hasta el de ella, susurrándole aquellas palabras en su odio para luego retirarse como si nada hubiera pasado.

¿Qué fue aquello que la estremeció tanto?...ese muchachito que apenas tenía quince años le había amenazado a ella como si nada. Recobró su compostura con un poco de dificultad ya que aun estaba atontada ante lo que había ocurrido, y sin importarle las advertencias del joven, se dispuso a ir a la oficina del rector.

Estaba furiosa, no más que eso…llevaba unas inmensas ganas de renunciar e ir a buscar al joven para darle una buena paliza y así demostrarle que no la intimido en lo absoluto, aun así, tenía que contener sus ganas de golpearle, ya que era un menor y todas las leyes lo protegían.

Pasó desapercibida las advertencias de la recepcionista quien le decía una y otra vez que el rector estaba reunido con el nuevo dueño quien había comprado el colegio…eso era bueno para ella, así el nuevo dueño se enteraría el tipo de estudiantes que asiste a su colegio, y tal vez él la escuche y haga algo al respecto.

Ni siquiera acudió de sus modales como para tocar la puerta, solo la abrió sin pensarlo dos veces, deteniéndose la conversación que se llevaba a cabo entre dos hombre.

—P-Profesora Haruno…— soltó Danzo sorprendido mientras el hombre que se encontraba frente al escritorio, se daba vuelta en su asiento para observar la joven quien había interrumpido su reunión.

—Señor Danzo, se tienes una importante visita hoy, pero no soportare hasta el lunes para soltarle lo que he venido a decirle hoy. — tomó aire y se llenó de valor para decir aquellas palabras, atrayendo la atención del dueño del colegio quien frunció el ceño y le miro de manera curiosa.

—Podría ser en otra ocasión…como ve, hoy no es un muy buen día. — soltó entre dientes Danzo, era más que obvio que estaba molesto con la interrupción de la profesora Haruno.

—No…déjala que hable…me interesa saber lo que tanto le incomoda como para llenarse de valor e interrumpir la reunión. — habló el nuevo dueño del colegio. A Danzo no le quedo más de otra que ofrecerle el permiso a la profesora Haruno para que hablara de su molestia.

Cerró la puerta y se acerco a ellos, inhaló una cantidad de aire, se preparó para hablar, soltando todo en dos simples palabras que definían su molestia.

—Uchiha Sasuke. — soltó Sakura, Danzo se reacomodo innecesariamente en su asiento al escuchar aquel nombre, carraspeando varias veces, no obstante el señor que Sakura tenía a su lado, le observó intrigado.

—Lidiare con el asunto…no se preocupe, señorita Haruno. — aquello sonó como si la estuviera despidiendo de la oficina.

— ¿Qué?... — soltó incrédula, sin poder creerlo.

—Ha llevado diciéndome lo mismo desde hace tres semanas, y las cosas no han dado ningún cambio, solo el que presencie hoy que casi hace que me orine del miedo. — soltó Sakura indignada… ¡cómo demonios se atrevía a decirle aquello para luego votarla del lugar en palabras finas!

— ¿Qué ocurrió con ese joven que usted ha mencionado? — preguntó el dueño del colegio mientras le miraba seriamente.

—La verdad…no sé cómo empezar. — soltó con un leve sarcasmo mientras rascaba su cabeza…aquella mujer de cabello rosado claro, lacios y largos, hablaba en serio en cuanto a soltar todo sobre Uchiha Sasuke.

—Hoy me amenazo…espero a que saliera del salón y me acorralo en la pared. ¡Creí por un momento que me golpearía, pero para mi suerte, solo golpeo la pared! — Danzo soltó un suspiro de lamentación mientras escuchaba aquello.

—Llevo casi tres semanas llamando a la residencia Uchiha, y nadie me hace el favor de comunicarme a su padre quien al parecer no le importa en lo absoluto que haga su hijo ya que no ha contestado ninguno de los recados que le he dejado. — soltó ella bastante enojada.

—Solo le pido que me reúna con el padre del joven. Quiero que le hable a Uchiha Fugaku y le comunique lo que está pasando. — pidió por enésima vez Sakura al rector Danzo quien se encontraba nervioso y no sabía dónde meter la cara ante lo inoportuna que era Sakura con sus quejas.

El nuevo dueño del colegio se levantó y dio un paso en dirección a Sakura quien se volteó y le miro confusa al ver que el hombre levantaba su mano para estrechar la de ella… ¿Acaso le estaba felicitando por su valentía?

—Soy Uchiha Fugaku…el padre del joven. — los ojos de Sakura se abrieron como plato mientras estrechaba la mano de aquel hombre cuyo rostro se había vuelto uno inexpresivo y frío.

¡Carajos!...trágame tierra. — se dijó mentalmente. Había metido la pata hasta el final, diciéndole en la misma cara al padre del joven y dueño del colegio, que era un irresponsable con su hijo…