Disclaimer: La serie Death note y sus personajes no me pertenecen, sus creadores son Tsugumi Ōba y Takeshi Obata. Sólo los utilizo con fines de entretención, sin ningún tipo de fin de lucro.

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Intermisión

Por Makita

Capítulo I : Reunión

Introdujo los cinco dedos en un característico y moderno guante de cuero. Los estiró y formó con su mano un puño, asegurándose de tener movilidad para la posteridad. Repitió la operación con la izquierda y se montó con seguridad sobre la motocicleta que yacía a su lado. Hizo rugir el vehículo un par de veces y partió a toda velocidad, quebrando el silencio que las cuatro de la madrugada ofrecía en ciudad.

El cielo estaba cubierto de nubes grisáceas, pero no hacía frío. Era amenazante el clima, como si advirtiera algo, pero no hiciera nada. A Mello francamente no le interesaba, podía estar rugiendo una tormenta o brillando un sol de esos que quita la respiración, pero él no dejaría de asistir a ese lugar y a esa hora por nada del mundo.

Y era tan primitivo ese pensamiento y ese sentimiento, y se sentía estúpido por no controlar con la mente esa clase de emoción. Era una emoción que dormía dentro de él hace años y que constantemente lo martillaba, como esas fuentes japonesas de bambú que se llenan y se vacían de agua, que provocan un sonido persistente considerado inofensivo, hasta relajante. Ilusamente creía que podía ignorarlo –y lo hizo por cinco años— pero ahora definitivamente iba decidido a terminar con esto.

La velocidad sacudía su casco reforzado y de brillante negro. Se detuvo de golpe en una esquina. Su corazón estaba apretado como sus puños alrededor del manubrio, resopló y fijó ambas pupilas al frente. Quería demorarse un poco, hacerlo esperar, si es que estaba. A Near.

Ese enano arrogante, pensó, estático. Desde aquellos días en el orfanato de Wammy's lo venía atormentando, con esa actitud de niño crecido y autosuficiente, intelectualmente más evolucionado, pero sin pizca de pasión. A los diez años había intentado transgredir aquella figura, provocar un quiebre en su pasividad. A menudo echaba abajo las torres de naipes que tantas horas de esfuerzo le costaba construir, lo empujaba en los pasillos intencionalmente, saboteaba sus trabajos…¡diablos! Saboteaba todo lo que el enano realizaba. Pero nada.

Jamás lo había golpeado. Sentía compasión por aquella débil imagen, aunque implícitamente sabía que Near estaba protegido por una coraza aún mas firme que la carne y los huesos; de confianza en sí mismo. Era por eso que causaba esa repulsiva sensación de inestabilidad y menosprecio. Su seguridad tambaleaba el bote donde el resto yacía en pie, y eso apestaba. Mello odiaba eso, las escasas palabras saliendo de sus labios como acero implacable y sorprendiendo a los más adultos, arrancando suspiros de admiración y de encanto.

Esa tormenta emocional que vivía a causa de Near— lo detestaba y al mismo tiempo representaba la vara a alcanzar— la argumentó en la adolescencia como un espantoso despertar de su sistema endocrino. Las jodidas hormonas no le permitían pensar, provocaban que toda emoción se multiplicara por cien, lo llevaban a cometer estupideces, a crecer más rápido, a tomar conciencia de si mismo, a desarrollar una identidad oscura, introspectiva y rebelde, totalmente contraria a la de su rival. Pero Near continuamente estaba allí, actuando sobre lo correcto, lo moral y lo ético, reprochándole y demostrándole que eso funcionaba incluso mejor que sus arriesgadas osadías.

Presionó el acelerador y avanzó por las calles vacías, ignorando las señales de tránsito a su paso.

Recordaba que no siempre había sido así. Durante su infancia era amable, le gustaba jugar y disfrutar de su niñez sin abandonar su característica vena traviesa, dejando que la imaginación encaminara sus pasos. Podría decirse que era querido dentro del grupo social, su originalidad e iniciativa eran referentes.

Era tan…patético.

Después, en la adolescencia, su carácter se volvió mas frío e irónico, guardaba muchos pensamientos para él, sentía rencor hacia el camino al cual se dirigía el mundo –argumentado por su gran apego a la justicia—y especialmente hacia Near, que encarnaba lo que más aborrecía.

El sentimiento sin nombre que guardaba hacia Near— que finalmente no era pena, ni compasión, ni rabia, ni desidia— Matt lo había catalogado como tensión sexual. Al principio había puesto el grito en el cielo al escuchar "sexo" y "Near", pero luego de una exhaustiva explicación, consideró el análisis de su mejor amigo, que cabe recalcar, ha sido el único testigo de la tortuosa relación entre los dos primeros discípulos de L.

Según Matt, la postura ambigua que Near mantenía –o mantiene— sobre Mello, convertía su energía o carga negativa en atracción; todo lo que realizaba el primero atraía como un imán la atención del segundo y el segundo, al mantener una competencia con el primero, rechazaba esta atracción, pero estaba acérrimamente presente.

—Entonces todo es física, ¿eh?.— Mello cuestionó, mascando una barra de chocolate, y echado como lagartija al sol sobre un sillón corroído de colores anaranjados.

Matt lo había mirado con cierta curiosidad desde su posición cerca de la ventanilla. Apagó el cigarro en un cenicero próximo y bajó la persiana plástica para evitar que los viesen.

—Eso es lo que yo creo. No digo que sea verdad.

Mello no era estúpido. No es que creyera esa teoría; más bien le sirvió como motivación para elaborar otra; seguramente esa atracción o tensión funcionaba en ambos, en él y en Near, como en la mayoría de las leyes de la física, son dos cuerpos los que entran en colisión y hacen que se cree una eventual carga energética.

Eso era jodidamente perturbador. Y justamente ahora se proponía comprobar y experimentar, hasta donde podría tirar el elástico.

O quizás no pasaba nada y Near seguía siendo un aburrido e insípido ser humano sin sentimientos ni emociones.

Giró en una ancha avenida, completamente desierta. Los faroles amarillentos iluminaban perezosamente el asfalto, contrastando y brillando sobre diferentes superficies. Disminuyó la velocidad, buscando al objeto de análisis con la mirada. Habían quedado de juntarse a seis cuadras de la sede del SPK, a las cuatro de la mañana. El menor no había confirmado su asistencia a esa cita, pero tampoco se había negado. Mello pensaba que era poco probable que fuera, por el riesgo que suponía salir y exponerse en pleno caso Kira.

Tal vez por mi culpa Kira lo mate.— sonrió, sintiéndose seguro detrás del casco que cubría su rostro.

Avanzó lentamente y lo divisó sentado en una banca que daba en dirección a la calle. Como siempre, con una pierna recogida y otra que no llegaba a tocar el suelo. Una chaqueta con un gran gorro cubría parcialmente su cuerpo y su semblante, pero era él. Mello lo reconoció, era esa apestosa presencia, de nada. No supo porqué su presión se disparó ni porqué vivía una displicente ansiedad e incertidumbre.

Apretó los labios olvidando el efecto anterior, aceleró y frenó ruidosamente frente a él.

—Así que viniste.— afirmó, como deseando no estar allí. Siempre le sucedía lo mismo; la figura de Near le provocaba náuseas y le daban ganas de golpearlo. Suspiró, hastiado.

El menor levantó la vista disimuladamente; inspeccionó al que fuese su compañero en la Wammy's House y rival en el camino para encontrar a Kira, aunque por decisión propia. Su alta y delgada figura estaba cubierta con ropas de cuero, salvo en la espalda, en donde su inclinación sobre la moto provocaba que su camisa se alzara, dejando al manifiesto las sombras producidas por las vértebras en la piel lisa y bronceada. No sabía porqué estaba analizando eso, sólo enfocó la vista en el semblante oculto, encontrándose reflejado en la superficie acrílica del casco.

—Sube.— le ordenó sin miramientos, haciéndole un gesto con la mano para que se acercara.

—¿Dónde?.— los ojos de Near se abrieron por la sorpresa.

—¡A la moto, donde más!.— le gritó el mayor, perdiendo la paciencia.

—Nunca acordamos eso.

Un silencio digno de un cementerio invadió la tensa atmósfera que se había creado entre los dos.

—¡¿Qué?

—Que nunca acordamos que viajaría en tu moto.

—Near, ¡no seas cobarde! ¿Piensas quedarte acá en el frío, con lo cómodo que eres?

—Da igual. No lo haré.

El rubio frunció el ceño. Cinco malditos años y no había cambiado ni un poco; siempre vestido de blanco, usando sólo calcetines y enrollando el cabello en su dedo índice. ¿Qué acaso nunca había pensado en cambiar? Pensar…" voy a dejar de hacer estas cosas que me hacen lucir como un retrasado mental" ¿no había considerado el tener una vida corriente? ¿no tenía curiosidad por el gigantesco mundo en el que se encontraba inmerso?

Se quitó el casco, lo apoyó en el asiento, se bajó y acomodó la moto hasta que quedase firme reclinada contra el seguro. Resopló por segunda vez, armándose de paciencia. Avanzó a paso seguro hacia Near con la clara intensión de forzarlo a subir al vehículo.

—Ven. – el rubio sujetó el brazo de su receptor sobre el codo.—No pienso quedarme aquí por tus caprichos inútiles…

—No lo hagas.— lo interrumpió clavando las negras pupilas en las verdes, que se ocultaban escurridizas detrás de los mechones rubios.—Gevanni te está apuntando en este instante.

Mello, que había quedado algo anonadado ante los ojos del contrario, alzó la vista y efectivamente: un automóvil estacionado a escasa distancia encubría la figura del miembro del SPK, Gevanni, que lo apuntaba con un arma amenazante. Sonrió. Era obvio.

—¿Y eso?.—preguntó cáusticamente.

—Una precaución.

El rubio alzó una ceja, inconforme. Inspeccionó rápidamente al que yacía sentado indiferente; pudo vislumbrar su camisa entre abierta, su cuello blanquecino, una mano sobre la rodilla…y algo extraño en el segundo botón de la prenda. Llevó la mano hasta el lugar, sintiendo como su pulso se aceleraba ante el calor que desprendía Near y que traspasaba vagamente el grueso guante de cuero. Fue brusco, arrancó de un tirón un diminuto dispositivo que se ocultaba detrás de ésta.

—¿Y esta mierda también es una precaución?.— Inquirió llevando el micrófono frente a sus ojos, para luego destrozarlo entre sus dedos y lanzarlo en el asfalto sin titubeo alguno.

—Lo era…—contestó Near, atisbando el aparato destrozado a sus pies.

—Eres un paranoico. Si ese idiota me está amenazando, no hay nada que hacer. Nos quedaremos aquí.— afirmó con tranquilidad, sentándose al lado del menor, que parecía estar analizando esas últimas palabras.

¿Eso quería decir que Mello no estaba armado? Entonces no tenía intensión de llevar a cabo ninguna clase de secuestro o asesinato o extorsión. Sus percepciones estaban abiertas al máximo; desde el característico sonido del envoltorio metálico del chocolate desgarrándose, la respiración de Mello, los movimientos de Gevanni y sus propios movimientos. En primer lugar, no sabía con certeza porqué Mello lo había citado en privado o porqué tenía la intención de trasladarlo a otro sector de la ciudad.

Porqué esa hora, o porqué ese día. La actitud de Mello tenía en suspenso la curiosidad del menor.

Nunca sabría si no preguntaba.

El rubio subió el brazo izquierdo hasta la baranda de la banca pintada de verde oscuro; lo apoyó con desidia, esperando alguna reacción. Él mismo se había encargado de planificar este escenario, pero no sabía como continuar. Nuevamente el maldito sistema endocrino le jugaba una mala pasada: la presencia del mocoso arrogante le nublaba parcialmente el discernimiento, aunque del torrente sanguíneo para afuera, no se notaba ningún cambio en esa actitud confianzuda. Saboreó el cacao en la boca y atisbó de reojo el automóvil azul oscuro estacionado en la esquina. Gevanni parecía haber bajado la guardia.

—Quisiera saber el motivo de esta cita.— exigió Near apáticamente, rompiendo la perplejidad que se había creado con cada uno inmerso en sus pensamientos.

—Que raro suena eso.— ironizó Mello, soltando una risa burlesca. —¿Porqué crees que te cité? Dime tus teorías...—provocó.

—Tienes información que me interesaría saber.— respondió con total franqueza, inquieto internamente pero demostrando total seguridad.

—Depende…— jugó el rubio ladeando la cabeza, con las pupilas permanentes en la moto que yacía frente al par.— …Depende de lo que te interesaría saber a ti.

—La investigación sobre Kira.—inquirió el albino, enfrentándolo con la mirada.

Nunca había visto a Mello así. Aún conservaba en su mente la imagen de años atrás; cuando era menudo, de brazos alargados, cabello liso y pesado, con el rostro ovalado y de facciones sutiles, como las de una chica. Y ahora lucía áspero, con un cuerpo más consistente, hombros rectos, facciones selladas de rudeza por una cicatriz y una mirada reflexiva de una agudeza profunda, como esos pitidos desagradables de los utensilios de audio que atraviesan las barreras del cuerpo y que bloquean todos los sentidos.

Pero fuese lo que fuese, aunque hubiese cambiado su físico, sus músculos, hasta su mirada; la esencia era la misma. Era Mello, desafiando las reglas, improvisando, sumergiéndolo en ese juego macabro de la incertidumbre, compitiendo por quién entregaba la respuesta más ingeniosa o quien lograba poner en jaque al otro. Persistentemente rivalizando. Se imaginaba el objetivo de todo esto y él estaba dispuesto a seguir hasta el final.

Total, él tenía sus propias metas.

—Esto no se trata del caso Kira.— aclaró el rubio roncamente.—…por si crees que tengo algún tipo de información sobre eso. De todas formas…—desvió los irises verdes dirección a su receptor— si la tuviera, no te la daría, idiota.

—Ya veo.— Near bajó la vista hasta el asfalto grisáceo y corroído.—Entonces lo hiciste porque querías verme.

Hubo un mutismo alarmante durante algunos minutos que finalmente fue roto por un bufido de Mello, que sonó más a carcajada contenida.

—¡¿Eso es lo único que viene a tu mente? ¡no me hagas reír!.— el mayor lo atisbó con una mueca de asombro y las cejas arqueadas exageradamente.— Near, eres aún más retardado de lo que aparentas. ¡¿Te crees muy especial, eh?

—No lo sé, tu me citaste. –su voz quieta lo sumergió en un letargo de ansiedad ¡Como lo odiaba!

—¿No se te ocurrió pensar que te cité para asesinarte o secuestrarte?— exclamó, incorporándose y golpeando el respaldo donde se encontraba apoyado Near.— Sabes que te odio hace mucho…¡no me costaría ni un segundo acabar con tu insípida existencia!

—No lo creo. Haz tenido la oportunidad de asesinarme antes ¿recuerdas? ¿porqué lo harías ahora? No veo porque justamente hoy.

Ah, Near. Near, Near. Como le nublaba el juicio con esas palabritas excedidas de sereno desapego y un par de pupilas negras abiertas de asombro, dueñas de una convicción aplastante.

—Te diré el porque de esta patética "cita".— explicó con una media sonrisa, luciendo más perturbado que de costumbre.— Halle me contó que habías dicho que te daba miedo salir al exterior estando involucrado en el caso Kira…

Near aguardó, expectante.

—Sólo pretendía saber si te atrevías a salir si te lo pedía. Cuando te vi esperándome, lo confirmé, te obligué a tomar un riesgo innecesario…sólo por un capricho, un experimento.

A pesar del esclarecimiento del porqué de la situación, Near comenzaba a discernir los verdaderos motivos de Mello; pretendía terminar con esa confusión que había gobernado su vida desde que lo había conocido. Y él también deseaba eso. O más que eso. Deseaba que Mello confesara lo que verdaderamente sentía con todo su corazón.

—No pensé que vendrías, sinceramente. ¿Porqué querría citarte yo? ¿no pensaste en eso? No te soporto, te lo he dicho varias veces.

Mello se alegró al escuchar sus propias palabras, expresando y justificando un sentimiento que hace mucho primaba en sus emociones; el desprecio y el rechazo hacia el legítimo sucesor de L. Se sentía satisfecho con confesar el motivo que lo había movido hacia esa rarísima y forzada reunión con Near.

El propósito de humillarlo al manipularlo con una tentativa.

Sin embargo, algo no andaba bien. Se sentía como un adolescente al que regañan por una niñería que no debió cometer a su edad; tal vez se explicaba por la actitud despreocupada y complaciente del otro. No lucía sentido, ni sorprendido, ni molesto, ni mucho menos triste o decepcionado.

Como Mello quería verlo.

Maldición, anhelaba que le soltara algún "gracias por hacerme perder el tiempo" o "suponía que pasaría esto" pero nada. Ningún indicio de emoción, para él esto se trataba de un jodido trámite que no influenciaba ni alteraba en una milésima su rutina.

—Yo también tenía una razón para venir.— lo escuchó decir con un tono sincero. Mello alzó una ceja, estupefacto.— Fuera del caso Kira, por supuesto.

—¿Qué mierda quieres decir?

—No vale la pena mentir en esta ocasión.— explicó, enrollando un mechón de pelo en su dedo.— Nos conocemos desde hace años, hemos compartido un mismo sueño y estamos siguiendo distintos caminos que llegan a una misma meta. Por mi parte, hablaré con franqueza.

Mello esperó, apretando los labios.

—La razón por la que asistí a ese encuentro, es porque me gustas.

Near desvió la vista a la izquierda, enrollando y desenrollando rápidamente el mechón elegido. Y Mello…

Mello estaba en shock. No vislumbraba una razón aceptable del porqué Near soltara una mentira tan …tan…tonta. Podría haber dicho cualquier otra cosa, desde que un extraterrestre o un Shinigami lo había obligado a venir y lo habría creído. Pero de sus labios salió eso.

Entonces no estaba mintiendo.

Lo atisbó con los ojos entrecerrados, vacilante, concibiéndose como un animal atrapado en una red, ¿estaba cayendo en una trampa?

—Me gustabas de antes, pero nunca me atreví a decírtelo, por razones obvias.—confesó como si nada ante la perplejidad del contrario.

—No estás hablando enserio.—afirmó el rubio roncamente y extremadamente cerrado. Lo atisbaba como si fuese la primera vez que lo hacía.

Near se inclinó de hombros.

—¿Porqué no lo haría? No tengo nada que perder.

Se observaron mutuamente durante varios segundos, que luego se convirtieron en minutos y después parecieron horas y horas perdidas en la relación del espacio y el tiempo.

"Está mintiendo para presionarme, quiere que le diga que yo también" —La mente de Mello era todo un caos de probabilidades y suposiciones.— ¿Se quedaría realmente así una persona que manifiesta sus sentimientos, especialmente cuando estos no son correspondidos y están fuera de lo común? "Es decir, no cualquier chico le dice a otro chico que le gusta, declarando abiertamente su sexualidad… resulta menos probable si el otro lo rechaza explícitamente…se trata de Near, que se rige por las reglas morales de la sociedad…no…no es posible que sea verdad"

Mientras Mello se encontraba inmerso en una enredadera de posibilidades, Near lo analizaba atentamente; casi podía ver como las teorías se armaban y desarmaban dentro del cerebro del rubio, intentando buscar la verdad detrás del fatídico dicho pronunciado anteriormente.

Pero la verdad era esa y si tenía que arriesgarlo todo para ayudar a Mello a terminar con esa tortura psicológica que se ofrecía el mismo hace años por no poder superarlo, lo haría. Mas que todo porque estaba cansado de estar consiente que afuera existía alguien que lo odiaba, que esa persona era inteligente y que eventualmente podría cooperar con él en vez de llevarle la contraria.

Vislumbró el automóvil del SPK acercándose a velocidad moderada; se detuvo justo detrás de la motocicleta negra y desde el asiento del piloto, Gevanni abrió la ventana contraria pudiendo percibir a las dos contrastantes figuras alrededor de la banca de madera pintada.

—Near, es hora.— habló estirándose sobre el asiento del copiloto y abriendo la puerta. Unos lentes oscuros cubrían su faz, su expresión era de discreción total.

El aludido se incorporó perezosamente y se encaminó hacia el vehículo a paso lento.

—Adiós Mello.

El rubio, que se encontraba ensimismado, reaccionó abruptamente ante la inexpresiva despedida y lo inmovilizó del brazo con violencia, impidiendo su avance. Su semblante hablaba por si solo; ceño fruncido, dientes apretados, piernas posicionadas con fuerza sobre la vereda de cemento, una respiración irregular…y eso que estaba autocontrolándose.

—¡¿Me sueltas esa mierda de cursilería y ahora te vas?.—le gritó, perdiendo la paciencia.

—Ya lograste tu objetivo, que era hacerme venir aquí.—habló Near con convicción.—Estoy muy ocupado, no puedo quedarme toda la noche.

—Pues bien, vete..—el mayor lo soltó de un empujón, evidenciando su rabia.— Espero no volver a ver tu patética cara en toda mi vida.

Vio como el menor subió al auto, cerró la puerta y partió, abandonándolo en un silencio espeluznante y solitario; llevó las manos enguantadas hasta la frente para posteriormente dejar caer ambos brazos a lo largo del cuerpo.

Si su intención en esa improvisada reunión era burlarse de Near y acabar con ese sentimiento estúpido de dependencia hacia él, estaba equivocado.

Todo se había ido a la mierda.

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—A ver, explícamelo otra vez…—escuchó decir a Matt, que estaba de pie atrás del sillón, que marcaba el centro del departamento.

Fumaba demasiado, pensó Mello, sentado en el mueble con ambos brazos estirados en el respaldo y con la cabeza hacia atrás; veía a su compañero al revés, ansioso.

—Dijo que le gustaba, y que no me lo había dicho antes por razones "obvias".—relató, hastiado. Apretó los ojos.

—Ya veo. Y tu le dijiste que no querías ver su apestosa cara nunca más en tu jodida vida.— comentó Matt, exhalando una nube de humo.— Salió todo mal.

—Eso fue un arrebato, sabes que el mocoso me saca de quicio.

—Lo peor es que no solucionaste el tema…¡Debiste hacer lo que te dije!.—reclamó el de camisa a rayas, mirando el cenicero y luego al rubio.—¡Que te atraiga alguien no quiere decir que estés enamorado ni nada parecido!

—No voy a tener sexo con Near, nunca, jamás. Es demasiado desagradable tan solo pensarlo.

Y tuvo una sensación horrible, de que esas palabras monótonas tenían peso desde sus labios hacia fuera.

Transcurrieron unos largos minutos de silencio. Como aborrecía a Near…¿¡Porqué no le había disparado en la sede de la SPK cuando fue a recuperar su fotografía? ¡Y ahora le tendía esta encrucijada con el jodido propósito de provocar una confesión de algo que ni siquiera sentía!

Y eso lo descomponía de sobremanera.

Que Near sospechara que, efectivamente, sentía algo por él.

¿Qué razones lo habían inducido a esa conclusión? Desde su niñez lo fastidiaba y se encargaba de recalcarle cuanto lo detestaba ¡no podía ser más explicito en su demostración de odio! Y ahora el muy idiota le salía con esta mentira ridícula para verlo caer en su maquiavélica trampa…solo un estúpido caería …debía, no, era su obligación encontrar una forma de voltear la situación a su favor.

Mientras masticaba una barra de chocolate como un autómata, analizaba toda la novela que se había escrito en el encuentro de los dos. Se imaginaba lo que hubiese ocurrido si él no fuese tan inteligente; seguramente le habría dicho al mocoso " Near, si somos francos, también me gustas…todo este tiempo lo he ocultado detrás de la repulsión que manifiesto constantemente hacia ti"

"Ya lo sabía Mello"

Quizás se hubiera acercado con ese falso semblante de niño inocente, le hubiese acariciado el cabello como juega sus absurdos juguetes, con suavidad y delicadeza; hasta lo hubiese rodeado con esos brazos delgados cubiertos por exceso de tela. Lo habría aproximado lentamente, hasta que su propio rostro quedara resguardado bajo el gigantesco gorro que venía adherido a la chaqueta café –claramente prestada— hubiese respirado su exhalación tibia, percibido su aroma, besado sus labios gradualmente. Lo estaría abrazando fuerte, arrugando su ropa y acomodando su postura, que siempre con una rodilla doblada contra su pecho impediría un mayor acercamiento.

Seguramente se encontraría probando la boca de Near, saboreándola, mientras todo era calor y más calor entre los dos y explotaba a su alrededor un millón de sensaciones, colores aromáticos, cambios de temperatura porque la noche se comenzaba a poner helada y él se sentía transpirar dentro de su ropa de cuero, con Near abrazado a él y con las piernas posicionadas alrededor de su cintura.

Se habrían separado jadeando e inhalando con fuerza, uno contra otro.

"Mello…trabajemos juntos en el caso Kira"

"Lo que tu quieras Near. Soy tu escla…"

Y ahí había terminado la fantasía.

Esa asquerosa y desagradable fantasía. Menos mal el "hubiera" no era un verbo más relevante. Sacudió la cabeza. Eso era…espantoso. Horrible. Una pesadilla.

Se sentía sonrojado y le dolía el cuello. Abrió los ojos al máximo, asustando a Matt, que había apagado el cigarro y vigilaba tranquilamente un monitor de imagen parpadeante y azulosa, que mostraba a Misa Amane y a Mogui actuando como su guardaespaldas y chef personal.

—¿Que diablos te sucede…?—cuestionó Matt siguiéndolo con la mirada.— De repente te quedaste pegado…

—Matt…—musitó con seriedad y con la vista fija en un punto infinito.—Tengo que acabar con Near…

—Otra vez con lo mismo.— reclamó.

—…La reunión anterior era una simple prueba. Ahora elaboraré un plan mejor para terminar con su estúpido orgullo de una vez.— aseguró mordiendo el chocolate en su mano izquierda, con confianza.

El dueño de los googles ignoró a quien reposaba a su lado fabricando planes detrás de una mueca psicópata. Hace mucho tiempo era testigo de las verdaderas obras ingenieriles que Mello se mandaba por sus intentos de superar a Near (o más bien hacer que Near se cayera en algún aspecto) que para él, a la larga, sólo tenían una solución: la comunicación.

Para Mello, la comunicación por parte de Near no era clara; siempre interpretaba algo más, buscaba intensiones, miradas, tonos de voz, pistas que sugirieran algo escondido detrás de las llanas palabras que el albino pronunciaba. Si se trataba de un caso, se forzaba a pensar nueve o diez pasos antes, las probabilidades y las ramificaciones que abrían estas posibilidades; el rubio no lo decía, pero esa extrema competición siempre lo llevaba más allá y terminaba por arriesgar muchas cosas, incluida su propia vida. Aunque se podía decir que ese era el camino que él había preferido; Matt no lo imaginaba en ningún otro.

Cuando le contó toda la historia de la reunión con Near, lo confirmó. Mello había ido en contra del contexto en todo momento y había acabado por desviar la intención original que tenía para finalmente, caer en su propia trampa. Y no es que Near fuese un genio que se imponía a la inteligencia del primero; sólo lo dejaba fluir a sabiendas de su efecto sobre él, probaba sus límites, quizás jugaba un poco, pero el que terminaba mordiéndose la cola, era Mello. Únicamente porque se negaba a escuchar a Near, porque no se permitía aceptar nada de él, aunque en secreto lo admirase.

Si sus emociones se midieran en decibeles, Mello los dejaría a todos sordos de un momento a otro, porque no tenía el control; su desprecio hacia Near y su admiración sonaban al mismo volumen, pero su mente optaba atender la parte negativa. Lo malo. Porque tenía miedo de escuchar la otra parte. El orgullo lo cegaba a tal manera de dejar a oscuras una gran gama emocional.

Era un ciclo de nunca acabar. Aunque Near fuese completamente distinto, se hubiese unido a la mafia y hubiese presionado a Kira por los medios más macabros; no le hubiese gustado, porque a él le gustaba el auténtico, con esa personalidad apestosa y esas extrañas costumbres.

Resopló, introduciendo la mano en el bolsillo de su pantalón de jeans y encontrando una cajetilla de cigarros, parcialmente arrugada. Llevó uno a sus labios y lo prendió con el encendedor, que descansaba sobre uno de los cojines del anticuado sillón.

—Piensa esto…—el rubio ladeó la cabeza y apoyó un codo sobre la rodilla.—…La inteligencia de Near se basa en un perfecto mapa social que crea desde su capacidad de percepción. Si lo saco de ese contexto y lo pongo en uno donde todo funcione al revés…¿eso lo desestabilizaría, no? Emocionalmente, digo.

—No entiendo lo del mapa social.— musitó Matt, aburrido de lo que veía en el monitor.

—Que reconoce el rol de cada persona a su alrededor y lo ubica perfectamente en cualquier tipo de escenario, sabe de antemano como se desenvolvería. Por eso es un experto en usar a los demás para su propio beneficio…

Mello arrugó el entrecejo al escucharse decir algo así; era implícito que Near era muy bueno observando y que gracias a eso había elaborado una increíble lucidez social, que al final actuaba como miles de atajos mentales ante circunstancias adversas. Por eso…

—¿Dices sacar a Near de su pequeño mundo estable?.—preguntó el receptor de la idea, rascando su mejilla con el dedo índice.—¿Quieres decir un secuestro o algo así?

—Eso.

Matt rió amargamente. Mello estaba completamente loco.

—Kira te lo agradecería.

Llegó hasta sus oídos el sonido seco del chocolate quebrándose entre los afilados dientes de su compañero. Era un sonido maquiavélico, su eco quedó suspendido entre las delgadas paredes del diminuto apartamento.

—Kira se las verá conmigo. Después de todo, esto es sólo una intermisión.

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Continuará…

Mi segundo fanfiction en el fandom de Death note! Estoy feliz…hace tiempo tenía esta idea, quería escribir algunas situaciones complejas entre Mello y Near, sin salirme completamente del canon original. Esta vez es un multichapter, de unos dos o tres capítulos, depende de la extensión de cada uno. Obviamente este capítulo es una introducción…pero una introducción que abre con una confesión…ciertamente hay algo detrás de las palabras de Near, pero Mello tendrá que mover sus piezas para averiguarlo…¡como amo este pairing! ¡¿Qué les pareció este primer capítulo? ¡Espero que les haya gustado! Me encantaría recibir sus opiniones, sugerencias, críticas, acotaciones…soy toda oídos!

Nos leemos en el próximo capítulo!

Se despide, Makita =)