Todo parece diferente después del castigo. Quizá un poquito mejor. Allison no sabe muy bien que es la extraña sensación que le recorre el cuerpo, pero tampoco le importa. No mientras siga haciendo que sonría de esa manera.

El coche se pone en marcha y se aleja del instituto. Allison se gira sobre el asiento y observa la entrada principal –ahora vacía- hasta que la pierde de vista.

Su padre no dice nada de su nuevo aspecto y mucho menos de su cambio de actitud, pero a ella le da igual. La sudadera de Andrew le rodea los hombros –aún huele a él- y en la radio suena –muy bajito, casi no se escucha- una canción: Don't you forget about me, de Simple minds.

Piensa en lo curiosa que es la vida y en lo mucho que puede cambiar en apenas unas horas. Cuando esa mañana llego al instituto lo hizo sola, pero ahora tiene amigos. Tres amigos de verdad y a Andrew, que es algo más; mucho más.

Cierra los ojos y de repente lo sabe. La sensación que le recorre el cuerpo, la sonrisa en su cara. Todo eso tiene un nombre.

Alarga la mano y sube el volumen de la radio hasta que la música resuena contra el techo del coche y vibra en sus oídos.

Esta de celebración; por primera vez en su vida sabe lo que es la esperanza.