Aclaraciones: Digimon no me pertenece.

Parejas: Mimato como principal, Taiora y un poco de Takari.


Recuerdos


Capítulo 1: De vuelta


Se quedó parado en la entrada del instituto durante unos minutos, mirando hacia un punto pero a la vez no mirando nada. Al cabo de unos segundos decidió avanzar y, cuando puso un pie dentro, una sensación de ahogo le recorrió de pies a cabeza. Respiró profundamente, dándose ánimos para seguir caminando, y siguió andando hasta entrar en el edificio. Aunque lo intentaba, no podía evitar mirar cada uno de los lugares que formaban los alrededores del instituto: los bancos, los campos de fútbol, el camino que daba hasta la parte trasera del edificio donde se encontraba el gimnasio, al igual que todos y cada uno de los pensamientos que había intentado reprimir aparecían ahora conforme avanzaba hacia su clase. Cuando llegó a su nueva aula, entró viendo que era el primero en llegar, así que colocó su maletín en una de las mesas que se encontraban en el centro y se apoyó en ella. Poco a poco la clase empezó a llenarse de alumnos, los cuales Matt saludaba con un leve asentimiento de cabeza o una media sonrisa.

—¡Matt!

El rubio solo atinó a levantar la cabeza para ver como una mancha marrón se le tiraba encima abrazándolo. Retrocedió unos cuantos pasos para evitar caerse debido a la fuerza con la que le habían "abrazado" y empujó al chico para quitárselo de encima.

—Su-suéltame—se quejó Matt al ver que Tai lo abrazaba aún más.

El chico castaño rió y se separó para sonreírle alegremente, unos pasos más atrás, Sora le miraba con una sonrisa.

—Sora—medio sonrió a la chica.

—Hola Matt—contestó la pelirroja.

—Yo también te he echado de menos—sonrió el chico mostrando sus dientes. — No sabes lo que era no tener a nadie con quien meterse durante las vacaciones—rió.

—¿Has ido a algún sitio? —le preguntó al castaño.

—Fui unos días a la playa con mis padres y Kari, pero por lo demás estuve todo el tiempo aquí en casa. Ves—se remangó una brazo enseñando su piel—Estoy más moreno—presumió.

—Y has cogido un poco de peso—intervino Sora de broma—seguro no has hecho nada de ejercicio y te has hinchado a comer.

Tai se sonrojó.

—¡¿Cómo que estoy gordo? Eso es mentira—habló haciendo reír a Sora y medio sonreír a Matt. Pasado unos segundos le preguntó a Matt—¿Qué tal tus vacaciones?

—Bien—contestó simplemente mientras se arreglaba la chaqueta.

—¿Sólo bien? ¿Fuiste al pueblo de tu abuela, no? Intenté llamarte pero tu abuela me confundió con una de sus amigas y empezó a soltarme los cotilleos del pueblo—rió Tai.

Matt sonrió levemente. Irse al pueblo de su abuela le había ayudado bastante. Su padre se lo había propuesto y junto con su hermano habían ido unas cuantas semanas allí. El alejarse de la ciudad, de todos los recuerdos que había vivido ese último año, había conseguido despejarlo. Aunque Matt sabía que tarde o temprano tendría que volver y seguir enfrentándolos, porque por muy lejos que se fuera, esos recuerdos iban a perseguirle seguramente durante toda su vida.

—Matt.

El chico miró a sus amigos. Tai ya no sonreía y le miraba con preocupación, al igual que Sora.

—Estoy bien—habló sentándose en su sitio.

Tai abrió la boca para decirle algo pero Sora le cogió el brazo y negó con la cabeza, diciéndole así que era mejor dejarlo solo. El castaño volvió a mirar a su amigo, que ahora miraba por la ventana ausentemente, y apretó los puños. No le gustaba ver a Matt sufrir, claro que sabía que aún no había superado lo que pasó, ni él mismo aún terminaba de creerse que ella ya no estaba con ellos, y seguramente Matt lo estaría pasando aún peor. Relajó su cuerpo y fue a sentarse en su sitio, detrás de Matt, cuando el profesor entró en el aula dando comienzo la clase.


Mimi bajó del coche y miró detenidamente el edificio que se alzaba delante de ella, mientras el camión de mudanzas que ya llevaba unas horas ahí estaba abierto y unos cuantos hombres bajan de el muebles y cajas. No le había sentado nada bien tener que mudarse. Había dejado atrás casi toda su vida, a sus amigos, su instituto, todo. Les había suplicado a sus padres quedarse un año más aunque le quedaran dos para terminar el instituto y luego mudarse, pero su madre se había negado explicándole que la empresa de su padre se iba a trasladar aquí y tenían que viajar obligatoriamente.

—Mimi—la chica giró el rostro hacia su madre—venga tenemos que entrar las cajas—la castaña se acercó hasta donde estaba su madre, que le entregó una en la que ponía "Mimi" —Oiga tenga más cuidado con eso que es muy delicado—oyó que su madre le decía a alguno de los hombres que descargaban en ese momento una de las cajas.

El departamento era más pequeño que el que tenían en América, ya que allí vivían en un barrio donde solamente había casas particulares. Esta estaba formada por una pequeña entrada, seguida de un largo pasillo que luego giraba hacia la derecha, aunque al fondo Mimi vio una sala bastante grande, la cual dedujo que sería el salón. Se adjudicó una habitación que a simple vista la pareció espaciosa para ella, donde podría poner toda su ropa y cosas que no eran pocas. Dejó la caja que llevaba y caminó hacia la ventana, donde se quedó mirando el paisaje.

Su padre la observaba desde el umbral de la puerta sin que Mimi se diese cuenta. La señora Tachikawa se detuvo también observando a su hija.

—¿Crees que será bueno para ella el volver?—le preguntó Keisuke a su mujer.—Estamos cerca de donde vivíamos antes y puede que…

—No va a pasar nada—le cortó su mujer mirándolo severamente—Y si pasase, Namura nos recomendó un doctor amigo suyo aquí en Odaiba. Él se encargará de todo.—zanjó caminando hacia otra de las habitaciones.

El señor Tachikawa suspiró y entró a la habitación.

—¿Te gusta cariño?

Mimi giró el rostro y sonrió.

—Es bonita.

—No pareces muy contenta.

La chica volvió a mirar por la ventana.

—Es porque he dejado amigos allí, he dejado toda mi vida papá—dijo la chica con tristeza. Pero pasados unos segundos se repuso y sonrió feliz para que su padre no se entristeciera—Pero entiendo que es por trabajo y no por simple capricho. Tú y mamá os habéis sacrificado muchas veces por mí, así que ahora es mi turno. No te preocupes, haré nuevos amigos—rió y su padre sonrió. La castaña se acercó a su padre y besó su mejilla—Voy a ayudar a mamá antes de que le corte la cabeza a alguno de los hombres por si le rompe algo.—se despidió saliendo por la puerta.

Keisuke sonrió sin ganas, y mirando la caja que su hija había dejado encima de un viejo mueble murmuró.

—Perdóname hija.


—Dios estoy reventado.

Sora miró a Tai y rió.

—Y eso que hoy era el primer día.

El castaño chasqueó la lengua.

—El primer día es el peor de todos, y más para nosotros que es el último año. Me he dormido en las dos charlas que no han dado sobre en qué queremos trabajar, qué haremos cuando terminemos el instituto, a qué universidad iremos, bla, bla, bla… menos mal que hoy no nos tocaba gimnasia y no hemos desaprovechado la clase.

—A ti lo que no sea algo relacionado con el deporte no le prestas atención—le dijo Matt que estaba a la derecha de Sora.

Kari, que iba acompañada de TK y detrás de sus tres amigos, rió.

—No tiene gracia Kari—miró de mala manera Tai a su hermana.

—Es que es verdad.

Matt se detuvo, haciendo que los demás lo imitasen.

—Nosotros nos vamos por aquí—dijo el rubio.

—Acuérdate que hoy hemos quedado con Izzy y Joe.

—Eso debería decírtelo yo a ti—sonrió divertido Matt haciendo que Tai riera. —Esta tarde nos vemos.

—Hasta luego—se despidió TK de Tai y Sora, se acercó a Kari y cogiéndole el rostro con ambas manos, se acercó hasta besarla en los labios.

Tai gruñó de mala manera ante la acción, pero calló al sentir que Sora le pellizcaba disimuladamente el brazo. Había aceptado ya, que su hermana ya no era esa niña indefensa a la que le había que proteger siempre, y que con esa edad era normal que empezase a salir con chicos, a pesar de todo, daba gracias porque ese chico hubiese sido TK, porque sabía que él nunca iba a dejar que nada malo le pasase a su hermana pequeña.

—Hasta luego—le susurró Kari a su novio con una sonrisa que fue correspondida por el rubio. TK se alejó de ellos junto con su hermano rumbo a su casa, mientras Kari, Tai y Sora caminaban hacia la otra dirección.


Mimi arrugó la nariz al ver la ropa que su madre le enseñaba.

—¿No te gusta?

Gustarle, gustarle, le gustaba, sí. Pero...

—El color no me convence—dijo su hija mirando el uniforme que su madre le enseñaba—¿Es que en Japón no tienen gusto por los colores? El azul oscuro me hará verme muy pálida.

El señor Tachikawa sonrió. Su hija no iba a cambiar en cuanto a su gusto sobre la moda.

—Cariño no digas tonterías, el azul te sienta muy bien.

Mimi cogió su uniforme, mientras en su cabeza rondaba la idea de presentar una queja mañana a primera hora en su nuevo instituto.

—Verde se vería mejor—murmuró mirando la ropa.

Automáticamente a su padre se le cayeron unos libros que estaba terminando de colocar en una estantería del comedor. Satoe miró a su marido de mala manera sin que su hija se diese cuenta.

—Corre a colgar el uniforme en tu armario cariño—le dijo a Mimi—y si quieres acuéstate un rato, el viaje te habrá dejado agotada.

La castaña asintió silenciosamente y caminó hacia su habitación, sin percatarse de la mirada que su madre le lanzaba a su padre.

—Quieres hacer el favor de comportarte—le espetó en voz baja la señora Tachikawa por si Mimi les oía.

—Llevo comportándome un año. Y sabes que desde un principio a mi no me pareció buena idea.

—Solo hice lo mejor para ella.

Keisuke observó a su mujer. Desde lo ocurrido, su mujer había dado un cambio drástico. Ya no era su Satoe, su cariñosa mujer que siempre le esperaba con una sonrisa cuando llegaba del trabajo, para después lanzarse a sus brazos contenta por su llegada. Ahora también tenía una cara de seriedad que hacia que Keisuke se sorprendiera cada vez que la veía actuando de esa manera.

—¿Qué te ha pasado, Satoe?

La mujer, temblando, apretó los labios hasta que se formó una línea.

—Lo siento cariño. Siento haberte hablado de esa forma—se disculpó ella abrazándolo—Pero es que yo solo quiero lo mejor para los tres, no quiero que nuestra hijita vuelva a sufrir.

—Ya, ya—le calmó él mientras le acariciaba el pelo tiernamente—no te preocupes. Venga, recojamos la comida y sigamos con la mudanza.


Caminaba por una calle desconocida, pero sus pies se movían solos, guiándola hacia algún sitio que pareciese que ella conocía a la perfección. Giró una calle, pero no había terminado de llegar a la mitad cuando oyó a alguien que la llamaba.

¡Mimi!

La chica se giró pero no encontró a nadie.

¡Mimi!

Volvió a girar su rostro y entonces vio una silueta al final de la calle. Entrecerró los ojos intentando reconocer quien era él o la que la llamaba. La persona rió y Mimi reconoció la voz de una chica.

Mimi vamos a llegar tarde.

¿Te conozco?—gritó ella. Pero la silueta alzó el brazo saludándola como si no hubiese escuchado la pregunta.

Mimi avanzó hacia ella pero al ver que la silueta se alejaba aligeró el paso hasta llegar a correr. Tan centrada estaba en alcanzar la silueta que no atinó a esquivar a otra persona, chocando con ella y cayéndose al suelo.

Auch—se quejó la castaña sobándose un costado.

¿Estás bien?

Mimi abrió los ojos y alzó la vista. Al igual que antes, no podía reconocer a la persona que tenía delante a pesar de estar a escasos metros, pero esa vez pudo ver un color azul perteneciente de sus ojos, y su corazón empezó a latir velozmente como si reconociese a esa persona que estaba delante de ella. Arrugó el ceño confusa. La persona alargó una mano para ayudarla a levantarse, la chica levantó la suya también pero cuando estuvo a punto de coger su mano, un hoyo se formó alrededor de la chica haciéndola caer hacia un vacío oscuro. Mimi chilló al ver que caía y como poco a poco todo se volvía negro y oscuro.

Mimi abrió los ojos sorprendida y se incorporó de golpe, ahogando una exclamación. Su pecho subía y bajaba rápidamente y las manos le sudaban. Miró a su alrededor reconociendo su habitación, por lo que se relajó un poco y volvió a acostarse. Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos de nuevo. No era la primera vez que tenía esa clase de sueños.

El médico le había dicho que esos tipos de sueños serían normales. Mimi esperó soñar con gente, pero no de esa manera. Siempre que soñaba veía solamente las siluetas de las personas, no podía saber si eran morenas, rubias, de piel morena o pálida. Se tenía que guiar simplemente por el metabolismo. Frunció el ceño confusa. Aunque hace unos segundos, mientras soñaba, había visto claramente el color de ojos de la persona con la que había chocado mientras corría. Era la primera vez que conseguía ver esos pequeños detalles. Intentó concentrarse nuevamente haber si lograba recordar algo más pero un leve latigazo azotó su sien, así que dejó de forzar la mente e intentó relajarse.

—Iré a dar una vuelta—murmuró para si misma mientras se levantaba de su cama.

Nada más abrir la puerta de su habitación, se fijó en una hoja de papel que estaba tirada en el pasillo, justo delante de su puerta. Se agachó para cogerla.

"Mimi, hemos ido a comprar algunas cosas que faltan para decorar el salón. Si llegamos tarde, en la nevera hay comida precalentada.

Muchos besos, te quieren, papá y mamá"

La castaña dejó la nota en la mesa que había en la cocina, luego fue hacia el espejo que tenían en la entrada para arreglarse un poco el pelo y la ropa. Cuando vio que ya estaba lista, cogió las llaves y salió de la casa.


—¡Joe! Estamos aquí.

El chico sonrió al localizar la mesa donde se encontraban sus amigos, avanzó hacia ellos con una sonrisa. Hacia tanto tiempo que no se reunía con ellos.

—Cuanto tiempo—saludo él.

—No se te ve el pelo por ningún lado—le contestó Tai —Tu hermano nos dijo que estabas hibernando en tu habitación con los libros.

—Ya veremos que tal te va a ti cuando vayas a la universidad—le contestó Joe sonriendo mientras se sentaba al lado de Sora.

—Seguro que igual que en el instituto—habló Izzy haciendo que todos rieran.

—Bueno, pues ya estamos tod…—calló de repente consciente de lo que iba a decir—…reunidos. —completó en un murmullo. Pero sus amigos sabían que no era eso exactamente lo que querían decir. Kari agachó la mirada, suspirando para evitar que sus ojos se llenasen de lágrimas, sintió la mano de TK estrechar la suya dándole apoyo y ella le devolvió el apretón en un mudo agradecimiento. Izzy y Joe también agacharon levemente la mirada. Sora apretó sus manos que descansaban en su regazo intentando no llorar y Tai miró a Matt, que seguía con la misma expresión, pero en sus ojos se podía leer todo el sufrimiento que sentía.

—Dentro de…—comenzó Kari con voz débil captando la atención de todos—…una semana habrá pasado un año.

Matt apretó sus puños logrando que sus nudillos se volviesen blancos de la fuerza. Claro que sabía que dentro de una semana se cumpliría un año desde ese día, había intentado no pensar en ello pero era como pedirle que no viese teniendo los ojos abiertos.

—Chicos…—empezó Tai—…ella no hubiese querido que estuviésemos así.

—Ella no habría querido irse tampoco—habló Matt mirándolo serio.

—Ella se habría despedido por lo menos—murmuró Sora.—No se habría ido sin avisar.

—Pero ya ha pasado un año…y no hemos tenido noticias suyas…—habló TK.

—Ella no se ha olvidado de nosotros…no puede…-le cortó Matt a su hermano.

—Hermano yo no he dicho…

—Pero lo has dado a entender—lo acusó Matt.

—Matt—le cortó Tai al ver el tono que estaba empleando con su hermano.

El rubio le miró durante unos segundos, chasqueó la lengua y murmurando algo se levantó de su silla saliendo de la cafetería.

—Pensaba que ya lo podría llevar—dijo Tai tras unos segundos mirando por donde su amigo se había ido—pero ya veo que no.

—No es fácil llevarlo Tai, y menos si es Matt—le dijo Izzy—Yo también pienso como TK, aún siendo Mimi la que se haya ido, es muy raro que no se haya puesto en contacto con nosotros en un año. Un año.

—Alguna explicación tiene que tener—habló Joe.

—Creéis que…—murmuró Kari con lágrimas en lo ojos.

—No…—se llevó Sora una mano a la boca para ahogar un sollozo.

—Kari—le cortó Tai mirando de reojo a Sora—Mimi está viva. Así que no vuelvas a pensar una cosa como esa.

—Ni tú ni ninguno logramos verla después de ese día ¿Y si…? Dios—se llevó las manos a la cabeza—Ya no sé ni lo que digo.

La pelirroja vio como TK pasaba un brazo por el hombro de Kari y la abrazaba. Dio un leve bote en su asiento cuando notó una mano tomar la suya en un suave apretón.

—Mimi está viva Sora—le susurró Tai quien era el que le había dado el apretón. – Aunque no sepamos donde está—sonrió con tristeza.

La chica le sonrió a su amigo y se limpió una lágrima que caía por su mejilla. Tai tenía razón, Mimi estuviese donde estuviese, estaba viva.


Giró el manillar de la moto haciendo que está rugiera y tomara más velocidad aprovechando que iba por una avenida recta. Necesitaba desahogarse y la velocidad muchas veces le era de gran ayuda. Dio unas cuantas vueltas por su barrio, a ver si así se le pasaba el mal humor. Sabía que le había hablado mal a su hermano, pero es que el simple hecho de pensar eso, hacia que le hirviese la sangre. Eso que daban por hecho, el que ella no había dado señales de vida, él le había estado dando vueltas desde hacia varios meses. Y en un momento de desesperación había llegado a pensar que era porque Mimi no estaba, literalmente, pero en el momento en el que ese pensamiento había pasado se había deslizado por su mente y había salido quedando en el olvido. Mimi estaba viva, de eso estaba seguro.

Aparcó la moto cerca de su apartamento, sacó las llaves del vehículo y entró a su casa una vez subió hasta su planta. La oscuridad del departamento le dio la bienvenida. Su padre seguramente estaría trabajando y quizás ni pasara la noche con él, por lo que el rubio dejó el casco y las llaves en su habitación y salió a prepararse la cena. Había estado dando vueltas con la moto durante bastante tiempo, pero cuando se dirigía a abrir el frigorífico el timbre de su puerta sonó.

Se acercó a su puerta y abrió los ojos sorprendido cuando vio a Tai al otro lado de la puerta con una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? —preguntó nada más verle.

Su amigo sonrió divertido.

—Que preguntas haces Matt. ¿Tú que crees? ¿Acaso piensas que te vamos a dejar que te amargues tú solito aquí?

Matt frunció el ceño. "¿Vamos?"

Pero conforme ese pensamiento cruzaba su cabeza, aparecieron por la puerta Sora, Kari, Izzy, Joe y su hermano. El rubio vio como la pelirroja y su cuñada llevaban en sus manos bolsas de la compra.

—No te íbamos a dejar aquí solo…—habló Sora sonriéndole.

—Que ya bastante lo has estado. Te hemos dejado tu espacio si, a veces es mejor estar solo, pero también hay que desahogarse con los amigos—Tai le pasó un brazo por el hombro. Matt sonrió levemente. —Bueno, no nos pongamos dramáticos. Con tu permiso, voy a zamparme algo que me estoy muriendo de hambre—se dirigió a la cocina inspeccionando lo que había para cenar.

Sora le dio un beso en la mejilla y caminó hacia la cocina donde Tai estaba empezando a sacar cosas, Kari le puso una mano en el brazo y le sonrió cálidamente, Izzy y Joe pasaron y le dieron un leve empujón amistoso en el hombro. TK, se quedó quieto enfrente de él.

—Hermano…

—Siento haberte hablado así de esa manera—se adelantó Matt.

TK sonrió y se acercó a su hermano hasta abrazarlo. Hacia tiempo que no abrazaba a su hermano pero aunque no lo pidiese TK estaba seguro que Matt lo necesitaba.

—Venga—habló Matt separándose un poco de su hermano pequeño—vamos antes de que me destrocen la cocina.

—Ey Matt— oyó que le llamaba Tai— ¿este es el botón para aumentar el fuego?

Kari chilló al ver una llamarada salir del fogón de la cocina.

—¡Tai apágalo! —gritó Sora.

—Vamos—habló TK riendo.

Matt sonrió mientras iba hacia la cocina. Esta era una de las veces de las que se alegraba tener unos amigos como esos.

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.

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Continuará…


*Nora se frota las manos mientras los ojos le brillan de la emoción*

Al final, la musa de los fics largos me hizo una visita hace unos días…¡y salió esto! Espero no liarme, ni liaros mucho con el fic al ser la primera vez que subo uno de más de un capítulo ^^

Espero que quede bien y os guste! Ya sabéis, si tenéis alguna duda porque no entendéis algo o lo que sea, me lo preguntáis. Que no quiero que estéis leyendo el fic mientras pensáis "¿Y esto porqué? No lo entiendo" Ojo! Voy a "intentar" mantener el suspense con lo que pasa (ya veremos como se me da xDD), así que no me preguntéis preguntas clave xDD si no se pierde la gracia ¿no? =)

Y bueno, como he dicho ya, espero que os guste, así que los reviews son bien recibidos ^^

Un beso, Nora.