Lost Canvas – LINCE –

Capitulo 1 –Heridas-

-¡Degel!- Regulus entró corriendo en el Undécimo Templo

-¿Qué pasa?- El aludido salió del pasillo que conducía a sus estancias personales.

-Necesitamos un médico.-

Degel alzó las cejas como gesto de sorpresa, él no era médico, pero sí lo más parecido que había en el Santuario a uno. Siguió a Regulus atravesando la casa de Escorpio, en la que esperaba Kardia, con bastante mal humor.

-¿Qué diablos es este escándalo a estas horas?- Regulus y Degel pasaron de largo comentando algo de que había habido heridos. Si había sangre, Kardia quería verla así que les siguió sin decir nada.

Llegaron al a zona del Coliseo a unos cuantos metros había una cabaña y en la puerta estaba Sisyphus. Se frotaba la mandíbula con gesto de dolor.

-No pienso entrar ahí- Sentenció.- Ya no me acordaba de su gancho de derecha… Galatea no dejará que ningún hombre entre si no lleva la máscara, antes prefiere desangrarse.-En su mano izquierda sostenía una máscara de amazona rota en tres dos partes.-

Regulus se lo pensó… conocía a Galatea, pues ambos habían tenido como maestro a Sisyphus. Conocía su genio, su orgullo, y desgraciadamente también conocía su fuerza.

-Uhh, una amazona pelona, ¡me gusta! ¿Porqué no la sujetáis entre Regulus y tú?- Sugirió Kardia con picardía- Mientras yo le hago un chequeo completo, eso sí, vosotros no podéis mirar…-

-Es un buen plan- Dijo Degel haciendo caso omiso del último comentario de Kardia. No había visto a Galatea en su vida, no tenía interés en saber cómo era ni el carácter ni que podía llegar a tener, simplemente la curaría y se largaría. Como hacia siempre o al menos como hacía con él resto de tíos a los que había curado las heridas. Generalmente las amazonas se curaban entre ellas o eso pensaba…

-¡Galatea! ¡La amazona médico ya está aquí!- Dijo Sisyphus.

-¿Me tomas por imbécil? ¡Salvo yo y Yuzuriha no queda ninguna entera, y que yo recuerde Yuzuriha no es médico! ¡Lárgate tú y tu médico!-

-Habrá que hacerlo por la fuerza.- Dijo con resignación

Regulus y Sisyphus entraron por la puerta, la cogieron cada uno de un brazo y la tumbaron boca abajo en la cama mientras esta los maldecía en voz alta. La sujetaban con los ojos cerrados así no le verían el rostro, pero Degel, era harina de otro costal.

Entró a la estancia, había sangre por todos lados además de aguja e hilo sobre la mesa, miró la espalda de la chica, había intentado coserse ella misma las múltiples heridas. No le veía el rostro, ya que Sisyphus acaba de cubrirle la cabeza con la sábana.

-Increíble, ¿cómo es que aún sigue consiente con esas heridas?- Preguntó Kardia.

-Ya no lo está- Sentenció Regulus.- o no estaría tan mansa…

-Bueno en ese caso ya no hace falta que estéis aquí. Salid, le coseré las heridas.-

Salieron, dos aliviados y otro a regañadientes. Y, Degel, se puso manos a la obra. Hora y media después salió de la cabaña, él único que aún seguía allí era Sisyphus.

-¿Qué tal está?-

-Vivirá, aunque le costará unas semanas que las heridas se cierren por completo. ¿Qué ha pasado para que esté en ese estado?-

Capitulo 2 –Pillados-

Según Sisyphus, todas las amazonas habían sido enviadas a detener el levantamiento las Tres Gracias: Aglaya, Eufrósine y Talía. La razón por la que únicamente se les había otorgado esta misión a las amazonas era porque los Caballeros podrían caer bajo su influjo olvidando así su deber, pues eran las diosas del encanto, la belleza y la lujuria. (Nota: He modificado un poco el mito de las Tres Gracias para adaptarlo a la historia.)

Al parecer las Tres Gracias sabían que las amazonas irían en su busca y les habían tendido una emboscada. Al no tener noticias de ellas Atenea había decidido enviar a Sisyphus en su busca. El caballero se había encontrado con una masacre… Las habían atacado a traición, por la espalda, solo Yuzuriha y Galatea que iban de avanzadilla habían logrado sobrevivir ya que el rango del ataque "apenas" las había alcanzado.

La mañana llegó, y Degel volvió a la cabaña. Sisyphus ya es encontraba allí, le había traído a Galatea una nueva máscara. Galatea del Lince, estaba sentada en la cama, con ropa de entrenamiento. Giró la cabeza y miró al intruso.

-La próxima vez llama antes de entrar, Degel.- Dijo Sisyphus, quién parecía algo molesto.-

-Perdón, a esta hora… no pensé que ya…-Degel acababa de interrumpir algo lo sabía. Sisyphus se relajó, dio un suspiro y se levantó de la silla.

-Bueno, yo ya me voy. Galatea, recuerda lo que te he dicho.- Ella asintió sin mucha convicción y él cerró la puerta tras de sí.

-¿Y bien? ¿Qué desea el Caballero de Acuario?-

-Venia a ver tus heridas, espero que no se hayan infectado durante la noche.- Galatea suspiró con pesadez. Se dio la vuelta y recogió su pelo cobrizo en una coleta, se quitó la camisa. Degel empezó a inspeccionar las heridas cosidas durante la noche anterior. Sacó una crema y comenzó a recorrer su espalda. La chica se tensó y apretó los puños.

-Lo siento. Esta crema escuece un poco, pero previene la infección.-

-E-está bien. No importa.- Bajo la máscara empezaba a sonrojarse. Aquellas manos gentiles se deslizaban sobre ella con extremo cuidado. Por muy caballeros que fueran… no dejaban de ser un hombre y una mujer joven… Ninguno de los dos era de piedra.

Los ojos de Degel comenzaron a desviarse, se fijo en su tersa piel, en el lunar que tenia la nuca, en el nacimiento de su cabello… en su olor. Aah, su olor... Sintió un extraño impulso, comenzó a acercarse al cuello de la chica. Galatea volvió a tensarse, sentía la respiración de Degel en la nuca a punto de hacer contacto con su piel… y entonces… la puerta se abrió.

-Re… Regulus-Galatea pronunció su nombre con tono inocente. Ya no sentía la respiración de Degel en su nuca, ni su peso hundiendo el colchón tras ella. Estaba de pie, y parecía algo tenso. Regulus seguía en el umbral, un poco atontado, divagando sobre lo que acababa de ver.

Degel, llegó a su templo, y se dejó caer sobre el sillón, apoyó los codos en los brazos (del sillón) y se sujetó la cabeza con ambas manos. Recordó lo ocurrido

Flashback-

-¿Qué… hacéis?- Regulus intentó sonar casual, pero a incertidumbre se hizo patente en su voz-

-Na-Nada. Degel, miraba mis heridas para ver si estaban infectadas-

-¿Y lo están?-

-¿Eh? No, no. Por suerte no…-

-Bueno, yo ya he terminado. Si notas algo más… házmelo saber.- Degel se encaminó hacia la puerta. Pero Regulus le detuvo poniéndole una mano sobre el hombro.

-La próxima vez recuerda traerte las gafas.-

Fin Flashback