Bueno, finalmente ha llegado el final de esta historia.

Realmente, agradezco a todos quienes la leyeron y la leen, me pone muy feliz saber que les gustó esta historia sencilla. ¡Muchas gracias por sus buenos comentarios!

Se trata de un final, en mi opinión, bastante sencillo, creo que es, después de todo, lo que me mejor les cabe a estos personajes. Ahora sí, la historia.


Capítulo X : Mis sentimientos te alcanzarán.


Cuando abrió los ojos, el brillo de la luz blanca lo encegueció.

El olor a alcohol y el aroma amargo del aire lo hizo sentirse desorientado.

"¿Dónde estoy?", se preguntó mientras abría lentamente los párpados.

Le dolía un poco la cabeza y sentía incómodo su brazo derecho.

Guiando su vista a través de él, observó los cables y la intravenosa unida al suero.

Entonces, comprendió dónde estaba.

Siguió con la mirada, observando el cuarto.

En una silla, a su izquierda, contempló a Haruhi acurrucada incómodamente.


El teléfono sobre la mesita que tenía a su costado, dio un sonoro timbrazo.

Acomodando su cuerpo acalambrado por el reposo, atendió.

- Diga.- dijo, hablando lo más bajo posible, intentando no despertarla.- Soy Kyouya, Nana.- el joven escuchó a la mujer del otro lado llorar de la emoción, presumió entonces que algo grave le había pasado, aunque no pudiera recordar nada.- Sí, Nana, por favor, estoy bien…Quédese tranquila o le hará mal…Sí, claro, la espero.

Cuando volteó su cabeza para volver a mirar a Haruhi, la encontró de pie al costado de su cama. Con los ojos cristalizados de las lágrimas que amenazaban con salir.

Se observaron en silencio.

Un recuerdo fugaz, golpeó la memoria de Kyouya.


- Ah, supongo que tu eres…Ese muchacho, ¿cierto?

- Señor, busco a la señorita Haruhi Fujioka.

- Llegas tarde…Ella ya se fue.

- ¿Se fue?

- Hace un momento, salió hacia el aeropuerto, hace como una hora…A tomar su vuelo.

¿Vuelo…?- volví corriendo al automóvil.

Lo puse en marcha. Y a toda velocidad, comencé a cruzar las calles.

Acelero más. No puedo dejarla ir


- ¡¿A dónde pensabas irte sin mí?- levantó la voz el joven, casi al punto de gritar- ¿Fue tan miserable tu vida conmigo? ¿Tanto para que huyas así de mí?

- Cállate Kyouya, idiota…- recayó ella sobre Kyouya con un abrazo. Su llanto se rompió entonces. - Tuve tanto miedo…No vuelvas a hacer eso. Nunca más.

- Entonces, por favor…No dejes a la luna sin su estrella. Sin ella no puede brillar, y se convierte en un tirano, malhumorado y triste.- ella sonrió. Dejó de abrazarlo.

Sus rostros estaban frente a frente, cercanos. Kyouya podía verse reflejado en sus hermosos ojos marrones.

- Escucha bien, yo…Yo- Kyouya se sentía tan vulnerable y extraño: no estaba acostumbrado a las demostraciones de cariño, a la manifestación abierta de sus sentimientos, por lo que, la seguridad lo invadía y las palabras no podían salir de su boca.

Se quedó en silencio un instante. Haruhi acomodó con las puntas de los dedos, el mechón de pelo que sobresalía del desordenado pelo del joven.

- Si tú no puedes decirlo, entonces yo lo diré. – Volvió a rodearlo con sus brazos, su boca rozó el oído del joven.

Rápidamente, y en un movimiento casi brusco, la apartó de él.

La miró serio.

Ella bajó la mirada, un tanto sonrojada, sin entender bien qué sucedía.

Kyouya, entonces, tomó su rostro suavemente, dejó sobre los labios de ella, un beso suave pero firme.

- Estoy enamorado de ti…Y siempre será así. Yo siempre te encontraré, porque lo que tú haces en mí, siempre mantendrá su huella…No importa cuanto lo intentes, mis sentimientos, de ahora en adelante, siempre te alcanzarán. Asique, por favor, no intentes huir de mí, será en vano.- Haruhi, secó las lágrimas que caían sobren sus mejillas: Kyouya estaba exponiendo sus sentimientos sin miedos ante ella.

Ella se había sentido tan culpable por el accidente de Kyouya; si ella hubiera dejado en claro sus sentimientos, ese malentendido nunca hubiera existido. Ella lo amaba, pero a pesar de eso, había dejado de lado su afecto, para que él fuera feliz con otra persona.

Kyouya, comprendió que no era egoísta exponer ante la persona que amaba sus sentimientos, a pesar de que eso pudiera generar dolor por el rechazo e incluso, lastimar a la persona a la cual destinaba su amor. Comprendió que había perdido tanto tiempo.

El deseo innegable de hacer feliz a la persona amada, los había lastimado a ambos.

Kyouya, ante el silencio de la muchacha, intentó esconder su mirada, inclinando el rostro.

Repentinamente, ella sostuvo su mano, besó sus labios tibios:

- Entonces, no me dejes escapar nunca más.


Brisalunar - 26/12/2010