Capítulo 17.

"Es imposible… imposible para mí aceptar que él se vaya a quedar solo… no puedo hacerlo."

Enterarse de lo que pasaba por la mente del peliplateado era algo que hacia rato acomplejaba al chico de fuego, entenderle era aun peor; no lograba encontrar la forma de que estuvieran del todo de acuerdo, y eso que había sucedido minutos atrás no era la excepción. Entendía que el otro en mirada le hiciera pensar que no quería separarse de él, pero… y si no quería hacerlo ¿por qué no lo detuvo?; era una cosa de decir "Goenji, No"… nada más que eso habría bastado, apropósito ¿qué tenía ese pensamiento que le causaba un horrible insomnio, algo que no le dejaba consiliar el sueño?. Hubo de suponer que en su interior quería ir donde Fubuki, no importaba si se malinterpretaba, si daba a pensar que era por algo malo que quería ir a meterse en la cama con el otro, nada de eso le importaba en verdad; lo único que el chico de los cabellos en punta quería era sentir a su lado a ese pequeño, frágil y tierno chico de melena plateada y de ojos tan cristalinos.

Dio una vuelta hacia la izquierda y recargó su mano en la propia cabeza, cómo queriendo encontrar una solución al problema… una solución que no fuera ir y meterse a la habitación del chico que seguramente yacía plácidamente dormido, ya entregado a un dulce sueño, pues los chicos lindos dulces han de tener sueños agradables, ¿no?. Media vuelta dio, quedando ahora hacia la derecha, permaneciendo así un par de segundos, una vez más giró, escondiendo su rostro en el cojin que le hacia de soporte a la cabeza. Goenji pensó que era seguro que hubiese seguido así, cambiando de posiciones quizás unas cincuenta veces más, cómo mínimo, pero hubo algo en la sala que llamó su atención, un chirrido de una puerta abrirse le hizo alzar su cabeza raudamente y entornar su mirada hacía donde creía haber oído ese curioso sonido. Ahí se encontró con una delgada y medianamente alta figura, unos cabellos dorados que eran opacados por la oscuridad de esa profunda noche y, unos ojos rojos que parecían brillar y penetrarle con la mirada.

-¿No es muy tarde cómo para que estés despierto? –dijo el chico haciendo notar en sus palabras cierta molestia por encontrarse con ESE joven, cuando podría haber sido alguien más, alguien tal vez cómo su lobito de las nieves, ese chico que ahora inundaba cada lugar de su cabeza.

-Que amistoso… -Alzó sus manos y hombros haciendo cierto ademan de "da lo mismo" ante las frías palabras que el otro delantero hacía.- ¿No deberías estar con Shirou? –alzó su ceja sin quitar su corto punzante mirada de los ojos brea del platinado; ¡por favor! Él había hecho todos esos arreglos por algo, para que los otros dos tuvieran su tierna, dulce, pasional (o lo que fuera) intimidad, y el otro la estaba desaprobechando de la peor manera que un amante de la felicidad –cómo lo era Aphrodi- podría pensar.

¿Desde cuando que a un chico cómo Terumi le importaba tanto lo que sucediera entre ambos delanteros de Raimon?, ¿acaso se había vuelto amable de un momento a otro, luego de esa lucha que habían tenido hoy por el amor del chico de ojos verdes?. No imposible, algo debía de estar planeando el rubio, pensaba Goenji, y es que – repitiéndose una y otra vez- no podía pensar en que después de lo sucedido durante el día el otro fuese a convertirse en "mister simpatía".

-¿Y eso debería de importarte? –preguntó, continuando con su actitud defensiva ante todo, estaba decidido a que clase de juego estaba jugando (valga la redundancia) el otro.

-No he venido a discutir contigo, sólo te digo que estás actuando sólo por tu cuenta. ¿Acaso no has pensado en lo que siente Fubuki?, ¿te has puesto siquiera a pensar cómo ha de sentirse él? –hizo la misma pregunta de distintas formas con el único fin que el moreno entendiera cual era su punto.- recuerda que él es muy delicado de pensamientos… no vaya a ser que esta decisión te vaya a traer problema, G-o-e-n-j-i… -puso énfasis en lo último, y con cierta tonalidad juguetona de separar el apellido del delantero contrario en un silabaseo, quedó en silencio, volteandose, observando por una ínfima fracción de minuto hacia la puerta donde él –por alguna razón- podía presentir que el menor de todos se encontraba aun despierto.- Bueno… adios.-se despidió haciendo un gesto con la mano y se devolvió a la habitación donde se podía apreciar al chico de los googles durmiendo tan plácidamente en esa calurosa noche de verano.

Goenji no tuvo ni la fuerza ni se sintió con el derecho de reclamarle, refutarle o siquiera decir algo ante las –muy sabias- palabras que el rubio le había entregado en un… ¿consejo?.

Suspiro y colocó sus pies descalzos sobre la alfombra del living en el que se encontraba. Apoyando sus codos en las piernas y, posteriormente, su rostro en sus manos, se quedó pensativo, observando ante todas las cosas hacia esa puerta de sólida madera donde, cruzando por ella, esperaba que se encontrase un chico de la mirada mas tiernas de todas, al menos para él.

-Maldición… -cerró sus ojos, arrugando con fuerza sus parpados, dejando ver en su rostro una frustración que no temía mostrar pues en ese extenso salón solamente se encontraba su persona. Ir o no ir era lo principal que corría por la mente del chico de ojos negros; quería ir, pero temía hacerlo. De repente algo apareció por su mente, ¿Qué diantres estaba haciendo? ¿desde cuando que él actuaba de esa manera tan temerosa ante la vida?... - ¿Qué estas haciendo Goenji…? –volvió a repetir lo que había pensado, pero esta vez dejando que su garganta, y posteriormente sus labios pronunciaran sus pensamientos. ¿Qué le diría Endou en un momento así?... – éste… no soy yo.

Y así, abriendo sus ojos y mostrando esa determinante mirada, cambió por última vez su posición en el sillón, pero esta vez no era para dormir, no, todo lo contrario; dandose un impulso se había levantado con el único y fijo fin de encaminarse hacia la habitación de su amante, ya nada podía ser peor… la decisión estaba tomada. Tanto tiempo que había pasado para que pudiesen estar juntos y ahora, por una simple estupidez, quería echar a la borda todo. Tenía claro que tal vez era exagerar que algo así fuese a modificar mucho, pero él, tanto él cómo Fubuki eran adolescentes y principalmente y muy importante, eran hombres… y al parecer Goenji lo había olvidado. Tratar a Fubuki cómo una chica, o tal vez cómo una frágil muñeca de porcelana (aun cuando la similitud fuese enorme) no funcionaría.

Se quedó por unos momentos parado frente a frente con la puerta que parecía ser de un duro pino de oregón, pensativo, ¡vaya manera que le había nacido el filósofo interior al chico esa noche!. Alzó su mano para tocar, pero se detuvo casi cuando sus nudillos iban a chocar con la superficie, una vez más se preguntó "qué estaba haciendo" pues nadie en su sano juicio tocaría con tanta tranquilidad una puerta a más de la media noche. Suspiro, desde que había tocado y probado los labios de cierto delantero sentía que ya había perdido la razón… pero no en un mal sentido, era feliz sintiendo eso, aunque lo hiciera actuar como un bobo.

Lentamente colocó su mano en la plateada perilla de la puerta y con un suave movimiento le dio un giro, para luego deslizar –con sumo cuidado- ésta hacia adelante, haciéndose paso hacia la extensa habitación de la única cama matrimonial que había en la cabaña.

Aquella imagen que se había formulado, esa en la que encontraría a un bello y pálido chico, sujetado de las blancas sabanas y durmiendo de la forma más tiernas que podría imaginarse, fue rápidamente cambiada cuando sintió unos cristalinos ojos chocar contra las propias pupilas, observándole detenidamente… Fubuki estaba despierto.

-¿Goenji-kun?... –pestañeó con suavidad el confundido chico; algo que le había sorprendido mucho era encontrarse con la figura del moreno en la habitación, estaba seguro que el otro le había dejado en claro que a su lado no iba a dormir. - ¿T-te sucede algo malo? ¿acaso tienes frío? O tal vez… ¿has olvidado algo?. –la ola de preguntas continuaron saliendo de los finos labios de quien se encontraba recostado en la extensa cama.

¿Olvidado algo había dicho?, sí, había olvidado lo mucho que quería tener a ese chico a su lado. Estaban de vacaciones, por ende, significaba que podía tener para sí al menor todo lo que quisiera, disfrutando como nunca, riéndose, divirtiéndose junto al resto, pero principalmente pasándolo de lujo junto a ese chico a quien amaba tanto.

-No… o sea, digo… no lo sé… me siento, ¿cómo decirlo?, me siento extraño. –confeso el moreno ante el pálido chico, comenzando a preguntar si estaba bien decirlo así, de a poco, o si lo mejor hubiese sido decirle sincera y directamente lo que sentía en esos momentos.

-¿Extraño? –el chico –tal y cómo Goenji había previsto- se levantó de la comodidad que le significaba la cama, para dejarse ver en un ligero pijama, que se le acoplaba de perfecta manera al cuerpo. Fubuki caminó con tranquilidad hacia donde se encontraba el chico de fuego, en la entrada de la habitación, bajo el arco de soporto de la puerta de madera. Al estar frente a su enamorado, alzó el mentón, buscando con la verde mirada, los ojos negros del otro. Continuo a aquello tomó las manos del mas alto y las estrechó contra las propias, queriendo transmitirle seguridad, y por sobre todas las cosas, confianza. - ¿Quieres hablar de eso?... la verdad es que no puedo dormir, así que n-no me molestaría escucharte toda la noche si ese fuera el caso… –rió con una suavidad única en él y dio pequeños tirones de las extremidades del otro para que se adentrara a la habitación y así cerrar la puerta, pues lo que menos quería era despertar a los demás.

-Supongo que hay cosas que si me incomodan… pero preferiría hablar del porqué no puedes dormir… -respondió con ternura, siempre demostrando que lo primordial para él no era su propia seguridad, sino la de quien tenía a su lado, mostrandole la misma preocupación. Goenji supuso que para Fubuki era lo mismo, procurar que el otro estuviera en calma, y por sobre todo, feliz.

Ambos se sentaron con serenidad en un costado de la cama. Goenji sin pensarlo dos veces atrajo a su compañero hacia su cuerpo al momento de pasar su brazo derecho tras los hombros del otro, brindándole así un agradable calor corporal. El mayor no hizo comentario alguno, pensaba que el otro hablaría cuando estuviera listo, si no le había refutado el hablar sobre porqué no podía, supuso que era porque no le incomodaba hablarlo, y no menos importante, que el chico le contaría ESO que le aquejaba.

-Llevo días… pensando en Atsuya. –agregó tranquilamente, no cómo antes, sino que sentía una paz interior hablando de su gemelo difunto hermano, aun así; había algo que le preocupaba en demasía y era simple y precisamente eso… sentir que necesitaba a su gemelo a su lado para poderse dar confianza era extraño. No quería recaer en lo mismo que antes, pensar en lo distinto que podría haber sido si ese accidente no hubiese pasado. Todo le era un revoltijo de cosas que le giraban en la mente. Al momento de confesar lo que aquejaba su fragil corazón pudo notar la sobre preocupada expresión que Goenji había dejado ver en su rostro, todo estaba mal, pensaba Shirou, su idea nunca había sido hacerle ver una supuesta inseguridad a Goenji, sino que… sólo darle a entender que… pues algo que nisiquiera él entendía bien, tal vez por eso se lo contaba.- Ah, p-pero… no te preocupes Goenji-kun… en mi interior… -colocó su mano en su propio pecho y cerro sus ojos quitándo de sí el nerviosismo- no se siente mal... pero, aun así siento un poco de temor. –sonrió un tanto ingenuo y abrió sus párpados para buscar el rostro de su compañero.

No era necesario preguntarle el porqué de sus miedos, era algo obvio. Fubuki tenía miedo de caer nuevamente ante una doble personalidad. Goenji tenía claro lo fragil que era de mente y corazón el menor, pero para eso estaba él a su lado ahora… no, él siempre había estado a su lado, desde que lo conoció había sentido una enorme obligación de tratar de llevarlo por un camino correcto; y curioso era, una obligación que pasó a convertirse en un placer. Cada minuto, cada ínfimo segundo a su lado le bastaba para tratar de demostrar lo mucho que significaba el chico de las nieves para sí.

Goenji atrajó más al menor hacia su pecho al momento en que con la otra mano, la que tenía libre, quiso acompañar a la que yacía ya por sobre los hombros del menor; lo único distinto es que la mano recién posada en el cuerpo del chico, había ido a caer en su cintura, casi alcanzando los inicios de su cadera. Goenji suspiró y sonrió tenuemente.

-Me quedaré ésta noche contigo… -y así lo decidió, no tuvo más que hacer ni decir para poder lograr lo que quería. Había sido casi matar dos pájaros de un tiro, estaría al lado de quien tanto amaba y, además podría significar ser o tratar de ser el pilar de apoyo en esos momentos de confusión por los que pasaba el joven.

-Ah… c-claro –agregó Fubuki, un tanto… MUY confundido. Sonrió apenado y sólo se dedicó a asentir, Goenji a veces era un poco contradictorio, supuso el chico. Pasó sus manos tras la espalda del mayor y correspondió el protector abrazo que el otro le había brindado.- Goenji-kun… -susurró con felicidad y se acurrucó en su pecho, quedándose así unos momentos. No tenía sueño, pero tampoco quería serle de molestía a quien le habia oído, sólo esperaba que si el otro quisiera dormir, lo hiciera sin tener que sentirse mal al pensar en dejarle despierto. Fubuki no había olvidado en ningún momento el querer saber las razones que habían llevado al otro a entrar a la habitación, mientras él –Fubuki- se suponía que estaba durmiendo. Arrugó la sien algo pensativo, quería preguntarle, lo había a hacer, aun cuando –seguramente- el moreno fuese a negarle o incluso cambiarle el tema; cualquier cosa con tal de no responderle. Conocía muy bien las mañas del número 10, por eso podía ver venir cualquier excusa que saliera de los labios de su compañero.- Goenji-kun –volvió a dejar escapar de su garganta el apellido del chico, pero ésta vez con la finalidad de continuar, pues había deshecho levemente el abrazo, y posteriormente, había levantado su rostro para mirar al mayor.- me gustar-…

Y Bien… eso si que no se lo había esperado; se había dicho internamente que estaba preparado para cualquier excusa que le fuese a decir el otro, pero nunca se imaginó que su forma de callarlo y de evitar el tema, hubiese sido besándole.

Podía sentir los fríos labios de Goenji sobre los propios, tal vez el mayor buscaba calor, una forma de abrigarse. Seguramente el living y ese sillón no era para nada abrigadores. Pero bueno… Cerró sus ojos, y se dejó llevar por ese llamativo beso que su compañero le había entregado con tanto amor. Pasó sus brazos tras el cuello del peliplatinado y así, se dejó atrapar nuevamente por las manos del otro, las cuales acariciaban de arriba hacia abajo su espalda, causándole ciertas extrañas sensaciones. Lo acercó más así, queriendo sentirlo contra suyo, queriendo sentir todo lo que por tanto tiempo había esperado, fundiéndose en un bello y extraño beso.

(Konbanwa gente-w-!. Mucho tiempo había pasado en que mi inspiración por éste fic se había ido de vacaciones. Sí, pasó harto tiempo, pero en mis planes no estuvo nunca dejar de lado ésta historia con la cual también me he encariñado mucho:). Agradezco mucho los reviews que me han dejado, eso me anima a continuar no importa el tiempo que pase:). Y bueno, la verdad éste capitulo lo hice un tanto de relleno creo yo n.ñ... sólo que necesitaba hacer que Goenji llegase a la habitación donde se encontraba Fubuki :D... por el momento lo dejaré aquí en un pre... pues si soy honesta, no tenía planeado hacerle lemon al fic, todo lo contrario. Pero, debido a los variados comentarios en los que me han pedido que lo realice, lo haré, pero si soy un tanto lenta en esas cosa, digamos que el Lemon no es mi especialidad ¬0¬UUu. Pero Bueno:). Disfruten de la lectura;D y gracias por leer ésto.)