Al fin, la historia llega a su culmine. Enjoy.


47

El fin de una era


Ese día debí haberlo sabido. Cuando desperté debería haberlo sabido.

Con la boca seca y la cabeza pesada, abrí los ojos para descubrirme solo en la cama. Bra no parecía haberse ido hacía poco y hasta llegué a preguntarme si había dormido conmigo la noche anterior. Tropezando un par de veces en esa habitación prestada, descubrí lo mucho que había bebido anoche, y más me convencí que Bra no había pasado la noche conmigo. Siempre que me comportaba así prefería dormir sola.

«Estúpido… —me recriminé mentalmente mientras buscaba mi ropa y bebía un jarrón completo de agua para ahogar la resaca lo más pronto posible.

Al salir, la guardia que habían puesto en la puerta se asustó, un par de taazerianos no harían frente a un saiyan puro y disfruté hacerlos huir con un solo gruñido. Al recorrer el palacio de Tazgranis lo descubrí un poco destruido y a sus malhechores, la pequeña tropa que quedaba de nuestro planeta, dormidos por doquier. Como era de costumbre, ninguno de mis parientes se encontraba ahí. Un poco más enfadado, busqué con más atención.

Entré sin anunciarme a varias habitaciones y mandé a muchos taazerianos a la fuga con tan sólo una mirada, pero a mi pequeña Reina no la encontraba. La sangre me estaba hirviendo cuando entré a la enésima habitación y la conversación que se llevaba a cabo se interrumpió abruptamente a mi llegada. No habría podido decir qué era lo que discutían porque Gohan y Goten se pusieron serios enseguida, Kakaroto se mantuvo impasible y mi pequeña esposa me dedicó una mirada triste, como la que llevaba desde que Vegeta había desaparecido del espacio sideral. Esos ojos lilas se clavaron en mí antes de apartarlos y apurar la salida de sus invitados.

—Los haré volver cuando tome una decisión —les dijo y ellos asintieron. Sólo Kakaroto me dio unas palmadas amigables al pasar a mi lado. Gohan ni siquiera me miró, Goten evitó mi mirada.

En tanto cerraron la puerta, recuperé el habla.

—¿Cuál decisión?

—Mi amor, no quería despertarte aún, no me quedé hasta el final del festín pero sé que necesitabas descansar tras él… —Sólo quería desviar la pregunta—, espero que no te haya molestado que me haya ido a dormir con Marron.

—¿Qué decisión, Bra? ¿Qué estás tramando con ellos?

Bra me miró con solemnidad.

—Nuestro último destino —dijo—, la Tierra. Es el planeta de mi madre, después de todo. Si no tengo el planeta Vegeta para vivir entonces me iré a la Tierra.

—Nos iremos —le corregí con pesar.

—Por supuesto, Raditz, tú irás conmigo. Eres mi cónyuge. —Bra sonrió pero el dejo de tristeza no se fue de sus ojos y me acerqué para abrazarla—. Odio estar enfadada contigo —dijo con la culpa marcada en su voz, yo simplemente sonreí—, por qué no puede ser como antes…

—Volverá a ser lo mismo, en cuanto estemos establecidos en la Tierra —le dije apartándole un mechón de cabello lila de la cara, pegado a la cara debido a sus lágrimas—. Serás feliz cuando te ponga un bebé en la barriga.

Bra se atragantó con una risa tímida.

—¿Un hijo? —preguntó con una sonrisa.

—Más de uno, muchos. Uno tras otro.

—Pensé que aborrecías a los híbridos… —dijo ella, recordando mi antiguo yo.

—No te aborrezco a ti —le dije, galante—, además mi hijo contigo sería menos híbrido que tú. Más puro.

Bra se abrazó de nuevo de mí, más fuerte que antes y casi pensé que se había puesto a llorar de nuevo pero con amargura. Ella me prometió que no era así y le creí.


La Reina niña le pidió a Goten que llamara a todo su séquito en la sala de audiencias que Tazgranis tenía en su palacio. Por supuesto que el Rey no se encontraría ahí, eran cuestiones de Estado, informó Bra.

Habiéndolos reunidos a todos en su pequeña cámara del Trono, Bra los contempló a todos con la cara un poco maquillada para tapar las eternas horas que pasó llorando; vestida con un traje que le cubría hasta las puntas de los pies y completamente rojo, como si estuviera supliendo la falta de su capa que la disfrazaba de soberana. En sus rodillas estaba su piel lujosa de Torr, como una semejanza a la espada de Trunks pero entendiendo que la habilidad de Bra no estaba en la batalla y las armas, sino en su sangre y aliados, además de su notoria belleza. Pero aquello no iría a disminuirla al menos en presencia de los demás y yo me alineé a ella irguiéndome a su lado, vestido como el Rey de la Clase Baja, armadura negra y capa roja, del mismo tono que el vestido de ella.

Ante nosotros estaban Tomma, Nappa y otros dos soldados que quedaban del ejército, todavía leales. Mi hermano Kakaroto, sus hijos híbridos Gohan y Goten; Marron junto a Nail y Chichi. No éramos para nada una multitud pero para Bra parecíamos los suficientes.

—Sé que hemos estado a la deriva por mucho tiempo y que nos hemos deshecho de los ejemplares indeseables, traidores y violadores. Pero ya he tomado mi decisión y espero que todos ustedes estén de acuerdo con lo que les diré. Sólo le advertiré que si se niegan, no los dejaré con vida para que sean unos traidores —dijo lo último mirando a los peligrosos del grupo aunque Chichi no evitó ponerse pálida con esa amenaza. Sólo los cuatro de raza pura eran los destinatarios del mensaje, esto sin contar a mi hermano y yo—. Les pediré que me acompañen de vuelta a la Tierra para que la liberemos, sé que siguen habiendo hombres de Freezer ahí y la limpiaremos de ello a nuestra llegada —aquello hizo sonreír a casi todos, menos a Nappa que era el más reacio a la humanidad de Bra—. Después de esto, enviaremos un mensaje a todos los que queden en el universo conocido de Freezer que los perseguiremos hasta el mismo fin del universo para matarles. No permitiré que sigan con vida si continúan con la misma conducta de Freezer. Me estableceré en la Tierra pero no para gobernar, el que quiera seguirme de ustedes, podrá hacerlo —les dijo a los puros menos familiarizados con ella—, el que no se podrá ir pero siempre tendrá que tener en mente que sólo tiene mi permiso de asesinar a aquellos que hacen mal o tendrán noticias de mí.

No muchos estaban de acuerdo con que aquello funcionaría, se les notaba en las caras y francamente una Reina en el otro extremo del universo conocido, que no conocía la batalla y no era una asesina, no tenía muchas esperanzas de hacer cumplir con su promesa teniendo la distancia y la destreza a su favor. Hubo un movimiento de cabezas, suspiros e intercambio de miradas no muy convencidas, pero fue Gohan quien tomó la palabra.

—Lamento mucho mis discrepancias pero no creo que algo así funcione. —Si bien su tono era amable, su mirada no lo era. Gohan seguía sin confiar en ella y no estaba dispuesto dejar libres a los raza pura con sólo un juramento de palabra—. ¿Cómo va a monitorearlos si están tan lejos de usted? Y si llega el momento en que dejen de serle fiel y mueren inocentes, ¿cómo pretende detenerlos?

—Tengo mis métodos —y la vista de Bra se fue hacia su padre—, además sé que el último vigilante sabrá cómo monitorearlos.

—Por supuesto —admitió Kakaroto con una sonrisa y un asentimiento de la cabeza. Bra se permitió sonreír con un tanto de rubor y llevó la vista para abajo para ocultar su timidez.

—Si no tienen alguna objeción, pueden marcharse. —Bra dejó de mirar a la pequeña multitud como para reforzar su mandato y pronto todos fueron desalojando hasta que la Reina se volvió bruscamente cuando su rabillo del ojo captó al manco—. No tú, Gohan. Por favor —le dijo señalando el espacio vacío a su lado. El aludido frunció el entrecejo ante aquella invitación y más de alguna cabeza se volteó por la rareza de su mandato. Inclusive yo me rehusé a marcharme después de escuchar aquella petición—. Igual tú, Raditz, espérame afuera —ordenó cuando leyó en mi rostro mi resistencia.

—Mi Reina, permítame quedarme. Necesita un guardia en todo momento.

—Raditz, no lo repetiré otra vez —advirtió ella pero luego se atrevió a sonreír—. Si necesito tu ayuda, gritaré. Lo prometo.

La reunión a solas duró cerca de una hora y ni Bra ni Gohan quisieron referirse al tema cuando ésta se acabó, y aunque intenté muchas veces sacarle una palabra, la Reina niña no quiso decirme nada. Simplemente me tomó la mano y me condujo a la habitación que nos habían dado en el palacio de Taaz. Me hizo acostarme sobre la cama y ahí mismo, sin siquiera sacarnos la ropa, me montó como nunca había hecho antes. Sentía el deseo en su mirada y sus movimientos. Yacimos juntos, uno al lado del otro, por unos momentos para recuperar el aliento.

—Mandaré a Nappa lejos —me dijo después—, él es el más peligroso de todos. Está contenido, lo sé por cómo nos ve.

—Quiere matarnos —respondí con una risa.

—Matará para mí —dijo—, Tazgranis ya me informó de mundos sitiados. Los hombres de Freezer no se quedaron quietos por mucho tiempo. Nappa es el indicado y los asesinará a todos.

—Bra, tú misma lo dijiste. Es peligroso. Podría conquistar esos mundos si lo desea. —Bra era la más preocupada por aquello y como su esposo, era mi deber recordárselo, por mucho que no me pareciera mala idea lo de Nappa.

—Lo sé —respondió—, es por eso que Gohan irá con él. Se encargará de Nappa cuando su misión esté terminada.

Casi no creí lo que escuchaba pero Bra ya estaba preparada para esa reacción.

—Es un hombre malvado —insistió.

Tras un momento de silencio, logré reaccionar.

—Por qué no lo matas aquí y mandar a Gohan para matar a los hombres de Freezer.

—Porque Nappa es mi hombre, necesito que lo vean y que sepan que va en mi nombre. Gohan no lo es. —Bra sonrió después de un momento y me besó tiernamente en los labios, como cuando era una princesa—. Y nosotros nos iremos a la Tierra.

Sonreí galantemente.

—Necesitamos naves.


Esa noche la Reina niña mandó a Goten con el rey Tazgranis para solicitarle una audiencia, dejándole claro que no quería que hubieran testigos de su encuentro. Por supuesto que el rey pensó que la chica había repensado la propuesta de la primera vez que se habían visto y que lo desposaría al verse sola, casi sin fuerzas y sin planeta. Era claro que eso sólo era un sueño y apareció la chiquilla vestida con un traje exquisitamente elaborado con sedas de Torr y joyas de Taas, pero acompañada por mí como su sombra. Tazgranis hizo una mueca y Bra se permitió decir.

—Mi Rey, quédate cuidando la puerta —me dijo de manera amorosa y yo asentí con una sonrisa vanidosa. El rey arrodillado compuso una sonrisa aliviada… hasta que cerré la puerta tras de mí y crucé los brazos sobre mi pecho.

—Tu Reina te dijo que cuidaras la puerta —dijo refiriéndose fuera de la habitación como un centinela cualquiera. Bra y yo intercambiamos miradas despreocupadas.

—Estoy cuidando la puerta —puntualicé con una ceja alzada y Tazgranis apretó sus labios transparentes, sin poder.

Bra se dirigió hacia el centro de la sala y Tazgranis no pudo sino seguirla con los brazos cruzados, ya sintiéndose molesto.

—Querría que discutiéramos los términos de mi estadía en tu planeta, Rey Tazgranis —le comentó Bra con una elocuencia que no recordaba en ella y me sentí emocionado por verla así—. No me tome a mal, es cierto que me ha tratado como una reina en su palacio y estoy enormemente agradecida…

—En cambio, tus hombres han bebido, comido y fornicado todo lo que han querido, mi reina. No comparto para nada tu agradecimiento, Bra.

La Reina niña entrelazó sus dedos entre sí antes de voltearse a él, con una sonrisa aleteando en su boca.

—Lo lamento, ya sabes cómo son mis hombres. Puros o híbridos, tienen un apetito voraz —Bra comenzó a reír—, cómo no lo sabré yo, ¡mi Rey no se sacia con nada! —Esa actitud nueva me hacía desearla mucho más y ella me guiñó un ojo, sacando de quicio al otro Rey—. Pero eso ya lo sabías, mi señor, eres mi vasallo después de todo.

—Era —puntualizó Tazgranis, ya más enfadado—. Un vasallo no tiene gobernante si éste ya no existe.

La sonrisa de Bra se desvaneció enseguida.

—Tu gobernante está parada en frente.

—Tu hermano era el gobernante de mi padre y yo después de él. Vegeta era un planeta de guerreros y tú no eres una. ¿Qué harás? ¿Me matarás? ¿Tomarás mi planeta? ¡Sé que no tienes el valor de hacerlo! —Aquello era incluso más de lo que esperaba de él—. ¿Acaso crees que no tengo sirvientes espiándolos día y noche? ¿Cuántas veces te han escuchado decir que no eres una asesina? ¿Cuántas veces te han escuchado decir que mandarías a matar a...?

—¡Raditz! —En tanto la escuché llamarme, ya estaba tras el Rey, tomándolo desde el pescuezo.

—Eres muy valiente para decirle eso a mi Reina. O muy estúpido.

Tazgranis hizo lo posible por no gritar o verse asustado, pero pataleó un poco para salvar un poco su honor.

—Raditz, mata a Tazgranis ahora mismo. —Mi sonrisa oscureció todos los colores del Rey de Taas—. ¡No, espera! No lo mates. Déjalo ahora mismo. —Solté al Rey y éste cayó de bruces al suelo, muerto de miedo. Bra caminó hacia él y se hincó a su lado, sonriéndole un poco—. Yo podría matarte si quisiera ser como mi padre pero he decidido que no lo haré. Quizás tienes razón. No soy una guerrera pero mi Rey lo es y él es completamente fiel a mí. Tampoco quiero tu planeta, quiero tomar de vuelta el mío.

—Pero tú no tienes uno… —sollozó él, todavía acostumbrándose a la idea que no lo matarían.

—Pensé que me espiabas día y noche —le dijo Bra, un tanto irónica—. Mi planeta es la Tierra, como sabes soy una híbrida. Soy hija de dos mundos y la Tierra sigue existiendo. Te agradezco tu hospitalidad, Tazgranis, pero me temo que necesito todavía más, y te lo prometo, si eres fiel a mí te liberaré y no sabrás nunca más de mí o de mis hombres. Quiero una nave lo suficientemente poderosa para llevarme a mi hogar y otras para mis hombres, irán a frustrar las rebeliones en otros mundos vasallos de mi hermano.

—Podrías habérmelo pedido antes…

Bra sonrió.

—No me malinterpretes, Tazgranis. Has sido muy amable conmigo pero también insolente y yo soy hija de Vegeta, a mí no me faltan el respeto. Traicioname y te matarán. Habla mal de mí y mi Rey con gusto te matará.


El día que nos marchamos, Bra lloraba otra vez y buscó la compañía de Marron y Chichi, pidiéndome que me mantuviera alejado hasta que ella volviera a mí. Merodee por nuestra habitación unas horas, más molesto que ansioso, hasta que ella se apareció ante mí. Volvió como aquella vez, desesperada por el deseo. Me montó, gritamos y me transmitió lo mucho que me amaba.

—A este paso, tendremos un hijo en muy poco tiempo —le comenté con los ojos cerrados y ella se acercó para darme un beso silencioso. No respondió nada y pronto me quedé dormido.

En los festines no dejaba que me quedara mucho tiempo lejos de ella.

—Por favor, ven conmigo —me decía cuando veía que no me iría a la habitación con ella.

Ya estaba mareado por el alcohol y aún faltaba llenarme la panza. Todavía había mucho por lo que quería brindar y reírme.

—Iré pronto, Bra —le prometía pero ella insistía.

—Por favor.

Tomma y los hombres hacían como si no estuvieran presentes. Besé a Bra con arrebato.

—Ve, mi reina. Te prometo que iré a ti enseguida. —Pero ella no quería esa respuesta y tomó una de mis manos y la condujo bajo la mesa, para que le tocara entre las piernas y sintiera su humedad. Gruñí complacido y me levanté de la mesa con ella para cumplir su deseo.

Después se ponía a llorar y se iba con Marron y me alejaba por completo. No la entendía en lo absoluto pero ella me prometía que era por la Tierra.

—Soy feliz contigo, Raditz —me decía, desnuda a mi lado.

—Y yo contigo —respondía más dormido que despierto.

Todo el viaje fue así, Bra dándome mensajes confusos y esperé que todo eso terminara una vez que llegáramos. Por supuesto que aún había que invadir y eso nos tenía ansiosos a todos pero sin duda a unos más felices que a otros. Gohan hizo todo lo posible por mantenerse calmado y recitó todos los centros de control que recordaba, para idear un plan de aterrizaje. No estaban tan dispersos y dejó claro que uno de ellos era exclusivamente de él.

—Es donde tienen a Videl. Nadie se meterá ahí.

Todos estuvieron de acuerdo. Bra tenía sólo una orden.

—Atacaremos de noche.

Kakaroto preguntó por qué.

—Ya lo verán.

Nos estaban esperando en tanto llegamos, era algo bastante obvio, dado que contaban con rastreadores. Bra nos pidió que esperáramos atrás y aunque tanto Goten como yo estuvimos reacios a eso, ella hizo lo posible para escabullirse. Bra iba vestida con armadura y capa, y su diadema que había sido de su tiempo de princesa.

La reina se acercó con sigilo, ante la mirada insolente de los hombres que quedaban en la base. Los escuché murmurar y hablar de lo mucho que la chiquilla les inspiraba más deseo que temor, era bien sabido que no era una guerrera y tampoco lo sería solo por llevar armadura. La capa roja se arrastraba pesadamente tras ella y no ondeaba majestuosamente con el viento lo hacía con su hermano, el verdadero rey. Ante las miradas burlescas y lascivas que le daban me hicieron fruncir el celo dolorosamente, pero sabía que no debía reaccionar aún, no hasta que ella misma me lo pidiera.

El cielo estaba cubierto pero halos de luz plateada nos bañaban de tiempo en tiempo. La presencia de una luna llena detrás erizaba los vellos de mi cuerpo.

—Estás lejos de tu hogar, princesa.

—Reina —gruñí desde mi puesto rezagado y uno de los soldados masticó mi corrección con insolencia.

—Princesa o reina, me da igual —dijo, escupiendo al suelo—, váyanse. Este es nuestro territorio ahora.

—Este es mi hogar, por derecho —les dijo ella, apenas sacando la voz pero reforzándola mientras iba hablando—. Y ustedes morirán esta noche.

Los presentes sopesaron su amenaza un poco antes de ponerse a reír a carcajadas. La Reina niña miró a sus pies, hacia una posa de agua que estaba pisando y sacó la bota de ahí, escudriñando el movimiento de las nubes sobre nosotros.

—Ustedes son cuántos..., ¿Seis hombres puros, una híbrida debilucha y un par de mirones? —Nadie respondió—. Nosotros tenemos un ejército.

La reina niña no hizo sino mirar sus botas embarradas y cuando un hueco entre las nubes, el corazón se le detuvo en el acto.

—Es verdad, ustedes tienen un ejército —les dijo alzando la mirada y escudriñó en las inmediaciones de la base de donde salían centenares de hombres llamados por los intrusos—, pero yo tengo a mi lado la luna llena —replicó ella con seriedad y una ráfaga de viento comenzó a rugir a sus espaldas, alborotando a la capa pesada de la chiquilla y a su cabello lila. El grito de estupefacción fue generalizado cuando seis monstruos aparecieron frente a ellos, como antaño—. Mátenlos.

La muchacha nos vio avanzar y ella miró la destrucción que comenzó a destruir su alrededor. Alaridos, rugidos, olor a sangre mezclada con barro. Ella no lo vería entero, no tenía madera para eso y retrocedió impasible a donde estaba mi sobrino, justo cuando el centro de mandos colapsaba sobre sus cimientos.

—Vámonos —les pidió un tanto espantada.

—¿Estás segura? ¿Qué hay si necesitan ayuda?

—Escuchaste lo que dije, Goten.


Parte del armazón del edificio era visible, solo parte de la semiesfera seguía intacta y un par de habitaciones y salones quedaban utilizables. La chica se quitó la capa pesada y la armadura y se encontró subiendo escaleras añejas y recorriendo pasillos abandonados. Un par de bandadas de palomas habían reclamado la tercera planta como su hogar y echaron a volar cuando ella pasó a su lado, llenando de polvo y plumas a su paso. Todo parecía distinto a lo que hubiera imaginado y aunque su corazón le gritaba que ese era su hogar, la Reina niña no podía verlo de esa manera. Se imaginó a su madre ahí como un fantasma más joven al que había conocido y se preguntó a donde iría, cual sería su habitación y eligió una al azar para revisarla. Contaba con una cama y sobre las sábanas una costra de polvo se había formado por los años en desuso. No tenía la ventana intacta pero una cortina desgarrada era suficiente para cerrar la que sería su habitación momentáneamente. También había un armario pero ya pocas prendas quedaban guardadas, un poco raídas por el paso del tiempo, un poco mohosas…

Bra escuchó un grito proveniente del exterior y de un salto por la ventana, la Reina se apresuró a correr hacia Chichi. No era un grito de auxilio, era un grito de felicidad, pero lo supo cuando vio la escena. Gohan había vuelto junto a su padre, marcados por la batalla. Pero no llegaban solos y tanto Goten como Marron habían acudido rápidamente hasta ellos cuando reconocieron a la tercera recién llegada. A Videl la había visto hace mucho pero aún la recordaba. Estaba más flaca y desgarbada que en el pasado cuando aún era una guerrera, el cautiverio la había quebrado pero no había impedido que se convirtiera en madre. Traían consigo a una hija que había sido engendrada por Gohan y aunque él se notaba feliz por recuperar al fin a su familia, había cierta oscuridad en su interior que jamás se le iría.

La Reina niña se presentó a ella como tal.

—Me alegro que estés con nosotros.

Videl la miró a los ojos y fue obvio que ella no compartía el sentimiento. Sin embargo, sonrió.

—También lo estoy, Su Alteza.

Tras esa respuesta perdió interés en la pequeña hija de Vegeta y acunó a la chiquilla morena en sus brazos cuando ésta berreó un poco. Chichi estaba llorando de felicidad al ver a la pequeña y tan pronto como la bebé robó el protagonismo, dejaron a la Reina sin más miramientos.

La familia del último vigilante se retiraba cuando Bra usó toda la potencia de su voz para llamar la atención del tullido.

—Gohan, ¿puedo hablar contigo a solas? —Hubo un titubeo y una molestia visible en su rostro y en el de Videl pero accedió a su petición. Caminaron un poco hacia el centro de lo que había sido el patio interior de la Corporación Cápsula hasta que Bra encontró el valor de hablar—. Mandaré a los hombres mañana mismo. Partirán apenas estén listas las naves —le informó y sólo Gohan supo a qué se refería. Era obvio que no quería que eso pasara—. Por favor, diste tu palabra.

—Lo sé. —Gohan apretó los labios y apartó la mirada hacia donde estaría su familia, recientemente reunida.

—Lamento tener que pedírtelo pero eres el único al que…

—No tienes que decirlo, ya lo sé —contestó sin ocultar el enfado en la voz—. Partiré después que ellos y los vigilaré. Después de esto, no deberé nada más. —Tras eso, Gohan se retiró.

Era madrugada cuando llegamos, todavía excitados por la batalla, sucios, bañados en sangre que no era la nuestra. Sentía que podría quedarme despierto por muchos días todavía peleando, totalmente vivo. Marron y su sombra esperaban despiertos junto a una hoguera, mi pequeña esposa también. No habría sabido decir si estaban esperando por nosotros, quizás simplemente no podían dormir. Marron se levantó enseguida y nos ofreció comida, notaba su nerviosismo. Era como quisiera que supiéramos que estaba de nuestro lado. Tarde en acudir a la mesa alargada, busque un barril de agua de río y lo derrame sobre mi cabeza, para enjuagar el calor, la excitación y la sangre ajena, ante la mirada atenta de ella.

—¿Está hecho?

Tomé una bocanada de aire antes de responder, aunque mi cara afirmaba todo lo que ella temía.

—Lo está. No queda nadie. Ninguno de ellos.

La reina niña no pareció del todo feliz por mi revelación, nunca había sido fanática de la muerte.

—Me alegro. —La chiquilla pareció vacilar un poco antes de levantarse, huir. Pero yo me apresuré para cortarle el paso y tomarla de los hombros.

—Por favor, quédate. —Mis palabras eran suaves, muy suaves—. Todo lo que pasó hoy es tuyo, disfrútalo conmigo.

Ella curvó una sonrisa queda y me tocó un brazo con delicadeza.

—Apestas —dijo simplemente y reí—, pero me quedaré. Después te lavarás.

Acepté y fue la primera vez que pasé un festín solo con ella, con el resto alrededor.

Bebimos juntos y por primera vez la vi tomar con ansias, y no evite recordar la primera vez que nos encontramos en una taberna fuera del palacio para hablar a solas, lejos de su hermano. En ese entonces no era la mujer que era en la actualidad. A mi lado bebía jarra tras jarra hasta que consideré que ya había sido suficiente.

—Esta no será la última vez que bebamos, niña.


Tras la reciente batalla, los hombres retiraron en las naves con sonrisas, cada uno con un mundo vasallo como objetivo. Estuve ahí para despedirlos junto a Bra y el que partió antes fue Nappa, raudo y sin miramientos. La reina tampoco estaba feliz, los dejaba libres para asesinar con la excusa perfecta, liberar a los mundos de Trunks. Cuando los seis soldados puros eran pequeños resplandores en el firmamento, Gohan partió, besando a su bebé y a Videl antes de hacerlo. Chichi otra vez lloraba pero con tristeza y le hizo prometer a su hijo que volvería. Su padre, mi hermano, le ofreció acompañarlo pero su primogénito se lo impidió.

—Es mi deber —le dijo amargamente y se marchó. Vieron a la nave alejarse y Videl se fue a la Corporación, no sin antes golpear a Bra con la palma abierta en la mejilla. Estuve a punto de aprenderla pero Bra se negó, limpiándose la sangre de la boca con la manga.

—Me lo merezco —dijo, marchándose también.

Pasarían meses antes que Gohan volviera y no le dedicó palabras a la Reina niña, sólo Goten y el último vigilante eran los únicos que interactuaban con ella. Kakaroto se hizo muy amigo de la híbrida y muchas veces pasaron horas hablando de los padres de Bulma, los abuelos de Bra, y de su breve vida en la Corporación, pero después de la vuelta de su hijo, toda la familia partió a las montañas.

Cada vez Bra iba alejándose de su sangre guerrera y se hacía más humana. Los humanos que la conocieron en un principio sabían que era una reina extranjera que había logrado liberar a la Tierra, pero los que llegaron después a lo que había sido antes una ciudad próspera, sólo la conocían como una terrícola más y ella no se molestaba en corregírselo.

—Ellos deben saber que fuiste tú quien los liberó —le dije, enfadado—, deben saber que eres su reina y que deben obedecerte.

—Ellos ya te temen, Raditz —me respondió, desafiante. Yo no ocultaba lo que era y ciertamente me agradaba recordárselo—. No quiero que me teman a mí. No es necesario que sepan. Era princesa en otro lugar, en otro tiempo. Ahora soy sólo Bra.

—¡No lo eres! —Aun así, los rumores de que era una híbrida fluían gracias a mis vociferaciones—. Estás cambiada —le dije después, un poco ofendido.

—No es verdad.


Debí haberlo sabido.

Marron llegó a mí un día de lluvia y me avisó que mi esposa me buscaba. Cuando llegué al salón donde Bra me había citado, inmediatamente supe que algo andaba mal. El sitio estaba oscuro y olía a húmedo, a pesar de que habían encendido hogueras para secar el lugar. La Reina niña me esperaba al centro del salón y me daba la espalda pero aquello no me desalentó, dejé de escuchar las voces internas y me acerqué a ella con rapidez.

La sentí estremecerse ante mi abrazo y se dio media vuelta con vacilaciones. Al levantar la vista para verme a los ojos noté la cara congestionada por el llanto y sus mejillas mojadas de lágrimas. Se me cortó la respiración por una fracción de segundo antes de que pudiera reaccionar y la tomé de la quijada para mirarla mejor, y con el pulgar enjuagué un poco su mejilla izquierda. A duras penas, Bra sonrió aunque comenzaba su llanto otra vez.

—¿Qué ocurre? —pregunté en un arrebato—, ¿alguien te ha hecho daño?

—No… —respondió ella y me tomó la mano que sostenía su rostro—, yo solamente soy feliz.

Sonreí al considerarlo una tontería, el llanto y la felicidad son opuestos a mi juicio.

—Eres una tonta entonces —le dije sonriendo.

—Siempre lo he sido, me lo dijiste el día que nos conocimos —dijo y se secó unas lágrimas antes de continuar—. Soy feliz porque tenemos a la Tierra pero no la siento como mi hogar…, supongo que es algo normal… Jamás había estado aquí antes.

—Eso lo arreglaremos con el tiempo —le dije—. Haremos construir un palacio donde tú desees y rearmaremos nuestro mundo otra vez, serás la Reina nuevamente y tendremos un séquito enorme bajo nuestros pies.

Bra inhaló aire por la nariz como si toda esa idea la abrumara un tanto y su sonrisa desapareció por momentos.

—¿Sabes? Creo que al fin estoy embarazada —me dijo ella—, al menos eso parece. —Pero ella no sonaba del todo feliz.

Me costó un momento procesar lo que me estaba diciendo ella y tuve que verme bastante aturdido porque ella lloró con más fuerza.

—¡Eso es maravilloso! —exclamé cuando me acerqué para alzarla del suelo y ella sonrió a duras penas—, un primer hijo —le dije, feliz—, ya vendrá muchos más, Bra, ¡muchos! —La Reina niña no soportó mucho más y se lanzó a abrazarme del cuello y desató el llanto que tenía guardado—. Tendrán tu linaje y mi sangre pura —continué inflando el pecho con una inhalación.

—Me encantaría, Raditz —dijo simplemente y me acarició el cabello cuando la dejé sobre el suelo otra vez—. Pero eso no es lo único que quería decirte. —Su tono de voz y el hecho de que no parara de llorar me hicieron prestarle toda la atención que podía entregarle después de aquella noticia—. ¿Recuerdas que envié lejos a Gohan? Bueno, lo envié para que cumpliera una orden mía.

—Pensé que ese híbrido no era tu hombre.

—No lo es —dijo—, pero cuando le propuse esa tarea no se negó. —Hizo una pausa, estaba más calmada—, Quería pedírselo a tu hermano pero pensé que se negaría, Gohan es más apropiado para ello…

—No entiendo por qué me estás diciendo esto. —No me imaginaba por qué era de mi incumbencia esa misión más allá de mi condición como consorte real y por qué era tan importante que la supiera en ese momento.

—Porque una vez me dijiste que como tu Reina acatarías cualquier deseo que tuviera.

—¿Qué fue lo que hiciste, Bra? —Mi gravedad la curó de cualquier llanto que le quedara y me puse tenso, más aún cuando sentí que detrás de mí alguien caminaba, se acercaba.

—Lo medité demasiado, mi amor —me dijo Bra, devolviéndome la atención hacia ella—. Nadie estará a salvo con nosotros vivos… —Nos miramos a los ojos, lila contra negro, y mi sangre se heló cuando una lágrima se derramó ante mí—. Más bien, ustedes, Raditz…

—No entiendo lo que dices, Bra. Dime de una vez por todas por qué me estás diciendo esto…

—¡Aunque Trunks estuviera vivo no podría controlarlos! ¡Ya viste lo que ocurría cuando él no estaba! —gritó Bra—. Mataron a mi madre y trataron de asesinarme a mí cuando Trunks estaba peleando fuera…

—Pero yo te salvé, Bra, ¡te salvé la vida!

—¿Cuántos morirán cuando yo no pueda detenerte? ¿Cuántos más morirán cuando yo no esté viva, Raditz? —me gritó y me trató de hacer entender—. Sabes que un humano vive menos que un saiyan… Yo moriré antes que tú y ya no tendrás el control que tienes ahora. No habrá nada que te detenga si decides volver a tu antigua costumbre…

—No me digas eso… —mascullé con una mueca en la boca, ofendido.

La persona que se movía detrás de mí se acercó demasiado y no pude evitar darme la vuelta. El rostro serio de Gohan fue lo primero que vi en la penumbra de la habitación, detrás de él estaba la hoguera y le dibujaba un halo siniestro alrededor de su cuerpo. Sin verlo venir, sentí la calidez del líquido que empapaba mi estómago y no sentí dolor ni siquiera cuando vi que había enterrado su único brazo hasta el codo en mi abdomen. Las lenguas de sangre le lamieron las mangas y las botas, y sentí el llanto horrorizado de Bra a mis espaldas. Gohan no se inmutó cuando extrajo su extremidad de mi cuerpo y el frío se coló por el hueco que me había abierto. Inmediatamente puse las manos en mi estómago sin quitarle los ojos desorbitados a la sangre y los intestinos que trataban de salir.

Caí de bruces al suelo. Gohan se apartó para mirar la escena desde una distancia prudente y Bra corrió a mi lado para abrazarme en el piso.

—Perdóname —lloró ella y acomodó mi cabeza sobre sus piernas—, perdóname tanto, mi amor…

—Explícame —le pedí cuando una lágrima rodaba por mi mejilla—, ¿por qué…?

—Ya te lo dije, Raditz… —dijo—, nada seguiría tranquilo en este universo si Freezer o ustedes seguían vivos. Gohan fue a acabar con todos ustedes… sólo faltabas tú. Trata de entender, mi amor, por más que me amaras no controlaría jamás tu sangre y tu instinto asesino. Tenía que hacerlo para cuidar a los humanos —continuó, acariciándome las sienes—. Esto pasará pronto, ya no te dolerá nada. —Bra lloró con más fuerza—. No estábamos destinados a estar juntos, Raditz…, pero quizás en otra vida, mi amor… —me dijo—, te haré un funeral digno de un Rey —prometió—, y te amaré hasta el último de mis días.

Ella me besó los labios pero no tuve las fuerzas para responderle, estaba intentando respirar, mantenerme con vida…, pero todos los órganos estaban colapsando y el sueño invadió mi consciencia. Bra siguió acariciándome, hablándome con cariño, acompañándome en mi último viaje en esa vida pero yo simplemente podía escuchar su voz como un murmullo inteligible en la oscuridad.

Tosí abundante sangre y la Reina niña se acercó para cerrarme la boca con la suya, y sus labios se tiñeron de mi rojo. Tras unas últimas sacudidas dejé de sufrir y Bra gritó desesperada cuando supo que ya había pasado.

—Hiciste bien, Bra —dijo Gohan, sacudiéndose la mano para quitarse un poco de mi sangre del brazo pero fue en vano, estaba demasiado ensangrentado.

Bra simplemente miró al vacío, estaba salpicada en sangre también y no quería hablar ni alejarse de mi lado aunque yo ya estuviera muerto.

—¿Es verdad lo que le dijiste a mi tío? —preguntó de pronto y Bra se volteó a verlo con las emociones drenadas—, lo de tu embarazo —añadió.

—No —respondió Bra—, pensé que lo haría feliz…

—Tenía que hacerse —dijo luego y se retiró con un movimiento de cabeza, dejándonos solos.

Bra volvió a mirarme con el mentón moviéndose hacia todos lados pero con los ojos secos.

—No volveré a amar a nadie más —me dijo como una promesa que yo jamás escucharía—, ojalá estuviera embarazada de ti…

La Reina había muerto junto a su consorte real.

La niña había muerto junto a su maestro.

Bra había asesinado a la saiyan dentro de ella para ser la humana que realmente era y una era llegaba a su fin.


Fin


Nota de la Autora: Espero que haya sido de su agrado, esta historia me ayudó a mejorar muchísimo y mi estilo cambió durante el desarrollo. Aunque quise modificarla para hacerla más homogénea, es demasiado larga para mi concentración. ¿Hubiese cambiado algo? Quizás el punto de vista, Raditz no estuvo presente en la primera parte y cuando volvía a aparecer cambiaba de voz y se prestaba a confusiones. Desde que era pequeña, unos catorce años, quise hacer una historia larga que tomara a los tres reinados por separado y cuando ya iba en Trunks pensé que sería mejor haberlo partido en tres, pero lo hecho hecho está y ésta es la mejor forma que pudo tomar mi sueño que tomó como quince años en concretarse jaja Notarán además que Canción de Hielo y Fuego de George RR Martin tuvo un impacto en la historia (cambie mi estilo narrativo tras leerme sus novelas) pero siempre fue mi intención asesinar a Trunks, no me inspiré en él para hacerlo jaja pero inevitablemente cuando lo mataba me acordaba en Robb Stark jaja Si hay alguien por ahí que sigue leyendo esta historia les pido perdón por la demora, creo que mi última actualización había sido el 2017 (ups) Pero mejor tarde que nunca.

¿Final para mí en el fandom? No lo creo. Aunque no he visto Super porque no me motiva jaja sigo las noticias de lo que pasa ahí y ya tengo en mente una continuación y una primicia para ella:

Raditz y Bra volverán.

No asesinaré a tantos personajes y tendría un final más ameno para Raditz. Aún no cuenta con nombre y creo que es lo mejor, cuando me ataca la inspiración continúo con lo que tengo y así acumulo material para que la espera no sea tan tortuosa.

Sin más, me despido. Espero de corazón que les haya gustado como a mí. Besos inspiradores.

Ragdoll Physics.


Hijos de la Discordia - Secuela de El Repartidor de carne

Heavily Braditz content