Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

Hola a todos! Bueno este será mi primer long-fic de Naruto... No escribiré mucho aqui por ser la primera vez (Despues me pongo insoportable).

Gracias desde ya por darle una oportunidad a mi historia y voy a mendigar su opinion... ¿Si? ¿Me regalan un comentario? *.*

Por supuesto tengo que agradecer a mi seudo editora: Mi sister, alias X. Lalacleao .X (Las más top de las tops)

Un beso grande!

Lu


I

Última barrera

Hinata trataba de controlar su respiración y al mismo tiempo ocultaba su sonrojo en el hombro de él. Era ridículo, ella lo sabía, no tenía por qué reaccionar así, ya no al menos. Después de todo el era Kiba, su compañero de equipo, uno de sus mejores amigos, el chico al que amaba y el único que le correspondía. Además no era la primera vez que algo de ese estilo sucedía entre ellos, de hecho ese comportamiento era habitual… Desde hacía algún tiempo que habían cruzado la barrera y que eran algo más que amigos. Tal vez no hubiesen hablado del tema, quizás no se hubiesen declaro con palabras, pero ellos lo sabían. No hacía falta títulos, ni grandes declaraciones… No en su mundo al menos.

Kiba miró preocupado a su… Bueno, miró preocupado a Hinata. Cuando decidió hacer el beso un poco más pasional creyó que estaba bien, que era lo correcto para la situación, pero ahora comenzaba a tener dudas, y él odiaba tener dudas. ¿Se habría enojado Hinata? ¿Se había pasado de raya? ¿La habría hecho sentir incómoda? Aún con la Hyuuga entre sus brazos, sintiendo el aliento de ella chocar contra su cuello - Cosa que hacía todo más difícil - Se preguntó si ella había querido corresponder a un beso de ese estilo y, haciéndose de todo su autocontrol, la alejó unos centímetros de él.

—Hinata… ¿Estás bien? Yo… ¡Oy, lo siento! —Susurró el castaño completamente incómodo. Él no era bueno hablando, mucho menos disculpándose y peor aún si de sentimientos se trataba.

—Y-Yo… Lo siento Kiba-kun… Y-Yo no debería haber reaccionado así —Contestó ella con la vista fija en el césped.

— ¿Otra vez el KUN? ¿No se te había borrado ya? —Bromeó él para aligerar el momento, no quería profundizar mucho, no era bueno en aquello y siempre terminaba mandándose una macana.

Miró a su compañera en busca de la sonrisa tímida que tanto la caracterizaba. Esa que solo él y algunos privilegiados conocían, pero no la encontró y eso lo preocupó. Al parecer esta vez se había equivocado y lo había hecho en grande. Se acercó nuevamente a Hinata, quería tenerla entre sus brazos porque solo así se sentía tranquilo. Solo con ella a su lado él sentía que todo estaría bien.

— ¿Kiba? –Preguntó ella en un susurro, prácticamente inaudible, pero no para él — ¿Si? —Preguntó él sin atreverse a decir nada más, tenía miedo –Algo increíble en él –de lo que ella pudiese decirle — ¿Crees que podríamos intentarlo otra vez? Es lo que quiero —Se apresuró a decir antes de que él la interrumpiese. Se había armado de valor y no se sentía lo suficientemente fuerte como para insistir mucho.

El castaño alejó un poco para ver sus perlados ojos. Quería estar seguro de que ella realmente lo deseara, no quería imponerle nada, nunca lo había hecho y no empezaría ahora. Solo avanzarían en su relación si ella así lo quería. Él esperaría todo lo que ella necesitase, no tenía apuros –No al menos otros que no fuesen los de las hormonas – y por eso se aseguró que esos ojos blancos, con un tinte lavanda, esos que él tan bien conocía, estuviesen completamente seguros, y así lo estaban.

Cerró sus ojos, no los necesitaba para aquello. En casos como esos ella había aprendido, que era mejor sentir que observar, dejarse llevar que pensar… Eran cosas que nadie le había enseñado, pues su familia nunca fue muy cariñosa que digamos, pero que ella había aprendido con él. No con Naruto como alguna vez lo había deseado, sino con Kiba. Y de eso no podía arrepentirse…

Sintió los labios de él rozar a los suyos y un escalofrío la recorrió de arriba abajo. Kiba era dulce, cálido, suave… Sus movimientos, al menos los que ahora hacía, eran como un pequeño baile. Un baile que bailaban hacía mucho tiempo, una especia de vals. Pero ahora intentarían bailar algo más movido, ella aún no sabía que estilo sería, pero tenía ansias de intentarlo. Antes se había sorprendido, no del beso en sí sino de las sensaciones que le provocó, algo completamente nuevo y desconocido para ella, pero al mismo tiempo emocionante; Y por más que ella había intentado controlarse su cuerpo la había delatado, dejándola en evidencia y haciéndola sonrojarse. Pero ahora, a medida que él iba modificando su beso –con muy pequeños cambios – ella dejaba de pensar y comenzaba a sentir.

La mano derecha del Inuzuka acariciaba con una suavidad delirante la mejilla de ella, y la izquierda comenzaba a moverse –cada vez más rítmicamente –por la nuca de Hinata. Enredando y atrapando entre sus dedos los suaves y brillosos cabellos violetas. Aprisionando, cada vez más, a su delicado rostro contra el suyo. Atrayéndola y sintiéndose glorioso al percatarse de la aceptación y recibimiento de ella. La cual, poco a poco –Y no sin mucho esfuerzo- comenzó a aportar más a aquel momento. Enroscando ella también la mano en su cabello, y apoyando, con mucha timidez, su otra mano en el pecho de él.

Se separaron, luego de un largo rato, con la respiración errática y sus ropas un poco desacomodadas. Kiba levantó la mirada y no se sorprendió al verla totalmente nerviosa y avergonzada. Con ella era así, cada vez que daban un paso hacia delante ella parecía retroceder cinco, pero solo parecía. Él sabía que ella no estaba arrepentida, a ese nivel de comprensión había llegado su relación, solo que ella no estaba acostumbrada a sentir cosas de ese estilos y no podía evitar la reacción de su cuerpo.

—Eso estuvo fantástico —Reconoció él aún con la respiración agitada. Lo más conveniente hubiese sido que no hiciera mención sobre ello, pero él simplemente no podía guardarse las cosas —Te quiero mucho…

—Yo también… —Una enorme sonrisa se dibujó por el rostro del chico quien abrazó a la muchacha y se dejó caer contra el árbol en el que estaban apoyados. Quedando ambos recostados en la grama, ella con el rostro apoyado sobre su pecho, pudiendo sentir los fuertes y descontrolados latidos de su corazón.

"Los camaradas no se ocultan cosas, menos aún cuando pueden afectar al grupo" Esa frase que Shino le había dicho por la mañana le había estado dando vueltas todo el maldito día. ¿Qué se suponía que significaba? ¿Sabía que él y Hinata estaban saliendo? ¿Y si lo sabía por qué no se lo había dicho directamente? Odiaba las indirectas, prefería mil veces las cosas claras y concisas, pero con Shino eso no existía, todo lo que el Aburame decía debía ser reflexionado y analizado. Y eso era algo que Kiba detestaba así que, por lo general, no le daba demasiada importancia a sus comentarios.

Kiba estaba de mal humor, en principio por el comentario de su amigo, pero más aún consigo mismo por no ser capaz de mantener oculta su relación con Hinata. No que lo avergonzara, ni mucho menos, si fuese por él se lo gritaría a todo el mundo, en especial a Naruto, pero ella prefería no decírselo a nadie. En un principio eso lo había molestado, pero luego comprendió que Hinata solo quería facilitar las cosas, lo cierto era que en su mundo era muy difícil llevar adelante una relación y lo era aún más si tenías al resto de las personas observando cada movimiento que dabas.

Nunca le había dicho que la amaba, nunca le había pedido formalmente que sea su novia, nunca había dicho nada, pero todo eso se daba por entendido. Ella tampoco había pronunciado las palabras "Te amo" pero él no necesitaba escucharlas. Las acciones decían más que las palabras y ambos sabían que el otro daría la vida por uno, por eso no necesitaba a nadie más. Eran ellos, en su burbuja privada.

— ¡Kiba! —Canturreó alegre — ¿Cómo estás?

—He estado mejor… —Masculló entre dientes e inmediatamente se arrepintió. Hinata estaba de buen humor y él no quería arruinarlo, y era sabido que ella se preocuparía por él, aún cuando no fuese nada ella lo haría.

— ¿Qué pasa Kiba? ¿Puedo ayudarte con algo? –Preguntó con determinación, esa determinación que había conseguido con los años y mucho esfuerzo.

—Mmm… Ahora que lo dices… ¿Quieres venir a mi casa? Mi mamá y mi hermana se fueron a una misión así que podemos estar tranquilos –Hinata se volvió de rojo intenso y él comenzó a reír — ¡No haremos eso Hinata! No te preocupes. Jaja. Es solo para poder estar tranquilos…

Ella recuperó poco a poco el aire, asintió y comenzó a caminar junto a Kiba. Con el corazón aún acelerado y sintiendo sus mejillas arder. Se sentía fatal, y realmente así debía ser, ¿desde cuándo tenía esas ocurrencias? ¿Desde cuándo esos deseos? ¡Quien lo sabía! Lo único de lo que tenía certeza era que su cuerpo le estaba jugando una mala pasada. Nunca antes se hubiese imaginado que ella, Hinata Hyuuga, pudiese tener esa clase de pensamientos o de deseos, no porque los considerase pecaminosos –porque de hecho no lo hacía- sino porque siempre le había dado mucho pudor estar cerca, demasiado cerca, de un hombre y ahora era exactamente eso, y un poco más, lo que su cuerpo y su mente parecían querer.

Abrió la puerta de su casa y Akamaru apareció instantáneamente a recibirlo, sin embargo pareció pensarlo dos veces antes de saltarle encima como habitualmente lo hacía, al percatarse que Hinata estaba con él. En vez de su saludo habitual movió su cola en claro gesto de alegría y caminó a su lado permitiendo que su amo le diese unas caricias en su cabeza. Hinata, un poco dudosa –No por miedo pues ella sabía que Akamaru nunca la lastimaría –sino por respecto a la relación de ellos dos, se acercó y también depositó algunos mimos sobre el lomo del gran perro blanco.

—Esto… ¿Quieres tomar o comer algo? —Preguntó el castaño rascando su cabellera nerviosamente, deseando que dijese que no pues no sabía nada de cocina, ni siquiera sabía donde se encontraban las cosas.

—D-De acuerdo… ¿Por qué mejor yo no preparo algo y tú…. —La Hyuuga dejo la pregunta cortada, ¿qué haría él?

—Yo tengo que acomodar un poco la casa, está hecha un desorden, sino te molesta puedo hacer eso… ¿Qué me dices?

— ¡Claro!

Le dedicó una sonrisa a él y se fue hacia la cocina. Ya había estado en otra ocasión dentro de esa casa, pero las circunstancias eran completamente distintas. Para empezar la anterior vez ella y Kiba eran solo amigos, compañeros de equipo, segundo también había estado Shino y tercero en aquella oportunidad no había sentido ese deseo tan profundo, esas ansias de algo nuevo, escalofriante y completamente desquiciante. Y por último que Hana y Tsume no estuviesen en la casa no le ayudaba a tranquilizarse, por el contrario la incitaba.

Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos y se dispuso a buscar los utensilios para preparar té y unas galletas. Abrió varias gavetas hasta encontrar todo lo necesario y luego se puso en marcha. La verdad la cocina le gustaba, en su casa solía cocinar mucho, más para los demás que para ella misma, pero le gustaba de todas formas. Era una de las pocas cosas que compartía con su madre, o eso creía. La única foto que tenía con ella las mostraba a ambas, Hinata y su madre, en la cocina con un montón de galletas, un pastel recién horneado y toda la cocina hecha un caos, como si recién acabaran de terminar. Por eso Hinata siempre se había interesado por el arte culinario, de esa manera retenía vivo el recuerdo de su madre.

Inconscientemente, debido a estar pensando en otras cosas y no prestar atención a lo que hacía, se quemó con la puerta del horno cuando intentaba quitar las galletas. Por más que lo intentó no pudo evitar soltar un pequeño grito. Dos segundos después lo tenía a Kiba a su lado, observando la herida y, una vez asegurado que no era nada grave, riendo por su descuido.

— ¡Kiba! —Lo reprendió — ¡No te burles, le pudo pasar a cualquiera! —Dijo sonrojándose.

—Pero te pasó a ti, hermosa —Y el tiempo se congeló.

Kiba no solía decir cosas de ese estilo. No era de esos que contantemente hacían cumplidos y ella nunca había recibido muchos como para si quiera poder reaccionar. "Hermosa" Una simple palabra que se le había escapado y había dejado a los dos fuera de combate, ninguno sabía cómo reaccionar. Kiba no diría nada, no se arrepentía, después de todo era cierto. Hinata era hermosa. Y ella no se atrevía a decir ni hacer nada, nunca había pensado en si misma de aquella manera. No se sentía fea, no claro que no, pero no creía que encajara en la definición de Hermosa, para ella ahí se encontraban Ino, Sakura y Temari… y ella se veía tan lejos de las otras muchachas.

— ¿Ya está listo el té? —Preguntó él rompiendo cualquier momento incómodo — ¿Quieres ir a mi habitación? Ahí tengo tele —Explicó para que no se diera lugar a malos entendidos, eso era lo que menos quería en ese momento.

Ella asintió y, colocando las dos tazas con la humeante bebida caliente y las galletas en una bandeja, lo siguió rumbo a su dormitorio. Aún analizando esa palabra….

No recordaba en qué momento exacto habían comenzado aquello, mucho menos quién había dado el primer paso, de lo único que era consiente era de lo bien que se sentían sus labios sobre su cuello. El aroma de ella le penetraba las fosas nasales y lo mareaba. Lo confundía y hacía de toda la experiencia un mundo ideal. Debajo suyo Hinata se removía inquieta, no porque se quisiese ir, sino porque al igual que él deseaba más. Sus corazones latían desenfrenados, sus bocas largaban pequeños jadeos, que por más que intentaban no se podían controlar.

Con las manos temblorosas, pero decidas por toda la excitación que recorría su cuerpo, lo abrazó por la cintura y lo presionó más contra sí, haciendo que Kiba soltara un gemido, lo que la descontroló aún más. Nunca, pero nunca, creyó ser capaz de querer y necesitar tanto a alguien de esa forma. Siempre había creído que sería inocente, en el mal sentido de la palabra, por el resto de su vida. Siempre creyó que sería muy niña para despertar esa clase de sensaciones en un hombre, porque ahora a Kiba no lo podía mirar como un chico. Ahora eran un hombre y una mujer, ya no más los adolescentes de 17 y 18 años. Al menos en algunos minutos ella sería una mujer.

Inseguro como nunca lo había estado comenzó a descender el cierre de la campera de ella. Lo alivió ver que ella no ponía resistencia alguna por lo que siguió con su labor. Deleitándose con las curvas que la remera de la chica marcaban en su cuerpo. Preguntándose por qué Hinata escondía tan perfecto cuerpo debajo de tanta ropa… Porque ella es perfecta tal cual es… Se contestó así mismo.

El momento había llegado, ambos estaban desnudos debajo de las sabanas de él. Kiba sobre ella, colocado ya entre sus piernas. La respiración de ambos, si bien aún estaba agitada, había descendido el ritmo. Los nervios los dejaban sentir cada centímetro de piel del otro… Todo era mil veces más real…

— ¿Estás segura? —Preguntó él un vez más —Si, Kiba —Dijo ella cerrando los ojos y esperando la iniciativa de él, pero este no hizo nada, sus ojos perlados volvieron a abrirse con clara confusión reflejados en ellos — ¿Qué pasa Kiba? —El Inuzuka respiró hondo, le deberían dar un premio por aquello — ¿Estás completamente segura? Luego no se puede volver atrás… Es algo que solo se da una sola vez —Maldijo para sus adentros por permitir que aquel lado de caballero saliera precisamente en ese momento —Kiba… Y-Yo te amo… Y-Y E-Estoy S-Segura de E-Esto —Él la miró incrédulo, no parecía que estuviese lista —De verdad Kiba, quiero esto, te amo y esto es lo que quiero –Hinata se puso de un rojo violento y él comprendió que no debía preguntar más, solo actuar, pero antes debía decir solo una cosa más –Yo también te amo…

Y se hundió en ella, lentamente, tan lentamente como su cuerpo se lo permitió. Cerró sus ojos, al igual que lo hizo Hinata, pero eso no le impidió sentir las lágrimas que ella había soltado, ese olor a agua salada era inconfundible. Se detuvo en seco, no quería lastimarla, eso era precisamente lo que menos quería hacer. Abrió sus ojos y vio los ojos de su chica humedecidos y algunas lágrimas recorrer su rostro.

—Puedo parar… aún puedo hacerlo —Dijo él, en una especie de suplica más para él mismo que para ella.

—No pasa nada Kiba, continua, no duele tanto… — ¡Por Dios que mala mentirosa que era! —Kiba… continua, por favor… —Y él lo hizo, cerró nuevamente los ojos y continuó un poco más hasta sentir el olor a metal… a sangre.

Había escuchado hablar a otras chicas, incluso había leído sobre ello pero había supuesto que ella podría aguantarlo. Sin embargo había sido débil, no había podido disimular el dolor ni había podido evitar derramar algunas lágrimas. ¿Qué pensaría Kiba ahora? ¡Nada! Se reprimió mentalmente, ella lo conocía y para él sería tan especial como para ella.

Permanecieron un largo tiempo en silencio, ninguno de los dos podía creer que realmente había sucedido. No porque no lo hubiesen deseado sino porque ninguno de los dos sabía que el otro deseaba lo mismo, el más sorprendido, sin duda alguna, era Kiba. Y sin embargo pese a lo horrible que le había sabido verla llorar, no podía borrar esa estúpida sonrisa de su rostro. Y Hinata, entre sus brazos, tenía la misma sonrisa.


Entonces... ¿Me regalan su opinión?

Lu