Una nueva locura que espero que la disfruten tanto como
=)
Prólogo
Verano de 1982.
Colby, Vermont.
Cuando despertó, las sábanas estaban enroscadas en su cuerpo denudo y sudoroso. Tenía un sabor metálico en la boca y sangre en las manos.
Se incorporó, maldiciendo, apartándose el pelo de la cara y mirando con los ojos entrecerrados la luz de la mañana. Era muy temprano, y odiaba despertarse antes del mediodía.
Se dejó caer de la cama, se dirigió hacia la puerta de atrás para orinar y, al mirar hacia abajo, se dio cuenta de que también tenía el cuerpo cubierto de sangre. Se apoyó contra la puerta, gruñendo.
Dormía en una de las cabañas ruinosas que había al lado del lago, pero no tenía ducha, y no podía aparecer en la casa de aquella manera. No podía presentarse cubierto de sangre de animal.
La noche anterior debía de haber atropellado un ciervo al volver a casa, pero no se acordaba de nada.
Se puso unos vaqueros cortos y fue hacia el lago tan rápido como pudo. Había bebido y fumado demasiado la noche anterior, y necesitaba quitarse la sensación de resaca. El agua fría del lago le aclararía la cabeza y le devolvería el recuerdo de lo que había ocurrido. Cuando volviera a la cabaña haría la maleta y se largaría. Ya había tenido suficiente en aquel pueblucho de Vermont.
Incluso en agosto el agua estaba helada y le causó mucha impresión. Dejó escapar un gemido al meterse bajo la superficie, pero continuó para sentir el agua a su alrededor, quitándole la sangre de las manos, del pelo y de la barba.
Salió a unos quince metros de la orilla y miró hacia arriba para sentir el sol en la cara. Había mucha más gente de lo normal en la pensión; seguro que la Sra. Cope debía de estar en el séptimo cielo. Querría que le hiciera de recadero aquel día, aunque ya le había dicho que se iba. Quizá sólo volviera a la cabaña, recogiera sus cosas y se marchara de allí sin más, antes de cambiar de opinión. Tanya le había dicho que no quería verlo más, y él no era de los que se quedaban en el mismo sitio durante mucho tiempo. El invierno estaba a punto de llegar y habría mucho trabajo en Colorado; ya estaba listo para la vida de un loco del esquí.
Buceó hacia la orilla con facilidad, dando brazadas largas, haciendo círculos cerca de la pequeña playa con el embarcadero de madera, que él mismo había construido unos meses antes. Cuando salió a la superficie vio un montón de ropa flotando al borde del agua, entre las hierbas que había estado intentando arrancar durante todo el verano. Reconoció una de sus camisas favoritas, y se preguntó quién habría tirado su maleta al lago. Probablemente Tanya; se había enfadado mucho cuando él le había dicho que se iba, pero después no le había dado ninguna razón para quedarse. Ni él había podido encontrar ninguna, tampoco.
Se acercó más, intentando enfocar. Era un poco miope, pero no llevaba gafas. Solo tenía unas de sol graduadas, y estaban perdidas por la habitación. La ropa estaba flotando, medio dentro, medio fuera del agua. Vio una camisa blanca, pero no la reconoció. Ni siquiera tenía camisas de manga larga.
Se quedó quieto, con el agua por la cintura. Y después se acercó, corriendo por el agua, hasta que llegó a su lado y vio su cara pálida, muerta, con una cuchillada en el cuello que parecía la sonrisa de un bufón.
Surgieron sobre él. Venían de ninguna parte, lo estaban esperando. No pudo moverse. Se quedó en el agua helada, con el cuerpo de Tanya en los brazos.
—Edward Anthony Cullen, conocido como Gra Edward, queda arrestado por el asesinato de Victoria Calderwood, Jessica Stanley y Tanya Denali. Todo lo que diga...
No escuchó más. Miró a la chica que tenía en brazos, la chica con la que había estado la noche anterior, la chica con cuya sangre se había manchado las manos.
Y empezó a llorar.