Saludos me presento con un nuevo capítulo. Me gustan los comentarios que están entusiasmados con la historia. Sí, ya sé que no he actualizado, lo que ocurre es que como veo que no mucha gente lo lee subo capítulos más lentamente. Lo siento para quienes desean leer más n.n Me gustarías escuchar sus teorías sobre qué va a pasar y qué les gustaría que pasara. :D Saludos


Tentación de Afrodita

Capítulo XII

Esperaban que el doctor a cargo les dijera que Sora había sido herida, cierto, que posiblemente estaba fracturada o hasta con un hueso roto también, pero esto que les estaban diciendo era demasiado. Estaba esperando un bebé, justo en esas circunstancias. Las miradas de asombro adornaban al elenco de Kaleido y al medio de ellos estaban dos figuras: Yuri y Leon. El francés le había estado pidiendo un bebé a Sora desde hace algún tiempo y por fin sus ruegos habían sido escuchados, pero él no podía disfrutar de ese momento, porque el hombre a su lado también podía ser el padre del hijo que esperaba la japonesa.

Kalos, quien ya estaba enterado de todo al igual que los demás, tenía que saber hasta dónde podía entrometerse y prosiguió a controlar a sus artistas.

—Vámonos—ordenó— Esto no nos corresponde.

Así, a pesar de los reclamos que hizo el elenco por quedarse y saber qué ocurriría al final, su jefe los puso en su lugar. Además tenía que ver cómo lo haría para reembolsar las entradas agotadas compradas para la función de esa noche.

—Disculpen—dijo el médico— No estaba enterado de que la señorita no les hubiera informado, pero no creo que se haya enterado, después de todo es muy pequeño aún, no tiene más de un mes. ¿Algo que quieran saber?

—Sí —habló Yuri— ¿Es posible entrar a verla?

—No por el momento —negó el especialista— Pero si gusta puede tomar asiento y esperar a que despierte, aunque no le aseguro que será en poco rato.

—No importa—dijo el ruso— Esperaré. Gracias.

Killian se fue a sentar pacientemente en los asientos dejando libre a Leon para hablar lo que quisiera con el médico, que era importante.

—Quisiera saber, doctor, si es posible hacer una prueba de paternidad—consultó el francés— Lo antes posible, ¿se puede hacer algo?

—Le explicaré —dijo el profesional— Como dije, todavía es muy pequeño, por lo que no se podría aún determinar. Pero vuelva cuando tenga de 10 a 12 semanas y podemos hacer una biopsia corial. Siempre y cuando se tenga el consentimiento de la madre.

—Por supuesto, muchas gracias.

No hace mucho Leon y Sora habían tenido relaciones, pero también las había tenido con Yuri. Para mayores problemas, tendría que encarar a Sora para descubrir si era el padre del bebé, cosa que no estaba seguro cómo hacer. Sentía rabia, pena, pero más que nada sentía decepción. Él la había visto crecer como artista y como persona, la había visto tan frágil que con tocarla se podía quebrar y luego tan fuerte como un titán. La persona más parecida a Sophie que había podido apreciar, la única, que al igual que su hermana se había rendido ante Yuri. Ahora se preguntaba a sí mismo si podría hacer la vista gorda y hablar únicamente de asuntos relacionados con el bebé que esperaba, pero a la vez ¿cómo podría hacerlo?, si al mirarla a los ojos veía todo lo que habían pasado y cómo habían evolucionado juntos como artistas, pero también como personas, que era aún más importante. Le costaría.

Al notar a Killian sentado pacientemente para esperar a ver a Sora supo que por el momento debía marcharse, ahora les correspondía hablar a ellos, él debía descansar. Se retiró por la puerta silenciosamente quedando solo Yuri en la sala de estar, así debía ser.

Pasaron las horas y la noche amenazaba con caer, aún sin noticias, pero para el ruso el tiempo era casi imperceptible, porque lo estaba utilizando para procesar todo que era bastante: qué es lo que quiere, qué es lo mejor, qué se debe hacer, qué no y también tenía que tomar en cuenta los planes que haría Sora. Sin darse cuenta, lo llamaron a entrar.

—Señor Killian—lo interrumpió en sus pensamientos la enfermera— Puede usted pasar.

Cuando miró a su alrededor, advirtió que era la única persona presente además de los auxiliares de limpieza y el personal nocturno, miró el reloj y eran las 11:16 PM. Le sorprendió que lo dejaran entrar a pesar de la hora. Caminó por el pasillo a la habitación que le habían indicado y muy despacio abrió la puerta. Sora respiraba despacio mirando por la ventana al escenario que ésta le ofrecía, el escenario Kaleido cuyas luces estaban apagadas por la inminente suspensión del espectáculo. Se dio cuenta de que Yuri se sentaba a su lado y tomó su mano con tristeza. Se quedaron en silencio unos segundos.

—Espero un hijo—pronunció la joven.

—Lo sé—contestó Killian— el doctor nos lo dijo, todos saben… de todo.

—Me lo esperaba—dijo Sora— tenías razón, al final todo cayó y fui yo quien lo provocó.

—Ya no tiene caso que te eches la culpa—intentó calmarla el ruso— Sólo podemos seguir. Yo… seguiré contigo hasta el final.

—Pero… tienes a Layla—reprochó la joven.

—Parece ser que todavía no lo entiendes —habló con convicción Yuri— A Layla renuncié desde el momento en que te amé. Y quiero que sepas que independiente de quién sea el padre del bebé yo no me moveré de tu lado, pero no como cualquier persona, quiero que seas mi pareja.

Seguir en las circunstancias en las que se encontraban sonaba difícil y en verdad lo era, pero también era lo único que podían hacer, además contaba con el apoyo incondicional de Yuri. Ya Sora había intentado saltarse y eludir la situación, pero resultó ser aún peor para todos y no sólo para ella. Pronto la calidez de la mano de Yuri ya no fue suficiente para sentirse completamente segura y quiso una mayor cercanía.

—Yuri—llamó la japonesa— Por favor, acuéstate a mi lado.

La propuesta de su ángel lo enterneció y se acomodó tal cual ella lo había pedido. Una vez acomodado, Naegino buscó abrigarse en su pecho y lo abrazó contactándose con su aroma, lo echaba de menos. Sólo cuando Sora puso las manos alrededor de su espalda, el ruso pudo darse cuenta de que era su abrazo lo que justamente necesitaba, para no sentirse solos en el mundo. En un momento estaban separados por ellos mismos, por no atreverse a cruzar el río y al otro momento se preguntaban por qué no lo habían hecho antes, qué era lo que los había detenido y se dieron cuenta de que todo era tan sencillo. Bastaba con que uno diera el primer paso, la primera palabra.

—Te amo—salió de los labios de Sora mirando al joven— ya no me da miedo decirlo, no temo más.

Había esperado el joven que dijera esas palabras desde que hablaron esa mañana después de su primer encuentro amoroso y ahora que por fin las escuchaba se sentía más completo. Con suma delicadeza condujo su mano izquierda al mentón de la joven en sus brazos y levantándolo levemente besó sus labios como si estuviera besando cristal.

La japonesa le correspondía con un sentimiento de igual intensidad, sólo que ahora no se sentía prohibido ni malo como fue antes de que la verdad saliera a la luz, al final las cosas terminaban sabiéndose porque más tiempo ocultas terminan por matar. El estar conectada así con Yuri se sentía increíble, superaba diez mil veces a la escena de Ares y Afrodita, porque esto era real y no era pasión lo que los unía, era un profundo amor que había estado enjaulado, pero que ahora era libre.

Se quedaron así, como el ying y el yang abrazados durante toda la noche y cuando la enfermera abrió la puerta de la habitación para decirle a Yuri que había acabado el tiempo, no pudo sacarlo del lugar, era justamente lo que Sora necesitaba y después de todo la función de la enfermera es ocuparse de la mejor manera del paciente.

El otro que los observaba era Fool, quien sorprendido de donde habían llegado las cosas, hizo lo que mejor sabía hacer además de ser un pervertido y era sacar la suerte con sus cartas. 1, 2, 3 y las cartas eran esparcidas por el aire eligiendo al azar la maestra de todas ellas. Sus ojos se abrieron y el resultado se le fue revelado.

—Hm—pensó el bufón— El Sol. Toda la energía puede dedicarse ahora a seguir un camino creativo conjunto, en lugar de gastarse en luchas por el poder, celos y subterfugios. De la misma manera que el calor del sol produce una reacción química en el proceso de maduración de la fruta, algo nuevo y diferente madura en la naturaleza del hombre. Lo que no es justo es que ese niño modelo pueda dormir así con Sora y a mí jamás me haya dejado, la vida es cruel, pero al menos ahora se ve tranquila.

En menos de una semana dieron de alta a la accidentada estrella, pero le dieron un par de días de reposo antes de volver a la pista. Por mientras el escenario Kaleido se las había arreglado para presentar funciones provisionales improvisando una obra momentánea mientras se esperaba su completa recuperación. Sora recogía su ropa y Yuri la esperaba afuera de su habitación para salir de una vez del hospital que le había dado la noticia de que en unos meses sería madre. La verdad era que estaba nerviosa al salir del lugar.

—Debes prepararte—advirtió el ruso— Vi cámaras y periodistas por la ventana.

—No puede ser —se lamentó la joven mirando por el vidrio— Supongo que esto pasaría de todas formas.

—Vamos, si no nos interrogan hoy, lo harán mañana.

—Tienes razón —asintió la japonesa— En marcha.

De la mano y sin miedo a los hombres de la prensa atravesaron las puertas del hospital y tan pronto como pisaron tierra exterior las luces los llenaron y también las preguntas indecorosas que no tenían reparos en hacerse presentes para llevar la verdad a los medios masivos de comunicación.

—¡Sora, por aquí!-llamaba una periodista— ¿En qué estabas pensando cuando saltaste frente a ese automóvil?

—Yo no sa-

—No los escuches, Sora —la detuvo Yuri— Tú solo sigue caminando, yo haré lo mismo, o si no, jamás se irán.

—Señor Killian —decía otro— ¿es verdad que está dispuesto a pagar para que la señorita Naegino se haga un aborto?

Ése fue un comentario peor y costó mucho ignorarlo, porque Sora notó la mano empuñada de Yuri y la inmovilidad de sus ojos, dispuestos a atacar, pero lo tomó de la mano y lograron escapar del grupo de periodistas. Subiéndose al auto del rubio lograron a duras penas salir despacio y no atropellar a nadie y pudieron respirar aliviados una vez que se encontraron lejos.

—Te dejaré en casa ahora—dijo el joven— Ahí podrás estar más tranquila, ¿necesitas que te ayude con algo?

—Está bien, gracias —habló la japonesa— Además creo que tienes algo que hacer.

Y tenía razón, ahora que Yuri estaba dispuesto iniciar una relación con ella sólo quedaba un cabo suelto: Layla, quien se había mantenido aparte de la situación porque era su costumbre hacerlo, pero ya no más, había un niño de por medio.

Entonces se sonrió el joven sabiendo que la mujer que se encontraba a su lado en verdad sabía cómo se sentía y era capaz de conocerlo hasta el punto de conocer sus próximos pasos. Se detuvieron frente al departamento de Sora y ella se dispuso a bajar, no sin antes despedirse como corresponde. Yuri la acercó hacia sí y hundió su rostro en su cuello.

—Me haces cosquillas —sonrió la estrella.

—No es verdad —jugó el ruso acariciando su piel con su nariz.

—Sí que es cierto —rió Sora acariciando su pelo— me haces cosquillas.

—Ven acá —solicitó Yuri amorosamente con unos ojos que hacían derretir.

En un abrazo romántico se besaron ambas estrellas, era calmo el sentimiento de finalmente poder besar una boca que no estaba prohibida, que ahora era sólo tuya y su corazón también. Sonriente llegó Sora a su departamento a descansar un poco y el ruso puso el motor en marcha nuevamente a cerrar un capítulo en su vida, quizás el cierre más grande que haría.

Determinado a lograr su objetivo marcó el número de Layla en su celular que lo conduciría a su destino, no pasó mucho tiempo hasta que fue contestado.

¿Sí?habló la voz de Layla

—Hola —saludó el joven sin mucho cuidado- Pasaré a tu casa ahora a aclarar ciertos asuntos si no tienes otros planes.

—No quiero recibirte—dijo cortante la blonda.

—Basta —la detuvo Yuri— No es posible seguir alargando esto, tarde o temprano tendremos que conversarlo. No te quitaré mucho tiempo.

Que sea rápido cortó Hamilton.

Así como se le dijo por el celular, rápidamente estacionó el auto en la mansión de Layla. Veía que la seguridad se había reforzado, seguramente por los molestos periodistas de los cuales no se podía estar libre, sin duda los sabía manejar. Ya enfrente de la puerta tocó el sinfónico timbre y lo recibió la casera del hogar, esta vez sin tratarlo con el cariño y encanto con el que siempre lo recibía y con una simple seña de manos le indicó que se dirigiera a una de las muchas salas de estar del inmueble.

—Gracias —no olvidó de agradecer el joven pasando al lugar indicado.

Ahí, sentada en un sofá de tapiz italiano se encontraba bebiendo un café la millonaria artista. Se notaba que estaba inquieta, aunque no lo demostraba por fuera en el fondo bebía por dentro toda su inquietud. Se sentó frente a ella, pero no muy cerca.

—Has venido a terminar esto —dijo la rubia— No necesito preguntártelo para saber, pero a pesar de que el haber venido haya sido iniciativa tuya hablaré yo primero.

—Hazlo, tómate tu tiempo.

—No te preguntaré por qué hiciste lo que hiciste —aclaró la millonaria— Iré directo al asunto. Debiste hacer esto hace mucho tiempo y no hacerme perder el tiempo esperando a que…termináramos por juntarnos nuevamente. Debo decirte que fue bastante agradable recibir a los periodistas en mi puerta para hacerme saber que mi pareja me había estado siendo infiel y que además se le atribuía una paternidad.

—Si intentas lastimar siendo irónica permíteme decir que no te sienta —la interrumpió el ruso— Nunca fue tu estilo. Si vas a hablarme de lo que te molestó y de lo que me quieras decir, prefiero que me hable Layla Hamilton.

—Pues a Layla Hamilton le dan unas súbitas ganas de ser irónica —reprochó la ex Kaleido Star comenzando a enojarse— Y por último, éste es mi hogar, pero con gusto continúo. Lo que haya pasado entre tú y Sora ya no me interesa, antes podía interesarme, pero ya no, ni tampoco lo que hagan de ahora en adelante. Ni siquiera les guardo rencor, porque ya no pueden importarme.

—¿Qué es lo que te importa, entonces?

—Sólo quiero que me mantengas alejado de tus escándalos —demandó la joven— Si te preguntan algo relacionado conmigo no sabes, no existo o todo está bien y esto es de ahora en adelante para siempre. Creo que entenderás lo que quiero decir con esto.

—Que este es el adiós definitivo.

—Entendiste bien —dijo profesionalmente Layla— Queda arreglado, por favor ahora retírate.

—Momento —la detuvo Yuri— Yo también tengo algo que decir y no te preocupes, seré breve. No te daré explicaciones de lo que hice porque en realidad no hay explicación. Sólo pensando en todo lo que vivimos que fue bastante quería darte las gracias y también mis disculpas por lo que has tenido que pasar. Te deseo lo mejor. Adiós Layla.

Había sido más rápido de lo que había pensado, una herida limpia. Layla no le dijo nada más después de que le contara aquello que tenía guardado en el pecho y que era necesario soltar antes de poder rehacer su vida como correspondía. Atravesó las puertas anchas de la mansión y pisó la escalera de mármol de exterior que lo conduciría nuevamente a su vehículo, la última vez que haría ese recorrido. Cuando cruzó el portón y las rejas que lo separaban de la carretera se sintió como alguien que había llevado a cuestas una carga muy pesada desde hace mucho tiempo y que por fin podía sentir nuevamente su espalda para caminar desde ese momento en adelante derecho como una flecha, en una sola línea.

….

CONTINUARÁ…