Hacía días que no dormía bien, en realidad, no recordaba ni una sola noche que hubiera sido capaz de dormir de un tirón en aquella cama. Hasta el momento, Lisa nunca se había enterado de sus noches en vela, de sus horas con los ojos abiertos mirando al techo, o lo que era peor todavía, las horas que había pasado sintiéndose culpable por haber dejado morir a su hermano.

Castiel le había dicho que era su culpa, que Sam había tomado su decisión y que no debía martirizarse por ello. Bobby, comportándose como el padre que siempre había sido con los dos hermanos, le aconsejó que cumpliera el deseo de su hermano y comenzara a llevar una vida normal y tranquila, que fuera con la familia que siempre le había estado esperando. Pero por mucho que el Apocalipsis había terminado, por mucho que llevar una vida sin demonios, sin fin del mundo… sin nada.

Porque al fin y al cabo, en eso se había transformado su mundo, en una gran mancha negra que iba creciendo día a día en su corazón, por haber perdido a la persona más importante de su vida.

Aquella noche se sentía raro, distinto sin saber porque, como si estuviera esperando que ocurriera algo. No era la primera vez que le pasaba algo así, pero las otras veces, en las que su esperanza por volver aparecer de alguna forma a Sam, su ilusión había desaparecido, al darse cuenta que no se trataba más que de eso, de una tremenda e inútil ilusión.

Pero en aquella ocasión había algo distinto, tal vez los nervios que nunca sentía y que ahora se agolpaban en su estómago o la sensación de que aquella cotidianeidad que empezaba a odiar, estuviera a punto de terminar. No lo sabía, pero deseaba que por una vez, su instinto hubiera regresado y realmente tuviera razón.

Estaba despierto, como siempre, los ojos fijos en el techo, la respiración todo lo tranquilo que pudo para no sobresaltar a Lisa y el corazón latiendo tan rápido que sentía que se le iba a salir del pecho.

Cerró los ojos, tenía sueño, no sabía cuantas noches llevaba sin poder dormir, por lo que el agotamiento estaba ganando la batalla. Volvió a abrir los ojos, si pasaba algo a su alrededor, quería estar completamente consciente.

Entonces lo vio, delante de él, a los pies de la cama, como una sombra, silenciosa como si en realidad no existiera.

"¿Cass?" Dean no quería levantar al voz, pero no le fue nada fácil después de ver a un amigo que hacía demasiados meses que no había visto. "¿Qué estás haciendo aquí? Pensaba que ahora eras el sheriff allí arriba."

Castiel se mantuvo en silencio y como la misma sombra que era, se deslizó hacia la puerta, sin apartar los ojos de Dean. El antiguo cazador lo miró y luego se volvió hacia Lisa. Tuvo que moverse lentamente para no molestar a la mujer que dormía placidamente a su lado.

Le acarició lentamente la mejilla, apartando unos mechones de cabello de su rostro. Sonrió apesadumbrado, con todo lo que ella había hecho por él, acogiéndolo en su casa, tratándolo como si fuera el padre de Ben, amándolo todos los días y él no era capaz de devolverle el mismo comportamiento.

Se levantó por fin y descalzo para no hacer ningún ruido, salió del cuarto, siguiendo la sombra de Castiel.

"¿Qué es lo que estás haciendo aquí?" Preguntó Dean nada más cerrar la puerta del cuarto de estar tras él. "No es que no me alegre de verte, pero algo me dice que no se trata de una visita de cortesía."

"Es Sam." Dijo el ángel sin ningún tipo de rodeos, como siempre hacía. Tanto tiempo conviviendo con los humanos y no había aprendido la más mínima delicadeza de ellos.

Dean se había quedado sin palabras, había esperado cualquier cosa, un nuevo demonio que intentara conquistar el mundo o que un grupo de vampiros le estuviera acechando, pero estaba más allá de todos sus pensamientos.

"¿Qué tiene que ver Sam en todo esto?" Dean tuvo que esforzarse por pronunciar el nombre de su hermano, pues hacía demasiado tiempo que lo se atrevía a pronunciarlo en voz alta.

"He oído rumores, nada seguro, pero sabía que tenía que hablar contigo primero."

"¿Qué tipo de rumores? Vamos Cass, nos conocemos hace demasiado tiempo, hemos peleado contra Michael Lucifer, ahórrate conmigo las delicadezas, aunque sea por no hacerme daño."

"Dicen que Sam Winchester ha vuelto."

Dean sintió que las piernas estaban a punto de fallarle. ¿Cómo podía Cass jugar con él de esa manera tan terrible? Por mucho que se tratara de un rumor, precisamente se quedaría en eso, un simple rumor. Tal y como estaban las cosas arriba, seguramente querían meter miedo y lo siguiente que usarían, sería decir que Lucifer había vuelto a escapar.

"No te creerás algo así ¿verdad?" Dean trató de sonreír y como había hecho siempre intentó usar el sarcasmo para salvaguardar su corazón roto en mil pedazos y que estaba seguro, jamás volvería a recomponerse. "Pero si se trata de un chiste del Eden…"

"Dean, si es un rumor, pero lo han dicho demasiados ángeles, algunos de ellos muy buenos amigos míos. Me fío de ellos y no creo que…"

"Cass por favor, ¿sabes que no hay forma de salir de allí abajo? Tu mismo me lo dijiste, tu mismo me obligaste a creerme que Sam jamás volvería porque se había sacrificado por toda la humanidad. ¿vas a decirme ahora que es mentira? ¿Qué Sam puede volver? Por favor Cass, pensaba que eras mi amigo."

"Lo soy Dean, soy tu amigo y por eso he tardado tanto en venir a contarte esto." Dean se quedó paralizado, ¿Cuánto tiempo hacía que Castiel había escuchado aquel rumor? "Pero he estado investigando, intentando saber si había alguna forma de regresar de allí."

El silencio se apoderó de la habitación. Castiel no estaba muy seguro de lo que estaba a punto de revelarle a Dean, pues tampoco él mismo sabía si se trataba de algo completamente cierto o una simple leyenda urbana. No quería darle falsas esperanzas a su amigo, al menos no después de lo mal que lo había pasado tras perder a su hermano, pero ahora tenía dudas, había escuchado la misma historia en distintas ocasiones y se fiaba de algunas fuentes.

"No es más que una leyenda perdida en el tiempo, una historia que ni yo mismo había oído."

"¿Es posible regresar?"

"En la teoría si."

Dean tuvo que sentarse, como podía Castiel estar hablándole en serio, como podía no haberle dicho nada todavía. Enterró el rostro entre las manos y luchó por no derrumbarse.

"No he visto a nadie que lo haya hecho. Ni siquiera lo sabía cuando te saqué del infierno. Ya sabes que tuve que hacerlo yo mismo, arriesgando mi vida; si lo hubiera sabido…"

"¿Dónde está mi hermano?" Dean deseaba que Castiel dejara de ponerle excusas, no quería saber el porque habían pasado las cosas o como, tan sólo deseaba conocer el paradero de su hermano, pues si ya no estaba encerrado con Lucifer…

"Dean…" el cazador estaba reaccionando, justo como había imaginado el ángel, pero tampoco se lo podía reprochar.

"¿Dónde está mi hermano?"

Dean levantó la mirada, sus ojos se encontraron con los de Castiel y sin que el ángel tuviera que decirle nada, Dean ya conocía la respuesta. Tanto tiempo luchando juntos, les había convertido en grandes amigos y por muchos meses que habían pasado sin verse, esa unión seguía estando allí, en sus miradas que escondían al otro, que tantos sentimientos ocultaban y que al mismo tiempo, tanto deseaban decir.

"Lo he estado buscando. He llegado hasta lo más cerca que he podido de la cárcel que retiene a Lucifer y a Michael y además de ellos, tan sólo he podido sentir a Adam. Por eso estoy aquí Dean, porque no se donde está tu hermano."

Dean se levantó de golpe y fue hasta la ventana, con la esperanza de que al asomarse, Sam estuviera allí, esperándole, llamándole, como si el tiempo separados no hubiera exisitido. Pero a aquellas horas de la noche, la calle estaba completamente vacía.

"Háblame de ese ritual, esa forma de salir de la prisión, de la que tu no tenías ni la más remota idea."

Castiel recibió el golpe, pero no dijo nada al respecto, sabía muy bien que no era Dean el que estaba hablando, si no la ira que sentía hacia todo lo que le había pasado en su vida.

"No es algo que haya visto hacer nunca, siempre he creído que un ser humano no sería capaz de hacerlo."

"Cass por favor."

"Muy bien se trata de dejarlo todo atrás, la vida anterior, la familia, los amigos, todo desaparece, se regresa a la vida como una persona completamente nueva, vacía en realidad de recuerdos y sentimientos."

Dean se dio la vuelta de golpe, necesitaba estar seguro de lo que estaba escuchando. Miró a Castiel a los ojos, intentando buscar un atisbo de duda, que lo que estaba contando no era real, no era posible que su hermano estuviera otra vez en el mundo de los vivos como un alma en pena sin saber quien era y que había gente que le quería.

Pero la mirada de Castiel era sincera, demasiado incluso para lo que Dean necesitaba en ese momento.

"Lo siento, pero es algo tan complejo. Imagino que Michael tendrá algo que ver, porque no tengo constancia de ningún ser humano que haya sido capaz de hacer algo así desde el otro lado."

"A ver si lo entiendo. ¿Me estás diciendo que Sam está vagando por el mundo sin saber quien es? ¿Y tu no sabes nada?" Dean cogió su cazadora y salió de la casa, si al menos supiera donde iba.

"Dean espera, no puedes hacerlo."

El cazador se dio la vuelta, en ese momento hubiera podido pegarle una paliza a Castiel por decirle las cosas tan tarde, pero se quedó quieto, Castiel no tenía la culpa de nada al fin y al cabo, excepto de ser un buen amigo.

"¿Qué es lo que no me has contado?"

"Si te encuentras con Sam… él no sabe quien eres, no sabe que tiene un hermano, no sabe donde ha estado. Siempre y cuando esté vivo claro."

"¿Qué quieres decir con eso?"

"Qué Sam eligió olvidarse de todo para que tu fueras feliz."

Dean sintió que algo se clavaba en su estómago; ni siquiera había pensado en eso. Sam había elegido olvidar y así volver a la vida. Ahora no tenía hermano, no tenía familia, no sabía quien era su hermano, ni lo que estaba sufriendo por él.

Sin embargo, no podía dejarle, no podía abandonarle, no podía dejarlo tirado en un mundo que no conocía.

"¿Puedes encontrar a Sam?" Castiel tardó en contestar, no estaba seguro si hacerlo, pues sabía las consecuencias que aquel encuentro podía suponer para los dos hermanos, pero finalmente, mientras los ojos verdes de Dean se clavaban en los suyos, Castiel asintió.

- o -

La habitación no era muy acogedora, pero con el poco dinero con el que contaba, era lo mejor que había podido conseguir. La mujer de la recepción lo había mirado con mala cara por haber aparecido con aquellas pintas y aquellas horas, pero ni siquiera el sabía como lo había hecho o de donde había aparecido.

Tan sólo recordaba haber visto aquella casa, haber mirado por aquella ventana y de alguna manera, había sentido que conocía a aquellas personas que cenaban. No sabía por que y tampoco se lo preguntó durante mucho rato, pues tenía hambre y estaba cansado.

Se tumbó en la cama y cerró los ojos, había cenado una hamburguesa que podía haber estado mejor hecha y se había ido a dormir, pues todo lo que necesitaba era una buena noche de descanso.

Sin embargo, un ruido dentro de su misma habitación le despertó. Alguien más estaba con él, una mujer y un hombre que lo miraban sonriendo, al mismo tiempo que se acercaban a él.

"No me lo puedo creer, Sam Winchester. Así que los rumores eran ciertos. No sólo acabas con nuestro padre, si no que además consigues escapar." Dijo la mujer llegando hasta el lado de la cama del muchacho.

"No de lo que me están hablando, creo que se han equivocado de persona."

"Reconocería a la legua al asesino de mi padre." Dijo en ese caso el hombre acercándose por el otro lado. "Cuando les mostremos a todos tu cabeza, vamos a ser los amos del infierno."

"¿Infierno? Creo que habéis bebido más de la cuenta." El muchacho, al que ellos habían llamado Sam sonrió aterrado, pues aquello le daba muy mala espina.

La mujer lo cogió del cuello de la camisa y lo levantó en el aire.

"Creo que me lo voy a pasar muy bien contigo."

"¡Déjalo en paz!" El hombre y la mujer se dieron la vuelta hacia la nueva voz y sonrieron con maldad, al ver al nuevo mucho que no debía tener más de veinte años.

"¿Qué haces aquí? Pensaba que habías tenido bastante la última vez, pero no importará matarte otra vez. ¿Cuántas veces podrás volver a este mundo sin agotarte? Cada vez que lo haces estás más cerca de perecer para siempre. ¿Por qué lo haces de todas formas?"

"No es de tu incumbencia." Miró al otro muchacho, que pese a su gran tamaño, observaba todo asustado. "Suéltale."

"¿O si no qué?" La mujer levantó la mano e hizo que el recién llegado saliera despedido contra la pared. "Siempre serás un maldito aprendiz de fantasma. Ni siquiera sabes ser un ser humano, porque nunca estarás ni vivo ni muerto."