I belong to you
Capítulo uno
Algo inesperado

Las farolas de todas las calles estaban encendidas y un bonito río se extendía hasta donde no alcanzaba la vista. La romántica ciudad de París le prometía a Juudai muchos secretos, aunque él no tuviese tiempo para pensar en ellos, sumido en la depresión en la que estaba. Juudai Yuuki solía ser un chico agradable y con una personalidad infantil que invitaba a todos a acercarse a él, porque nunca los despreciaría. Sus ojos, de un sorprendente marrón, parecido al café cargado que su madre solía tomar en las mañanas, casi siempre traslucían felicidad. Y todos sus amigos podían imaginarlo divirtiéndose como loco en Francia, un país que no conocía, que prometía miles de aventuras; si ellos lo hubiesen visto como estaba en esos momentos, con el flequillo castaño cubriéndole los ojos y vagando sin rumbo, sin duda habrían afirmado que ése no era su amigo. Pero es que ellos no sabían todo lo que Juudai había pasado para llegar allí.

Dejó que su mente vagara hasta el momento exacto en el cual sus penurias comenzaron. A pesar de que se había estado repitiendo una y otra vez que no valía la pena. Incluso el recuerdo le parecía de una vida lejana, quería que fuese así, porque él planeaba empezar de nuevo todo. Una mancha en su corazón simplemente arruinaría esos planes, pero ahí estaba y no quería borrarse. Una mancha dorada y azul, cuyo nombre era Asuka.

Él la conocía desde que eran pequeños, habían crecido juntos e incluso había un sinfín de fotos desde su kinder-garden hasta su graduación en la preparatoria y unas pocas más de sus primeros semestres en la Universidad. Pensaron que siempre estarían juntos y que se complementaban bien. Los primeros años de relación fueron divertidos, al ser tan diferentes, siempre solían chocar en opiniones, pero lo arreglaban con una sonrisa. No obstante, conforme los años comenzaron a transcurrir, los problemas y diferencias de pensamiento empezaron a ser más difíciles de resolver, a pesar de que seguían estando juntos y sus madres ya hablaban de boda.

Asuka alegaba que Juudai era demasiado irresponsable, a pesar de que estando más chicos eso le había fascinado. También decía que éste le prestaba tan poca atención que pensaba podía estar engañándola, aunque ambos sabían que eso era lo que menos se podría esperar de alguien tan fiel a sus amigos, familia y por supuesto, novia. Simplemente ya no se aguantaban, o al menos, él no la aguantaba a ella, a pesar de que seguía queriéndola como nunca. Asuka también lo quería, también se preocupaba por él. Pero sus diferentes personalidades no se complementaban de manera que pudieran superarlo, ambos tenían un sentido diferente del amor.

Esa había sido su discusión hacía ya varias horas, mientras ambos 'disfrutaban' de una tarde de películas en la casa de la mujer. Ella se había repantigado cómodamente sobre las piernas de su novio y todo parecía ir en calma, hasta que la película se tornó romántica, provocando un suspiro en ambos, aunque con diferentes connotaciones, el de Juudai fue resignado, mientras que el de Asuka, anhelante. Al muchacho no le pegaba demasiado eso de las cursilerias y jurarse amor eterno, por eso nunca le había expresado a Asuka sus sentimientos de la manera en que a ella le hubiese gustado y parecía que la rubia lo había recordado en esos momentos.

—Juudai —murmuró, sin despegar la vista de la pantalla, con un tono que no le auguraba nada bueno—, ¿verdad que no irás a París, a perderte con alguna francesa?

—Te dije que no iría —respondió éste, torciendo el gesto, aunque quería parecer más animado—. No tengo ninguna razón para ir a París.

—Pero, ¿si te irías con la francesa? —y ahí estaba su ceño arrugado, ese que tanto le molestaba. A veces se descontrolaba tanto que la desconocía. Casi como a un niño que se le explica un tema muy delicado, musitó—:

—Si no voy a Francia, ¿por qué debería irme con una, Asuka?

Aquello enervó los nervios de la mujer, a tal punto que dio un salto del sillón y la melosa declaración de amor de la pareja de la televisión quedó sofocada por sus gritos.

—¡No me hables como si fuera una tonta, Yuuki Juudai! ¡Suelo pensar que estás conmigo porque no tienes nada más que hacer!

Él no se iba a poner a discutir con una mujer, aunque sí afirmó, con una mueca amarga:

—Nah, sí tengo cosas que hacer. Y mejores que ésta, pero prefiero pasar un tiempo que tú no aprecias, oyendo tus quejas.

Asuka se quedó momentáneamente sin habla y luego, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero Juudai no estaba dispuesto a seguir con aquella maldita relación. No iba a volver a ceder a su llanto y tristeza, no podía ser tan blando... aunque la visión de sus ambarinos ojos bañados en saladas lágrimas le removían el alma. Sus manos temblorosas se acercaron hacia ella y dudaron ahí unos minutos, antes de cerrarlas en fuertes puños para después marcharse de ahí.

Lo siguiente que supo fue que conducía a toda velocidad hasta su apartamento, empacaba a trompicones toda la ropa que tenía, los libros del semestre, las fotos de sus amigos y le dejaba una nota a su madre. 'Me voy. He decidido tomar la beca en el extranjero. Discúlpame, mamá, pero no puedo seguir más con esto.' Acto seguido, tomaba un taxi al aeropuerto y hacía válidos sus boletos a París, cortesía de su Universidad, para estudiar arquitectura en un intercambio.

Estaba furioso mientras esperaba a la salida del avión y mientras subía a éste, aunque su enojo se quedó un poco atrás nada más despegó, pues su sentimiento fue reemplazado por el miedo y el arrepentimiento. Había sido tan impulsivo como siempre y ahora estaría en un lugar prácticamente desconocido, conviviendo con nuevas personas, muy lejos de Asuka. Se arrepentía de su inmadurez, de su cobardía, de su rabieta, pero no podía darle vuelta al avión para regresar y aún si lo hacía, ¿qué iba a decirles a todos? Lo mejor era seguir con lo planeado, quizá un tiempo separados les haría mejor. Quizá Asuka recapacitaría su penosa actitud...

Y allí estaba, a media hora de haber llegado a París, con el anochecer ciñiéndose sobre él, sin saber a dónde ir ni dónde estaba exactamente. El semestre no empezaría hasta dentro de otras dos semanas, así que no podía pedir el alojamiento gratis que ofrecía el intercambio para tener un lugar dónde quedarse y con lo poco de francés que hablaba no sabía si podría llegar a un lugar decente. Tampoco llevaba demasiado dinero. Volvió a maldecir su berrinche.

Arrastrando su pequeña maleta de color rojo y temiendo por la hora, dado que las calles parecían casi desérticas, siguió avanzó unas cuantas cuadras, hasta que el río se perdió de vista, llegando a un conjunto de casas de aspecto lujoso, con automóviles deportivos fuera de las fachadas y de luces apagadas. Fuera, se apiñaban un montón de jóvenes que sin duda iban a disfrutar de la vida nocturna en grupitos de varios. También había otros que estaban solos (quizá esperaban a alguien) y algunas cuantas prostitutas. Él decidió no acercárseles demasiado.

Miró alrededor pero nadie pareció darse cuenta de su presencia, unas bonitas francesas pasaron por su lado charlando rápidamente mientras se reían como tontas, por lo cual no le dio tiempo ni de preguntar dónde estaba el hotel más cercano. Aunque seguro que no estaba muy a su alcance, dado que seguía en una zona residencial, ¿y ahora qué? ¿Debería dormir a la intemperie, como un vago, escondido en un parque? La idea lo desanimó, pero no contemplaba otra opción. Echó a andar con prudencia y abatimiento hacia la parte más alejada de la zona, porque si era una zona de ricos, entonces habría un parque decente en el cual dormir.

Conforme caminaba, se dio cuenta que había más y más hombres y mujeres fuera de las casas. Quizá eran los ¿cuidadores? Y si así era, ¿sabrían dónde podía alojarse? Decidió preguntarle a alguien, aunque a todos los que miró los descartó inmediatamente, al verse demasiado sofisticados, demasiado malos... iba a darse nuevamente por vencido, cuando un muchacho le llamó la atención, estaba recargado en un bonito deportivo de color rojo brillante, frente a una casa que aún tenía las luces encendidas. Su mirada, de un impresionante verde, le transmitía confianza y además, parecía tener su edad o a lo máximo unos veinticuatro. Su cabello era azul, era bastante más alto que él y ciertamente, musculoso. Traía ropa de color oscuro, un tono extraño de azul, ceñida, pero no tanto como para considerarse fea y parecía esperar algo pacientemente.

Juudai se acercó a él con una sonrisa, tratando de transmitirle el sentimiento de confianza que éste le inspiraba. Cuando el muchacho se dio cuenta de esto, también le sonrió y cambió el peso de una pierna a otra, mientras se cruzaba de brazos, como si evaluara la situación. Parecía conforme, aunque Juudai no sabía con qué exactamente.

—Bonjour —saludó, de manera muy rudimentaria, su interlocutor amplió su sonrisa, mostrando unos dientes blancos y perfectos, pero no respondió—. ¿Est-ce que tu parles espagnol, anglais, allemand, italien? Bueno, soy Yuuki Juudai y...

—¿Japonés? Se nota —luego vaciló, antes de agregar—: ¿Qué necesitas?

—¡Ah! ¡Qué bueno que hablas japonés! No sé qué hubiera hecho si no... no sabría ni cómo explicarte lo que necesito —suspiró aliviado el castaño, pasándose una mano por entre los cabellos.

—Igual no sería necesario —murmuró, más para sí mismo—. Casi siempre es lo mismo.

—Hmmm —dudó el de ojos color chocolate—, ¿sabes dónde hay un hotel...?

—¡Ajá! Vas directo al punto —se rió él, con un tono que hizo que se pusiera nervioso—. Bueno, hay varios, pero depende de tu economía.

—En realidad no tengo mucho dinero —admitió—, algo más o menos económico, preferiblemente sin bichejos, nunca me han gustado las cucarachas.

—A sus órdenes, señor —ironizó el europeo, poniéndose en marcha. Juudai miró con buenos ojos que éste le ayudara sin conocerlo, aunque le confundió el hecho de que todos se les quedaran viendo al pasar. Quizá estaba mal ayudar a los extranjeros perdidos.

—No me has dicho tu nombre —recordó Yuuki, mientras lo seguía por lo que parecía un callejón de casas normales, hasta llegar a un hotel pasable, bonito, cómodo.

—Johan —dijo, abriendo la puerta del lugar y dejándolo pasar primero—. ¿Comment ça va, André? —el hombre de la recepción le dirigió una mirada curiosa y divertida, al mirar como Juudai se detenía a su lado, observando la decoración y demás—. Mi amigo japonés necesita una habitación.

—¿Una noche de suerte, Johan? —dedujo, mientras descolgaba una llave y se la entregaba. Juudai también agradeció mentalmente a Johan por conseguirle un hotel donde al menos hablaban algo de japonés e inglés, ya que el francés le costaría mucho más trabajo.

—Se podría decir —el enigmático comentario se perdió en el aire y con un gesto de la mano, ambos se despidieron. Juudai no dijo ni pío mientras se deslizaban por entre los pasillos forrados con una alfombra roja, aunque se le hacía demasiado raro que Johan lo acompañara hasta su habitación. No era necesario. Probablemente debía pensar que era corto de luces como para no poder encontrar su estancia o quizá sólo era muy buena persona.

Cuando Johan abrió la puerta de la habitación y entró, Juudai se puso en tensión, ¿y si era un ladrón? ¡Ah, joder! ¡Y ahora estaba en su habitación! ¿Cómo despedirlo de manera educada? Necesitaba dormir urgentemente...

—Esto, Johan... gracias —empezó a decir, con un tono que claramente le indicaba que ya no necesitaba más de él. Sin embargo, fue interrumpido y su maleta cayó al suelo con un estruendoso ruido cuando Johan levantó su rostro con la mano, mirándolo directamente a los ojos, mientras su otra mano se deslizaba hasta su cintura.

—¿Y, entonces, qué es lo que vas a querer exactamente? Dependiendo de eso, te diré cuánto me pagarás —susurró en su oído, logrando que cualquier tensión se fuera, aunque en realidad, estaba demasiado confundido.

¿Pagar? ¿Pagar por qué? ¿Y por qué Johan lo sujetaba de esa manera tan extraña?

¿Dónde demonios se había ido a meter?

Fin del capítulo.


Notas de la Autora: Mi segundo longfic spiritshipping ;-;! Y ya lo tengo todo planeado~ pero creo que va a ser más largo, dado que estos dos apenas se conocen, eh? Y qué creen que pase en el siguiente capítulo? Juudai dejará que Johan... lo haga sentir mejor? hahaha x'DDD. Sobre Asuka y el fuera de carácter, realmente NO siento que esté fuera de carácter, sólo hay que ver cómo se comportó cuando Rei guiñó un ojo a Juudai en un capítulo y su enojo cuando el duelo de parejas en el turno 162, estaba tan enojada y le decía tantas cosas, de verdad no puedo con ellos juntos, así los veo yo si se quedaran juntos, peleándose, no son afines -w-. Pero dejando de lado mi obsesión anti-fianceshipping x'DDD, se van a aclarar muchas cosas en los próximos capítulos, por si ahora tienen dudas. Como es obvio, esto es un universo alterno, ¿por qué? Porque, además del final de Imperfection, no me puedo imaginar otro para la serie normal, así que creo estaré escribiendo longfics de universos alternos. Eso sí, trataré de respetar la personalidad y demás, habrá algunos personajes que saldrán después~

Si tienen alguna crítica, sugerencia o comentario sobre cómo estoy manejando esto o algo que quisieran que sucediera (por ejemplo lemon), no duden en decirlo en un review, siempre me complace leerlos y ver qué tal me está yendo en la historia, si debo mejorar o continuar así, etcétera.

Para quien quiera leer más de esta hermosa pareja º-º, pues ya actualicé La maldición del amor, Melodías del Corazón, Our songs y Más que palabras.

Como siempre, el nuevo capítulo de éste fanfic estará el próximo lunes, si Dios quiere, así que nos vemos hasta ese día~

Gracias por leer estas locuras y comentarlas si tienen un poco de tiempo. Espero con ansias las opiniones :3.

Ja ne!