Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD

Claim: Charlie, menciones Charlie/Renée.

Advertencias: Neh, rilly.

Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.


Sunk And Lost

(21# Miedo)


Charlie.

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Déjame ir, Charlie. No ha funcionado, ¿vale? De veras, ¡odio Forks con toda mi alma!

Había sido lo último que Renée le había dicho antes de dejarlo allí, frente a la puerta, viéndola irse con la pequeña Isabella en brazos, con su vida en brazos. Había sido lo último que le había dicho y podía recordarlo con demasiada exactitud, todas las noches, cada vez que cerraba los ojos; veía la oscuridad, y podía oír aquella frase como si Renée estuviese allí mismo. Y cada vez que la oía, se sentía un poco peor, y la opresión en el pecho solía aumentar.

Él la había amado, con todo lo que pudo. Nunca había sido muy demostrativo en cuanto a su afecto, pero sí había sido original y le había sacado unas cuantas sonrisas y buenos momentos, pero al parecer, no había sido suficiente, y se lamentó por aquello. Porque de verdad hubiese querido darle lo que ella necesitaba, la adrenalina, la acción, la aventura, aquella chispa que Renée buscaba en lugar de permanecer encerrada en un pequeño pueblo donde no podía hacer nada, donde llovía siempre, donde no era ella.

Y cuando se fue, lo primero que sintió fue miedo, un tremendo miedo, porque estaba solo, y porque sabía que ella nunca jamás volvería. Tuvo miedo porque perdió junto con ella muchos años que fueron hermosos, y tuvo miedo porque también se llevó con ella a la pequeña Isabella. Se llevó muchas cosas, a decir verdad: se llevó las mañanas, las tardes y las noches; se llevó las sonrisas, las comidas que siempre salían mal y las risas; se llevó las fotografías y los buenos momentos. Y lo dejó solo, vacío y solo.

Pero no era su culpa, Renée era inocente allí, porque el único que había cometido un error había sido él al creer que podría retenerla, amarla y darle lo que pudiese, que con eso sería suficiente, sabiendo que Renée era definitivamente alguien que estaba fuera de su alcance. Se equivocó al creer que el amor allí sería mucho más que las hormonas adolescentes revoloteando, y se equivocó al creer que Renée no se asustaría al ver su vida pasar muy rápido frente a sus ojos. Se equivocó al pensar que Renée no notaría lo inexperto que era en aquellas cuestiones, en el amor en sí.

Y sintió mucho más miedo, tanto que a veces simplemente se quedaba viendo la puerta por tendidos minutos, sin un motivo aparente, sin pensar, sin nada, porque se dio cuenta de que sin ella él era poco y nada, que él estaba desorientado allí y que se había estancado sin una posible salida. Tuvo mucho miedo porque estaba solo, y tuvo miedo porque el dolor atacaba mucho más fuerte de lo que alguna vez hubiese imaginado.


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