El epílogo consta de cuatro drabbles como la vez anterior. Espero que les guste :)


EPÍLOGO

Tres años después

—No vayas a cometer una tontería, Zabini.

Te da gracia la advertencia de Theodore. Sonríes sardónicamente y espetas con acidez:

—No soy tan idiota.

—Permíteme ponerlo en duda—repone el otro tranquilamente. Bebe de la copa de whisky de Fuego sin despegar la vista de ti, como examinándote—. Te recuerdo que estás casado con Pansy.

Pones los ojos en blanco.

—Qué bueno que me hagas acordar; lo había olvidado.

—Tú y tu sarcasmo.

Theodore no dice nada más hasta que debe irse. Se detiene en el vestíbulo.

—Es en serio—te reitera, alzando las cejas—. Que no se te ocurra ir a la fiesta de compromiso de Lovegood ni nada parecido.

Esta vez es más directo con sus palabras. Bufas.

—Hace tres años que no la veo a Luna—Y añades, tratando de convencerte:—. Lo mío con ella terminó.

—Eres un muy mal mentiroso.

Acto seguido se marcha, dejándote solo en la mansión.

Suspiras en tanto vuelves al living, resignado. Theodore tiene razón. No la has olvidado.

Pansy se fue de viaje la semana anterior a visitar a sus padres y no tienes compañía ahora. Eso hace más difícil resistir la tentación de ir a la editorial de El Quisquilloso para espiar la fiesta que va a celebrarse, según te enteraste hace poco. Tu amigo te conoce demasiado como para haber adivinado tus intenciones.

Tomas un poco de Whisky, buscas tu chaqueta y dejas que tus pies te guíen a donde quieres ir.

El edificio es tal cual lo recordabas. Por suerte, la entrada no requiere de invitación y entras sin problemas. La fiesta está comenzada. La que antes era la oficina ahora estaba despojada de los escritorios; en su lugar hay mesas con distintas comidas.

Te preguntas qué haces ahí. No encuentras una respuesta.

Tus ojos vagan alrededor hasta que los ves.

Luna no cambió en nada. Usa un extravagante vestido fucsia y llama la atención no por ser el centro de la fiesta, sino por su vestimenta. Su cabello está recogido en un moño del mismo color.

Frente a ella está el Rolf, ese que no te parece más que un simple bobalicón. No te detienes a observarlo a él.

Probablemente advirtió tu mirada, o un sexto sentido le hizo darse cuenta de tu presencia. No puedes precisarlo, pero de pronto sus ojos –esos ojos color cielo– se posan en los tuyos.

Fue como si tu corazón dormido hubiera despertado bruscamente. Los latidos son tan fuertes que te da la impresión de que pueden escucharse hasta el otro lado de la habitación.

La joven se queda helada, pareciendo más sorprendida de lo normal, sin apartar la vista en ningún momento. El blandengue que la acompaña se percata de algo raro (más de lo acostumbrado) en ella y sigue el recorrido de su mirada para toparse contigo. Enrojece ligeramente, si bien no sabes si es por la rabia o si se siente intimidado.

Te aproximas, decidido, y sonríes con clara falsedad.

—Felicidades.—dices.

Rolf se retuerce las manos, nervioso.

—Gracias.—contesta, con no más honestidad que tú, y al parecer deseando que te vayas lo más pronto posible aunque sin atreverse a echarte.

Asientes con la cabeza y te diriges a la salida. No tienes más que hacer allí.

Una gélida ventisca te recibe afuera. Avanzas lentamente por la acera, cuando escuchas una voz femenina detrás de ti:

—¡Espera!

Te das vuelta. Luna está cruzando los brazos para protegerse del frío.

Y, extrañamente, te sonríe.


XXXVI.

Jamás llegaste a imaginar que lo primero que ella haría sería abrazarte, ni que le acariciarías la mejilla y te atreverías a besarla en medio de la calle…

… ni tampoco que acabarían en tu habitación.

Suspiras. Fuiste a esa fiesta de compromiso únicamente con el propósito de torturarte, quizás con la idea de que si la veías siendo de otro que no eras tú, podrías en definitiva terminar con todo.

Pero nunca terminará.

Deslizas tus manos por la parte baja de su espalda para atraerla hacia ti, apretujando sus cuerpos, que están cubiertos por una fina capa de sudor. Le haces el amor apasionadamente, como nunca se lo habías hecho a ninguna antes, mientras en un ataque de euforia le dices renovadas palabras de amor. Como si el tiempo no hubiera pasado.

No piensas en sus respectivos compromisos, ni que prácticamente te la has llevado de su propia fiesta.

De hecho, no piensas en nada.

Luna te rodea el cuello con los brazos, juega con tu pelo y reparte besos por debajo de tu clavícula. Nunca la sentiste tan mujer como ahora. Está completamente entregada a ti. Tanto como tú.

—Te… necesito…—le susurras, hundiéndote aún más en ella y obteniendo una serie de leves gemidos como respuesta. Te recuestas encima suyo, apartando algunos cabellos rubios de su rostro para luego sujetarlo entre tus manos. La besas otra vez, despacio.

—Blaise…

—Debes regresar—le interrumpes suavemente, casi sin apartar tu boca de la suya—. Estarán preguntándose dónde estás.

Luna no responde. No ves su expresión cuando se pone el vestido y comienza a arreglarse torpemente el peinado. Te paras para ayudarla y te enteras en la sábana, por lo que das un tropiezo que hace que ella se voltee a verte y suelte una pequeña risa.

Finalmente te pones de pie y le ayudas a ponerse el moño.

—No podemos volver.—murmuras, respondiendo a una pregunta no formulada. Apoyas la frente en su cabeza; Luna, de espaldas a ti, se encoge de hombros.

—El amor no es suficiente para mantener juntas a dos personas.

Se voltea y no resistes otro impulso de volver a besarla, de probar por última vez el dulce néctar de sus labios.

—Hace tres años—dices de pronto, con la urgente necesidad de hacer una confesión—, cuando te vi con el bland… con Rolf, busqué a Pansy y…

—Lo sé.

Luna se ve serena, pero tú estás asombrado.

—¿Cómo…?

—El olor de su perfume es muy fuerte y dulzón. Lo noté al llegar.

No sabes cómo tomar esta declaración.

—Pero no dijiste nada—replicas, alzando una ceja—. ¿Ibas a fingir que no te diste cuenta?

—No. Sé que fue porque te lastimó lo que hice.

La miras con pesar.

—Y ahora…—musitas, vacilante— nos tendremos que separar de nuevo.

—Aunque no podamos estar separados.

—Tampoco estar juntos.

Luna te abraza otra vez.

—Siguen siendo molestos.—comenta de golpe, distraída.

—¿Quiénes?

—Los Wrackspurts que siguen flotando a tu alrededor y me nublan la mente.

No pudiste reprimir una carcajada por lo inesperado de sus palabras. Por eso es que la amas.


XXXVII.

Ha pasado un tiempo desde la última vez que te viste con Luna. Muy a menudo piensas en ella, en qué pudo haber dicho cuando le preguntaron dónde estuvo cuando desapareció de la fiesta. En más de una ocasión te acomete el deseo de ir a buscarla, aunque estás determinado a no hacerlo.

Pansy volvió de su viaje y el volver a la rutina de siempre te relaja un poco.

Hasta que un día pasa algo que se sale de lo común.

Estás caminando hacia la cocina para buscar algo de comer, cuando te toma por sorpresa un imprevisto alboroto en la cocina. Oyes desde el otro lado de la puerta el sonido de un plato al romperse y entras rápidamente, oteando el lugar con sospecha.

—¡¿Qué fue eso?—exclamas, medio alterado.

Uno de los elfos domésticos se apresura a lanzarse al suelo al limpiar los fragmentos de la vajilla y otro te hace una asustada reverencia.

—No lo sabemos, señor. Una criatura…

No termina de hablar. La criatura a la que acaba de aludir está sobre la mesada, debajo de la ventana, y da un brinco para desaparecer por ahí.

Estás estático, sorprendido. No puede ser.

La cocina está en la planta baja, así que lo más probable es que lo que sea eso se haya refugiado en el jardín.

Corres por el pasillo y sales fuera, ignorando la pregunta que Pansy deja flotando en al aire cuando te ve pasar, desde el living.

Junto a la puerta, un arbusto está en movimiento. Te apresuras a lanzarte allí y, luego de hurgar un momento, agarras algo. Alzas el brazo y ves que, en efecto, estás sujetando a un bicho que te resulta muy familiar. Es un bicho que se asemeja a un gnomo, sólo que tiene un pelaje color pardo y un rostro arrugado, sin hocico. Una de las cosas más feas que has visto.

—¿Qué es eso?—suelta Pansy, que acaba de salir al jardín, señalando lo que sostienes en tu mano y haciendo un gesto de asco bastante similar al tuyo. El bicho se retuerce, intento liberarse. Tiene cuatro patas muy largas y, al parecer, ágiles.

—Un Blibbering Humdinger.—sentencias muy seguro, dejándola perpleja.

Lo más irónico es que, como es un ser desconocido, se ven obligados a llamar a unos biólogos capacitados para llevárselo. A Rolf Scamander… y a Luna.

Los susodichos hacen acto de presencia poco después de que Pansy los llamó. Ella se ve dudosa cuando escucha el toque de la puerta.

—¿Vas a quedarte…?

—¿Por qué debería irme?—retrucas, testarudo.

Les abre la puerta. Rolf es el primero en pasar, sin embargo sólo saluda a Pansy y no te ve a la cara. Por otro lado, Luna te saluda alegremente con la mano como si nada, para sorpresa de tu esposa.

—¿Dónde está?—pregunta el blandengue con aire experto.

—Allí.—Aunque no te habló a ti, le señalas la jaula en la que lograron encerrar al bicho y la dejaron detrás del sofá.

—Es un…—El hombre lo contempla boquiabierto.

—¡Un blibber maravilloso!—finaliza Luna. Parece como si le hablara en él, pero su mirada se dirige hacia ti cuando sonríe esplendorosamente— Sabía que existía.

Claro que sí. Y tú también lo sabías.


XXXVIII.

La repercusión que tuvo el descubrimiento de una criatura que se creía inexistente salió en El Quisquilloso y también en otras revistas de Biología Mágica de gran importancia. Fue algo totalmente trascendental.

Lo único que te emociona es haber visto la expresión de Luna cuando pudo verificar que, en efecto, el blibber que le pareció descubrir en tu mansión un par de años atrás no fue un desvarío suyo.

Suspiras profundamente. Cómo la añoras.

Pansy duerme a tu lado. Le das un toque en el hombro para ver si está despierta. No abre los ojos, pero masculla:

—¿Qué pasa?

Le acaricias el cabello, un gesto que la toma desprevenida. Entreabre los ojos, medio adormilada.

—Nunca he podido dejar de pensar en ella.—confiesas, haciendo una mueca de dolor.

—No puedo hacer nada contra eso—Pansy sostiene tu mano contra su cabeza y resopla—.No espero que la olvides.¿O acaso crees que yo olvidé tan fácil…? O, mejor dicho, ¿quién dice que lo olvidé del todo?

Hace la declaración con aparente frialdad, y se acomoda en tu hombro. No puedes verla bien por la creciente oscuridad de la noche.

—Si me quieres un poco, es suficiente. No pretendo más.

No encuentras cómo expresar todos los pensamientos confusos que te acometen. Te resignas a guardar silencio, consternado con su serena reacción. Definitivamente nunca se termina de conocer a las personas, y detrás de Pansy hay muchísimo más de lo que muestra. Te quedará el resto de tu vida para descubrirlo.

Ella vuelve a dormir y vas a imitarla, cuando un sonido te distrae. Un picoteo en la ventana. Es una lechuza.

Teniendo cuidado de no volver a despertar a Pansy, te incorporas y vas a abrirle al animal. Tiene una carta entre las patas. Te sorprende recibir correspondencia tan tarde.

Reconoces la letra en cuanto la ves.

Blaise:

Pienso en ti con frecuencia. Me di cuenta de que por más que intente, no puedo dejar de amarte. Pero no duele, sino todo lo contrario. Es como cuando veo las estrellas y sé que aunque no puedo tocarlas, puedo verlas, adorarlas desde lejos.

Eres la única persona que sabe cómo soy de verdad, que vio más allá de lo que para todos es una simple 'lunática'. Tal vez lo sea y por eso me escondo ahora para escribirte incoherencias. No sé.

Recién acabo de recordar el día en que me dijiste que los Snorkack de Cuerno Arrugado no existen. No quise creerlo entonces. Tienes razón, soy terca a veces. Pese a que hace pocos días comprobé que el blibber maravilloso es real, me di cuenta de que mis fantasías tal vez han ido muy lejos. Los Snorkack son una invención de mi padre; ahora lo sé. Aunque no por eso me resigno a seguir encontrando animales que están ahí, esperando a que yo los encuentre. Soy feliz con esa idea.

Siempre he vivido en un estado de locura, mas tu resultaste ser mi maravillosa realidad. Como si ambos nos hubiéramos atrevido a cruzar la línea que nos separaba y aceptáramos al otro tal cual es.

Espero que seas feliz con Pansy. De verdad. Así lo deseo porque te amo mucho, mucho más… ¿Te acuerdas de esa canción?

Acepto que no te olvidaré nunca. Y sé que tú tampoco lo harás; por esa razón, entre otras, soy feliz.

Luna

Sonríes. Acertaste. Ella ahora tiene la felicidad que merece.

Le envías una respuesta. No necesitas confirmárselo, pero lo haces igualmente.

Nunca te olvidaré.

En verdad Luna supo usar la metáfora correcta. Conociste su locura y lo único que quieres es perderte en ella. Porque sí, sigue doliendo su ausencia; tu vida ya nunca tendrá primeras, sólo cruentos inviernos. Como un túnel oscuro, aparentemente sin salida; no obstante, tú continúas tu camino porque al final de todo hay una pequeña luz que tal vez nunca logres alcanzar, pero está ahí. Y esa luz… esa luz es Luna.

Porque decidiste tomar ese atajo hacia el infierno
Donde todo es más gris, donde todo es invierno
Y no pudiste decirle que no
A esa línea que separa a la vida en locura y realidad…

FIN


Y así termina este fic.

Considero que este epílogo es concluyente. Queda claro que con el paso del tiempo Blaise no la olvidó, y ella aún menos. Que ni siquiera estar con otra persona los ayudó, que su amor sigue latente a pesar de todo. El que él la haya ido a buscar, sin importar nada más, lo demuestra, y el que Luna también haya actuado lo deja muy claro también. Necesitaban de una "despedida" para poder seguir cada uno con su vida, aunque sin dejar nunca de pensar en el otro. Lo veo como si Blaise hubiera aprendido un poco de la "locura" de Luna y ella de la "realidad" de él, como bien lo expresó en la carta del final. No es como si se resignaran, porque saben de sus sentimientos; simplemente siguen adelante.

Luego de ese denso discurso xD digo lo de siempre: gracias de verdad a todos los que leyeron hasta acá.