Disclaimer: No soy Rowling, aunque Escocia no debe estar tan mal, no?

Kreacher, y Mundungus Fletcher nos visitan y cierran así, con su onceavo capítulo, este fic de viñetas…


Sus noches como mortífago nunca han sido tan largas, tan cargadas de culpa. El sol de esa fría mañana de diciembre aún no ha salido, cuando Regulus Black llega a casa.

Está cansado y helado de frío, o quizá de un sentimiento de rabia e impotencia que nunca pensó que acabaría por reconocer. Los Black nunca han querido a sus elfos domésticos. Ellos son sólo eso: ayudas para las tareas domésticas, pequeños esclavos de orejas vistosas y aspecto andrajoso.

Pero Regulus ha descubierto ya que tiene el mejor elfo del mundo, y no vivirá lo suficiente para enorgullecerse de su certero descubrimiento.

-¡Kreacher!-Lo llama cuando llega. El elfo aparece en el recibidor. –Sabes si mi madre está despierta?

-No, amo. No lo está -. Responde pomposamente, como siempre que habla de ella.

-Desayunaremos los dos, tengo noticias. – Su voz, tenue y oscura, no indica en absoluto que, en realidad, sean buenas noticias.

Kreacher escucha al amo Regulus, casi sin respirar. 'Porque la palabra del amo es casi sagrada, y después de haberle contado, días atrás, con todo detalle, su terrible experiencia en la cueva, lo último que el elfo espera es que el amo Regulus quiera que le lleve ahí'.

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Sin quererlo, porque Kreacher no tiene derecho a expresar sus emociones (ya que, además, nunca nadie le ha dicho que él debe tenerlas), su cara refleja de pronto el terror que le produce la idea de volver a ese lugar.

Pero Regulus Black insiste. Y Kreacher no se puede negar.

Quizás sea una locura, pero Regulus le promete que va a poder volver a casa, sano y salvo. Y Kreacher no sólo acepta, también le cree.

Entonces, Regulus abraza Kreacher. El elfo nunca ha sido abrazado, así que ese sentimiento reconfortante que le invade es completamente nuevo para él, y le gusta.

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Cuatro noches después, Kreacher está esperando impacientemente junto a la ventana. Pronto ve ahí la mirada del amo Regulus: está reflejada en el cristal porque el joven Black, en realidad, está detrás de él.

La mirada que le devuelve el cristal es, a la vez, decidida, valiente y peligrosa. Son los ojos grises del joven Regulus Black. Aunque expresan cosas que Kreacher nunca antes vio en él.

-Vamos, Kreacher.-Ordena con voz serena pese a todo. El elfo asiente y él, Regulus, como si tuviera cinco años y Walburga acabará de ordenarle que no se aleje de Kreacher, le coge la mano. Con un ruidoso chasquido, ambos desaparecen de Grimmauld Place, número 12.

Kreacher muerto de miedo. Regulus aparentemente tranquilo, 'pero también aterrado en realidad': Toda su vida pensó que moriría en una mansión llena de nietos, con una bella esposa de conveniencia y un par de hijas arrogantes y guapísimas. 'Pero más vale morir joven y en paz, haciendo algo por compensar sus errores, que viejo y atormentado', se repite.

Kreacher no sabe que esa noche se quedará sólo, porque Walburga nunca superará la pérdida de su hijo. Aunque, en realidad, él mismo no podrá recuperarse totalmente de esa muerte, esa que no comprenderá hasta casi dos décadas después.

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'Tembloroso el elfo llegará a la cueva,… y pedirá a Regulus que no le obligué a ir'. Su amo, ahora más fingidamente imperturbable que nunca, le hará una sola señal para que suba… para que vaya y le guie hasta ese objeto del que Kreacher no sabrá casi nada hasta el final. El elfo accederá finalmente, aunque sea entre lloriqueos. 'Porque la palabra del joven amo no puede contradecirse'.

- Hay que beber el líquido de allí, joven Regulus - dirá, tragándose su propio miedo ('Porque un elfo no puede sentir ese terror: no tiene ese derecho') - Me ofrezco a hacerlo por usted-. Añadirá Kreacher con una reverencia.

-No será necesario, lo haré yo-. Sentenciará el mago ante la estupefacción de su fiel acompañante.

Nada de lo que Kreacher diga o haga podrá impedirlo.

-Pase lo que pase, quiero que dejes esta réplica del relicario en lugar del original… y que te lleves este medallón (el verídico), ¿entendido? – La firmeza en la voz de Regulus, aún asustará más al pobre, y ya desamparado, elfo de los Black.

-Sí, lo haré amo Regulus -. '¿Por qué quien es un simple elfo, para desobedecer a un Black?'

-Destrúyelo – Pedirá finalmente el hermano menor de Sirius Black, aunque Kreacher ya nunca pueda prometerle que lo hará.

El elfo asentirá con sollozos, observando cómo su joven amo se deja arrastrar de pronto por esas criaturas tétricas, muertas en realidad, aparecidas de todas partes sin avisar.

Desaparecerá entonces (siguiendo órdenes) convencido que debe obedecerle e ignorante del porque, aunque nunca podrá destruir ese objeto que acabará considerando (con el paso de los años) otra pertenencia más de su adorada dueña Walburga Black.

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Y los años se convertiran en decadas. Kreacher, sólo en esa gran mansión, perderá (a pasos agigantados) toda noción de ninguna realidad. 'Regulus, con el deseo de protegerle, nunca le habrá explicado que él mismo abandonó los ideales de los Black'.

Por eso, y por la forma cómo el maldito amo Sirius le tratará, correrá (años después) al lado de las señoritas Bella y Narcisa: 'Agradables, amables, casi complacientes con el ya viejo Kreacher'.

Y les dirá lo que quieren oír, que el punto débil de Sirius Black es su ahijado Harry Potter. Traicionará así, des del punto de vista de muchos, la consigna de ser siempre fiel a un Black. Aunque Kreacher no crea que pueda traicionar a un amo por el que no siente ningún tipo de pleitesía, y quien al fin y al cabo, nunca le ha prohibido expresamente contar eso a nadie.

No será hasta mucho después, 'incluso con esa sangresucia Granger ahí', que comprenda que las cosas no son del todo así. Al fin y al cabo nunca podrá estar suficientemente agradecido a Harry Potter, que le ha devuelto el medallón de su señor.

El medallón que ese ladrón de Mundungus Fletcher robó una vez.

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Ese hombre regordete y sin afeitar…

Dung, casi tan andrajoso (y a veces mal oriente) que el mismo Kreacher ha creído ya sentir náuseas muchas de las veces, en el pasado y en el presente, que ha intentado evitar que robará las cosas de los Black.

Ese ladrón, dado a la cobardía, que como otros muchos despreciará a los elfos domésticos, sin saber que mientras él huya y se esconda para salvar su vida, sin intentar ayudar a Alastor Moody, compañero de misión, - en esa Orden del Fénix en la que Dumbledore le introdujo una vez-; Kreacher será recordado por muchos cómo ese viejo elfo, que cuchillo en mano… en una guerra que no es la suya… acabará por gritar eso de:

– ¡Luchad! ¡Luchad! ¡Luchad por mi Amo, defensor de los elfos domésticos! ¡Luchad contra el Señor Tenebroso, en nombre del Valiente Regulus! ¡Luchad! – Mientras una peculiar orda de elfos domésticos termina por doblegar a su manera a más de un fornido mortífago.

'Ese grito de guerra, el del viejo elfo Kreacher, que décadas después, los estudiantes de Hogwarts estudiaran en sus libros de historia'.

Mundungus Fletcher, en cambio, sobrevivirá paradoxalmente en Azkaban, acusado de hacerse pasar por un terrible inferi sin vida.


Nota: Bien, hasta aquí hemos llegado :). Ya habéis visto que no he incluido a Dobby porque creo que, en su caso, era casi un deber pasar de los Malfoy con lo mal que lo trataban :)

O quizá es porque, como buena Slytherin, me cuesta mucho ponerme en la piel de alguno de los elfos domésticos de esta nuestra saga favorita. Kreacher es algo distinto, porque es de Regulus Black… y adoro a Regulus Black!

He tardado sí, ya lo sé. Siempre me da pereza despedirme de mis fics y esta es la última viñeta de este. Tengo otras cosas en mente, pero creo que no voy a poder retrasar mucho más, el momento inevitable de publicar otro long fic… (Aunque ahora mismo no sé cuando, porque el mundo real me reclama con insistencia).