Notas de la autora: Los personajes pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi, por lo que solamente los tomaré prestados para efectos de este fic… Muchas gracias^^

"La Rosa y la Princesa"

por Alondra

Capítulo 9: "Los lazos del destino"


A veces los designios del destino son extraños de comprender…

Uno puede pensar que lo que a uno le ha sucedido en la vida es por obra del destino y que no puede ser cambiado… que la vida está predeterminada por el muchas veces temido DESTINO.

Otras personas… en cambio… piensan que el destino no es algo que exista… sino únicamente existe en la vida es lo que uno hace… uno mismo construye su vida y eso termina formando parte de la propia existencia.

Entonces… si analizamos cuidadosamente todo esto… podríamos pensar y concluir que nada está escrito… y que si uno quisiera podría llegar a ser capaz de cambiar su propio destino…

Y posiblemente… incluyendo al Santo de Piscis

ALBAFIKA…

-o-

[Santuario de Athena - Templo de Acuario]

Dégel de Acuario cerró el libro que tenía en sus manos y se dejó caer sobre la butaca que tenía al lado… la cabeza le dolía terriblemente y no era de extrañar ya que llevaba más de cinco horas leyendo casi sin descanso… así como lo haría un estudiante que se preparara para un examen muy importante… aunque es no debería ser extraño ya que Dégel siempre ha sido asiduo a la lectura desde que era joven y en sus ratos libres escribía… un estilo de vida que suelen llevar muchas personas y no pasaría de ser una actividad buena y sana… pero como siempre se dice… nada es malo siempre y cuando no sea demasiado exagerado, en otras palabras, que no se pase de los límites de la resistencia humana…

Y a ese límite había llegado el Santo de los Hielos en esos momentos…

Dégel se quitó las gafas y empezó a frotar sus sienes tratando de que ese molesto dolor de cabeza se le pasara… sino estaba seguro que tendría que volver a recurrir a algún preparado de hierbas que le había enseñado la curandera de Rodoiro para desaparecer el malestar.

No lo podía evitar… desde que había tenido esa conversación con Agasha en su templo días atrás acerca de por qué el Santo de Piscis no puede acercarse a nadie y ni llevar una vida normal… no había podido sacarse esa idea de la cabeza y se había empeñado en descubrir el por qué… no era que Dégel estuviera obsesionado con Albafika o algo así… sino que al caballero de los hielos no le gustaba dejar jamás un cabo suelto… todo tiene su causa, motivo, razón o circunstancia… su porqué de ser…

Y eso era lo que estaba empeñado en encontrar… además que en el fondo él también sentía preocupación por su compañero de armas… y esa dulce florista sentía algo muy fuerte por el Santo de Piscis… y al verla llorar cuando habló de él aquel día y de su triste destino… le había tocado el fondo de su corazón. A pesar de su apariencia fría y reservada… Dégel era una persona con una gran sensibilidad… lo que muchas veces le ayudaba a comprender a los que le rodeaban… no por nada muchos de los que vivían en el santuario a veces iban a pedirle consejos sobre cosas que les pasaran… como lo haría un psicólogo en tiempos modernos.

Dégel sabía bien lo que era ser amado por alguien (un detalle de su vida que casi nadie sabía) y realmente es un sentimiento maravilloso… ya lo había vivido hace mucho tiempo, pero lamentablemente por circunstancias de la vida (él no lo llama destino) no pudo ser… y al ver los sentimientos de esa jovencita tan dulce para con Albafika no pudo evitar sentir nostalgia al recordar sus propias vivencias… y por un momento, Dégel deseó tener la misma suerte que su compañero… quien sabe... tal vez, más adelante.

Sintiendo que el dolor de cabeza comenzaba a disminuir, el Santo de Acuario volvió a lo suyo…

Caso: Albafika de Piscis…

A ver… era necesario hacer una recapitulación de los hechos y de lo que había conseguido averiguar hasta el momento luego de largas y agotadoras horas de investigación en su biblioteca. Dégel se había tomado el trabajo de revisar antiguos tratados sobre la historia de los caballeros de Athena tanto en libros de su biblioteca personal como algunos que estaban dentro del Templo Principal, por supuesto, sin llamar la atención del Patriarca y había descubierto algunas cosas interesantes. Dégel tomó su libreta y empezó a revisar sus apuntes…

- Veamos… - el santo de Acuario empezó a leer en voz alta sus notas - De acuerdo a esto… "A lo largo de la historia la casa de Piscis, así como los Santos que la han protegido, han sido conocidos por su habilidad para usar las rosas y por sobre todo su resistencia al veneno de ellas…" - hizo una pausa y continuó - "Las artes de Piscis se consideran dentro de las llamadas Artes del Veneno… a las que pertenecen otras armaduras como por ejemplo Escorpión, Hidra, Perseo… por decir algunos… el grado de dominio o resistencia depende del entrenamiento del Santo"... eso significa que no necesariamente Piscis es el único que tolera las rosas… o no debería serlo… - pensó un momento y sonrió – Bueno… hay una manera fácil de comprobarlo… podría decirle a Kardia que se pare en el campo de las rosas de Albafika y a ver hasta cuanto resiste… ¡Ah, pero que digo! Si ese bicho loco ya lo hizo unas cuantas de veces hasta que Albafika lo sacó a patadas de su jardín… además, Kardia ya cuenta con cierta inmunidad y eso no cuenta. En cambio… cualquier otro santo que lo intentara, aunque conozca las artes del veneno, no lo pasaría muy bien… incluso podría ser mortal.

Dégel continuó revisando sus apuntes y al no encontrar aparentemente nada más dejó la libreta en la mesita al lado de su butaca. Ya iba a revisar otro de los libros que tenía en su lista cuando de pronto abrió grandemente los ojos y como un rayo tomó su libreta y no paró hasta dar con una página en particular…

Algo que había llamado PODEROSAMENTE su atención…

"Los Santos de Piscis…" - empezó a leer – "Según el entrenamiento que hayan recibido, tienen la CAPACIDAD de controlar su propia TOXICIDAD según las circunstancias en las que se encuentren… esto les permite llevar una convivencia con el resto de compañeros de la orden sin ser peligrosos para los que los rodean…"

El Santo de las Aguas aún no podía asimilar lo que acababa de leer… también, podría ser que se hubiese equivocado al tomar los apuntes, pero eso era muy raro ya que siempre revisaba muy bien todo lo que leía… entonces volvió a la nota…

"Controlar su toxicidad…"

- Esto no puede ser… tiene que haber algo más… ¡Un momento! – Dégel volteó hacia su estantería y usando su telequinesis trajo a sus manos un libro de cubierta muy antigua. Lo abrió hasta la página que le interesaba… aquella de donde había extraído la nota que acababa de leer.

Dégel se sentó en una silla cercana. Según lo que había encontrado en una descolorida página del viejo libro… además de mencionar lo del asunto de la toxicidad … al parecer alguno que otro Caballero de Piscis tuvo familia… y posiblemente descendientes… entonces… ¿los Santos de Piscis no siempre fueron de naturaleza mortal?... entonces, ¿por qué Albafika es distinto?

- No tiene sentido… - dijo finalmente Dégel – Si esto es verdad ¿Por qué razón Albafika desconoce que puede controlar su propio veneno? Esto es muy raro… de todas formas, tiene lógica… si lo supiera no estaría pasando por este vía crucis que es su vida…

En eso, le vino a la mente algo que le dijo el Santo de Piscis hace algunos días cuando fue el combate de entrenamiento con Kardia:

"Dégel… ya hemos discutido este tema más de una vez y creo recordar que quedó zanjado… todo el mundo conoce mi naturaleza mortal y es la misma la que me impide interactuar con otros… entiéndelo, no puedo poner a nadie en peligro por causa mía…"

- Interactuar con otros… pero es extraño de todas formas… - Dégel retomó su monólogo a la vez que caminaba en círculos - ¿Qué gana el Santo de Piscis desconociendo que puede controlar su propio veneno?... la respuesta es obvia… NADA en lo absoluto… al contrario, PIERDE y para alguien como Albafika pierde mucho… a ver, pongamos las piezas en orden y usemos la lógica ¿por qué causa se le ocultaría esa información? – en eso otra idea saltó a su mente – Esto podría tener relación con el entrenamiento que llevó Piscis… entonces involucraría del mismo modo a su maestro, ya que la única persona que puede haberle enseñado las artes del veneno… y hablando de eso, ¿quién fue el maestro de Piscis?

Dégel volvió a sentir punzadas de dolor en las sienes.

Tenía demasiadas preguntas en su cabeza con relación a Albafika y por supuesto todas necesitaban ser aclaradas… quizás no todas al mismo tiempo, pero sí por partes. Él era un investigador y por lo tanto tenía sus métodos para resolver incógnitas, pero debería planificar y ordenar las pistas muy bien, sino podría correr con el riesgo de enredarse en una rama y no llegar al tronco principal del problema. Dégel volvió a revisar la página del libro que hablaba sobre los santos de Piscis… lamentablemente sólo aparecía una cita en dicha página, pero no decía nada más para decepción del santo de Acuario… por lo que era más que seguro que tuviera que hacer una visita y averiguar más sobre ese tema en la Biblioteca del Templo Principal… pero eso no iba a ser nada fácil…

Primero, para acceder a archivos de registros del Santuario de Atena era necesario contar con una autorización del Patriarca; y segundo, un motivo muy bien justificado… bueno, lo primero quizás no sería del todo problemático, sin embargo lo segundo… ¿Qué le iba a decir? ¿Qué quería investigar sobre la historia de la Casa de Piscis?... eso no sonaba muy convincente y menos siendo Dégel de la casa de Acuario…no… tendría que pensar cuidadosamente como iba a realizar aquello. ¿Y si le preguntara directamente al Patriarca Sage? Posiblemente… pero no por el momento. No quería llamar demasiado la atención sobre su investigación y de ser posible intentaría resolverlo el mismo antes de ir con el Patriarca.

Desvió la mirada de la ventana y sus ojos se posaron en la bolsa de hierbas curativas que el otro día le había encargado Agasha para cuando regresara Albafika.

Sonrió nuevamente… el Santo de Piscis es un gran caballero y no merece vivir en soledad, podría tener amigos, formar una familia...AMAR... y esa niña… hasta donde llega su cariño incluso para buscarle hierbas curativas para sus heridas… sus extrañas cicatrices…

Otro misterio que aún seguía en el aire…

Creo que le dedicaré un poco más de tiempo en ver como organizo esta investigación... - dijo para sí mismo el Santo de las Aguas - A ver si puedo llegar al fondo de este misterio... EL GRAN MISTERIO DE PISCIS...

Y con el ánimo recuperado, Dégel recolocó sus gafas y se dispuso a coger otro grueso libro para continuar con su labor investigadora.

-o-

Mientras todo esto ocurría en el Templo de Acuario… una figura cruzaba con paso tranquilo la casa de Piscis… pero… no era su guardián…

El casco del Patriarca del Santuario era recortado por los rayos del atardecer y al mismo tiempo se reflejaban sobre su brillante y dorada superficie. Había tenido una mañana muy ocupada y esto sumado a sus recuerdos de Albafika… aquellos del día cuando dejó el Santuario hace 14 años habían provocado que su estado de ánimo decayera un poco… por lo que después de terminar de realizar algo del papeleo que tenía, decidió salir a dar una vuelta y tomar un poco del fresco de la tarde… y de paso realizar una visita al Templo de Acuario, ya que días atrás le había encargado a Dégel un trabajo sobre cartas astrales y quería saber cómo iban sus avances… y de paso relajarse un poco. Hacía bastante tiempo que no compartía una tarde con Dégel… quien podría llamarse su "mano derecha" en relación a temas de astrología... en donde ha demostrado tener un amplio conocimiento… lo que le permite contar con su ayuda en la mayoría de los casos… además que disfrutaba del tranquilo carácter del Santo de las Aguas y de sus conocimientos… lo que derivaba en largas horas de charla amena en diversos temas… y eso era del agrado del antiguo Santo de Cáncer.

Mientras cruzaba por el templo de Piscis, Sage no pudo evitar observar los daños provocados por la pelea entre Albafika y Kardia a la estructura del elegante templo… y en el fondo sintió lástima por el joven Piscis… ya que cuando regresara de su misión tendría que ponerse con las reparaciones de su casa… aunque vería de enviarle ayuda para que la labor no fuera tan pesada para él sólo… estaba seguro que Albafika se negaría debido a su temor a tener gente cerca… pero ya vería la forma de hacerlo.

Y ahora que lo pensaba… ¿Cuándo regresaría Albafika? Se estaba demorando más días de lo previsto y eso en cierta manera le preocupaba… sólo esperaba que su misión haya resultado bien… y lo más importante… que regresara con la mente e ideas más despejadas.

Pero eso no cambiaba nada la situación del chico y el Patriarca lo sabía… tendría que ser paciente… y estar atento hasta que llegara el momento...

Estaba metido en tan profundamente en sus pensamientos que sin darse cuenta había llegado a la entrada posterior del Templo de Acuario. El Patriarca sonrió…siempre había considerado ese templo uno de sus favoritos… no tanto porque fuera de Acuario… sino porque era el que tenía las mejores esculturas en su decoración. Así, que sin más se introdujo en el Templo del Caballero de los Hielos… y por respeto a su guardián elevó ligeramente su cosmos para anunciar su llegada.

-o-

Dégel de Acuario levantó la vista del libro que en esos momentos estaba revisando sobresaltado… había reconocido el cosmos del Patriarca, aunque le extrañó que estuviera allí… hacía mucho tiempo que no lo visitaba y por lo general cuando lo hacía siempre le avisaba con horas de antelación.

Debía ser algo importante… por lo que invocó su armadura dorada y una vez que estuvo vestido con ella, salió a recibir al Patriarca.

-o-

El antiguo Santo de Cáncer suspiró mientras observaba una de las estatuas del Templo de Acuario…

- Tan hermosa como la recuerdo… - dijo en voz baja mientras tocaba el frío rostro de la estatua de la mujer que llenaba el cántaro con agua. La mirada del Patriarca era de gran nostalgia… y a la vez… tristeza.

- ¿Gran Patriarca? – dijo una voz a sus espaldas. El aludido no se sobresaltó ya que por el cosmos sabía quién era su interlocutor.

- Pareciera como si fuera a cobrar vida en cualquier momento, ¿no te parece? – apartó sus mano de la estatua y volteó a la mirada – Buenas tardes, Dégel de Acuario…– sonrió el viejo maestro de Cáncer.

- Su Excelencia… - Dégel se inclinó respetuosamente. El Patriarca hizo una inclinación de cabeza y el santo se levantó.

- Imagino que te habrás sorprendido verme aquí… espero no haberte importunado con mi visita… - dijo el Patriarca.

- Por supuesto que no, Excelencia… - se apresuró a decir el joven caballero – Es solo que… no me esperaba su visita y por lo general Usted manda a llamarme para que acuda a su presencia… ¿ocurre algo? – preguntó preocupado.

- En absoluto, muchacho… - negó con la cabeza – Simplemente… quise salirme del protocolo por un momento y hacerte una visita… hace bastante tiempo que no charlamos.

- Sí, es verdad… - dijo Dégel más tranquilo y sus ojos azules se volvieron a posar en la estatua – Es curioso…

- ¿Qué es lo curioso? – preguntó el Patriarca.

- Que parece que esta estatua es la favorita de todos… con usted ya somos tres – contestó el santo de las aguas esbozando una sonrisa.

- ¿Y por qué lo ves raro? ¿Acaso a ti no te gusta?

- No, al contrario… me encanta… - la miró – Tanto que me hubiese gustado conocer al escultor para darle mis felicitaciones en persona por tan hermoso trabajo – miró a maestro que había vuelto a contemplar la escultura y dijo algo dudoso – Patriarca… ¿Usted sabe quién fue?

- ¿A quién te refieres?

- A esta dama… - tocó la estatua – Escuché que fue una antigua Vestal del Santuario de Athena, pero no estaba seguro si fue antes o después que usted fuera Patriarca… aunque pienso que fue después… sobre todo por la calidad del mármol del que está hecha.

- Y dime ¿Por qué estás tan seguro que ella era una Vestal? – preguntó el Patriarca.

- Bueno… - titubeó un poco nervioso – No estoy absolutamente seguro… simplemente lo escuché una vez… es todo… por eso mi duda.

El Patriarca miró a la estatua y luego a Dégel…

- Me temo, Dégel… que no puedo responderte a esa pregunta… - dijo el Patriarca desviando la mirada – Si bien me gusta apreciar el arte tanto como a ti… no creo recordar a nadie con el aspecto de la mujer de esta escultura… ya que de ser así… creo que NADIE la hubiese olvidado… ¿no te parece?

- Ah… - Dégel titubeó – Sí… creo que sí, Patriarca… disculpe.

- Nada, nada… - palmeó el hombro del joven santo – Pero hay algo que me ha llamado la atención… dijiste hace un momento que conmigo ya éramos tres los admiradores de esta hermosa escultura… ¿puedo preguntar quién es el tercero?

- Ah, bueno… - sonrió recordando el encuentro con la pequeña – Lo que pasa es que el otro día estuvo por aquí de visita Agasha… la florista que siempre trae ofrendas al Santuario… y bueno, también le gustó la estatua…

- ¿Ah, sí?... entonces también la conoces… - Dégel asintió – Es una jovencita muy buena… y en el tiempo que viene visitándonos se ha ganado la simpatía de la mayoría de los caballeros de aquí…

- "Sí… excepto la de uno…" – pensó en la relación de la pequeña con cierto santo de los peces y continuó diciendo – La verdad que he no he tenido mucho trato con ella… pero en el poco tiempo que hemos compartido me he enterado de algo que me parece usted debe saber…

El Patriarca Sage sintió que una corriente fría recorrió su espalda, pero mantuvo la calma… ¿Acaso Dégel tenía conocimiento del incidente en el cual Albafika casi mata a la chica?... No estaba seguro y dudaba mucho que Shion se fuera de lengua ya que el discípulo de su hermano Harukei era muy discreto… así que prefirió esperar que Dégel continuara antes de cometer un error…

- Según parece... – empezó el Santo de Acuario – En Rodoiro hay una deficiencia en cuanto al tema educativo… - el Patriarca Sage soltó un respiro de alivio al ver que se refería a otra cosa, pero Dégel no lo notó – De acuerdo a lo que Agasha me ha contado, el pueblo parece que no cuenta con una biblioteca, salvo la iglesia… y si es así, dudo que una escuela… parece que solamente los que pueden estudiar con la gente con mayores recursos… muy pocos niños saben leer y escribir según me ha dicho…

- Pues, sí… es una realidad que ocurre en varios pueblos de la zona… es realmente muy triste… - contestó el antiguo Santo de Cáncer.

- ¡Pero eso no me parece bien, Patriarca!… y mucho menos un pueblo como Rodoiro que está tan cerca de nosotros y que debería contar con todo nuestro apoyo… me parece que deberíamos hacer algo al respecto… - dijo Dégel con determinación.

- Esa es una iniciativa muy noble, Dégel… y me parece una propuesta por demás interesante e importante… - sonrió el Patriarca – Te prometo la compartiré con tus compañeros en la próxima reunión que tengamos…

- Y también hablar con las autoridades de Rodoiro… sería bueno que participen en esto desde el principio…

El Patriarca asintió y Dégel se sintió satisfecho… al menos podría hacer algo más por Agasha y su pueblo… y cumpliría la promesa que le hizo aquella vez que hablaron y que le prestó el libro… la educación no debe de negarse a nadie.

En eso… por el fondo de los pasillos de la Casa de Acuario… apareció la figura que alguien que pasaba a toda prisa. Dégel se puso en alerta al igual que el Patriarca.

- ¡ALTO! ¡Identifícate intruso! – dijo el caballero de Acuario con voz potente mostrando su autoridad.

- Oh, mil disculpas señor Dégel de Acuario… - dijo el muchacho casi sin aliento – Soy un mensajero al servicio del Santuario de Athena... y necesito entregar un mensaje urgente para el… - levantó la vista y casi se cae cuando el Patriarca del Santuario apareció en su campo visual - ¿GRAN PATRIARCA?

- No es necesario que grites, mensajero… - dijo tranquilamente el aludido luego de ver la reacción del joven – ¿Dices que traes un mensaje para mí?

- Ehh… sí, su Excelencia… - dijo inclinándose aún nervioso y sorprendido de ver al Patriarca fuera del Templo Principal – Lo tengo aquí mismo… - mostró el rollo de pergamino que tenía en su alforja.

- Entonces entrégamelo y así te ahorras de tener que subir las escaleras que faltan… ¿no te parece? – dijo el Patriarca con la amabilidad que lo caracterizaba.

El mensajero asintió y de inmediato le hizo entrega del pergamino; luego de los cual, mostró sus respetos frente al Patriarca y al Santo de Acuario, y sin más, se retiró rápidamente.

El antiguo santo leía el pergamino mientras era observado atentamente por Dégel… y una vez que hubo terminado, lo enrolló y suspiró aliviado… lo que no pasó desapercibido por el Santo de Acuario.

- Albafika vuelve mañana al Santuario… - dijo esbozando una ligera sonrisa.

- Esas son buenas noticias, Patriarca… - dijo Dégel también contento de saber que su compañero de armas regresaba – Ya eran muchos días de no saber de él…

- Y si se hubiese tardado más, estaría muy preocupado… pero al parecer su misión ha salido bien y ya nos informará con más detalle sobre ella cuando regrese… - hizo una pausa y continuó – Bueno… luego de esta noticia creo que ya podremos estar un poco más tranquilos… por cierto, me gustaría hablar contigo, Dégel... ¿crees que podemos pasar a tu biblioteca un rato?

- Por supuesto... sígame por favor, Patriarca Sage… - dijo el Santo empezando a caminar. El Patriarca, luego de echar una última mirada a la estatua de la dama con la cántara, lo siguió…

- Ah, antes que lo olvide… sobre el tema del regreso de Albafika… ¿puedo encargarte el comunicárselo a tus compañeros?

- Sin problemas, Patriarca… - sonrió Dégel.

-o-

[Pueblo de Rodoiro - Mañana siguiente]

- ¡¿CÓMO?! – gritó cierta muchacha que todos conocemos al mismo tiempo que dejaba caer el atado de flores que tenía en esos momentos en brazos.

Tal había sido el grito de Agasha, que toda la gente volteó a ver tanto a ella como a quien la acompañaba… otro santo dorado que también conocemos muy bien (XD)

- Agasha, por favor… no grites así… - dijo visiblemente avergonzado el Santo de Aries – Que la gente va a pensar que me quiero robar tus flores…

- ¡Oh, lo siento mucho señor Shion! – la chica se cubrió la boca con las manos apenada. En cuanto la gente volvió a lo que estaba haciendo dijo – Es que… la verdad… me tomó por sorpresa… no esperaba una noticia así… - volvió a verlo emocionada – ¿Entonces hoy regresa el señor Albafika?

- Así es, pequeña… - sonrió Shion – De acuerdo al comunicado que recibí hoy en la mañana… el Santo de Piscis deberá estar regresando al Santuario en horas de la tarde…

- ¡Oh, eso es una gran noticia, señor Shion! – juntó sus manos emocionada – No sabe lo preocupada que he estado por él todos estos días… la verdad no sabía que más hacer…

- No podías hacer nada más, Agasha… como ves, la paciencia tiene sus frutos… - sonrió – Además… te prometí que apenas supiese algo referente a Albafika vendría a avisarte de inmediato, ¿no lo recuerdas?

- Sí, lo recuerdo… ¡Oh, señor Shion, es usted muy bueno!… ¡MUCHAS GRACIAS! – y sin decir más se abrazó del cuello del lemuriano… que luego de la sorpresa inicial, son atinó a poner su mano sobre la cabeza de la jovencita.

- Y justo en ese momento… otro caballero que también conocemos y había terminado de comprar frutas en un puesto cercano… y al darle el alcance a su compañero en el puesto de flores, casi se le caen los paquetes al ver la tierna escena…

- ¡SHION DE ARIES! ¡¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO?! – gritó Dohko más que alterado al ver que su mejor amigo estaba recibiendo un afectuoso abrazo de su florista favorita.

Agasha dejó de abrazar al caballero de Aries por el susto, en tanto que el lemuriano se volvió hacia su compañero molesto…

- ¡Dohko! ¿Te quieres callar? ¿Qué diablos te pasa ahora? – dijo molesto al escuchar los gritos de su compañero de armas, pero sobre todo que la gente había vuelto a verlos. Eso incomodaba de sobremanera a Shion, porque justo el día que bajaban a comprar provisiones, lo hacían prácticamente de incógnito y sin sus armaduras… con la idea de no llamar la atención de la gente… cosa que por supuesto no estaba ocurriendo en esos momentos… ^^UU

- ¿Que qué me pasa? ¿Y todavía tienes el descaro de preguntarlo, carnero esquilado? – volvió a decir el santo de Libra mientras se acercaba molesto.

- ¿Uh, señor Dohko? – dijo Agasha sorprendida al ver la cara del chino.

- Oh, hola Agasha preciosa… - dijo el caballero de Libra sonriendo a la pequeña – Únicamente quería poner en su sitio al carnero y hacerle ver que… - en eso atrae a la chica con un abrazo – ¡El único que está autorizado para abrazarse soy solamente YO!

- Athena, dame paciencia… - decía en voz baja Shion a la vez que se apretaba el puente de la nariz con los dedos - … y no permitas que cometa una falta imperdonable hacia mi amigo…

- ¡Señor Dohko, ya déjese de bromas! – dijo la avergonzada chica separándose del abrazo del caballero – ¡El señor Shion no estaba haciendo nada malo!… solamente vino a darme una buena noticia y… bueno… - se sonrojó - … de la alegría le di un abrazo… eso fue todo…

- ¿Ah, sí? ¿Y de qué noticia se trata? – Dohko se rascó la cabeza mirando a Shion que lo miraba como si quisiera lanzarle su Revolución de Polvo Estelar, luego del bochornoso numerito que acababa de hacer, pero por Agasha se calmó.

- De que Albafika vuelve hoy al Santuario, cacho de pedazo de escandaloso… - contestó el santo de Aries cerrando los ojos.

- ¡Ahh, era eso!… bueno, entonces no pasa nada… pues sí, pequeña… jeje, lamento lo de hace un rato… tú bien sabes que solamente me preocupo por ti y que nadie se pase contigo… - sonrió el santo de Libra.

- Ehh… sí, gracias señor Dohko ^^U – dijo la pequeña con una gota de sudor. Definitivamente el caballero de Libra nunca iba a dejar de sorprenderla con sus ocurrencias… pero le caía muy bien.

- Además… por si no te lo dijo, Shion… fue GRACIAS-A-MI – resaltó sus palabras - Que se enteró que el Caballero de Piscis regresaba hoy… ¿o no, amigo?

- [suspiro]… sí, no te lo voy a negar, Dohko… - rodó sus ojos siguiéndole la corriente.

- Ya lo ves, preciosa… el carnero no es el único que debe recibir todo el crédito… - infló su pecho contento a la vez que le guiñaba el ojo a la chica y al momento miró a Shion y le dijo vía cosmos – "Ni tampoco los abrazos… ya me las pagarás luego, borrego esquilado…."

- "Sí, Dohko… sí…" - Shion respondió vía cosmos por inercia ya harto de lo cansino que se estaba poniendo su compañero.

- Bueno… lo dicho… - el santo de Libra volvió su mirada hacia la joven florista – Entonces ya te veré por el Santuario en otro momento, Agasha… - miró a Aires - ¡Vamos Shion, que yo solo no voy a llevar toda la comida!

- De acuerdo, Dohko… bueno, Agasha… me alegra mucho haberte visto... - miró a la florista – Y por cierto… ¿Por qué no le das de una vez su sorpresa a Dohko? Esa que me contaste el otro día – dijo y telepáticamente habló a la mente de la chica – "¿Ya lo olvidaste lo que te dije la última ocasión que nos vimos, Agasha? Si no se pondrá pesado conmigo…" – miró de reojo a Dohko y luego a ella.

Agasha lo miró unos segundos luego del estupor de haber escuchado la voz de Shion en su cabeza y pareció recordar algo…

- ¡Oh, es verdad!… tiene razón, señor Shion… ¡Señor Dohko aguarde un momento! – llamó al Santo de Libra que ya se había alejado un poco y que de inmediato volteó a verla.

Agasha sonrió y buscando de entre unos arreglos florales que tenía en exhibición, sacó un precioso ramo multicolor de gran tamaño y sin decir nada se acercó al caballero de la balanza…

- No quiero que piense que no lo tengo en cuenta, señor Dohko… - le extiende el ramo de flores hacia él – Gracias por ser tan atento y bueno conmigo… espero que le gusten ^_^… – terminó de decir con una linda sonrisa.

Dohko se quedó mucho ante el obsequio y sin poder articular palabra lo recibió casi por inercia. Agasha volteó a ver a Shion de Aries que asintió… y esperaba que con el regalo de la niña su compañero estuviera entretenido y lo dejara tranquilo al menos por unos días…

O al menos… eso creyó que pasaría…

Lo que no se esperó fue lo que ocurrió en los siguientes momentos. El caballero de Libra que hasta ese momento se había quedado quieto con las flores… de repente sus brazos comenzaron a temblar, a la vez que de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas (nota: imaginen los ojos emocionados y lagrimosos tipo anime XDD). Agasha lo miraba entre asustada y preocupada… y Shion no se alejaba de lo que sentía la niña.

- Preciosa… [snif]… yo… [snif, snif]… este es el regalo más… [snif]… ¡HERMOSO QUE ME HAN PODIDO HACER! ¡!BUAAAAAA!¡! – esto último terminó de decir gritando a la vez que abrazaba a la chica contra su pecho con fuerza.

- ¡IIIIIHH!…¡mmmggg! – trató de gritar la chica mientras sentía que todo el aire se escapaba se sus pulmones por el apretón del santo y sacudía los brazos tratando de respirar.

- ¡AKKK! – Shion gritó espantado y su estado nervioso aumentó al ver que un montón de gente volteaba a verlos de nuevo y a la velocidad de la luz fue al lado de Dohko y de paso rescatar a la chica – ¡DOHKO! ¡Suelta a Agasha que la vas a matar!

- ¡Eres un insensible, carnero imbécil! – dijo lloroso y molesto por el comentario de su compañero – ¿Acaso no entiendes la emoción que siento? ¡Esta niña es un ángel caído del cielo!

- ¡Y esta gente nos va a mandar al infierno si sigues apretándola así! – vio que el rostro de la chica pasaba de un azul a morado – ¡DOHKO DE LOS COJONES, DEJA A LA POBRE CHICA QUE NO PUEDE RESPIRAR! – gritó el santo de Aries casi al borde de la histeria.

- ¿Eh?... ¡Ah, lo siento mucho Agasha!... – dijo soltándola finalmente a lo que Agasha cayó sentada mientras esperaba que su respiración y colores se normalizaran. La gente aún seguía mirándolos y Agasha al verlo, se olvidó que hace algunos minutos casi moría por apnea, se puso de pie de inmediato…

- ¡Hola! Jejeje… no pasa nada, vecinos… lo que pasa es que… eehh… mis amigos… son muy graciosos y les gusta jugar bromas… ¡SÍ! No se preocupen, todo está perfectamente ^^U – dijo con una mano detrás de su cabeza. Por fortuna, igual que la primera vez, la gente resolvió continuar con sus asuntos.

Agasha volteó a ver a sus amigos caballeros… Dohko iba a decirle algo, pero Shion se interpuso…

- Bueno, Agasha… - miró a la florista – Lo dicho, siempre es grato verte y ya nos despedimos antes de que pase algo más… - miró a Dohko como si quisiera atravesarlo con la mirada y luego nuevamente a ella – Nos da gusto que la noticia te alegrara y bueno, disculpa nuevamente por lo de hace un rato… Dohko… nos vamos ya… - dijo cogiendo con un brazo la bolsa con comida, en tanto con la otra mano tiraba a su compañero del brazo.

- ¡Hey! ¡No necesito que hables por mi carnero! – dijo Dohko ofuscado – Lo que pasa es que no tienes sensibilidad para apreciar un regalo… - volteó a ver a Agasha - Entonces preciosa…

- Dohko… que nos vamos… YA… - Shion remarcó la última palabra a la vez que seguía tirando de su compañero – "Creo que no debí decirle a Agasha que el regale algo… ahora estará más que insoportable… "

- No se preocupe por nada… y gracias por todo, señor Shion... señor Dohko ^^U - se despidió la joven.

- Visítanos pronto Agasha… y gracias a ti por tu regalo… ¡Eres la mejor, ¿lo sabías?! – el santo de Libra se resistía a irse.

- ¡DOHKO! ¡¿Qué parte de la palabra YA no entiendes?! ¡Muy bien, se acabó!… nos vemos Agasha… - y sin dar tiempo a su compañero para decir algo más, Shion desapareció usando la teletransportación y llevándose al Santo de Libra consigo.

La joven se quedó confundida luego de la brusca desaparición de ambos caballeros.

-o-

[En otro lugar lejos de allí… la paz de la Casa de Libra fue interrumpida por un golpe y un quejido…]

- ¡Auch! ¡¿Era necesario hacer eso, borrego sobrealimentado?! – se quejó Dohko frotando el golpe de su cabeza.

- ¡Eso y mucho más, idiota! – dijo visiblemente molesto el santo de Aries – ¡No sabes la vergüenza que pasamos tanto Agasha y yo por tu culpa! Sobre todo ella… ¡pobre chiquilla!

- Eres un exagerado… y agradece que no te responda – miró el ramo que aún tenía en sus manos – Estoy de muy buen humor y no quiero amargarme contigo…

- ¡¿Y QUIÉN HABLA DE AMARGAR A QUIÉN?! – rugió Shion – Me cansé… ¡Me voy a mi templo!… ¡Ahí te quedas! – y concentrándose de nuevo desapareció.

Dohko se quedó mirando el espacio vacío que había dejado su ofuscado compañero y rió sonoramente…

- ¡Jajaja!… vaya con Shion… qué fácil es hacerle perder la paciencia… aunque aparente ser serio y tranquilo, no deja de ser un Aries… bah, ya se le pasará… - luego miró al pueblo de Rodoiro y luego volvió sus ojos hacia la lejana Casa de Piscis... y suspirando murmuró – A ver como se dan las cosas con la llegada de Albafika… no sé por qué… pero presiento que algo interesante va a pasar...

Y luego de aspirar el aroma de su regalo floral… empezó a silbar una tonada al mismo tiempo que se introducía en su templo.

-o-

[En tanto… en el pueblo de Rodoiro…]

Agasha aún trataba de asimilar todo lo que había pasado…vaya que sus amigos caballeros a veces se les pasaba la mano y quieran o no… siempre, pero SIEMPRE terminaban llamando la atención… claro, existen excepciones como el señor Dégel de Acuario que apenas si ella se daba cuenta cuando aparecía por el pueblo.

- Vaya amigos interesantes tienes, Agasha querida… - dijo una voz a sus espaldas, haciendo que Agasha pegara un brinco.

- ¡Ah! – volteó a ver quien la llamaba – ¡Señora Cristina! ¡No me de esos sustos por favor! – puso la mano en su pecho.

- Sí, me imagino que has pasado un… como decirlo… particular momento… ¿no lo crees también, Thalassa? – dijo la curandera mirando a la pequeña rubia que tenía a su lado y miraba sonriente a Agasha.

- Oh, por los Dioses… no me diga que vio todo lo que pasó… - dijo poniéndose roja al recordar el incidente con ambos santos.

- Era difícil no ignorarlo luego de todo el ruido que armaron… y más aún considerando que eres vecina mía - dijo la señora en tono divertido pero al ver la cara compungida de la chica añadió – Pero no me molestó… y por el resto de la gente, no te preocupes, querida… como pasa algo igual se olvida…

- Ya lo sé, pero… cielos, que vergüenza… - dijo aún apenada. En eso, vio que Thalassa se le acercaba y hacía señas como de abrazo y luego como si sostuviera algo en sus manos… y luego cruzó sus brazos sobre el pecho.

- ¿En serio crees eso, cielo? – la señora miró a la pequeña y luego a la confundida Agasha – Lo que pregunta Thalassa es… si el caballero que te abrazó… el mismo al que le diste las flores… es tu amigo especial… ^^ - terminó de decir con una sonrisa.

- ¡¿QUÉ?! ¡OH, NO NO NO! – dijo negando mientras los colores volvían a subir a su rostro – Lo que pasa es que el señor Dohko de Libra le gusta hacer bromas y muchas veces es… [cof, cof]… demasiado efusivo y no se mide… pero no pasa de eso… "Ay, ay… espero que esto no provoque un nuevo rumor en el pueblo… ya sería lo último que me faltara…" – pensó esto último.

- Comprendo… aunque se veía muy simpático… tanto él como el muchacho de cabellos rubios y ojos tranquilos que estaba con él… que es el mismo que vino a verte el otro día si mal no recuerdo… - dijo.

- ¿Se refiere al señor Shion?... oh, sí… los dos son muy amables y siempre me tratan muy bien… además que ambos son muy buenos amigos… - dijo Agasha sonriendo.

- Eso es bueno, querida… tal y como deben ser unos verdaderos caballeros de Athena… y cuéntame… - bajó un poco la voz – ¿Cómo se encuentra tu amigo caballero de sus heridas? ¿Finalmente supiste si le hicieron efecto las hierbas que le llevaste?

- Oh, bueno… pues por el momento no he sabido nada… - titubeó, pero en eso recordó algo – ¡Ah, es verdad!… justo acabo de enterarme que hoy regresa de su viaje… intentaré subir más tarde a verlo en cuanto regrese mi padre… salió en la mañana a resolver unos asuntos…

- Me alegro, Agasha… y espero luego me comentes qué tal salió todo… además de saber que mis preparados de hierbas funcionan bien… eso es muy importante para una curandera… ¿no te parece, Thalassa?

La pequeña asintió efusivamente y miró a Agasha sonriendo. La joven florista le devolvió el gesto y en eso se percató en el canasto que traía en sus pequeñas manos, pero sobre todo en el dulce aroma que desprendía…

- Uhm… qué bien huele… ¿qué tienes allí, Thalassa? – preguntó Agasha agachándose para ponerse a la altura de la pequeña rubia de trenzas.

- Es verdad… con tanto alboroto se nos olvidó el principal motivo de venir a verte… - la señora Cristina miró a la niña – ¿Por qué no le enseñas a Agasha lo que tienes en el canasto, querida?

La pequeña sonrió y acercándose a Agasha le extendió el canasto. La joven lo observó con curiosidad y retiró el pañuelo que lo cubría… y al instante se sorprendió…

- Estos son… - empezó a decir mirando a ambas.

- Sí, son Kataifi… los hicimos entre las dos… - sonrió orgullosa la curandera – A Thalassa pensó que te gustarían ^_^

- ¿Bromea? ¡Si son mis favoritas! – probó una de las empanadillas y suspiró mientras la saboreaba – ¡Uhmmm!… ¡Están deliciosas!... – dijo Agasha a lo que Thalassa esbozó una enorme sonrisa.

- Qué bien que te gusten, porque son un regalo para ti, Agasha… - dijo la señora mientras se colocaba al lado de la pequeña rubia.

- ¿Qué? ¿Todo el canasto para mí?... – lo miró y estaba rebosante de dulces griegos típicos – Pero esto es mucho… no me lo voy a poder terminar… mire, yo…

- Nada nada… y por nosotras no te preocupes que nos han sobrado tantas que casi nos vamos a poner la venderlas… ¡Jajaja! – rió la buena mujer y luego la miró – Además… Thalassa las hizo especialmente pensando en ti y sobre todo a modo de agradecimiento por todas las veces que nos has prestado tu ayuda, querida… ¿no es verdad, cielo? – preguntó a la niña que asintió contenta.

Agasha no supo que contestar y solo atinó a sonreír…

- Bueno… pues muchas gracias, señora Cristina… y a ti también Thalassa… las disfrutaré mucho ^^ - la joven agradeció a pequeña rubita.

- Además… no tienes por qué comértelas tu sola… - la curandera sonrió misteriosamente – Piensa que a tu amigo caballero le gustaría compartirlas contigo…

- ¡Señora Cristina! – Agasha se levantó de un golpe y con el rostro rojo – No me apene, por favor… - terminó de decir a lo que la amable señora sonrió…

- No tienes por qué avergonzarte, querida… a parte no es mala idea, ya sabes que siempre se llega al corazón de un hombre por estómago… -_^ - guiño.

- Bueno… yo… - Agasha ya no sabía dónde meter la cabeza, además ni por asomo se había imaginado una escena así... ella con el caballero de Piscis sentados y comiendo dulces… ¡No, eso sonaba muy inverosímil además de absurdo!... por lo que sacudió la cabeza tratando de alejar esas imágenes. En eso la voz de la curandera la sacó de sus pensamientos…

- Pero eso ya te lo dejaré a tu criterio, Agasha… puedes hacer como tu gustes… - acarició la cabecita de la rubita y luego le dedicó una mirada a la florista – Bueno, querida… nosotras nos vamos porque tenemos que comprar algunas cosas en el mercado… me alegro que te haya gustado nuestro regalo – sonrió.

- Sí, por supuesto, señora Cristina… siempre tan amable, se lo agradezco mucho… - se inclinó respetuosamente. Thalassa la miró y acercándose le dio un abrazo para luego regresar y tomar la mano de su guardiana. Agasha sólo sonrió… era imposible no sentir cariño por esa pequeña tan dulce…

- Entonces hasta pronto… y… - la miró y volvió a guiñar el ojo – Buena suerte con tu caballero… vamos Thalassa… - y sin dar tiempo a Agasha para responder, la señora se dio vuelta y se fue calle abajo con la pequeña.

La joven se quedó mirando cómo se alejaban todavía algo avergonzada por el último comentario de la señora Cristina… la verdad que siempre que hablaba con ella no tenía manera de cómo replicarle ya que parecía que le leía la mente… y eso la frustraba un poco…

- Uff… vaya con la señora Cristina… ¡qué ocurrencia la suya de que vaya a llevarle dulces al señor Albafika! – bufó - Si ni siquiera deja que me acerque… ¿Cómo va a querer compartir unos dulces conmigo? – miró el canasto con rebosantes y recién preparados dulces y pensó – "Aunque… no pierdo nada con intentarlo… pero, ¿y si no le gustan?... tampoco quisiera molestarlo más de la cuenta… seguramente llegará cansado de su viaje… ¿ay, qué hago?"

- Perdona, Agasha… ¿podrías decirme cuando vale un ramo de estas flores? – dijo un aldeano llamando su atención.

- ¿Qué? ¡Oh, sí!… ¡Ahora mismo voy, señor! – mientras iba a atender al aldeano pensó – "No saco nada comiéndome la cabeza ahora… seguro para esta tarde ya se me ocurrirá algo…" - sonrió apretando el asa de la canasta – "Espéreme, señor Albafika… muy pronto lo veré…"

-o-

[Mientras tanto… lejos de allí…]

Alejado de lo que ocurría en el tranquilo pueblo de Rodoiro, una embarcación cruzaba raudamente la superficie del Mar Egeo con dirección a Grecia y en la proa del barco, cierto Santo de cabellos celestes disfrutaba de la fresca brisa del viaje… lo cual sería hasta que llegaran a destino, por lo que podría relajarse un poco y alejar por un momento los confusos pensamientos que inundaban su mente…

- "Qué agradable se siente…" - pensaba para sí mismo Albafika de Piscis – "Ojalá todos los días fueran así…" - volteó a ver las velas que estaban hinchadas a plenitud y eso hacía que el barco fuera a buena velocidad – "Gracias a Eolo estoy seguro que llegaremos a puerto a tiempo… Rodoiro… Santuario… me pregunto qué pasará ahora…"

Albafika se reclinó en el borde de la proa donde estaba y cerró sus ojos a la vez que recordaba los extraños acontecimientos de sus últimas horas antes de zarpar…


[Flashback – Hace algunas horas…]

- ¡Señor Caballero de Piscis, espere! – gritó una muchacha rubia de cabellos cortos a la vez que corría para alcanzar al referido santo de Athena antes de que embarcara de regreso a Grecia.

- ¿Eh?... ah, hola Thyra… ¿qué te trae por aquí? – contestó amablemente Albafika a la vez que saludaba a la jovencita que había conocido en el pueblo donde había ocurrido el suicidio del desafortunado anciano. Una vez que la chica se detuvo a su lado volvió a preguntar extrañado y algo preocupado – Faltan al menos un par de horas para el amanecer… ¿Acaso pasa algo en el pueblo?

- Señor… Albafika… - respondió a la chica jadeando mientras recuperaba el aire producto de su carrera – No… no se preocupe, no pasa nada en el pueblo… es sólo que… yo… eh…

- Si no fuera nada entonces no estarías así, ¿no te parece?… - el Santo la miró con detenimiento – Thyra, ¿qué sucede?

La joven rubia lo miró insegura si hablar o no… pero al notar la mirada inquisidora del caballero de Piscis… tomó una larga bocanada de aire y dijo…

- Señor Albafika… yo… tuve un sueño… - dijo la joven finalmente.

- ¿Un sueño? – preguntó Albafika extrañado – Pero yo no veo nada raro en eso…

- ¡Escúcheme, por favor! – dijo de golpe la chica interrumpiéndolo – ¡NO era un sueño cualquiera!... perdóneme por levantar la voz, señor… no sé si se lo dije la última vez, pero a veces tengo sueños en donde… en donde veo cosas que van a suceder… como si fueran premonitorios… y el sueño que he tenido esta noche he visto que algo muy malo va a pasar… - los ojos de la chica empezaron a humedecerse - Algo terrible… y en mi sueño lo he visto a usted…

- ¿Cómo? ¿Qué yo aparecía en tu sueño? – preguntó el Santo abriendo los ojos sorprendido… no tanto por lo que le estaba contando Thyra, sino en sí por el nerviosismo de la chica que no era para nada exagerado.

- ¡Señor Caballero Dorado! ¡Estamos listos para zarpar! – en eso gritó uno de los marinos. Al escuchar su nombre Albafika volteó a verlo y dijo sin inmutarse…

- Voy enseguida… deme un minuto… - dijo y volteó a ver a la chica – Dime Thyra… ¿dijiste que en tu sueño me viste? ¿Y estaba solo?

- N-no… - cerró los ojos tratando de recordar – En mi sueño lo vi a usted y estaba… - lo miró con miedo – Estaba bañado en sangre… sentía mucho dolor… y vi a otra persona a su lado que también sufría… ya que sentía su mismo dolor… lo vi en sus ojos…

Albafika no sabía que contestarle a la nerviosa joven a su lado. Por un lado le parecía que esta chica solamente había tenido una pesadilla, pero… en eso recordó que él también había tenido unos sueños perturbadores en las pasadas semanas y que si bien por el momento no había vuelto a tener esos sueños… no significaba que no volviera a ocurrir en el futuro… y él sabía muy bien la angustia que se siente en esos sueños… además, en el poco tiempo que la había tratado, esta chica había demostrado tener un claro sentido de la percepción… por lo que no había que tomar tan a la ligera sus palabras….

- Sé que es difícil de creer y parece una locura, pero sentí que tenía que decírselo, señor Caballero… y con todo esto que ha pasado con el anciano Delphos, yo… - dijo nerviosa la chica sin saber que más decir ya que en su interior creía que el Santo de Piscis no la tomaría en serio, pero…

- Está bien… - dijo Albafika con una mirada amable – Tomaré en cuenta lo que me has dicho, Thyra… y no creas que es una locura… ¿o acaso no has escuchado hablar alguna vez de los oráculos?

- ¿Eh? – preguntó confundida, a lo que el santo de cabellos celestes sonrió…

- ¡Señor Caballero Dorado! – volvió a llamar uno de los tripulantes de la embarcación a la vez que se acercaba al Santo y su acompañante – Disculpe señor, pero tenemos que partir ahora mismo sino no llegaremos a tiempo de vuelta al Santuario… y en este momento el Dios del Viento es generoso con nosotros…

- De acuerdo… bueno Thyra, es hora de irme… ten calma y no te preocupes… te prometo que llegaremos al fondo de todo esto… - dijo dándose vuelta y empezando a subir por la rampa hacia el barco.

- Señor Albafika… disculpe… - la chica volvió a acercarse a él a lo que santo se detuvo y volteó ligeramente a verla – Yo quisiera… por favor, permítame ayudar al Santuario desde aquí… si en caso llegara a ver algo fuera de lo normal por esta zona y los alrededores…

- No puedo pedirte que hagas eso, Thyra… sería demasiado peligroso… - dijo a lo que la muchacha bajó la mirada tristemente, pero al momento añadió en voz baja… - Pero si estás decidida a hacerlo, te lo agradeceré mucho… - su mirada de volvió seria – Espero que tomes las precauciones del caso…

- ¡SÍ! ¡Claro que sí, señor Caballero Dorado! – asintió sonriendo – Prometo que no lo defraudaré y bueno… me voy retirando, no quisiera que demorara más su viaje por mi culpa…

- Bueno, entonces hasta otra ocasión… y cuídate mucho, Thyra… - dijo dando vuelva y continuando con su asenso por la rampa.

- Que tenga muy buena suerte usted también señor Caballero… ¡Hasta pronto! – ya había avanzado un poco, cuando en eso se dio vuelta y dijo en voz alta - Señor Albafika, mis mejores deseos en este día especial y bendiciones para usted y su novia… que todo sea felicidad ^_^

Albafika dio un respingo a la vez que pisaba al borde de la rampa de madera y si no fuera por sus reflejos por poco evitó caerse y termina en el agua del mar. Volteó con mala cara a replicar a la chica, pero la chica ya se había ido.

- Esta muchacha… ¿por qué rayos volvió a decir eso? – bufó molesto y al volver la vista hacia el barco vio que toda la tripulación lo miraba extrañado por lo que habían visto. Albafika apretó los dientes y dijo molesto – ¡¿Qué estamos esperando, capitán?! ¡No perdamos más el tiempo y partamos al Santuario inmediatamente! – y terminado de decir eso se fue al extremo delantero del barco con la idea de apartarse del resto de los hombre… y sobre todo, esperar que los rojos colores abandonaran su rostro.

No muy lejos de allí… una joven rubia observaba escondida la curiosa escena…

- No estaba equivocada en lo que dije la última vez… hay alguien en el corazón del señor Santo de Piscis… aunque por lo que pude percibir en su mirada, es algo que se niega a aceptar, aparte de algo más… - Thyra suspiró – Sus ojos son tristes… espero que eso cambie pronto… - observó cómo la barca se iba alejando del muelle – Aunque… ese sueño… no puedo evitar sentirme preocupada… señor Albafika, cuídese mucho por favor…

Y tan rápido como había aparecido, la joven se retiró.

[Fin del Flashback]

.


Albafika no pudo evitar sentir incomodidad al recordar la escena del muelle con Thyra, más que todo por la vergüenza que pasó. Pero a pesar de todo, la chica era sensata y sobre todo muy observadora… quizás, ella sería una buena informante… pero esperaba dentro de su corazón que no ocurriera nada más en aquel pueblo pesquero. El asunto de los extraños suicidios aún lo tenía de cabeza y por culpa de ellos casi no pudo dormir la noche anterior… ¿cómo iba a informarle al Patriarca sobre esta situación? Posiblemente vería la manera de manejarla de la forma más prudente posible… y por sobre todo evitando alarmar a la población.

El joven de cabellos celestes cogió una bolsa que tenía al lado en donde tenía sus objetos personales que usó para el viaje y luego de rebuscar un poco, extrajo un pequeño y brillante objeto…

- ¿Qué podrá significar toda esta situación? ¿Y qué relación tiene con este frasco de veneno? – dijo para sí mismo mientras examinaba el recipiente que aún contenía restos del mortal veneno que mató al desafortunado anciano – Como sea no puede ser una coincidencia lo que ha ocurrido en estos últimos días… y ahora para sumar más misterio el sueño de Thyra… mmm – cerró los ojos y pensó – "Si esta chica dijo la verdad, será mejor que esté en alerta ahora que regrese al Santuario…y quién sabe, quizás esta chica sería una buena candidata para ser oráculo… a lo mejor me animo y se lo comento al Patriarca… je" - sonrió.

Albafika decidió guardar el frasco y se topó con otro paquete que al principio no reconoció, pero luego de verlo bien recordó que era comida que le había dejado Thyra en la puerta de la casa donde se quedó la noche anterior y que le vendría bien para el viaje de vuelta. Albafika sonrió y en eso le vino a la mente a última frase que dijo la chica rubia al despedirse:

"Señor Albafika, mis mejores deseos en este día especial y bendiciones para usted y su novia… que todo sea felicidad…"

- Ejem… - se rascó la cabeza - Sobre eso último tendré que verlo de todas maneras a mi llegada al Santuario… este asunto con Agasha… ya no puedo dejar pasar más tiempo… por su bien… y sobre todo mi tranquilidad… es mejor darlo por terminado de una vez… - empezó a analizar el resto de la frase y algo le llamó la atención – ¿Día especial? ¿Por qué diría Thyra eso? y por cierto, ¿qué día es hoy? – dijo y en ese momento algo le vino a la mente a la vez que se llevaba la mano a la su frente – Oh… mierda… YA SÉ a qué se refiere… ¿pero cómo es posible que lo haya adivinado y lo más increíble que YO lo haya olvidado?... bufff… creo que voy a tomar muy en serio de hablar con el Patriarca sobre los oráculos… - se dejó caer de espaldas en la proa a la vez que el sol acariaba su rostro – Vaya día largo me va a tocar hoy…

-o-

[Santuario de Athena – Templo de Acuario]

Dégel se encontraba inclinado sobre una mesa ocupado con complicados mapas e instrumentos de lectura astrales. Y por su semblante se le notaba bastante agobiado… y todo a raíz de su última reunión con el Patriarca Sage en donde por primera vez en mucho tiempo le habían llamado la atención…

- ¡No puedo creer que me haya olvidado del trabajo que me encargó el Patriarca! - murmuraba el santo de los Hielos mientras peleaba con un compás para mantenerlo fijo en el plano que estaba estudiando y a la par tomaba notas en unos pergaminos contiguos – Y Sage-sama estaba con toda la razón de enojarse… bueno, no se enojó… pero me llamó la atención… y la verdad viniendo de él, duele mucho más que un golpe… - terminó de decir y recordó lo que le había dicho antes de dejar su Templo en la visita que le hizo en la mañana…


Por cierto Dégel… ¿qué fue de esas cartas estelares que te encargué hace una semana? ¿Pudiste terminar de analizarlos? – preguntó el antiguo Santo de Cáncer antes de regresar al Templo Principal.

¿Las cartas?... ¡Ah, es cierto!...- Dégel dio un respingo - Lo siento Patriarca, no pude terminar antes, pero esta noche se los estaré llevando al Templo... disculpe la demora – respondió el santo de cabellos verdes en señal de disculpa.

Es raro en ti que no cumplas con un encargo de ese tipo, Dégel… y sobre todo siendo de temas de Astrología, que según creía, era una ciencia que te apasionaba… ¿Acaso hay otra cosa que tenga tu atención distraída? – preguntó el antiguo caballero extrañado.

Eh, no… nada en lo absoluto Patriarca… sólo estuve mirando algunos libros y bueno… no supe medir el tiempo… lo lamento – mintió Dégel sin mirar al Patriarca, que lo analizó por unos instantes con su penetrante mirada, y luego suspiró…

De acuerdo, hijo… los esperaré esta noche, pero sí te pediré que la próxima vez que no te sientas capaz de terminar algún encargo por el motivo que sea, me lo hagas saber, ¿de acuerdo?... anoche me eran necesarios esos mapas estelares por un estudio que estoy realizando en una constelación, pero me temo que ya no va a poder ser… - terminó de decir a la vez que salía por la puerta dejando a Dégel sobre el sitio.

Patriarca… lo siento… - dijo apesadumbrado.

.


- ¡Maldita sea! ¡Por estar tan distraído con el asunto de Piscis he dejado de lado muchas de mis obligaciones y eso no está bien! No sólo he quedado mal con el Patriarca, sino que perderé la oportunidad de poder revisar los archivos que deseo relacionados con…. ¡Agggg! ¡Otra vez Albafika!... no puedo evitarlo, tengo que encontrar respuestas… pero serán a su tiempo… necesito calmarme… - dejó el compás que tenía y tomó una regla con una fina pluma con tinta para trazar unas líneas en el plano – Por el momento dejaré eso de lado y terminaré esto… un par de gráficas más y estará listo… - empezó a trazar – Ahora… con cuidado….

- ¡DÉGEL! ¡¿DÓNDE CARAJOS TE HAS METIDO?!

El grito resonó en la biblioteca de Acuario, haciendo que el caballero de las Aguas perdiera la concentración, el pulso, el equilibrio, sus gafas… y todo lo demás, provocando que los instrumentos cayeran al suelo y por poco se caía él sino se sujetaba con ambas manos de la mesa de dibujo.

- Maldición, yo conozco esa voz… - dijo cerrando los ojos mientras luchaba contra una venita que asomaba peligrosamente en su sien y se acomodaba sus gafas.

Ignorando por el drama que en ese momento estaba pasando el Santo de Acuario, una figura hizo su aparición con paso seguro y comiendo despreocupadamente una manzana…

- ¡Vaya, hasta que por fin! Ya me estaba cansando de buscarte por todo tu condenado templo… ¿Por qué estás aquí escondido, eh? – dijo el peculiar visitante.

- Buenas tardes para ti también, Kardia… - contestó Dégel apretando la madera de la mesa con sus dedos y sin querer empezando a congelarla con su cosmos –Y para tu información no estaba escondido… esta es la biblioteca de MI Templo y se supone que estoy trabajando…

- Ah, sí… buenos días, buenos días… - le da un mordisco a su manzana.

- Son tardes… porque YA pasan del medio día… ¿o no sabes leer la hora, caballero de Escorpio?

- Nah… eso ni me va, ni me viene… y en este preciso instante no le veo mayor importancia… - lo mira sin notar el creciente enojo de su helado compañero – ¿Y a ti qué te pasa? No es por nada… pero si sigues apretando así a esa pobre mesa, la vas a destrozar…

- "Dame un sólo motivo más y a TI te destrozaré la cabeza…" – pensó y suavemente soltó la mesa, a la vez que daba unas tres bocanadas de aire tratando de calmarse. Ajeno a lo que le pasaba Dégel, Kardia se acercó y empezó a curiosear en su mesa de dibujo…

- Oye, ¿estás ensayando un nuevo método para estudiar esa ciencia rara en la que están metidos el Patriarca y tú? No sé tú… pero creo que la otra me parecía… yo que sé… más ordenada. – dijo sin dejar de mirar los mapas de la mesa.

- ¿Y tú qué rayos sabes de Astrología? Por si no lo sabías, este mapa es…. ¡POR TODOS LOS DIOSES DEL INFIERNO Y DEL AVERNO! – gritó de golpe Dégel y haciendo Kardia soltara lo que quedaba de su manzana de la sorpresa.

- ¡Auch! ¿Y ahora qué carajo te pasa? – dijo el santo de Escorpio con las manos en las orejas - ¿Acaso tanto estudio y encierro finalmente dio sus frutos y te volviste loco?... buf… esta manzana ya no vale… - miró la manzana que estaba en el suelo y pateándola a un lado sacó otra de dentro de su armadura – Bueno… da igual… [crunck] – mordió su manzana.

- Kardia… ¿tienes idea de lo que era esto? – Dégel levantó su cabeza mirando a su compañero bastante enojado.

- Pues… si sumamos ese feo rayón que lo cruza de lado a lado… y si a eso le añadimos la enorme mancha de tinta y salpicaduras varias… pues no sabría decirte con exactitud… [crunck] – otro mordisco a su manzana.

- Esto… ¡ERA UNA CARTA ASTRAL QUE ME HABÍA PEDIDO EL PATRIARCA HACE UNA SEMANA! – bufó Dégel casi escupiendo fuego hacia su compañero de armas – ¡Tenía que entregársela esta misma noche y ahora por TÚ culpa no voy a poder!

- ¡Hey! ¡Para tu carromato!… ¿culpa mía por qué? – se defendió Kardia.

- ¡POR EL GRITO QUE PEGASTE AL ENTRAR A MI TEMPLO, PEDAZO DE IMBÉCIL! – dijo el santo de la Aguas en el mismo tono furioso – ¡Por culpa de tu estupidez me desconcentraste y aquí tienes los resultados! ¡Ahora explícame cómo voy a solucionar esto!

En estos momentos Dégel tenía a Kardia casi cogido del cuello… y siendo sinceros, para que Dégel hiciera algo así debía estar realmente enfadado… claro que el ÚNICO que podía lograr que sacara ese lado de su personalidad era solamente su buen "amigo" Kardia de Escopio. Pero, al igual que Dégel, el santo de Escopio sabía cómo tratar a su compañero…

- ¡Vamos Dégel… por Athena, suéltame ya! – se defendió Kardia – No puedes echarme a mí la culpa de lo que pasó con esa carta astral… porque según dijiste hace un momento… DEBÍA haber estado terminada hace una semana… - el agarre de Dégel empezó a aflojarse – Y puedo dar fe de ello, porque YO estaba contigo cuando el Patriarca Sage te dio el encargo… - sonrió con malicia – Así que si no la terminaste a tiempo, pues no es culpa mía… sino TUYA, por irresponsable.

- ¡¿QUÉ?! - dijo Dégel a punto de lanzarle el Polvo de Diamantes a su compañero de armas.

- Bueno, bueno… calma, tal vez me pasé un poco, no quise decir irresponsable… pero reconoce que si hubieses querido, ese trabajo ya estaría terminado hace días… ¿me equivoco? – cogió las muñecas de Dégel para liberar su cuello, para luego soltarlas – Además, yo no tenía idea que estarías por aquí… por lo que podríamos considerarlo como un accidente… - sonrió despreocupadamente – Y por el Patriarca no te preocupes… dile simplemente que tuviste un pequeño percance con la tinta y ya está… no creo que vaya a mandar a azotar o decapitar por eso… recuerda que eres su MEJOR alumno… piénsalo, compañero… ¿a que es una idea brillante?

Dégel trataba de serenarse y asimilar las palabras de su amigo, a la vez que repetía mentalmente su mantra personal para estos casos… "No se debe matar a Kardia… el bicho es tu amigo…". Al cabo de unos momentos de silencio, Dégel respiró profundamente y mirando con aparente tranquilidad al susodicho que seguía disfrutando de su nueva manzana, dijo finalmente…

- ¿Hay algún motivo especial por el cual hayas venido a mi templo, Kardia? ¿O simplemente estás aburrido y tienes ganas de completarme el día? – dijo en tono irónico.

- ¿Sabes que cuando hablas de esa forma motivas a que me preocupe?... – al ver que Dégel fruncía el ceño amenazadoramente se apresuró a continuar – Bueno… en realidad sí… quería preguntarte si todavía tenías de esas hierbas curativas que me pasaste el otro día… necesitaré algunas…

- ¿Y eso por qué? – lo miró extrañado y en eso pareció notar algo – Kardia, ¿qué tienes en la cara? Ponte a la luz… - ordenó.

- No es necesario, en serio… - dio un paso hacia atrás, pero con un movimiento Dégel lo cogió del brazo y lo acercó a la ventana.

El santo de Acuario dio un respingo cuando la luz reveló los moretones, los cortes en la frente y mentón, además de restos de sangre por el rostro de Kardia, que aunque se notaba que había tratado de limpiarse, no lo consiguió del todo.

- Oye, Dégel… no pongas esa cara, no es tan malo como aparenta… es más, cuando te cuente como pasó esto, te aseguro que te vas a reír como yo lo hago ahora… - esbozó una sonrisa, pero el Santo de las Aguas no cambió la expresión seria de su rostro.

- No, te aseguro que no lo haré… ahora HABLA… - dijo con voz lúgubre y cruzándose de brazos.

- Bueno… jeje… verás… resulta que hoy en la mañana estuve entrenando en el coliseo y camino de regreso me encontré con El Cid que venía de revisar su armadura en Aries y…

- Y me imagino que no pudiste controlar tu genio, lo retaste a una pelea y terminó por rediseñarte la cara… - dijo Dégel en tono de burla.

¡Hey, tampoco fue así! Estuvimos charlando muy tranquilos… y con decirte que tan amena era la charla que hasta lo acompañé a su Templo…

- Ya veo… ¿y qué pasó luego?

- Y bueno… pues justo había dejado a sus aprendices entrenando y como buen amigo que soy me ofrecí para enseñarles algunos movimientos nuevos… yo suelo ser muy colaborador con mis colegas… así que dejé mi armadura de lado y me dispuse a ayudarles… - continuó explicando el santo de Escopio.

- Ajá… ¬_¬ - dijo Dégel cerrando los ojos y tratando de adivinar lo que su compañero diría después, aunque ya se lo imaginaba…

- Y bueno, cuando les estaba enseñando uno de los movimientos, pues usé mi aguja escarlata, pero el ataque me salió muy largo y sin querer le di… a la Estatua de Athena del Templo de Capricornio…

- Que hiciste… ¡¿QUÉ?! – saltó Dégel.

- Pero te aseguro que fue un roce muy pequeño… minúsculo… casi insignificante… pero El Cid… yo que sé… es demasiado sensible cuando se trata de esa estatua… y exagerado en el uso de su maldita Excalibur… brr… - terminó de decir Kardia mirando hacia otro lado.

- Vale, ya… no quiero oír más – el Caballero de las Aguas levantó las manos – ¿Eso fue todo lo que te hizo? Me refiero a las heridas de tu cara…

- Eeehh… ^^U - gotita de sudor - No del todo… dame un segundo...

Kardia elevó ligeramente su cosmos y su armadura luego de brillar un momento se separó de su cuerpo para luego armarse en la conocida forma del escorpión.

- No… me… lo creo… - dijo Dégel apesadumbrado al ver los numerosos cortes que tenía Kardia en gran parte de su cuerpo, aunque lo que daba realmente pena era su ropa, que estaba hecha jirones. Definitivamente El Cid se había extralimitado con el uso de su técnica Excalibur… pero dada la estupidez que había cometido su compañero… quién sabe, posiblemente él hubiese reaccionado igual.

- Te aseguro que no está tan mal como se ve… aunque si te soy sincero… la verdad es que escuece un poquito… y más aún si tengo puesta mi armadura…

- Kardia… qué voy a hacer contigo… - suspiró el joven de cabellos verdes.

- Bueno, podrías empezar con regalarme un poco de esa pasta de hierbas raras que usaste conmigo el otro día para curar las heridas que me dejó Albafika… - al ver que su compañero no contestaba continuó - Entonces… qué… ¿me ayudarás?

- [suspiro] "Que me queda, tendré que ayudar a este descerebrado si quiero que llegue con vida a final del día… sino estoy seguro que lo lamentaré mañana" – pensó y dijo – De acuerdo, siéntate aquí y quítate la camisa… o bueno… lo que queda de ella…

Kardia hizo como le dijo su compañero, en tanto que Dégel cogía una bolsa, que era la misma que Agasha le había dejado días atrás para que se la diera al Santo de Piscis. De ella extrajo un puñado de hierbas y las puso en un mortero para luego añadir una mezcla de lo que parecía ser aceite y cera de abeja. Cabe resaltar en un extremo de su biblioteca y alejado convenientemente de los libros, Dégel tenía un pequeño ambiente en donde hacía sus preparados con hierbas, aprendidos de la curandera del pueblo… y la verdad, para su pequeño tamaño, estaba bien equipado, y hasta tenía un mechero de aceite para poder calentar o hervir si era necesario. Luego de unos minutos de haber calentado la mezcla, la retiró del fuego y se acercó al Caballero de Escorpio que esperaba pacientemente.

- Ten en cuenta que es la segunda vez que me pides que te ayude con esto… y te lo digo porque mi disponibilidad de estas hierbas curativas no es muy abundante… - dijo colocándose detrás de Kardia mientras movía para enfriar la pasta de hierbas antes de aplicársela a su compañero.

- Sí, lo sé… - contestó con desgana - Pero la verdad que han resultado ser bastante eficaces… mira, ya casi no se notan las cicatrices de la vez anterior con Albafika… ¡AUCH! ¡ESO DOLIÓ! - gritó quejándose.

- ¿Y qué te esperabas, idiota? – bufó Dégel mientras aplicaba sobre las heridas abiertas una solución de alcohol y yodo – Tengo que limpiar tus heridas antes de usar las hierbas y te advierto que será la última vez, porque tienen que quedar para Albafika… no quiero pensar en que escusa le daré a Agasha si sigo desperdiciando las hierbas que tanto trabajo le costó conseguir por tu culpa.

- ¿Agasha? ¿Y quién es ella? – preguntó.

- ¿No sabes quién es Agasha? – al ver que Kardia negaba con la cabeza, suspiró – Es la joven aldeana que viene seguido al Santuario de Athena a dejar ofrendas florales… ¿en qué mundo vives? No puedo crees que no la hayas visto luego de todo este tiempo… - dijo mientras revolvía la pasta de hierbas.

- Espera… aaahh... - dijo recordando - ¿te refieres a esa pequeña niña enclenque que viene cargada de flores? Bueno, por lo general no suelo prestar atención a las chicas, al menos claro que tengan algo que valga la pena mirar… ¡AAAAYYYYYY! ¡PERO QUÉ CARAJO HACES!

- ¡Vuelves a soltar otro comentario de ese tipo hacia esa jovencita y te aseguro que volverás a tu templo en un ataúd de hielo! - volvió a ponerle la plasta de hierbas con más fuerza de la debida haciendo que Kardia volviera a quejarse – ¡Agasha es una dama y se merece todo el respeto del mundo, ¿me has entendido, capullo?!

- Auch... vale, vale… no tenías que ponerte así… que ya bastante golpeado me ha dejado Capricornio para encima tener que aguantar los tuyos… ¡UUGGGG!... ¡DÉGEL, YA TE VALE, ¿NO?!

- ¡Te mereces eso y mucho más por imbécil! – le replicó mientras seguía aplicando la plasta de hierbas por las heridas – Quién te manda a meterte en problemas… pero no me extraña de ti… - calló unos segundos y añadió – Creo que voy a escribirle a Calvera y le pediré que te ponga a trabajar en su negocio un tiempo… a ver si así te comportas mejor… (*)

- ¡¿QUÉ?! Oye Dégel, no juegues con eso que sabes que no es gracioso… y más aún cuando se trata de esa mujer… la sola mención de su nombre me da escalofríos… ¡brrrrr!... ¡Así que no se te ocurra! – se puso de pie mirándolo a la vez que lo amenazaba con el dedo.

- ¿Sabes, Kardia? No he tenido la fortuna de conocerla, pero por lo que me ha contado la señorita Athena, creo entender que Calvera es una persona bastante agradable y lo más interesante, más que nada porque pudo ponerte en tu sitio… sí, no veo que sea mala idea ir a hacerle una vista… y mira, a lo mejor puedo pedirle que se venga algunos días al Santuario, ¿qué te parece? – dijo Dégel mientras hacía esfuerzos por aguantar la risa… sí, como disfrutaba haciendo sufrir a Kardia, a parte que el bicho se lo merecía en cierta forma.

- ¡Muy bien, se acabó!... ¡Dégel, si insistes en burlarte de mí, me largo! ¡Todo mejor a seguir escuchándote! – Kardia se dispuso a irse.

- Como quieras… pero si te quedas con esas cicatrices de por vida, ya no será culpa mía… así que tú decides… - sonrió dándole la espalda.

Al escuchar sus palabras, el santo de Escorpio se detuvo, bajó la cabeza y mansamente regresó a sentarse en la silla donde estaba para que Dégel siquiera con la curación…

- Buen chico… ahora no te muevas para que pueda terminar con tu espalda... – continuó con la aplicación de las hierbas – Pues ahora que lo veo… sí que ha resultado el preparado, ya que muchas de las cicatrices, producto de las heridas que te hiciste cuando peleaste con Albafika ya casi no se ven… es realmente impresionante… - dijo y luego pensó – "Me pregunto si serán igual de eficaces con las extrañas cicatrices de Piscis…"

- Te lo dije, pero es una lástima que no tengas más… la verdad que podrías hacer una pequeña fortuna con ese preparado… - comentó Escorpio, pero antes que Dégel pudiera responderle añadió – Por cierto, ¿cuándo regresa Albafika?... ya tiene mucho tiempo desde que salió del Santuario.

- Pues precisamente vuelve hoy… así que en el transcurso del día aparecerá por aquí… - contestó Dégel, también animado con la perspectiva de volver a ver a su compañero y vecino de Templo.

- ¿Ah, sí? Estupendo, pues avísame cuando venga que tengo muchas ganas de tener una larga charla con ese pez subdesarrollado… - contestó Kardia.

- Espero que no estés pensando en pedirle la revancha de la pelea anterior, porque si es así no te lo voy a permitir… - dijo el Caballero de los Hielos a modo de advertencia y amenaza – Es más que seguro que Albafika llegue bastante cansado de su viaje como para encima tener que aguantar tus tonterías… no, Kardia… ¡Ni lo pienses!

- ¿Te quieres calmar, Dégel?… digo algo y ya saltas como un energúmeno, quien te entiende… - volteó a ver sus enojados ojos – No pienso hacer nada de eso… únicamente quiero hablar con él para que me diga cómo fue que aprendió la técnica que usó para derrotarme… eso es todo.

- ¿Técnica? – preguntó Dégel extrañado – Si mal no recuerdo, lo único que hizo Albafika fue noquearte con un puñetazo… y eso no tiene mucha ciencia.

- Dégel… ¿tú no eres observador, verdad? – Kardia dijo con sorna.

Dégel se movió hasta ponerse frente a su compañero y lo miró fijamente…

- ¿A qué te refieres? – preguntó el Santo de las Aguas.

- Caray, compañero… me sorprendes… - siguió Kardia en el mismo tono de voz – Y yo que pensaba que eras el más listo de todos nosotros… ya veo que no…

- ¡Déjate de rodeos, bicho! – dijo empezando a perder la paciencia – Y explícate… AHORA.

- A ver… te lo pondré de una forma simple… - se puso de pie quedando a la misma altura que Dégel – Dices que el pez me derrotó con un puñetazo, ¿no?... ahora piensa, ¿tú crees que un SIMPLE puñetazo sería lo bastante fuerte como para hacerme perder el sentido durante UN DÍA completo?... ¿A mí que soy un Caballero Dorado? ¿Tú lo ves lógico, amigo?

Dégel meditó las palabras de Kardia y empezó a analizar la situación… es verdad que el Santo de Escorpio estuvo inconsciente durante casi un día luego de la pelea con Albafika… y supo perfectamente el tiempo, ya que le subió una fiebre elevada por momentos y tuvo que estar a su lado ayudándole con sus poderes de hielo para bajar su temperatura dada su condición… y lo que más le extrañó era que fue inusualmente elevada y por momentos lo preocupó… pero fuera de eso, cuando Kardia despertó no le echó más cuenta, a parte que el bicho no quiso hablar del asunto…

Sin embargo… ahora que lo meditaba con cuidado, SÍ que era raro lo que había pasado…

- Pues… - dijo Dégel finalmente – Por lo que me cuentas, en efecto no tiene mucho sentido… pero entonces, ¿cómo fue que…?

- Ahora lo vas a ver… - y retirando unos mechones azules de su cuello, Kardia dejó al descubierto unas pequeñas marcas circulares, muy parecidas a pequeños agujeros repartidos en puntos estratégicos a lo largo de su cuello – Ya casi están cerrados, pero aún se notan un poco…

- ¿Qué es esto? – Dégel lo examinó - ¿Cómo te hiciste estas marcas?

- Esto fue obra de Albafika de Piscis, mi listo amigo… - dijo sonriendo de medio lado en señal de ironía y continuó – En aquel momento cuando el pez subdesarrollado rompió mi técnica Restriction y me atacó… allí fue cuando lo hizo… quizás desde la zona donde tú estabas no lo pudiste ver bien porque prácticamente Albafika estaba de espaldas a ti…

- Y la razón por la cual no pude verlo bien fue porque YO también fui afectado por tu maldita técnica, ¿o es que acaso ya lo olvidaste? – el joven de cabellos verdes le increpó al de azules.

- El punto es que… - continuó Kardia con su explicación e ignorando deliberadamente el comentario de Dégel lo que provocó que éste se irritara – Cuando Albafika me atacó, una fracción de segundo antes de lanzar su golpe, con los dedos de la otra mano me dio una serie de pequeños golpes… que eran como si una fina aguja penetrara mi piel y carne hasta los nervios… y que luego me paralizó completamente… para que te hagas una idea, es algo así como cuando una serpiente muerde a una presa e inyecta su veneno… - mostró la mano imitando con tres dedos la boca de una serpiente.

- ¿Entonces me estás diciendo que Albafika te inyectó con su propio veneno usando sus uñas? – Dégel estaba sorprendido.

- Así es… y te aseguro que si hubiera hecho lo mismo con algún otro que no fuera conocedor de las artes del veneno ten por seguro que ya estaría muerto… a mí simplemente me llevó a la inconsciencia por bastante tiempo… - terminó de decir el Santo de Escorpio.

- Y la fiebre tan alta que tuviste ocurrió porque estabas luchando contra el veneno de Albafika… ahora comprendo… - Dégel colocó una mano en su mentón – Estoy francamente sorprendido… no tenía idea que Piscis tuviera ese tipo de técnica… - pensó mientras repasaba mentalmente sus notas sobre el estudio que estaba realizando las últimas semanas sobre el Caballero de Piscis y que estuviera relacionado con el tipo de ataque descrito por Kardia… pero no conseguía recordar nada. En eso, las palabras de Kardia lo trajeron de vuelta a la realidad…

- Es que esa NO es una técnica de Piscis, Dégel… - dijo Kardia seriamente.

- ¿Qué quieres decir? – preguntó el Santo de las Aguas. Kardia lo miró y entrecerrando los ojos, contestó…

- Que esa técnica en particular no pertenece al Caballero de Piscis… sino a OFIUCO.

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Notas de la Autora:

Saludos mis queridos amigos lectores, sé que luego de casi 2 años de haber dejado colgada la historia algunos habrán pensado que decidí abandonarla y demás… me lo imagino y les ofrezco una disculpa por todo ese tiempo.

Como algunos de los antiguos lectores y seguidores de "La Rosa y la Princesa" saben, hasta el año 2012 estuve muy ocupada con mi tesis doctoral en España. Gracias a Dios defendí y todo salió muy bien. Luego de ello regresé a mi país Perú, en donde me encuentro viviendo y trabajando. Actualmente soy profesora de universidad y estoy con bastante trabajo, por lo que el tiempo se me ha hecho más corto aún… ahora mismo estamos en vacaciones de verano y he tardado casi dos meses en poder terminar este capítulo, porque como tenía otras obligaciones tuve que priorizar… pero afortunadamente hoy a la 1:00am pude acabarlo y no deseo hacerlos esperar más. Realmente extraño los días cuando era estudiante… el tiempo me sobraba muchísimo… pero bueno, simplemente habrá que adaptarse, ¿no?

¡Bueno! Ahora empecemos con los agradecimientos ^^

Muchas gracias Edelweiss Queen, Goddess Rhiannon, Hitomi Shion Yo, sakura tsukiyomi lefey, Yueres de Leo, Amy, AngelElisha, Ariel Lycaon, vita, Estelaluna, faraain, troll, Ryoga Skywalker, Shadow Noir Wing, Sara, pao. .7, arcangel-agael, Vinnie y Rubetcas por sus amables comentarios y sobre todo por seguir el fic... sus palabras me llenan de muchos ánimos para continuar la historia^^

Quizás este capítulo parezca un poco de relleno, pero servirá de antesala para lo que vendrá después y nuevas sorpresas… ¿y misterios? Por supuesto que seguiremos con ellos, son parte de la historia ^^ Lo que más me gusta de esta parte es poder explotar un poco el lado cómico de algunos personajes y hacer un balance adecuando… luego de tanto drama, venía bien algo de comedia :P

Si han leído cuidadosamente, habrá encontrado en negrita este símbolo: (*) y significa: leer el Gaiden de Kardia, para que entiendan un poco a que se refiere lo que hablan los personajes.

Bueno, no les puedo prometer que actualizaré muy pronto, porque el semestre académico empezará en marzo y estaré ocupada, pero buscaré siempre que pueda un espacio de tiempo para seguir escribiendo ^^

Un abrazo y mil gracias por seguir con "La Rosa y la Princesa",

Ja ne,

ALONDRA.